Reflexiones sobre la incorporación
de fuentes documentales en un estudio de caso
Reflections
on the incorporation of documentary sources in a case study
María Eugenia Iturralde
Consejo
Nacional de Investigaciones
Científicas
y Técnicas (CONICET),
Buenos Aires, Argentina
Universidad
Nacional del Centro de la Provincia
de
Buenos Aires (UNCPBA), Tandil, Argentina
https://orcid.org/0000-0002-6300-2236
Agustina Girado
Consejo
Nacional de Investigaciones
Científicas
y Técnicas (CONICET),
Buenos Aires, Argentina
Universidad
Nacional del Centro de la Provincia
de
Buenos Aires (UNCPBA), Tandil, Argentina
https://orcid.org/0000-0003-3668-4275
Griselda Lemiez
Consejo
Nacional de Investigaciones
Científicas
y Técnicas (CONICET),
Buenos Aires, Argentina
Universidad
Nacional del Centro de la Provincia
de
Buenos Aires (UNCPBA), Tandil, Argentina
https://orcid.org/0000-0002-2384-878X
Fecha de
recepción: 30 de noviembre del 2021
Fecha de
aceptación: 10 de mayo del 2022
Cómo
citar:
Iturralde, María Eugenia, Agustina Girado y Griselda Lemiez. 2023. Reflexiones sobre la incorporación de fuentes documentales
en un estudio de caso.
Revista Reflexiones.102 (2). DOI 10.15517/rr.v102i2.49330
Resumen
Introducción: El acceso a fuentes documentales constituye uno de los
pilares fundamentales para el avance de los proyectos de investigación y el
desarrollo de la ciencia, lo que posibilita el análisis respecto a su uso,
preservación y socialización.
Objetivo:
En este artículo proponemos reflexionar sobre la incorporación de fuentes
documentales en las investigaciones de Ciencias
Sociales, tomando como caso de análisis la reconstrucción
de la estructura edilicia y de la distribución espacial de una villa obrera
demolida a inicios de la década de 1980, en una ciudad bonaerense de
Argentina.
Método:
La indagación es de carácter cualitativa y multidisciplinaria, ya que efectúa
un cruce reflexivo desde la Historia, la Antropología y los Estudios en
Comunicación.
Resultados: Entendemos que el abordaje de la historia de las empresas
cementeras de la provincia de Buenos Aires presenta obstáculos en lo que
refiere al acceso a archivos documentales, por este motivo nos permitimos
evaluar cómo los vínculos personales e informales en una ciudad media, las
políticas de Acceso Abierto y la utilización de soportes digitales garantizan
el acceso a variada información.
Conclusiones: Analizamos el valor analítico que brindan las fuentes
documentales (periodísticas, judiciales, fotográficas, archivos empresariales,
escritos administrativos), ante lo cual se concluye que, en Ciencias Sociales
el acceso a las mismas -y su complemento- es fundamental para el desarrollo de
los procesos de investigación y la comprensión de la Historia local.
Palabras
clave: Investigación social, Acceso a
información, Historia local, Digitalización, Ciudad media.
Abstract
Introduction: Access to documentary sources
constitutes one of the fundamental pillars for the advancement of research
projects and the development of science, which enables analysis regarding their
use, preservation and socialization.
Objective: In this article we propose to
reflect on the incorporation of documentary sources in social science research,
taking as an analysis case the reconstruction of the building structure and the
spatial distribution of a workers' village demolished in the early 1980s in a
Buenos Aires province city from Argentina.
Method: In this way, the inquiry is
qualitative and multidisciplinary in nature, starting from a reflective
crossing from History, Anthropology and Communication Studies.
Results: We understand that the approach to
the history of cement companies in the province of Buenos Aires presents
obstacles with regard to access to documentary archives, for this reason we
allow ourselves to evaluate how personal and informal links in an average city,
access policies open space and the use of digital media guarantee access to a
variety of information.
Conclusion: We analyze the analytical value of documentary sources
(journalistic, judicial, photographic, business archives, administrative
writings), concluding that in Social Sciences access to them -and their
complement- is essential for the development of investigation processes and
understanding of local history.
Keywords: Social Research, Open Access, Local
History, Digitization, Middle-sized Cities.
Introducción
El presente artículo recupera algunas reflexiones surgidas
en la socialización de nuestros procesos de investigativos en diferentes temas
y disciplinas del campo de las Ciencias Sociales. En la búsqueda por
reconstruir puntos de convergencia, adquieren centralidad dos aspectos
interrelacionados. Por un lado, nuestras investigaciones se realizan en
ciudades medias de la provincia de Buenos Aires, las cuales poseen ciertas
particularidades estructurales y simbólicas que operan no solo en el
entendimiento de nuestros problemas de investigación, sino también en las
formas de realizar trabajo de campo en un sentido amplio. Y, por el otro, la
centralidad que asume el acceso, uso, socialización y digitalización de fuentes
documentales en la construcción de nuestros objetos de estudio.
A partir de recuperar el caso de la empresa Calera
Avellaneda S.A, ubicada en el partido de Olavarría (provincia de Buenos Aires),
se articulan un conjunto de discusiones que permiten plantear los desafíos metodológicos que se presentan en el acceso, uso
y digitalización de fuentes documentales; las cuales resultan imprescindibles a
la hora de reconstruir la historia de las fábricas cementeras.
Por este motivo, en un primer momento, daremos cuenta de
aspectos generales que hacen valioso el uso y el acceso a fuentes documentales;
además de la importancia que brindan en el desarrollo de los procesos de
investigación. Sumado a ello, nos interesa inscribir estas discusiones en el
contexto de una ciudad media donde las relaciones sociales pueden «obstaculizar» y/o «facilitar» el desarrollo de nuestro trabajo de campo en ámbitos
públicos y privados. El dar cuenta de la trastienda de nuestras investigaciones
(Wainerman y Sautu 2000) permite convertir las situaciones vivenciadas en datos
objeto de análisis.
En un segundo momento, nos detenemos en las formas de
producir, difundir y posibilitar la apropiación social de resultados de
investigaciones científicas, haciendo hincapié en el rol que asumen la
implementación de repositorios digitales de Acceso Abierto. En sintonía con lo
mencionado, entendemos que los soportes digitales multiplican las posibilidades
de circular fuentes documentales, así como también permiten la preservación de
las versiones originales para usos futuros, lo que, de alguna manera,
reactualiza discusiones en torno a las implicancias sociales y éticas de
nuestro quehacer profesional.
