XVI Revista de Biología Tropical, ISSN: 2215-2075 Vol. 71: XVI-XXII, January-December 2022 (Published Oct. 06, 2023)
William C. Burger (1932-2022),
uno de los grandes en la florística de Costa Rica
Carlos O. Morales1; https://orcid.org/0000-0001-7676-9973
Herbario USJ, Escuela de Biología, Universidad de Costa Rica; carlos.morales1264@gmail.com
IN MEMORIAM
La importancia del botánico estadouniden-
se William Carl Burger en el estudio de la flora
de Costa Rica es indiscutible y así lo reconocen
quienes han visto los resultados de su trabajo.
Él nació el 8 de septiembre de 1932 en Nueva
York y obtuvo un Bachillerato en Columbia
University en 1953. Sirvió en el ejército duran-
te dos años, mayormente en Francia y Alema-
nia. Después logró una Maestría en Cornell
University en 1958. El grado superior de Ph.
D. le fue conferido en Washington University
(Saint Louis) en 1961. Entre 1961 y 1964 fue
docente en el Colegio Imperial de Agricultura
de Dire Dawa, Etiopía, donde también inició
un herbario. En 1965 llegó al Field Museum of
Natural History de Chicago como curador de
botánica (Fig. 1). Fue jefe del Departamento
de Botánica del Field Museum entre 1978 y
1985. Al retirarse en 1999, fue reconocido
como Curador Emérito (Field Museum, 2022;
Grayum et al., 2004; Wolfe, 1966).
Field Museum tenía, a la llegada de Bur-
ger, una larga tradición de estudios florísticos
en países de América Central y un gran número
de especímenes de plantas de esta región. Allí
Paul C. Standley, junto con algunos colaborado-
res (como Conrad V. Morton en Gesneriaceae y
Oakes Ames en Orchidaceae), había publicado
en 1937 y 1938 la primera flora más o menos
completa de Costa Rica, con el título Flora
of Costa Rica (Standley, 1937-1938). Poste-
riormente, Burger y otros botánicos de Field
Museum hicieron sus propias contribuciones
para aumentar el conocimiento de la diversidad
florística de este país (Burger, 1988).
Burger llegó a ser un gran conocedor de la
flora de Costa Rica. En este país empezó a reco-
lectar especímenes en la década de 1960, entre
Fig. 1. W. C. Burger en su oficina de trabajo en Field
Museum, febrero de 1972. Cortesía de F. Huysmans. (c)
Field Museum of Natural History.
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otros acompañado por Luis Diego Gómez,
Jorge Gómez Laurito, Robert G. Stolze, Ronald
L. Liesner, Kerry Barringer, Richard A. Baker,
Thomas Antonio, Guillermo Mata Ulloa, Luis
Poveda Álvarez, Peter Döbbeler y William
Ramírez Benavides (Fig. 2 y Fig. 3). En 1971
inició un proyecto llamado Flora Costaricen-
sis, que sería su contribución más notable a
la florística costarricense y neotropical. En el
marco de este proyecto, Burger y colaboradores
de EE. UU. y Costa Rica prepararon revisiones
taxonómicas cuidadosas de familias de plantas
que habitan en Costa Rica. Los tratamien-
tos taxonómicos, con claves y descripciones
cuidadosamente redactadas, acompañadas de
láminas con ilustraciones sencillas, pero valio-
sas para identificar al menos las especies más
comunes, se publicaron periódicamente en la
revista Fieldiana, Botany, entre 1971 y 2005
con Burger como editor (Fig. 4). La última con-
tribución bajo el nombre Flora Costaricensis,
sobre una tribu y una subtribu de Orchidaceae,
se publicó en 2010, pero Burger ya no era
Fig. 2. W. C. Burger (izquierda), Thomas Antonio y Jorge Gómez Laurito (derecha) en la Reserva Biológica Alberto Brenes,
San Ramón, Costa Rica.
Fig. 3. W. C. Burger junto a la estación biológica de la Res.
Biol. A. Brenes. Figs. 2 y 3 cortesía de Rodolfo Ortiz Vargas;
ambas de mediados de la década de 1980.
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el editor. El vol. 1 del Manual de Plantas de
Costa Rica (publicado 2 ago. 2004, Hammel
et al., 2004) indica que se publicaron 51 fami-
lias de plantas en el marco del proyecto Flora
Costaricensis. Con Ericaceae en 2005 y Orchi-
daceae p.p. en 2010 (esta familia ya estaba en
la lista por una contribución anterior: Atwood
& Mora de Retana, (1999)) fueron en total 52
familias; entre estas algunas tan diversas y
taxonómicamente difíciles como Acanthaceae,
Bignoniaceae, Ericaceae, Euphorbiaceae, Lau-
raceae, Moraceae, Orchidaceae (pro parte),
Piperaceae, Poaceae, Rubiaceae y Urticaceae.
