Vivencias de la violencia en personas adultas
mayores lesbianas y gais: aproximación sociológica en Costa Rica, 2021-2022
Experiences of violence in
older lesbian and gay people: a sociological approach in Costa Rica 2021-2022
Jorge Tomás Araya Flores
Universidad Nacional de Costa Rica
Heredia, Costa Rica
https://orcid.org/0009-0002-3318-8532
Noelia Murillo Campos
Universidad Nacional de Costa Rica
Heredia, Costa Rica
https://orcid.org/0009-0008-9885-347X
Fecha
de recepción: 14 de abril
del 2023
Fecha
de aceptación: 31 de octubre del 2023
Cómo citar:
Araya Flores, Jorge Tomás y Noelia Murillo Campos. 2025. Vivencias de la violencia en personas adultas mayores lesbianas y gais:
aproximación sociológica en Costa Rica, 2021-2022. Revista
Reflexiones.104 (1). DOI 10.15517/rr.v104i1.54822
Resumen
Introducción: En
Costa Rica hay un vacío en agendas políticas, jurídicas, en la
institucionalidad y sus diversos programas sociales entorno a las personas
adultas mayores lesbianas y gais, lo que provoca que esta población se
encuentre expuesta a distintas expresiones violentas por razón de su edad y su
orientación sexual.
Objetivo: El
estudio buscó estudiar los elementos que configuran las formas de violencia que
vivencian las personas adultas mayores lesbianas y gais en Costa Rica, durante
el periodo 2021-2022.
Método: Se
emplearon los relatos de vida como método, técnicas de entrevistas a
profundidad y observación no participante aplicadas a personas adultas mayores
lesbianas y gais en Costa Rica.
Resultados: Los
resultados de la investigación exponen vivencias de violencias cruzadas, una
tipología de la violencia transcrita en realidades de invisibilización
de las personas adultas mayores lesbianas y gais, discriminación en centros de
salud y espacios laborales, exclusión y represión de su identidad sexual en
centros de salud y lugares de larga estancia, y, por último, una violencia más
marcada en mujeres lesbianas adultas mayores.
Conclusiones:
Al identificar las formas de violencia a partir de sus relatos de vida, se
visualizan las características y relaciones entre los elementos que configuran dichas violencias. La invisibilización
esconde una compleja red de exclusión, discriminación y violencia que implica
tanto su orientación sexual como su adultez mayor, dicha intersección
potencializa una realidad de violencias en su diario vivir.
Palabras clave:
Interseccionalidad,
Personas adultas mayores, Sociología, Vivencias, Violencias.
Abstract
Introduction: In Costa Rica, there is a gap in political, legal,
institutional, and various social programs concerning older lesbian and gay
individuals, which exposes this population to various forms of violence due to
their age and sexual orientation.
Objective: The study aimed to investigate the elements that
shape the forms of violence experienced by older lesbian and gay individuals in
Costa Rica during the period 2021-2022.
Method: Life stories were employed as a method, along with
in-depth interview techniques and non-participant observation applied to older
lesbian and gay individuals in Costa Rica.
Results: The research results expose experiences of
intersecting forms of violence, a typology of violence manifested in the
invisibility of older lesbian and gay individuals, discrimination in healthcare
centers and workplaces, exclusion and repression of
their sexual identity in healthcare centers and long-stay facilities, and,
finally, a heightened violence experienced by older lesbian women.
Conclusions:
By identifying
these forms of violence through their life stories, the characteristics and
relationships between the elements that shape these forms of violence become
visible. Invisibility conceals a complex network of exclusion, discrimination,
and violence that involves both their sexual orientation and older age, which
magnifies a reality of violence in their daily lives.
Keywords: Intersectionality, Older
adults, Sociology, Experiences, Violence.
Introducción
En Costa Rica, en relación con las personas
adultas mayores gais y lesbianas, se encuentran avances importantes
relacionados a la adultez mayor como las políticas de envejecimiento activo, o
bien, en temas de diversidad sexual, como el matrimonio igualitario; sin
embargo, se ignoran con demasía las características de la población que es
adulta mayor gay y lesbiana (Duárez 2015). El vacío
es palpable en agendas políticas, jurídicas, en la institucionalidad y sus diversos programas sociales.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC 2020) demuestran
un incremento en la tasa de población de personas adultas mayores en el país;
sin embargo, la desagregación de datos se limita al sexo biológico o asignado
al nacer.
Por
ejemplo, generalmente, los partidos políticos, durante los periodos
electorales, muestran interés por evidenciar la necesidad de políticas públicas
que aborden el aumento de la población adulta mayor, pero con perspectivas muy
limitadas. Flórez-Estrada menciona que la política tradicional en Costa Rica se
basa o se desarrolla en función de envejecidos ejes temáticos, explica que, en
la candidatura de la expresidenta de la República, Laura Chinchilla, la oferta
electoral de establecer una red universal de cuido para infantes y personas
adultas mayores fue muy generalizada en sus concepciones de adultez mayor y no
visualizaba la diversidad sexual dentro de la población (Flórez-Estrada 2010).
En gestiones administrativas, el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor
(CONAPAM 2011) aboga por trabajar en las alianzas público-privadas, pero la
institucionalidad, en general, se muestra ajena a las necesidades de la
población adulta mayor sexualmente diversa.
Lo
anterior invita a reflexionar y estudiar el papel del Estado, la sociedad
costarricense, instituciones sociales como la familia, la iglesia, las
empresas, centros educativos, centros de cuido, comunidades, instituciones
públicas y privadas, entre otros; en donde las dinámicas o prácticas sociales
han estado caracterizadas por reproducir estereotipos, roles de géneros y
etarios que ahora son activamente discriminatorios, lo cual es una expresión de
la violencia.
Las
personas adultas mayores lesbianas y gais en Costa Rica crecieron, se educaron
y se desenvolvieron en contextos heteronormados,
conservadores y fundados en creencias religiosas. Además, es importante
establecer la diferencia histórica entre los diversos contextos de represión y
lucha que vivieron las mujeres lesbianas en comparación a la de los hombres gays (Chacón 2015). En el siglo pasado, la homosexualidad
no era aceptada ni mencionada, se perseguía y se castigaba social e, incluso,
judicialmente. Por lo que sus vivencias son invaluables para visibilizar y
concientizar sobre una población de la que prácticamente no se habla o, muchas
veces, se hace desde el desconocimiento y el prejuicio.
Es
importante la discusión y reflexión de la categoría de violencia en personas
adultas mayores lesbianas y gais dentro de la realidad costarricense, una
sociedad heteronormada que enfrenta de manera constante múltiples cambios estructurales a
nivel político, social, económico y cultural. Estos escenarios de potenciales
violencias descritos anteriormente demuestran la necesidad de una herramienta
de análisis capaz de entender la complejidad en la cual se sumerge esta realidad
social y, aún más importante, la capacidad de abordar la variabilidad de
dimensiones sociales y las intersecciones de esta naturaleza.