Finalmente, nos adentramos en la reconstrucción de la
estructura edilicia y de la distribución espacial de la villa obrera
correspondiente a la empresa Calera Avellaneda S. A. En la búsqueda por
estudiar el pasado, en este caso vinculado al mundo del trabajo y la
explotación minera local, se advierte sobre la importancia de articular
variadas fuentes en pos de una mejor comprensión del tema de indagación y en
tanto que funcione como una estrategia que permita sortear ciertos «obstáculos metodológicos».
Uso
y acceso a fuentes documentales: redefiniciones en el transcurrir de los
procesos de investigación
Las fuentes documentales adquieren un rol central en los
procesos de investigación que se desarrollan dentro del campo disciplinar de
las Ciencias Sociales, y hacen referencia a variados tipos de materiales que
nos sirven de insumos para el desarrollo de nuestras investigaciones; como son
los libros, revistas, actas de congresos, tesis, informes científicos,
documentos oficiales y gubernamentales, medios gráficos, «producciones menores»
(documentación que no necesariamente se encuentra archivada y que además puede
circular, como por ejemplo libro de quejas, volantes, afiches), fotografías,
audiovisuales, archivos sonoros.
En lo referente a las fuentes de información escrita,
Nacuzzi (2010) incluye lo publicado o impreso, lo manuscrito, lo fotocopiado y
lo seleccionado y/o impreso desde Internet. No obstante, cuando se busca
clasificar esta variedad de material escrito, resulta común establecer una
distinción entre las fuentes en un sentido estricto (el material que voy a
analizar) y la bibliografía (la cual ofrece herramientas conceptuales y
analíticas para realizar el análisis). En relación con ello, Chiappe y Ramos
señalan que «aunque esta taxonomía puede parecer obvia, es preciso
señalar que los textos no son en sí mismos fuentes o bibliografía, ya que su clasificación
como tal dependerá de los objetivos de la investigación»
(2017, 29).
Atendiendo a lo mencionado, en el presente artículo nos
interesa abordar el uso y tratamiento de las fuentes documentales en un sentido
amplio. Más allá de las particularidades que dichas reflexiones adquieren en el
marco de las especificidades metodológicas de las disciplinas que componen el
campo de las Ciencias Sociales, nos valdremos de trabajos que, si bien fueron
producidos para recurrir al empleo de fuentes documentales desde la
Antropología, hacen hincapié en un conjunto de aspectos que operaron en la
reconstrucción de la historia de una empresa cementera del partido Olavarría
(provincia de Buenos Aires), a partir del acceso y uso de heterogéneas fuentes
documentales.
Ahora bien, resulta preciso señalar que la Antropología
valora la perspectiva de los actores sociales localmente situados, ya que a
través de sus representaciones y manera de actuar es posible acceder al
conocimiento de lo social en su dimensión vívida (Quirós 2014; Balbi y Boivin
2008), lo cual brinda centralidad al trabajo de campo extendido, comprensivo y
descriptivo, y la experiencia directa y prolongada del investigador con ese
campo (Malinowski 1995). Por este motivo sería válido preguntarnos si la utilización
y análisis de fuentes documentales puede considerarse «trabajo
de campo», o, mejor dicho, si tendría el mismo status de legitimidad
frente a aquello que podamos registrar «en
presencia». Si bien parecería que el uso de fuentes documentales sería
algo ajeno o no extendido en la Antropología, resulta posible recuperar
variados trabajos que proponen diferentes tratamientos que atienden a los
procesos de investigación. Dube (2007) señala que en las últimas décadas «se ha
leído el material de archivo a través de filtros antropológicos y el trabajo de
campo se ha atado a la imaginación histórica, lo cual de manera significativa
ha abierto cuestiones acerca de la naturaleza del ‘archivo’ y del ‘campo’» (en
Chiappe y Ramos, 2017, 17), pero además, « […] algunos antropólogos han
argumentado acerca de la posibilidad de considerar el trabajo de archivo como
trabajo de campo (Nacuzzi 2002), pensando el archivo como acontecimiento de
terreno (Platt 2013). Se ha propuesto también la idea de una etnografía de archivos
(Bosa y Santoyo, 2010) o de una etnografía de los documentos (Smietniansky,
2010)». (Chiappe y Ramos, 2017, 26-27).
Particularmente nos interesa recuperar el trabajo de
Muzzopappa y Villalta (2011), ya que al reflexionar sobre los principales
problemas metodológicos que enfrentaron a la hora de acceder y analizar -a
través de documentos escritos de distinto tipo- las prácticas concretas de
instituciones estatales, hacen hincapié en diversos aspectos que resultan
fundamentales en el presente artículo. Las autoras advierten sobre la
importancia de atender a los contextos de producción, clasificación,
conservación y circulación, así como a las formas de acceso a las fuentes
documentales con las cuales se trabaje. En este sentido, no solo resulta
necesario pensar a las fuentes en articulación y diálogo constante con otras
escrituras, sino también tener presente que el contenido de los documentos y
objetos históricos no refleja, linealmente, el mundo social que se estudia;
además es de interés pensar los motivos que guiaron su producción y
conservación.
Hammersley y Atkinson (1994) advierten respecto a la
necesidad de no reducir los documentos a fuentes de información y, de ese modo,
ser utilizados meramente como recursos, sino que conviene tratarlos como productos
sociales que deben ser analizados. Por su parte, da Silva Catela (2002), señala
que los documentos escritos, y también podemos hacer referencia a las fuentes
documentales en general, no condensan en sí mismos un interés para ser
conservados, es el resultado de disputas que dirimen qué sería lo guardable y
lo transmisible. De este modo, los sentidos que condensan dependerán de quién
los lea, los vea y/o los escuche, así como de los contextos sociohistóricos en
los que se inscriben. En sintonía con ello, Sarrabayrouse Oliveira y Garaño
(2019) dan cuenta sobre la necesidad de tomar una serie de recaudos
metodológicos cuando se trabaja con fuentes documentales, lo cual supone
interpelar de manera crítica la creencia generalizada en la palabra escrita como
verdad oficial.
