Género
y derechos humanos: una propuesta formativa desde la población adolescente en los cantones de Alajuelita y Sarapiquí,
Costa Rica
Gender and human rights: a training proposal from teenagers of cities like Alajuelita and Sarapiquí,
Costa Rica
Silvia Jiménez Mata
Instituto de Estudios de la Mujer
Universidad Nacional, San José, Costa Rica
https://orcid.org/0000-0001-9370-0273
Sileny Mena Gómez
Instituto de Estudios de la Mujer,
Universidad Nacional, San José, Costa
Rica.
https://orcid.org/0000-0003-4011-2704
Fecha de recepción: 28 de octubre del 2021
Fecha de aceptación: 26 de mayo del 2022
Cómo citar:
Jiménez Mata, Silvia y Sileny Mena Gómez.
2023. Género
y derechos humanos: una propuesta formativa desde la población adolescente en los cantones de Alajuelita y Sarapiquí,
Costa Rica. Revista
Reflexiones. 102 (2). DOI 10.15517/rr.v102i2.48845
Resumen
Introducción: El presente artículo se deriva del
proyecto: Construyendo herramientas de aprendizaje y formación en género y
derechos humanos con población joven del Instituto de Estudios de la Mujer de
la Universidad Nacional; ante la necesidad de promover relaciones equitativas e
igualitarias, así como el ejercicio de la ciudadanía, lo que involucra a esta
población en la toma de decisiones activas y responsables.
Objetivo: Desarrollar procesos participativos
de formación con jóvenes de zonas urbanas y rurales que promuevan relaciones
sociales hacia la igualdad y la equidad desde los enfoques de género y derechos
humanos.
Palabras claves: Adolescencia, Desigualdad social, Discriminación,
Enfoque de género, Participación juvenil.
Abstract
Introduction:
The
following article derived from the Project: Building learning tools with young population
using gender and human rights training from the Institute of Women's Studies of
the National University. The Project develops because it was necessary to
promote equitable and egalitarian relationships, as well as the exercise of
citizenship, which involves this population in active and responsible
decision-making.
Aim: Develop participatory training processes with young people from urban and
rural areas that promote social relationships towards equality and equity from
a gender and human rights approach.
Methodology:
A methodological proposal was built with the project’s
participants, who are members of the Participatory Councils of Children and
Teenagers from The National Child Welfare Agency of cities
like Alajuelita and Sarapiquí. This proposal was developed in four stages: the
identification of training interests and needs, the proposal’s construction and
validation, its implementation, and the collection of experiences through a
pedagogical module, where participatory methodologies are exposed in which
teenagers performed as active agents in knowledge construction.
Results: The
project’s beneficiary population identify different inequalities faced by the
teenagers in their daily lives as well as other forms
of discrimination and violence, their manifestations, consequences, and its
prevention. Issues such as sexuality, sexual and reproductive rights were
addressed, emphasizing on the importance of having clear information for
decision making.
Conclusions:
Teenagers
showed interest in having more training and discussion spaces about such
issues, so it is recommended to give continuity to the opening of new
educational spaces.
Keywords: Teenagers,
Social inequality, Discrimination, Gender approach, Youth participation.
Introducción
Costa Rica ha ratificado una serie
de instrumentos que buscan eliminar cualquier forma de discriminación en
diferentes ámbitos. Particularmente, la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer, de 1979, a partir de ahora
CEDAW, hace una propuesta de diversas acciones, en donde, en forma específica
en el Artículo 10 señala para el ámbito de la educación, la necesidad de
asegurar condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, lo cual promueve la
adaptación de libros, programas y metodologías de enseñanza que eliminen todo
concepto estereotipado de aquello que se considera masculino o femenino.
Por su parte, a nivel nacional, la
Política Nacional para la Igualdad efectiva entre hombres y mujeres 2018-2030,
dentro del Eje 1, Cultura de los derechos para la igualdad, propone como uno de
los resultados que se deben alcanzar para el 2030 lo siguiente: «Más instituciones públicas, municipalidades, empresas
privadas y organizaciones sociales ponen en práctica iniciativas, acciones
afirmativas u otras estrategias, orientadas hacia la eliminación de patrones
socio culturales discriminatorios y violentos y la visibilidad de las
discriminaciones múltiples, disipando estereotipos y actitudes sexistas» (INAMU 2018, 69-70).
En esta misma línea, a nivel
institucional, la Universidad Nacional incluyó en el Plan a Mediano Plazo de la
Rectoría 2017-2021, la implementación de la Política para la Igualdad y Equidad
de Género en la Universidad Nacional (PIEG-UNA), la cual responde al objetivo
operativo: Propiciar una cultura universitaria libre de discriminación y
marginación de género, con el fin de contribuir con la justicia social mediante
la ejecución de metas académicas (IEM 2021).
