Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
1
Cuidado ambiental y agencia social: experiencias de mujeres migrantes en Buenos Aires
Environmental care and social agency: migrant women experiences in Buenos Aires
Lucila Nejamkis,
luchi_nejamkis@hotmail.com
1
Ma. Belén López,
lopez.belen87@gmail.com
2
Romina Rajoy,
romicorazondeleon@gmail.com
3
1 2 3
Escuela Interdisciplinaria
de Altos Estudios Sociales,
Universidad Nacional de San
Martín, Argentina.
Resumen
Introducción
Este artículo presenta el resultado de una investigación
realizada en el conglomerado de asentamientos
empobrecidos de la cuenca del Río Reconquista, del
municipio bonaerense de San Martín, Argentina.
Trabajamos con un grupo de mujeres migrantes,
provenientes de zonas rurales, algunas de ellas migrantes
internacionales y otras llegadas de las provincias del
interior de Argentina, que se encuentran expuestas a
condiciones ambientales vulnerables dado su cercanía
con el río y el basural a cielo abierto más extenso de la
región.
Objetivos
Identificar y analizar las dimensiones que, para las
mujeres migrantes emplazadas en el Área Reconquista,
representan la variable ambiental.
Método
Para este propósito se utilizó el método cualitativo con
enfoque etnográfico, con base en lo cual se emplearon las
técnicas de observación participante y entrevistas en
profundidad, desde la perspectiva de la investigación-
acción-participativa.
Resultados
En esta búsqueda aparecieron como principales las tareas
de cuidado. Donde, si bien estas recaen en su
multiplicidad sobre las mujeres sobrecargándolas, les
permiten ampliar sus rgenes de participación política
del barrio, sin, por ello, romper con los marcos
patriarcales a los cuales los roles de cuidado las someten
socialmente.
Conclusiones
La categoría “cuidado ambiental” nos permite pensar
formas no disruptivas en que las actoras pueden correr de
forma sutil sus márgenes de acción.
Palabras Clave: Migración, Participación de la mujer,
Cuidados, Medioambiente, Investigación empírica.
Fecha de recepción:
4 de junio del 2020
Fecha de aceptación:
26 de febrero del 2021
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
2
Cómo citar:
Nejamkis, Lucila, María Belén
López y Romina Rajoy. 2021.
Cuidado ambiental y agencia
social: experiencias de mujeres
migrantes en Buenos Aires.
Revista Reflexiones 100 (2). DOI
10.15517/rr.v100i2.42140
Abstract
Introduction
This article is the result of a research carried out in the
conglomerate of impoverished settlements in the
Reconquista River basin, in the Buenos Aires district of
San Martín, Argentina. We work with a group of both
foreign and domestic rural migrant women, who are
exposed to vulnerable environmental conditions given its
proximity to the river and the largest open-air dump in the
region.
Objectives
Identify and analyze the dimensions that, for migrant
women located in the Reconquista Area, represent the
environmental variable.
Method
The qualitative method was used for this purpose with an
ethnographic focus, employing the techniques of
participant observation and in-depth interviews, from the
perspective of participatory action research.
Results
The care taking functions appeared as backbone of this
research. Although these overload women of this study,
this dimension allows them to broaden their margins of
neighborhood political participation, without breaking
with the patriarchal frameworks to which caregiving roles
subject them socially.
Conclusions
The category "environmental care" allows us to think of
non-disruptive ways in which actors can subtly run their
margins of action.
Key Words: Migration, Participation of women, Care
work, Environment, Empirical research.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
3
Introducción
Esta publicación forma parte de las reflexiones de un proyecto de investigación-acción
interdisciplinario en curso, emprendido a principios del año 2019. El cual, de manera general,
indaga sobre la realidad que enfrentan miles de mujeres trabajadoras migrantes, residentes en
la cuenca baja del río Reconquista (CCR), Argentina.
En la cuenca confluyen aspectos socioeconómicos, ambientales y culturales, que son
cambiantes y, por tanto, resultan determinantes a la hora de comprender su evolución histórica.
El río es el eje organizador de esa realidad, ya que su valor como recurso, infraestructura y
corredor de biodiversidad permite entenderlo como eje estructurante en el proceso de larga
duración de su transformación (Potocko 2018). Allí habitan más de 4.200.000 de personas, y es
una de las zonas más contaminadas del país, en especial cuando llega al noroeste del Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en una zona denominada Área Reconquista (AR) del
Partido de General San Martín.
El desplazamiento migratorio desde Paraguay y Bolivia, así como desde las provincias
del norte argentino, a los casi 15 asentamientos de esta zona, está relacionado a la creciente
merma de recursos naturales, como resultado de frecuentes inundaciones y sequías, al avance
de la frontera agropecuaria y el monocultivo de soja transgénica, y se encuentra en el destino
con otros problemas socioambientales, que generan inundaciones y problemas de salud a la
población que la habita.
Es importante destacar que en esta zona se emplaza el relleno sanitario más grande del
país, el Complejo Ambiental Norte III de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana
Sociedad del Estado (CEAMSE)
. Por esta razón, San Martín es el Municipio con mayor
concentración de recicladores del país, la cercanía al relleno constituye una de las mayores
fuentes de trabajo, sobre todo para el sector desempleado y de trabajo informal.
A su vez, es importante entender que las problemáticas ambientales y de vinculación al
cambio climático afectan de forma diferente a hombres y mujeres, siendo estas últimas las más
perjudicadas. Si bien las mujeres contribuyen menos que los hombres al cambio climático, sus
efectos tienen alcance a la totalidad de la población: las mujeres y niñas son quienes los padecen
en mayor medida (UN Women Watch 2009).
Asimismo, investigaciones regionales han detectado que, ante situaciones de desastres
naturales, las mujeres ocupan un rol fundamental en la tarea de recuperación y autogestión
(Vargas Easton, Pérez Tello y Aldunce Ide 2018), al adoptar posicionamientos de
transformación más prolongada y profunda como «administradoras domésticas de la crisis
ambiental» (Rico 1998). A su vez, estudios recientes en la temática marcan que las
investigaciones realizadas presentan un faltante de análisis de los entrecruces entre mujeres y
el medio ambiente en las poblaciones urbanas, y que se trabajan poco los enfoques sobre las
interpretaciones ambientales, o la interacción rural-urbano (Vazquez García et. al. 2016).
Al seguir la distinción que realiza Durand (2008) entre percepción e interpretación
ambiental, optamos por utilizar el segundo término, dado que encara el entendimiento que los
Este recibe aproximadamente entre 17.000 y 18.000 toneladas de residuos diarios, provenientes de todo el Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
4
actores conforman sobre el entorno como el producto de una interacción con el ambiente, y no
solo como una inscripción de «la cultura» a la materialidad con la que conviven a diario. Esto
nos permitirá indagar en la complejidad de sus representaciones en torno a la dimensión
ambiental, al alejarnos de una explicación tautológica, y enfocarnos en la propia experiencia de
la comunidad en estudio (Roncoli 2009).
El proyecto de investigación en marcha busca enriquecer esos interrogantes, al trabajar
con las migrantes de forma situada y contextual en el territorio periurbano. Por lo tanto, nuestro
recorrido comenzó preguntándonos por las interpretaciones en torno a la dimensión ambiental,
y cómo era comprendida y abordada por las mujeres. En la indagación de este último punto, la
categoría de «cuidado» emergió de forma reiterada a lo largo del trabajo de campo. Es decir,
que las acciones referidas al cuidado cuidar el barrio, a la familia y a la comunidad vecinal
eran habilitadoras para hablar con las interlocutoras sobre las problemáticas medioambientales
y las intervenciones que realizan sobre el entorno.
