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Metodologías participativas aplicadas a la socio-hidrología y su potencial para la
incidencia social: algunas reflexiones
Participative methodologies applied to socio-hydrology and their potential for social
change: some reflections
DOI 10.15517/rr.v99i2.38597
Édgar Espinoza Cisneros
1,2
Sara Blanco Ramírez
2
1
Escuela de Geografía, Universidad de Costa Rica, Costa Rica, edgar.espinoza@ucr.ac.cr
ORCID - https://orcid.org/0000-0002-1018-3440
2
Observatorio del Agua y Cambio Global, Universidad de Costa Rica, Costa Rica,
sara.blanco@ucr.ac.cr
ORCID https://orcid.org/0000-0002-9638-6272
Fecha de recepción: 9 de agostos del 2019 Fecha de aceptación: 23 de mayo del 2020
Resumen
Introducción y objetivo: En el marco de las II Jornadas de Investigación de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica (UCR), este artículo examina el potencial
de incidencia social de metodologías participativas para la gestión ambiental, especialmente
en el campo emergente de la socio-hidrología. Para ello, nos apoyamos en dos proyectos de
investigación que actualmente están en desarrollo y que pretenden incidir en la toma de
decisiones en diversos niveles de gobernanza.
Método y técnica: Ambos proyectos aplican nuevas tendencias participativas que enfatizan
el componente tecnológico. Uno de estos proyectos se vale de la ciencia ciudadana para
fortalecer las capacidades de gestión ambiental de grupos comunitarios a través del
monitoreo participativo de la calidad del agua superficial en una cuenca en la zona norte de
Costa Rica, contexto caracterizado por crecientes afectaciones socio-ecológicas a raíz de
actividades agrícolas intensivas, particularmente la contaminación de fuentes de agua. El otro
proyecto presentado utiliza sistemas de información geográfica participativos (SIGP) para el
mapeo y análisis espacial de valores sociales atribuidos a los servicios ecosistémicos
proveídos por los sistemas fluviales en la cuenca del río Savegre, en la vertiente Pacífico
Central de Costa Rica.
Resultados y conclusiones: Con base en estas experiencias, consideramos que estas
tendencias metodológicas participativas tienen especial potencial para fortalecer estrategias
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de sostenibilidad, apoyado particularmente por el mayor acceso de la sociedad civil a
tecnologías, el desarrollo de aplicaciones y herramientas tecnológicas de índole científico
cada vez más fáciles de usar, así como una mayor conciencia ambiental a nivel mundial y
específicamente en el contexto costarricense.
Palabras clave: Ciencia ciudadana, Sistemas de información geográfica participativos, Cuenca
hidrográfica, Valores sociales, Calidad del agua
Abstract
Introduction and objective: Within the context of the II Research Sessions of the University
of Costa Rica’s (UCR) at the Faculty of Social Sciences, this article examines the social
change potential of participatory methodologies for environmental management, especially
within the emerging field of socio-hydrology. To this end, it introduces two current research
projects, striving to influence decision-making at various governance levels.
Methods: Both projects apply new participatory approaches characterized by emphasizing
the technological component. One of these projects relies on citizen science to strengthen
environmental management capacities of local community groups through participatory
monitoring of surface water quality in a watershed in the North Region of Costa Rica. This
region is characterized by increasing social-ecological problems associated to water pollution
from intensive agricultural activities. The other project presented utilizes participatory
geographic information systems (PGIS) for mapping and spatially analyzing social values
attributed to the ecosystem services provided by the Savegre fluvial system in the Central
Pacific slope of Costa Rica.
Results and conclusions: Based on these experiences, it is considered that these
methodological approaches have the potential to strengthen regional and local sustainability
strategies. However, they must be supported with a greater access for civil society to
technologies, an increased development of more user-friendly scientific applications and
technological tools, as well as a greater environmental awareness, especially within the Costa
Rican context.
Keywords: Citizen Science, Participatory geographic information systems, Watershed,
Social values, Water quality.
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Introducción
Cada vez más, las Ciencias Sociales toman ventaja de los adelantos tecnológicos para
incrementar la incidencia pública en los procesos de investigación científica enfocados en la
toma de decisiones. Líneas de investigación en disciplinas que tratan con las interacciones
sociedad-naturaleza como la Geografía, por ejemplo, buscan poner la tecnología científica al
servicio de la ciudadanía para resoluciones importantes, esto como parte de un proceso de
democratización de la ciencia que subyace en la toma de decisiones. Lo anterior ha sido
particularmente notorio en estudios que vinculan el agua con procesos sociales, como en el
campo multidisciplinario de la socio-hidrología (Sivapalan, Savenije, y Blöschl 2012). En
este campo se ha visto un incremento exponencial de estudios que buscan involucrar más a
la gente en decisiones asociadas al manejo del recurso hídrico. La tecnología de los sistemas
de información geográfica (SIG) también ha sido cada vez más utilizada para incorporar a
personas con poca formación técnico-científica en las decisiones con importantes
dimensiones geoespaciales.
En este artículo, queremos examinar el potencial de estas tendencias metodológicas para
la incidencia social, con el propósito de impulsar su aplicación en procesos de toma de
decisiones en contextos con importantes retos vinculados a la gobernanza del agua. Creemos
que investigaciones que contemplen estos abordajes metodológicos participativos pueden
ayudar a robustecer la interfase ciencia-sociedad especialmente en Latinoamérica, una región
caracterizada por la centralización en la toma de decisiones, corrupción, vulnerabilidad ante
eventos hidrometereológicos extremos y a férreas oposiciones al manejo privado del agua
(Assies 2003; Budds y McGranahan 2003). A nivel latinoamericano, cada vez más se
promueven iniciativas para fortalecer el manejo de recursos naturales «de abajo hacia arriba»,
especialmente en temas del recurso hídrico (Delgado-Serrano et al. 2017).