Sumado a ello, no solo resulta posible construir
conocimiento a partir del análisis de lo que los documentos dicen, sino también
al problematizar las formas que posibilitan y/o impiden su acceso. La trama de
relaciones sociales, ya sea intra o extrainstitucionales, se vuelve un aspecto
relevante para sortear ciertos obstáculos que se pueden presentar en el
desarrollo de una investigación,
Así, aquello que formalmente está
vedado al conocimiento del público puede estar al alcance del investigador si
este conoce a las personas indicadas o, por el contrario, lo que es de registro
público puede convertirse en material literalmente imposible de conseguir si la
articulación de la red de relaciones no es propicia. Si ello, en primer lugar,
nos habla del monopolio que ejercen las instituciones sobre la información, en
otro nivel de cosas pone en evidencia la importancia que asume la trama de
relaciones personales en este tipo de ámbitos, en tanto, por ejemplo, el ámbito
judicial se transformará en más o menos inexpugnable de acuerdo con el tipo de
contactos y la red de relaciones que se pueda entablar (Muzzopappa y Villalta
2011, 25).
Con el objetivo de plantear cómo el acceso a documentación
se encuentra mediado por personas, resulta preciso atender al carácter medio de
la ciudad de Olavarría, puesto que ocupa un papel central en la trama de
relaciones sociales. Representaciones de uso extendido, como por ejemplo «acá nos conocemos todos»,
posibilitan reflexionar al respecto de cómo los vínculos de interconocimiento (Quirós 2017), repercuten en las formas de
tramitar demandas, acciones y conflictos, en la construcción de vínculos y, en
este caso particular, en la posibilidad de acceder a fuentes documentales
cruciales para el desarrollo de un proceso de investigación (Girado 2020). En
relación con ello, Goldman (2006) sostiene que el hacer relaciones -la
sociabilidad- no solo es objeto de investigación, sino también su principal
medio. Es a través de las relaciones construidas con diferentes personas -que
se presentan como interlocutoras- que nos permiten conocer y comprender
determinados aspectos del mundo social que investigamos. Asimismo, el hecho de
ser conocida o conocido de tal y cual persona o, como suele decirse, «tener llegada a», posibilita sortear ciertas
formalidades y burocracias tanto del sector público como del sector privado.
En el caso analizado, el hecho de que una de las
investigadoras del presente artículo fuera «hija
de un obrero del cemento» resultó crucial para habilitar otro tipo de reciprocidades
que permitieron acceder a la biblioteca personal del patrón de la empresa
cementera Calera Avellaneda S.A. Sumado a ello, queremos detenernos en cómo fue
posible complementar variadas fuentes documentales para reconstruir la villa
obrera perteneciente a la misma empresa, puesto que brinda información respecto
al rol que asume la trama de relaciones sociales (familiares, de amistad,
política) en el proceso de investigación y porque, además, permite enfatizar la
necesidad de problematizar el trabajo como proceso y no meramente como dato.
Fue gracias a un vínculo de amistad que se logró acceder a
un documento que se presentó a la Municipalidad de Olavarría, con el objetivo
de derribar la villa obrera en el año 1982 (Véase Figura 1). Este material fue
complementado con una foto satelital del lugar, la cual se encontraba en una
carpeta con documentación que se enviaba a la empresa cementera con el
Municipio entre los años 1960-1980, material que iba a desecharse, pero que se
pudo rescatar gracias a otro vínculo personal, es decir, por medio de una
persona que se encontraba trabajando como parte del equipo encargado de llevar
adelante la tarea de remodelación de la oficina de la cementera, donde se
desempeñan funciones vinculadas a la Dirección de la empresa (Véase Figura 2).
Con esta documentación (plano y foto satelital), el padre de la investigadora
concurrió a la fábrica para charlar con un obrero que antes residía en la villa
(Véase Figura 3); a partir de su testimonio fue posible reconstruir e
identificar los diferentes espacios que la componían (Véase Figura 4).
Figura 1. Plano presentado al Municipio de Olavarría para concretar
la demolición de la villa obrera de Calera Avellaneda (1982).
Fuente: Imagen cortesía de la Dra.
Griselda Lemiez.
Figura 2. Foto satelital de la empresa Calera Avellaneda S.A. y su
villa obrera von Bernard, año 1975.
Fuente: Fotografía cortesía del Archivo Histórico Municipal de
Olavarría.
Figura 3. Referencias con números de cada sector y espacio que
integraban la Villa Carlos von Bernard, resultado de la entrevista realizada a
un ex vecino del lugar.
Fuente: Imagen cortesía de la Dra. Griselda
Lemiez.
Figura 4. Resultado final del complemento de fuentes: reconstrucción de la estructura edilicia y de la
distribución espacial de la
Villa Carlos von Bernard, perteneciente a la empresa cementera Calera
Avellaneda S.A.
Fuente: Elaboración de la autora Dra. Griselda Lemiez.
Tras la
indagación expuesta, descubrimos que fue en la búsqueda por reconstruir la
historia de las empresas cementeras del partido de Olavarría que se percibió el
lugar privilegiado que asume el «recurso vínculo» en el acceso a fuentes
documentales y la necesidad de ser complementado con fuentes orales[1].
Asimismo, deben considerarse los planteos de Muzzopappa y Villalta (2011)
respecto a la relevancia de recorrer archivos, bibliotecas y distintos
organismos (públicos, privados, institucionales, personales) con el objetivo de
acceder a variada documentación que puede estar disponible, celosamente
resguardada o inclusive destruida. La realización de un mapeo de la dispersión
o concentración de los documentos puede resultar un insumo analítico para pensar
las lógicas de conservación y circulación de las fuentes documentales, así como
también puede ofrecer pistas sobre las formas de constitución de las
burocracias locales, aspecto que abordaremos con mayor detenimiento en el
próximo apartado.
Fuentes
documentales y acceso abierto
Las investigaciones se nutren, entre otros aspectos, de
intercambios comunicativos, de lecturas, de consultas a colegas e informantes
claves, de antecedentes, de documentos. Un camino de indagación puede
presentarnos obstáculos difíciles de sortear, que pueden llevarnos a bajar los
brazos o a pausar nuestros planes de trabajo.
El acceso a fuentes, como lo señalamos anteriormente, es
fundamental para el desarrollo de las investigaciones. Años atrás se
presentaron una serie de dificultades para acceder a fuentes bibliográficas y
frente a esa problemática surgió una iniciativa apoyada en desarrollos técnicos
vinculados al soporte digital. El Acceso Abierto se constituye como un gran
aporte para la apropiación social del conocimiento; actualmente observamos
consenso en la comunidad científica sobre la publicación de resultados de las
investigaciones bajo esta modalidad. Al tomar como antecedente estas
experiencias y el caso de acceso a las fuentes documentales en una
investigación sobre la empresa Calera Avellaneda S.A. y su villa obrera,
evaluaremos los posibles alcances que abre el soporte digital en el acceso y
preservación de documentos, esto en una investigación desarrollada en una
ciudad media de Argentina.