En el presente artículo nos proponemos dar cuenta, en primer lugar, sobre qué
interpretaciones tienen las mujeres del AR sobre la dimensión medioambiental y cómo se
relacionan con el mismo. Luego, pasaremos a analizar las maneras en las que se organizan para
transformar sus realidades cotidianas, adentrándonos entonces a las tareas de cuidado, las
cuales, si bien recaen en su mayoría sobre ellas y provocan una sobrecarga de trabajo, de igual
forma les permite ampliar sus márgenes de participación política barrial. Esto no quiere decir
que estas mujeres rompan con los marcos patriarcales, a los cuales los roles de cuidado las
someten socialmente, sino que se abre un interrogante sobre cómo la categoría «cuidado
ambiental» nos permite pensar formas no disruptivas de correr de manera sutil sus márgenes de
acción, y plantea desafíos que interpelan a las ciencias sociales contemporáneas.
Como parte de la metodología, partimos de la propuesta de Fals Borda (2013) de
investigación-acción-participativa (IAP), que combina el proceso de conocer y actuar, donde
se implica en ambos casos a la población cuya realidad se aborda, y que incluye la observación
participante en diversos espacios comunitarios y la realización de entrevistas en profundidad.
Es desde esta perspectiva que emprendimos una investigación con enfoque etnográfico, con un
doble rol y, por ende, un doble ejercicio de reflexividad que, siguiendo a Da Matta (1999),
implicó «familiarizar lo exótico», para aquellas que nunca residimos en el área, ni compartimos
la cotidianeidad de las mujeres migrantes, y, a su vez, «exotizar lo familiar», al entender que
compartimos la misma cultura nacional y local (en especial para una de nosotras que nació y
creció en uno de los barrios donde se lleva a cabo la investigación). Asimismo, este trabajo
persigue el objetivo de la etnografía colaborativa (Rappaport 2018), donde no se busca la mera
redacción de la misma, sino generar un aporte activista comprometido, en este caso, feminista.
En ese sentido, mucho del material de investigación recabado fue reutilizado para
fortalecer las redes migrantes, al ajustar las acciones del proyecto a las relevancias que se iban
detectando en el campo. Cabe aclarar que, con base en James Clifford (1988), consideramos
que la autoría colectiva tiene que ver más con una utopía, que con una realidad concreta
antropológica, por lo que reconocemos nuestra autoridad etnográfica e intentamos no abusar de
ella.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
5
La expansión de los márgenes de acción en el cuidado comunitario
Según el informe anual de la Secretaría General sobre el Plan Estratégico 2011-2017,
de ONU Mujeres, el año con mayor migración de mujeres a nivel global fue el 2016, con el
objetivo de mejorar sus condiciones laborales y sociales. Puesto que, para ellas, el proceso
migratorio aporta expectativas y posibilidades para mejorar su calidad de vida. Además, para
otras, el hecho de migrar también incluye el afrontar riesgos, al enfrentar situaciones asociadas
a la precariedad laboral y la extrema necesidad de sustentación. Este desamparo conlleva, en
algunos casos, a la explotación en determinados trabajos, la vulnerabilidad ante la violencia o,
incluso, una posible captación para conformar redes de prostitución (Martínez Pizarro 2003).
En particular, en Argentina la realidad arroja algunas cifras a tener en cuenta: de acuerdo
con los últimos datos publicados por la ONU, hay 2.164.524 de inmigrantes, lo que supone un
5% de la población. Entre los cuales, la inmigración femenina representa un porcentaje superior
a la masculina, con 1.168.208 mujeres, lo que supone el 54 % del total de migrantes, frente a
los 996.316 de varones, que equivale al 46 %. Si se observa en comparación el ranking de
migración, vemos que nuestro país ocupa el 86º puesto del mundo en porcentaje de inmigración.
En efecto, los principales países de procedencia de la migración en Argentina son Paraguay con
el 34%, le sigue Bolivia en un 21% y Chile con 11%.
Aunque estos datos son significativos las cifras no explican las innumerables historias
que hay detrás de los mismos y cómo esta población se desenvuelve en las zonas de destino. Si
bien las motivaciones de las mujeres migrantes del AR no serán exploradas en el presente
artículo, es importante señalar dos aspectos que destacaron en los análisis del material recabado.
Uno de estos es el hecho de que la mayoría de las migrantes proviene de sectores rurales, donde
el modelo neoextractivista avanza de manera incesante, con lo que provoca una combinación
de adversidades socioeconómicas y ambientales fuertemente vinculadas entre (Svampa
2018). Esto nos abre un interrogante sobre el vínculo que las mujeres establecen con el entorno
ambiental y las posibles continuidades con sus lugares de origen, respecto a la organización
social por las mejoras de este.
El segundo aspecto que nos interesa acotar es que muchas de las mujeres participantes
asociaban las motivaciones de migración al cuidado en distintos sentidos. Así, por ejemplo,
señalan haber migrado por buscar una mejora para las condiciones de vida de sus hijos o hijas,
ya sea para solventar a su grupo familiar en el país de origen o cortar con relaciones de violencia
de género con sus parejas que afectaba también a sus hijos e hijas.
Si bien el rol de la mujer migrante es fundamental para pensar las estrategias de
organización a nivel territorial, este ha sido un fenómeno invisibilizado hasta bien entrado el
siglo XX, cuando los aportes de las investigaciones desde los enfoques de género y el fenómeno
denominado «feminización de las migraciones» cuestionaron aquella invisibilidad. En la
actualidad, el aumento real de la intervención femenina en los movimientos de población y la
apertura conceptual a la figura de la mujer migrante, en el ámbito de las ciencias sociales,
permitieron recuperar a este sujeto del anonimato y redefinirlo como un actor central de los
movimientos migratorios (Guizardi, Gonzálvez Torralbo y Stefoni 2018, Herrera 2012).
En este marco, los estudios recientes sobre género y migración subrayan que los
procesos migratorios son, en sí, fenómenos determinados por las relaciones de género y que el
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
6
género es un principio estructurante de la migración (Magliano 2015). Mallimacci (2012)
explica que, según la tradición, los estudios que vincularon el género y la migración en los
contextos pos migratorios configuraron las relaciones de género como dependientes de las
migraciones, y analizaron las posibles transformaciones que el movimiento migratorio pudo
haber generado en las mujeres.
Así, según Mallimacci (2012), se fue cristalizando el supuesto de que, analizar las
migraciones desde esta perspectiva, implicaba evaluar la mayor o menor opresión sufrida por
las migrantes. La evidencia empírica mostró una heterogeneidad al respecto, con lo que se
desterró esta conjetura: algunos trabajos daban cuenta de que la autonomía anterior de las
mujeres no era revalidada en sus residencias actuales, en otros, la migración les brindaba una
mayor autonomía y valorización de lo femenino. En nuestra investigación, si bien el cuidado
aparece como una variable ineludible de analizar a la hora de estudiar las motivaciones que
tuvieron estas mujeres al migrar, también resulta importante apuntar las rupturas y/o
continuidades que este presenta en su vida actual, sin presuponer que la migración las limita o
habilita por igual.
