fantasía, Bryant Myers, 2018) y «Pa' pegarte a la pared» (B11, Darell, 2019). Como se observa, se
reiteran verbos como «torturar», «dar», «maltratar», «romper» y «pegar». El extracto de la canción
de Bad Bunny alerta, ya que para él la tortura es la forma para «hacer a las mujeres», lo que proyecta
un universo discursivo falocéntrico que se materializa en la violencia física.
Bryant Myers, en su canción Otra mujer (2017), relata que «Hoy te voy a dejar con la nalga
rota». El castigo físico ante la desobediencia es un elemento que se ubica dentro de la lógica
punitivista. De la misma forma que el Estado vigila y castiga a quienes incumplen las normas
sociales y jurídicas, transformando la sociedad en el panóptico con mayor poder sancionatorio
(Foucault 2012, 123); los hombres se atribuyen la facultad para reprimir a las mujeres, sin importar
los daños físicos y psicológicos que estas prácticas puedan generar. Otra vez, se muestra cómo el
poder ejercido por los hombres se circunscribe dentro de la opresión legitimada desde las
instituciones patriarcales.
En diferentes investigaciones, la violencia física se coloca como el último «recurso
empleado para proteger al patriarcado de la oposición individual y colectiva de las mujeres. Es una
forma de mantenimiento del orden sociocultural establecido frente al intento de las mujeres de
reubicarse en dicho orden» (Cagigas 2000, 311). Hirigoyen (2005, 37) adiciona que esta
manifestación de violencia aparece cuando la mujer se resiste a la violencia psicológica. Si bien
todas las situaciones de violencia tienen sus particularidades a partir del contexto en que se generan,
en la mayoría de casos, la agresión física se convierte en un recurso patriarcal y punitivo empleado
por los agresores cuando sienten que están perdiendo el control sobre la vida de sus víctimas.
Otra de las formas en que se presenta la violencia física en las canciones estudiadas, es
mediante el uso de metáforas. Dos ejemplos son «Chingando las putas, explotando melones»
(Maldad, Bryant Myers, 2018) y «Yo soy el gallo que la pone loca y le clava la espuela» (Acapella,
Bryant Myers, 2019). En el primero, se manifiesta que explotarán los senos de las mujeres. Esta es
una de las analogías más recurrentes: melones = senos. Mientras que, en el segundo, se hace una
comparación con contenido sexual: el uso de la espuela en las peleas de gallos es una práctica que
tiene como fin ocasiones laceraciones; el mismo objetivo que tiene Myers con la mujer.
Del mismo modo, la violencia física incluye una multiplicidad de expresiones, las cuales
van desde un empujón hasta el feminicidio. En los casos en que el ciclo de violencia no se detiene,
las agresiones aumentan cada vez, en cuanto a la gravedad de las lesiones infligidas y la frecuencia
de estos actos. En dicho ciclo de violencia solo existe una persona culpable: quien hiere el cuerpo
de la otra persona. La violencia física contra las mujeres por parte de los hombres, es
responsabilidad directa de ellos e indirecta de quienes los apoyan y no actúan para detenerla. Apelar
a que las mujeres provocan es legitimar un esquema sexista. Por tanto, en las letras estudiadas, los
cantantes son responsables indirectamente al ponerse del lado de los agresores, cuando alegan a
que las mujeres son quienes provocan y, a su vez, por normalizar esta realidad en sus espectáculos.
Antes de proseguir, es importante mencionar que la presencia de la violencia física en el
trap es un rasgo heredado del reguetón latinoamericano. Una de las canciones que aluden
explícitamente a esta forma de violencia es Agárrala, pégala, azótala (2004), de Trébol Clan:
«Agárrala, pégala, azótala, pégala / Sácala a bailar / Que va a toda / Pégala, azótala, agárrala que