Asimismo,
es notoria la falta de un enfoque teórico metodológico que problematice las
vivencias cotidianas, experiencias, relatos, condiciones sociales, tipos de
relaciones, espacios sociales, modos de vida y bienestar en las relaciones interpersonales de las personas adultas
mayores lesbianas y gais, para indagar las formas de violencia y sus
características dentro de la sociedad costarricense.
De
este modo, al ser una temática poco estudiada en Costa Rica, posibilitó la
búsqueda de conocimiento distinto, nuevo y necesario para recolectar
información y aportar en la transformación de cualquier escenario de agresión
hacia personas adultas mayores lesbianas o gais. Dado lo anterior, se realizó
esta investigación con personas adultas mayores, específicamente, a partir de
los 60 años, lesbianas y gais, costarricenses, durante el periodo 2021-2022. En
la presente investigación fue importante identificar las condiciones de
opresión, discriminación y exclusión social que aún viven en el presente.
El
objetivo general fue estudiar los elementos que configuran las formas de
violencia que vivencian las personas adultas mayores lesbianas y gays en Costa Rica, durante el periodo 2020-2022. Como
objetivos específicos se plantearon 1) identificar las formas de violencia, que
vivencian un grupo de las personas adultas mayores lesbianas y gais, las cuales
se pueden comprender de manera interseccional. 2) Caracterizar los elementos de
la violencia que vivencian las personas adultas mayores lesbianas y gais. Y 3)
Establecer las relaciones entre las formas y los elementos que configuran las
violencias que vivencian las personas adultas mayores lesbianas y gais para
conocer sus realidades desde la interseccionalidad.
Perspectiva teórica metodológica: interseccionalidad
La interseccionalidad es una perspectiva
teórica-metodológica que estudia la complejidad de la realidad social de forma
íntegra, entrecruzada y se considera de manera interdimensional.
La perspectiva interseccional nace de un contexto en donde las tradicionales
metodologías y teorías fueron limitantes para abordar la realidad de las
mujeres negras del sector laboral estadounidense del último cuarto del siglo
XX. El concepto surge, específicamente, de las teorías del feminismo
antirracista. Kimberlé W. Crenshaw
(1989) argumentaba que las mujeres negras eran excluidas de la teoría feminista
porque no aborda, de manera correcta, las dimensiones de etnia y género dentro
del problema de discriminación que viven las mujeres. Tanto a nivel académico
como dentro de los espacios de activismo, dichas teorías feministas no incluían
a las mujeres afrodescendientes en las luchas jurídicas, sociales, culturales,
económicas, laborales y políticas como categoría de análisis teórico.
En la investigación se utilizó la interseccionalidad
como una herramienta fundamental en problemas sociales complejos, debido a los
diferentes elementos que se deben de tomar en cuenta a la hora de estudiarlos.
Si bien, la perspectiva teórico-metodológica interseccional nació para abordar
los problemas de las mujeres negras, permite abordar otras realidades,
poblaciones y problemáticas que han sido invisibilizadas y excluidas
históricamente, como lo son las vivencias de las personas adultas mayores
lesbianas y gais en relación con la violencia.
Para
Kimberlé W. Crenshaw, la
realidad social exige un marco de análisis donde se incluyan categorías de
análisis intersecadas por distintas formas de discriminación para un abordaje
más completo, el cual logre ampliar la perspectiva de gran complejidad y con
una mirada integral de todas las partes que le componen. Crenshaw
(1989) elaboró un abanico de posibilidades cuando pensó en la importancia de
intersecar aquellos componentes que son las bases estructurales de la sociedad
(como la etnia, el género, la clase social, el nivel educativo, la edad, las
capacidades cognitivas y físicas). Dicha
autora sugiere un marco de análisis que conceptualice, identifique y aborde de
manera intersecada la discriminación por sexo y etnia a partir de las
experiencias de grupos sociales subordinados (Crenshaw
1989).
Puntualmente,
Platero explica que la interseccionalidad «es un enfoque teórico que subraya
que el género, la etnia, la clase u orientación sexual, como otras categorías
sociales, lejos de ser «naturales» o «biológicas» son construidas y están
interrelacionadas». (Platero 2012, 28). Platero (2012) afirma, sobre la
interseccionalidad, que no existe una sola causa de discriminación y, más bien,
son diversas interrelaciones que construyen a la persona a partir de esas
experiencias.
Este
carácter social e histórico de las relaciones sociales, en términos de
violencia, se explicó a partir de la teoría de la performatividad y la teoría
queer de Judith Butler. El performance en Butler es una reiterativa imitación
de prácticas sociales que cargan significados y símbolos (Fonseca y Quintero
2009). Para
Butler, el género es una
construcción social en tanto el sujeto se apropia de lo social. Sin embargo, es
importante considerar que la sociedad heteronormada
configura un mundo bipartito en donde no encajan las sexualidades no normadas.
Por ende, para la autora, la homosexualidad es una categoría históricamente invisibilizada,
negada y no normada en donde el sujeto se niega a sí mismo. Esa negación habita
en las relaciones sociales.
Esto
es relevante porque se visualiza el componente simbólico de la violencia y cómo
se normaliza socialmente. En efecto, para Butler, las relaciones de violencia
son relaciones dialécticas de sujeción, hay una parte opresora y una parte
oprimida. Y esta relación de violencia tiene dos partes que no se separan entre
sí (lo que dificulta su identificación). Primero, está la parte externa al
sujeto en donde
se normaliza y legítima la violencia debido a las diversas formas de imposición social dadas en
procesos de socialización, como las etiquetas o los roles sociales. Y segundo,
la parte interna del sujeto, en la cual se interioriza la violencia, aquí la
persona puede decidir qué hacer ante estos actos de violencia, como
reproducirla o resistir.
De
acuerdo con Platero, hay varios tipos de interseccionalidad estructural. Esta
investigación se enmarca en la interseccionalidad estructural, la que estudia
las relaciones de poder y privilegio que producen y reproducen las formas de
organización social estructuralmente patriarcales, las cuales suelen ser
discriminatorias y violentas; por ello, esta perspectiva estudia las relaciones
de género, sexualidad heteronormada, clase social y
las formas en cómo se configuran los distintos elementos de la sociedad en
términos de construcción social por parte de cualquier ente social (Platero
2012).
Seguidamente,
dentro de las formas de teorizar establecidas por Platero, la investigación se
localiza en la clasificación intercategórica al hacer
énfasis en la complejidad de la vida de las personas y en la profundización en
las normas sociales que constituyen a las personas dentro de las relaciones
sociales.