El concepto de cuidado, o care, es bastante reciente para las Ciencias Sociales y aún es
objeto de múltiples discusiones. Según la revisión y análisis que realiza Letablier (2007), se
trata de una noción polisémica, con un carácter multidimensional, pero que ha sido útil para
destacar que, el cuidado, alude a una necesidad de todas las personas en todos los momentos
del ciclo vital, aunque en distintos grados, dimensiones y formas: «Por cuidados podemos
entender la gestión y el mantenimiento cotidiano de la vida y de la salud, la necesidad más
básica y diaria que permite la sostenibilidad de la vida. Presenta una doble dimensión
«material», corporal realizar tareas concretas con resultados tangibles, atender al cuerpo y sus
necesidades fisiológicas e «inmaterial», afectivo relacional relativa al bienestar emocional
» (Precarias a la deriva 2005; Pérez Orozco 2006, 10).
Con base en el análisis histórico de Pateman (1995), El Contrato Sexual, donde se
implicó, en términos generales, que la tarea de los cuidados fuera asignada al rol social
femenino. En América Latina, aunque en las últimas décadas se registra un considerable
aumento del modelo de doble provisión en los hogares heterosexuales tanto jefes como jefas
aportan con su trabajo a los ingresos del hogar (Wainerman 2003), la conciliación entre tareas
de cuidado familiar y labor de trabajo sigue presentando una brecha de género importante en
detrimento de las mujeres, en particular con los sectores socioeconómicos más desfavorecidos
(Faur 2005).
Por tanto, nuestro trabajo analítico consiste en descentrarnos de la mirada liberal de
ciertos feminismos, que desatienden las relaciones de poder implicadas de forma interseccional
(Mohanty 2003; Lugones 2005). En ese sentido, es preciso analizar las prácticas de cuidado de
forma situada, en el contexto social en el cual las mujeres se encuentran y sus formas concretas
de transformar (o no) sus percepciones en torno a los roles de género. Para ello debemos
comprender las relaciones de género, en conjunción con la particularidad de su trayectoria
migratoria rural-urbana, como también las variables de clase y de condiciones ambientales que
influyen en su cotidiano.
Por consiguiente, nos resulta pertinente retomar las reflexiones de Marilyn Strathern
(1984), quien llama a desentender las categorías occidentales que dividen lo público y lo
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
7
privado a la hora de pensar «lo doméstico» y su vinculación con el rol femenino. De acuerdo
con la autora, el desprestigio occidental sobre este ámbito, ligado a lo individual en
contraposición a lo social, no es extenso a todas las sociedades, contextos y culturas. Es decir,
asociar lo doméstico a un ámbito donde las mujeres son relegadas al aislamiento social, implica
supuestos que pueden darse o no en distintos ámbitos. Aunado a este movimiento analítico,
proponemos abrir la pregunta, por las formas en las que las mujeres migrantes del AR
(responsabilizándose sobre la esfera doméstica) se ocupan de tareas asociadas al cuidado,
ampliando sus redes sociales y no reduciéndolas.
Al continuar las reflexiones de Gilligan (2013) sobre la «ética del cuidado», y cómo las
mujeres definen y afrontan los problemas morales de manera distinta a los hombres, surgieron
otros análisis que promueven una «ética de los cuidados» contradictoria con la idea de la
autonomía liberal.
En esa misma línea, las reflexiones de Tronto (1994) permiten pensar la esfera del
cuidado más allá de la atención directa a niños, adolescentes, adultos mayores, entre otras
corporalidades que precisan de un otro para el sostenimiento de la vida. Así, las intervenciones
sobre el entorno, al mejorar las condiciones de vida, son parte de esta dimensión del cuidado y
no un cuidado con una ética particular y diferenciada (Laugier 2015). Asimismo, el rol del
cuidado comunitario ha sido analizado en diversos casos argentinos, con lo cual se muestra
cómo la esfera del cuidado no se puede acotar a sujetos individuales o el hogar (Fournier 2017,
Rodríguez Enriquez y Marzonetto 2015, Esquivel 2013, Pereyra y Esquivel 2017, Pautassi y
Zibecchi 2010).
Por su parte, Zibecchi (2019), argumenta que el cuidado se materializa en el trabajo
comunitario, penetrando en espacios como las instituciones estatales, privadas y en distintos
espacios de organización social, con una carga afectiva que, al asociarse a lo femenino, termina
desvalorizando dichas tareas. Al realizar este estudio del cuidado comunitario se da pie a
indagar sobre la interacción que los sectores marginados entablan con la dimensión ambiental
para buscar el cuidado de su comunidad, frente a una carencia estatal para acceder a servicios
o para mejorar las condiciones de vida que el entorno les provee.
A su vez, estudios, como los de Rosas (2018), remarcan la manera en la cual esa acción
comunitaria presenta jerarquizaciones articuladas en cuanto al género, así como a la raza, clase
y el origen migratorio, aspectos que serán atendidos en el presente análisis. Por lo tanto,
debemos considerar que una ampliación en sus márgenes de acción no implica un aumento en
la escala jerárquica de poder en términos de género, clase y nacionalidad. Como bien sostiene
Saba Mahmood (2008), la agencia social de las mujeres no se encuentra únicamente en los
mecanismos de resistencia al orden patriarcal, asociación que suele sujetarse sobre un supuesto
liberal en gran parte de la teoría feminista.
Aunado a esto, Kunin (2018) señala que el cuidar ofrece, paralelamente, limitaciones y
posibilidades de agencia a las mujeres. Es por eso que resulta interesante analizar la tarea de
mejora sobre el entorno de las migrantes del AR en sus distintas aristas, dado que centrarnos en
una mirada que apunta solo a denunciar la sobrecarga de tareas, que arrastra el imaginario social
de géneros, puede limitar el análisis sobre las tácticas que emplean para adquirir cierta agencia.
Sin embargo, esto no implica hablar de una mejora de las mujeres del AR en sus
relaciones de poder, a partir de las tareas de cuidado. Su cotidianeidad no deja de darse en
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
8
lugares marginales, y sus voces aún no encuentran una repercusión traducida en su totalidad en
las políticas públicas, ni marcos sociales barriales. No obstante, permite indagar en cómo
estas aprovechan los intersticios de poder en sus prácticas de cuidado cotidianas, transformando
de manera sutil sus márgenes de acción, sus redes y, a la par de ellas, el entorno en el cual viven.
El cuidado ambiental situado y colectivo
El Área Reconquista está conformado por un entramado de 15 barrios, los mismos
fueron construidos por los vecinos migrantes, quienes de manera emergente levantaron las
paredes de sus hogares, sin una previa planificación, por ejemplo, del trazado de veredas y
calles. Por consiguiente, hay que destacar que estas tierras, no contaban con el acceso a cloacas,
agua potable y demás servicios básicos esenciales. En específico, en la localidad de José León
Suarez se encuentra la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado
(CEAMSE), que recibe los residuos de la Ciudad de Buenos Aires, 35 municipios y de la planta
recicladora Bella Flor, donde se emplea a una variedad de trabajadoras recicladoras vecinas del
AR, que reciclan 15 toneladas de basura diaria.
