Adolescencia
en vulnerabilización psicosocial y su vínculo con la tecnología digital
Adolescence in psychosocial
vulnerability and its link with digital technology
Laura
Chacón Echeverría
Escuela
de Psicología, Universidad de
Costa
Rica, San José, Costa Rica
https://orcid.org/0000-0001-8693-2906
Helga
Arroyo Araya
Escuela
de Psicología // Instituto de
Investigaciones
Sociales, Universidad de
Costa
Rica, San José, Costa Rica
https://orcid.org/0000-0002-2386-2485
Fecha
de recepción: 1 de agosto del 2022
Fecha
de aceptación: 13 de enero del 2023
Cómo citar:
Chacón Echeverría, Laura y Helga Arroyo Araya. 2024.
Adolescencia en vulnerabilización psicosocial y su vínculo con la tecnología
digital. Revista Reflexiones.103 (2).
DOI 10.15517/rr.v103i1.52038
Resumen
Introducción:
La relación con lo digital
particulariza otras formas de construcción de subjetividades, las cuales exigen
visualizar las transformaciones a partir del uso de estos objetos. Nos
orientaremos a comprender la relación entre las adolescencias y lo digital, desde
el uso de la tecnología como elemento potencializador
o despotencializador del lazo social.
Objetivo:
Proponer un análisis crítico sobre
la relación entre lo digital y la adolescencia en vulnerabilización psicosocial
a partir de la noción de cuerpo, tecnologías digitales y nuevas construcciones
subjetivas.
Método: Realizamos una investigación
documental en dos fases. La primera se orientó a identificar literatura
iberoamericana, existente en la última década, (2011-2021) sobre la relación
entre la adolescencia en vulnerabilización psicosocial y la tecnología digital.
La segunda fase consistió en la teorización analítica-crítica de este vínculo,
como proceso de transformación relacional y subjetivo.
Resultados:
La revisión documental permitió identificar
82 investigaciones vinculantes. Se establecieron tres criterios analíticos para
la lectura crítica deconstructiva con el eje transversal pharmakon: acceso-no acceso a lo
digital, lo digital y el circuito de los afectos y las dificultades
intergeneracionales en el uso. El resultado del proceso derivó en un corpus
analítico de 25 investigaciones.
Conclusiones: Se distinguen tres hallazgos: 1. la
importancia decisiva de lo digital en la configuración de las subjetividades
adolescentes; 2. la doble función de la tecnología digital, la cual no solo
opera como una instancia negativa en el desarrollo, sino también puede
potencializarlo; y 3. el acceso desigual crea nuevas formas de expulsión e
impacto en el circuito de los afectos. Lo anterior
apunta a la importancia de acompañar en y con la tecnología el abrir
posibilidades potencializadoras y no destructivas de
proyectos de vida con creación y en una estética de lo sensible que permita la
construcción de un lazo social de sostenimiento y cuido intersubjetivo.
Palabras
claves: Adolescencias, Vulnerabilización
psicosocial, Tecnología digital, Subjetividades intersubjetividades, Lazo social.
Abstract
Introduction: The
relationship with the digital particularizes other forms of construction of
subjectivities, which require visualizing the transformations from the use of
these objects. We will focus on understanding the relationship between
adolescence and the digital, from the use of technology as a potential element
of the social bond or depotentializer of the social
bond.
Objective: To propose
a critical analysis of the relationship between the digital and adolescence in
psychosocial vulnerability, based on the notion of the body, digital
technologies, and new subjective constructions.
Method: A
documentary research was carried out in two phases. The first was aimed at
identifying existing Ibero-American literature in the last decade (2011-2021)
on the relationship between adolescence in psychosocial vulnerability and
digital technology. The second phase consisted of the analytical-critical
theorization of this link, as a process of relational and subjective
transformation.
Results: The
documentary review allowed the identification of 82 binding investigations.
Three analytical criteria were established for deconstructive critical reading
with the transversal pharmakon axis: access-non-access to the digital, the
circuit of affects and intergenerational difficulties in use. The result of the
process led to an analytical corpus of 25 investigations.
Conclusions: Three
findings are distinguished: 1. The decisive importance of the digital in the
configuration of adolescent subjectivities 2. The double function of digital
technology, which not only operates as a negative instance in development but
can also potentiate it and 3. Unequal access creates new forms of expulsion and
impact in the circuit of affects. The foregoing points to the importance of
accompanying in and with technology the opening of potentializing and
non-destructive possibilities of life projects with creation and in an
aesthetic of the sensitive that allows the construction of a social bond of
support and intersubjective care.
Keywords: Adolescents,
Psychosocial vulnerability, Digital technology, Subjectivities intersubjetivities, Social bond.
Lejos
de lamentar la industrialización de lo humano y el destino tecnológico,
se
trata de reinventar este destino.
Bernard Stiegler
De la misère symbolique.
Introducción
Actualmente, las construcciones
subjetivas adolescentes (10-19 años) se encuentran inevitablemente mediadas por
la relación con lo digital, esto ha pasado a constituirse en un
objeto exosomático,
es decir, una instancia fuera del cuerpo,
pero qué hace de cuerpo, forma cuerpo, y deviene un objeto
"necesario" en el ámbito de la experiencia intra- intersubjetiva.
Esta relación actúa como un pharmakon: (lo que
puede ser remedio puede también ser veneno), ya sea un elemento potencializador del lazo social o, en su reverso, un uso
adictivo, destructivo, inter e intrasubjetivo. La
doble función de antídoto-veneno puede concluir en dimensiones distintas en las
adolescencias en vulnerabilización psicosocial, ya que el vínculo con el objeto
digital se encuentra atravesado por la desigualdad. Diferentes informes, como el
del Estado de la Educación (2021) y el PROSIC (2020), dan cuenta de que, la
brecha digital constituye una de las expresiones de la desigualdad y, por
tanto, de mayor sufrimiento ante un recrudecimiento de las expulsiones
geográficas, económicas, sociales, educativas y laborales, entre otras.
