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Revista de Biología Tropical, ISSN: 2215-2075 Vol. 69(Suppl. 2): S36-S59, October 2021 (Published Oct. 30, 2021)
Naturaleza y estructura geológica del borde costero
del noroeste de Costa Rica
Juan Pablo Solano
1,2
; https://orcid.org/0000-0001-5498-9924
Ana Teresita Aguilar
1
; https://orcid.org/0000-0003-3567-2504
María del Pilar Madrigal
1,3
; https://orcid.org/0000-0002-2089-0560
Wendy Pérez
4
; https://orcid.org/0000-0002-1982-0979
Carlos Alonso Vargas
5
; https://orcid.org/0000-0002-6079-3765
María Marta Chavarría
6
; https://orcid.org/0000-0001-6378-1893
Percy Denyer
1,3
; https://orcid.org/0000-0002-8006-9889
1. Centro de Investigación en Ciencias Geológicas, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica;
jpsm6400@gmail.com, percy.denyer@ucr.ac.cr, anatere.aguilar@gmail.com, mariadelpilar.madrigal@ucr.ac.cr
2. Universidad Autónoma de San Luis Potosí, San Luis Potosí, México; A332913@alumnos.uaslp.mx
3. Escuela Centroamericana de Geología, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica; percy.denyer@ucr.ac.cr,
mariadelpilar.madrigal@ucr.ac.cr
4. Erwatec Ingenieurgesellschaft GmbH, Kiel, Alemania; wenppf@yahoo.com
5. Barrick Gold Corporation, Toronto, Ontario, Canadá; alonsovcr@gmail.com
6. Área de Conservación Guanacaste, Guanacaste, Costa Rica; mmchava@acguanacaste.ac.cr
Recibido 01-XII-2020. Corregido 28-I-2021. Aceptado 24-II-2021.
ABSTRACT
Geological background and structure of the northwestern coastline of Costa Rica
Introduction: The Costa Rican northwestern coastline has a wide geological uniqueness that exhibits rocks
from different environments such as abyssal plane, continental slope, continental platform, volcanic eruptions
(effusive, explosive, and submarine), coastal, erosional (fluvial and gravitatory), intrusions, and upper mantle
rocks.
Objective: To present the geologic state of the art of the northwestern coastline of Costa Rica through the bib-
liographic review of geochemical, petrologic, structural, paleontological and geochronological data.
Methods: A bibliographic revision was done to propose a state of the art of northwestern coastline of Costa Rica.
Results: The geologic record shows eleven stages from the Jurassic to the Holocene. These stages were
regrouped from petrologic, structural, geochronologic, stratigraphic and paleontological interpretations in three
depositional stages and four compressive tectonic phases.
Conclusions: The first depositional stage is volcanic with oceanic affinity between the Jurassic and Upper
Cretaceous. The second has a sedimentary predominance with an age range between the Upper Cretaceous
and the Miocene. The last depositional stage is a volcanic (effusive and explosive) from the Pliocene until the
present. The tectonic phases are associate with different interactions between tectonic plates. The first phase
triggered the Santa Elena Ophiolite obduction during the Early Cretaceous. The second phase occurred in the
Early Upper Cretaceous – Campanian and is recognized by its current position and surrounding structures. The
third phase lasted from the Upper Eocene until the Miocene and its main result was the folding of the Bahía de
Salinas sedimentary rocks. Finally, the Quaternary phase created a tilt axis and the aperture for the deposition of
pyroclastic density currents in front of the Guanacaste volcanic ridge.
Key words: Santa Elena ophiolite; geologic history; stress; volcanic eruption; Guanacaste; tectonic phase;
sedimentary rock.
Solano, J. P., Aguilar, A. T., Madrigal, M. P., Pérez, W., Vargas,
C. A., Chavarría, M. M., & Denyer, P. (2021). Naturaleza
y estructura geológica del borde costero del noroeste de
Costa Rica. Revista de Biología Tropical, 69(Suppl. 2),
S36-S59. https://doi.org/10.15517/rbt.v69iS2.48306
https://doi.org/10.15517/rbt.v69iS2.48306
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El contexto geológico del sector noroeste
de Costa Rica comprende rocas de edades
entre el Jurásico y el Holoceno (~201.3 Ma –
actualidad). El basamento está constituido por
rocas de afinidad oceánica con una edad entre
el Hauteriviano y el Cenomaniano (~132.9 –
~93.9 Ma; Madrigal, Gazel & Denyer, 2019).
La continuación del registro geológico está
dada por rocas sedimentarias de diversos oríge-
nes que abarcan del Cretácico Superior al Oli-
goceno (100.5 – 23.03 Ma; Aguilar & Denyer,
2019). Con el final del registro sedimentario,
hubo un cambio de régimen en los depósitos,
con predominancia a rocas extrusivas de tipo
piroclástico y en menor cantidad coladas de
lava durante el Plio – Pleistoceno (5.33 – 0.012
Ma) (Alvarado & Denyer, 2019; Barrantes,
2018; Solano, Denyer, & Pérez, 2019; Solano,
Denyer, Pérez, Lücke, & Madrigal, 2019).
Seguido a esto, se presentaron eventos
preferencialmente efusivos y en menor medi-
da extrusivos de la Cordillera de Guanacas-
te (Alvarado & Denyer, 2019). El final del
registro litológico lo comprenden los procesos
de denudación activa y reciente (Aguilar &
Denyer, 2019; Alvarado & Denyer, 2019).
Estas rocas han sido afectadas por diversas
etapas de compresión y tensión producto de
esfuerzos regionales, lo cual ha provocado su
configuración actual.
Se seleccionó como área de estudio las
hojas cartográficas, a escala 1:50 000, Bahía
Salinas, Murciélago, Peñas Blancas y Santa
Elena del Instituto Geográfico Nacional, debi-
do a que, en estas cuatro hojas se presenta el
registro litológico con edades desde el Jurásico
(rocas más antiguas de Costa Rica: ~190.8 Ma)
al Holoceno (época en la que nos encontra-
mos en la actualidad) aflorante en la costa del
noroeste de Costa Rica (Fig. 1).
Por tanto, esta investigación presenta la
caracterización de las rocas y eventos geoló-
gicos del área de estudio sobre los cuales se
desarrolla la biósfera actual, mediante datos
de tipo cartográfico, geoquímico, petrológico,
estructural, paleontológico y radiométrico, con
el fin de reconstruir los eventos, productos
y etapas de deformación desde el Jurásico
a la actualidad.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se desarrolló una síntesis geológica del
área de estudio para un público biológico y de
ciencias afines, a diferencia de la propuesta de
Denyer (2019), que es para un público geoló-
gico. Este estado del arte tiene como base estu-
dios recientes de los autores en la región, así
como otras publicaciones afines. La propuesta
presentada se acompaña de figuras explicativas
para la representación clara y sencilla de las
condiciones geológicas y tectónicas aconteci-
das con el paso del tiempo.
Los estudios desarrollados abarcan diferen-
tes ramas geológicas como: tectónica, geología
estructural, petrología ígnea y sedimentaria,
geoquímica, geocronología, paleontología y
estratigrafía, y fueron presentados mediante
libros, artículos científicos y tesis. Las referen-
cias bibliográficas que fueron la base para esta
síntesis son: Aguilar y Denyer (2019); Alvara-
do y Denyer (2019); Alvarado y Gans (2012);
Andjić, Baumgartner-Mora, y Baumgartner
(2016); Astorga (1987); Baumgartner y Denyer
(2006); David (2005); Denyer y Gazel (2009);
DeWever, Azéma, Tournon, y Desmet (1985),
Escuder-Viruete, Baumgartner, y Castillo-
Carrión (2015); Gazel, Denyer, y Baumgartner
(2006); Madrigal et al. (2019); Solano, Denyer,
Pérez, et al. (2019); y Tournon (1984).