Como medio para este objetivo, reflexionamos sobre algunas experiencias aprendidas
hasta el momento en dos estudios de investigación actualmente en desarrollo en dos cuencas
hidrográficas en Costa Rica, y que trabajan tendencias de investigación participativa en la
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socio-hidrología. Uno de esos estudios es sobre ciencia ciudadana aplicada al monitoreo de
la calidad del agua en la cuenca del río Tres Amigos, en la Zona Norte de Costa Rica;
mientras que el otro es un mapeo de valores sociales sobre servicios ecosistémicos asociados
a los paisajes fluviales en la cuenca del río Savegre, en el Pacífico Central de Costa Rica.
Ciencia ciudadana: ¿promesa para democratizar la toma de decisiones a través de la
ciencia?
Reflexiones conceptuales sobre la ciencia ciudadana y su aplicación
La ciencia ciudadana es una práctica que, si bien no es nueva en un sentido estricto, se ha
popularizado mucho recientemente en campos disciplinares que integran lo social con lo
ambiental. A pesar de que existen diversas conceptualizaciones de ciencia ciudadana, el
común denominador es el componente participativo en procesos de índole científico de
actores sin formación científica formal. Por otro lado, las divergencias metodológicas y
conceptuales de ciencia ciudadana tienen que ver con los niveles de participación de las
personas, así como con consideraciones más filosóficas sobre lo que debería ser ciencia
ciudadana.
El concepto en sí de ciencia ciudadana no ha sido fácil de definir (Riesch y Potter 2014).
A nivel general, su definición parece bifurcarse en dos nociones: la primera, y más criticada
(Kimura y Kinchy 2016), alude a la simple colecta de datos por parte de los participantes. La
segunda, y más compleja, la concibe más como un ejercicio de democratización de la ciencia
con implicaciones sociales normativas. Adicionalmente, algunos conceptos asociados de la
literatura en inglés (idioma en el que más se ha publicado sobre ciencia ciudadana), se suelen
confundir con la ciencia ciudadana, como crowdsourcing, community science (ciencia
comunitaria), civic science (ciencia cívica), community-based monitoring (monitoreo basado
en la comunidad), volunteered geographic information (información geográfica voluntaria),
entre otros. Si bien no es el objetivo de este artículo puntualizar sobre los debates
conceptuales de ciencia ciudadana, coincidiremos con Hecker et al. (2018, 1) en que esta
diversidad de conceptos hace «una comunidad de ciencia ciudadana, global y en crecimiento,
dedicada a trabajar junta para tender un puente entre la interfaz ciencia-sociedad-política»
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(the result is a growing, global, citizen science community devoted to working together to
bridge the science-society-policy interface).
Para mayor claridad, aquí definimos ciencia ciudadana como un proceso participativo en
el cual las personas, sin entrenamiento científico formal, se involucran de forma activa en el
desarrollo de un proceso científico-investigativo con un propósito normativo. Es una práctica
que implica la participación de actores no-expertos a lo largo del proceso de investigación,
desde el diseño inicial, hasta la implementación y fiscalización de las normativas resultantes.
La ciencia ciudadana supone además una relación horizontal entre científicos y no-
científicos, la cual permite la construcción conjunta de conocimiento útil para la toma de
decisiones.
Varios factores han sido claves en propiciar la popularidad reciente de la ciencia
ciudadana. Por un lado, ha habido un vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la
información. En particular destaca un mayor acceso del público a internet, además de mejores
y más rápidas conexiones, el uso ubicuo de teléfonos inteligentes y el creciente desarrollo de
aplicaciones web y móviles para la manipulación y análisis de datos científicos (McQuillan
2014; Koch y Stisen 2017). Por otro lado, los centros de investigación, las ONG, entidades
públicas, organizaciones comunitarias y la Academia deben cada vez más procurar «hacer
más con menos», lo que ha llevado a diseñar procesos investigativos que minimicen costos
y complicaciones logísticas (Kimura y Kinchy 2016; Pocock et al. 2017).
A nivel mundial, la ciencia ciudadana ha sido aplicada especialmente en temas
ambientales, en particular al monitoreo de recursos naturales y biodiversidad (Chandler et al.
2017; McKinley et al. 2017). Recientemente, numerosas investigaciones y proyectos
ambientales están apoyándose en procesos de ciencia ciudadana para mejorar las estrategias
de conservación y manejo de recursos (Conrad y Hilchey 2011). En el mundo,
particularmente en el área de socio-hidrología, la ciencia ciudadana es cada vez más popular;
por ejemplo, para el monitoreo de la calidad del agua (p.ej. Shelton 2013; Jollymore et al.
2017) y de los niveles de corriente de los ríos (Lowry y Fienen 2013; Weeser et al. 2018),
para el estudio de la distribución espacial de solutos de nitrógeno en aguas superficiales
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(Breuer et al. 2015), flujos de inundación en cuencas y áreas urbanas (Le Coz et al. 2016),
modelación y caracterización de cuencas (Starkey et al. 2017) y para la evaluación de
patrones espaciales en modelos hidrológicos (Koch y Stisen 2017), por nombrar solo algunas
aplicaciones.
En Costa Rica, son relativamente pocos los proyectos de ciencia ciudadana que se han
implementado. Muchos de los que se han llevado a cabo se han enfocado en el monitoreo de
especies, donde destacan el Proyecto Aves y Ventanas de la Universidad Estatal a Distancia
(UNED), la iniciativa sobre bioluminiscencia acuática del proyecto «Ciencia Ciudadana
Bioluminiscencia Costa Rica», el monitoreo y seguimiento de bosques en recuperación de la
Organización para Estudios Tropicales (OET) y la aplicación «¿Lo sentiste?» de la Red
Sismológica Nacional de la Universidad de Costa Rica (RSN-UCR), entre otros. Existen
otras iniciativas en el país que involucran la participación activa de ciudadanos en proyectos
científicos, mas no explícitamente catalogadas como ciencia ciudadana. Además, en Costa
Rica hay una marcada ausencia de experiencias de ciencia ciudadana relacionadas en el área
de la hidrología.
Potencial de incidencia social de la ciencia ciudadana
Una pregunta central en discusiones sobre ciencia ciudadana es si tiene la capacidad para
empoderar grupos sociales tradicionalmente marginados de procesos de toma de decisiones.
