Dossier especial X Jornadas de Investigación: 1-11
DOI 10.15517/rr.v0i0.46138
E-ISSN: 1659-2859
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Acción social, docencia e investigación en la Universidad de Costa Rica y su
articulación
Social Action, Teaching and Research at the University of Costa Rica and its
Articulation
Silvia Azofeifa Ramos,
silvia.azofeifaramos@ucr.ac.cr
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Instituto de Investigaciones
Sociales, Universidad de Costa
Rica
Resumen
Introducción
En el 2018 se cumplió 100 años de la Reforma de
Córdoba, evento que sentaría las bases para el modelo
universitario latinoamericano que moldea a la
Universidad de Costa Rica desde su fundación.
Objetivo
En el marco de las X Jornadas de Investigación del
Instituto de Investigaciones Sociales, se hace una
revisión de las propuestas y compromisos de la Reforma
de Córdoba para analizar la acción social (extensión
universitaria) como pilar de la Universidad de Costa
Rica, junto con la investigación y la docencia.
Método
Para ello se hace una revisión histórica del contexto en
el que surge la Reforma de Córdoba en 1918. Se repasa
la manera en la que la Universidad de Costa Rica ha
concebido la acción social y algunos de los debates que
la atraviesan actualmente.
Resultados
A partir de 1918 se constituyó un modelo universitario
original y contextualmente adaptado a las demandas
sociales de la época, muchas de las cuales siguen
vigentes. Se identifican vínculos para que esta
actividad funcione de manera articulada con la
investigación y la docencia.
Conclusiones
Se concluye que no es ético repetir discursos
“decoloniales”, si reproducimos este tipo de prácticas
desde nuestro quehacer académico, al conservar toda la
producción intelectual y los conocimientos técnicos que
aquí se adquieren, únicamente para quienes nos
encontramos dentro de los muros universitarios.
Palabras clave: Participación comunitaria, Enseñanza
superior, Enseñanza pública, Universidad abierta,
Política social.
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DOI 10.15517/rr.v0i0.46138
E-ISSN: 1659-2859
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Cómo citar:
Azofeifa Ramos, Silvia. 2021.
Acción social, docencia e
investigación en la Universidad
de Costa Rica y su articulación.
Revista Reflexiones Dossier
especial X Jornadas de
Investigación. DOI
10.15517/rr.v0i0.46138
Abstract
Introduction
2018 marked the 100th anniversary of the Córdoba
Reform, an event that would lay the foundations for the
Latin American university model that has shaped the
University of Costa Rica since its foundation.
Objective
Within the framework of the X Research Conference of
the Institute of Social Research, a review of the
proposals and commitments of the Córdoba Reform is
made, to analyze social action (university extension) as
a pillar of the University of Costa Rica, together with
the research and teaching.
Method
For this, a historical review of the context in which the
Cordoba Reform arose in 1918 is made. The way in
which the University of Costa Rica has conceived social
action and some of the debates that currently go through
it is reviewed.
Results
Starting in 1918, an original university model was
constituted and contextually adapted to the social
demands of the time, many of which are still in force.
Links are identified so that this activity works in an
articulated way with research and teaching.
Conclusions
It is concluded that it is unethical to repeat "decolonial"
discourses, if we reproduce this type of practice from
our academic work, by preserving all the intellectual
production and technical knowledge acquired here, only
for those of us within the university walls.
Key Words: Community participation, Higher
education, Public education, Open universities, Social
policy.
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Introducción
Este año se cumplieron 100 años de la Reforma de Córdoba, un momento histórico que
cambió la dirección que tomaría la universidad pública latinoamericana, convirtiéndola en
un modelo de universidad que emergió desde este contexto y que incluso ha llegado a
influenciar la labor que realizan universidades en otras latitudes.