DESCRIPCIÓN LITOESTRATIGRÁFICA
El extremo noroeste de Costa Rica se
encuentra conformado por una amplia variedad
de rocas entre ígneas y sedimentarias. Estas
rocas han sido afectadas por procesos tectóni-
cos y estructurales complejos que propician su
arreglo actual. Un modelo geológico regional
simplificado es presentado en la Fig. 1. y en la
columna estratigráfica de la Fig. 2.
Ofiolita de Santa Elena
Complejo Acrecional de Santa Rosa y Bre-
cha Tectónica: De manera general, el Complejo
Acrecional de Santa Rosa se encuentra confor-
mado por rocas producto de la acumulación
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de sedimentos en el fondo oceánico y su pos-
terior litificación (pelagitas), rocas volcánicas
producto de erupciones locales (petit-spot) y
brechas polimícticas, es decir con clastos de
diverso tipo. Descripciones detalladas de estas
rocas fueron presentadas por Baumgartner y
Denyer (2006), Denyer y Gazel (2009), Tour-
non y Bellon (2009), y Madrigal et al. (2019).
Respecto a su edad, los depósitos han sido
datados de la siguiente manera: radiolaritas
Fig. 1. Modelo geológico actual del noroeste de Costa Rica. Simplificado de Denyer (2019). La topografía y los buzamientos
en el perfil geológico fueron exagerados 1.5X. Av.: Avalancha, Fm.: Formación, D.: Depósitos, Bas.: Basaltos, Is.: Islas, C.:
Complejo, Ac.: Acrecional.
Fig. 1. Geological model of Northwest Costa Rica. Simplification of Denyer (2019). Topography and dips with an
exaggeration at 1.5X in the geologic section. Av.: Avalanche, Fm.: Formation, D.: Deposits, Bas.: Basalts, Is.: Islands, C.:
Complex, Ac.: Accretional.
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(Fig. 3D; Jurásico Medio – Cretácico tem-
prano) y varias fases de basaltos alcalinos a
nivel de fenocristales (anfíboles) y roca total
(177,0 – 104,3 Ma: Jurásico temprano terminal
a Cretácico temprano terminal; Baumgartner,
Flores, Bandini, Girault, & Cruz, 2008; Buchs
et al., 2013; DeWever et al., 1985; Madrigal
et al., 2019; Schmidt-Effing, 1980a; Schmidt-
Effing, 1980b).
Estas rocas son producto de diferentes
procesos. Para la Brecha Tectónica, Madrigal
et al. (2019) indican que es producto de la
interacción entre el Complejo Acrecional de
Santa Rosa y el Nappe de Santa Elena. Por
Fig. 2. Columna estratigráfica. La edad del Complejo Acrecional de Santa Rosa corresponde a los sedimentos asociados al
periodo de la acreción del Nappe de Santa Elena y no a su rango de edad completo. Fm.: Formación, C.: Complejo, Ac.:
Acrecional.
Fig. 2. Stratigraphic column. The Santa Elena Accesonary Complex (Complejo Acrecional de Santa Rosa) age corresponds
to sediments associated to the accreation of the Santa Elena Nappe (Nappe de Santa Elena). Fm.: Formation, C.: Complex,
Ac.: Accretional.
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otra parte, las rocas del Complejo Acrecio-
nal de Santa Rosa presentan varias génesis,
como las pelagitas, que son producto de la
acumulación de sedimentos en el fondo oceá-
nico que posteriormente tuvieron procesos de
metamorfismo de baja temperatura (Escuder-
Viruete & Baumgartner, 2014). Los basaltos
alcalinos son montes submarinos acrecionados
(Buchs et al., 2013; Geldmacher, Hoernle, Van
Den Bogaard, Hauff, & Klügel, 2008; Hauff,
Hoernle, & Bogaard, 2000; Tournon, 1994).
Estos montes submarinos son relacionados
con petit-spots producto de fallamiento nor-
mal en la cercanía de una zona de subducción
(Hirano, 2011). Estos petit-spots fueron com-
probados por Buchs et al. (2013) a partir de su
firma geoquímica. Además, Buchs et al. (2013)
ahondan en la génesis de los petit-spots para la
Ofiolita de Santa Elena, y detallan en que son
producto de la fragmentación de la corteza a
consecuencia de la reorganización tectónica del
basamento del Pacífico y no son cercanos a una
zona de subducción.
Nappe de Santa Elena: Es un terreno alóc-
tono de rocas ultramáficas intruidas por rocas
máficas que cubren un área de 180 km
2
(Fig.
3B, Fig. 3E; Tournon, 1994). Madrigal et al.
(2015) establecen un ambiente de formación
extensional, según datos geoquímicos y estruc-
turales, donde una parte del manto superior de
la Tierra fue exhumado a la superficie terrestre.
Esta exhumación probablemente sucedió entre
el Aptiano y el Campaniano (Baumgartner &
Denyer, 2006; Denyer & Gazel, 2009; Pindell,
1988; Tournon, 1994).
El cuerpo principal de este nappe se
encuentra conformado de peridotitas serpen-
tinizadas, dunitas, gabros pegmatíticos, dole-
ritas y diques basálticos (Denyer & Gazel,
2009). Estos son descritos a continuación.
(1) Peridotita: corresponde a una secuencia
de rocas ultramáficas que incluye las perido-
titas serpentinizadas, con lentes de dunitas,
ortopiroxenitas y cromitas (Denyer & Gazel,
2009; Escuder-Viruete et al., 2015; Gazel et
al., 2006; Tournon, 1994; Tournon & Bellon,
2009; Zaccarini et al., 2011). Las peridotitas
son rocas comunes en el manto terrestre y no
en la corteza, y su emplazamiento en superficie
está dado por mecanismos litosféricos comple-
jos y anómalos. Este grupo principal de rocas
ultramáficas se encuentran intruidas por dos
fases: diques de gabro pegmatítico y diques de
dolerita. Las fases intrusivas se caracterizan
por ser magmas que cruzan y cortan rocas
preexistentes; en este caso, magmas que atra-
viesan el cuerpo principal de peridotita. (2)
Diques de gabro pegmatítico: se emplazaron
en el momento en que las peridotitas se estaban
solidificando, es decir son eventos sincrónicos;
sin embargo, las peridotitas son ligeramente
más antiguas (Gazel et al., 2006). Han sido
descritos a profundidad por Gazel et al. (2006);
Tournon (1994); y Tournon y Bellon (2009).
(3) Diques de dolerita: son una fase intrusiva
posterior, es decir se emplazaron posterior a
la litificación de los gabros pegmatíticos y las
peridotitas (Fig. 3B; Gazel et al., 2006). Denyer
y Gazel (2009); Gazel et al. (2006); Madrigal et
al. (2015); Tournon (1994); Tournon & Bellon
(2009) presentan descripciones geológicas de
estos diques, y fueron datados por Madrigal et
al. (2015) con un promedio de 121 Ma.
Complejo Ígneo Estratificado de Bahía
Nancite: El complejo se encuentra en bahía
Nancite y está constituido por dos generacio-
nes de diques: doleritas y basaltos olivínicos
diferenciados por su contenido mineralógico
(Arias, 2002; Gazel et al., 2006; Tournon,
1994). Los basaltos y plagiogranitos fueron
descritos por Arias (2002), Denyer y Gazel
(2009), Gazel et al., (2006), Madrigal et al.
(2019), y Tournon (1994). Los gabros de este
complejo fueron datados por Hauff et al. (2000)
en 124 ± 4 Ma mediante
40
Ar/
39
Ar.
Basaltos de las Islas Murciélago: Son
basaltos con una estructura predominantemen-
te en almohadilla que es indicativa de efusión
y enfriamiento bajo el nivel del mar, por lo
que estos basaltos representan los depósitos
de erupciones volcánicas submarinas (Fig. 3a,
Fig. 3C). Son basaltos y traquibasaltos des-
critos por Gazel et al. (2006), Madrigal et al.
(2015), Tournon (1994), y Tournon y Bellon
(2009) y su edad es variable entre 109 ± 2 y
113 ± 3 Ma mediante
40
Ar/
39
Ar (Hauff et al.,
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2000; Madrigal, Gazel, Flores, Bizimis, &
Jicha, 2016).