Un
concepto fundamental en la interseccionalidad es el de las vivencias. Platero
expone que las vivencias «se construyen dentro de los márgenes de
macroestructuras sociales, que no solemos poder elegir, pero que sí
contribuimos a mantener o desafiar» (Platero 2012, 22). Crenshaw
(1989) propuso las experiencias interseccionales como una categoría de
análisis, y afirma que dicha experiencia es más que una sumatoria de
dimensiones y analiza la intersección en su condición de subordinación. Donna Haraway (Platero 2012), argumentaba que las vivencias son interseccionales a manera de
sujeto situado (en un contexto social, histórico y espacial) condicionado por
una serie de elementos transversales de un contexto específico, con las
construcciones sociales provenientes de esta diferenciación de multidimensiones y conocimientos particulares a partir de
sus experiencias y procesos de aprendizaje. Por ende, es una perspectiva
teórica-metodológica que puede aplicarse a la vida de todas las personas.
A
partir de lo anterior, y para la investigación, se construyó la categoría teórica de
vivencias interseccionales, ya que permite comprender y describir las situaciones y procesos
cotidianos que viven las personas adultas mayores lesbianas y gais asociadas
con la violencia, entendiendo que no son categorías de análisis independientes,
sino la realidad social de personas que se encuentran intersecadas y sometidas
a relaciones de poder en las cuales han vivido situaciones de violencia a
través de la desigualdad, discriminación, exclusión, falta de espacios y
oportunidades, entre otras.
Sobre
la vejez y el envejecimiento
La sociología de la vejez junto con
la queer y de género vinieron a complementar la investigación, este análisis intersecado de sus
vivencias, lo que permitió denotar una realidad cargada de construcciones sociales
prejuiciosas y estigmatizantes para las personas adultas mayores lesbianas y
gais que, además, se enfrentan a un sistema de exclusión por las diversas
condiciones que significa el ser una persona adulta mayor en Costa Rica. Para Remi Lenoir (1993) se desarrolla una sociología de la vejez
porque es un concepto que surge de una necesidad específica de abordar el
problema social de la vejez; y que, a partir de esta noción, que ya per se
cargaba con muchas prenociones, se desarrollaron una serie de construcciones sociales
y estructurales, en donde se
sitúan una serie de conocimientos disciplinares. Por ejemplo, dentro del conocimiento
social, la vejez se ve reflejada cuando una persona cambia su aspecto físico y sus
capacidades cognitivas y físicas de una manera visible. En relación con las
personas adultas mayores «forman parte de estas categorías estigmáticas, como
lo designa Erving Goffman, que son incapaces de una acción colectiva y que
tienen que someterse, para ser reconocidas y escuchadas» (Champagne et al.
1993, 82).
Las
sociedades normalizan los estigmas que provienen de los procesos de
socialización porque les ayuda a ordenar y asimilar cómo sobrellevar grupos
sociales que no entran dentro de los esquemas de producción, reproducción y
sobreproducción de las estructuras sociales y capitalistas, grupos sociales que
muchas veces son incomprendidos y, como es el caso de las personas adultas
mayores lesbianas y gais, «los estigmas físicos y más generalmente las
propiedades biológicas, como el sexo y la edad, sirven muchas veces de
criterios de clasificación de los individuos en el espacio social» (Champagne
et al. 1993, 62). Dentro del análisis crítico que realiza Lenoir (Champagne et al.
1993), logra definir que
dicho proceso de estigmatización está basado en una constante lucha de clases y
generaciones por aspectos utilitaristas, relaciones de poder, jerarquías, incapacidades
y la maximización de las actividades productivas de las sociedades. Dicha lucha
normaliza las estigmatizaciones.
Las
ciencias sociales también buscan clasificar para analizar y comprender; sin
embargo, las observaciones científicas son rigurosas y Lenoir aporta la idea de
desmantelar las prenociones sociales. En dado caso, «estas observaciones [de
carácter científicos] muestran que la edad no es ni un dato natural, ni un
principio de constitución de los grupos sociales, ni siquiera un factor
explicativo de comportamientos» (Champagne et al. 1993, 68), sino que son
construcciones sociales que segmentan las sociedades, las fragmentan, las
estratifican. En efecto, la teoría de la estratificación de la sociología de la
vejez (Belando 2007) propone que las estimaciones de
edades construidas socialmente según sus contextos fueron concebidas
socialmente para asignar roles y valorar los niveles de conocimientos y
experiencias con los que una persona cuenta. Así, surgen conceptos que se institucionalizaron
y politizaron como «La Edad de Oro» el cual busca
exaltar el aporte de este sector de la sociedad.
Lenoir
(Champagne 1993) considera la vejez como un problema social porque este proceso
de envejecimiento de los obreros es asimilado por el empresario capitalista
como «la invalidez, es decir, la incapacidad de producir» (Champagne et al.
1993, 75). La mayoría de las teorías surgen en un contexto de crecimiento
demográfico de la población, Lenoir argumenta que esto se convierte en un tema
de interés institucional y de los estados (antes de mediados del siglo XX no
era así), porque algún sector de la sociedad debería de hacerse cargo de dicho
grupo, tanto económicamente como en el trato humano cotidiano. El
envejecimiento, por otro lado, es un proceso que varía de una persona a otra.
Depende de la herencia genética, configuración física, el entorno, la personalidad,
la biografía, entre otros. Inicia con la concepción y se desarrolla durante el
transcurso de la vida, es un proceso constante e imparable que experimentan todos los seres vivos. (CIPAC
2020).
La
discusión, en un principio, tenía características de una sociedad utilitarista
que no contempló todos los componentes de una sociedad altamente productiva.
«Esta nueva imagen de la vejez (la tercera edad) supuso un trabajo de
categorización consistente en lo fundamental en eufemizar
el vocabulario que se emplea para designar a los viejos» (Champagne et al.
1993, 83). Para entender teóricamente esta problemática, Lenoir argumenta y
analiza aspectos que están basados en las teorías del conflicto de la sociología
de la vejez, en lo que María Belando nombra un
conflicto de edades (Belando 2007).
Según
Lenoir, la vejez se encuentra ante una lucha de clases sociales y
generacionales, él lo nombra una lucha por el poder debido a que a una persona “demasiado
vieja” se le imposibilita, por cuestiones físicas, cognitivas, técnicas,
tecnológicas, instrumentales u otras, realizar algunas actividades, y se ven
obligados a retirarse del mercado global y contextual, dada la alta demanda y
exigente productividad. Ese ritmo está diseñado solo para las nuevas
generaciones; además, se agrega la incapacidad de acceder legítimamente a
algunos bienes y estatus social (Champagne et al. 1993). Por ende, al concepto
de vejez se le agregan las consideraciones de Lenoir, como un resultado del
estado de las luchas y relaciones de fuerza entre las clases y generaciones,
una relación de «la distribución del poder y de los privilegios desiguales
entre clases y generaciones» (Champagne et al. 1993, 69).