Las respuestas, indudablemente, dependen del grado de involucramiento de los participantes
a lo largo del proceso científico-normativo (p.ej, en la definición de objetivos y preguntas,
elección de métodos, colecta de datos, análisis y evaluación de datos, comunicación de
hallazgos y sistematización de lecciones aprendidas, diseño y fiscalización de normas)
(Hecker et al. 2018). En efecto, las críticas más comunes a la ciencia ciudadana cuestionan
esta visión de «extractivismo» de datos sin aspirar a un verdadero empoderamiento de la
ciudadanía (Kimura y Kinchy 2016).
En efecto, conceptualizar la ciencia ciudadana como un proceso de democratización de la
ciencia, más allá de la colecta de datos, implica que los participantes tengan «voz y voto»
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desde el inicio hasta el fin del proceso científico-normativo (Capel 2014). Por ende, la ciencia
ciudadana como práctica participativa es inherentemente política, y tiende a concebirse
frecuentemente como una práctica de «contracultura» o «forma de resistencia» que atenta
contra el autoritarismo científico de ciertos gremios de expertos y políticos (McQuillan 2014;
Kullenberg 2015). Como lo señala Buytaert et al. (2014, 9): «el concepto de ciencia
ciudadana, con el término ciudadano […], sugiere una dimensión política y no una
dimensión técnica neutral» (The concept of citizen science with the term «citizen»…
suggests a politicalas opposed to a technical-neutraldimension), que permite co-generar
conocimiento accionable para la toma de decisiones, reduciendo el clasismo científico.
También, la ciencia ciudadana puede ser un mecanismo para facilitar espacios de
colaboración en los que se reduzca la conflictividad en procesos de toma de decisiones. El
diseñar procesos de toma de decisiones de abajo hacia arriba (bottom-up), en coordinación
con niveles superiores de institucionalidad, puede facilitar consensos, así como forjar
estructuras policéntricas que favorezcan la gobernanza ambiental efectiva (Ostrom 2009;
Ostrom 2010). Además, los procesos de ciencia ciudadana que incorporen el conocimiento
local/experiencial en los procesos científicos pueden ser determinantes para una gestión
efectiva de recursos naturales (Gomez-Pompa y Kaus 1992). Con el involucramiento de
participantes en el diseño de investigaciones científicas, la ciencia ciudadana promueve que
los procesos de toma de decisiones se contextualicen adecuadamente, acorde con las
realidades sociales y ambientales de las localidades y, con ello, se garantiza más el alcanzar
los objetivos normativos. Finalmente, la ciencia ciudadana también puede ser un instrumento
para la alfabetización y concientización científica fuera del ambiente formal académico, el
cual puede ser inviable para muchas personas. Así, esta posibilidad puede fortalecer las
capacidades técnico-científicas de miembros de la comunidad para una mejor toma de
decisiones (Kimura y Kinchy 2016).
Sin duda, mucho del éxito de los procesos participativos en ciencia ciudadana depende en
gran medida de las oportunidades que perciben los ciudadanos al conocer mejor su entorno
e incidir efectivamente en las decisiones (Buytaert et al. 2014; Le Coz et al. 2016; Hecker et
al. 2018). Mucho depende, no obstante, de la articulación entre los intereses de los científicos
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y los ciudadanos, así como del nivel de dependencia que los participantes tengan del recurso
(Weeser et al. 2018).
Proyecto de ciencia ciudadana en la cuenca del río Tres Amigos, Zona Norte
El primer proyecto presentado en las II Jornadas de Investigación busca involucrar más
activamente a las comunidades en la toma de decisiones a través del monitoreo de la calidad
de las aguas superficiales en la cuenca del río Tres Amigos, en la Zona Norte de Costa Rica
(Figura 1). Dicha investigación se titula «Ciencia ciudadana para la generación de
información sobre calidad del agua en la cuenca del río Tres Amigos, en la Zona Norte de
Costa Rica» y forma parte de las actividades del Observatorio del Agua y Cambio Global
(OACG) de la Universidad de Costa Rica, concretamente el proyecto de investigación
CHILD (por sus siglas en inglés: Costa Rica - Hydrology Impacts of El Niño and
Development). Al ser un trabajo actualmente en desarrollo, el propósito aquí es presentar
algunos detalles del proceso de esta investigación hasta el momento.
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Figura 1. Zona de estudio del proyecto «Ciencia ciudadana para la generación de
información sobre calidad del agua en la cuenca del río Tres Amigos, en la Zona Norte de
Costa Rica».
Fuente: Elaboración propia.
Para desarrollar el proceso de ciencia ciudadana, este proyecto combina equipos de
medición de calidad del agua superficial con una aplicación móvil capaz del mapeo y
visualización de datos en tiempo real (Figura 2). Cada participante utiliza un equipo de bajo
costo para la medición de ciertos parámetros de calidad del agua llamado Earth Force Low
Cost Water Monitoring Kit. En el proceso participan administradores y fontaneros de las
Asociaciones Administradoras de los Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Comunales
(ASADAS) de Venecia y Veracruz de Pital de San Carlos, administradores y miembros de
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la junta directiva de las Asociaciones de Desarrollo Integral (ADI), miembros de
organizaciones ambientalistas y personas voluntarias de las comunidades, principalmente
dueños de fincas ganaderas. Mediante talleres y pruebas de equipo en campo, cada
participante fue debidamente capacitado tanto en el uso del equipo de monitoreo como de la
aplicación móvil. También se realizaron dos talleres en el mes de febrero del 2019 para
compartir experiencias, socializar resultados obtenidos al momento, recibir realimentación,
así como para deliberar conjuntamente sobre posibles usos que se le puedan dar a los datos
generados.
Figura 2. Esquema de flujo de trabajo que desarrolla el proyecto «Ciencia Ciudadana para la
generación de información sobre calidad del agua en la cuenca del río Tres Amigos, en la Zona
Norte de Costa Rica». El flujo inicia con la colecta de los datos en campo, luego el ingreso y
registro de los datos en la aplicación móvil, la visualización de estos en la aplicación web, el
análisis de información derivada en conjunto con los participantes y, finalmente, la
socialización con otros actores locales.