Rocas sedimentarias
Formación El Viejo: Su principal litología
corresponde a calizas producto de la litificación
de arrecifes coralinos de edad Campaniano
(Aguilar & Denyer, 2019; Denyer, Aguilar, &
Montero, 2014; Malavassi, 1961; Pons, Vicens,
& Schmidt-Effing, 2016; Schmidt-Effing,
1974). Estos arrecifes fueron gobernados por
bioconstrucciones de rudistas y nerineas, mis-
mos que se extinguieron a finales del Cretá-
cico (Fig. 4; Aguilar, 1990). Schmidt-Effing
(1974) caracteriza su ambiente de formación
como arrecifes coralinos con aguas claras en
movimiento, a una temperatura mínima de 24
°C y una profundidad no mayor a los 70 m.
Algunos estudios importantes sobre estas rocas
Fig. 3. Litologías características del área de estudio. A. Vista panorámica de las Islas Murciélago. B. y E. Intrusiones
de dolerita en peridotitas. C. Basaltos en almohadilla de las Islas Murciélago. D. Radiolaritas en estratos verticales del
Complejo Acrecional de Santa Rosa. F. Depósitos de tempestitas. G. Duna fósil.
Fig. 3. Characteristic lithologies of the studied area. A. Panoramic view of Murciélago Islands. B. and E. Doleritic intrusions
on peridotites. C. Murciélago Islands pillow lavas. D. Vertical strata of radiolarites of the Accretionary Complex of Santa
Rosa. F. Tempestites deposits. G. Fossil dune.
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son los de Andjić et al. (2016); Azéma et al.
(1985); Baumgartner et al. (1984); Bourgois
et al. (1984); Calvo (1987); Flores, Denyer,
y Aguilar (2003); y Hoffstetter, Dengo, y
Weyl (1960).
Formación Santa Ana: Son depósitos
interpretados como flujos de escombros (debris
flow) y brechas de talud emplazados en los
márgenes de plataformas carbonatadas (arre-
cifes coralinos de la Formación El Viejo)
a consecuencia de retrabajo y periodos de
levantamiento tectónico (Fig. 4; Calvo, 1987;
Jaccard, Münster, Baumgartner, Baumgartner-
Mora, & Denyer, 2001). Según asociaciones
paleontológicas su edad varía del Campaniano
tardío al Maastrichtiano (Aguilar & Denyer,
2002; Baumgartner-Mora & Denyer, 2002;
Flores et al., 2003; Jaccard et al., 2001). En
esta formación se han descrito conglomerados,
brechas y areniscas con detritos calcáreos, sedi-
mentarios e ígneos; además, de lutitas rojizas y
calizas rojas (Aguilar & Denyer, 2019; Andjić
et al., 2016; Denyer et al., 2014; Flores et al.,
2003; Hoffstetter et al., 1960). Algunas de
estas litologías presentan bioturbación y otras
son interpretadas como pelagitas y eventitas
(Denyer et al., 2014). La distribución espacial
de esta formación no se visualiza en el mapa
geológico (Fig. 1), debido a efectos de la
escala de trabajo.
Formación Piedras Blancas: Son rocas
resultado de la litificación de material biogé-
nico y granos de tamaño limo y arcilla en el
fondo oceánico y márgenes continentales, es
decir sedimentación hemipelágica y pelágica
(Aguilar & Denyer, 2019; Azéma et al., 1985;
Baumgartner et al., 1984; Calvo, 1987; Flores
et al., 2003). Su edad está delimitada entre
el Campaniano Superior y el Maastrichtiano
Inferior (Aguilar & Denyer, 2019). Las litolo-
gías que la componen son calcilutitas, lodolitas
con vetas de calcita, areniscas, lutitas, calizas
silíceas pelágicas y pedernales (Aguilar & Den-
yer, 2019; Andjić et al., 2016; Astorga, 1987;
Calvo, 1987; Flores et al., 2003).
Formación Rivas: En la Formación Rivas
se incluyen depósitos de deslizamientos y
corrientes de turbidez depositadas en el talud
continental (Fig. 4; Aguilar & Denyer, 2019;
Andjić et al., 2016; Astorga, 1987; Baum-
gartner et al., 1984). Previo a su litificación,
estos depósitos fueron afectados por deforma-
ción sinsedimentaria que se expresa en forma
de slumps (Aguilar & Denyer, 2019). Sus
rocas corresponden a areniscas (con meteori-
zación esferoidal), lutitas, calcilutitas, lutitas
volcaniclásticas, areniscas tobáceas, calizas
hemipelágicas, areniscas conglomerádicas y
conglomerados (Andjić et al., 2016; Baumgart-
ner et al., 1984; Zoppis de Bracci & Del Giu-
dice, 1958). Su edad varía entre el Cretácico
Superior y el Paleoceno (Andjić et al., 2016;
Auer, 1942).
Formación Brito: Estas rocas correspon-
den a turbiditas al igual que los depósitos de
la Formación Rivas (Fig. 4, Fig. 5A y Fig.
5B); sin embargo, se encuentran interrumpidas
por horizontes de material biogénico y granos
de tamaños muy pequeños o hemipelagitas
(Andjić et al., 2016; Astorga, 1987). Además,
los depósitos superiores evidencian procesos
de somerización (Aguilar & Denyer, 2019);
es decir muestran la presencia de rocas forma-
das a poca profundidad bajo el nivel del mar.
Respecto a su edad se ubican entre el Eoceno
temprano y el Oligoceno temprano (Andjić et
al., 2016; Dengo, 1962; Hayes, 1899; Ranero
et al., 2000). Entre sus litologías se han reco-
nocido areniscas (arcosas líticas y wackas
tobáceas), lutitas, calizas (en su mayoría como
lentes), conglomerados, brechas, lodolitas y
limolitas (Aguilar & Denyer, 2019; Andjić et
al., 2016; Dengo, 1962; Hoffstetter & Zoppis
de Bracci, 1960).
Formación Junquillal: Aguilar & Denyer
(2019) asocian estos depósitos con tempestitas.
Las tempestitas o tormentitas son depósitos
formados bajo condiciones de tormentas en
zonas marino-someras, posiblemente en etapas
de descenso del nivel del mar (Fig. 4, Fig.
5C; Aguilar, Denyer, & Arredondo, 2020). Su
rango de edad se encuentra entre el Paleoce-
no Superior – Eoceno Inferior al Oligoceno
Inferior (Aguilar & Denyer, 2019; Andjić et
al., 2016; Malavassi, 1961; Zamora, Méndez,
Barahona, & Sjöbohm, 2004). Las rocas que
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conforman esta formación son conglomerados,
areniscas finas a gruesas (arenitas y arcosas líti-
cas), lutitas (lodolitas) y calcirruditas (Baum-
gartner et al., 1984; Andjić et al., 2016; Aguilar
& Denyer, 2019).
Formación Punta Pelada: Andjić et al.
(2016) identifican una zona genética desde
prearrecifal – plataforma a arrecife coralino
(Fig. 5D). Por otra parte, Aguilar & Cortés
(2001) relacionan estas rocas con ambientes de
poca profundidad con influencia de corrientes
fuertes, un aporte terrígeno continuo, cambios
frecuentes de energía en el medio y cambios en
el nivel del mar (Fig. 4). Litológicamente, está
conformada por calizas biodetríticas, areniscas
calcáreas, conglomerados, calizas masivas y
calizas brechosas, todos con bioconstrucciones
de corales y algas (Aguilar & Cortés, 2001;
Aguilar & Denyer, 2019; Andjić et al., 2016;
Calvo, 1987). La edad de estas rocas ha sido
estimada para el Oligoceno según asociaciones
paleontológicas (Andjić et al., 2016; Hoffstet-
ter & Zoppis de Bracci, 1960).