Ante
este pesado escenario, se reconoce que, si dentro de las ciencias sociales
existe este fuerte interés por abordar temáticas de la vejez, es porque su
imagen y su percepción social constituyen un factor social particular, con
características y relaciones específicas, enmarcadas en sociedades
estructuralmente demarcadas por violencias. «Si la nueva representación
colectiva de la vejez ha tomado la apariencia de la ciencia es porque ésta se
ha convertido en un modo legítimo de representación del mundo social»
(Champagne et al. 1993, 89). Sin embargo, la categorización teórica que se
realiza desde las disciplinas en el abordaje de un tema altamente sensible no
debe normalizar los problemas sociales que se investigan, incluye aquellos
gestados desde la misma institucionalidad. Las luchas entre generaciones se
transforman, no son necesariamente estáticas o reproducidas de manera
conservadora, muchas veces, lo que define el cambio de estas relaciones de
luchas generacionales son las diversas estructuras sociales: culturales,
económicas, ideológicas u otras. Dentro
de este espacio de transformación de relaciones generacionales no se deben
normalizar los problemas sociales, como las relaciones violentas de ningún tipo (Champagne et al. 1993).
Los
aportes que brindan los diversos apartados teóricos atienden de manera
sustantiva y complementaria las expresiones de violencia en la adultez mayor,
lesbiana y gay. La complejidad social en donde yace el sistema de ideas y análisis de la
realidad de estas personas
requirió, por un lado, la teoría de género, la cual brinda herramientas de
análisis a nivel categorial y, también, la teoría de las relaciones violentas
de Judith Butler, quien expone que en las relaciones sociales se debe tener en
cuenta el proceso de imposición y el de sujeción.
Un sistema social sometido al poder
patriarcal heteronormado que califica, oprime y hasta
persigue las sexualidades «no normadas» a partir de complejos procesos
históricos de imposición y sujeción. Remi Lenoir invita a reflexionar sobre aquellas
características sociales que condicionan las realidades de las personas adultas
mayores, como las condiciones físicas y cognitivas, las condiciones
socioeconómicas, la clase social, los estigmas y las construcciones sociales
violentas que enfrentan. La interseccionalidad, desde los aportes de Kimberlé W. Crenshaw y Lucas
Platero, contribuye a no discriminar la complementariedad teórica mientras
aborda, de manera sustantiva, un análisis estructural e intercategórico
sobre las formas de violencia que se reproducen desde las prácticas y normas
sociales.
Aspectos metodológicos
La
investigación es cualitativa porque busca captar la realidad inmediata de las
personas adultas mayores lesbianas, se enmarca en una naturaleza descriptiva y
exploratoria del sentido de las relaciones sociales cotidianas para así
comprender, de una manera más amplia, las vivencias individuales de las
personas adultas mayores lesbianas y gais en torno a la violencia, entendiendo
que todos los contextos tienen características diferentes; y además, es
descriptiva, ya que «con los estudios descriptivos se busca especificar las
propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos,
comunidades, procesos, objetos o cualquier otro fenómeno que se someta a un
análisis» (Hernández et al. 2014, 92).
Las técnicas que posibilitaron la
profundización en la temática durante la recolección de datos fueron las de relatos de vida, la entrevista
semiestructurada y la observación no participante. Las personas investigadoras
contactaron, a través de llamadas telefónicas, mensajes de texto, mensajes de
WhatsApp y correo electrónico, a personas adultas mayores, lesbianas o gais,
para invitarles a participar en la investigación. En total se contactaron a 23
personas, de las cuales 11 son del Gran Área Metropolitana (GAM) y 12 fuera del
GAM; de ellas 6 aceptaron e hicieron la entrevista, 4 hombres y 2 mujeres.
Entre las personas entrevistadas se encuentran tanto activistas reconocidos
socialmente como personas que a lo largo de su vida han vivenciado la represión
de su sexualidad debido a los estigmas y violencias.
Resultados
La
identificación de las distintas formas de violencia y cómo se manifiestan ha
guiado este estudio hasta encontrarse con una dimensión inmersa en la
complejidad social, la violencia, que hoy influye e incrementa los niveles de
afectación hacia las poblaciones adultas mayores diversas sexualmente. La violencia como dimensión de
análisis es un amplio concepto que no se debe desvincular de la realidad
social, en este caso, las diversas expresiones y manifestaciones de violencias
que han atravesado las personas adultas mayores lesbianas y gais (PAMLG)
demostró la complejidad de las violencia infringidad
hacia población, con elementos y factores sociales que no han sido percibidos,
expuestos o investigados y que, con el paso del tiempo, se convierten en formas
y expresiones de violencia legitimadas socialmente y en forma gradual se van
haciendo más visibles.
Dentro
de las definiciones expresadas por las personas participantes, se denota una
concepción tangible ligada a los aspectos específicos de la vida de las
personas adultas mayores lesbianas y gais, porque se vincula a criterios
económicos, patrimoniales, sociales, psicológicos y/o físicos. Entre las
violencias que mencionaron se encuentra la violencia patrimonial, económica,
social, física, emocional, psicológica, verbal, sexual y la violencia por parte
del Estado y sus instituciones.
A
lo largo de las entrevistas, la violencia simbólica no se menciona de manera explícita, pero sí conlleva un peso simbólico y
permea las vivencias en los relatos de vida que fueron compartidos por quienes participaron. Por
ejemplo, la participante 4 mencionó: «¿qué es violencia para mí? Los gritos, a
veces hay palabras que hieren mucho, a veces hay palabras que hieren más que un
golpe» (Participante 4, Comunicación Personal). Asimismo, esto se puede
identificar en la definición del participante 2, en donde menciona «la
violencia se expresa de muchas formas, se expresa en el humor» (Participante 2,
Comunicación Personal), esto es relevante debido a que la sociedad normaliza la
homosexualidad por medio de las bromas o el humor, lo que popularmente en Costa
Rica se conoce como «choteo», pero no deja de ser un humor enfocado en
juicios respecto a las orientaciones sexuales de las personas, expresiones que
no dejan de ser violentas.
Se puede analizar que las violencias
relatadas por las personas participantes se encuentran en un entramado de
factores sociales (servicios
institucionales, condición socioeconómica, acceso a la salud, bienestar social
y vida digna, entre otros), en donde las formas de relaciones sociales basada
en el patriarcado y la heteronormatividad han imposibilitado el acceso de
ciertos servicios a la población, discriminándoles en esta etapa de su vida por
ser diversas sexualmente.
Vinculados
a las formas de violencia
identificadas, se encuentran los
espacios sociales referidos a cada una de estas formas de violencia. Los
espacios sociales en donde los participantes relataron violencia son: la
familia, que sobresale con 12 menciones; espacios de socialización, con 9
menciones; centros diurnos y lugares de larga estancia, lugares públicos,
centros educativos y espacios laborales, fueron mencionados 6 veces cada uno;
Costa Rica, con 4 menciones; partidos políticos, redes sociales, instituciones
de salud, instituciones de Estado y sindicatos, mencionados 3 veces; espacios
políticos y de diálogo, restaurantes y bares, Iglesia Católica y medios de
comunicación, fueron mencionadas 2 veces en las entrevistas.