En una universidad que año con año sufre cada vez más transformaciones en el trabajo
que considera prioritario, la Universidad de Costa Rica (UCR) debe reflexionar acerca del
papel de la Acción Social (Extensión Social o Extensión universitaria) su función y las
implicaciones éticas que comprende. La Acción Social, como actividad sustantiva de la UCR
está llamada a constituirse en el eje articulador entre la docencia y la investigación, de manera
tal, que se aprovechen los vínculos y posibilidades que las propias comunidades brindan, y
se genere un mayor impacto en los resultados de los proyectos que se desarrollan en su
territorio y con su población.
Esta articulación debe realizarse desde abajo, esto es, desde las propias unidades
académicas (facultades, escuelas, institutos y centros de investigación) y su respectiva
población estudiantil. Sin embargo, esta aspiración es cada día más difícil de completar, por
razones de diverso origen, entre las cuales se encuentran las normativas cada vez más
restrictivas debido a presiones presupuestarias que priorizan los intereses administrativos.
Además, el estatus que se le brinda a la Docencia, a la Investigación y a la Acción Social
respectivamente dentro del ámbito académico es un factor que hace que a la población
docente le resulta más rentable adquirir experiencia en investigación o en Docencia y, por
ende, esto resulta más atractivo que desarrollar proyectos de Acción Social.
Además, se suman temas que, aunque no forman parte de la agenda de trabajo o de los
planes de estudios de la universidad, su trascendencia social, política y económica, hace que
la institución deba utilizar tiempo y recursos para debatir sobre ellos. Algunos ejemplos de
esto son: las constantes amenazas de recortes presupuestarios en el Fondo Especial para la
Educación Superior (FEES), la defensa de la educación, el empleo público y los derechos
laborales de la sociedad en general, la vigilancia política de casos de corrupción dentro del
Estado, la protección de los derechos ambientales especialmente en regiones de interés
turístico, entre muchas otras y de muy diversa índole. Todo esto diluye los límites entre las
tres actividades, lo que a su vez abre muchas posibilidades de articulación para lograr una
transformación social más efectiva e integral.
La Acción Social en el modelo universitario latinoamericano
En 1808 Napoleón dispuso que todo el sistema de educación, y la educación superior
en particular, estaría sujeta a la intervención del Estado, de manera que pudiera mantenerla
sometida al poder central. En dicho proceso se eliminaron materias como filosofía y
literatura, por considerar que fomentaban el pensamiento crítico en el estudiantado. Por eso,
al hablar del modelo napoleónico de universidad, nos referimos a una universidad despojada
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de autonomía y sometida a los deseos del emperador quien decidía quienes eran los
profesores y qué materias se enseñaban, tomando el control total de la docencia (Arredondo
2011).
A partir de lo anterior surgió una universidad pública que en Latinoamérica, hasta
inicios del siglo XX, seguía reflejando las estructuras sociales que la Independencia no logró
modificar, seguían siendo ‘virreinatos del espíritu’ y conservaban, en esencia, su carácter de
academias señoriales” (Tünnermann 2008, 39). Así, estas universidades, se limitaban a
responder a las necesidades de clase dominante de la sociedad, quienes ostentaban el poder
político y económico y que, de alguna manera, reproducía las estructuras de la sociedad
latinoamericana en general.
A raíz de los cambios sociopolíticos y económicos que se experimentaban en esta
región a inicios del siglo XX, en 1918 inicia un movimiento que clama por el acceso a la
universidad para las clases medias. Universidad que para ese entonces, estaba controlada por
la vieja oligarquía terrateniente y el clero (Tünnermann 2008), es por esto que el principal
pilar de la Reforma de Córdoba fue la pugna por la autonomía universitaria. Asimismo, esta
transformación implicó cambios en un marco aún más amplio que los aspectos docentes, y
se extendió hasta el cuestionamiento sobre la función social de la universidad al tomar parte
en las discusiones y decisiones políticas nacionales y regionales.