Consideramos como apropiación social del conocimiento a los
procesos de socialización de los contenidos producidos por las comunidades
científicas que llevan a una retroalimentación con diversos actores sociales;
lo entendemos como un conjunto de acciones que se sostienen por los principios
de democratización del acceso y uso del conocimiento científico y tecnológico,
con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las comunidades y sus
integrantes (Marín Agudelo 2012). La democratización del acceso a fuentes
enriquece las investigaciones y los intercambios que puedan sostenerse durante
el desarrollo del plan de trabajo. Uno de los obstáculos con los que podemos
encontrarnos es el afán de lucro; a continuación, mencionamos lo que sucedió
-en este sentido- con las revistas académicas.
En las últimas dos décadas del siglo XX se registran, en la
literatura especializada, referencias a la «crisis
de las revistas». Diversos trabajos dan cuenta de un creciente aumento de
precios en las revistas científicas y de una demora en los plazos de
publicación, circunstancias que se constituyeron en obstáculos para acceder al
conocimiento científico. Un camino de salida lo proporcionó el desarrollo de
Internet y la creación de la Word Wide Web, en la década de 1990, dando lugar a
la proliferación de publicaciones científicas electrónicas (Andrade 2009). Las
revistas son una herramienta muy importante en la comunicación científica, son
un medio de divulgación de los resultados de las investigaciones que genera
intercambios enriquecedores para avanzar en el cumplimiento de los objetivos
propuestos por el sistema científico técnico. Estos adelantos suelen
constituirse en aportes que se brindan a dependencias estatales, al sistema
productivo o a organizaciones sociales para la resolución de problemáticas. Es
por esto que la comunidad científica debe buscar mecanismos que, por un lado,
favorezcan el intercambio entre profesionales de la investigación, y por otro,
promuevan la apropiación social del conocimiento.
Ante el alza de precios de las revistas científicas, hacia
finales de la década de 1990, profesionales del sector de las ciencias
biomédicas comenzaron a hacer públicos archivos digitales de libre acceso. Esas
publicaciones fueron el germen de una serie de acciones posteriores que dieron
lugar a la redacción de la Iniciativa de Acceso Abierto de Budapest, publicada
en el año 2002. Ese documento hace referencia a la necesidad de contar con
literatura científica disponible de forma gratuita en Internet, y se reconocen
dos herramientas que pueden vehiculizar el Acceso Abierto: los repositorios y
las revistas.
El acceso abierto beneficia a todos,
por las mismas razones que la investigación en sí beneficia también a todo el
mundo. El acceso abierto (OA) realiza esta función, haciendo que la
investigación y los resultados de esta estén ampliamente disponibles y sean de
utilidad. Beneficia a los investigadores como lectores, ayudándoles a buscar y
recuperar la información que necesitan, y beneficia a los investigadores como
autores, porque les permite llegar a los lectores que pueden citar y basar su
trabajo en otros previos. El acceso abierto beneficia también a sectores que no
se dedican específicamente a la investigación, acelerando los logros y
beneficios derivados de la investigación, como la creación de nuevos
medicamentos y nuevas tecnologías, la resolución de problemas, a la toma de
decisiones fundadas, a la mejora de políticas y a un aumento en la generación
del conocimiento (Suber 2015).
Las iniciativas de Acceso Abierto lograron repercusión
internacional y se constituyen como fundamento para el diseño y aplicación de
políticas públicas que democratizan los vínculos con el conocimiento, además,
permiten enfrentar una serie de problemas generados por el mercado de las
publicaciones científicas. El desarrollo concentrado de la industria editorial
demuestra que el fin de lucro se presenta como un obstáculo para la circulación
y apropiación social del conocimiento. Un aspecto que es necesario destacar es
que gran parte de las investigaciones que se producen en América Latina son
financiadas con fondos públicos, entonces -bajo la exclusividad de la oferta
comercial- los estados se veían obligados a pagar dos veces en el proceso de
investigación: en la producción en primer lugar y luego a las editoriales para
el acceso a los resultados (López 2013).
El soporte digital presenta una serie de ventajas frente a
los formatos tradicionales. La digitalización de archivos y centros de
documentación -la conversión del campo analógico a la digital- favorece el
acceso a la información que se posee, facilita su distribución y publicación,
da lugar a la optimización de espacios físicos y, finalmente, mejora las
condiciones de preservación de los originales (Careaga 2008).
En Argentina, en las primeras décadas del siglo XXI, se
observa la proliferación de políticas públicas –impulsadas por parte del Estado
nacional- destinadas al desarrollo de las áreas de ciencia, tecnología y
educación superior (Silva y Girado 2020). Una de las acciones estatales,
sostenidas en el sentido antes expuesto, fue la sanción de la Ley Nacional
26899 de repositorios digitales institucionales de Acceso Abierto.
La Ley, sancionada en 2013 y reglamentada en 2016[2],
insta a los organismos e instituciones públicas que integran el Sistema
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) a desarrollar repositorios
digitales institucionales que contengan la producción científico-tecnológica
resultante de los trabajos financiados (total o parcialmente) con fondos
públicos. Esa legislación se aplica a documentos que sean resultado de
actividades de investigación; a datos primarios a través de repositorios con
las características antes mencionadas; a portales de sistemas nacionales de
grandes instrumentos; a bases de datos; y, finalmente, a políticas institucionales
para su gestión y preservación a largo plazo.
El modelo de Acceso Abierto pone a disposición contenidos
-en forma gratuita- que se pueden leer, descargar, copiar, distribuir,
imprimir, buscar o enlazar con los textos completos de los artículos científicos
y usarlos con propósitos legítimos ligados a la investigación científica, al
desarrollo tecnológico, a la innovación, a la educación o a la gestión de
políticas públicas; sin otras barreras económicas, legales o técnicas que las
que suponga Internet en sí misma (MCTIP 2016).
La normativa vigente ejemplifica, por medio de una
enumeración de los contenidos que pueden incluir los reservorios: artículos
científicos, monografías, partes de libros, documentos de conferencias, tesis y
conjuntos de datos. La Ley 26.899 también expresa que los repositorios tienen
que incluir los datos primarios sobre los que se basan las investigaciones, y
su reglamentación señala que las instituciones pueden ampliar las coberturas a
otros documentos.