Es así como, en congruencia con la
Política 9 de la PIEG-UNA que tiene por objetivo: «Consolidar y proyectar la responsabilidad social de la UNA
en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria» (UNA 2016, 21), y,
en forma específica, con la meta estratégica que busca: «Fortalecer los mecanismos de coordinación institucional para
favorecer el intercambio de información y participación con otras instituciones
y entidades nacionales vinculadas con la equidad, igualdad y la inclusión
social» (UNA 2016, 21), da inicio en el
2019 el Proyecto: Construyendo herramientas de aprendizaje y formación en
género y derechos humanos con población joven, realizado por el Instituto de
Estudios de la Mujer (IEM) de la UNA.
A partir de dicho proyecto se logra
establecer una alianza con el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), en
donde, a través de los Consejos Participativos de Niños, Niñas y Adolescentes
(CPNNA) de Alajuelita y Sarapiquí, se lleva a cabo su ejecución, lo que permite
cumplir con el objetivo principal, que consistió en: «Desarrollar procesos participativos de formación en género y
derechos humanos con jóvenes de zonas urbanas y rurales, que promuevan
relaciones sociales hacia la igualdad y la equidad» (IEM 2018, 6).
Con este proyecto se busca aportar
al mejoramiento de la calidad de vida de un segmento importante de la población
costarricense, como lo es la población joven, ya que su alcance va más allá de
la aplicación metodológica y trasciende el tiempo de ejecución del proyecto,
esto gracias a los productos obtenidos que se detallan más adelante. Es
importante recordar que la población joven, según la Tercera Encuesta Nacional
de Juventudes, llevada a cabo en el 2018, representa el 36% de quienes habitan
Costa Rica, lo que comprende, aproximadamente, a 1 795 772 personas
que se encuentran entre los 12 y 35 años, y que corresponden con el concepto de
persona joven establecido en la ley No. 8261 Ley de la Persona Joven (Consejo
Nacional de la Política Pública de la Persona Joven 2018).
Como parte de los datos importantes
que expone esta encuesta, se señala que el 14,7% de la población agrupada en el
rango de 15 y 17 años no se encontraba estudiando por diversas razones. Entre
las principales, mencionan el estar trabajando o buscando trabajo (34%), cuido
de hijos (as) o embarazo (20%), dificultad para pagar el estudio (15%), o
porque no les interesa (8%); además se muestran diferencias significativas por
sexo en razones como cuido, embarazo, dificultades para el estudio lo cual se
concentra más en mujeres, contrario a los hombres quienes enfatizan el trabajo,
falta de interés o dificultad para pagar el estudio (Consejo Nacional de la
Política Pública de la Persona Joven 2018).
En este mismo grupo poblacional el
67% reporta haber enfrentado al menos un evento de acoso o intimidación en
centros educativos, un 9% realiza trabajo remunerado y el 27% tienen
actualmente pareja; del cual un 43% menciona que su pareja tiene una edad
superior. Otro dato que requiere de atención es la frecuencia de conductas de
riesgo en este grupo, quienes reportan que al menos un 8,6% ha tenido deseos de
quitarse la vida y al menos un 4,8% lo ha intentado (Consejo Nacional de la
Política Pública de la Persona Joven 2018).
Por otra parte, el 28% menciona que
ha tenido relaciones sexuales con penetración e iniciaron su vida sexual a los
14,9 años; de estas personas el 47% tuvo relaciones sexuales con una persona
mayor de 18 años, confirmando con estos datos la presencia de relaciones
impropias. Asimismo, si bien han recibido información sobre la sexualidad, esta
se ha concentrado en prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) VIH
o SIDA (73,8%) o métodos anticonceptivos (71%). También reportan la existencia
de manifestaciones de violencia intrafamiliar, particularmente conductas como
revisar el celular, prohibir amistades, gritos e insultos (Consejo Nacional de
la Política Pública de la Persona Joven 2018).
Estos datos son trascendentales para
entender la necesidad de crear espacios formativos dirigidos hacia la población
adolescente, en donde se promuevan relaciones de equidad e igualdad y se
refuerce el ejercicio de la ciudadanía al involucrarles en la toma de
decisiones activas y responsables.
Por lo anterior, el presente
artículo busca dar a conocer los alcances del proyecto, el cual se centró en la
utilización de metodologías
Marco
teórico
La Ley No. 8261, Ley General de la
Persona Joven, define como personas jóvenes a quienes se encuentran dentro del
rango de edad de los 12 a los 35 años, esto incluye a adolescentes, jóvenes y
adultos jóvenes (Artículo 2). Asimismo, visualiza a esta población como
protagonistas sociales, culturales, políticos y económicos de importancia para
el desarrollo del país y como un grupo con necesidades particulares que deben
ser visualizadas (Artículo 3); reconoce, además, que deben contar con el
derecho a la educación, participación política, desarrollo humano integral, a
la salud y la recreación, entre otros (Artículo 4).