En los siguientes apartados se escucharán las voces de siete mujeres entrevistadas, que
residen y participan en distintos espacios comunitarios con el propósito de recuperar las lógicas
y sentidos que construyen en torno a los cuidados comunitarios, y cómo las tareas de cuidado
y trabajo se entrelazan con la intervención en el medio ambiente. Asimismo, la intención de la
exposición de las experiencias de las mujeres ha sido demostrar que estos trabajos de cuidados
ambientales que realizan refuerzan los lazos entre barrios, comunitarios y de cuidado, hacia sus
redes afectivas, cercanas y/o familiares. Cabe destacar que estas interlocutoras construyen su
referencia de barrio entrecruzada con las organizaciones sociales y políticas.
Así pues, les presentaremos a Paula, 40 años, hija de una familia chaqueña y primeros
pobladores del barrio Congregación, en José León Suarez. Paula es la presidenta de la
Cooperativa 17 de octubre, de obra y construcción. Asimismo, es quien coordina a diario, junto
a Susana (barrio Costa Rica, 55 años) el trabajo de limpieza y saneamiento de los brazos
afluentes de agua del Río Reconquista en José León Suarez, en el marco Programa Provincial
Arroyo
, el cual recluye a diario a 25 trabajadores, entre los que se encuentran 15 son mujeres,
quienes se encargan de limpiar a mano las aguas contaminadas del Arroyo Cárcova, Partido de
General San Martín.
Para ingresar a este programa se debe ser residente del AR y estar inscritos en algunos
de los programas sociales nacionales «de acceso al trabajo», entre ellos los denominados
Argentina Trabaja, Hacemos Futuro y Salario Social Complementario. Cabe destacar que,
frente a las variadas necesidades de acceso a los recursos para la sostenibilidad de la vida, estas
mujeres participan o lideran espacios esenciales para el cuidado de los otros, como lo son los
merenderos y comedores
en los distintos barrios del AR.
Otra de las entrevistadas es Susana (paraguaya, 55 años), quien, además de ser
coordinadora de la cuadrilla de limpieza y saneamiento en el Arroyo, es referente barrial, y
Convenio firmado entre la municipalidad de San Martín, las organizaciones sociales y el gobierno de la provincia
de Buenos aires con el motivo de la contratación de personas trabajadoras de las cooperativas de trabajo, para
llevar adelante la tarea de limpieza del Zanjón José León Suárez Norte.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
9
como tal se «pone al hombro lo que haya que hacer». Entre esas acciones que expresa Susana,
conoceremos cómo organizan el cuidado a partir de compartir alimentos en el comedor, realizar
apoyo escolar y estar atenta a la necesidad socioeconómicas en el barrio, que van desde una
inundación, hasta un caso de violencia de género.
En esta línea de ampliar los márgenes de cuidado y atención, las hijas de Susana se
organizan en el Barrio Costa Rica para acompañar a otras mujeres, en su mayoría paraguayas,
al sostener distintas actividades socioculturales y servicios para la comunidad en general y las
mujeres migrantes en particular, tales como apoyo a consumos problemáticos, consejería en
salud sexual integral, asesoramiento para documentación migrante, entre otros.
Por su parte, en el Barrio Las palmeras, las mujeres se organizan para acceder a la
culminación educativa en un Plan de Finalización de Estudios (FINES), en el cual asisten en su
mayoría mujeres migrantes de Paraguay. Estas, junto con la familia de Paula, sostienen dos
espacios merenderos, uno en el Barrio Congregación y otro en el Barrio Cochabamba, liderado
por Rita (53 años, chaqueña), hermana de Paula. Las mujeres hasta aquí mencionadas,
motorizan la misma impronta y apuestan en la obtención de acceso a derechos «Para los chicos
del barrio, alimentos y educación [...] para nuestros jóvenes, trabajo» (Paula, comunicación
personal).
Una vez establecido esto, es importante considerar que, en las primeras etapas de la
investigación, la búsqueda de la «dimensión ambiental» se transformó en un ejercicio de
«reflexividad», ya que, aunque estas mujeres viven en un contexto de deterioro ambiental
extremo, la categoría como tal no aparecía en los relatos. A lo largo del trabajo de campo, la
idea primigenia de pensar la categoría de cambio climático se iba diluyendo para tomar otras
formas. Para ello, tuvimos que establecer dimensiones que nos permitieran pensar la idea de un
medioambiente situado. Este proceso se dio a través de dos ejes que aparecen sin esfuerzo en
casi todos los relatos: la salud y la mejora de las condiciones habitacionales. Esta última pensada
desde dos puntos de vista, uno puertas adentro del hogar, con la mejora de la propia vivienda,
y otro punto de vista a partir de «tirar cemento» y mejorar el entorno.
Dicho lo anterior, en este apartado nos proponemos desarrollar esas dimensiones, para
luego dar cuenta sobre cómo las mismas se vuelven motor para la participación y organización
de las mujeres, a partir de la categoría de cuidado ambiental. En esta línea, detectamos que la
interpretación con respecto a la dimensión ambiental se encuentra bastante vinculada con las
necesidades básicas a resolver y el acceso de recursos socioeconómicos y habitacionales. Por
tanto, nos interesa indagar acerca de las distintas maneras en las que las interlocutoras
interpretan y se vinculan con el medioambiente.
En este sentido, entretejimos los recuerdos de las mujeres que residían hace más tiempo
en la zona, quienes recuperan un antes semirural y una continuidad de hábitos rurales para la
subsistencia, como resultado de la urbanización no planificada y sobrepoblada en algunas de
las barriadas en el AR. Es decir, la no planificación de los barrios empobrecidos reconfiguró
las lógicas de subsistencia de las mujeres, lo que planteó una salida de los hogares hacia los
espacios públicos aledaños en búsqueda de formas de subsistencia, como lo son el reciclado de
basura, el «rebusque», el relleno de territorios de cuenca y la limpieza de los brazos de agua del
Río Reconquista.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
10
Aunado a esto, es interesante dar cuenta de las estrategias que despliegan las mujeres
residentes de esta zona, al revisar qué dimensiones de lo ambiental resultan relevantes para
ellas, cómo se relacionan ese ambiente a simple vista contaminado, qué significaciones dan a
esas interacciones y qué tácticas organizan para el cuidado. Además de cómo circula la noción
de cuidado en esa interacción con el medioambiente que profesan ellas en su diario vivir.
La salud como emergente del daño ambiental
La salud es la variable principal a partir de la cual lo ambiental es percibido como
problemático por las mujeres. Es decir que, frente al interrogante que moviliza este trabajo y
por donde indagamos en torno a cómo las mujeres migrantes perciben el medioambiente, el
concepto es materializado por las interlocutoras como aquellas afecciones que ellas detectan en
las infancias que cuidan en los comedores comunitarios, incluidos sus familiares. No obstante,
para las mujeres que trabajan en los residuos de la planta de reciclaje o limpian el Arroyo suelen
percibirlo en la piel, ya sea por el olor que les deja «meterse hasta dentro de la caca» (Rita,
comunicación personal) o por los sarpullidos que figuran en distintas partes del cuerpo, en
particular aquellas que quedan al descubierto de las protecciones que les otorga el uso de botas
de agua, gafas protectoras, cascos y guantes. Estas afecciones varían entre enfermedades como
el dengue, los problemas dermatológicos y respiratorias asma, neumonía y diversas dolencias
pulmonares crónicas que limitan el flujo de aire en los pulmones, denominadas como EPOC.