Eventos extrusivos de tipo explosivo
y rocas asociadas
Los eventos volcánicos extrusivos de tipo
explosivo se refieren a aquellos que generan
depósitos piroclásticos producto de erupciones
volcánicas ricas en ceniza, pómez y fragmentos
de roca (Fig. 4). Estos tipos de erupciones son a
consecuencia del colapso de columnas de tefra,
explosiones laterales o el colapso de edificios
volcánicos, domos y coladas de lava (Branney
& Kokeelar, 2002). Los depósitos explosivos
reconocidos en esta investigación corresponden
a la Meseta Volcánica de Santa Rosa, en su
mayoría conformada por la Formación Baga-
ces, y el abanico formado por la Formación
Liberia (Dengo, 1962). Dóndoli (1950) es el
primero en mencionar las formaciones Bagaces
y Liberia como toba gris y toba blanca respecti-
vamente. Algunas consideraciones petrológicas
y volumétricas fueron expuestas por David
(2005); Deering, Vogel, Patino, y Alvarado,
(2007); Gillot, Chiesa, y Alvarado (1994);
Fig. 4. Diagrama esquemático de ambientes de formación de rocas ígneas y sedimentarias en un arco de islas como el
documentado en el noroeste de Costa Rica del Cretácico tardío al Cuaternario.
Fig. 4. Schematic diagram of the environments of formation of igneous and sedimenatry rocks in the northwest of Costa
Rica from Late Cretaceous to the Quaternary.
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Tournon (1984); Vogel, Patino, Alvarado, &
Gans (2004); y Vogel et al. (2006).
Formación Bagaces: Denominada formal-
mente por Dengo (1962) como Formación
Bagaces, la propuesta estratigráfica más recien-
te para esta formación es de Barrantes (2018),
Alvarado y Denyer (2019) y de Solano, Den-
yer, Pérez, et al. (2019). Es común que estos
depósitos ignimbríticos andesíticos a riolíti-
cos presenten niveles vitrofíricos, desgasifica-
ción, diaclasamiento, lajeamiento y disyunción
columnar, además sus clastos principales son
de pómez, clinopiroxeno y ortopiroxeno (Fig.
5E; Aiazzi, Fiorletta, Civelli, Chiesa, & Alvara-
do, 2004; Alvarado & Denyer, 2019; Barrantes,
2018; Bohnenberger, 1968; Civelli et al., 2005;
Fig. 5. Litologías características del área de estudio. A y B. Estratos de la Formación Brito. C. Estratos de la Formación
Junquillal. D. Rocas de la Formación Punta Pelada. E. Depósitos de la Formación Bagaces. F. Vista al cerro El Hacha y el
volcán Orosí desde la Meseta Volcánica de Santa Rosa.
Fig. 5. Characteristic lithologies of the studied area. A, B. Strata of the Brito Formation. C. Junquillal Formation strata. D.
Punta Pelada Formation rocks. E. Bagaces Formation deposits. F. Panoramic view with El Hacha mount and Orosí volcano
from the Meseta Volcánica de Santa Rosa.
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David, 2005; Dengo, 1962; Gillot et al., 1994;
Herrera & Vargas, 2012; Kempter, 1997; Moli-
na, Martí, Aguirre, Vega, & Chavarría, 2014;
Semm, 2005; Setzer, 1994; Solano, Denyer,
& Pérez, 2019; Szymanski, Patino, Vogel, &
Alvarado, 2013; Tournon, 1984; Zamora et al.,
2004). Alvarado y Gans (2012) mencionan un
rango de edades en los depósitos piroclásticos
entre 4.87 y 2 Ma.
Formación Liberia: Comprende las rocas
piroclásticas con edades entre 1.81 y 0.6 Ma
nombradas de base a techo como: (1) Capa
Verde, Capa Santa Fe y Toba Santa Fe, (2) Toba
Río Liberia, (3) Toba Salitral, (4) Toba Buena
Vista y (5) Toba La Ese (Alvarado & Denyer,
2019; Alvarado & Gans, 2012; Chiesa, Civelli,
Gillot, Mora, & Alvarado, 1992; Deering et al.,
2007; Gillot et al., 1994). Petrográficamente,
son riolitas con cristaloclastos de cuarzo, bio-
tita y anfíbol (Alvarado & Denyer, 2019; Boh-
nenberger, 1968; Chiesa et al., 1992; Deering et
al., 2007; Deering, Vogel, Patino, Szymanski,
& Alvarado, 2012; Dengo, 1962; Hallinan &
Brown, 1995; Kempter, 1997; Zamora et al.,
2004; Molina et al., 2014).
Depósitos epivolcaniclásticos: Alvarado &
Denyer (2019) los identifican como depósitos
fluviales, aluviales y laháricos de granulome-
tría variada y de tipo sinvolcánico; es decir,
corresponden a la erosión de las litologías de
origen volcánico. Barrantes (2018) fuera del
área de estudio los reconoce y caracteriza como
depósitos fluviales.
Rocas efusivas y eventos relacionados
Formación Monteverde: Definida como
formación por Chaves y Sáenz (1974). Se
compone de rocas a consecuencia de erupcio-
nes volcánicas efusivas, es decir coladas de
lava por origen central y fisural (Fig. 4; Aiazzi
et al., 2004; Chaves & Sáenz, 1974; Gillot et
al., 1994). Esta actividad volcánica fue entre
hace 2.18 y 1.13 Ma (Alvarado & Gans, 2012).
Algunos centros eruptivos cercanos al área de
estudio son el cerro El Hacha, Peña Bruja y
Alto Filipinas (Fig. 5F; Alvarado & Denyer,
2019). Las rocas de esta formación son en su
mayoría andesitas (Alvarado & Denyer, 2019;
Chiesa, Alvarado, Pecchio, Corella, & Zanchi,
1994; Cigolini & Chaves, 1986; Kussmaul,
Tournon, & Alvarado, 1994).
Brecha La Cortina: Es un depósito de ava-
lancha de escombros volcánicos (Fig. 4; Alva-
rado & Denyer, 2019). Estos depósitos suelen
estar asociados con grandes deslizamientos.
En este caso en específico, corresponde a un
megadeslizamiento asociado al cerro El Hacha
o una estructura caldérica cercana al noreste
del centro poblacional de La Cruz.; litológica-
mente, se trata de brechas polimícticas y poli-
modales, con una edad de 1.3 Ma (Alvarado &
Denyer, 2019).
Lacustre Loma Camastro: Se reconocen
como sedimentos epivolcaniclásticos intercala-
dos con diatomitas (Alvarado & Denyer, 2019;
Gómez, 1992; Zamora et al., 2004). Su génesis
se refiere a paleolagos y fluviolacustres pro-
ducto de acumulaciones de agua, limitadas por
barreras físicas a consecuencia del vulcanismo
con edad entre 1.48 y 1.1 Ma (Alvarado &
Denyer, 2019; Gamboa, 2013; Zamora et al.,
2004). Esta unidad no está representada en el
mapa geológico (Fig. 1), debido a que la escala
de trabajo no permite su visualización.
Paleo y Neo Orosí: Es un conjunto de
edificios volcánicos erosionados compuestos
por el volcán Orosí, el cerro Orosilito, cerro
Pedregal y el cerro Cacao (Fig. 5F; Alvarado,
1984; Alvarado & Denyer, 2019; Chiesa et al.,
1994). Alvarado y Gans (2012) resumen la
historia geológica del macizo: (1) vulcanismo
Paleo-Orosí, representado por los restos del
volcán Orosilito; (2) Neo vulcanismo con los
conos Orosí y Cacao; (3) Colapsos sectoriales
producto de la erosión de los conos principales;
y (4) reactivación con las coladas de lava en
el Cacao. Se compone de andesitas, andesitas
basálticas, basaltos, variedad de rocas piroclás-
ticas y epiclásticas (Alvarado, 1984; Chiesa
et al., 1994; Kussmaul et al., 1994; Tournon,
1984; Zamora et al., 2004).
Depósitos recientes
En este apartado se incluyen depósi-
tos con sedimentación activa y de reciente
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litificación, es decir de edad Pleistoceno Supe-
rior – Holoceno.