Ante esto, tener un acercamiento
desde el enfoque de género cuando se trabaja con personas adolescentes se
vuelve fundamental para tener resultados efectivos y respetuosos, entendiendo
que dicha perspectiva no solo es una herramienta teórica, sino también práctica
que permite identificar cómo se construyen y sostienen las desigualdades entre
los seres humanos. Este enfoque parte de
la categoría de género, la cual explica que a partir de procesos de
socialización se van estableciendo diferencias a nivel psicológico, cultural y
social para las personas de acuerdo con su sexo. Es decir, a partir de las
condiciones anatómicas y biológicas que presenta cada persona, se establecen
normas que exigen su cumplimiento para poder considerarse hombre o mujer, y,
por tanto, un ser social masculino o femenino (Cabral Veloz y García Ramírez
2006; Varela Menéndez, 2008).
Ante esto, Reguant i Fosas explica que esta diferenciación
es lo que sostiene al sistema patriarcal, el cual, «es una forma de organización política, económica, religiosa
y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la cual se da
el predominio de los hombres sobre las mujeres» (1996, 20). En sociedades donde el sistema patriarcal
impera, si bien las mujeres como grupo tienden a ser las más perjudicadas al
establecerse relaciones de sumisión y desventaja tanto a nivel familiar como
educativo, económico, laboral y religioso, entre otros; este sistema también
afecta a los hombres, quienes deben permanecer en constante diferenciación de
aquello catalogado como femenino, por lo que deben mostrarse siempre fuertes,
independientes, seguros, protectores, maduros, valientes y omnipotentes entre
otros; muchas veces a costa de su estabilidad física, económica y emocional
(Cabral Veloz y García Ramírez 2006).
De acuerdo con lo anterior, retoma particular importancia el
enfoque de interseccionalidad, el cual explica que existen múltiples desigualdades
que van más allá de la categoría género, al acrecentarse esta desigualdad a través
del entrecruce de categorías como pueden ser el género junto con la clase, la
raza, la edad, el sexo, entre otros (Zapata Galindo, Cuenca y Puga 2014), esto
da paso a múltiples formas de discriminación, en donde aquellas personas que no
se incluyan dentro de las categorías evaluadas como superiores dentro del
sistema patriarcal tienden a enfrentar rechazo social.
Dentro de estas formas de discriminación es común que las
personas adolescentes tengan que enfrentarse a conductas adultocéntricas,
sexistas, clasistas, homofóbicas y racistas, entre otras, lo cual afecta directamente
la construcción de su identidad. Jiménez Mata (2019), explica que la identidad
es un proceso social y relacional que se sostiene a lo largo de la vida, la
cual se construye a partir de procesos de jerarquización, reforzada por las
distintas instituciones sociales en donde se desenvuelva la persona, ya sea la
familia, el Estado, la iglesia, los medios de comunicación, el centro
educativo, entre otros.
Es así como el Enfoque de Derechos Humanos también se vuelve
trascendental en el trabajo con población adolescente, el cual exige su
reconocimiento para todas las personas por el hecho de ser persona,
indistintamente de su edad, sexo, género, nacionalidad, religión, orientación
del deseo sexual, o cualquier otra condición (INAMU 2007). La vulneración de tales derechos inicia por
medio de las formas de socialización presentes en la cotidianidad, las cuales
establecen expectativas con respecto a lo emocional, lo afectivo, las
cogniciones y los comportamientos que justifican la desigualdad de género a
través del fortalecimiento de una única manera de ser hombre o de ser mujer.
Este acceso a los derechos se ve limitado a través de la
violencia estructural que enfrentan las personas de acuerdo con distintas
condiciones, al encontrarse dicha forma de violencia inmiscuida en todo el
tejido social por medio de conductas permisivas hacia quienes la ejercen o cuando
se promueven sus diferentes manifestaciones, unido a la alta impunidad cuando
son denunciadas. Arroyo Vargas y Jiménez Sandoval afirman que dicha violencia
se encuentra presente en «la
medicina, la política, la filosofía, la antropología, el derecho, los derechos
humanos, etc., y en toda la cotidianidad de las relaciones humanas y de estas
con su entorno social, natural, en todas estas se evidencia un sesgo sexista» (2018, 45) la cual impacta especialmente, la vida de las
mujeres.
La violencia estructural alimenta otras formas de violencia,
entre estas la violencia contra las mujeres, la cual, de acuerdo con la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer – Belem do Pará-, incluye «cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el
ámbito público como en el privado»
(Artículo 1). Dentro de esta, sobresale la violencia intrafamiliar, la trata de personas, la explotación sexual
comercial, el acoso sexual callejero, el hostigamiento sexual, las relaciones
impropias y el ciberacoso; en donde, aun cuando se incluye a los hombres como
potenciales víctimas, se ha demostrado una pronunciada direccionalidad hacia
las mujeres y las niñas (CEFEMINA 2010; ONU MUJERES 2021a).
En esta misma línea, preocupa la presencia, cada vez más
recurrente, de violencia digital, la cual se reinventa día con día y en donde
son nuevamente las mujeres y las niñas las principales víctimas. Acá se
mencionan el sexteo o sexting, el grooming, el doxing, el zoombombing, entre
otros (ONU MUJERES 2021b; PANIAMOR 2021).