Chacón (2022) destaca que los
objetos exosomáticos
en las adolescencias en vulnerabilización psicosocial operan como dadores de
sentido de existencia y de inclusión, aludiendo que en muchos casos es mejor
morir (arriesgar la vida) que carecer de ellos: «la muerte se conoce muy de cerca
y muchas veces se “elige”, para salir aunque sea por
pocos instantes de la exclusión en la adquisición de objetos plus de goce
(Lacan 1972), celulares, tenis, camisetas, entre otros. Es mejor una hora de
rey que una vida de buey, decía un grafiti en un muro de México» (Chacón 2022, 3). Por su parte, Valencia (2010) escribe que
en los territorios de exclusión se potencializa el miedo a ser excluido de las
redes de consumo. La ausencia de estos objetos exosomáticos pasa a interpretarse
como signo de infelicidad, expulsión, vergüenza y humillación. La vergüenza, a
veces, viene en respuesta de un acto que cometimos, alguna infracción, este
afecto se vive, en ocasiones, singularmente, y en algunas otras de forma
colectiva. ¿Cómo diferenciar la vergüenza de la humillación? La humillación[1] no
deja de ser una vivencia violenta, la cual se encuentra más del lado de la
exhibición; del lado de la exposición y de la burla. La expulsión tecnológica
desde la persona adolescente se vivencia con un profundo dolor y vergüenza que
arriesgan la estabilidad en la construcción de la subjetividad y del lazo
social. Por ende, no acentuamos que el uso o la adicción a la tecnología en las
poblaciones que gozan de un acceso menos limitado a esta, no tengan también
consecuencias nocivas en la construcción subjetiva y en la edificación de sus
lazos sociales, sin embargo, para el presente trataremos de focalizarnos en la
persona adolescente en vulnerabilización psicosocial, quien vivencia en primera
persona las múltiples expulsiones anteriormente mencionadas.
Desde estas nociones, nos centramos
en la revisión de investigaciones iberoamericanas realizadas en la última
década (2011-2021), sobre la conexión entre las adolescencias en
vulnerabilización psicosocial y la tecnología digital. Problemática que nos sitúa
ante un escenario ambivalente entre el impulso de las tecnologías de
información y comunicación (TIC’s) como alternativa
de desarrollo versus la consolidación de una brecha digital como manifestación
de la desigualdad existente. Establecimos los siguientes criterios para
delimitar las investigaciones:
En la primera fase se identificó la
literatura existente accesible cuyo tópico central fuese adolescencias,
vulnerabilización psicosocial, tecnologías de la comunicación y de la
información (TIC’s). De esta manera, se identificaron
un total de 82 investigaciones vinculantes y se llevó a cabo una lectura
crítica deconstructiva con un eje transversal, el concepto de pharmakon, en las
tres categorías mencionadas. Lo anterior permitió un corpus de 25
investigaciones, que resultaron ser las más pertinentes en nuestra temática
investigativa. Con este corpus se emprendió un tratamiento analítico-crítico,
permitiendo así, la construcción de una teorización sobre el vínculo entre la
adolescencia y las tecnologías digitales como proceso de transformación
relacional y subjetivo.
Adolescencias en vulnerabilización psicosocial
y tecnología digital
Adolescencia es una palabra vacía si no
se inscribe en un contexto sociocultural y espacio-temporal
determinado. Cuando hablamos de adolescencia nos referimos al tiempo de
moratoria psicosocial que brindan las sociedades industrializadas al período de
transición entre la infancia y la adultez. La invención de esta palabra ocurre
hasta el siglo XVII, justo en el momento del impulso masivo de la tecnología
durante la Revolución Industrial (Ariès 1996). Dicha
moratoria implicaba el favorecimiento de los sujetos propios de las clases
privilegiadas en el ingreso del mercado económico laboral. Por el contrario,
los sectores de mayor vulnerabilización psicosocial debían ngresar
tempranamente al sector productivo. Literalmente, adolescencia (latín, ad: a,
hacia olescere:
forma de crecer) significa condición de crecimiento, edad en movimiento. El
sujeto es llamado a ocupar otro lugar y deberá efectuar el pasaje doloroso de
duelo. Duelo, dolor, adolecer, de estas palabras deviene también el origen del
participio activo «adolescente». El dolor del
adolescente es el duelo de crecer (Krauskopf, 2013), el
cual implica pérdidas que se manifiestan en todas las áreas de relación: con el
cuerpo, con los objetos externos (familia y medio ambiente) y con los objetos
internos (sus identificaciones y sus configuraciones). Enfrentándose a la
yuxtaposición de dos condiciones que exigen alguna salida: aceptar la
transmisión de las generaciones anteriores o innovar su propio devenir
rechazando parcial o completamente esta transmisión. Se trata de un conflicto
harto complejo con diversas soluciones singulares. El grupo de pares, las
amistades devienen un afecto central y la ausencia de éstas pueden provocar
profundo sufrimiento. Hoy, los afectos de orden horizontal, los grupos de
pares, las diferentes operaciones entre intimidad y extimidad,
se presentan desde otro lugar: la pantalla de los objetos exosomáticos.
La revolución tecnológica facilita las
relaciones con la imagen en detrimento del encuentro de los cuerpos
presenciales. La forma de hacer y deshacer amistades, de conocerse o des-conocerse, encontrarse, desencontrarse es por medio de
estos objetos y, en consecuencia, las redes sociales han tomado un lugar
prioritario para muchas adolescencias en diferentes lugares del planeta. La
tecnología digital queda situada en gran parte de las poblaciones adolescentes
en el centro del circuito de los afectos, y el objeto exosomático
puede interpretarse como un pharmakon. Asimismo, el reconocimiento de sí y el afecto
intrapsíquico queda en función de la respuesta exterior ante la exhibición de
la imagen en la pantalla, ya sea su aceptación, rechazo o ignorancia a esta.