Fuente: Alicia Correa del Observatorio del Agua y Cambio Global (OACG), Universidad de
Costa Rica. Permiso obtenido.
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Los parámetros que se cuantifican con los equipos de monitoreo incluyen la presencia de
coliformes fecales, temperatura, oxígeno disuelto, demanda bioquímica de oxígeno, pH,
nitratos y fosfatos (Figura 2). La recolección de datos se inició en diciembre del 2018, en
diez puntos distribuidos a lo largo de la cuenca y con una frecuencia de monitoreo mensual.
Para la validación de los resultados obtenidos de los equipos de monitoreo, se utiliza una
sonda multiparamétrica Hanna Hi9828. Hasta el momento, esta validación ha constatado que
los datos proporcionados por los participantes no presentan un margen de error amplio
comparado con los de mayor precisión y que, por lo tanto, son confiables. A su vez, estas
comparaciones de resultados también han sido compartidas y expuestas en los talleres y
reuniones llevadas a cabo hasta el momento.
Los datos sobre calidad del agua recolectados por cada participante luego son ingresados,
por ellos mismos, a una aplicación móvil para los sistemas operativos Android de Google®
llamada «Monitoreo de Agua» (Vázquez-Morera 2019), la cual permite registrar, visualizar,
compartir y comparar los datos obtenidos. La aplicación además permite la visualización
espacial de los datos utilizando la plataforma Google Maps, y cuenta con un componente
web en el cual es posible hacer gráficas o series de tiempo para observar el comportamiento
temporal de los datos.
Luego de los talleres efectuados, así como de las observaciones y entrevistas de campo,
hemos identificado algunos resultados preliminares y lecciones aprendidas hasta el momento.
Primero, los resultados preliminares revelan patrones similares y con un margen de error
aceptable entre las mediciones hechas por los participantes y las efectuadas a través de la
sonda multiparamétrica. Analizarlos de forma comparativa es trascendental para validar la
calidad de los datos tomados por los participantes, y así aumentar la confianza por parte de
los tomadores de decisiones. Por otro lado, y como era de esperar, el análisis de los datos
obtenidos hasta ahora revela una significativa variación espacial y temporal de los parámetros
monitoreados. Aquí rescatamos particularmente los nitratos y fosfatos, los cuales se asocian
estrechamente con actividades productivas en la cuenca estudiada y son, por ende, de
particular interés para los tomadores de decisiones.
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En general, las evaluaciones sobre el proceso de ciencia ciudadana hechas hasta ahora por
los participantes han revelado criterios mayormente positivos. La mayoría ve la iniciativa
con buenos grados de importancia, y todos los participantes han expresado deseos de
continuar con el monitoreo por su cuenta una vez que concluya el proyecto. Asimismo, se ha
resaltado la facilidad de utilizar el kit de monitoreo, así como la aplicación. Un aporte
importante del proyecto, según los participantes consultados, ha sido el fortalecimiento de
las redes de cooperación entre personas de las distintas comunidades involucradas,
específicamente del sector de la cuenca media-baja. Muchos participantes perciben esta
iniciativa como un mecanismo efectivo para coordinar acciones y fortalecer las redes de
cooperación intercomunitarias ante problemáticas socio-ecológicas vinculadas a los ríos.
En cuanto a las lecciones aprendidas, notamos que la participación de los líderes
comunitarios en el proceso ha mejorado la comprensión pública de la ciencia, y esto ha sido
útil para cubrir vacíos de conocimiento en cuanto a la calidad del recurso hídrico en el
contexto socioambiental de la cuenca. La ciencia ciudadana, en este caso, se percibe más por
los participantes como una «vigilancia vecinal», que brinda la posibilidad de identificar
contaminadores de una manera ordenada, sistemática y apoyada tecnológicamente; y que
servirá para concientizar no solo a los actores locales, sino también a las autoridades tanto
municipales como nacionales del problema socioambiental que se vive en estas comunidades.
Asimismo, hemos notado que los niveles de compromiso y acción de los participantes están
muy asociados con percepciones de las realidades socioambientales en los diferentes sectores
de la cuenca. Por ejemplo, la contaminación hídrica por fincas piñeras que caracteriza al
sector de la cuenca baja favorece la participación de un mayor número de personas en este
sector preocupadas por el daño social y ambiental; en contraste, se nota un menor
involucramiento en la cuenca alta, donde se asocian percepciones de agua limpia y
abundante. Sin embargo, consideramos fundamental que estos procesos participativos
fomenten una visión de la interdependencia funcional inherente en una cuenca hidrográfica
entre los participantes y, con ello, ayudar a articular acciones a lo largo de todo el sistema de
la cuenca.
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Las tecnologías SIG como herramienta para fortalecer procesos participativos en la
toma de decisiones ambientales
Concepto y aplicaciones socioambientales de los Sistemas de Información
Geográfica Participativos (SIGP)
Es innegable que los Sistemas de Información Geográfica (SIG) han transformado la
ciencia geográfica, especialmente en mejorar los métodos y técnicas de cartografía y análisis
espacial. Parte de la evolución que han tenido los SIG en las últimas décadas ha sido dejar
de ser sistemas de uso exclusivo de técnicos y expertos, a volverse procesos más inclusivos
en su uso para la toma de decisiones (Sieber 2006). De hecho, los Sistemas de Información
Geográfica Participativos (de ahora en adelante SIGP) surgen en respuesta a peticiones para
utilizar el SIG como medio para una mayor presencia pública en los procesos de toma de
decisiones en diversos ámbitos y a múltiples escalas (Barrera Lobatón 2009). El término de
SIGP
1
data de los años noventa, y alude al uso de tecnologías SIG para promover la
participación pública en la colecta de datos, mapeo, análisis e interpretación de información
geoespacial de diversa índole y para diversos propósitos. Como corolario al SIGP,
usualmente se asocian el desarrollo de identidad comunitaria, construcción de capital social,
y empoderamiento local (Chambers 2006; Brown y Kyttä 2014). De hecho, el SIGP ha sido
frecuentemente utilizado por organizaciones comunitarias de desarrollo, las ONG, y grupos
grassroots para incidencia social y ambiental.
