colectivo de las mujeres migrantes desde una perspectiva del cuidado, la misma se aleja de la
idea liberal que lo asocia a esferas individuales y del hogar.
Entonces, el proceso analítico de este artículo nos condujo a diversos cruces e
interrogantes. Por un lado, detectamos que las problemáticas medioambientales no son
entendidas por las mujeres migrantes que las padecen como una problemática per se. Estas las
localizan, primero, en los cuerpos ajenos a cargo de su cuidado y, luego, en las corporalidades
propias cuando éstas circulan en el ámbito laboral. Este último grupo de mujeres sabe que
exponen el cuerpo en lo profundo de la contaminación, reconocen el peligro, pero el sentido
que encuentran, lo expresan en cuanto a la salud en términos de «trabajo», «salario» y
«alimentos», al igual que lo asocian a la mejora de condiciones de vida de su familia, sobre
todo, en relación a la infraestructura barrial y de vivienda.
En ese sentido, la manera en la cual las migrantes de AR configuran el cuidado, incluida
la dimensión ambiental, les provee la posibilidad de adentrarse en las prácticas de organización
barrial, cooperativista y de participación política del área. Siendo que, como bien evidenciamos,
el cuidado aparece como sostenedor de gran parte del andamiaje territorial pensamos el cuidado
ambiental. No tanto como una actividad más para sumar a la sobrecarga de tareas de las mujeres
(que también lo es), sino como una herramienta fundamental de agencia y ampliación de sus
márgenes de acción. Son las mujeres las que, por un lado, entretejen saberes que conviven entre
conocimientos rurales y saberes socio comunitarios territoriales. Son, por otro lado, hábiles
interlocutoras que amplían sus márgenes hacia el acceso de recursos socioeconómicos. Con esta
lógica de agenciamiento motorizaron las acciones para conseguir dinero a través del cuidado
comunitario y el trabajo territorial.
En síntesis, entendemos que la categoría de cuidado ambiental nos permite unir varios
conceptos sobre los cuales se indagó a lo largo de nuestra investigación, lo cual nos ayuda a
ampliar el conocimiento acerca de cómo la dimensión global del cambio climático, puede ser
observado en lo local. Siendo que, desde la percepción local, el concepto de CC resulta lejano
a las problemáticas territoriales concretas se observó, como las mujeres se ven expuestas en lo
cotidiano y actúan sobre ello. Por lo tanto, la mitigación de las problemáticas medioambientales
en el territorio nos da pautas para comprender cómo se mueven los márgenes de acción de las
mujeres con respecto a sus lugares de origen y, al mismo tiempo, nos permite recuperar los
saberes rurales en la urbanidad.
Consideramos que esta polifonía nos invita a reflexionar en varios sentidos, sin
embargo, no quisiéramos dejar de expresar lo importante que es desligarse del velo clasista para
profundizar el nivel análisis a efectuar: una mirada sociológica objetiva nos permite visualizar
cómo estas mujeres refuerzan los lazos inter barriales, comunitarios y de cuidado, hacia sus
redes afectivas, cercanas y/o familiares. Por otra parte, es cierto que la contaminación en el
territorio ha crecido y es lógico que la peligrosidad de esta para la salud sea ineludible. No
obstante, el AR es «su casa y su barrio» (Comunicación personal) para estas mujeres, pues es
en ese territorio desde donde amplían sus márgenes de acción para «salir adelante»
(Comunicación personal) o lo que ellas ponderan para la obtención de recursos.
Es decir, a partir de un propio trabajo de reflexividad, como mujeres, universitarias y
de clase media nos preguntamos ¿quiénes somos nosotras para señalar cómo deben conseguir
sus recursos las mujeres que conviven con ambientes vulnerados?, ¿qué valorizaciones se