Nos apoyamos para la comprensión del
concepto circuito de los afectos en Spinoza (2004), quien
en el siglo XVII, en su libro, Ética
demostrada según el orden geométrico, define el afecto como «las afecciones del cuerpo, con las que se aumenta o disminuye, ayuda o
estorba la potencia de actuar del mismo cuerpo, y al mismo tiempo, las ideas de
estas afecciones».
(Spinoza 2004, 126). Según Arroyo y Dobles (2020) la anterior definición
permite entender el afecto desde dos dimensiones: la capacidad de afectar y ser
afectado. Esta doble relación, imbricada en la noción de pharmakon, implica un tejido de complejidad que no solo tiene un efecto en
la persona adolescente, sino también en lo social. Si formulamos que la etapa
adolescente es una etapa de duelo, en esta transición resulta fundamental el
ser acompañado; lo cual establece una alternativa de potencia de los cuerpos.
Los afectos se disminuyen o potencian en tanto están en relación con otros
cuerpos, y el cuerpo humano necesita para conservarse la afectación de
muchísimos cuerpos, porque un cuerpo sin el otro, es
un cuerpo ausente de potencia, de vitalidad. Con Spinoza defendemos que
el pensamiento y la acción humana se encuentran ligados a la experiencia del
cuerpo en tanto lugar de afectación (Sawaia, Albuquere, Busarello 2018).
Procedemos, ahora, a desarrollar el
concepto pharmakon,
medular en esta investigación. Nuestra contemporaneidad exige visualizar las
transformaciones en las construcciones subjetivas a partir del uso de los
objetos exosomáticos.
Para Stiegler (1994) la tecnología se encuentra en el
centro de lo que llamamos humano. No hay humano sin tecnología, desde la
invención del fuego en adelante; la misma conciencia humana es efecto de la tekhné; gracias a
esta, hemos creado el tiempo, nos hemos inventado a nosotros (as) mismos (as),
con la experiencia adquirida y las proyecciones a establecer.
Fueron los griegos quienes aportaron
este concepto tekhné,
el cual quería decir una artesanía poética, en ella se encontraba la afirmación
plena de nuestra mortalidad, el reconocimiento de nuestra finitud (Stiegler 1994). La disputa del paso de lo oral a la
escritura lo presenciamos en la Grecia Clásica; Platón (1957) consideraba que
este movimiento sería catastrófico en el destino de la humanidad. Para él, la
escritura no era considerada como una artesanía poética, sino como un pharmakon, discusión que desarrolla en el Fedro. En el juicio de Sócrates se
encuentra la problemática de la tekhné, la escritura, vista
por unos como solución, sería un remedio en la transmisión del saber y, por
otros, un veneno. La Grecia Clásica contempló la revolución epistémica de lo
oral a lo escrito; otro giro epistémico vino con la invención de la imprenta,
en el siglo XV, donde la escritura analógica se extiende a grandes poblaciones.
El presente vive el declive de la escritura analógica, y la escritura digital
es hoy la instancia dominante. Esta evolución epistémica ha implicado
nuevas edificaciones subjetivas, intersubjetivas y afectivas. Un imperativo
deviene: pensar el concepto pharmakon desde la
tecnología digital.
Los filósofos de la modernidad
dedicaron importantes páginas de su obra a la reflexión sobre la relación
objeto-sujeto. Hegel (1966) es considerado el primer filósofo en reflexionar
sobre la exteriorización de lo humano en el objeto y la relación entre ambos. La Fenomenología del espíritu vincula el
concepto de trabajo con el artefacto, comprendiendo la técnica como la
instancia que articula al ser humano con la naturaleza y con la sociedad. En su
tesis, leemos que toda historia de la técnica es la historia de la cultura,
siendo la tecnología la única práctica capaz de explicar completamente el
fenómeno de la cultura, dado que, toda actividad social se encuentra mediada
por la tecnología. Marx (1867) se apoya en Hegel, para pensar esta relación del
sujeto-objeto, es decir, los procesos de exteriorización, y examinar el trabajo
como modalidad de explotación del proletariado y la creación de una
subjetividad fetichizada, cuyo valor para sí y para los otros se encuentra
en la adquisición de los objetos del mercado.
En torno al
sujeto-objeto-tecnología, Nietzsche (1998), a finales del siglo XIX, en sus Escritos póstumos, muestra preocupación
sobre cuál será la subjetividad en devenir ante la invención del telégrafo. Ya
en el siglo XX, Husserl (1949) también acusa a la tecnología en su causa ante
la deficiencia de la memoria y de la atención a partir de esta. Un sitio
especial en este camino reflexivo debemos dárselo a Adorno (1962), con su
lúcido y siempre actual artículo sobre televisión y cultura de masas; en el
capitalismo del siglo XX, la subjetividad ya no queda edificada desde la
relación edípica parental, sino que, se contempla una enorme fuerza en
esta construcción, la influencia del televisor.
En esta misma ruta acusatoria se
encuentra Heidegger (1954), quien defiende en su texto, «La pregunta por la técnica»., que la tecnología en la modernidad se establece para negar
la finitud del sujeto humano. El
autor nos invita a preguntarnos: ¿qué es lo que la tecnología dice sobre
nosotros? ¿Qué es lo que la tecnología hace sobre nuestra «ontológica»,
nuestra modalidad de ser en el mundo?, ¿de qué forma el progreso queda
confundido en el camino de elaboración de máquinas para dominar (destruir) la
naturaleza u otros seres humanos? Siguiendo las páginas heideggerianas, en esta
concepción sobre el progreso como producción de maquinaria se impone un logos;
un orden restrictivo de vivir, enmarcando la tierra como si esta solo fuese un
aparato técnico industrial. Los
procesos de industrialización a nivel mundial son dominados por la tecnología
digital[2] (big data e inteligencia artificial).