Los SIGP han surgido como tecnología promisoria para lograr una mayor
representatividad e inclusión social en la toma de decisiones con dimensiones geográficas.
Sin embargo, han sido criticados especialmente por la calidad y confiabilidad de los datos
geoespaciales, lo cual tiene ingentes implicaciones para su uso en procesos normativos y de
planificación (Brown, Weber, y de Bie 2015). Muchas de estas consideraciones, no obstante,
dependen de factores como la naturaleza de los datos, el diseño del proceso participativo, así
como del propósito para el cual se buscan datos SIGP. Por ejemplo, con tal de procurar una
1
Si bien se han debatido las diferencias y similitudes entre SIGP y otros términos asociados como SIG público
participativo (PPGIS en inglés) e información geográfica voluntaria (VGI en inglés), en este artículo
utilizaremos SIGP como concepto genérico. Para más detalle sobre estas discusiones, ver Brown y Kyttä (2014).
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mejor calidad de los datos, en el mapeo y análisis espacial de fenómenos físicos (como la
distribución espacial de ecosistemas, especies, corrientes marinas, o formaciones
geológicas), por lo general es preferible el criterio de expertos.
Pero para consideraciones más de índole sociocultural, como aceptación de estrategias de
manejo o apoyo comunitario en procesos de gestión de recursos, un ejercicio de SIGP puede
ser de mucha utilidad. En efecto, los SIGP fueron concebidos inicialmente para representar
perspectivas subjetivas sobre el espacio geográfico y sus componentes. En muchos casos, lo
que se pretende a través de ejercicios de mapeo participativo es justamente capturar
subjetividades con el fin de incluirlas en la toma de decisiones, muchas veces para
contrarrestar estructuras dominantes de poder que marginalizan sectores de la población y su
acceso a recursos (Peluso 1995).
En ciertas situaciones, la inclusión de participantes es más bien ideal para mejorar la
calidad de los datos. Por ejemplo, cuando los residentes de un sitio hacen el mapeo de sus
entornos más inmediatos, pueden aportar sustancialmente al proceso gracias al íntimo
conocimiento que tienen de su espacio (Heipke 2010; Werts et al. 2012). También se pueden
obtener resultados particularmente útiles al combinar consideraciones biofísicas y sociales
en el mismo ejercicio SIGP (p.ej. Whitehead et al. 2014), así como los criterios de expertos
e inexpertos. Avances en las interacciones humano-computadora (HCI, en inglés) aplicado
al SIGP, también pueden contribuir a mejorar la calidad de los datos obtenidos a través de
una mejor visualización y representación de información geoespacial (Haklay y Tobón
2003).
Muchas aplicaciones de SIGP han sido para el estudio de componentes específicos de las
interacciones sociedad-naturaleza, especialmente para optimizar la toma de decisiones en el
manejo de recursos naturales. En el campo socio-hidrológico, los SIGP se han diseñado
principalmente para procesos de soporte de decisiones en temas de administración del recurso
hídrico (Nyerges et al. 2003), específicamente en conservación (Werts et al. 2012), monitoreo
y análisis de calidad del agua (Bacic, Rossiter, y Bregt 2006; Luchette y Crawford 2008;
Behmel et al. 2016), identificación de servicios ecosistémicos y sus valores sociales a nivel
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de cuenca (Cox et al. 2015; Lin et al. 2017), accesibilidad a ambientes acuáticos (Laatikainen
et al. 2015), entre otros. Una de las aplicaciones más populares en este campo ha sido en el
mapeo colaborativo de valores sociales atribuidos a los servicios ecosistémicos. A
continuación, nos enfocamos en esta última aplicación, introduciendo primero los valores
sociales aplicados a servicios ecosistémicos.
Servicios ecosistémicos, valores sociales y Sistemas de Información Geográfica
Participativos (SIGP)
En las últimas décadas, diversos esfuerzos multidisciplinarios han buscado resaltar el
vínculo entre naturaleza y bienestar humano en círculos científicos (MEA 2005; Balvanera
et al. 2011). A través de proposiciones conceptuales-analíticas y metodológicas, el paradigma
de los servicios ecosistémicos ha buscado estrechar esa conexión que, si bien se reconocía
ampliamente, se tendía a omitir en evaluaciones ambientales y otros mecanismos de gestión
ambiental. Los servicios ecosistémicos inicialmente surgen como un concepto a incluir en
los cálculos económicos tradicionales que soslayaban la contribución del capital natural en
la economía (Gómez-Baggethun et al. 2010). Con este enfoque, se buscó ampliar la gama de
valores tanto monetarios como no monetarios que se le atribuían a la naturaleza, con el fin
de darle mayor visibilidad a la gama de contribuciones de los ecosistemas en círculos
principalmente políticos y económicos (Laurila-Pant et al. 2015; Jacobs et al. 2016).
Indudablemente, a través de este paradigma se han profundizado las discusiones filosóficas
sobre el abanico de valores atribuidos a la naturaleza (Kumar y Kumar 2008).
Desafortunadamente, este reconocimiento de la pluralidad valorativa de los servicios
ecosistémicos ha tenido una tenue y lenta incidencia en procesos de evaluación ambiental
(Ives y Kendal 2014; Jacobs et al. 2016). Esto ha sido especialmente conspicuo en el caso de
los valores sociales, entendidos en este contexto como todos aquellos valores percibidos, no
monetarios, que se atribuyen a los ecosistemas y los servicios que estos proveen (Sherrouse,
Clement, y Semmens 2011). La consideración de este tipo de valores no es trivial, ya que
representan una parte importante de los esquemas de valoración personales y colectivos que
influyen en las decisiones ambientales. Considerarlos también permite evaluaciones
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ambientales más exhaustivas y realistas, que van más allá de los factores económicos. La
Figura 3 muestra la relación entre la dinámica ecosistémica, la provisión de servicios para
bienestar humano, loas diversas categorías de valores y la toma de decisiones derivada de
esos esquemas.
