la cultura política del PCA está atravesada por un seguidismo a las direcciones políticas de las
que el XVI Congreso (en la letra) quiso extirparse con éxito exiguo. Con todo, es importante
advertir que ese resquebrajamiento interno del PCA que convive con la suspensión de las
ferifiestas como evento de gran magnitud y movilización de la militancia es un indicador que
confluye con los atinados y muy recientes intentos de periodizar una década escasamente
explorada, en cuyo último tercio, en oposición a los años previos, destaca por la «percepción
de apatía, desencanto y crisis» (Manzano 2018b).
En esa línea, consideramos que, por sus objetivos, expresados en los volantes, en la prensa
y por las expectativas de quienes acudieron (militantes o no), la Ferifiesta también formaba
parte de un universo de ofertas que cubría necesidades que se inauguraron junto con el
restablecimiento de la legalidad democrática. En Rosario, según uno de los testimonios, la
Ferifiesta «era esperada para compartir como el picnic del día de la primavera». Un director de
teatro, que no militó en el PCA ni en la FJC, pero que tenía «afinidad ideológica», sentencia
que «en la década de los ochenta, eso era una necesidad». Según su propio testimonio, era una
expresión, un espacio artístico que les permitía a músicos, actores, bailarines, etc. «conocer
gente de otros lugares» (Entrevista a Marco. Rosario, 18 de febrero de 2018).
En este punto, «resulta llamativo que, aunque las Ferifiestas se dieron en pocas ocasiones,
la comunidad sienta que permanecieron por mucho tiempo. Esto nos lleva a preguntarnos si en
Rosario se arraigó de manera particular, si se realizaron con más periodicidad durante esos años
y si la conmoción que les causó a las personas asistentes los lleva a recordar la Ferifiesta como
algo reiterativo; puesto que eligen expresarse en todos los casos con el pretérito imperfecto en
frases como «se iba con mucha alegría» Scocco, (2019).
La sensación de libertad, no sólo para la comunidad militante, sino para un público más
amplio, lleva a afirmaciones de este tipo: «era como hacer la revolución estar ahí; nos creíamos
que éramos un montón, era un espacio ganado» Scocco, (2019). La sumatoria de gente, como
vimos en el análisis de la prensa y los volantes, se pensaba como herramienta de reclutamiento,
pero es probable que para las demás personas que no estaban vinculadas al partido, haya
significado un espacio de sociabilidad muy importante en ese contexto.
Una música afirma: «Yo participaba de un espacio musical, mis amigos tocaban en peñas
y bares, pero tocar en el escenario de la Ferifiesta era tocar en un lugar donde había una
convocatoria mucho mayor, no frente a los mismos 20 de siempre. Lo mismo nos pasaba cuando
veíamos grupos musicales de gente que hacía otras cosas y quedábamos maravillados, y
hablábamos, y hacíamos contacto un espacio de sociabilidad que no encontrábamos en otro
lugar» (Entrevista a Ana. Rosario, 11 de febrero de 2018). Lo considera, en el mismo sentido que
el testimonio anterior, «un espacio de crecimiento» ideológico, pero también artístico, y
recuerda la impresión que le causaba formar parte de aquel evento más allá de que no había
participado orgánicamente en el PCA. Ella dice: «yo estaba realizada y pensaba ‘ya está, si
pudimos hacer esto y estamos acá compartiendo esto, todo va para arriba’. Me sentía segura…
‘¿vas bien, Camilo? ¡Voy bien, Fidel!’ Y aquí estamos (suspiro)» (Entrevista a Ana. Rosario, 11
de febrero de 2018).