A partir de la década de los ochenta
del siglo pasado, se inaugura la era digital ante el avance de las tecnologías
de la información y la comunicación, la escritura digital va a encontrarse,
entonces, en todo proceso de industrialización y producción, sustituyendo
velozmente la escritura analógica. Autores como Derrida (1967), Stiegler (1994, 2011), Mbembe
(2018) y Demoulin (2021) retomaron el concepto pharmakon de
Platón para interrogar los usos de la tecnología en las construcciones
subjetivas del capitalismo tardío.
Por su parte, Haraway
(2007) retoma el concepto cyborg al proponer una lectura crítica de las nuevas
construcciones subjetivas. Cyborg quiere decir una
figura híbrida entre la tecnología y lo humano y la imposibilidad de construir
una relación con otra persona sin pasar por este objeto tecnológico. La autora
postula el término compañaje
para introducir el marco antropológico actual en el uso del móvil como un
continuum que sutura tres instancias: la técnica, el cuerpo y la subjetividad
(discursos, narrativas de sí e imaginarios).
Este ensamblaje híbrido se muestra, claramente, en el uso
del teléfono móvil. Serres (2013) llama a este objeto de retención terciaria digital (I-pad, iphone, computadoras) como Pulgarcita, haciendo alusión al cuento de Andersen sobre la pequeña
niña que podía dormir en una cáscara de nuez. El autor nos dice que estamos en
la era del poder de Pulgarcita, ya que con
solo el uso del pequeño dedo pulgar, el mundo nos domina y, simultáneamente,
creemos dominarlo, «la
maestría con la que los mensajes brotan de los pulgares del personaje» (Serres 2013, 43). Allard (2014) plantea que las nuevas
subjetividades han transformado los objetos digitales en una parte integrada de
su cuerpo, y los denomina soma
digitales, los cuales
organizan una estética de existencia, a
partir de la conceptualización foucaultiana (Foucault 2001) de la antropología
simétrica[3]..
Allard (2014) defiende que los móviles se transforman en los compañeros
centrales que definen un estilo de existir ante sí y con las otras personas.
Entonces, el móvil se revela como una máquina de una mezcla semiótica altamente
creativa (Allard 2017). En este sentido, nos colocamos no solo en una segunda
oralidad (pasaje de la oralidad a la imprenta), sino también en una segunda
visualización (Ong 2017), el texto pasa a estar
compuesto por palabras e íconos y sonidos desde una vía indiscriminada, por tanto,
convergen las culturas de lo escrito con las culturas de la imagen, dando a las
escrituras ordinarias un tipo de estética diferente, la cual abre un nuevo
régimen semiótico-escrito-visual (el uso de emojis, signos visuales y sonoros,
textos fotografiados, capturas de pantalla, iconización
de notificaciones sonoras, gifs y calcomanías personalizadas sustituyen en gran
parte las palabras). Este artefacto ha efectuado, como sabemos, un contexto de de-tradicionalización (Allard 2014) y ha traído la crisis
de las instituciones portadoras de comunicación con regímenes jerárquicos
portadores de identidad (familia, trabajo, escuela). La diferencia generacional
se agranda en la pérdida de la transmisión de la tradición, el valor del
profesor en su transmisión de conocimiento arriesga a quedar desvalorizado y en
el trabajo, tal y como lo han denunciado Hardt y Negri (2011) y Giddens (2018), la tecnología digital ha
dificultado la reproducción y la asociación de identidades grupales y ha
aumentado la desafiliación del lazo social, tal y como lo denomina Castel (1997).
Le Blanc (2011) ha desarrollado
ampliamente sus reflexiones en torno al concepto vulnerabilización, defendiendo
que la cuestión social debe
rediseñar el concepto de vulnerabilidad en tres ángulos: herida subjetiva, lazo
social y potencia de cambio. Según el autor, este concepto debe hacer
contrapeso a la invención del sujeto neoliberal, donde es responsabilidad
individual el construirse como autónomo, autosuficiente, capaz de vencer todo
obstáculo externo. Vulnerabilidad proviene del latín, vulnus, herida y su estudio invita a
conocer la interrelación entre las instituciones sanitarias, laborales,
educativas, para sostener o no sostener determinadas poblaciones; para pensar
una nueva manera de reflexionar lo ético y lo político en los procesos de
discriminación de los cuerpos, segmentando la frontera entre el valor exclusivo
a los cuerpos productivos y la discriminación ejercida contra los cuerpos
vulnerables, identificados como insuficientemente productivos.
Sobre los ejes planteados daremos
cuenta del estado de la cuestión en torno a hallazgos investigativos de la
última década, los cuales aborden prácticas digitales y su
relación con la producción de subjetividades adolescentes desde su acceso-no
acceso, en circuito de sus afectos y con sus lazos intergeneracionales.
Nuestros hallazgos investigativos
En América Latina casi la mitad de la
población es adolescente, es decir, menor de 24 años (Araújo 2017) y una cuarta
parte de su población tiene entre 15 y 29 años (OCDE, CAF y CEPAL 2017). Al
pensar en la relación de la adolescencia con lo digital, es importante situar
que entre los años 2010 y 2015, el uso de internet creció de 35% a 55%, y la
penetración de conexiones de banda ancha, sobre todo móvil, aumentó del 7% al
58% (CEPAL 2016). De esta manera, categorías tales como Generación, Millenials, Generación @, Generación i, entre otras, no
corresponden más que a una realidad de los jóvenes en la zona de la inclusión
tecnológica, cualidades que no obedecen a la realidad latinoamericana, región
de profunda desigualdad en la brecha digital y de género, además de diferencias
lingüísticas, étnicas y de inclusión educativa.