Figura 3. Relaciones entre ecosistemas, sus bienes y servicios derivados, diversos tipos de
valores atribuidos a esos bienes y servicios, y la toma de decisiones resultante.
Fuente: Adaptado de De Groot et al. (2002). Traducción propia.
Como dijimos, una de las aplicaciones más populares de los SIGP ha sido para el mapeo
de valores sociales de servicios ecosistémicos, en muchos casos con el propósito de
incorporar criterios y valoraciones sobre servicios ecosistémicos a las evaluaciones
ambientales. Por ejemplo, con el propósito de proveer insumos tradicionalmente omitidos en
la toma de decisiones, los SIGP se han utilizado para el análisis de las dinámicas espaciales
entre diferentes tipos de valores asociados a los servicios ecosistémicos (Van Riper y Kyle
2014), así como para examinar sinergias y diferencias entre percepciones subjetivas y
cálculos más objetivos sobre servicios ecosistémicos (De Vreese et al. 2016; Bagstad et al.
2017).
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Una herramienta de SIGP que se ha utilizado comúnmente para el mapeo, cuantificación
y análisis de los valores sociales atribuidos a los servicios ecosistémicos es SolVES (en
inglés: Social Values for Ecosystem Services o Valores Sociales para los Servicios
Ecosistémicos; solves.cr.usgs.gov) (Sherrouse, Clement y Semmens 2011). SolVES se ideó
con el fin de lograr una mayor incorporación de valoraciones sociales espacialmente
explícitas a evaluaciones ambientales. Funciona como un «Add-in» en la barra de
herramientas del programa ArcGIS de ESRI, y utiliza una serie de variables tanto ambientales
(elevación, distancia a cuerpos de agua, entre otras) como sociales (preferencias, actitudes,
entre otras) para calcular un índice de valoración social, representarlo espacialmente y
realizar modelaciones sobre las relaciones entre variables. Gran parte de las investigaciones
que han utilizado SolVES han buscado servir como insumo para la planificación de áreas
protegidas y de recreación (Van Riper et al. 2012; Sherrouse, Semmens, y Clement 2014;
Bagstad et al. 2017; Johnson et al. 2019), e incluso de parques urbanos (Sun et al. 2019).
Proyecto de mapeo de valores sociales atribuidos a los paisajes fluviales en la
cuenca del río Savegre
El segundo proyecto sobre el cual presentamos avances en las II Jornadas de Investigación
utilizó SIGP para el mapeo y análisis espacial de valores sociales atribuidos a los servicios
ecosistémicos fluviales en la cuenca del río Savegre, Costa Rica (Figura 4). Esta cuenca fue
designada en el año 2017 como parte de una Reserva de la Biosfera de la UNESCO, en gran
parte por su riqueza biológica e importancia socioeconómica. Con un área de casi 600 km
2
,
la cuenca presenta un pronunciado gradiente de elevación que se extiende desde los cero
hasta aproximadamente los 3.400 metros sobre el nivel del mar, y que propicia una gran
diversidad de microclimas y ecosistemas (Acevedo et al. 2002).
Hay variados usos de la tierra a lo largo de la cuenca. En la parte alta predominan los usos
agrícolas, recreación, turismo y áreas protegidas estatales y privadas. En la parte media
predominan los cultivos de café y, en menor grado, ganadería y turismo; mientras que en la
cuenca baja se encuentran cultivos más intensificados como la palma africana y el arroz. Si
bien en toda la cuenca hay una baja densidad poblacional con respecto a otras del país, esta
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ha estado sujeta a crecientes presiones antropogénicas por la expansión de las fronteras
agrícolas y ganaderas, así como por actividades de acuicultura intensiva y pesca ilegal. Estas
presiones contrastan con narrativas populares de cuenca poco alterada, de aguas limpias y de
una elevada conciencia ambiental de sus pobladores (Gobierno de Costa Rica 2015). Esto
último se refleja, por ejemplo, en movimientos intercomunitarios por evitar proyectos
hidroeléctricos a gran escala, así como en el establecimiento de un robusto sector turístico
basado en la naturaleza en las partes alta y media-baja de la cuenca.
Figura 4. Mapa de la cuenca hidrográfica del o Savegre, con principales comunidades,
red hídrica y gradiente altitudinal.
Fuente: Elaboración propia.
Sin embargo, para la cuenca del Savegre se carecen de insumos sobre preferencias y
valoraciones sociales en torno a los servicios ecosistémicos que provee el sistema fluvial. Por
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eso, el proyecto en mención pretende capturar estas apreciaciones sociales en los
administradores de las unidades productivas dentro de la cuenca usando SIGP, con el fin de
incorporar estos criterios en evaluaciones ambientales que permitan diseñar mejores
estrategias de sostenibilidad. Para este ejercicio, se utilizan mapas impresos que luego se
procesan y analizan en un software SIG. También se utiliza la tipología de valores sociales
especificada en Sherrouse, Clement y Semmens (2011) (Tabla 1),
Tabla 1. Valores sociales contemplados en el estudio en la cuenca del río Savegre
presentado en las II Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Costa Rica
Valor social
Valor estético
Valor de diversidad biológica
Valor cultural
Valor económico
Valor futuro
Valor histórico
Valor intrínseco
Valor de Aprendizaje
Valor de soporte de vida
Valor de recreación
Valor espiritual
Valor terapéutico
Fuente: Adaptado y traducido de Sherrouse, Clement y Semmens (2011).
