día. Nuestro objetivo es proteger a los periodistas de todo el mundo, pero si hay un sector más
vulnerable en el que procuramos centrarnos, son los freelance. Los periodistas locales de
periódicos pequeños y los freelance son el periodismo más vulnerable que hay, por eso nos
centramos muchísimo en ellos. Son esos periodistas, estoy hablando de los freelance que hay
España, donde la precariedad laboral ha hecho que muchos de ellos trabajen por libre. Están en
Siria, por ejemplo; Mayte Carrasco, una gran periodista freelance, ha llegado a cobrar, en los
primeros años del conflicto, 35 euros por crónica emitida. Para tener que escuchar –y esto lo ha
contado ella públicamente, por eso lo repito–, en la cadena donde suele emitir sus crónicas:
“Mira, Mayte, no te podemos pagar más porque jamás una crónica tuya da el minuto de oro del
informativo.” Claro que no da la información internacional el minuto de oro, el minuto de oro
lo da fundamentalmente el Real Madrid, el Barça o la crónica de sucesos. La crónica de sucesos,
aunque no tenga interés general ni vaya a contribuir a transformar el mundo. Entonces, por
razones como las que Mayte y otros freelance han denunciado, es que hacemos de ese nicho de
periodistas nuestra prioridad. A veces son quienes nos están informando de lo que pasa en Siria,
cuando las grandes cadenas –incluida la compañía para la que yo trabajo, que es la cadena
pública Televisión Española– son muy remisas a mandarte porque van equipos de tres o cuatro
personas, porque tienes que ir con seguros, porque como máximo a las tres semanas te
sustituyen para que vaya otro equipo; entonces claro, aquello es carísimo. Por ejemplo, CNN:
muchas de las informaciones que hemos visto de Siria, no las ha hecho la plantilla de CNN en
Atlanta, las ha hecho Ricardo García Vilanova, un freelance español que estuvo secuestrado,
además, por el Daesh. Explico esto para que entendáis por qué nos fijamos más en los
periodistas vulnerables... Yo no sería una periodista vulnerable; me pueden matar, me pueden
pasar cosas, pero allá donde voy llevo el apoyo de la cadena. Incluso me daba vergüenza, voy
a Guerrero (México) a cubrir el asesinato de los 43 estudiantes de magisterio, en Ayotzinapa, y
nos querían pagar plus de peligrosidad. El equipo que íbamos nos negamos a ello porque nos
parecía casi hasta poco ético. Vas a un Estado pobre, como es Guerrero; estás allí con unos
periodistas locales que tienen un salario pequeño y que trabajan en unas condiciones muy
complejas y, además del hotel, además del billete, además de las dietas con las que puedes
comer y cenar muy bien, resulta que, en teoría, puedes pedir un “plus de peligrosidad” que, en
aquel caso, los cuatro miembros del equipo dijimos que lo rechazábamos; casi un poco, como
se dice en España, que somos taurinos, un poco por vergüenza torera.
Este es un poco el nicho al que se dirige Reporteros Sin Fronteras. También hacemos
labores opacas que luego no se pueden o no se deben contar. ¿A qué me refiero? Cuando se
producen secuestros de periodistas españoles, lo que ha sucedido en dos ocasiones desde el
conflicto de Siria, creo que fue hace seis o siete años; o sea, Reporteros Sin Fronteras actúa, a
petición de la familia, a veces; a petición de la diplomacia española o a petición de la persona
que hace de interlocutor sobre el terreno. RSF hace lo que le piden siempre que esté orientado
a salvar la vida de estas personas secuestradas. En el caso de los secuestros jamás damos
información, nunca jamás, ni siquiera a posteriori, cuando han sido liberados. Y he de decir
que, en el caso de los periodistas españoles, cuando son secuestrados tienen la suerte, entre
comillas, de que España paga por el rescate de sus periodistas. Nunca lo reconoce. Oficialmente
nunca se reconoce, pero los llamados fondos reservados del Ministerio del Interior sirven, entre