Sistematización de experiencias:
proceso de trabajo con el grupo «mujeres empoderadas Los Ledezma»
Systematization
of experiences: work process with
the group «empowered women Los Ledezma»
Valerie de Jesús Barrot Mora
Escuela de Trabajo Social
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica
https://orcid.org/0009-0000-2925-8679
Karla Bonilla Montero
Escuela de Trabajo Social
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica
karla.bonillamontero@ucr.ac.cr
https://orcid.org/0009-0009-2495-5024
Mariana Ramírez Fallas
Escuela de Trabajo Social
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica
mariana.ramirezfallas@ucr.ac.cr
https://orcid.org/0009-0000-4938-8112
Erika Adriana Ruiz Dávila
Escuela de Trabajo Social
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica
https://orcid.org/0009-0007-4486-1530
Cómo
citar:
Barrot Mora, Valerie
de Jesús; Karla Bonilla Montero; Mariana Ramírez Fallas y Erika Adriana Ruiz
Dávila. 2023. Sistematización de experiencias:
proceso de trabajo con el grupo «mujeres empoderadas Los Ledezma». Revista
Reflexiones. Dossier Especial. 102. DOI 10.15517/rr.v102i2.56805
Resumen
Introducción: El presente artículo se basa en los
resultados obtenidos a través del proceso de trabajo con el grupo de mujeres en
la comunidad de Los Ledezma, durante el primer y segundo semestre del taller
Organización local y construcción de ciudadanía, impartido por la Escuela de
Trabajo Social en la Universidad de Costa Rica.
Objetivo: Analizar la experiencia vivida, los logros y aprendizajes
del grupo de estudiantes de Trabajo Social, a través del proceso de trabajo con
las mujeres de Los Ledezma, durante el año 2022.
Método: Desde un enfoque social, a partir de
la revisión de antecedentes
y diarios de campo, se observan los logros y aprendizajes derivados del
trabajo, basado en comprensiones teórico-metodológicas traducidas en la
organización de un grupo de mujeres en la localidad de Los Ledezma.
Resultados: Se identifica un mayor manejo de las
herramientas técnicas por parte del grupo de trabajo, donde se logra tener una
comprensión más acertada sobre la realidad desde la aplicación de la teoría
previamente adquirida. Así como un posicionamiento ético- político más definido
en la práctica.
Conclusiones: Este no es un proceso lineal, se
presentaron numerosos retos que llevaron a probar, proponer, negociar y volver
a empezar; la flexibilidad fue una habilidad aplicada constantemente, debido a
que se estaba trabajando con diferentes cotidianidades. Ligado a lo anterior,
un eje de análisis necesario es el sistema que reduce a las mujeres a cumplir
con roles específicos en los que no hay espacio para participar por sí mismas y
hacer uso de su voz.
Palabras clave:
Género, Organización, Comunidad, Derechos
humanos, Apropiación.
Abstract
Introduction: This
article is based on the
results obtained, through the work
process with the group of
women in the community of Los Ledezma, during the first
and second semester of the workshop Local organization and construction of citizenship, taught by the
School of Social Work at the University
of Costa Rica.
Objective: Analyze
the lived experience of the
achievements and learning of the group
of Social Work students, through the work process
with the women of Los Ledezma, during the year
2022.
Method: From
a social approach, from the review of
background and field
diaries, the achievements
and learning derived from the work
are observed, based on theoretical-methodological understandings translated into the organization
of a group of women in the
town of Los Ledezma.
Results: A greater
handling of technical tools by the work
group is identified, having a more accurate understanding of reality
from the application of previously acquired theory. As well as a more defined ethical-political
position in practice.
Conclusions: This
is not a linear process, there were numerous challenges
that led to testing, proposing, negotiating and starting over; Flexibility was a constantly applied skill,
due to the
fact that different daily activities were being worked on.
A necessary axis of analysis, linked to the above,
is the system
that reduces women to fulfilling specific
roles in which there is no space for
them to participate
on their own and use their voice.