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Al igual que la investigación sobre ciencia ciudadana presentada anteriormente, este es un
proyecto aún en desarrollo. Sin embargo, aquí sintetizamos algunos resultados preliminares
y aprendizajes relevantes hasta el momento, en el contexto temático de este artículo. En
cuanto a los valores sociales sobre servicios ecosistémicos, los resultados muestran una
priorización de los valores de biodiversidad, futuro, estético, y soporte de vida (Figura 5),
mientras que menos priorización se le dan a los valores intrínsecos y espirituales. Es
importante resaltar la mayor priorización que se le da a valores de biodiversidad y futuros
por sobre los tradicionalmente más priorizados, como el valor económico. En cuanto a las
perspectivas espaciales, un resultado notable es que la mayoría de los participantes asocian
ciertos valores con la unidad de la cuenca hidrográfica como un todo, o bien con una sección
de ella, lo cual denota un entendimiento de la cuenca como un sistema funcionalmente
interdependiente. Esta visión integrada predominó por sobre las atribuciones de valores
sociales a niveles más desagregados (p.ej. a nivel de comunidad).
Lo anterior es importante para el diseño de estrategias de sostenibilidad a nivel de la
cuenca, ya que apunta hacia una concepción articulada del sistema socio-ecológico y sus
dinámicas. Por ejemplo, el hecho de que las comunidades de la parte alta de la cuenca
atribuyan altos valores de biodiversidad a la parte media, puede favorecer la implementación
de acciones en la cuenca alta que minimicen los impactos ambientales río abajo, sabiendo
que hay una conexión funcional. De forma similar, el que los residentes de la cuenca baja
otorguen un alto valor futuro a la cuenca alta por el rol de conservación de fuentes de agua,
puede propiciar labores de cooperación entre sectores de la cuenca, como ha sucedido en el
caso del Savegre. Asimismo, para priorizar las acciones de manejo de los ecosistemas de la
cuenca, va a ser vital identificar las «zonas calientes» o hotspots de valores sociales a nivel
de subcuenca, donde convergen muchos valores.
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Figura 5. Diagrama que muestra niveles de priorización de valores sociales atribuidos a
servicios ecosistémicos fluviales en la cuenca del Savegre basado en las dimensiones de
cada categoría.
Fuente: Elaboración propia.
En cuanto a los aprendizajes del proceso, ha habido una notable anuencia de los
participantes a trabajar con el concepto de valores sociales, esto porque amplía la gama de
apreciaciones de la naturaleza más allá de consideraciones exclusivamente económicas.
Percibimos que muchos participantes ya eran conscientes de esta diversidad (como en el caso
de los valores de recreación, culturales y de diversidad biológica, por ejemplo; Tabla 1), mas
desconocían su aplicabilidad a evaluaciones ambientales y, con ello, el potencial de
incidencia. No obstante, este ejercicio SIGP también ha logrado sacar a la palestra pública
valores más abstractos como el histórico, el espiritual, el de aprendizaje y el estético; los
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cuales usualmente no eran reconocidos por los participantes como valores que formalmente
se le podían atribuir a los ecosistemas en evaluaciones ambientales.
En general, los participantes consideran que estas evaluaciones más integrales son
trascendentales para apoyar procesos de toma de decisiones en materia de protección de
recursos naturales y políticas públicas en el contexto de la cuenca. En particular, ha
interesado el papel que puedan tener estos tipos de evaluaciones como insumos para los
esquemas de incentivos, como los pagos por servicios ambientales (PSA). Esto es
particularmente relevante en la cuenca del Savegre, donde ha habido problemas por el acceso
a estos incentivos debido a disputas sobre tenencia de la tierra en áreas protegidas (SINAC
2017; Espinoza-Cisneros 2018).
También, la posibilidad de «espacializar» los valores sociales ha sido otro de los
aspectos resaltados por los participantes. Para muchos, la noción de representar valores
sociales en el espacio es novedoso y relevante para la toma de decisiones. Además, notamos
que la interpretación de los valores más abstractos (p.ej. espiritual, terapéutico, futuro) se
facilitó mucho con su representación en el espacio. Útil también fue la identificación de
«puntos calientes» o hotspots, así como «puntos fríos» o coldspots, donde se concentran o
desconcentran (respectivamente) los diferentes valores sociales.
Finalmente, en el contexto de un sistema funcionalmente interdependiente como una
cuenca hidrográfica, para quienes toman decisiones en las comunidades puede ser muy
provechoso el conocer las valoraciones que se hacen de otros sectores de la cuenca. En el
caso de la cuenca del Savegre, si bien ha habido canales de comunicación y cooperación
intercomunitarias, es necesario fortalecer estos vínculos y los procesos de planificación
socio-ecológica para incrementar la resiliencia ante los retos socioambientales. En este
aspecto, creemos que los ejercicios SIGP podrían contribuir significativamente.
Discusión y conclusiones
¿Pueden las nuevas tendencias en metodologías participativas lograr mayor
incidencia social y robustecer los procesos de toma de decisiones en un contexto de
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apremiantes retos socioambientales? A continuación, tratamos con algunos aspectos que
consideramos clave para discurrir respuestas a esta pregunta guía.
Ante crecientes retos socioambientales globales, y bajo la consigna de think global,
act local (pensar global, actuar local), cada vez más se exige la democratización de la ciencia
y descentralización en la toma de decisiones para la incidencia local/regional, pero con una
visión global. Esto ha derivado en impulsar procesos de co-gestión adaptativa para proponer
soluciones conjuntas y que involucren la participación de múltiples actores a diversas escalas,
y a lo largo de todo el proceso de gestión ambiental, en un constante aprendizaje mutuo.
Aunado a esto, cada vez se valora más la «contextualización de los procesos científicos» y
se rehúye el aplicar «recetas universales» para la gestión ambiental, lo cual llama a actores
locales a involucrarse en procesos de acción conjunta. Esto es aún más importante cuando se
busca el empoderamiento e inclusión de grupos tradicionalmente marginados y
subrepresentados en procesos de toma de decisiones para el manejo de recursos naturales.
Para lograr una mayor incidencia social y contribuir en el plano normativo, las
corrientes disciplinarias que tratan con las interacciones ser humano-medio ambiente deben
imperiosamente contemplar y apoyar estos avances en las metodologías participativas en el
campo de la sostenibilidad, no solo en el ámbito de investigación, sino también en el de
acción social. Por eso, desde la Academia hay que apoyar estos procesos, procurando su
evolución hacia escenarios de mayor democratización, empoderamiento y, en general, hacia
una toma de decisiones más efectiva. La Academia podría apoyar sustancialmente en la
valoración conjunta de casos de aplicación, la sistematización de lecciones aprendidas, y
determinar cómo adaptar mejor un proceso participativo a contextos particulares. Es vital
también indagar más a fondo sobre las motivaciones detrás de la participación en estos
procesos, así como las relaciones de poder que se dan y cómo estas podrían influir en el éxito
o fracaso de un proceso.
