Dossier especial Jornada de Estudios
en Chambéry, Francia, 2021: 1-21 Julio-Diciembre
DOI 10.15517/rr.v0i0.43872
empleado de la palabra. De hecho, la Organización Mundial de la Salud define la
violencia como «[e]l uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de
amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause
o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos
del desarrollo o privaciones» (OMS 2002, 3). A su vez, si el perímetro de la violencia
cambia según las sociedades y las épocas, su forma más radical; es decir, el homicidio, es
considerado desde la Antigüedad griega como uno de los crímenes más graves, lo cual ya
se encuentra entre los más tratados en el libro IX del tratado de las leyes de Platón (1999),
dedicado al derecho criminal.
En el contexto de la formación y del desempeño de las sociedades humanas, la
violencia adquiere frecuentemente un motivo o un alcance político. Lo político se
relaciona de manera muy estrecha con la conquista y el ejercicio del poder, que descansa
a su vez sobre el uso de la fuerza física. Esto constituye, según Norberto Bobbio (1989),
la condición necesaria, pero no suficiente, de la existencia del poder político. En las
sociedades contemporáneas, el Estado representa el poseedor del «derecho exclusivo de
usar la fuerza sobre un territorio» (108-109).
Ahora bien, el área de estudio de este trabajo es el Triángulo Norte centroamericano,
que constituye un espacio bastante homogéneo. De esta manera, Guatemala, El Salvador
y Honduras comparten los mismos desafíos económicos, sociales y demográficos. Los
tres están dentro de los cinco países hispanoamericanos con el nivel de PIB per cápita
más bajo y son focos de emigración masiva, como lo ilustra el caso de las caravanas de
migrantes que caminan hacia EE.UU. en busca de un porvenir más próspero y seguro
(Cheatham 2019).
Asimismo, los tres Estados comparten una historia política muy similar, desde el
periodo colonial —al formar parte de la Capitanía General de Guatemala y posteriormente
de la República Federal de Centro América— hasta la actualidad, con la presencia de
dictaduras militares y una transición hacia regímenes liderados por civiles en las últimas
dos décadas del siglo XX. En la historia centroamericana reciente, la violencia política ha
sido ejercida por grupos distintos, como las guerrillas, las maras, etc. Sin embargo, la
principal expresión de violencia política en la región es la represión por parte de varios
organismos asociados con el Estado, como lo demuestra la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico (1999c) en el informe «Memoria del silencio» para Guatemala,
ya que les atribuye el 93 % de las violaciones de derechos humanos y de los hechos de
violencia entre 1962 y 1996. Si bien la situación de los otros dos países del triángulo
centroamericano no es idéntica a la guatemalteca, también se caracterizan por tensiones
sociales muy fuertes y el predominio de regímenes militares hasta la década de los
ochenta, ya sea en un contexto de guerra civil como en El Salvador o sin guerra civil
como en Honduras (Torres Rivas 1993).
Cabe resaltar que la represión política apunta de manera más apremiante a
determinados sectores de la población que se oponen de una manera u otra al «orden