A partir de esta incursión política de la universidad en la realidad nacional y regional,
es que surge lo que hoy día se conoce como extensión universitaria. Junto a la autonomía y
el cogobierno, la misión social de la universidad fue el tercer pilar de la reforma, con el cual
se perseguía una vinculación más estrecha con la sociedad y con sus problemas. También,
propició la participación de la mayor cantidad de sectores sociales, en la discusión y
propuesta de soluciones sobre los problemas nacionales y regionales (Tünnermann 2008).
Dentro de las formas que se propusieron para estrechar la relación de la universidad
con la sociedad se encuentran: el que este acceso de la universidad a la sociedad sea libre de
prejuicios y limitaciones por clase, casta o familia
, la enseñanza en seminario, coloquios y
mesas redondas. Además, se propuso inaugurar las Universidades Populares, estableciendo
la obligación del estudiante de ser profesor de quienes supieran menos que él, especialmente
de obreros y campesinos (Sánchez, 1969 citado en Tünnermann 2008), y por último, la
divulgación de los actos universitarios y la extensión cultural, la cual se nutre del contacto
con las comunidades tanto como las alimenta.
Todas estas transformaciones dieron lugar a un modelo universitario latinoamericano,
que se origina en esta región como respuesta a las necesidades del contexto socio histórico
en el que tuvo lugar. Incluso 100 años después de que esta reforma tuviera lugar, algunas de
Esto es particularmente novedoso, si se toma en cuenta que hasta entonces la universidad era un privilegio al
que sólo podían acceder los hijos de familias económicamente poderosas y consistía más en un legado o una
herencia que se hacía de generación en generación, que un derecho al que podía acceder cualquiera, incluso si
no pertenecía a estos círculos de poder.
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estas necesidades permanecen: desigualdad social y la adopción de modelos universitarios
diseñados para sociedades e instituciones con características muy diferentes a las de la región
latinoamericana.
El modelo universitario latinoamericano no es un modelo acabado, puesto que se
transforma continuamente. Incluso en la actualidad, es posible afirmar que se entreteje con
el ingreso de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE),
entre otros. Éstos han buscado someter las universidades públicas a políticas educativas y
laborales de corte neoliberal, tal como concluyen Carmen Caamaño y Flory Chacón en su
investigación titulada Procesos de mercantilización en la universidad pública en el periodo
neoliberal y sus efectos sobre el trabajo en la academia: Un estudio de casos (Caamaño y
Chacón 2018).
Los logros de la Reforma de Córdoba, fueron contemplados como principios
fundadores, e incluso en la actualidad se siguen defendiendo sus pilares centrales: autonomía,
cogobierno y el vínculo universidad-sociedad. La pregunta ¿qinterpreta cada quien por
cada uno de estos pilares?, es un debate frecuente en los espacios de discusión sobre la acción
social en la universidad, tal como lo evidenció el Foro de Acción Social de la Universidad de
Costa Rica en octubre del 2017 (Universidad de Costa Rica 2017).
La Acción Social en la Universidad de Costa Rica
Los planteamientos de la Reforma de Córdoba, son recogidos en la ley orgánica de la
Universidad de Costa Rica, durante su fundación en 1940.
En cuanto a la acción social específicamente, el estatuto orgánico señala en su artículo
5 que ésta debe “estimular la formación de una conciencia creativa y crítica, en las personas
que integran la comunidad costarricense, que permita a todos los sectores sociales participar
eficazmente en los diversos procesos de la actividad nacional” (Universidad de Costa Rica,
1974, art. 5). De igual manera identifica como uno de sus deberes «Estudiar los problemas
de la comunidad y participar en proyectos tendientes al pleno desarrollo de los recursos
humanos, en función de un plan integral, destinado a formar un régimen social justo, que
elimine las causas que producen la ignorancia y la miseria, así como a evitar la indebida
explotación de los recursos del país» (Universidad de Costa Rica 1974, art. 5).
Actualmente la Universidad de Costa Rica, cuenta con varias modalidades en las que
realiza Acción Social como parte de sus responsabilidades, al ser la universidad pública más
grande del país, y una de las más reconocidas de Centroamérica. Dentro de estas modalidades
podemos contar el Trabajo Comunal Universitario (TCU), la extensión docente para
propuestas de educación continua y educación abierta, la extensión cultural como plataforma
para la creación de grupos culturales y artísticos que visitan las comunidades e intercambian
prácticas culturales con la población.