Acceso y expulsión en la vulnerabilidad
Bajo
el criterio acceso y sus dificultades, nos encontramos con varias
investigaciones que visibilizan las desigualdades de acceso en
relación a las poblaciones indígenas. Bernal y Murillo (2012) emprenden
una investigación titulada, «El acceso de los
pueblos indígenas a las tecnologías de la información y la comunicación en
Colombia: ¿inclusión o exclusión social y política?» Dentro de sus
conclusiones se encuentra una nueva expulsión de estos territorios en el
dominio de la tecnología digital, expulsión que continúa acentuando y
sistematizando la violencia estructural hacia las poblaciones indígenas, lo que
se vio profundizado durante la pandemia por Covid-19. Así lo constata la
reciente investigación de Martínez, Gómez y Morales (2021)- Determinantes de la brecha digital en
comunidades indígenas de Oaxaca, el tiempo de la pandemia evidenció el
rezago tecnológico de las poblaciones indígenas tanto las de este territorio
mexicano como el colombiano.
En otra línea, Ramos (2018) lleva a cabo
una investigación etnográfica denominada Acceso
a internet desigual y heterogéneo en los pueblos indígenas de la Sierra Norte
de Puebla (México), en la que busca describir las
características de acceso de las TIC’s, dando cuenta
de un vínculo no necesariamente nocivo para su cultura. Los espacios virtuales
en esta población son aceptados, generalmente, sin rechazo y no sustituyen los
espacios culturales propios, porque las TIC’s se
colocan en entramados de significación local.
Gómez (2021), en su estudio etnográfico «Apropiación
social de tecnologías digitales por jóvenes universitarios mayas de Quintana
Roo»,
se
apoyó en el concepto apropiación de las TIC’s desde
una perspectiva sociocultural para comprender su uso. A pesar de que la
alfabetización digital no se dio durante la infancia, sino en su adolescencia,
las personas jóvenes pudieron emprender el proceso de capacitación y
comunicarse entre sí con su lengua Maya, y la gran mayoría decía sentirse
privilegiada al quedar incluida en el universo de la tecnología y, a su vez, continuar
con su lengua materna.
Dentro de los rostros negativos del uso
de la tecnología digital citamos a Hurtado (2020), quien en su trabajo «Accesos
a las tecnologías digitales para mujeres indígenas rurales. Barreras,
catalizadores y sueños»
elabora una investigación en Guatemala y Colombia donde concluye que, el acceso
a internet es inseguro para esta población debido al desconocimiento y ausencia
de protección. En Guatemala, por ejemplo, la desprotección digital facilita la
trata de personas niñas y jóvenes rurales; y en Colombia, las redes visibilizan
las lideresas, y estas se enfrentan a frecuentes amenazas de ser asesinadas.
Las principales barreras sociales, en relación con el acceso a las tecnologías
identificadas, son: el control sobre el cuerpo, la asequibilidad, prejuicios
machistas, miedo a sufrir violencias; siendo la barrera más grave la violencia
sexual hacia las niñas y jóvenes, la cual queda impune y es registrada bajo el
indicador de embarazos a edad temprana. Se requiere de un acceso a la
tecnología que no implique un riesgo para las poblaciones vulnerabilizadas,
y brindar un acompañamiento que posibilite protección efectiva, contribuyendo,
de esta manera, en la formación y en el posicionamiento subjetivo de las
mujeres indígenas.
Siguiendo la línea de fortalecer la
conectividad digital unida a factores protectores, Endarra,
Mena, y Vayas (2018) llevan a cabo una investigación en pueblos originarios del
Ecuador: «Ciudadanía digital e identidad cultural de los
adolescentes salasakas en facebook:
proyecto educomunicativo».
Dentro
de sus conclusiones se encuentra una articulación entre el interés al uso de
las tecnologías digitales y la pérdida de dicha inclinación por sus raíces,
costumbres y tradiciones. Asimismo, se observa el artefacto tecnológico como un
pharmakon que ocasiona un rompimiento al entusiasmo e
involucramiento con su cultura autóctona. En un segundo tiempo, los autores
realizan una investigación con un método etnográfico donde se implementan
técnicas de investigación-acción en torno a actividades educocomunicacionales
en facebook, para reforzar la identidad salasaka y, de esta manera, las personas adolescentes
puedan reconocer sus raíces en el escenario virtual. En una búsqueda hacia posibles reparaciones
de esta ruptura, se suministran a este grupo, imágenes, palabras y símbolos que
responden a la constante pregunta que hace Facebook «¿Quién Soy? ¿De dónde pertenezco? Sin abandonar su
identidad cultural este programa brinda un puente para insertarse de alguna
manera en este contexto de alcance mundial a velocidad instantánea» (Endarra,
Mena, y Vayas 2018, 144). Se intenta conformar un espacio en las redes, donde
la población puede nombrarse e identificarse, pero en el que también sea
posible fomentar el pensamiento crítico del uso de estas y no solamente su
consumo.
Tenemos entonces la tecnología
digital como senda de protección a la violencia de género y a otras
manifestaciones de violencia, pero debe ir acompañada de capacitación y de
reflexión crítica. La tecnología puede ser, a su vez, una pantalla para hablar,
denunciar, expresar y explorar cambios contra la explotación y la agresión.