Otro de los riesgos a los que están expuestas las personas
adolescentes, mayoritariamente mujeres, es la presencia de relaciones
impropias, las cuales ocurren cuando se establece una relación de una persona
mayor de 13 años y menor de 15 con una persona adulta que le sobrepasa en, al
menos, 5 años, o entre una persona mayor de 15 y menor de 18 años, con una
persona adulta al menos 7 años mayor, lo cual se torna aún más grave cuando
existe un vínculo de consanguineidad con la persona adulta, o bien existe una
relación de confianza o autoridad (UNFPA 2017).
Todo lo anterior viene a responder a lo que Liz Kelly en
1988 nombró el continuum de violencia,
denominación que explica cómo las distintas manifestaciones de la violencia
hacia las mujeres no son hechos aislados sin relación alguna, sino que, por el
contrario, se refuerzan unas a las otras, expresándose de múltiples formas a lo
largo de su ciclo de vida (INAMU 2019), y que concluyen en muchas ocasiones, en
femicidio, el cual se entiende como la muerte derivada de la subordinación de
las mujeres y las niñas, muertes evitables causadas por la acción homicida de
hombres y, en la mayoría de los casos, acompañadas de altos niveles de
impunidad (CEFEMINA 2010).
Asimismo, se han identificado otras estrategias de violencia
como el bullying, cuyas formas para llevarlo a cabo varían de acuerdo con si
las víctimas y quienes lo provocan son hombres o mujeres; esto exige mayor atención en su
abordaje aun cuando no se ha podido comprobar una direccionalidad específica en
cuanto a sexo (Mena Gómez 2014).
Frente a todo lo expuesto anteriormente, es trascendental
incluir en el trabajo con la población adolescente el entrenamiento de
habilidades para la vida desde una perspectiva de género y de derechos humanos,
las cuales buscan transformar los diferentes espacios sociales e incluye la
educación formal y no formal, la formación ética, la promoción de la salud, y
como parte de esta la educación sexual, entre otros. Lo anterior a través de la
aplicación de herramientas que buscan que cada persona se responsabilice de sus
acciones cuidando de sí, al mismo tiempo que se promueven las relaciones
sociales asertivas. Dentro de estas herramientas se incluyen el
autoconocimiento, empatía, comunicación asertiva, toma de decisiones, pensamiento
creativo, pensamiento crítico, manejo de emociones, relaciones interpersonales,
solución de problemas y el manejo del estrés y la tensión (Martínez Ruiz 2014;
Torrez Escobar 2017).
Este concepto de habilidades para la vida se relaciona de
forma directa con la vivencia plena de la sexualidad, ya que como lo explica el
Ministerio de Educación Pública esta se expresa «a través de la adquisición y uso de información
científicamente rigurosa, la revisión crítica de las representaciones sociales
acerca de la afectividad y la sexualidad, la reflexión sobre las propias
actitudes y valores en torno a la afectividad y la sexualidad, el desarrollo de
habilidades para la comunicación, la toma de decisiones, la reducción de
riesgos, el autocuidado y el mutuo cuidado, el respeto por la diversidad y los
derechos de las demás personas entre otras habilidades» (2017,16).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza en que en
la vivencia de la sexualidad interaccionan en forma constante «factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos,
políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales» (OMS 2018, 3), lo cual tiene injerencia en cómo lo vive
cada persona a nivel individual, siendo por tanto un área de gran trascendencia
para los seres humanos, y que incluye «el
sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el
erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a
través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores,
comportamientos, prácticas, roles y relaciones» (OMS 2018, 3), lo cual vuelve fundamental, el hablar de diversidad sexual, en
donde se incluyen las orientaciones del deseo sexual como la heterosexualidad,
la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, y las identidades de género;
entre estas se encuentran las personas transgéneros (Hernández Cabrera 2004;
Parra Abaunza y Oliva, 2014).
De esta forma, es de gran valor poder enfatizar en la
importancia de contar con derechos sexuales reproductivos para la vivencia
plena de la sexualidad, considerando «el
derecho de la persona a tener control y a decidir libremente sobre los asuntos
relacionados con su sexualidad, sin sufrir coacción, discriminación ni
violencia. Incluyen el derecho a la información, para poder tomar decisiones
responsables sobre la sexualidad; el derecho a la dignidad, la privacidad y a
la integridad física, mental y moral al realizar una elección sexual; y el
derecho al más alto nivel de salud sexual» (Tambiah 2003, 45).
Para esto, es necesario comprender el valor de la
corresponsabilidad en la vivencia de la sexualidad, así como en el
establecimiento de relaciones sociales a partir de la necesidad de aplicar el
autocuidado y el cuidado mutuo en estas vivencias, eso incluye las acciones
llevadas a cabo para la protección personal, así como la responsabilidad de
proteger a la pareja de riesgos físicos, sexuales, psicológicos y espirituales
(CCSS 2005).