Algunas de ellas están asociadas a los desarmaderos de auto, donde se junta una gran cantidad
de «cacharos»
que acumulan agua estancada, así como también a los basurales, su
contaminación a las aguas subterráneas y la quema de basura.
Establecido lo anterior presentamos a Carolina (46 años), migrante de la provincia de
Misiones, Argentina, donde oficiaba como trabajadora pasera, refiere a las personas que
trasladan mercadería en los cruces de los ríos. En la actualidad es cocinera de un centro cultural
del barrio San Lorenzo, donde prepara los almuerzos para los niños del jardín que allí se ubica.
Al preguntarle por las problemáticas medioambientales de la zona, remite a un espacio basural
de lindero, donde a diario se quema basura. Ella suele ser quien cierra ventanas y puertas del
jardín cada vez que siente olor a basura quemada, además, asegura que esta práctica es el motivo
por el cual las infancias del barrio presentan problemas de pulmón.
Aunado a ello, algo similar señaló Élida (45 años), una migrante de Paraguay que vive
en el barrio Costa Rica. Al preguntarle por las problemáticas ambientales, lo suscribió de
manera directa a la salud de sus hijos e hijas, habló sobre el asma de estos y lo vinculó a la
contaminación que detecta en los «olores muy feos [que aparecen por las noches], no hay, en
mi familia, antecedente de asma. Y mis dos hijos tienen asma, y nos dijeron que, por lo menos
los médicos, que es por eso, por el lugar» (Élida, comunicación personal). A su vez, puede
inferirse que el cuidado ambiental, categoría que ampliaremos más adelante, aparece para Élida
en la educación que buscó para sus hijos, a quienes asegura haber insistido en que realicen sus
estudios secundarios en una escuela técnica para ser maestro mayor de obras, dado que, a
diferencia del bachillerato, «salen de ahí sabiendo levantar paredes» (Élida, comunicación
Categoría nativa que hace referencia a fragmentos o trozos que resultan de la rotura de distintos elementos de
metal, algunos de los cuales son vertederos peligrosos para la propagación de distintos mosquitos infecciosos.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
11
personal), que, como evidenciamos en este apartado, está vinculado con la mejora del entorno
de la población del AR.
Asimismo, la salud aparece ligada a la cuestión estructural en otras conversaciones,
como sucede en el caso de Paula, una referente barrial cooperativista del barrio Congregación,
quien establece que «acá el primer problema de salud es el hambre y las condiciones poco
dignas de las viviendas» (Paula, comunicación personal). A su vez, para ella, las problemáticas
medioambientales también están vinculadas a las condiciones de trabajo, de las familias, dado
que, según señala Paula, al liderar distintos programas de salud y saneamiento ambiental
observa en ellos condiciones de precariedad laboral en las que trabajan este grupo de personas.
Al realizar la entrevista tanto ella como el grupo de mujeres de su familia que son vecinas del
barrio, les preguntamos acerca de cómo percibían algunas afecciones en las niñeces que
concurren al comedor, sus hijos e hijas incluidos. Como respuesta, las tres señalaron que el
primer problema que presentan la población más joven es el hambre y la falta de un espacio de
contención. En el caso de la de menor edad, esta suele enfermarse de la piel en el verano, con
granos, forúnculos y sarpullidos, y en invierno son más proclives las enfermedades relacionadas
con el sistema respiratorio. Paula expresa que esto se da debido a que «están todo el día en la
calle, la cultura de la calle…juegan en la basura [] se van más al fondo y se meten al agua»,
aunado a que «sus casas no tienen condiciones dignas» (comunicación personal).
Por otro lado, la problemática ambiental aparece vinculada con los insumos que
consiguen para alimentarse. En este caso la hermana de Paula, Rita (53 años), vive en
Cochabamba, un barrio vecino. Están separadas por el trazado de las vías de tren de la línea
nacional Mitre, una montaña de basura y un brazo del arroyo en el cual trabajan junto a otras
mujeres cooperativistas. Rita nos comentó que, con su salario como trabajadora de saneamiento
del Arroyo, junto con el ingreso del salario de su marido y otros «rebusques», les alcanzaba
para mantener a su familia. Al volver a indagar sobre dichos rebusques, Rita los describió como
«salir a buscar comida», en referencia a las estrategias para conseguir insumos para preparar
alimentos, «salgo junto a mis hijas en dirección a la montaña de basura ubicada en la quema»
(comunicación personal).
Allí, cuenta Rita, cosechan verduras que crecen en el camino acelga, calabaza y
tomate. Sobre esto, nos aclara que jamás sufrieron repercusiones por comerlas y se encuentran
saludables, aunque no desconoce que estas crecen en un terreno impregnado de químicos
tóxicos que los trabajadores de una planta recicladora cercana vierten para acelerar la
descomposición de la basura. Sin embargo, ante la urgencia de «llenar la olla», al igual que
otras mujeres de la zona, manipula el habitar en la contaminación, puesto que, además de
percibir los olores que despiden el arroyo y el basural, su trabajo radica en la limpieza del arroyo
como tal.
Lo anterior se complementa con que, cuando le preguntamos acerca de su percepción
de las aguas del arroyo, nos expresó que estas se ven sucias y contaminadas por los desechos
que tiran las familias más precarias que viven en la parte nueva del barrio, la cual se ubica
cruzando el agua. Además, en el momento en el que realizamos un recorrido por el lugar,
observamos que estas familias viven en casas de cartón, lona y otros materiales emergentes.
Las mismas tiran sus desechos humanos y las aguas grises (con residuos de los detergentes que
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
12
utilizan para asearse y lavar la ropa) en las aguas del Arroyo. Rita también mencionó que ha
visto animales muertos en el arroyo y desechos de las fábricas del distrito.
Con base en lo anterior, Rita reconoció esta zona como un lugar de peligrosidad para la
salud, tanto propia como de las personas que trabajan junto con ella, hace referencia al mal olor
de las aguas, aclarando que este queda impregnado en las ropas de trabajo y en la piel, donde
también aparecen erupciones y sarpullidos sobre su brazo, hombro y espalda.
De manera que la afección medioambiental en no es comprendida como una
problemática per se, sino que se percibe en los cuerpos ajenos cuyo cuidado está bajo su
responsabilidad y en los cuerpos propios cuando estos son situados en el ámbito laboral. Estos
aspectos entran en relación con las reflexiones de Nari (2004) referidas al maternalismo político
y cómo las mujeres históricamente se comenzaron a vincular con el Estado a través de las tareas
de cuidado maternal. En el caso estudiado, la salud es una variable «a cuidar» que emerge en
nuestras conversaciones sobre las problemáticas ambientales que tenemos con nuestras
interlocutoras del campo. Al revisar cómo el cuidado operó en la investigación de Nari (2004)
como llave para luchar por otros derechos por fuera de la maternidad, se despierta el
interrogante sobre la posibilidad de que el cuidado sea reconfigurado por las mujeres migrantes
del AR, lo que les permite abrir puertas para su introducción en escenas donde no suele
concedérseles lugar.
El hábitat como expresión del daño ambiental
Ahora bien, al analizar los problemas ambientales por fuera de la corporalidad humana,
las reflexiones suelen vincularse con la vivienda propia, el entramado barrial y el acceso a
servicios básicos como la luz, el gas, el agua, las cloacas, la recolección de basura, entre otros.