Depósitos Laháricos y Avalanchas Vol-
cánicas: Los depósitos laháricos y de avalan-
cha volcánica presentan una génesis asociada
con la erosión y el efecto de la gravedad de
los edificios volcánicos Rincón de la Vieja
y Orosí – Cacao, mediadas por disparadores
como sismos, actividad volcánica o agentes
metereológicos (Fig. 4). En los depósitos de
avalancha volcánica es común reconocer hum-
mockys e imbricación en los lahares (Alvarado,
Vega, Chaves, & Vásquez, 2004; Zamora et al.,
2004). Alvarado y Denyer (2019) estiman una
edad entre Pleistoceno Superior y Holoceno
temprano. Algunas descripciones representati-
vas son las de Kempter (1997).
Dunas Fósiles: Se hace diferencia de esta
subunidad respecto a las demás porque se trata
de arenas litificadas ubicadas en las islas Mur-
ciélago (Fig. 3G). Su proceso de litificación se
produjo por splash marino y disolución parcial
de los fragmentos bioclásticos (Aguilar & Den-
yer, 2019). Estas arenas litificadas presentan
estratificación cruzada con ángulos de hasta
50° y tienen cementación por carbonato de cal-
cio (Denyer et al., 2006). Según dataciones de
14
C la edad máxima de las dunas varía entre 16
y 17 ka en función del evento paleo-climático
Heinrich 1 con direcciones de viento del NE al
SW (Denyer, Cortés, & Cárdenes, 2005).
Tempestitas: Son depósitos con evidencias
de transporte y depositación a consecuencia de
eventos ciclónicos con una edad aproximada de
hace 4.3 ka (Aguilar et al., 2020). Su ubicación
se detalla en el mapa geológico (Fig. 1) y la
figura 3F muestra una foto del afloramiento.
Depósitos no Consolidados: Estos depó-
sitos corresponden a acumulaciones de sedi-
mentos no litificados que se mantienen con
sedimentación activa al día de hoy. En esta
unidad se contemplan los depósitos aluviales,
dunas activas, humedales, depósitos coluviales
y depósitos de playa (Fig. 4).
BIOLOGÍA Y GEODIVERSIDAD
En el Área de Conservación Guanacas-
te se encuentran gran cantidad de paisajes
extraordinarios, ahí empieza una experiencia
geológica y biológica que da paso a confirmar
las interrelaciones entre la Geología y la Bio-
logía. Definitivamente, la geología influencia,
en parte, a las características biológicas de una
región, lo que es un factor determinante de
hábitats y especies, principalmente en cuanto a
la parte botánica (Cottle, 2004). También existe
una retroalimentación de los aspectos biológi-
cos hacia aquellos nichos geológicos, que son
influenciados por la erosión y meteorización
de plantas, así como la presencia de animales
en una región.
El término geodiversidad se puede definir
como la diversidad geológica de una región,
entendida como la variedad de rasgos geoló-
gicos identificados tras considerar su distri-
bución y frecuencia, así como estos ilustran la
evolución e historia geológica del territorio en
cuestión (Caravilla, Durán, & López-Martínez,
2008). Es así como se considera que el sustrato,
constituido primero por la roca y después por el
suelo resultante de la meteorización y erosión
determina parcialmente la vegetación.
La diversidad de formaciones geológicas
define el paisaje y así los diferentes bosques
que se desarrollan; porque los árboles, las pal-
mas, y en general, muchas plantas tienen sus
preferencias geológicas, incluso desde lejos
un buen observador puede distinguir estas
diferencias por la composición de especies
mediante rasgos como tamaño de árboles,
densidad de bosque o zonas con o sin pasto.
Por ejemplo, las rocas calcáreas o sedimentos
marinos, de las formaciones Rivas, Brito y
Junquillal son el sustrato característico de bos-
ques con una buena densidad de guayacán real
(Guaiacum sanctum) de la familia Zygophy-
llaceae (Barwick & Schans, 2004). Lo mismo
sucede con la palma Attalea rostrata (Standley
& Steyermark, 1946) de una apariencia gran-
de y masiva con palmas u hojas tan grandes
como 3.5 m.
Si se encuentra un rodal de roble encino
(Quercus oleoides) (Gallagher, 2020), muy
probablemente se puede asegurar que están
creciendo sobre un sustrato constituido por
rocas tipo ignimbritas o suelos cuya base son
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ignimbritas. De la misma forma, se puede ase-
gurar que si la densidad de cornizuelo (Vache-
llia collinsi o Vachellia cornigera; Boza, 2019)
es muy alta, el suelo es de origen ignimbrítico.
Esto resulta visible en las zonas a donde aflo-
ran las formaciones Bagaces o Liberia para el
área de estudio.
Las rocas provenientes del manto, común-
mente denominadas serpentinitas, que en este
trabajo corresponden con el Nappe de Santa
Elena, son un elemento sobresaliente, pues al
provenir de grandes profundidades (normal-
mente más de 40 km) su composición química
difiere sustancialmente de aquellas rocas for-
madas en la superficie terrestre. Entonces, por
su proveniencia no son de un carácter “ami-
gable” con la mayoría de la biota. Estas rocas
tienen una composición en la que el hierro y
el magnesio son muy altos relativamente en
comparación con el sílice, el calcio es muy bajo
con respecto al magnesio, así como tienen altos
niveles de níquel, cromo, manganeso y cobalto.
Kruckeberg (2002) sugiere un alto contraste
de vegetación entre suelos provenientes de
la meteorización de serpentinitas y aquellos
que no lo son, además, este autor señala la
existencia de especies endémicas en suelos de
afinidad serpentinitica. El tipo de vegetación
sobre las serpentinitas de la península de Santa
Elena es excepcionalmente baja y espinosa.
Es destacable, por ejemplo, que sobre estas
rocas del manto terrestre se encuentran cactus,
como el Melocactus curvispinus (CONABIO,
2020; Taylor, 1991); o bien, un arbusto deciduo
pequeño (1.5-4 m) como el Bursera schle-
chtendalii (Espinoza, Guadamuz, Pérez, Cha-
varría, & Masís, 2000).
GEOLOGÍA ESTRUCTURAL
Y TECTÓNICA
Este apartado tratará tres ámbitos impor-
tantes para la descripción geológica estructural
del área de estudio, que son los elementos
estructurales, las zonas morfotectónicas y las
etapas compresivas que han tomado lugar sobre
las rocas estudiadas. Los elementos estruc-
turales relevantes para el área de estudio son
(Fig. 1): (1) La falla Murciélago con una traza
este – oeste y que se encuentra parcialmente
cubierta (Denyer, Gazel, Aguilar, Madrigal,
& Chavarría, 2019). (2) El tren de pliegues
de Santa Elena, clasificado como disarmónico
asimétrico por sobrecorrimiento y compuesto
por el anticlinal Montes de Oro, el sinclinal de
Salinas, el anticlinal Descartes y el sinclinal
Junquillal (Denyer, Vargas, Lücke, & Solano,
2019). (3) El eje de basculamiento de tobas con
rumbo N 14 °W e inclinaciones de entre 0.8
y 1° hacia el E (Denyer, Vargas, et al., 2019).
(4) El Nappe de Santa Elena, que evidencia un
cabalgamiento producto de una falla inversa
con un basculamiento de hasta 30° al norte y
una ventana tectónica.
La morfología del área de estudio se puede
subdividir en cinco zonas morfotectónicas: (1)
Nappe, (2) tren de pliegues, (3) plataforma
ignimbrítica, (4) relictos volcánicos y (5) cordi-
llera volcánica de Guanacaste (Fig. 6).
La zona denominada Nappe corresponde
con la sección que comprende a la Ofiolita de
Santa Elena. Es una zona escarpada y afectada
intensamente por procesos erosivos. Su altura
máxima es el cerro El Inglés de ~525 m s.n.m.
y presenta una leve inclinación hacia el norte.
El tren de pliegues (secuencia de rocas
deformadas de manera ondulante que varían
entre sinclinales y anticlinales) es la segunda
zona y afecta geológicamente a las rocas sedi-
mentarias (Cretácico Superior – Paleógeno) del
área de estudio. Estas rocas fueron afectadas
por una compresión que las deformó hasta el
punto de poder visualizar una estructura sinuo-
sa en los depósitos. La deformación provoca
que estos terrenos tengan una gran variación
en su elevación como se muestra en la Fig. 6A
con diferencias de elevación de hasta ~310 m.