También es indispensable nutrir una mayor voluntad política para utilizar la
información resultante de los procesos de ciencia colectiva como insumo, especialmente en
temas de manejo del agua. Este, sin duda, ha sido un tema sensible en círculos políticos ante
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la renuencia de los tomadores de decisiones a confiar en información científica co-generada
entre expertos e inexpertos en asuntos de mucha trascendencia, como el manejo del agua o
el uso de la tierra, por ejemplo. De hecho, una de las mayores críticas que se hacen a las
metodologías participativas en general, es su poca incidencia probada en la toma de
decisiones. Mucho de esto, sin embargo, consideramos que se relaciona con la falta de
voluntad política para incorporar los insumos de estos procesos. Por eso, aquí es importante
distinguir entre la poca incidencia probada (insistimos, mucho debido a la falta de voluntad
política) y el potencial para incidir. Este potencial, creemos, se puede acentuar aún más en el
contexto costarricense, caracterizado por una creciente conciencia ambiental de su población
(Informe Estado de la Nación 2017). Evidentemente, para ello es trascendental garantizar la
calidad de la información suministrada, pero con la tecnología esto puede mejorar
sustancialmente.
Sin duda, las tecnologías han jugado un papel medular (sino el más importante) en
esta evolución de las metodologías participativas en los últimos años al facilitar una mayor
apertura en los procesos de toma de decisiones. Un mayor acceso a teléfonos inteligentes con
aplicaciones cada vez más sofisticadas, pero fáciles de usar, se presta para un mayor
involucramiento de la población, así como para la obtención de gran cantidad de datos en
tiempo real para la toma de decisiones. Esto es aún más significativo para el caso del agua,
cuyas dinámicas han sido ampliamente estudiadas y modeladas desde diversos ámbitos
comparado a otros recursos (como la biodiversidad, por ejemplo), lo que permite integrar,
apoyar y complementar los procesos participativos con bases de datos, mapas y modelos ya
existentes. Estas ventajas se reflejan en el vertiginoso desarrollo en los últimos años de
muchas aplicaciones web y móviles en temas de agua, que ayudan a manipular datos y
realizar modelados de dinámicas hidrológicas por no-expertos. En el campo del SIGP, eso es
igualmente promisorio, con el desarrollo de plataformas digitales de mapeo y visualización
espacial cada vez más robustas y amigables al usuario como Google Maps, Google Earth,
OpenStreetMap, etc., así como sofisticados programas SIG de código abierto como QGIS
que permiten un mayor acceso a estas tecnologías. Ante esto, sin embargo, es vital que la
tecnología no desvíe los procesos participativos del objetivo primordial de procurar el
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involucramiento efectivo en la toma de decisiones de sectores tradicionalmente
subrepresentados (Brown y Kyttä 2014). Por eso, entre las preguntas importantes al diseñar
estos procesos están quiénes deben participar, a través de qué tecnología, por qué y para qué
(Tadaki, Sinner, y Chan 2017).
Queremos realzar la importancia de aplicar estas metodologías participativas para la
toma de decisiones en temas del agua, por lejos el recurso natural más esencial, y además
muy dependiente del contexto para su manejo efectivo. Aunado a esto, ante la incertidumbre
socio-ecológica por el cambio climático, va a ser aún más importante un manejo colectivo y
participativo del recurso hídrico para la gestión de riesgo ante sequías o escasez,
contaminación, inundaciones, degradación de ecosistemas acuáticos, entre otras
problemáticas asociadas al cambio global. En las últimas décadas se han discurrido esquemas
participativos para el manejo del agua, como el Manejo Integrado del Recurso Hídrico
(MIRH), que, en su esencia, buscan una mayor inclusión social en el manejo de este recurso.
El agua es un recurso que tiende a generar tensiones si es mal manejado, por lo que el aplicar
procesos que procuren mayor democratización y representación en procesos de toma de
decisiones es esencial para el orden social.
Por último, el agua también es un recurso del cual se derivan múltiples servicios
ecosistémicos más allá de la simple provisión de agua, y esta diversidad de servicios debe
idealmente ser gestionada de manera abierta y participativa. Como dijimos, esas diversas
valoraciones de los servicios proveídos por el agua deben ser incorporadas en instrumentos
de evaluación ambiental, para procurar una toma de decisiones más consciente de la totalidad
de costos y beneficios de una decisión más allá de lo meramente económico. Sin duda, el
agua es un recurso alrededor del cual históricamente han convergido complejas relaciones de
poder, así como múltiples significados y valoraciones. Por eso, el camino hacia la
democratización y participación cívica en procesos de toma de decisiones, si bien puede ser
escabroso, es indispensable para una gobernanza ambiental verdaderamente orientada hacia
la sostenibilidad global.
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Contribución de autores: Édgar Espinoza Cisneros (EEC) contribuyó con la parte del SIGP
y el caso de la cuenca del Savegre. Sara Blanco Ramírez (SBR) contribucon la parte de
ciencia ciudadana y el caso de estudio en la cuenca del río Tres Amigos en San Carlos. Tanto
EEC como SBR contribuyeron en la sección de conclusiones y la introducción. EEC realizó
una revisión final exhaustiva de todo el documento para editarlo y mejorar su redacción.
Apoyo financiero: La investigación en la cuenca del río Tres Amigos tuvo el apoyo
financiero del Espacio Universitario de Estudios Avanzados de la UCR (UCREA), bajo el
proyecto B8276 - CHILD (Costa Rica - Hydrology Impacts of El Niño and Development).
La investigación en la cuenca del río Savegre contó con el apoyo financiero de la
Vicerrectoría de la Investigación de la UCR, bajo el proyecto B6355.
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