La base de datos www.tropicos.org, del
Jardín Botánico de Missouri, registra 3975
especímenes de Burger y acompañantes
(https://www.tropicos.org/person/657 – 20
sept. 2023), la gran mayoría de Costa Rica,
mientras el Herbario Nacional de Costa Rica
(CR) alberga ca. 5436 especímenes de Burger
(Joaquín Sánchez González, comun. pers., abr.
2023). [Vale aclarar que la base de datos
de CR (https://biodiversidad.museocostarica.
go.cr/?coleccion_id=4) incluye varias decenas
de registros incompletos, que se descartaron de
la cifra dada]. Desde luego, el mayor número
de especímenes recolectados por Burger se
halla en el herbario de Field Museum (F). Bur-
ger describió 104 especies nuevas de plantas
en varias familias de angiospermas, principal-
mente Lauraceae y Moraceae (Field Museum,
2022). Una de las especies descritas por él, que
más llaman mi atención, es Pilea gomeziana W.
Burger (Urticaceae), una pequeña hierba endé-
mica en la Isla del Coco, dedicada a su cole-
ga y amigo costarricense Luis Diego Gómez
(1944-2009), quien recolectó el holotipo (L.D.
Gómez P. 3304, F) en marzo de 1970. A Burger
le dedicaron al menos 21 especies de plantas
(https://www.tropicos.org/person/657); entre
ellas Dalechampia burgeriana Gómez-Laur.
(Euphorbiaceae) y un árbol emblemático, Car-
yodaphnopsis burgeri N. Zamora & Poveda,
que es la única especie laurácea de Costa Rica
con hojas completamente opuestas.
Además de su trabajo botánico centrado en
Costa Rica, Burger se interesó en la evolución
de las plantas y particularmente de las estructu-
ras florales (Field Museum, 2022). Un ejemplo
notable fue su idea de que las monocotiledó-
neas dieron origen a las dicotiledóneas (Burger,
1981a), un punto de vista contrario a la versión
más aceptada por los botánicos evolucionistas
durante muchas décadas. Sin embargo, actual-
mente la filogenia molecular nos indica que
tanto mono como dicotiledóneas evolucionaron
a partir de angiospermas más antiguas.
También escribió tres libros dirigidos a un
público general: “Perfect Planet, Clever Spe-
cies: How Unique Are We?” (2002), “Flowers:
How They Changed the World” (2006), y
Complexity: The Evolution of Earth’s Biodi-
versity and the Future of Humanity (2016).
Burger fue, además, un apasionado fotógrafo
de la naturaleza; un ejemplo es Burger (1989),
con excelentes fotografías de ambientes natura-
les de Costa Rica y Etiopía.
Fig. 4. W. C. Burger, sin fecha (probablemente a inicios de
la década de 2000). Cortesía de Barry Hammel (ex Missouri
Botanical Garden Archives).
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Con su esposa Melinda tuvo dos hijas,
Carolyn y Helen. Melinda falleció pocos años
antes que William. W. Burger llegaba al Field
Museum varios días a la semana hasta el cierre
debido a la pandemia por SARS-CoV-2 (2020-
2021). Sus colegas en el Field lo recuerdan
como una persona muy activa no solamente en
su trabajo científico centrado en el herbario,
sino también en tareas educativas, exhibicio-
nes, excursiones y programas de desarrollo.
Incluso después de haberse retirado seguía
colaborando, entre otros asuntos, como coor-
dinador de una serie de seminarios y editor
científico de Fieldiana. Burger falleció el 26
de noviembre de 2022, unos dos meses y medio
después de haber cumplido 90 años.
La Fig. 1 muestra a un joven Burger en
1972 en su oficina de trabajo. En la pared del
fondo se observan mapas de América Central y
Costa Rica y un adorno que parece representar
la rueda decorada de una carreta típica costa-
rricense. Como Paul Standley y Robert Dressler
antes que él, Burger se apasionó por la diversi-
dad florística de Costa Rica y dedicó a ella su
intelecto y una parte significativa de su vida y
sus energías. Pienso que la publicación del últi-
mo volumen del Manual de Plantas de Costa
Rica en 2020 y la muerte del Dr. Burger en 2022
marcan el final de una etapa sobresaliente de los
estudios florísticos en Costa Rica. Esperamos
que, en universidades estatales, herbarios y
jardines botánicos, todavía haya botánicos que
entiendan que queda mucho por hacer y que,
por tanto, el trabajo debe continuar. Asimis-
mo, esperamos que las autoridades entiendan
la necesidad de mantener un financiamiento
apropiado para colecciones científicas y pro-
yectos de investigación en el campo. Este es el
legado que recibimos de científicos esforzados y
sobresalientes, como el Dr. Burger.