De esta forma, las relaciones interpersonales desempeñan un
papel de gran trascendencia en la vida de todas las personas, pero en
particular en la niñez y la adolescencia, en donde contar con personas de
confianza y sentir apoyo en momentos de crisis y confusión, así como de
experiencias satisfactorias y seguras, facilita el establecimiento de
relaciones sanas, previene situaciones de violencia y discriminación y favorece
la toma de decisiones responsables ante la presencia de riesgos.
Metodología
En el proyecto se emplearon metodologías participativas para
el trabajo con la población meta, la cual estuvo conformada por personas que
integraban los Consejos Participativos de Niñas, Niños y Adolescentes del
Patronato Nacional de la Infancia, específicamente de los cantones de
Alajuelita y Sarapiquí, durante el período de julio 2019 a diciembre de 2021.
Para la selección de los Consejos participativos, se coordinó con la Gerencia
Técnica del PANI, y los criterios claves fueron la ubicación geográfica en una
zona urbana y una zona rural, así como el que fueran grupos activos y
organizados.
Un factor que incidió en la población participante a lo
largo del proyecto fue la coyuntura de la pandemia por la COVID-19, en la
medida en que se inició con actividades presenciales en el segundo semestre de
2019, mientras que para los años 2020 y 2021 debieron adecuarse a la
virtualidad. Lo anterior impactó la dinámica de trabajo de los Consejos del
PANI y, por ende, su participación en el proyecto, pero de igual forma se logró
continuar su desarrollo. En el caso de Alajuelita, el grupo descendió de 19 a
11 personas, con una distribución muy similar de mujeres y hombres, cuyas
edades oscilaban entre los 10 a los 17 años. Por otra parte, el grupo de
Sarapiquí descendió de 29 a 11 personas, con una mayor participación de mujeres
en relación con los hombres al final del proceso, y con edades que oscilaban
entre los 10 y los 17 años (Jiménez Mata y Mena Gómez 2021).
La ejecución del proyecto se hizo por fases, en las cuales
se contó con la participación activa de las personas adolescentes, así como
especialistas en las temáticas abordadas, y abarcó: la fase de identificación
de necesidades e intereses de formación, la fase de validación de contenidos y
metodologías a emplear, ejecución de los procesos de formación, elaboración de
un módulo pedagógico, y, por último, la devolución de los resultados de la
experiencia a los grupos participantes.
Para el desarrollo de las actividades se llevaron a cabo
nueve talleres de una duración aproximada de dos horas con cada uno de los
grupos participantes, dichos talleres o actividades se realizaron durante la
vigencia del proyecto. Para la identificación de necesidades e intereses de
formación, y su posterior validación, se emplearon técnicas participativas,
para lo cual se combinó el trabajo en grupos pequeños con el apoyo de guías
sobre los aspectos a construir y analizar, así como espacios de plenaria donde
se compartieron los aportes generales. Dicha información fue sistematizada y
fue el insumo principal para el diseño de la propuesta de formación, la cual se
organizó por unidades temáticas, contenidos y actividades pedagógicas y contó
con la revisión de personas especialistas quienes aportaron recomendaciones de
mejora.
Como se mencionó, dada la coyuntura mundial generada por la
pandemia por la COVID-19, la ejecución de los talleres de formación se llevó a
cabo en la modalidad virtual, lo que implicó que en dichos espacios
participaran grupos de diez personas en promedio, esto requirió adecuar las
actividades y potenciar el uso de recursos didácticos en línea como lo fueron
las plataformas para videoconferencias, y otras que permitieron el trabajo
colaborativo y recursos audiovisuales. Entre las técnicas
desarrolladas estuvieron: preguntas generadoras, análisis de videos, lluvia de
ideas, exposiciones magistrales, repaso de conceptos y estudios de casos.
Los procesos de formación se evaluaron por las personas
participantes, en lo referido a la mediación pedagógica, los contenidos
abordados y las metodologías de trabajo. Posteriormente, se construyó un módulo
pedagógico organizado en tres unidades temáticas, las cuales incluyen actividades y recursos sugeridos para su
implementación, así como textos de apoyo conceptual. Dicho producto tiene la
finalidad de servir de insumo para quienes faciliten, a futuro, talleres en
temáticas de género y derechos humanos dirigidos a personas adolescentes.
Finalmente, se ejecutaron las actividades de devolución con cada Consejo
Participativo, las cuales fueron espacios de intercambio de la experiencia
desde la perspectiva de las personas que formaron parte del proceso.
Resultados
de la experiencia
A partir de los talleres realizados a finales del año 2019,
los cuales tuvieron el objetivo de identificar las necesidades e intereses de
formación de las personas adolescentes, se obtuvo que, a pesar de las
particularidades geográficas y sociales en las comunidades, había problemáticas
en común que preocupaban a los grupos participantes (Figura 1 y Figura 2).
Figura 1. Fotografía Taller de identificación de necesidades e intereses
CPNNA-Sarapiquí.
Fuente: Fotografía tomada por Sileny Mena
Gómez (investigadora), Sarapiquí, noviembre 2019.