Con
la información recolectada de las formas de violencia identificadas, se
caracterizaron los elementos que conforman las diversas formas de violencias.
De esta manera, se desagregan las categorías de análisis por medio del Esquema
1. Matriz interseccional de los elementos de las formas de violencias, que es
una adaptación de la matriz interseccional propuesta por Patricia Hill Collins
(1990).
Esta
matriz se construye a partir de dimensiones como la orientación sexual
(homosexualidad) y la edad (adultez mayor), sobre las vivencias
interseccionales de las personas adultas mayores lesbianas y gais. De manera intersecada las
vivencias contienen los elementos
de la violencia identificados, los cuales son: el patriarcal, histórico,
sumisión, subordinación, sujeción, omisión, etiqueta, internalización, estigma,
superioridad, microsocial, macrosocial, el castigo,
la represión, acción o fuerza y cotidiano. Las diferentes formas de violencia
existentes son legitimadas, internalizadas y naturalizadas en la
sociedad debido a los
diferentes elementos interseccionados que entre sí
producen, reproducen y sostienen las diferentes formas y expresiones de
violencia.
Estos
elementos permiten entender el proceso continuo de naturalización y reafirmación
de la violencia que pasan por la psique de las personas y por la estructura
social una y otra vez, lo que va creando una especie de bola de nieve invisible,
ya que no trabajan de forma separada, están relacionados e incluso
intersecados, algunos más visibles que otros, esto provoca que las vivencias de
las personas estén permeadas por una gran complejidad y muchas veces las llevan
a la auto represión y auto sanción individual, como se estudió en las
respuestas de las
personas participantes.
El
elemento patriarcal se presenta como un elemento fundamental para entender las
dinámicas sociales presentes en una sociedad heteronormada
en la que excluye a las personas homosexuales, así como la sexualidad de las
personas adultas mayores. Lo patriarcal está muy vinculado también con el
sistema productivo de las sociedades capitalistas, creando jerarquizaciones
entre las personas según sus características. Por su parte, la omisión es un
elemento muy presente en los distintos espacios sociales, asociado a la invisibilización de las personas.
Las
personas entrevistadas no dijeron no haber sido víctimas de violencia física
directa por su orientación sexual y edad, pero esto no quiere decir que la
violencia que han vivido no sea directa. Las formas de violencia compartidas en
las entrevistas siempre estuvieron respaldadas por estigmas causados por la
orientación sexual y la edad. Estas situaciones han desencadenado en prácticas,
discursos, narrativas, relaciones sociales, costumbres y tradiciones que les
discriminan, oprimen y excluyen. El estigma social es producido y reproducido
en espacios de socialización como la familia, los centros educativos, las
iglesias, centros de cuido y de salud, entre otros. Si bien, esta violencia no
es hacia el cuerpo, no quiere decir que no tenga repercusiones en su salud
física y mental.
Caracterizar
los elementos de la violencia que vivencian las personas adultas mayores
lesbianas y gais, es el objetivo 2. Los elementos que se identificaron en el trabajo de campo fueron: el histórico, cotidiano, poder,
superioridad, acción, fuerza, inacción, subordinación, estigma, etiqueta, microsocial, macrosocial, patriarcal, interiorizada,
omisión, castigo y represión. Una vez caracterizados los elementos de
las violencias, se identificó cómo se relacionan con las formas de violencia
manifestadas. Esto resulta en una serie de expresiones de las formas de
violencia que suelen no ser percibidas en las relaciones sociales.
Todo
esto posibilita un análisis de la relación sujeto-sociedad, porque, por un
lado, la persona se enfrenta a una estructura social opresiva, patriarcal,
institucionalizada y discriminatoria, lo cual brinda herramientas para un análisis macrosocial y
general de estas formas de violencia. El sujeto se enfrenta a una sociedad heteronormada que dictan normas de sexualidad para decir
qué es normal y qué no lo es.
Por otro lado, es a partir de los relatos que también
se puede analizar la realidad de las personas, en el cual se escuchan discursos fundamentalistas en medios de
comunicación y discursos políticos, una realidad social en la que experimenta
las burlas, el acoso, los «chismes» y hasta seguimiento con amenazas de
recibir agresiones físicas. Otra realidad de estas personas es la sanción
social, lo que les lleva a enfrentar el «volver al
clóset» para ser aceptados socialmente, cuando en realidad el resultado de esa
presión social es la exclusión e invisibilización de
sus necesidades.
En la Tabla 1: Expresiones de violencia con los
elementos identificados se muestra por medio de una equis (x) las relaciones
halladas entre elementos y expresiones que configuran las violencias
identificadas en la investigación.
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Tabla 1: Expresiones
de violencia con los elementos identificados |
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Prohibir expresar orientación sexual en
centros diurnos y lugares de larga estancia. |
Invisibilización y abandono de PAMLG. |
Invisibili-zación de PAML. |
Discriminación en servicios de salud |
Falta de políticas públicas enfocadas
en PAM. |
Discriminación laboral por orientación
sexual, amenaza de despido, no ser contratado por edad. |
Acciones explícitas de agresión,
persecución, seguimientos, acoso, chismes, amenazas, burlas, traición,
invasión de la privacidad, uso de etiquetas como viejo playo, tortillera,
marimacha, omisión, entre otros. |
Heteronor-matividad |
Autosanción, sanción familiar, sanción
institucional, sanción colectiva |
Discursos fundamen talistas y políticos. |
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Represión |
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Patriarcal |
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Histórico |
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Subordinación |
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Sumisión |
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Cotidiano |
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Internalización |
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Estructural |
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Micro
Social |
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Macro Social |
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Superioridad |
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Castigo |
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Poder |
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Acción |
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Omisión |
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Estigma |
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Sujeción |
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Fuente: Elaboración propia, marzo 2023.
La
Figura 1. Matriz interseccional elementos y expresiones de violencia expone las
intersecciones halladas en los relatos de violencia de las personas adultas
mayores lesbianas y gais. En el centro de la matriz, dentro de esta «maraña» se
encuentran las personas participantes. Luego, la matriz integra las dimensiones
de orientación sexual (homosexualidad) y edad (adultez mayor) como parte del
marco de análisis de la investigación. A continuación, en la matriz se presenta, de forma visual, cómo los
elementos y las expresiones de la violencia se encuentran vinculados de una
forma interseccional. La adultez mayor y la orientación sexual son
características que juntas demuestran una gran problemática desde niveles
cotidianos y simbólicos hasta macrosociales y estructurales. Las expresiones
pueden verse como algo más cotidiano y personal, mientras los elementos como
una sombrilla bajo la que se reproducen dichas expresiones.
Figura 1. Matriz interseccional de las expresiones y los
elementos de las violencias.
