el caso de las zonas urbanas es claro, cuando la infraestructura para la movilidad urbana
donde prima el auto privado o el transporte público, y las vías de acceso son más propensas
a deslizamientos o quedar incomunicadas por una inundación.
En el caso específico del abandono, resulta interesante observar como las
infraestructuras para la movilidad motorizada y masiva -en gran medida mega estructuras-
requieren muchos recursos para su mantenimiento. Su construcción y mantenimiento
responden a una lógica de planificación, sobre todo estatal, de una ruta que conecte un punto
A con otro B. En el momento en que estás infraestructuras sean poco funcionales a los fines
para los que fue creada, tendrá pocas posibilidades de transformación e implicará un cambio
en los patrones de vida de las personas que viven en sus inmediaciones, y aún más para
aquellas que dependan de los flujos económicos y sociales que estas producían. Si bien son
los menos de los casos, existen ejemplos de recuperación a nivel urbano de infraestructuras
abandonadas, como la High Line de New York transformada la antigua vía en un parque línea
a través de una intervención de arquitectura paisajística.
Otro aspecto para tomar en cuenta, y que se ha estudiado desde los trabajos de las
infraestructuras para la movilidad, es que las características arquitectónicas e ingenieriles de
la construcción para un mismo medio de transporte, por ejemplo, un metro a nivel de la calle,
aéreo, o subterráneo, va a generar distintas afectaciones sociales, pero también a nivel
económico y ambiental (Richardson y Jensen 2008; Calonge 2017). Esto es fundamental, ya
que pone en evidencia la necesidad de identificar cómo la forma de la infraestructura se
entremezcla con la morfología, y cómo esto a su vez tiene implicaciones sobre la vida
cotidiana de las personas en sus relaciones espacio-tiempo; aspectos ya explorados por
Walter Benjamin y Henri Lefebvre para el análisis de la ciudad.
Notas finales
Traté de mostrar brevemente algunas ideas de cómo las infraestructuras tienen
implicaciones sociales diferenciadas según sus tipos, las características de su forma, el lugar
en el que se implementan, y las condiciones sociales de las poblaciones que interactúan con
ellas. Me basé en algunos aspectos generales que se han analizado para el caso de la
infraestructura de movilidad humana. En el proceso, se discutió además sobre otras
infraestructuras como las de servicios e información. Se debe profundizar más en posteriores
trabajos sobre el tema de las infraestructuras desde la interacción de los actantes (teoría del
actor-red de Bruno Latour), así como otros trabajos que discuten las implicaciones político-
económicas que determinan la necesidad y ubicación de determinada estructura en lugares
específicos (teoría de la urban growth machine de Logan y Molotch, 2013). La intención es
posicionar el abordaje desde las ciencias sociales de la movilidad –sobre todo urbana- para
el caso costarricense. Son pocos los trabajos a los que les han interesado acercarse a este
fenómeno de estudio, y al ser una problemática cada día creciente en el país, es pertinente
que se creen agendas de investigación para su compresión y análisis. El estudio de las
infraestructuras para la movilidad y sus implicaciones es un buen punto de partida, tanto para
el ámbito académico como para la planificación del territorio y la generación de políticas
públicas.