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Recientemente se inclula modalidad de Iniciativas Estudiantiles, que consiste en
proyectos diseñados por estudiantes a partir de una necesidad detectada en una comunidad
con la que hayan tenido un contacto previo. Estas propuestas estudiantiles concursan por
fondos de la Vicerrectoría de Acción Social y son acompañados por un equipo de docentes
que cuenta con experiencia en el trabajo con comunidades y asesora sus diseños desde que
entran a concursar hasta que lo concluyen y presentan los resultados.
No obstante, a pesar de que forma parte de su mandato y que cuenta con un porcentaje
de los fondos universitarios para su sostenimiento, no existe un consenso intra e
interuniversitario sobre las implicaciones epistemológicas, teóricas, metodológicas, éticas y
procesuales a la hora de desarrollar proyectos de acción social. De hecho, algunos de los
puntos en los que suele haber más debates son aquellos que tocan preguntas medulares, tales
como ¿qué es la acción social? ¿para qué y para quién hacemos acción social? ¿con qué
sectores de la sociedad costarricense debemos hacer acción social?, entre otras.
Definir qué es lo que deberíamos de entender por acción social universitaria, es una
discusión que circula en los espacios en donde se discuten estos temas, desde hace varios
años. Pese a que la mayoría parece concordar con que la acción social no es una actividad
asistencial, de intervención o de diagnóstico, ha resultado difícil de definirla por lo que sí es,
por sus funciones y por el cómo es llevada a la práctica a la hora de trabajar con comunidades
fuera de la universidad.
Un ejemplo de este tipo de debates es si la acción social debería de tener la posibilidad
de ser remunerada o no, ante lo cual la Universidad de Costa Rica ha asumido una posición
institucional favorable e incluso ha creado el Reglamento de la Universidad de Costa Rica
para la vinculación remunerada con el sector externo, en donde contempla las actividades
de Acción Social como una vía para adquirir recursos económicos (Universidad de Costa
Rica 2017, art. 4), pese a que un importante sector de la comunidad universitaria tiene fuertes
críticas a este tipo de vínculo, por desvirtuar el modelo solidario y retributivo del trabajo con
las comunidades, y someterlo a una lógica mercantil y capitalista.
Otro debate importante que han traído los cambios políticos, económicos y sociales
contemporáneos es el alcance que debería tener la universidad con sus intervenciones en las
comunidades, y velar por no sustituir las funciones de otras instituciones públicas presentes
en la localidad, e incluso las funciones de aquellas que están ausentes. Si bien es cierto, a
partir de los Programas de Ajuste Estructural implementados en los 80 el Estado costarricense
y sus instituciones se han reducido progresivamente. Estas transformaciones han aumentado
la vulnerabilidad de la mayoría de la población, lo cual se ha querido subsanar con la acción
social universitaria y la labor de estudiantes no graduados en la atención de la población cuya
vulnerabilidad se incrementó en el proceso.
Un ejemplo de lo anterior ocurre con la Escuela de Psicología, a donde frecuentemente
diferentes organismos e instituciones buscan estudiantes que puedan apoyar en la atención
psicológica de poblaciones que han atravesado por experiencias de proporciones dramáticas:
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damnificados por desastres ambientales, población refugiada, víctimas de tortura, víctimas
de violencia intrafamiliar, entre otras. Un proyecto de TCU de la Escuela de Formación
Docente se dedica a brindar tutorías para estudiantes de secundaria y a prepararles para las
pruebas de bachillerato, ésta sin duda alguna es una labor bienintencionada y necesaria, pero
que no sería necesario que la universidad la desempeñe si se atendiera esta necesidad desde
los propios centros educativos a los que esta población acude.