Con respecto a la tarea de construcción como mejora de las condiciones de vida
ambientales, es ineludible asociarlo, por un lado, a la idea de progreso laboral marcado antes
por Paula, y también por Élida en relación con la educación que recibían sus hijos, y por otro
al interés comunitario barrial de la mejora de su entorno. En este segundo punto es importante
señalar que las construcciones que realiza la cuadrilla de obra que preside Paula son respetadas
en el barrio, puesto que son direccionadas hacia la mejora de las viviendas y veredas de los
vecinos del territorio.
En conjunción con lo anterior, se presenta a Elsa (66 años), una vecina chaqueña del
barrio Congregación, la cual nos expresa en sus relatos los recuerdos de un Área Reconquista
semirrural, donde era ella quien se quedaba a cargo «de mi rancho» y de sus hijos
(comunicación personal). Elsa conmemora que podía alimentar a sus hijos con lo que
cosechaba, cazaba o pescaba. No obstante, esas tierras cultivables y disponibles fueron
ocupadas por una creciente urbanización de casas no planificadas, la montaña de desechos de
los basurales ilegales a cielo abierto y el arroyo con aguas contaminadas.
En adelante, se observa cómo las experiencias de las mujeres, desde los límites de la
urbanidad, encuentran en los recursos propiciados por las organizaciones sociales y políticas
ampliar en cierto sentido sus márgenes de acción para la mejora de su entorno.
Así pues, está el caso de Mirta (41 años), una migrante paraguaya que lidera un
merendero junto a una connacional y una cooperativa textil en el barrio de Costa Rica, quien
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
13
nos contó sobre reuniones que se realizan en la capilla del barrio junto con distintos vecinos y
organizaciones sociales locales. El objetivo de aquellas reuniones, según Mirta, era pensar
soluciones para problemáticas ambientales del barrio, como aquella tratada en ese evento que
giraba en torno a «problemas que hay en el barrio» (comunicación personal). Cuando se le
preguntó en específico a qué se refería con las problemáticas, indicó que se trataba de postes de
luz y cableados instalados de forma precaria y peligrosa para las personas residentes.
Por consiguiente, a partir de los relatos, pensamos el concepto de cuidado ambiental
como categoría central en nuestro trabajo, no solo como aquella actividad que recae con peso
sobre las mujeres, sino debido a que se vuelve una herramienta fundamental de agencia y
ampliación de sus márgenes de acción. En este contexto, la organización es un elemento central
para pensar la transformación tanto de los espacios barriales, como para dar sentido a los
proyectos de vida. La participación en distintas cooperativas vinculadas a cuidados ambientales
y de hábitat permiten dar cuenta de este proceso en forma cristalizada. Si bien, las mujeres
realizan sus tareas de cuidados tanto de forma individual como colectiva, es esta última la que
nos ayuda a pensar cómo correr los márgenes de autonomía.
Ejemplo de ello es el caso de Paula, ella propuso abordar lo medioambiental desde su
cooperativa de obra y construcción para el mejoramiento de una plaza en un barrio ubicado en
el centro del AR, asimismo nos comentó en una de las entrevistas que ella había presentado un
proyecto de mejora ambiental al intendente, pero que eso no había prosperado. Este se trataba
de la construcción de unas rampas de cemento al lado de la costanera del arroyo de
Cochabamba, para que las personas arrimaran la basura allí y los desechos no llegaran a las
aguas del Arroyo. En lo que respecta a la nueva propuesta (mejora de la plaza), la referente
asoció este proyecto a la mejora ambiental y como la producción de espacios recreativos para
niños y niñas, dado que este lugar se encontraba en desuso.
Por otro lado, entendemos que la participación de mujeres, de clase baja, e inmigrantes
encuentra también su especificidad en las sociedades de origen y destino. La cultura política
donde los agentes se desenvuelven tiene figuras hegemónicas en relación con la clase, la etnia
y el género que reconfigura los modos de participación (Nejamkis 2014). En nuestro caso, se
ha observado una participación y una preocupación constante de las mujeres con respecto a los
problemas de su barrio. La organización comunitaria asociada a las mejoras barriales está bien
instalada en el Área Reconquista. Sin embargo, el cooperativismo no es solo una forma de
organización, sino también una salida laboral para la población del área.
Pongamos por caso a Rita (53), quien trabaja en el Programa Provincial Arroyo,
encargado de la limpieza y el saneamiento de los brazos de agua del Río Reconquista, en el
Partido de General San Martín; en su entrevista observamos algunas distinciones con respecto
a su identidad como trabajadora. Si bien el tipo de trabajo que realiza actualmente es percibido
por ella como que «hacemos una tarea insalubre» (comunicación personal), Rita se identifica
como trabajadora desde que participa del Programa de limpieza y saneamiento de aguas y
espacios verdes en el Área Reconquista. Respecto a su trayectoria laboral, agrega que antes
nunca había trabajado, expresión que llamo la atención a la investigación, ya que, al profundizar
la entrevista, nos comenta que en su cotidianeidad de años anteriores al ingreso al Programa,
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
14
salía todas las tardes con el carro a cirujear
por Capital Federal y volvía a las tres de la mañana.
Por lo que interpretamos que, a esa actividad, no la consideraba como laboral, sino una tarea
que reforzaba la economía familiar, sostenida por el ingreso de su pareja (comunicación
personal).
Luego, se presenta el caso de La Cooperativa 17 de octubre, esta es disruptiva en el
territorio por varias razones. En principio, porque está liderada por una mujer, lesbiana y madre:
Paula, y luego porque la composición de la cuadrilla es mixta. En su mayoría, aloja mujeres
que trabajan en labores tradicionalmente ejercidas por varones. Con respecto a esto, Paula
expresó «acá no hay trabajo de hombre o de mujer, acá hay trabajo que hacer para mejorar el
barrio, la casa de una vecina, pintar una escuela o levantar las paredes de un merendero, a donde
nos llaman y hay trabajo nosotras vamos» (comunicación personal).
Cuando le preguntamos a las trabajadoras acerca de qué cambios percibieron en su tarea
de mejora del ambiente, con la irrupción en los espacios políticos a partir del trabajo
cooperativo, Susana nos señaló que ahora les pagaban por esa actividad que ellas venían
llevando a cabo de forma gratuita. Ella agrega, con una conciencia ambiental, que antes del
dinero, como así también ahora, realizan ese trabajo para mejorar las condiciones de vida
alrededor de su vivienda.
En suma, las prácticas centrales, de lo que denominamos en este artículo como cuidado
ambiental, se han observado con mayor fuerza en las diferentes participaciones que las mujeres
tienen en las cooperativas o en el trabajo comunitario. En este sentido el cuidado se vuelve una
práctica política cotidiana, muchas veces invisibilizada tanto por las mujeres, el Estado, así
como por las organizaciones políticas del territorio.
En base a lo anterior, consideramos que es fundamental para nuestra investigación
avanzar en tres líneas de análisis. Por un lado, cómo es vivenciado la dimensión ambiental en
los sectores populares (Carman 2017; Auyero y Swistun 2008) con relación a los discursos
dominantes del cambio climático impartidos por las clases medias y altas. Por otro lado,
desentrañar acciones de respuesta, en torno a lo ambiental, más allá de los movimientos
ambientalistas y de la organización concreta. Y, por último, conocer cuáles son las
especificidades de este proceso en mujeres migrantes, las cuales presentan diversas
experiencias en relación con el habitar entre sus lugares de origen y destino.