Para tomar el caso de la investigación sobre la empresa
Calera Avellaneda S.A., y más específicamente el proceso de reconstrucción de
la estructura edilicia y de la distribución espacial de su villa obrera, es
necesario señalar que, en Olavarría, existe un Archivo Histórico Municipal que
no tiene versiones digitalizadas de la totalidad de sus documentos, y que hasta
hace unos años atrás sostenía una gestión discrecional: algunos materiales eran
de acceso público y otros integraban el archivo solo con fines de preservación.
En este caso, la administración pública municipal, durante décadas, no priorizó
el acceso al acervo documental, sino su resguardo y custodia frente a la
circulación pública. Asimismo, el único diario en papel que se publica
actualmente en la ciudad se fundó en 1899; posee un archivo de ejemplares
organizados en tomos, pero que no están puestos a disponibilidad pública en
ningún soporte. Las bibliotecas públicas no poseen hemerotecas, tampoco
fototecas y las empresas son reticentes ante los pedidos de información.
Olavarría presenta, en materia de preservación del patrimonio documental con
fines de investigación en Ciencias Sociales, recursos escasos desde el sector
público, pocas iniciativas sostenidas desde el tercer sector y una fuerte
reticencia del sector privado para brindar información y acceso a archivos
empresariales (Lemiez y Endere 2020).
Estos obstáculos que se presentan durante la recolección de
la información en el proceso de construcción de datos pueden no resultar muy
alentadores para efectuar investigaciones desde la perspectiva histórica en
Olavarría. No obstante, queremos destacar la iniciativa sostenida por
investigadores e investigadoras del Núcleo de Investigación «Producciones e Investigaciones Comunicacionales y Sociales
de la Ciudad Intermedia» (PROINCOMSCI) de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO)
de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA),
que desde hace años sostienen proyectos de digitalización de archivos y
documentos de medios de comunicación del centro-sudeste bonaerense[3].
Las investigaciones en Ciencias Sociales, efectuadas desde
la perspectiva histórica, requieren una ardua recolección de datos provenientes
de documentos, publicaciones en medios de comunicación, fotografías, archivos
judiciales, escritos administrativos, balances e informes. Cuando el sector
privado/empresarial está involucrado en las indagaciones, el acceso a
información suele estar mediada por una serie de filtros por no encontrarse
disponible de forma pública.
La digitalización abre la posibilidad de construir archivos
temáticos integrados por documentos e imágenes que pueden ser usados con fines
educativos, culturales y de investigación. Este tipo de iniciativas requieren
de un sólido conocimiento legal sobre los alcances que tienen los marcos
normativos vigentes sobre los materiales que se pretenden poner a
disponibilidad pública (González Girodo, Iturralde, Pérez: 2020) y también de
un arduo trabajo colaborativo de quienes investigan y de la comunidad en
general, porque tal como veremos a continuación, a la información a veces no
llegamos por vías institucionales, sino mediante contactos interpersonales.
Las
fuentes en un estudio de caso
La construcción de una memoria colectiva respecto al trabajo
minero que se dio en Olavarría ha sido, hasta el momento, objeto de pocos
estudios; la falencia responde, entre otras cuestiones, a la escasez de
archivos históricos locales. En la preservación y conservación de las fuentes
históricas, los archivos documentales cumplen un rol fundamental. Tanto el
patrimonio tangible como el intangible que ha dejado el funcionamiento de una
fábrica resulta importante y demanda un rescate patrimonial de carácter
histórico y sociocultural, esto por tratarse de una comunidad con
características singulares (Ceva y Tuis 2010).
Al momento de realizar la tarea de investigar y reconstruir
este caso particular de la empresa Calera Avellaneda S.A. y su villa obrera,
pensamos como primera alternativa su archivo empresarial. Sabemos que los
archivos de empresas tienen una serie de características que los hacen muy
peculiares, convierten su estudio en una compleja tarea que tiene múltiples
derivaciones y campos de estudio. Gran parte de esta complejidad deriva de la
misma naturaleza de la empresa como sujeto histórico, económico y social, es
decir, una especie de microcosmos en el que se producen múltiples
interrelaciones. El archivo -a imagen y semejanza de su órgano productor-
adquiere la misma complejidad. La historia de la empresa explica su desarrollo a
lo largo del tiempo, y conocerla permite comprender su identidad. El primer
paso consiste en acudir a las fuentes, adentrarse en el archivo de la empresa y
recuperar la mayor cantidad y variedad de información posible. De este modo,
recobran importancia no solo los documentos, textos, objetos y fotografías que
fueron generados por la propia empresa o de otras fuentes, sino además la
memoria oral a través de los testimonios de quienes protagonizaron los hechos
(González Pedraza 2010).
El creciente desarrollo en el campo de la historia de las
empresas está supeditado a las dificultades que presenta el acceso a los
archivos de fábrica y esto, en parte, ha obstaculizado cuestiones relacionadas
a la articulación entre la nueva historia del trabajo y el análisis de las
trayectorias de las empresas familiares. Gracias a la incorporación de nuevas
fuentes se lograron reconstruir cuestiones vinculadas a las condiciones de
producción, de trabajo, a las relaciones sociales, maritales, los roles
familiares, así como a la endogamia profesional en las familias y el papel de
la red de relaciones sociales (Ceva 2008).
Así, por ejemplo, la prensa local nos ha brindado
información específica sobre las empresas cementeras de la ciudad de Olavarría
y la posibilidad de contrastar y complementar dicha información con otros tipos
de fuentes, como las orales. En el Archivo Histórico Municipal de la ciudad de
Olavarría, los ejemplares del Diario
Tribuna, Diario La Democracia y Diario El Popular, si bien no se encuentran
completos, sus colecciones anuales comparten buena parte de la información que
se difundía sobre las empresas cementeras del partido. Algo similar ocurre con
los Anuarios que estos diarios publicaban con la intención de conmemorar algún
tipo de aniversario.
Teniendo presente lo mencionado en los apartados anteriores,
ingresamos al caso seleccionado para poder compartir más detalles sobre la
importancia que representa la incorporación de diversas fuentes para la
reconstrucción y el estudio del pasado.