Fuente: Elaboración propia a
partir del esquema de la matriz: ¨La intersección de las opresiones¨, de Hill
Collins (1990), 2022
El concepto de interseccionalidad
por parte de Platero (2012), hace énfasis en la complejidad, en este caso, de
las vivencias de las personas adultas mayores lesbianas y gais; se estudiaron las
relaciones de género, sexualidad, heteronormatividad, clase social y las formas
en cómo se configuran los distintos elementos de la sociedad en términos de construcción
social, tanto en lo colectivo como en espacios privados de las personas. Esta
complejidad supone que las dimensiones encontradas son construcciones sociales
que se transcriben en género, etnia, clase, orientación sexual y aspectos
biológicos, entendiendo que esta construcción es interrelacional,
que no hay división ni segmentación de las dimensiones y no se estudian por
aparte. Platero insiste en que esa amplitud e integridad de las categorías
posibilita un abordaje correcto y realista, porque aborda algunos elementos que
en otras propuestas se pueden dejar por fuera.
Durante
las entrevistas se identificaron elementos que juegan un papel fundamental en
sus vivencias y relaciones sociales que van más allá de la edad y la
orientación sexual, por ejemplo, la religión, el sexo biológico, el espacio
físico e, incluso, la etnia (color de piel), que son parte de sus relatos de
vida. Por su parte, la educación universitaria se presentó como un privilegio
que conlleva un mayor respeto en el trato que reciben de otras personas, sin
importar la orientación sexual y la edad. Es importante recalcar que, de
acuerdo con los hallazgos de la investigación, la persona es oprimida y se
encuentra subordinada por una serie de factores interrelacionados, se demuestra
lo que menciona Kimberlé W. Crenshaw
sobre la producción y reproducción de las relaciones sociales bajo formas
transversales y vinculantes de lo que compone al sujeto (o personas
históricas).
Esta
interseccionalidad demuestra una potencial vulnerabilidad en términos de
violencia, discriminación, exclusión de los cuerpos, espacios y personas de acuerdo con la propuesta de Platero,
lo cual se identificó en las respuestas de las personas que participaron en la investigación, a través de sus
vivencias y relatos de vida. La invisibilización general de las personas adultas mayores
lesbianas y gais ha sido de los resultados más impactantes de la investigación,
ya que es de donde nacen las diferentes formas y expresiones de violencia. Las
personas adultas mayores ya de por sí viven en una sociedad donde las personas
útiles son las que producen en el sistema capitalista y patriarcal, esto
provoca que las personas adultas mayores no heterosexuales no cumplan con los
requisitos para ser consideradas útiles.
Además,
no hay un reconocimiento de sus necesidades por parte del Estado ni la
institucionalidad público-privada; tampoco por parte de las instituciones
sociales que son parte de su vida, tales como la familia, las comunidades,
centros de estudios, lugares, movimientos sociales, centros de salud. Se ignora la sexualidad de las personas adultas mayores
porque, socialmente, se piensa que no tienen relaciones, ni preferencias
sexuales.
Asimismo,
se identificó la invisibilización de sus cuerpos. Hay
diferencias entre hombres y mujeres por razón de sexo biológico, ya que las
estructuras, principalmente patriarcales, discriminatorias y violentas, como
mencionaba Crenshaw (1989), llevan a una afectación
diferenciada entre hombres gais y mujeres lesbianas, siendo ellas las más
afectadas, porque no existen en espacios públicos o ellas han decidido limitar
su participación social en actividades para no ser señaladas.
Se
debe considerar que estas estructuras sociales son las que limitan la libertad
de expresión de orientación sexual, preferencia, identidad, prácticas, e incluso,
pensamiento. Porque el sujeto situado, que explica Platero (2012), tiene la
vida de la represión o la resistencia. Por un lado, como aporta Judith Butler
(2015), interiorizan lo normado por medio de procesos de sujeción en sus
relaciones sociales cuando mencionan que no experimentaron formas de violencia.
Por otro lado, pueden resistir a esta sujeción de acuerdo con lo que menciona
Platero, al llegar a un punto de no sentir afectación por los comentarios o
actitudes agresivas que reciben en el día a día, como lo externó la mayoría de
las personas participantes. A las mujeres lesbianas mayores, tampoco les
resulta necesario hablar de su sexualidad porque saben que se pueden exponer y
no están interesadas en hacerlo en espacios sociales.
Esto
conlleva a explorar las relaciones violentas a partir de marcos de análisis
macrosociales y microsociales, porque la
interseccionalidad estructural posibilita estudiar las relaciones de poder y
privilegio que se producen y reproducen en las formas de organización social,
tales como la familia, la comunidad, los centros educativos, los lugares de
larga estancia, los centros diurnos, el Estado u otros. Un caso claro recopilado fue el de los espacios
laborales que discriminan en sus normativas, también la persecución por parte
de jefaturas y otra vivencia
fue el «chisme» entre compañeros de trabajo y las burlas. Hay toda una
estructura que les oprime y castiga socialmente.
Las
experiencias interseccionales son más amplias e íntegras, se manifestaron como
generalidades de los participantes, igualmente ubicados en estructuras sociales
complejas, institucionalizadas, jerárquicas y opresivas. Platero considera
relevante la particularidad de las vivencias interseccionales como fragmentos
de esa generalidad. La generalidad en esta ocasión se puede identificar en la
homosexualidad que se utiliza como una sombrilla que abarca a todas las
personas que se sienten atraídas por personas de su mismo sexo, o bien, que se
identifican como tal; pero la particularidad permitirá que futuras
investigaciones se basen en hombres gais y en mujeres lesbianas en sus
especificidades, reconociendo sus necesidades individuales.
En un contexto específico, los conocimientos,
experiencias y procesos de aprendizajes particulares son todos igual de válidos
y deben ser escuchados. Esta visión de una sexualidad normada y otra no normada
han encasillado la diversidad de vivencias y experiencias, esta
heteronormatividad insiste en que con el paso de los años las personas adultas
mayores lesbianas y gais «vuelvan al clóset» para silenciar sus historias de
vida. Aquí es donde se encuentra gran parte de la violencia interseccional que
viven, es una forma de agresión tras otra, cada vez más simbólica, muy normada
socialmente. Bajo esta lógica, la investigación aporta en una
interseccionalidad intercategórica que no solo
identificó, a partir de un estudio las normas sociales que envuelven a estos
sujeto sociales e históricos, sino, que propone una serie de elementos para
ayudar a generar más investigación, de manera particular, en cada una de las
formas de violencia.