Esta discusión, se anuda con lo que
plantea Allard (2014), apoyándose en la famosa pregunta de Spivak
(1988) ¿Pueden los subalternos hablar?, en
la que propone la interrogante sobre
quién puede escribir a partir del desarrollo de la revolución digital. Las
plataformas virtuales pueden ser puertas abiertas al lazo social, a la denuncia
y a la resistencia asociada a diversos entornos de lucha: el territorio y los
recursos naturales, la autonomía de los pueblos originarios, los derechos
humanos, las luchas feministas, las telecomunicaciones comunitarias, la
descolonización del cuerpo, entre otras. Sobre esta vía, Ricaurte (2018) brinda
un importante artículo donde cita varias de estas agrupaciones, como Silo-Arte y Latitud Rural y El Lab de interconectividades que se configuran en
América Latina como colectivos/colectivas para entender el consumo digital como
forma de resistencia y estimular la producción de contenidos que sean, en sí,
una creación de protección colectiva y búsqueda en la autonomía comunitaria posible.
El circuito de los afectos, objeto
digital y construcción de sí
En el universo de lo digital se
encuentran múltiples experiencias del orden afectivo asociadas con las formas
de identificación, socialización, participación política, la sexualidad, la
amistad y el ciberacoso. En esta búsqueda se encuentra, hoy día, la plataforma
virtual en un lugar protagónico, pantalla inundada de sentimientos como la
inseguridad, ansiedad, sed de reconocimiento veloz y la exposición social. El
constructo del sí mismo(a) en la adolescencia pasa en mucho por esta plataforma,
volviéndose de más en más «necesaria» la validación social y
la dopamina que ofrece el like (Allard
2017).
El imperativo actual se encuentra en
construirse una imagen por medio de un perfil, debe poner en relieve la
existencia, en la cual se demande o suplique la atención de otros (as) consecuentemente,
la permanente conectividad se transforma en exigencia. Saberse visto,
reconocido, aceptado, puede responder no solo a los efectos narcisistas de una
época, sino a las carencias afectivas propias de la historia subjetiva. Una
investigación que aborda ampliamente esta problemática es la de Jiménez (2018),
elaborada en Costa Rica y denominada «Del
yo ideal al ideal del yo. Aproximación psicoanalítica a la función de la
publicación en redes sociales en la adolescencia». La autora explora,
desde una metodología cualitativa, el cómo se configura la pregunta quién soy en el proceso de construcción
subjetiva vinculada con los usos de las redes sociales. La investigación nos
lleva a los planteamientos de nuestro marco teórico conceptual: objetos exosomáticos, antropología simétrica (la no diferencia
entre sujeto y no sujeto en la tecnología digital) y la necesidad de tener una
estética de la existencia. Concluye que las redes sociales plantean una nueva
sociabilidad donde las subjetividades adolescentes se estructuran y se
construyen al tiempo de un «like».
Lo digital «posee su incidencia sobre los cuerpos, en tanto
carecen de bordes o de límites: es una entidad tecnoviva,
multi conectada que incorpora la tecnología»
(Jiménez 2018, 251). En la misma línea, Carvalho (2018) elabora una
investigación etnográfica en entornos escolares para comprender las
experiencias cotidianas mediadas por lo digital en 200 adolescentes. Se
concluye que el vínculo con lo digital es una de las vías más importantes para construir
lazos sociales, afirmando que este no sustituye la sociabilidad tradicional,
pero sí permite su intensificación. Las personas adolescentes de la investigación
afirman que la necesidad de conectividad es un vicio ausente de control,
representando estas una parte constitutiva de sus vidas, un modo de ser y
estar. Tenemos en estas dos investigaciones que lo digital es una forma de
llegar a la otra persona, de socializar y de construirse desde su propia
subjetividad. Continuando la dirección sobre los procesos de socialización y el
uso de la tecnología digital, los investigadores costarricenses Pérez, Giusti y Soto (2020)
realizaron la investigación «Aspectos
sociocognitivos asociados al uso de videojuegos colaborativos y violentos», donde crearon
condiciones experimentales para el uso de un videojuego colaborativo y un
videojuego violento, en el que posteriormente se exploraron las diferencias en
la percepción del estado de ánimo, el transporte
emocional y el comportamiento altruista, como los factores motivacionales
relacionados. Sus resultados concluyeron que no todo juego violento tiene una
motivación meramente hedonista, sino que puede buscar el uso eudaimónico. Y con respecto al juego colaborativo, puede
relacionarse con satisfacción filial, la cual bien puede ser un predictor de
altruismo. Tanto el juego hedonista como el eudaimónico
pueden tener una motivación prosocial, potenciando la interacción social.
En efecto, la tecnología digital moldea
las interacciones y las nuevas subjetividades, actualmente interpretadas como
nuevas tecnologías del yo. Este concepto Foucault (2001) lo describió como la
posibilidad histórico-espacial de la civilización para fijar, mantener o
transformar su identidad. En otras palabras, las redes sociales se han
convertido en una tecnología del yo, en un medio y un soporte de
individuación-reflexiva con múltiples maneras para diseñarse y rediseñarse,
exteriorizar la interioridad desde una mezcla colorida de emociones, y retornar
a la voz interior una vez alcanzado los muchos o pocos likes (Allard 2017). Los selfies, las
performances corporales, no son únicamente medios para expresar y ser visto por
la otra persona, sino también vías para edificar su propia subjetividad.
Simultáneamente se fabrica una cultura de lo narcisístico
efímero que hace una estilística de existencia desde una temporalidad del
instante; tenemos, por ejemplo, las historias de Instagram o Snapchat
donde la comunicación es considerada importante en ese momento y se juega con
la velocidad de un día, en consecuencia, cada sujeto tiene la posibilidad de
narrar su pequeña historia desde una sincronicidad expresiva sometida a la
velocidad.
Generaciones anteriores realizaban
este diálogo interior-exterior por medio del diario íntimo, práctica
actualmente debilitada en función del encuentro con las redes sociales. Es así
como el móvil llega a ser compañero de
existencia (Allard 2017). Se trata de una evacuación de flujos de
pensamiento instantáneos, externados a cualquier hora del día o de la noche, y
que, con la contribución de los algoritmos, los cuales organizan cercanías o
distancias de orden social afectivo (Allard
2017). Al respecto, Citton (2017) plantea que la vida
se transforma en «una imagen a compartir», que en palabras de Ricoeur (1990) sería construir una
identidad por medio de la narrativa, pero una narrativa de imágenes.