Justamente la diversidad de criterios a lo interno de quienes se dedican a la Acción
Social, refleja algunos de los obstáculos que deben sortear quienes optan por ejercer su
práctica académica, profesional y docente por ese tipo de trayectoria. Con tal fragmentación,
alcanzar un modelo de Acción Social consensuado resulta imposible, pero más allá de si
posible es importante debatir si es deseable establecer un consenso sobre cómo debería
desarrollarse la Acción Social, o si es justamente la diversidad la que enriquece la práctica y
nutre la teoría.
Lo cierto es que esta falta de claridad sobre las funciones y límites de la Acción Social
en ocasiones dificulta su integración o separación con respecto a las otras dos actividades
sustantivas de la Universidad de Costa Rica: investigación y docencia. El propósito de la
segunda parte de esta ponencia es ofrecer alternativas para acercar la práctica docente y la
labor de investigación al trabajo que se realiza para y con la sociedad que habita el territorio
costarricense.
Posibilidades de articulación con Acción Social
Acción Social desde la Docencia
La primera opción que se contempla en el Reglamento de la Vicerrectoría de Acción
Social es la Extensión Docente, la cual en su artículo 23 indica como objetivos básicos
Realizar programas especiales con diversos sectores, sociales universitarios y no
universitarios, para satisfacer demandas concretas de comunidades e instituciones y
“propiciar la difusión del conocimiento emanado de las Unidades Académicas y de los
Institutos de Investigación de la Universidad de Costa Rica (Universidad de Costa Rica
1980, art. 23).
De esta manera se busca cumplir con uno de los encargos reformistas con respecto al
lugar social de la universidad, ya que no limita la difusión de conocimiento únicamente a su
población estudiantil, sino que lo expande el público a personas no universitarias también.
Este objetivo remite a la colaboración obrero-estudiantil y las Universidades Populares,
producto del Movimiento de Córdoba.
Junto a estas modalidades alternativas de docencia, también se encuentra la difusión
del conocimiento que se produce con los resultados de las investigaciones que son
desarrolladas en los múltiples Centros e Institutos de Investigación. No obstante, es necesario
pensar en formas de difusión de este valioso conocimiento, con una perspectiva más
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participativa, en la que las conclusiones sean conocidas y enriquecidas desde el punto de vista
de las poblaciones que proveen los datos que analizamos.
El principal objetivo es evitar un ejercicio extractivista de la investigación, en la que
se toma en cuenta a la población sólo para la obtención de datos empíricos. Las personas y
comunidades pueden ser partícipes de las discusiones que generen las conclusiones que a las
que llegan los diferentes proyectos. Al mismo tiempo, esta participación alimenta la
formulación de nuevos proyectos y la formación que reciben los y las estudiantes en cada
carrera.
Después de la formulación participativa de resultados y conclusiones, el siguiente nivel
corresponde a intercambiar el conocimiento generado y negociar decisiones colectivamente.
Es importante priorizar el análisis de su realidad a través la historia y las categorías teóricas
que aportan quienes han estudiado fenómenos similares en diferentes lugares de la región o
del mundo. Idealmente, estos análisis serían incorporados dentro de la agenda política que
cada quien esté movilizando desde sus espacios de incidencia y sus posibilidades de
activismo.
Al mismo tiempo, es fundamental tener presente que cualquier sector, grupo social o
comunidad con la que se trabaje es una fuente de conocimiento en misma. En el desarrollo
de los proyectos de Acción Social, es necesario identificar las prácticas que representan un
gran valor por su aporte científico, cultural o ambiental, tanto para investigación como para
la formación profesional de la población estudiantil.
Muchos de los colectivos con quienes se trabaja desde la Vicerrectoría de Acción
Social podrían aportar una gran cantidad de experiencia y experticia en materias como:
gestión comunitaria, participación en procesos políticos, defensa de tierras y recursos
naturales, desarrollo social, económico y ambiental sostenible, sistemas económicos
alternativos, etc. Esta propuesta también aplica a la hora de aprovechar los conocimientos de
estudiantes adquiridos en otros espacios de incidencia a lo interno de sus comunidades, tales
como: militancia en partidos políticos, diferentes formas de activismo, participación en
colectivos de gestión cultural, equipos deportivos, movimientos ambientalistas, prácticas
artísticas, etc., para enriquecer el quehacer de la universidad en las distintas comunidades
con las que trabaja.