La tercera zona es la plataforma ignim-
brítica. Se reconoce porque es una planicie
extendida hacia el este del área de estudio. La
planicie alcanza los 300 m de altura y es a con-
secuencia del emplazamiento de ignimbritas.
En la Fig. 6A y Fig. 6B se muestra cómo esta
planicie presenta una leve inclinación hacia el
este y como debajo de esta se encuentran rocas
sedimentarias asociadas al tren de pliegues.
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La zona de relictos volcánicos se ubica al
noreste del área de estudio. Esta morfología se
ha producido en las rocas efusivas más antiguas
del área de estudio, es decir, volcanes extintos
de hasta 2.18 Ma (Alvarado & Gans, 2012)
afectados por fuertes tasas de erosión. Por
tanto, su elevación general se encuentra por
debajo de los 450 m s.n.m. y poseen fuertes
pendientes (Fig. 6B).
La zona morfotectónica de las laderas de la
cordillera volcánica de Guanacaste, en especí-
fico del macizo Orosí – Cacao, se identifica en
el extremo SE del área de estudio y se abarca
parcialmente. Según la figura 6B alcanza ele-
vaciones de 300 m s.n.m., pero estas llegan a
ser mucho mayores y sus pendientes no presen-
tan cambios abruptos.
Para el extremo noroeste de Costa Rica se
han reconocido varias fases tectónicas compre-
sivas con las siguientes edades: (1) Cretácico
Inferior, (2) Cretácico Superior temprano –
Campaniano temprano, (3) Eoceno Superior
– Mioceno y (4) Cuaternario (Fig. 7).
Cretácico Inferior (Barremiano – Aptia-
no): su origen está inferido por la presencia de
un margen convergente entre las placas Fara-
llón y Norteamericana, en el cual interactuó la
Gran Provincia Ígnea del Caribe (Caribbean
Large Igneous Province: Astorga et al., 1991;
Azéma et al., 1985; Baumgartner & Denyer,
2006; Escuder-Viruete & Baumgartner, 2014;
Escuder-Viruete et al., 2015; Escuder-Viruete et
al., 2019; Gursky, 1988; Kuijpers, 1980). Una
placa tectónica es un fragmento de la corteza
Fig. 6. Perfiles topográficos. A. Perfil con dirección suroeste-noreste. B. Perfil con dirección oeste-este. Exageración vertical
a 2.0X. La ubicación de los perfiles se muestra en la Fig. 1. Las líneas punteadas indican la orientación y disposición de
las capas de roca.
Fig. 6. Topographic sections. A. Southwest-Northeast profile. B. West-East profile. Vertical exaggeration is 2.0X. Location
of the topographic sections is shown in Fig. 1. Dotted lines indicate orientation and disposition of rock beds.
Fig. 7. Fases tectónicas compresivas. Las flechas indican las orientaciones reales de las fases tectónicas.
Fig. 7. Compressive tectonic phases. Arrows indicate the real orientation of the tectonic phases.
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que se mueve a consecuencia de las corrientes
de convección en el manto superior. A partir de
esta interacción entre placas, se desarrolló un
efecto compresivo con dirección NNE-SSW
(Meschede & Frisk, 1998). Escuder-Viruete &
Baumgartner (2014) proponen una edad Barre-
miano – Aptiano. Algunos eventos específicos
datados fueron la acreción de los petit-spots
durante el Albiano y la exhumación de la
Ofiolita de Santa Elena hace ~124 Ma durante
el Aptiano Inferior (Escuder-Viruete & Baum-
gartner, 2014; Escuder-Viruete et al., 2015).
El principal producto de esta deformación se
encuentra en los depósitos más antiguos del
Complejo Acrecional de Santa Rosa (Baum-
gartner & Denyer, 2006).
Cretácico Superior temprano – Campania-
no temprano: se asocia con un cambio global
en los vectores de movimiento de las placas
tectónicas (Astorga et al., 1991; Gursky, 1988;
Meschede, Frisch, & Sick, 1988). Pindell et al.
(1988) atribuyen estos esfuerzos a la convergen-
cia entre las placas Farallón y Norteamericana.
Tournon (1994) indica una dirección N-S de los
esfuerzos según estrías de falla, y Meschede y
Frisk (1994) relacionan esta deformación con
el Escarpe de Hess. El sobrecorrimiento de la
Ofiolita de Santa Elena, Escuder-Viruete et al.
(2015) lo ubican entre el Cretácico Superior
temprano y el Campaniano tardío, según su
modelo geodinámico y las consideraciones de
Escuder-Viruete y Baumgartner (2014); Frisch,
Meschede y Sick, (1992); y Tournon (1994). El
sobrecorrimiento de la Ofiolita de Santa Elena
tuvo lugar entre el Cretácico Superior temprano
y el Campaniano tardío.
Eoceno Superior – Mioceno: se compuso
de esfuerzos NNE-SSW que generaron fallas
inversas y pliegues en las rocas sedimenta-
rias del Cretácico terminal – Paleógeno, con
orientación preferencial E-W (Astorga et al.,
1991; Denyer, Vargas, et al., 2019; Gursky,
1988; Kuijpers, 1980; Ladd, 1976; Meschede
& Frisk, 1998). Su génesis está dada por la
interacción convergente entre las placas Nor-
teamericana y Suramericana (Gursky, 1988;
Ladd, 1976).
Cuaternario: según las estructuras evi-
denciadas hacia el sureste del área de estudio
(eje de basculamiento y buzamientos foto-
geológicos en las rocas de las formaciones
Bagaces, Liberia y Monteverde) se evidencia
una compresión con una dirección aproximada
hacia el E.
HISTORIA GEOLÓGICA
La geología del sector pericostero del
noroeste de Costa Rica muestra eventos geo-
lógicos únicos respecto al resto del país. Estos
están resumidos en la Tabla 1.
Jurásico al Cretácico Inferior (~200 –
~100 Ma): Representa el inicio del registro
geológico en la región, con erupciones vol-
cánicas submarinas acontecidas en la placa
tectónica Farallón y dieron como resultado los
petit-spots (Fig. 8A). Contemporáneamente
se presentó la continua muerte de organis-
mos marinos de tamaños micrométricos, en su
mayoría radiolarios, que fueron depositados
con sedimentos finos en el piso oceánico,
cuya litificación de estos microcomponentes
genera rocas denominadas radiolaritas. Estos
productos conforman el Complejo Acrecional
de Santa Rosa.
Cretácico Inferior (145 – 100 Ma): En
esta época se infiere la formación de la Ofio-
lita de Santa Elena en el manto superior de la
Tierra. Esta ofiolita corresponde a un terreno
alóctono, que presenta al menos dos etapas
magmáticas: una del manto con intrusión de
diques de gabro pegmatíticos (emplazados
por diferencias de presión que permitieron su
movimiento por zonas de debilidad), y una
segunda etapa intrusiva de diques de dolerita.
Seguidamente, la ofiolita fue afectada
por esfuerzos tensionales a nivel geotectónico
(Fig. 8B), que generaron fracturas abiertas
de cientos de kilómetros. Las fracturas de
estas dimensiones pueden llegar a provocar
conexión del manto con la superficie terrestre,
es decir la emersión de estas rocas desde el
manto terrestre hasta la parte superior de la
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corteza terrestre. En el caso de la Ofiolita de
Santa Elena no se ha determinado aún si estos
ambientes extensionales se presentaron en una
dorsal medio-oceánica (MOR) – producto de la
separación de América del Norte de América
del Sur, o en una cuenca tras arco (back arc:
Madrigal et al., 2015).