En esta oportunidad, tomamos la Tesis Doctoral de Griselda
Lemiez, quien se propuso -como objetivo general- abordar
el estudio desde una perspectiva histórica de la construcción
de un tipo de relación laboral conocida como paternalista, en la industria
del cemento de la ciudad de Olavarría, durante el periodo 1940-1970, momento en
el cual los trabajadores y empresarios[4] fueron actores centrales. Algunas de las
preguntas que guiaron la investigación fueron: ¿en la industria del cemento de
Olavarría, se constituyó el sistema de fábrica con villa obrera como un espacio
apto para implementar un modelo de gestión empresarial guiado por los
principios del paternalismo industrial? ¿Qué
conflictos surgieron a causa de la disciplina propuesta por la dirigencia
empresarial que se aplicaría tanto en la fábrica como en la villa obrera?
La empresa Calera Avellaneda S.A., está situada en el paraje
San Jacinto, en el área serrana del Partido de Olavarría[5],
y fue fundada por la Calera Avellaneda Sociedad Anónima en 1921, cuando se
adquirieron las Canteras de San Jacinto; en su tiempo, propiedad de los señores
Serrano y Cía. (El Popular, 26 de
mayo de 1929). Ante la enorme cantidad de materia prima, y teniendo presente la
riqueza de la piedra, se inició la construcción
de una moderna fábrica dedicada a la producción de cemento Pórtland en el año
1932 (El Popular, Anuario de 1935).
Desde su apertura, Calera Avellaneda S.A. representaba una promesa para el
futuro, por lo que se sucedieron las ampliaciones y modernizaciones de las
fábricas de cemento y cal, consolidándose marcas ya tradicionales en el mercado
argentino como «Cal
Hidrat» y «Cemento Avellaneda» (La Democracia, 1 de enero de 1930).
En cuanto a la expansión productiva y dadas las
características de producción continua de cemento, se hizo necesaria la
instalación permanente y cercana a la fábrica de los trabajadores, además, fue
la propia empresa la que creó un mercado de trabajo, antes inexistente,
mediante la construcción de viviendas para los obreros (Neiburg 1988). El
desarrollo de la investigación develó que la distribución espacial de las
edificaciones de la villa obrera respondía no solo a cuestiones operativas de
producción, sino que estaba diseñada según la disciplina impuesta por el modelo
paternalista. El universo simbólico del espacio guardaba intenciones que
merecían ser tenidas en cuenta porque hacían a la construcción del entramado de
relaciones sostenidas entre los obreros y la patronal.
En un principio se construyó el denominado Pabellón para obreros solteros, que
estaba conformado por una serie de viviendas y que contaba, entre otras cosas,
con una instalación frigorífica para la conservación de carne y demás productos
alimenticios. Esta construcción permitía a quienes llegaban de zonas alejadas
permanecer en la villa de forma gratuita y, al
mismo tiempo, la empresa se aseguraba de la permanencia de los empleados en la
cercanía de su fuente de trabajo. Este sector destinado a alojar trabajadores
sin familias contaba con cuarenta habitaciones, dos secciones de baño, cinco depósitos,
dos cocinas, comedor y un salón de esparcimientos (García 2004).
La necesidad de aumentar el ritmo de producción derivó en la
construcción de una villa obrera, un pequeño poblado que llegó a ser habitado
por más de 700 personas, hombres, mujeres y niños. Se construyeron casas para
obreros y sus familias, viviendas para jefes y residencia para el patrón,
además del almacén de Ramos Generales y diferentes negocios (peluquería,
carnicería, mercería, zapatería y verdulería). También se construyó el Club
Social y Deportivo Calera Avellaneda, piletas de natación, canchas de tenis,
fútbol, básquet, golf y bochas; una escuela; un jardín de infantes y una
capilla. La ampliación de la villa obrera coincide con la llegada a la
Dirección de la empresa de Carlos von Bernard, en el año 1941.
La villa obrera, que pasó a denominarse «Villa Carlos von Bernard»,
estaba integrada por unas 200 unidades de viviendas con 14.372 metros cuadrados
cubiertos.[6]
Las casas eran construcciones sólidas, altas, confortables compuestas
cada una por tres habitaciones, cocina, hall, baño y lavadero. Sus pisos eran
graníticos en la cocina, en el comedor y en el baño, sus paredes de ladrillo de
barro de primera y recubiertas con madera machimbrada. Tenían techo de chapa de
fibrocemento, cocina a leña con serpentina y tanque intermediario que
suministraba agua caliente para el baño y la cocina. Contaban con instalaciones
de servicios urbanos, tales como agua, corriente, cloacas y luz eléctrica, y
también había recolección de residuos.[7]
La empresa también se hacía cargo del mantenimiento de las casas que integraban
la villa, de modo que, si había algo que
reparar, los trabajadores lo comunicaban en la fábrica y de inmediato obtenían
una orden de reparación (García 2004).
Las casas disponían de una amplia franja de terreno lateral
que iba desde el frente hasta la parte trasera, además de una parcela posterior
destinada, por lo general, a una huerta o la cría de aves. Los frentes de las
casas estaban cercados con alambres tejidos, sostenidos por postes de cemento.
Las calles tenían un cordón cuneta, pero no estaban pavimentadas, salvo la
principal, que tenía un relleno de pequeñas piedras caliza que evitaban la
formación de barro en los días de mucha lluvia (García 2004), y a ello debemos
sumarle canteros con flores, las quintas, los parques y los juegos para niñas y
niños. Según los testimonios era un lugar tranquilo y seguro (custodiado por un
sereno las 24 horas);
La empresa Calera Avellaneda S.A. edificaba las viviendas
destinadas a las familias obreras, pero no les daba la posibilidad de acceder a
su propiedad, sino que las entregaba en forma de préstamo. Así, la fuerza de
trabajo era inmovilizada a través de la vivienda y tenían a su disposición
electricistas, pintores y albañiles a los que podían acudir, pero las casas no
podían ser refaccionadas ni ampliadas.[8]
En todos los casos, era un requisito imprescindible haber contraído previamente
matrimonio para poder disponer de las edificaciones. Tanto el matrimonio como
la conservación de la vivienda familiar aparecen
en este modelo industrial como los condicionantes externos de la disciplina en
la fábrica (Babiano Mora 1998).