Una
forma de ejemplificar lo descrito son los centro diurnos y de larga estancia,
ya que, muchas veces, son administrados por organizaciones religiosas o bajo
perspectivas conservadoras, esto implica que una persona lesbiana y gay -así
como en general la comunidad LGBTIQ- deban reprimirse y no expresarse tal y
como son para ser aceptadas en estos espacios, pues no tienen opción, ya que,
por lo general, según mencionaron varias de las personas entrevistadas, no
cuentan con una familia o red de apoyo para hacerse cargo de su cuido cuando
llegue el momento. Ahora bien, en una entrevista, surgió que la solución a esto
no es crear espacios solo para las personas que integran dicha comunidad, ya
que básicamente sería una segregación de la población, sino, más bien, trabajar
en la inclusión de estas personas en los espacios ya existentes y, sobre todo,
crear espacios de concientización a las personas que administran y trabajan en
estos lugares.
En relación con toda esta tipología de la
violencia que surge con una serie de elementos fundamentales para el análisis
de las vivencias interseccionales, es importante analizar que las
interrelaciones de las dimensiones son identificables en los relatos de acuerdo
con las formas de violencia manifestadas. En las formas de violencia
mencionadas anteriormente se comparten elementos entre sí. Esta composición
elemental se configura en relaciones más complejas de las expresiones de la
violencia. Es indispensable desarticular con
toda una estructura de agresiones, violaciones de derechos, discriminaciones,
exclusión de las personas adultas mayores lesbianas y gais para su
visualización. Otro aspecto por considerar es la exploración de nuevas
relaciones que todavía no han sido halladas, por esto es oportuno escuchar y
estudiar más relatos de vida de diferentes contextos y condiciones sociales.
Detrás
de cada categoría teórica existen infinidad de historias de vida de personas
que han vivido situaciones de desigualdad y violencia, producto de la
interrelación de estructuras sociales, estas historias están intersectadas por diferentes formas y expresiones de
violencias. Asociado a esto, Platero expone que «el género, la etnia, la clase,
u orientación sexual, y otras categorías sociales, lejos de ser «naturales» o
«biológicas» son construidas y están interrelacionadas» (Platero 2012, 28), y
esto justamente se vio reflejado en la presente investigación.
Del
mismo modo, a partir de esta identificación de situaciones de violencia se
recopilan formas de discriminación por edad hacia una persona de la misma
comunidad LGBTIQ, tanto por parte de personas de la comunidad, como por
aquellas que no lo son (heterosexuales). Un ejemplo se da cuando el
participante 1 comentó en su entrevista cómo en espacios de activismo social,
enfocados en su momento en la legalización del matrimonio igualitario en el
país, él, a pesar de su experiencia y conocimiento en el tema, escuchó a
personas jóvenes de la comunidad LGBTIQ decir que necesitaban personas más
jóvenes en el movimiento. El participante 2, por su parte, compartió que, los
bares y espacios gais rinden culto al cuerpo y son pensados para las personas
jóvenes, por lo que una persona adulta mayor homosexual no cuenta con espacios
de recreación y socialización ni de primera necesidad pensados por y para
ellas.
Conclusiones
Las
diferentes formas de violencia que son parte de la vida de las personas adultas
mayores lesbianas y gais se encuentran intersecadas, no son violencias
individuales ni aisladas. Esto se debe considerar previo a cualquier desarrollo
teórico metodológico en materia de violencia para no opacar, ignorar u omitir
formas de violencia que también pueden afectar a personas adultas mayores
lesbianas y gais.
Es
importante tener presente a elementos como el poder, el patriarcado y lo
histórico, porque funcionan como un respaldo de la violencia, de forma que son
estructuras productoras de las expresiones de la violencias
aprendidas-enseñadas en espacios sociales como centros educativos, familia,
iglesias, espacios de socialización, laborales, entre otros; así, las personas
son productoras y reproductoras de violencias en su día a día.
La
invisibilización de una población per se, es una
forma de violencia fuerte, pero a su vez, permite y abre camino para la
producción y reproducción de otras formas y expresiones de violencia.
Considerando que estas personas han sido reprimidas históricamente y que cargan
con construcciones sociales alrededor de su orientación sexual, puede que las
lleve al camino de «vuelta al closet» o bien, generar mecanismos de
resistencia, como la creación de un «caparazón de tortuga» ante la
heteronormatividad en su adultez mayor para poder acceder y ser parte de
espacios de recreación, espacios de cultura, arte, salud, atención psicológica,
cuido, educación o, incluso, trabajo.
El
«caparazón de tortuga» hace referencia al proceso por el cual han pasado para
llegar al punto en el que burlas, comentarios, chistes y violencia en general
no les afecte tanto en este momento de sus vidas; la edad, desempeña un papel fundamental en la forma en
cómo viven la violencia. Algunas de las personas participantes apuntaron que,
conforme tenían más edad, había situaciones que ya no les afectan tanto como
hubiera sucedido en su juventud; sin embargo, también expresaron que, en este
momento, no pueden tener expresiones amorosas con sus parejas en público, fiel
reflejo de la represión que han vivido a lo largo de sus vidas, y aún hoy tiene
repercusiones.
La violencia interinstitucional e
institucional juega un papel fundamental en dicha invisibilización,
ya que, al no existir normativas ni leyes enfocadas en esta población, son
vulnerables y se afectan directamente, pues son discriminados. Parte de los
hallazgos de la investigación destaca la clara necesidad de sensibilizar y
capacitar constante y objetivamente a las personas funcionarias de los centros
de salud, de cuido como los centros diurnos y de larga estancia, del Estado y
de los lugares donde reciben denuncias por violencia. También, la divulgación,
información y comunicación constante sobre las realidades de personas adultas
mayores y de todas las personas diversas sexualmente.
Las
construcciones sociales de desigualdad que producen opresión y privilegios se
han legitimado históricamente y, en la actualidad, se continúan gestando y
ampliando desde los mismos aparatos estatales, desde las estructuras de poder
de la sociedad y desde la cotidianidad de las relaciones sociales; cuestión
que vivencian y afectan directamente a personas adultas mayores lesbianas y
gais. Esto se refleja en la escasa política pública, en el maltrato, abandono,
en la invisibilización de sus derechos y en los
pocos, o incluso nulos, espacios pensados o diseñados por y para personas
mayores, gais y lesbianas.
Aunado
a lo anterior, es tiempo ya de considerar la orientación sexual en las bases de
datos del Estado y de las instituciones y organizaciones que trabajan con esta
población para desagregar los datos y registrar los casos de violencia que
denuncien las personas adultas mayores lesbianas y gais. De esta manera, se
generan datos reales y así se podrá diseñar un diagnóstico de su realidad
social y, posteriormente, contribuir a generar políticas y acciones afirmativas
en pro del cumplimiento de los derechos humanos de esta población.
Por
otra parte, a partir de las entrevistas realizadas, se considera que existen
personas dentro de la comunidad LGBTIQ+ que cuentan con ciertos privilegios
concernientes a lo educativo, reconocimiento político, laboral, acceso a salud
ya sea pública o privada, entre otros. Estos privilegios, según comentaron,
influyen en la forma, frecuencia y percepción de la violencia que reciben. Por
ejemplo, uno de ellos explicó que en su lugar de trabajo lo tratan de forma
notablemente diferente, en comparación con un compañero que no cuenta con
estudios universitarios, ni con el reconocimiento social ni político con el que
cuenta él, incluso, el respeto recibido está acorde con el crecimiento de su
currículo.