De cualquier manera las posibilidades de vincular el trabajo con comunidades dentro
de los saberes que se transmiten en los cursos, pasa por una visión de construcción conjunta
del conocimiento, que priorice la horizontalidad, la participación de todos los sectores
involucrados, el pensamiento crítico, las consideraciones éticas correspondientes y
principalmente, la autonomía intelectual y política que se adquiere al ampliar la perspectiva
de fenómenos sociales, la capacidad de análisis, propuesta de soluciones y toma de decisiones
informada e inclusiva.
A fin de cuentas, es tarea de la Vicerrectoría de Acción Social “procurar que en los
planes de estudio de todas las carreras universitarias se incluyan desde el principio de ellas,
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programas que establezcan la participación de los estudiantes en grupos de trabajo para que
cooperen con las comunidades nacionales” (Universidad de Costa Rica 1974, art. 52). No
obstante, se requiere del trabajo colaborativo entre ésta y la Vicerrectoría de Docencia en la
implementación de este tipo de estrategias didácticas.
Acción Social e Investigación
En cuanto al vínculo de la Acción Social con la investigación, el Estatuto Orgánico de
la Universidad de Costa Rica, señala que es deber de la Vicerrectoría de Investigación “velar
porque la investigación esté coordinada con la docencia y con los programas de acción social
y establecer los mecanismos necesarios para que los resultados obtenidos en los distintos
programas de investigación lleguen a los sectores de la comunidad que requieran del apoyo,
consejo y guía de la Universidad (Universidad de Costa Rica 1974, art. 52).
Sin embargo, esta práctica no necesariamente es desarrollada por el 100% de los
proyectos de investigación que se desarrollan, pues en ocasiones ni siquiera se llega a conocer
el trabajo que se está realizando a lo interno de la comunidad universitaria, entre facultades,
entre unidades académicas, entre la sede Rodrigo Facio y sedes regionales e incluso entre el
personal de investigación que labora en una sola unidad académica. Por esta razón, no es de
extrañar que muchos de los resultados de investigación e incluso los procesos de ésta, inicien
y concluyan sin haber hecho una contribución (si bien sea de carácter meramente
informativo) a las poblaciones con las cuales se trabaja o se estudian.
Es necesario un diálogo con sectores y actores sociales, más allá del proceso de
recolección de información, ya que esto orienta de alguna manera nuestras preguntas de
investigación, y nos brinda una óptica más certera a la hora de ofrecer respuestas. Para ello
es necesario diseccionar el problema que investigamos con más detenimiento y
contemplando la mayor cantidad de perspectivas posibles.
Además, vincular a las comunidades en los procesos de investigación que
desarrollamos y escuchar lo que éstas tienen para decir, ayuda a delimitar lo que es prioritario
y urgente de trabajar. Esto evitará que se prioricen aquellos temas o fenómenos que resultan
interesantes para la academia, pero que no beneficia de ninguna manera a ninguno de estos
sectores que son sistemática e históricamente excluidos de los espacios de toma de
decisiones. Esto comprende también un giro en la forma en la que se concibe la Acción
Social, pues es preciso cambiar el enfoque de ésta de “un trabajo académico para las
comunidades por “un trabajo académico con las comunidades”.
En el caso de los centros e institutos de investigación, la conformación
interdisciplinaria que estos ofrecen (tal como el caso del Instituto de Investigaciones Sociales
de la Universidad de Costa Rica) ofrece una riqueza extraordinaria en cuanto a las miradas
con las que se puede analizar un mismo fenómeno social o un problema nacional. Al mismo
tiempo, esto brinda también una gran variedad de vías metodológicas a través de las cuales
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se puede hacer a las comunidades partícipes en el proceso de análisis de la información y de
divulgación de resultados.