Pueden identificarse, en el espacio que ocupaba la villa
obrera, tres zonas. En la primera de ellas encontramos las casas que estaban
destinadas a los trabajadores y sus familias. También ahí se ubicaba el
pabellón para los trabajadores solteros. La segunda zona la habitaban los
empleados jerárquicos, ingenieros y técnicos de la fábrica y, finalmente, en la
tercera -la más alejada- se encontraba el chalet destinado como vivienda para
«el patrón». Observamos en el diseño arquitectónico de la villa obrera una
construcción que no solo estaba pensada para vigilar el espacio exterior, sino
también para permitir un control interior articulado y detallado por parte de
la empresa. Además, las diferencias de estratificación social y de jerarquía
laboral se reproducían tanto en la distribución del terreno como en los bienes
materiales.
En una búsqueda constante de crear pautas y hábitos morales,
la empresa intervenía significativamente en la villa obrera, sobre todo en la
parte social. De esta manera, las posibilidades de autosuficiencia que
caracterizaban a dicha entidad reunían los espacios de vida y trabajo de los
obreros y sus familias, encontrando la posibilidad de atender a las necesidades
laborales, así como también de la salud, la educación y la recreación.
Las relaciones personalizadas entre los trabajadores y la empresa,
que dieron paso a la producción de relaciones paternalistas, tuvieron su
manifestación más visible en la figura del «patrón» (Neiburg 1988). Dentro de este modelo de patronazgo se
estructuraron y desestructuraron relaciones sociales personalizadas que dieron
lugar a un sistema de dominación, llamado sistema de fábrica con villa obrera
(Neiburg 1988); se producía y reproducía constantemente.[9]
Carlos von Bernard fue el encargado de dar vida y forma a este particular
sistema productivo. Durante su gestión, se formó un vínculo laboral con
características y estilo propio, donde las relaciones sociales entre patrón y
obreros, que se establecían en las esferas de la producción (fábrica) y la
reproducción (villa obrera) de la fuerza de trabajo, funcionaron dentro de una
normativa personalizada. Al morir von Bernard en 1973, quienes recibieron su
herencia no supieron o no se interesaron en continuar la gestión de la villa
obrera; y la situación empeoró con la venta de la empresa a capitales
extranjeros. A comienzos de la década del ochenta, en una coyuntura de caída de
la demanda de cemento y como resultado de un ajuste en los costos, la villa fue
demolida y las personas que la habitaban se disgregaron en otros centros
urbanos del partido.
¿Cómo investigar el vínculo entre las relaciones laborales
sostenidas por el paternalismo y la estructura edilicia de la villa obrera
demolida? ¿De qué forma se puede conocer la composición de un espacio
modificado durante décadas? Ante esta situación, la investigación requirió de
la incorporación de documentos visuales y de las voces de los trabajadores.
Fuentes que dieron lugar a la reconstrucción de la estructura edilicia y de la
distribución espacial de la Villa Carlos von Bernard, perteneciente a la
empresa cementera Calera Avellaneda S.A. (Véase Figura 4). De modo que la
recuperación de la historia de la cotidianeidad en la villa obrera se apoya
fundamentalmente en el rescate de las fuentes documentales y en los testimonios
sobre el lugar.
Ponderamos aquí los documentos visuales como las
fotografías, para ser utilizados como fuentes en la reconstrucción histórica.
Cada vez más, encontramos en la historiografía un interés mayor por utilizar
este material como fuente histórica en la reconstrucción de las historias
locales. El siglo XXI se define como el siglo de las comunicaciones, pero
perfectamente podría también definirse como el siglo de la «imagen», dada la
trascendencia que esta ha alcanzado en la vida de las personas y las
comunidades (del Valle Ferrer y del Valle Olivares 2015).
En este estudio de caso, fue de vital importancia la
incorporación de las fotografías como documentos de análisis. Cabe reiterar que
el espacio que ocupaba el sistema de fábrica con villa obrera de la empresa
Calera Avellaneda S.A. actualmente no existe, ya que fue utilizado para ampliar
el área de explotación en el marco de una estrategia empresarial de aumentar la
producción de cemento. Solo quedó en pie, y en funcionamiento, la fábrica de
cemento. Tal como mencionábamos, la posibilidad de recuperar a través de lazos
personales e informales ciertas fuentes como las fotografías satelitales de la
fábrica y su villa obrera, o el plano del lugar, sumado a los testimonios de
quienes vivieron en ese sitio, nos permitieron reconstruir y conocer cada uno
de los espacios que integraban este modelo empresarial. El poder incorporar y
contrastar la investigación con fuentes documentales diversas es lo que nos
permitió enriquecer y reconstruir nuestro caso de estudio.
También consideramos valioso el acceso a las voces de los
trabajadores, es decir, a los testimonios de quienes fueron las personas
protagonistas en la historia de las empresas. La realización de diversas
entrevistas nos acercó a un fenómeno tan complejo y sensible como es el mundo
de las representaciones, que para el caso de Calera Avellaneda S.A. se
relacionan, entre otras, cosas con la figura del patrón, las relaciones
laborales, la vida en la villa obrera, la integración al orden productivo, la
formación de los trabajadores como obreros del cemento y la propia identidad
como habitantes de la Villa Carlos von Bernard.
Reflexiones
finales
En este artículo reflexionamos sobre la importancia que
tiene la incorporación de diversas fuentes a las investigaciones en Ciencias
Sociales y cuáles son los aportes que puede efectuar la digitalización de la
información, esto al considerar que el acceso constituye una instancia
fundamental para el desarrollo de la ciencia y, en particular, para la
reconstrucción de la historia local.
Al momento de iniciar la investigación sobre Calera
Avellaneda S.A, hubo que sortear una serie de «obstáculos» para incorporar fuentes documentales al análisis. En la
ciudad de Olavarría existe un único archivo público que habilita el acceso a
cierta información, no existen espacios construidos desde la sociedad civil
vinculados a estas temáticas de preservación; y el sector privado no comparte
su documentación empresarial-administrativa. Por este motivo, en la búsqueda
por reconstruir la historia local en una ciudad media, los vínculos personales
e informales, como por ejemplo «ser hija de un obrero del cemento»,
resultaron claves para acceder a documentos escritos y audiovisuales, así como
a testimonios orales. En la reconstrucción de la estructura edilicia y de la
distribución espacial de la Villa Carlos von Bernard, los vínculos de
parentesco y amistad de una de las investigadoras fueron imprescindibles para
hacerse de un plano del lugar, fotografías satelitales y testimonios de
trabajadores y habitantes de la villa, que sirvieron para contrastar las
fuentes escritas y hacer posible el avance de la investigación en el sentido
propuesto.