Otro de los elementos importantes
encontrados en varias investigaciones es el sentimiento de completud
que ofrece el objeto de la tecnología digital vinculada con el de compañaje (Allard 2017). Por ejemplo, la investigación
etnográfica de Armella (2015) titulada «Dispositivos pedagógicos
y Tecnologías de la Información
y la comuncación: Un estudio socio-pedagógico
en escuelas secundarias públicas emplazadas en
contextos de pobreza urbana»
resalta lo digital desde un lugar de fascinación y de totalidad,
concluyendo que los dispositivos tecnológicos para las personas estudiantes se
relacionan con: rapidez, diversión, facilidad, presencia virtual y múltiple, es decir, se puede estar en
distintos lugares simultáneamente y un abordarlo todo, lo anterior les permitía
posicionamientos críticos con respecto a diferentes temas.
Estas tres investigaciones hacen
referencia a la necesidad de lo digital en los procesos de socialización, sin
plantear aspectos no afirmativos en la constitución subjetiva y su relación con
las plataformas virtuales, un rostro más negativo del uso de lo virtual en el
circuito de los afectos lo defiende la tesis doctoral de corte etnográfico de
La investigación de Melendro, García y Goig (2016) acompaña el interrogante sobre la adicción y se
titula «El uso de las TIC en el ocio y la
formación de los jóvenes vulnerables». Los autores concluyen que, a mayor
expulsión psicosocial, mayor tendencia a la adicción digital; además, se
identifican como factores potenciadores de esta adicción la expresión de
soledad en la interacción familiar. Estas conclusiones no se distancian de la
investigación de Gutiérrez, Vega y Rendón (2013), realizada en México, y denominada
«Usos
de la Internet y teléfono celular asociados a situaciones de riesgo de
explotación sexual de adolescentes». Se establece una correlación entre
adicción y negligencia paterna. Las conclusiones descritas cuentan con el sesgo
de la generalización, lo que exilia la complejidad del fenómeno y también sus
singularidades; sin embargo, sí es importante anotar dónde se encuentran los
puntos vulnerables para que la tecnología digital transforme su uso en un
proceso constructivo.
Continuando con la temática del uso
de lo digital como vía de crecimiento en los procesos adolescentes, y
apoyándonos en lo que Marty y Missonnier
(2010) han defendido sobre la contribución, en muchas adolescencias, de los
objetos exosomáticos para facilitar la salida
afectiva en el paso de la infancia a la adolescencia, la conectividad permite
salir en lo virtual y quedarse en casa, pueden estar dentro de las pantallas
pero protegidos; es decir, fuera de la comunicación de sus padres, pero, dentro
de la presencia familiar. Lo virtual permite el quedarse adentro, mientras sale hacia el afuera.
La investigación cualitativa de Agüero y Bareto (2012) «El nuevo perfil de las mujeres
rurales jóvenes del Perú», confirma
lo anteriormente expuesto. Estas jóvenes dicen que su celular es como su
habitación propia, aunque carezcan de una, es como tener una habitación digital
que les permite una línea de fuga en las dinámicas familiares, vivenciando el
dispositivo como un medio de encuentros relacionales afectivos de orden erótico
y de amistad, resignificándose el móvil como el puente para pertenecer a su
grupo de pares.
La gran mayoría de las investigaciones
revisadas en este apartado concluyen que la conectividad esculpe, en gran parte,
las nuevas subjetividades; deviniendo esta un puente entre la construcción a sí
mismo y su relación con el mundo externo.
Sin el móvil no soy, sin el
móvil permanezco fuera del lazo social, pero como con el móvil soy, la adicción a este arriesga a
llegar velozmente. En síntesis, lo digital es un pharmakon
pues brinda tanto posibilidades de creación como de alienación. Es en extremo
difícil afirmar una relación de causa efecto entre tecnología digital y
construcción subjetiva en la persona adolescente, por tanto, no se debe perder
de vista la importancia de reconocer la singularidad, así como de
contextualizar la historia de vida social, económica, afectiva y geográfica de
las personas adolescentes.
El
circuito de los afectos y la violencia en el ciberespacio
Tecnología digital y la complejidad
intergeneracional
Es innegable que los adultos
atravesamos una suerte de anomia generalizada frente a las formas vertiginosas,
caóticas, desnormativizadas y multiformes del
devenir; y que esa situación, sumada a la falta de pautas orientativas, nos
encuentra casi más preocupados por apuntalar el sentido de nuestras propias
vidas que por descubrir soluciones efectivas para ellos. Y mientras estas
dificultades persisten, va de suyo que se profundiza la distancia que
necesitamos desandar con las generaciones más jóvenes.
Fernando Peirone
Los saberes tecnosociales.
Un problema de/para la teoría social
Cerna, Marín y Molina (2016) en su
estudio «Comunicación
Transnacional: Impacto de la comunicación en la construcción de los vínculos
afectivos en la relación de los niños y niñas con padres en situación de
migración irregular»,
realizada en El Salvador, hace
mención del concepto de familia transnacional, la cual, en el contexto actual,
se encuentra tecnologizada, manifestándose esto en prácticas y formas de
relacionarse entre los miembros distanciados geograficamente;
viéndose así implicadas en la necesidad psicológica de tener una figura de
protección sin importar cuán lejos esté, y los medios tecnológicos lo hacen
posible. Lo anterior genera una nueva forma de parentar
con afecto mediado por la tecnología; principalmente las videollamadas que
brindan con el rostro un paliativo ante la ausencia.