Tal como los resultados de investigación permiten identificar posibilidades de
incidencia en las comunidades del territorio nacional, también la Acción Social universitaria,
brinda un acervo de preguntas de investigación de las cuales los proyectos se pueden nutrir.
Lo mismo ocurre en las experiencias que se comparten en las clases y las experiencias
formativa que se brinda a los y las estudiantes en los cursos.
Conclusiones
Cada una de las actividades sustantivas de la Universidad de Costa Rica (Investigación,
Docencia y Acción Social) se alimentan mutuamente. Es prácticamente imposible pensar en
cada una de éstas, sin que de alguna manera trastoquen los borde de las otras dos, porque las
preguntas de investigación surgen de proyectos de Acción Social sobre los que se reflexionan
en clases con el grupo de estudiantes, por ejemplo. También es posible que a partir de los
hallazgos realizados en investigación se identifican necesidades a las que se buscará dar
respuesta a través de proyectos participativos y colaborativos entre docentes, estudiantes y
comunidades, y el gran aporte que estas experiencias representa en la formación académica
del estudiantado.
La Acción Social no debe ser asumida como una práctica de “sentido común” sino que
debe existir formación y preparación teórica y metodológica tanto como sea posible. Es
fundamental una aproximación ética, profesional, científica y contextualmente ubicada, y
siempre teniendo claras las implicaciones políticas que nuestra práctica tiene o puede llegar
a tener en el contexto.
Es completamente válido que los fondos públicos con los cuales se financia el trabajo
de docentes y personal de investigación permitan la comprensión de distintos fenómenos y
dinámicas presentes en la realidad nacional y regional. No obstante, debemos potenciar las
posibilidades que tiene la universidad de para estudiar, comprender y analizar la realidad
nacional. Sólo así podremos hablar de una verdadera participación de la sociedad civil en el
devenir de las instituciones.
No resulta ético pensar en la marginalidad y proclamar discursos “decoloniales”, si
reproducimos este tipo de prácticas desde nuestro quehacer académico, por ejemplo,
conservar toda la producción intelectual y los conocimientos técnicos que aquí se adquieren,
únicamente para quienes nos encontramos dentro de los muros universitarios.
Lo anterior significa realizar un análisis autocrítico. Analizando desde la dimensión del
poder, la divulgación de este acervo de saberes teóricos y prácticos únicamente para la
comunidad académica y universitaria, es limitar la participación y la posibilidad de toma de
decisiones de quienes están fuera de estos márgenes. Esto representa en mismo un ejercicio
de poder, ese que viene con el acceso a espacios y recursos de los que no dispone la totalidad
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de la población, y que invita a la discusión sólo cierto tipo de interlocutores e interlocutoras,
lo cual es muy parecido al modelo universitario que se quiso abolir hace 100 años.
Referencias
Arredondo, Dulce María. 2011. «Los modelos clásicos de la universidad pública.» Revista
electrónica de pedagogía, 16 (enero-junio).
Caamaño, Carmen, y Flory Chacón. 2018. «Internacionalización neoliberal de la Educación
Superior Pública.» Memoria del Congreso Pre-Alas. México.
Tünnermann, Carlos. 2008. Noventa años de la Reforma Universitaria de Córdoba: 1918-
2008. Buenos Aires: CLACSO.
Universidad de Costa Rica. marzo de 1974. Estatuto Orgánico de la Universidad de Costa
Rica.
. 14 de diciembre de 2017. Reglamento de la Universidad de Costa Rica para la
vinculación remunerada con el sector externo.
. 27 de octubre de 2017. Reglamento de la VIcerrectoría de Acción Social. San José,
Noviembre de 1980.
. «Periódico Enacción.» Portal de Acción Social.
https://accionsocial.ucr.ac.cr/sites/default/files/documentos/periodico-digital-foro-
de-accion-social_0.pdf