Destacamos la importancia que representa el poder
socializar, compartir o difundir tanto la información, como los datos que se
pueden rescatar al momento de acceder a los archivos. Creemos que se necesitan
políticas públicas que acompañen e impulsen la preservación y puesta en valor
de los archivos documentales con fines de investigación, culturales y
educativos. Además, la posibilidad de acceder a los archivos privados, algo que
actualmente resulta muy difícil, supone pensar en la construcción de redes de
intercambio entre quienes investigan temáticas afines.
Los desarrollos técnicos de las últimas décadas abren un
abanico de posibilidades porque permiten acceder a información en formato
digital, lo que permite preservar las piezas que se encuentran en formato
físico. La digitalización puede generar aportes en la construcción de fuentes
documentales, así como lo hizo en la publicación de resultados de
investigaciones mediante las revistas electrónicas -proceso que cuenta con una
legitimación extendida en el ámbito académico. Estas innovaciones también
plantean beneficios económicos porque, a diferencia de los soportes físicos, a
los archivos digitales se puede acceder de forma remota. Las iniciativas de
acceso abierto aumentan los alcances en lo que refiere a acceso a información.
Si bien en esta ocasión nos centramos en el proceso de digitalización, es
necesario mencionar que la publicación de documentos e imágenes tiene que estar
acompañada de un exhaustivo análisis legal, porque los materiales pueden ser
alcanzados por marcos normativos vigentes, como por ejemplo los derechos de
autoría.
Finalmente hay que señalar que el caso seleccionado, sobre la
empresa cementera Calera Avellaneda S.A., dio lugar a intercambios reflexivos
que se nutrieron por la perspectiva multidisciplinar, y que el proceso
consolidado nos permite afirmar que, en Ciencias Sociales, el acceso a fuentes
documentales -y su complemento- es fundamental para la reconstrucción y el
estudio del pasado.
Contribución de las autoras: Las tres autoras estuvieron abocadas a la escritura del
artículo, planteando discusiones e intercambios multidisciplinares. Agustina
Girado efectuó grandes aportes al apartado “Uso y acceso a fuentes
documentales: redefiniciones en el transcurrir de los procesos de
investigación”, María Eugenia Iturralde en el apartado “Fuentes documentales y
Acceso Abierto” y Griselda Lemiez aportó su experiencia de investigación en
relación con las fuentes documentales (Caso Calera Avellaneda y su villa
obrera). El resumen, la introducción y las conclusiones son una construcción
colectiva, las autoras estuvieron implicadas en la discusión de los resultados
a presentar atendiendo a las especificidades de sus disciplinas y temas de
estudio. El orden en el que se encuentran las autoras tiene que ver con el
tiempo destinado a la revisión, lectura total, confección de las referencias,
adaptación a las normas de la revista y pormenores vinculados al envío del
escrito.
Apoyo financiero: El Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (CONICET) de la
República Argentina, financia y apoya las investigaciones de las autoras, en
tanto Lemiez es Investigadora Asistente y Girado e Iturralde son Becarias
Postdoctorales del organismo y con lugar de trabajo en la UNCPBA. Este trabajo
se inscribe en un proyecto denominado “Políticas públicas y políticas
institucionales de acceso abierto a archivos digitales. Repositorios de la
UNICEN”, dirigido por la Dra. Iturralde y financiado por la Secretaría de
Ciencia, Arte y Tecnología de la UNCPBA.
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[1] Schwarzstein menciona que durante
las últimas décadas se ha incrementado su utilización en las Ciencias Sociales,
«el interés generalizado en la
recuperación del pasado ha ampliado la práctica de la historia oral,
transformándola en una herramienta que trasciende la investigación histórica
para convertirse en una actividad más general de creación de patrimonio
histórico» (2002, 12). Asimismo, la autora
habilita una serie de reflexiones metodológicas respecto de la conservación y
acceso a los testimonios orales atendiendo a la variedad y especificidad de sus
contextos de producción, así como de los posibles riesgos de fijar criterios
relevantes para la selección de los testimonios que deberían integrarse a los
archivos.
[2] Resolución 753 del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva.
[3] A raíz de ese trabajo, actualmente
es posible acceder a colecciones en soporte digital producidas en sucesivos
proyectos de extensión y voluntariado universitario dirigidos por el Lic. Jorge
Arabito y la Lic. Silvia Boggi; y financiados por la Secretaría de Políticas
Universitarias entre 2014 y 2018. Actualmente, parte de ese equipo junto a
otros profesionales de las facultades de Arte y Ciencias Exactas, trabajan en la
digitalización de tomos pertenecientes a colecciones de prensa de la ciudad de
Tandil, con el objetivo de realizar un aporte a la disponibilidad pública de
ese acervo y de contribuir al resguardo de los materiales originales. Este
proyecto cuenta con la dirección de la Dra. Ana Silva y recibió financiamiento
de la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología de la UNCPBA. Uno de los
proyectos dirigidos por Arabito estuvo abocado a la digitalización de los
ejemplares del vespertino Tribuna que se encuentran en el Archivo
Histórico Municipal de Olavarría, este trabajo permite contar con 2800
ejemplares correspondientes a los años 1974 a 1983 en soporte digital.
[4]
No corresponde el uso de lenguaje inclusivo porque la totalidad del personal de
la fábrica era masculino.
[5]
El
Partido de Olavarría se encuentra ubicado en el centro de la provincia de
Buenos Aires, Argentina.
[6]
La Villa Carlos von Bernard se encontraba muy próxima a la fábrica de cemento y
estaba ubicada a unos 13 Km. de la ciudad de Olavarría.
[7]
Testimonio de un ex obrero de Calera Avellaneda y ex vecino de la Villa Carlos
von Bernard, Alberto Soraisz, Olavarría, 06/02/2007.
[8]
Testimonio de un ex vecino de la Villa Carlos von Bernard, Carlos Lobano,
Olavarría, 05/10/2006.
[9]
El patronazgo, como fenómeno general, puede definirse como un sistema político
basado en relaciones personales entre desiguales, entre los líderes (patrones)
y sus seguidores (clientes). Los clientes ofrecen a sus patrones apoyo legal y defensa,
que se expresan en múltiples formas simbólicas. Por su parte, los patrones
ofrecen a sus clientes protección contra la demanda de otros patrones, a modo
de favores que van desde la hospitalidad hasta el empleo (Burke 1993).