En cuanto a la brecha intergeneracional,
la investigación de Pérez y Torres (2019) caracteriza el tipo de mediación
parental de internet y la manera en que la perciben las personas adolescentes
costarricenses. Los hallazgos de la investigación evidenciaron que las
habilidades parentales son principalmente la delimitación y prohibición del uso
mediático, y, en mucho menor frecuencia, el acompañamiento y orientación. Todas
las investigaciones revisadas resaltan la necesidad de acompañar
protectoramente el espacio cibernético y no construir un muro generacional
apoyado por un muro virtual.
Conclusiones
El estado del arte realizado nos
permite distinguir tres hallazgos: 1. la importancia decisiva de lo digital en
la configuración de las subjetividades adolescentes; 2. la doble función de la
tecnología digital, la cual no solo opera como una instancia negativa en la
construcción inter-intrasubjetiva de la persona
adolescente, sino que también puede potencializarla; y 3. el acceso desigual
crea nuevas formas de expulsión e impacto en el circuito de los afectos.
Las adolescencias en
vulnerabilización psicosocial sufren un diferente acceso a la tecnología digital y a una diferenciada inclusión en
un universo de estética hegemónica, dominada actualmente por lo digital, siendo
esta población -adolescente- altamente creadores de su propia estética con
diversas y valiosas formas de lo sensible. Asimismo, la expulsión de lo digital
implica, en múltiples ocasiones, una desvalorización de su acto creativo. El
dolor de estar o sentirse expulsado del mercado de los objetos puede, como lo
defiende Stiegler (1994), debilitar los procesos
vitales de creación y de encuentro con el lazo social de formas edificadoras
para sí y para su comunidad.
Este marco nos lleva a reafirmar que
lo digital se transforma, consecuentemente, en híbridos sociales, es decir, en
objetos-sujetos que han ido progresivamente naturalizando las interacciones
sociales. El objeto hace cuerpo, pero no como una prótesis que viene a
reemplazar un órgano, sino como un órgano mismo que forma parte del cuerpo sin
reemplazar nada, no es una prótesis, es una incorporación. Este compañero de existencia (Allard 2017) deviene en un objeto de apego o
adicción y se constituye en una relación afectiva que se manifiesta en su
efecto pharmakon.
¿Cuánto de estos objetos devienen objetos de dependencia adictiva u objetos de
posibilidades relacionales?
La adicción es una forma de
monopolizar el instante presente para no enfrentar ningún rostro que induzca
hacia un camino futuro, en este vínculo de adicción o dependencia se arriesga a
devenir el objeto mismo, para ser-estar
hay que estar con el objeto, condición que requiere que el sujeto se someta al
objeto. La conexión permanente produce fatiga, pero romper la rutina de su uso
produce angustia, generándose una dependencia a la comunicación permanente con
el mundo externo.
Desde el efecto pharmakon,
se requiere comprender el movimiento simultáneo de fortificación y
debilitamiento subjetivo que constituye el vínculo con lo digital. La
constitución del sujeto implica tener en cuenta que las mediaciones y
realizaciones simbólicas se imponen como parte del enclave de constitución
subjetiva. La apuesta es tratar de reconfigurar el lugar de las tecnicidades en
la experiencia de sí, al atravesar con otros sentidos, las ideas, los afectos,
los cuerpos, los objetos, y todo lo que sostiene el lazo social (Ramírez 2021).
El cuido del aparato psíquico de las
personas adolescentes atraviesa el reconocimiento de los tiempos subjetivos a
enfrentar. La interiorización de la temporalidad, tanto la retrospectiva como
la prospectiva – aquello que ocurrió y hacia dónde quiero caminar- es un
desafío en la adolescencia. Las diferentes modalidades de interiorización de
esta temporalidad conducen a diversas respuestas subjetivas. La operación
central en la construcción subjetiva es la interiorización de la temporalidad
cubriendo el interrogante quién soy en el presente, hacia quién devengo en un
futuro. Desde la adolescencia, pensar, construir en un proyecto exige
interiorizar las condiciones de temporalización. Consecuentemente, se torna
indispensable replantear los lugares de acompañaje
intergeneracional desde la tecnología digital. Proponemos resignificar el lugar
de la tecnología, tanto lo que esta hace de nosotros(as), como lo que
nosotros(as) podemos hacer con ella. Apostamos por una vía desde la estética de
lo sensible para acompañar con la tecnología digital, la reflexión en la
edificación de un proyecto de vida para compartirlo, vivirlo y edificar desde
lo común. Y, lo estético, como una modalidad de organizar lo sensible a través
de expresiones que fortalezcan el encuentro de sí en el lazo social, conjugando
el movimiento de los cinco sentidos, en donde la técnica y el lenguaje se
articulen complementariamente para dar paso a la creación.
Contribución de las personas autoras: Las
personas autoras contribuyen de manera equitativa en la elaboración del
artículo.
Apoyo financiero: El artículo se realiza en el marco de la actividad de investigación del
Instituto de investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica «Accesos
desiguales: adolescencia en vulnerabilización psicosocial y su vínculo con la
tecnología digital. Estado del Arte en la década 2011-2021».
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[1] La palabra humillación procede del latín humus, que es tierra; arrastrar a alguien por la tierra,
someterlo (Chacón 2022).
[2]El término dígito deriva del latín, digitus, que
quiere decir dedo.
[3]La antropología simétrica es un concepto desarrollado por
Latour (2007) donde plantea que la tarea de «simetrización» antropológica implica, entre otros,
un “principio de simetría generalizada”, el cual permite al antropólogo
situarse “en el punto intermedio donde pueda seguir a la vez, la atribución de
propiedades humanas y no-humanas”; incluyendo los objetos tecnológicos, que son
«cuasi objeto y cuasi sujetos»
(Allard 2007, 143).