Reflexiones finales
El trabajo de campo nos permitió comprender cuál es el lugar que estas mujeres otorgan
a las problemáticas del entorno, a la vez que evidenciar las estrategias que desarrollan en la
búsqueda de mejoras en esta área. Asimismo, nos llevó a reflexionar sobre cómo la dimensión
del cuidado se entrelaza constantemente con lo ambiental, lo cual torna imprescindible para
nuestro análisis la categoría de cuidado ambiental. Esta nos habilita unir varios conceptos sobre
los cuales indagamos a lo largo de nuestra investigación, a la vez que evidencia el accionar
El término alude a una manera de obtener recursos de la basura para sobrevivir, de la cual muchos residentes del
área se apropian como oficio, auto identificándose como cirujas: http://revistaanfibia.com/wp-
content/uploads/2014/06/iconoclasistas_PORTyAP.jpg
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
15
colectivo de las mujeres migrantes desde una perspectiva del cuidado, la misma se aleja de la
idea liberal que lo asocia a esferas individuales y del hogar.
Entonces, el proceso analítico de este artículo nos condujo a diversos cruces e
interrogantes. Por un lado, detectamos que las problemáticas medioambientales no son
entendidas por las mujeres migrantes que las padecen como una problemática per se. Estas las
localizan, primero, en los cuerpos ajenos a cargo de su cuidado y, luego, en las corporalidades
propias cuando éstas circulan en el ámbito laboral. Este último grupo de mujeres sabe que
exponen el cuerpo en lo profundo de la contaminación, reconocen el peligro, pero el sentido
que encuentran, lo expresan en cuanto a la salud en términos de «trabajo», «salario» y
«alimentos», al igual que lo asocian a la mejora de condiciones de vida de su familia, sobre
todo, en relación a la infraestructura barrial y de vivienda.
En ese sentido, la manera en la cual las migrantes de AR configuran el cuidado, incluida
la dimensión ambiental, les provee la posibilidad de adentrarse en las prácticas de organización
barrial, cooperativista y de participación política del área. Siendo que, como bien evidenciamos,
el cuidado aparece como sostenedor de gran parte del andamiaje territorial pensamos el cuidado
ambiental. No tanto como una actividad más para sumar a la sobrecarga de tareas de las mujeres
(que también lo es), sino como una herramienta fundamental de agencia y ampliación de sus
márgenes de acción. Son las mujeres las que, por un lado, entretejen saberes que conviven entre
conocimientos rurales y saberes socio comunitarios territoriales. Son, por otro lado, hábiles
interlocutoras que amplían sus márgenes hacia el acceso de recursos socioeconómicos. Con esta
lógica de agenciamiento motorizaron las acciones para conseguir dinero a través del cuidado
comunitario y el trabajo territorial.
En síntesis, entendemos que la categoría de cuidado ambiental nos permite unir varios
conceptos sobre los cuales se indagó a lo largo de nuestra investigación, lo cual nos ayuda a
ampliar el conocimiento acerca de cómo la dimensión global del cambio climático, puede ser
observado en lo local. Siendo que, desde la percepción local, el concepto de CC resulta lejano
a las problemáticas territoriales concretas se observó, como las mujeres se ven expuestas en lo
cotidiano y actúan sobre ello. Por lo tanto, la mitigación de las problemáticas medioambientales
en el territorio nos da pautas para comprender cómo se mueven los márgenes de acción de las
mujeres con respecto a sus lugares de origen y, al mismo tiempo, nos permite recuperar los
saberes rurales en la urbanidad.
Consideramos que esta polifonía nos invita a reflexionar en varios sentidos, sin
embargo, no quisiéramos dejar de expresar lo importante que es desligarse del velo clasista para
profundizar el nivel análisis a efectuar: una mirada sociológica objetiva nos permite visualizar
cómo estas mujeres refuerzan los lazos inter barriales, comunitarios y de cuidado, hacia sus
redes afectivas, cercanas y/o familiares. Por otra parte, es cierto que la contaminación en el
territorio ha crecido y es lógico que la peligrosidad de esta para la salud sea ineludible. No
obstante, el AR es «su casa y su barrio» (Comunicación personal) para estas mujeres, pues es
en ese territorio desde donde amplían sus márgenes de acción para «salir adelante»
(Comunicación personal) o lo que ellas ponderan para la obtención de recursos.
Es decir, a partir de un propio trabajo de reflexividad, como mujeres, universitarias y
de clase media nos preguntamos ¿quiénes somos nosotras para señalar cómo deben conseguir
sus recursos las mujeres que conviven con ambientes vulnerados?, ¿qué valorizaciones se
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
16
esconden detrás de apuntalarles trabajos «menos opresivos» a los cuales deberían acceder? Con
estas preguntas no queremos contraponer las experiencias entre investigadoras y mujeres
nativas, ni descentrar las responsabilidades de un Estado capitalista y patriarcal que ha
funcionado de forma efectiva por siglos. Por el contrario, nos proponemos habilitar canales de
reflexividad en torno al trabajo de campo, que nos permitan ampliar nuestros horizontes de
sentido al incorporar los saberes de las interlocutoras a las discusiones académicas.
Compartimos nuestros propios cuestionamientos y dejamos estas indagaciones abiertas con la
intención de profundizarlas en el futuro.
Agradecimiento
Agradecemos a quienes integran el proyecto “Estrategias socioambientales para
fortalecer la resiliencia de las mujeres trabajadoras migrantes en la Cuenca del Río Reconquista,
Buenos Aires, Argentina” IDRC-UNSAM por sus aportes a estas reflexiones, como también a
las distintas referentes barriales que abrieron sus puertas al proyecto y aportaron también al
análisis, y a las evaluadoras que aportaron de forma sustancial a nuestro estudio.
Contribución: Todas las autoras participamos en igual medida, con el aporte de datos de trabajo
de campo, análisis y apoyo teórico.
Apoyo financiero: La investigación en curso es financiada por el International Development
Research Centre de Canadá y apoyada por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la
Universidad Nacional de San Martín, Argentina.
Referencias
Auyero, Javier, y Debora Swistun. 2008. Inflamable estudio del sufrimiento ambiental. Buenos
Aires: Paidós.
Carman, María. 2017. Las fronteras de lo humano: cuando la vida humana pierde valor y la
vida animal se dignifica. Buenos Aires: Siglo XXI.
Clifford, James. 1988. Dilemas de la cultura. Antropología, literatura y arte en la perspectiva
posmoderna. Buenos Aires: Editorial Gedisa.
Da Matta, Roberto. 1999. «El oficio del etnólogo o como tener 'Anthropological Blues'». En
Constructores de Otredad, de Mauricio Boivin y Ana Rosato, 172-178. Buenos Aires:
Antropofagia.
Durand, Leticia. 2008. «De las percepciones a las perspectivas ambientales. Una reflexión
teórica sobre la antropología y la temática ambiental». Nueva Antropología, vol. XXI,
(68): 75-87.
Esquivel, Valeria. 2013. El cuidado en los hogares y las comunidades. Informes de
investigación, documento conceptual, Buenos Aires: OXFAM.
Fals Borda, Orlando. 2013. «Ciencia, compromiso y cambio social». En Colección pensamiento
latinoamericano. Buenos Aires.