En esta misma época se generaron otros
eventos ígneos a consecuencia de la actividad
volcánica no asociada con la Ofiolita de Santa
Elena, pero si típico en la corteza oceánica,
como: (1) el Complejo Ígneo Estratificado
de Bahía Nancite, que posiblemente emergió
por el mismo medio y al mismo tiempo que la
TABLA 1
Eventos geológicos singulares documentados en el noroeste de Costa Rica. Sup.: Superior, Dep.: Depositación
TABLE 1
Singular geologic events documented in the northwest of Costa Rica
Evento Edad (Ma) Mecanismo de formación Esquema
Primeros registros
geológicos
Pliensbachiano
(~190 - ~182 Ma)
La muerte de organismos
micrometricos representa una de
las formas de conformar rocas
sedimentarias.
Emersión de la Ofiolita
de Santa Elena
Aptiano (~124 Ma) Ambientes extensionales
asociadas a una dorsal media-
oceánica (MOR) o una cuenca tras
arco (back arc).
Comunidades bióticas Campaniano
(~84 - ~72 Ma)
Es el registro de las primeras
comunidades de corales en rocas
de Costa Rica reconocidas como
arrecifes de rudistas.
Depositación sedimentaria
y compresión
Cretácico Sup. a Mioceno
(~84 - ~5 Ma)
Primeramente sucedió la dep.
de sedimentos y posteriormente
aconteció un esfuerzo compresivo
SW-NE.
Vulcanismo explosivo Plio-Pieistoceno
(~5 - 0.6 Ma)
Registro de erupciones explosivas
de composiciones ácidas.
Coladas de lava Pleistoceno
(~2 - 0.6 Ma)
Flujos de lava que conformaron
la actual cordillera volcánica
de Guanacaste y el vulcanismo
anterior a esta.
Erosión volcánica Pleistoceno Sup.
y Holoceno
(0.129Ma - Actualidad)
Efectos de la meteorización y
erosión en los edificios volcánicos
Dunas fosiles
Holoceno (t < 0.01 Ma) Litificación de dunas por splash
marino y disolución parcial de los
fragmentos bioclásticos.
Tempestitas
Holoceno (t < 0.01 Ma)
Depósitos producto de eventos
ciclónicos.
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ofiolita, y (2) los Basaltos de las Islas Murcié-
lago, producto de erupciones submarinas tipo
gran provincia ígnea en la placa Pacífica.
Cretácico Superior (100 – 66 Ma):
Durante el Cretácico Superior las rocas de la
Ofiolita de Santa Elena comenzaron su traslado
tectónico desde el plano abisal, con profun-
didades entre 3 000 y 6 000 m b.n.m., hasta
una plataforma continental con profundidad
variable entre 0 y 200 m b.n.m. Esta plataforma
contenía condiciones favorables para el creci-
miento de comunidades de arrecifes dominadas
por rudistas y nerineas reconocidas hoy en día
como la Formación El Viejo (Fig. 8C).
En los bordes de estas plataformas es
común que se generen flujos de detritos y
avalanchas de escombros, emplazados y depo-
sitados en el talud continental, producto del
retrabajo de sedimentos y el levantamiento
tectónico por actividad sísmica. Este episodio
está representado por la Formación Santa Ana.
De forma sincrónica al crecimiento de arrecifes
y los episodios de retrabajo y sedimentación, se
dio el acarreo y posterior acumulación de mate-
riales finos a muy finos y biogénicos (muerte
de microorganismos) por acción de corrientes
marinas. Estos depósitos son identificados al
norte de la península de Santa Elena como la
Formación Piedras Blancas.
El traslado de las rocas del Nappe fue
consecuencia de una etapa con esfuerzos com-
presivos que generó un sistema de fallamiento
inverso, donde una litología o unidad de roca
más antigua se movió hasta quedar sobre una
litología más joven. Estos esfuerzos se asocian
al evento tectónico de inicios del Campaniano.
Este evento provocó la interacción entre la
Ofiolita de Santa Elena (litología más antigua)
y el Complejo Acrecional de Santa Rosa (litolo-
gía más joven), formando la Brecha Tectónica.
Paleoceno (66 – 56 Ma): Se formaron
depósitos de deslizamientos y corrientes de
turbidez en los taludes continentales (Fig. 8D).
Estos procesos ocurrieron por la inestabilidad
en los sedimentos, y fueron disparados por
sismos o cambios en el régimen y cantidad de
sedimentación por aporte de material terrígeno
relacionado a actividad volcánica y la acción de
la erosión. Estos depósitos son agrupados en la
Formación Rivas.
La depositación en ambientes más pro-
fundos en el perfil batimétrico respecto a los
depósitos del Cretácico Superior demuestran
una transgresión producida por la subsidencia
tectónica en la región estudiada. La subsiden-
cia tectónica es el progresivo hundimiento de
la corteza por el movimiento generado en las
fallas geológicas.
Eoceno (56 – 34 Ma): Representa una
época de somerización o regresión marina; es
decir, un cambio en los ambientes de deposita-
ción que varían desde profundos a someros con
abundancia de ondulitas (Fig. 8E). Las onduli-
tas se generan por movimientos tipo vaivén de
agua, como el movimiento del agua salada en
las playas. Estas rocas son nombradas como
Formación Brito.
El relleno de la cuenca se asocia a un cam-
bio en el régimen de depositación en la cuenca,
por aporte continuo de sedimentos desde un
arco de islas activo, o el evento tectónico a
mitad del Eoceno. Los eventos tectónicos son
sucesos donde se presentan cambios en las
condiciones de deformación que modifican el
patrón de esfuerzos y por tanto las condiciones
de depositación dentro de una cuenca. Algunos
ejemplos de eventos tectónicos son cambios
en la dirección de movimiento de placas tec-
tónicas, desplazamientos a lo largo de fallas o
levantamientos regionales. Este evento tectóni-
co marca el inicio de una fase compresiva que
dio origen al tren de pliegues entre el golfo de
Santa Elena y bahía de Salinas.
Oligoceno (34 – 23 Ma): Durante el
Oligoceno continuó el relleno de la cuenca
representado por la fase final de somerización.
Esta somerización a inicios del Oligoceno
está representada por depósitos con estruc-
turas sedimentarias que evidencian picos de
energía, corrientes multidireccionales y sedi-
mentos en suspensión, los cuales son típicos
de tormentas en zonas de poca profundidad
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Revista de Biología Tropical, ISSN: 2215-2075 Vol. 69(Suppl. 2): S36-S59, October 2021 (Published Oct. 30, 2021)
(Fig. 8F). Estos depósitos se identifican como
Formación Junquillal.
Para finales del Oligoceno el registro geo-
lógico lo comprende la Formación Punta Pela-
da. Durante esta época, predominó un ambiente
marino somero típico de arrecifes coralinos de
poca profundidad con influencia de corrientes
fuertes, un aporte terrígeno continuo, cambios
frecuentes de energía en el medio y cambios en
el nivel relativo del mar (Fig. 9A).
Mioceno (23.03 – 5.3 Ma): El Mioceno
no presenta registro litológico, por el levan-
tamiento abrupto asociado al final de la etapa
tectónica compresiva que generó el tren de
pliegues entre el golfo de Santa Elena y bahía
de Salinas (Fig. 9B).
Plioceno (5.3 – 2.58 Ma): La tectónica
compresiva durante el Mioceno contribuiría
a la elevación del arco de islas volcánico con
Fig. 8. Procesos depositacionales del Jurásico al Oligoceno Inferior.
Fig. 8. Depositional processes from Jurassic to Lower Oligocene.
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un sustrato de las sedimentitas plegadas, sobre
las cuales se depositaron los productos de las
grandes erupciones volcánicas explosivas (Fig.
9C). Este tipo de actividad permitió la colma-
tación de la cuenca y el término de la deposi-
tación bajo el nivel del mar. Además, generó
los relieves planos que dieron paso a la Meseta
Volcánica de Santa Rosa.