Figura 2. Fotografía Taller de identificación de necesidades e intereses
CPNNA-Alajuelita.
Fuente: Fotografía tomada por Sileny Mena
Gómez (investigadora), Alajuelita, diciembre 2019.
Una vez identificadas las problemáticas, se definieron tres
ejes temáticos que aglutinaban los contenidos planteados por las personas
adolescentes (véase Tabla 1). Con estos insumos, las investigadoras realizaron
una propuesta inicial de actividades pedagógicas para el abordaje de dichos
contenidos, en la cual se empleaban metodologías participativas que promovieran
la reflexión sobre las realidades específicas de las poblaciones; además, que
les aportaran elementos conceptuales desde los estudios de género y con un
enfoque interseccional, y, por último, que orientaran la aplicación de los
conocimientos construidos a sus entornos inmediatos.
Tabla 1. Síntesis
de ejes temáticos y contenidos de los talleres de identificación de necesidades
e intereses de formación, Consejos Participativos de Alajuelita y Sarapiquí,
2019
Eje
temático |
Contenidos |
Igualdad
de género y discriminación |
●
Bullying y ciber-bullying ●
Exclusión por religión, apariencia, clase
social, orientación sexual y discapacidad ●
Inseguridad, delincuencia ●
Derechos de mujeres y hombres ●
Estereotipos de mujeres y hombres ●
Estereotipos sobre el cuerpo ●
Falta de participación de la comunidad |
Violencia
intrafamiliar (causas y consecuencias) |
●
Problemas familiares ●
Drogas ●
Depresión ●
Maltrato infantil |
Sexualidades |
●
Acoso sexual ●
Embarazo adolescente ●
Baja autoestima |
Fuente: Elaboración de Silvia Jiménez Mata
y Sileny Mena Gómez
La propuesta de contenidos y técnicas fue socializada en un
espacio de taller con cada grupo, lo que evidenció que los ejes temáticos
respondían a los intereses de la población, a pesar de que en el caso de
Alajuelita señalaron que ya contaban con información previa sobre las
infecciones de transmisión sexual, el uso de métodos anticonceptivos y los
cambios físicos y psicológicos en la adolescencia. La formulación inicial fue
revisada, además, por personas especialistas en diferentes áreas, a saber: el
trabajo con niñez y adolescencia, en los estudios de género, sexualidades y
pedagogía; así se aportan recomendaciones en la línea del abordaje metodológico
y teórico de las temáticas propuestas, las cuales fueron incorporadas.
En el segundo semestre del 2020 se llevaron a cabo los
procesos de formación con cada uno de los grupos, lo cual implicó adaptar las
actividades y recursos a la modalidad virtual y mantener la orientación
metodológica participativa. Se realizaron seis sesiones de dos horas cada una, lo
que garantizó que se abarcarán los principales contenidos temáticos, los cuales,
a la vez, se organizaron en tres unidades.
A partir del
desarrollo de la Unidad I, referida a las desigualdades de género y su abordaje
desde los enfoques de género y de derechos humanos para la promoción de
estrategias de avance hacia relaciones de igualdad; sobresale, entre los
principales resultados, la identificación por parte de las personas
adolescentes de situaciones de desigualdad que viven en sus comunidades, entre
las que mencionan múltiples formas de discriminación por motivo de: condición
económica, orientación sexual, identidad de género, xenofobia, lugar de
residencia, condición de discapacidad y edad; sobre esta última destacaron que
no se toman en cuenta sus opiniones. Entre las consecuencias que estas formas
de exclusión generan, señalaron la pérdida de la confianza, baja autoestima,
depresión, suicidio, autolesiones y problemas mentales o físicos.
Se abordó también la construcción de identidades de acuerdo
con lo esperado para hombres y para mujeres, así como las implicaciones de
estas demandas hacia las personas, en particular para aquellas que no cumplen
con el rol esperado; en lo anterior se tomó como base la forma de vestir, los
intereses académicos, deportivos, deseos sexuales, apariencia física y la
expresión de sentimientos, entre otros. Se reflexionó acerca del papel que
tienen las instituciones sociales como los centros educativos, la familia,
grupos comunitarios, amistades, iglesias, en el reforzamiento o cuestionamiento
de estereotipos y normas sociales excluyentes.
Se
discutió sobre la garantía real de los derechos humanos en nuestras sociedades
y cómo estos se ven afectados cuando una persona tiene diversas condiciones de
vulnerabilidad a nivel social, como lo son la edad, condición de pobreza, sexo,
nivel educativo, orientación del deseo sexual, apariencia física, procedencia,
entre otros; además, se introduce una reflexión desde el enfoque teórico de la
interseccionalidad. Las personas asistentes destacaron que el acceso a varios
servicios asociados a derechos básicos como la salud y la educación, muchas
veces, depende de la sensibilidad y conocimiento de quien brinda el servicio, lo
cual evidencia que no es suficiente con tener leyes y reglamentos si estos no
se cumplen en la práctica (Jiménez Mata y Mena Gómez 2021).