Faur, Eleonor. 2005. «Género y conciliación familia-trabajo: legislación laboral y
subjetividades masculinas en América Latina». En Cohesión Social, Políticas
Conciliatorias y Presupuesto Público. Una mirada desde el género. Ciudad de México:
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
17
UNFPA-Equipo de Apoyo Técnico para América Latina y Caribe; Cooperación Técnica
Alemana (GTZ)-Proyecto de Política Fiscal Pro-Equidad de Género en América Latina
y Caribe: 120-129.
Fournier, Marisa. 2017. «La labor de las trabajadoras comunitarias de cuidado infantil en el
conurbano bonaerense ¿Una forma de subsidio de «abajo hacia arriba». En Trabajo y
Sociedad, (28): 83-108.
Gilligan, Carol. 2013. La ética del cuidado. Barcelona: Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols
i Lucas.
Guizardi, Menara, Herminia Gonzálvez Torralbo y Carolina Stefoni. 2018. «De feminismos y
movilidades. Debates críticos sobre migraciones y género en América Latina». En
Rumbos TS, año XIII, (18): 37-66.
Herrera, Gioconda. 2012. «Género y migración internacional en la experiencia latinoamericana.
De la visibilización del campo a una presencia selectiva» Política y sociedad, 49 (1):
35-46.
Kunin, Johana. 2018. «Prácticas de cuidado, mujeres y agencia en el interior rural de Buenos
Aires». En Periféria, revista de recerca i formació en antropologia, 23 (2): 43-69.
Laugier, Sandra. 2015. «Care, enviroment et éthique globale». En Cahiers du Genre (59): 127-
152.
Letablier, Marie-Thérèse. 2007. «El trabajo de «cuidados» y su conceptualización en Europa.»
En Trabajo, género y tiempo social, de C. Prieto. Madrid: Hacer-UCM.
Lugones, Maria. 2005. «Multiculturalismo radical y feminismos de mujeres de color». En
Revista Internacional de Filosofía política, (25): 61-76.
Magliano, María José. 2015. «Interseccionalidad y migraciones: potencialidades y desafíos».
En Revista Estudos Feministas, 23: 691-712.
Mallimacci, Ana Inés. 2012 «Revisitando la relación entre géneros y migraciones: Resultados
de una investigación en Argentina», En Mora, 18(2).
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1853-
001X2012000200006&script=sci_arttext
Martínez Pizarro, Jorge. 2003. El mapa migratorio de América Latina y El Caribe, las mujeres
y el género. Santiago de Chile: Serie Población y Desarrollo, CELADE-CEPAL.
Mohanty, Chandra Talpade. 2003. Feminism Without Borders. Decolonizing Theory,
Practicing Solidarity. Estados Unidos: Duke University Press.
Nari, Marcela. 2004. Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires: Biblos.
Nejamkis, Lucila. 2014. «Construyendo ciudadanías, descubriendo identidades: apuntes para
una lectura de la participación política de inmigrantes paraguayas en Argentina». En
Revista Naveg@merica, Revista electrónica de la Asociación Española de
Americanistas, Universidad de Murcia Ediciones, (13): 1-19.
Pateman, Carol. 1995 [1988]. El contrato sexual. México: Anthropos.
Pautassi, Laura y Carla Zibecchi. 2010. La provisión de cuidado y la superación de la pobreza
infantil. Programas de transferencias condicionadas en Argentina y el papel de las
organizaciones sociales y comunitarias. Santiago de Chile: CEPAL-ONU-UNICEF.
Pereyra, Francisca y Valeria Esquivel. 2017. «Trabajadoras y trabajadores del cuidado en
Argentina». En Trabajo y Sociedad, (28): 5-10.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
18
Pérez Orozco, Amaia. 2006. «Amenaza tormenta: La crisis de los cuidados y la reorganización
del sistema económico». En Revista de Economía Crítica, (5): 7-37.
Precarias a la deriva. 2005. «Una huelga de mucho cuidado», En Contrapoder 8, Madrid,
primavera-verano.
Potocko, Alejandra. 2018. «Transformaciones de un territorio fluvial. Urbanización y
regulación hídrica del río Reconquista (Buenos Aires, Argentina)». En Revista de
Geografia e Ordenamento do Território Universidade do Porto - Faculdade de Letras
Porto, Got, 14: 283-283.
Rappaport, Joanne. 2018. «Más allá de la observación participante: la etnografía colaborativa
como innovación teórica». En Prácticas otras de conocimiento(s). Entre crisis, entre
guerras. Tomo I, de Xochitl Leyva, 323-352. México: Cooperativa Editorial RETOS,
Taller Editorial La Casa del Mago, CLACSO.
Rico, María Nieves. 1998. Género, medio ambiente y sustentabilidad del desarrollo. Santiago
de Chile: CEPAL.
Rodríguez Enriquez, Corina y Gabriela Marzonetto. 2015. «Organización social del cuidado y
desigualdad: el déficit de políticas públicas de cuidado en Argentina». En Revista
Perspectivas de Políticas Públicas, 4 (8): 103-134.
Roncoli, Carla, Todd Crane y Ben Orlove. 2009. «Chapter Three: Fielding Climate Change in
Cultural Anthropology». En Anthropology and Climate Change: From Encounters to
Actions, de Susan A Crate y Mark Nuttall, 87-115. Nueva York: Routledge.
Rosas, Carolina. 2018. «Mujeres migrantes en el cuidado comunitario. Organización, jerarquías
y disputas al sur de Buenos Aires». En Experiencias y vínculos cooperativos en el
sostenimiento de la vida en América Latina y el sur de Europa, de Cristina Vega, Raquel
Martínez-Buján y Myriam Paredes, 299-321. Madrid: Traficantes de sueños.
Strathern, Marilyn. 1984. «Domeslicity and the denigration of women». En Rethinking
Women's Roles: Perspectivas from the Pacific, de Denise O'Brien y Sharon Tiffany, 13-
31. Berkeley: University of California Press.
Svampa, Maristella. 2018. Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos
socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. México: CALAS,
Universidad de Guadalajara.
UN Women Watch. 2009. «Women, Gender Equality and Climate Change». Acceso el 1 de
junio 2020
https://www.un.org/womenwatch/feature/climate_change/downloads/Women_and_Cli
mate_Change_Factsheet.pdf
Vargas Easton, Gabriel, Sonia Pérez Tello y Paulina Aldunce Ide. 2018. Aluviones y resiliencia
en Atacama. Construyendo saberes sobre riesgos y desastres. Chile: Social-ediciones,
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.
Vázquez García, Verónica, Marta Patricia Castañeda Salgado, Naima Cárcamo Toalá y Anayeli
Santos Tapia. 2016. Género y medio ambiente en México. Ciudad de México:
Universidad Nacional Autónoma de México.
Tronto, Joan. 1994. Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care. Nueva York:
Routledge.
Volumen 100 (2) 2021: 1-19 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v100i2.42140
E-ISSN: 1659-2859
19
Wainerman, Catalina. 2003. «Familia y Trabajo. La reestructuración de las fronteras de
género». En Familia y trabajo recreando relaciones de género, de C. Wainerman
(comp.). Buenos Aires: UNICEFFondo de Cultura Económica.
Zibecchi, Carla. 2019. «Trabajo y relaciones de cuidado en el espacio comunitario». En Los
derroteros del cuidado, de Gabriela Nelba Guerrero, Karina Inés Ramacciotti y Marcela
Zangaro, 113-127. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.