A modo de anecdotario
Sobre el padre de Burger. Jorge Gómez
Laurito (USJ, 1947-2014), quien siempre me
habló de Burger con respeto y admiración, me
contó en la década de 2000 que el padre de
Burger fue soldado en Tsingtao, una colonia
que Alemania tuvo en China. En una revuelta
china el padre fue herido de bala en una pier-
na. Posteriormente tomó un barco y emigró a
Estados Unidos. Por temor a que lo rechazaran
como inmigrante debido a su pierna dañada, se
lanzó del barco poco antes de llegar al puerto.
No conozco más detalles de este relato ni tengo
más información para corroborar su veracidad.
Gómez Laurito era hombre de pocas palabras
y supongo que en asuntos personales Burger
también lo era.
Conferencia en la Escuela de Biología,
Universidad de Costa Rica. En el primer
semestre de 1987 Burger ofreció una confe-
rencia en el laboratorio 280 de la Escuela de
Biología a un grupo de estudiantes del curso
“Introducción a la Flora de Costa Rica”, en
aquel entonces dirigido por los profesores
Jorge Gómez Laurito y Ricardo Soto. Con
aspecto solemne y vestido elegantemente (en
mi memoria está un saco azul, pero no una
corbata), Burger habló sobre las causas de
la gran diversidad de plantas en los trópicos,
particularmente en Costa Rica. Sobre este tema
él había escrito dos artículos (Burger, 1980,
Burger, 1981b), que todavía en el siglo XXI
son interesantes y no han perdido vigencia. La
conferencia fue en lengua inglesa, pero al final
el profesor Gómez nos dijo, a los estudiantes,
que podíamos hacer preguntas en español al
Dr. Burger. Él entendía bien el español, pero
aparentemente no se atrevía a hablarlo en la
formalidad de una conferencia.
Sobre el alemán de Burger. El Dr. Peter
Döbbeler (M), que estuvo cinco años en la
Escuela de Biología de la Universidad de Costa
Rica y hasta 1992 fue director del Herbario
USJ de esta universidad, invitó a Burger a visi-
tar Costa Rica. Ambos estuvieron en el campo
e interactuaron como amigos. Döbbeler contó
después que Burger hablaba alemán con fluidez
y naturalidad, pero su vocabulario le llamó la
atención, porque claramente era de antes de las
dos guerras mundiales. Ciertos vocablos y cier-
tas expresiones de la lengua alemana cambia-
ron su sentido y hasta su significado después de
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esas grandes tragedias, pero los emigrantes que
abandonaron Alemania antes de las guerras, así
como sus descendientes, siguieron usando en
ultramar un lenguaje familiar, que en ocasiones
causaba asombro o risas a los alemanes de
las posguerras.
Robert Dressler sobre William Burger.
Fue en la Península de Osa (S0 de Costa Rica)
en 1993. El Dr. Robert Dressler (en aquel
momento la máxima autoridad mundial en
orquídeas; Morales (2020)) nos contó a Kerry
Dressler, Barry Hammel y a mí que: “Una vez
el Doctor Burger me regañó por no anotar más
datos en las etiquetas”. Se refería a localidades
exactas de recolecta de especímenes de herba-
rios. Esta información es muy útil para esta-
blecer la distribución geográfica precisa de las
especies; sin embargo, tratándose de orquídeas
y otras plantas atractivas, escasas y en peligro,
es al mismo tiempo información sensible, por-
que puede atraer a los ladrones de plantas, que
así podrían acabar con poblaciones completas.
Problema con un epíteto específico. A
inicios de la década de 2000, cuando yo era
editor ad honórem de la revista Lankesteriana,
siendo esta en aquella época una revista de
botánica (no exclusivamente de orquideología,
como en la actualidad), envié al Dr. Burger un
artículo en español para que lo revisara. En
este un joven botánico describía una especie
nueva y como epíteto específico combinaba los
nombres de pila de sus dos hijas. La respuesta
de Burger fue muy clara en rechazo de aquel
nombre insólito; por correo electrónico me
respondió (mi traducción): “En mi casa tengo
dos hijas preciosas y las adoro, pero nunca ni
siquiera imaginaría usar sus nombres de pila
en nombres de especies de plantas”. El joven
botánico aceptó mi sugerencia de un epíteto
con uno solo de los nombres de sus hijas, pero
dejó clara su intención de dedicar, en el futuro,
una segunda especie a su otra hija. Como per-
sona, aquello me pareció conmovedor, el amor
de un padre joven por sus hijas pequeñas; pero
como editor yo estaba en medio de dos pun-
tos de vista antagónicos. Aquella fue la única
solución, que probablemente no satisfizo al Dr.