En cuanto a la Unidad II, se
abordaron estrategias para el reconocimiento y
prevención de la violencia intrafamiliar, analizando tipos, manifestaciones,
presencia de mitos y el ciclo de la violencia. Asimismo, se trabajó en la
construcción colectiva de estrategias para el fomento de relaciones respetuosas
que favorezcan el bienestar común.
Dentro de los alcances, las personas
participantes lograron identificar situaciones de violencia dentro de la vida
cotidiana, aportaron a la discusión ejemplos y vivencias cercanas o propias, y destacaron
el hecho de que muchas de estas acciones violentas son reforzadas por la
sociedad y la cultura, lo que genera que lleguen a construirse como algo «normal»
o aceptable. Ejemplos de lo anterior son las manifestaciones de violencia en
las relaciones de pareja, la que se ejerce contra las infancias, personas adolescentes y adultas mayores, las cuales abarcan
violencia física, psicológica, patrimonial y sexual (Jiménez Mata y Mena
Gómez 2021).
En esta misma unidad se
abordó la construcción de estrategias para mantener relaciones respetuosas; se consideraron
diferentes tipos de comunicación como lo son: comunicación asertiva, pasiva y
agresiva, además de la importancia de la escucha activa. También se discutió
acerca de otras formas de violencia a las que pueden estar expuestas las
personas adolescentes, como lo son la trata de personas, la explotación sexual,
el acoso callejero, el bullying, ciberacoso y grooming; así como algunas
recomendaciones para la prevención de estas situaciones. En general, quienes
participaron manejaban alguna información sobre estos conceptos, a excepción
del «grooming», y por medio de las actividades se pudo ampliar en lo referido a
las particularidades de la explotación sexual comercial, la trata de personas,
el bullying y el ciberacoso.
La Unidad III se enfocó
en el abordaje de la sexualidad y la importancia del derecho a la salud sexual y reproductiva
de hombres y mujeres adolescentes, así como la
identificación de riesgos y la necesidad del cuidado mutuo dentro de las
relaciones sociales y en la vida cotidiana.
Para esto se revisaron conceptos claves, como lo son: solidaridad,
sororidad, fraternidad, discriminación por orientación del deseo sexual,
prácticas sexuales, e identidades sexuales.
Un tema que generó un marcado
interés entre la población participante fue el de las relaciones impropias, el
cual se abordó por medio de un videoforo, se dio énfasis en los riesgos y
consecuencias para las personas adolescentes y cómo esta problemática puede
darse tanto en relaciones heterosexuales como en aquellas que abarcan otras
orientaciones e identidades sexuales.
En cuanto a los derechos sexuales y
reproductivos se trabajó a partir de la reflexión de un video y de preguntas
generadoras, en donde destacaron que dentro de los principales cambios físicos
que logran identificar durante la adolescencia se encuentran: aumento de los genitales,
desarrollo y crecimiento de algunas partes del cuerpo, cambios hormonales,
aparición de la menstruación, entre otros. Dentro de los cambios psicológicos identificaron: prepotencia, depresión,
inseguridad personal y social, presión social, madurez y diferentes
pensamientos. Agregan que hay cambios físicos y psicológicos que les gustan,
entre los que señalaron la madurez, el aumento de estatura, el adelgazamiento,
que se les incluya en la toma de decisiones, más libertad, que durante el
proceso han perdido el miedo al qué dirán, el cambio de estilo, el contar con
más experiencia, sentir atracción sexual y el acceder a más permisos para poder
tener nuevas experiencias. No obstante, estos cambios también les han generado
temores o miedos en aspectos como el acné, distensión de grupos sociales y de
opiniones, tener menos libertad, que no les gusten los cambios en su cuerpo,
enfrentamientos sociales, no lograr aceptación, bullying por los cambios
físicos, discriminación y el dejar de ser niño o niña y perder los beneficios
que esto traía.
En cuanto a quiénes les han brindado
información sobre los cambios físicos y psicológicos durante la adolescencia,
señalan a padres y madres, distintas organizaciones, la Caja Costarricense de
Seguro Social (CCSS), colegios, internet y redes sociales, docentes, familiares
y amistades. En específico, señalan haber recibido
información acerca del poder de decisión en las relaciones sexuales,
sobre métodos anticonceptivos y otros tipos de protección y consentimiento; sin
embargo, expresan que esta información ha sido poca.
Resaltan lo trascendental que puede ser el contar con información adecuada y
desde un enfoque integral en esta etapa de la vida, como una herramienta para
ser personas críticas en la toma de decisiones, el ejercicio del consentimiento
y la aplicación de los derechos. Se hace énfasis en la importancia de
informarse con fuentes confiables,
de ser posible con personas trabajadoras de la salud, quienes
pueden explicar en detalle lo referente a cuidados, riesgos y aspectos
generales de la salud sexual y reproductiva.