Pleistoceno (2.58 – 0.01 Ma): A inicios
del Pleistoceno todavía imperaban las condicio-
nes de vulcanismo explosivo. Al mismo tiempo
hubo un cambio geotectónico en los esfuerzos
que provocó el eje de basculamiento, por ende
la leve inclinación de la Meseta de Santa Rosa
hacia el este franco. Se construyeron los edi-
ficios previos a la cordillera volcánica actual
(Formación Monteverde), con lavas predomi-
nantes y algunos eventos de ignimbritas y la
formación de calderas, y la construcción de la
cordillera volcánica de Guanacaste (macizos
Orosí-Cacao y Rincón de la Vieja).
En la etapa final del Pleistoceno y el inicio
del Holoceno se consolidó un predominio de
derrames lávicos o coladas de lava y depósitos
lacustres (Fig. 9D).
Holoceno (0.01 Ma – actualidad): El
Holoceno para el noroeste de Costa Rica
comprende el estado actual de evolución de
la Cordillera de Guanacaste, con fases cons-
tructivas (lavas predominantes y piroclastos
subordinados) y fases erosivas que incluyen la
génesis de eventos laháricos y de avalanchas
volcánicas como consecuencia de la denuda-
ción física y actividad eruptiva de los macizos
Orosí – Cacao y Rincón de la Vieja (Fig. 9E).
Otros depósitos fueron producto de la erosión
Fig. 9. Procesos depositacionales del Oligoceno Superior al Holoceno (presente).
Fig. 9. Depositional processes since Upper Oligocene to Holocene (present).
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y depositación eólica, que dieron lugar a dunas
y paleodunas, erosión gravitatoria con la frag-
mentación de las rocas para generar coluvios,
y erosión hídrica como lo son las tempestitas y
los depósitos aluviales, producto de la acumu-
lación de sedimentos finos a gruesos en zonas
donde se presenta agua en movimiento.
Conclusiones
El contexto geológico mostrado en esta
investigación presenta elementos geológicos
únicos a nivel nacional como las dunas fósiles,
depósitos producto de fuertes tormentas, rocas
del manto terrestre, rocas asociadas con la evo-
lución biótica de arrecifes coralinos dominados
por rudistas durante el Cretácico Superior
(hasta 83.6 Ma) y el plegamiento de rocas
sedimentarias que tuvieron procesos de erosión
y depositación, conformando una discordancia,
la cual luego fue parcialmente cubierta por
depósitos ignimbríticos voluminosos. Además,
en esta zona se tiene el reporte de la datación
más antigua de Costa Rica correspondiente al
Pliensbachiano – Jurásico Inferior (~190.8 –
~182.7 Ma: DeWever et al., 1985).
Esta investigación considera que las rocas
del área de estudio se pueden incluir en cinco
grupos según sus características: rocas de afi-
nidad oceánica u Ofiolita de Santa Elena,
rocas sedimentarias, eventos extrusivos de tipo
explosivo, rocas efusivas y depósitos recientes.
Además, las rocas del área de estudio eviden-
cian al menos cuatro fases compresivas: Cre-
tácico Inferior (~145 – ~100.5 Ma), Cretácico
Superior temprano – Campaniano temprano
(~100.5 – 72.1 Ma), Eoceno Superior – Mio-
ceno (37.8 – 5.333 Ma) y Cuaternario (2.58
Ma – hoy en día).
Las morfologías y la constitución de los
suelos son producto de los procesos geológicos
acaecidos en el noroeste de Costa Rica. Cada
una de estas fases tiene injerencias en el terreno
respecto a las especies vegetales encontradas
y el uso de la tierra. Por lo tanto, es posible
establecer una relación directa entre la geosfera
y la biosfera. Esta relación permite delimitar
cuatro zonas geológicas que según su afinidad
condicionan la vegetación y la fauna, por lo que
suelen ser fáciles de reconocer por sus cambios
abruptos. La primera zona está conformada por
las rocas de la Ofiolita de Santa Elena que no
permiten el desarrollo habitual de la vegeta-
ción, solamente árboles de tamaño pequeño,
por su alto contenido de magnesio y otros ele-
mentos. Las rocas sedimentarias representan la
segunda zona, que presenta una mayor afinidad
con los componentes bióticos. Por tanto, la
mayor diversidad de especies está presente a
donde afloran estas rocas. La tercera zona son
las planicies volcánicas producto de los eventos
extrusivos de tipo explosivo, las cuales limitan
esta diversidad y se reconoce vegetación con
ausencia de hojas o son de tamaño reducido.
Por último, las rocas efusivas con piroclastos
subordinados representan terrenos muy fértiles
con las condiciones ideales para el desarrollo
intenso de vegetación y cultivos.
Declaración de ética: los autores declaran
que todos están de acuerdo con esta publica-
ción y que han hecho aportes que justifican
su autoría; que no hay conflicto de interés de
ningún tipo; y que han cumplido con todos los
requisitos y procedimientos éticos y legales
pertinentes. Todas las fuentes de financiamien-
to se detallan plena y claramente en la sección
de agradecimientos. El respectivo documento
legal firmado se encuentra en los archivos
de la revista.
AGRADECIMIENTOS
A Karla Vásquez F., Yoselyn Álvarez S.
y Adrián Obando A. por sus valiosos aportes
durante la realización del texto de este artículo.
También a Róger Blanco y Alejandro Masís, del
Área de Conservación Guanacaste, por permitir
el desarrollo de esta investigación. Además,
a Marco Díaz Segura del Museo +UCR por
facilitar algunas fotografías mostradas en este
manuscrito y a los revisores anónimos por sus
valiosos aportes y comentarios en pro de mejo-
rar el documento final. Este artículo fue parte
del proyecto B0-242 del Centro de Investiga-
ción en Ciencias Geológicas de la Universidad
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de Costa Rica, titulado Fortalecimiento de la
investigación en Estratigrafía y Tectónica.
RESUMEN
Introducción: El noroeste de Costa Rica representa un
área con una alta riqueza geológica que evidencia rocas
generadas en diferentes ambientes, como plano abisal,
talud continental, plataforma continental, volcánicos con-
tinentales efusivos y explosivos, volcánicos submarinos,
costeros, erosivos fluviales, erosivos gravitatorios, de
intrusión y el manto terrestre.
Objetivo: Describir el contexto geológico actual del
noroeste de Costa Rica, mediante el análisis y recopilación
de datos de campo, geoquímicos, petrológicos, estructura-
les, paleontológicos y radiométricos con el fin de recons-
truir los eventos y etapas de deformación desde el Jurásico
a la actualidad.
Métodos: Se hizo una recopilación bibliográfica de estu-
dios en diversas ramas geológicas para establecer un estado
del arte del extremo noroeste de Costa Rica.
Resultados: La historia geológica representa el registro en
rocas desde el Jurásico al Holoceno – actualidad con once
etapas definidas a partir de interpretaciones petrológicas,
estructurales, geocronológicas, estratigráficas y paleontoló-
gicas agrupadas en tres etapas de depositación y afectadas
por cuatro fases tectónicas compresivas.
Conclusiones: Las etapas de depositación corresponden
con una primera etapa magmática con afinidad oceánica
entre el Jurásico y el Cretácico Superior, una segunda etapa
predominantemente sedimentaria con un rango de edad
entre el Cretácico Superior y el Oligoceno, y por último
una etapa volcánica efusiva – explosiva ubicada desde el
Plioceno hasta la actualidad. Las fases tectónicas se asocian
con diferentes eventos entre placas. La primera se dio en
el Cretácico Inferior y su principal resultado visible fue la
emersión de la Ofiolita de Santa Elena; la segunda sucedió
del Cretácico Superior temprano al Campaniano y su reco-
nocimiento está ligado a la posición actual de la Ofiolita de
Santa Elena y sus estructuras circundantes; la tercera fase
aconteció desde el Eoceno Superior hasta el Mioceno y su
principal producto fue la generación del tren de pliegues
sedimentarios del Golfo de Santa Elena a bahía de Salinas;
y por último se presenta una fase Cuaternaria que originó el
eje de basculamiento de los productos piroclásticos frente a
la cordillera volcánica de Guanacaste.
Palabras clave: Ofiolita de Santa Elena; historia geoló-
gica; compresión; erupción volcánica; Guanacaste; fase
tectónica; roca sedimentaria.
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