Respecto
a la dimensión etaria, se puede afirmar la vulnerabilidad de la población
adulta mayor, y esa vulnerabilidad pareciera tener un vínculo con su
orientación sexual, pues se invisibiliza su humanidad, su ser, su corporalidad,
sus identidades, aspectos como las necesidades básicas, sus sexualidades, entre
otros. Por ejemplo, hay una idea generalizada de que las personas adultas
mayores no tienen prácticas sexuales, ni que existen personas adultas mayores
lesbianas y gais.
Se identificaron las diferencias
existentes entre las mujeres lesbianas y los hombres gais, a pesar de que ambas
poblaciones se encuentran socialmente bajo la sombrilla de la
homosexualidad. Los relatos de las
mujeres lesbianas son profundamente distintos y ajenos a las de los hombres
gais, existe todo un aparato social que les invisibiliza y les limita a expresar su identidad sexual en
espacios sociales por el hecho de ser mujeres.
Se ha encontrado que esta invisibilización
sucede incluso, dentro de los mismos movimientos afines a la diversidad sexual,
será necesario, entonces, abordar de manera autocrítica las realidades de cada
uno de los grupos dentro de la misma comunidad LGBTIQ+. Por lo que se invita a
desarrollar futuras investigaciones contemplando esta particularidad de las
personas bisexuales, transgénero, transexuales, bisexuales, travestis,
intersexuales.
Estos
escenarios de potenciales violencias descritos anteriormente, demuestran la
necesidad de una herramienta de análisis capaz de entender la complejidad en la
cual se sumerge esta realidad social y, aún más importante, la capacidad de
abordar la variabilidad de dimensiones sociales y las intersecciones de esta
naturaleza.
La
interseccionalidad permitió estudiar las formas, expresiones, elementos y
relaciones de la violencia de una población que ha sido invisibilizada
históricamente. Esta perspectiva brindó herramientas teóricas y metodológicas
para estudiar la complejidad de los relatos de vida de seis personas que
crecieron en un contexto donde su orientación sexual era reprimida, castigada e
incluso, prohibida. A pesar de los avances en materia legal, la adultez mayor
aunado a su orientación sexual sobrevive ante una discriminación,
estigmatización y exclusión. Cada relato de vida supuso encontrarse con
privilegios, pero también desventajas dentro de un sistema patriarcal
capitalista que busca imponer la heteronormatividad a la orientación sexual de
las personas.
Las
investigaciones basadas en la interseccionalidad que se apoyen en otras teorías
pueden tener un acercamiento humano sobre las diversas intersecciones que
atraviesan las personas, máxime en un tema sensible como el de violencia. La
interseccionalidad es complementaria a otras teorías para realizar abordajes
metodológicos y tocar suelo cuando un tema de investigación sigue en altos
niveles de abstracción. Del mismo modo, el acercamiento epistemológico que
brindan las perspectivas interseccionales a los temas de estudio posibilita una
mayor claridad sobre lo que se nombra fenómeno complejo, porque apoyado de una
complementariedad teórica, brinda herramienta de análisis para identificar,
describir y categorizar lo que muchas veces se define como «complejo». Por
ejemplo, a partir de esta investigación se encontró que las personas adultas
mayores viven diferentes tipos de violencia, y esta se presenta de forma
compleja. Puntualmente, esa complejidad tiene una estructura social (como la
familia, el Estado, los centros de salud, lugares de larga estancia, espacios
laborales, entre otros) y ahí se puede conocer cómo se reproduce la violencia.
Asimismo,
se visualiza que las perspectivas interseccionales se ajustan a enfoques
distintos de la realidad social. Esto permite dar continuidad a la investigación en
términos de desagregar la realidad en diversos niveles de análisis, profundizando en escalas
macrosociales y microsociales. Para ejemplificar lo
anterior, se visualiza que la perspectiva interseccional de Crenshaw
permite un enfoque de las estructuras sociales de discriminación y vulneración,
gestoras de desigualdad social respectos de condiciones por género, etnia,
clase social, edad, capacidades cognitivas y físicas, entre otros. Asimismo,
permite construir criterios
de análisis con teorías abstractas que discuten el estudio de lo social,
además, de manera complementaria, permitió que la sociología de la vejez y la
teoría de género estudiaran dimensiones bajo una perspectiva intersecada. Por su lado, la
perspectiva interseccional, desde un enfoque micro social, fue fundamentada por
Lucas Platero, al plantear que las vivencias interseccionales suponían una
intersección específica, particular, íntegra y compleja del sujeto histórico,
estos momentos puntuales ofrecen mucha información cotidiana, lo que contribuyó
para el análisis de la plenitud de las relaciones humanas.
La
investigación se desarrolló en conjunto, los aportes plasmados en el documento
fueron construidos a partir del trabajo de campo, sistematización, redacción y
reflexión sociológica de manera coordinada en ambas personas autoras. Esta
investigación no recibió financiamiento de ninguna entidad, ya que formó parte
del proceso de licenciatura de la carrera de sociología de la Universidad
Nacional por la cual optaron las personas autoras.
Belando Motoro, María Remedios. 2007.
«Modelos sociológicos de la vejez y su repercusión en los medios». Comunicación e persoas
maiores: 77-94. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2651197
Butler,
Judith. 2015. Mecanismos Psíquicos del
Poder: Teorías sobre la sujeción. Ediciones Cátedra Universidad de
Valencia.
Chacón
Alvarado, Emma. 2015. «Una memoria histórica del movimiento lésbico en Costa
Rica de 1970 al 2014». San José, Costa Rica: FCAM; Colectiva Irreversibles.
Champagne,
Patrick, Remi Lenoir, Dominique Merllié
y Louis Pinto. 1993. Iniciación a la
práctica sociológica. Editores Siglo XXI.
CIPAC
(Centro de Investigación y Promoción para América Central). 2020. «Diagnóstico
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Forum, Vol: Iss. 1, Article 8. https://chicagounbound.uchicago.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1052&context=uclf
Duárez Rehaag, Daria. 2015. «Situación
de la población adulta mayor LGBT en Costa Rica». San José, Costa Rica: Centro
de Investigación y promoción para América Central de Derechos Humanos.
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43-60. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732009000100003
Hernández
Sampieri, Rodrigo, Carlos Fernández Collado y Lucio Pilar Baptista. 2014. Metodología de la Investigación.
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Hill
Collins, Patricia. 1990. Black
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Editorial
Unwin Hyman.
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Platero
Méndez, Lucas. 2012. «Intersecciones: Cuerpos y sexualidades en la
encrucijada.» España: Bellaterra Ediciones. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=562663