Burger. ¡Lo siento!
Especímenes de herbarios. Un botánico
que trabajó con él dijo que Burger conocía las
plantas tropicales solo secas, prensadas y pre-
paradas como especímenes de herbarios. Sin
embargo, habiendo recorrido numerosas zonas
de Costa Rica a lo largo de décadas, obser-
vando, recolectando plantas, tomando fotos, y
habiendo interactuado en este país con decenas
de botánicos, es seguro que Burger logró un
profundo conocimiento de las plantas tanto en
herbario como en campo y literatura.
El proyecto Flora Costaricensis y
William (Bill) Burger. A inicios de la década
de 2000, una vez le comenté a Jorge Gómez
Laurito (c.c. Lauro) que sería bueno que el
proyecto tuviera más financiamiento y más
personas colaborando, pues yo consideraba
que 51 familias entre 1971 y 2000 eran muy
pocas. Lauro, siempre con pocas palabras, me
contestó: “Es que Bill es muy tímido para pedir
más fondos para la flora”. En 2003 se inició
la publicación del Manual de Plantas de Costa
Rica y este fue, en cierto modo, el final de Flora
Costaricensis, pero los editores del Manual
consideraron que este era la continuación de la
Flora Costaricensis de Burger. “El propósito
de este Manual es actualizar y complementar la
Flora Costaricensis…”, se lee en el prefacio del
volumen 2 del Manual (Hammel et al., 2003:
xi), el primero en ser publicado (con fecha 26
sept. 2003). En el volumen 1 del Manual (Ham-
mel et al., 2004: 50) leemos: “Comenzando con
las gimnospermas y las monocotiledóneas, este
Manual intenta actualizar y aumentar el trabajo
de Standley (1937-1938) [se refiere a Flora of
Costa Rica] y Burger (1971-2000) [se refiere
a Flora Costaricensis], en un formato más o
menos conciso, con abundantes ilustraciones y
en idioma español”.
Lo que escribió Burger sobre Luis Diego
Gómez. El 20 de noviembre de 2009 Jorge
Gómez Laurito (Morales & Ortiz-Vargas,
2014) recibió un mensaje de correo electrónico
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de William Burger, refiriéndose a Luis Diego
Gómez Pignataro (fallecido el 13 de noviembre
de ese año; Morales (2010)). El mensaje decía
lo siguiente:
“Dear Jorge: … My thoughts of Luis Diego
bring an outpouring of rich and happy memo-
ries. As Director of the Museo Nacional, Luis
played an essential role in facilitating the work
of Field Museum in Costa Rica over many
years. He was a true friend to all of us who
came to study the natural history of your rich
and lovely land. Together, Luis and I ascended
Chirripó, surely one of my most memorable
Costa Rican adventures. His love of “cryp-
togams” and his interactions with so many
different researchers made him a very special
botanist. His role in the development of bio-
logical science in Costa Rica was significant.
A particular highlight (in my opinion) came
when you and Luis pursued the determination
of an enigmatic tree successfully. You named
that tree species Ticodendron incognitum. It
became not just a new species and genus, but
a new family as well. A family that has stood
up well within the recent storm of new DNA
findings. Bravo, bravissimo.
Sincerely, Bill Burger”
AGRADECIMIENTOS
Mi agradecimiento sincero a Barry E.
Hammel (MO), uno de los editores del Manual
de Plantas de Costa Rica, quien el 15 de
diciembre de 2022 compartió con colaborado-
res y amigos, por correo electrónico, un men-
saje distribuido desde el Field Museum, con
una semblanza de Burger. El mismo Hammel
me envió posteriormente (junio 2023) el bole-
tín “News from the Field” (del 15 dic. 2022)
con una semblanza de W. Burger, además del
retrato de Burger que acompaña el presente
texto. Mi gratitud para Nancy Hensold (Field
Museum), que me permitió acceso a una vasta
colección digital de fotografías de W. Bur-
ger. También agradezco sinceramente a Peter
Döbbeler (Múnich), quien compartió conmigo
algunos recuerdos de sus conversaciones con
Burger. Jorge Gómez Laurito compartió con-
migo anécdotas sobre Burger y el mensaje
de correo electrónico citado antes. Rodolfo
Ortiz Vargas (1944-2019), durante muchos
años director de la Reserva Biológica Alberto
Brenes, me regaló en 2014 parte de sus foto-
grafías de campo, entre las que se hallaban dos
del Dr. Burger.
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