En esta línea, un sector
de personas participantes se refirió a la relevancia de promover la educación en estos temas por parte
de las personas adultas, para que comprendan la necesidad de contar con
educación sexual y la importancia del reconocimiento de los derechos sexuales;
asimismo, que la población esté más informada de sus derechos en el área de la
sexualidad y que cuando se enfrente una dificultad sea escuchada y no ignorada (Jiménez
Mata y Mena Gómez 2021).
Reflexiones
finales
El desarrollo de procesos de
formación con personas adolescentes, desde una metodología que les reconoce
como sujetos y, por ende, parte de sus necesidades e intereses ubicados en
contextos sociales particulares, es un abordaje que posibilita la construcción
conjunta de procesos de transformación. En la experiencia presentada, los
grupos meta tuvieron una participación clave en las diferentes fases de diseño
y ejecución de la propuesta de formación, lo que permitió que los temas
desarrollados fueran evaluados como útiles por
la totalidad de las personas y que las actividades pedagógicas resultaran
interesantes y divertidas.
En cuanto a los resultados, se
identifica como un avance el que la población beneficiaria lograra la
identificación de múltiples desigualdades que pueden enfrentar como personas adolescentes,
así como otras formas de discriminación, tipos de violencia, manifestaciones,
consecuencias, y formas de prevención. También se desarrolló discusión acerca
de otras formas de violencia, como la trata de personas, la explotación sexual,
el grooming, bullying, ciberacoso y acoso callejero.
Se reflexionó acerca de la
construcción de identidades y cómo repercuten las demandas sociales, familiares
y personales en dichos procesos. Se analizó la importancia de la aplicación de
los derechos humanos, principalmente en aquellas personas en las cuales se
entrecruzan distintas condiciones de vulnerabilidad, como la edad, la
discapacidad, el sexo, el lugar de procedencia, entre otros.
Se abordó la temática de la
sexualidad y los derechos sexuales y reproductivos, en donde enfatizaron la
importancia de contar con información clara y precisa para la toma de
decisiones responsables. Asimismo, lograron señalar riesgos que les afectan
como personas adolescentes y construyeron propuestas de prevención y abordaje
que recalcan la necesidad de más espacios de capacitación y discusión sobre
estas temáticas.
La coyuntura generada por la
pandemia de la COVID-19 lleva a reflexionar acerca de las potencialidades y
limitaciones que conlleva la virtualización de procesos formativos, como el
desarrollado en esta experiencia. Entre los alcances logrados estuvo la
posibilidad de adaptar las actividades y recursos a la virtualidad, lo cual
posibilitó el compartir diversos materiales audiovisuales y la utilización de
herramientas tecnológicas que apoyan los procesos de aprendizaje y que
facilitan el registro electrónico de la información, por medio de las
grabaciones en la nube, formularios en línea, y opciones de generar reportes
sobre los resultados de las actividades realizadas por medio de plataformas
como Padlet y Mentimeter.
Entre las limitaciones de
implementar procesos de este tipo en forma virtual, estuvo el acceso desigual a
la conectividad que, en algunos casos, dificultó el que las personas
participaran de los espacios formativos. Además, en algunos casos, generó
intermitencia en la participación por motivo de la calidad de conectividad,
aunado a limitaciones relacionadas con las condiciones particulares y dinámicas
familiares de cada persona a lo interno de sus hogares, o bien, del lugar donde
se conectaban a las sesiones.
Se recomienda continuar promoviendo
espacios de educación no formal con población adolescente, a partir de la
necesidad evidenciada por medio de la presente experiencia y también en
respuesta a la promoción del derecho a la educación, a la participación
política, al desarrollo humano integral y a la salud, entre otros.
Asimismo, se recomienda mantener alianzas
interinstitucionales para lograr un mayor alcance en cuanto a las temáticas
abordadas, así como en la población beneficiaria, dado que, como se visualizó
en esta experiencia, persisten desigualdades en el acceso a la información, en
la medida en que algunos sectores cuentan con alternativas de formación por
medio de la familia, iglesias, colegios, entre otros; mientras que algunas personas
carecen de estos recursos.
Finalmente, se recomienda fomentar espacios
de discusión sobre temáticas relacionadas a los derechos humanos y el enfoque
de género, ya que es clara la necesidad y el interés por parte de la población
adolescente, dado que les otorga un papel activo en la toma de decisiones
respecto a su desarrollo humano, calidad de vida y en la construcción de
relaciones sociales respetuosas y responsables.
Contribución de las personas autoras: Este artículo recoge los principales resultados del proyecto
«Construyendo herramientas de aprendizaje y formación en género y derechos
humanos con población joven» desarrollado por ambas autoras. Por lo anterior,
tanto la propuesta, desarrollo, sistematización, análisis de la información acá
descritas fueron construidas de forma conjunta, apelando a los conocimientos
base de cada una de las autoras, lo que permitió enriquecer el presente
documento.
Apoyo financiero: el
presente artículo fue realizado en el marco del proyecto «Construyendo herramientas de aprendizaje y formación en género y derechos
humanos con población joven»,
adscrito al Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad Nacional,
instancia académica que aportó el presupuesto laboral y de ejecución del
proyecto.
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