Keywords: Gender,
Organization, Community, Human
rights, Appropriation.
Introducción
El presente artículo describe los
resultados obtenidos por el grupo de estudiantes de tercer año, a través del
proceso de trabajo con el grupo de mujeres en la comunidad de Los Ledezma,
ubicada en el cantón de Upala, durante el primer y segundo semestre del taller
Organización local y construcción de ciudadanía, impartido por la Escuela de
Trabajo Social en la Universidad de Costa Rica.
Como parte de los espacios de
discusión desarrollados entre el equipo y ante la relevancia ético-política de
sistematizar las experiencias que se fueron adquiriendo por parte del grupo
facilitador durante la práctica de tercer año, se tomó la decisión de elaborar
una sistematización de experiencias con el objetivo de analizar los logros y
aprendizajes del grupo, en función de los procesos de trabajo vividos:
inserción, desarrollo y cierre con el grupo de mujeres de Los Ledezma.
Siendo así, la característica
principal que identificó el desarrollo de este proceso de sistematización es
que va dirigido hacia los aprendizajes, retos y sentimientos del grupo de
estudiantes, durante todo su proceso académico y de trabajo con la comunidad de
Los Ledezma.
En cuanto a la sistematización de
experiencias, el autor Jara señala (2015, 61) que esta se entiende como una
interpretación crítica de una o varias experiencias que, a partir de su
ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso, los
factores que han intervenido en él, cómo se han relacionado entre sí y por qué
lo han hecho de ese modo. Por lo tanto, para lograr esto, se hace uso de la
metodología de la sistematización, la cual sirve para hacer la recuperación, el
análisis e interpretación crítica de las experiencias vividas. En estos
procesos, los cuales se van desarrollando en un periodo determinado,
intervienen distintos aspectos, «en
un contexto económico y social, y en el marco de una institución determinada» (Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) 2004).
Siguiendo la línea del autor, este
método permite reflexionar sobre los resultados obtenidos para su mejora. Ya
que mediante la indagación se busca el aprovechamiento de los aprendizajes
construidos, con el fin de llevar a la reflexión colectiva las acciones
realizadas durante todo el proceso de trabajo; inserción, desarrollo y cierre
en la comunidad de Los Ledezma.
¿Qué se hizo y por qué?
El proceso
de taller I y II, de nombre Organización y construcción de la ciudadanía, fue
llevado a cabo en la localidad de los Ledezma, ubicada en San José de Upala.
Este taller ha tenido la particularidad de que, desde su apertura en el 2019,
se ha considerado el taller de migraciones, lo que se debe a las
características de la zona, ya que esta se encuentra cerca del área fronteriza
con Nicaragua, además de que cuenta con mucha población migrante.
Teniendo en
cuenta el contexto de la zona, así como las necesidades de la población se
planteó como objetivo general el promover procesos participativos con mujeres
adultas y jóvenes por medio de herramientas que permitieran el fortalecimiento
de liderazgos y habilidades para la vida en la comunidad. Esto después de haber
conversado con algunas personas de la localidad, quienes expusieron las
preocupaciones con referencia a la poca participación de las mujeres,
específicamente de las jóvenes, de las cuales se hacían comentarios
relacionados con el embarazo adolescente, la deserción de los centros de
educación, la unión en pareja a una edad temprana, entre otros.
Esta visita
generó mucha incertidumbre a lo interno del grupo, por lo que se decidió
trabajar con esta localidad, debido a que los principales problemas que fueron
comentados eran en referencia a las mujeres, por lo que se quería saber más al
respecto. Es así que se escogió trabajar
específicamente con mujeres, para escuchar sus voces, sus experiencias y así
conocer sus realidades y motivar los procesos de organización, esto como una
manera de incentivar la participación para la democracia. Ya que solo teniendo confianza
las personas en sí mismas, se puede dar la participación comunitaria (Briceño-León,
1998, 145).
Para el
trabajo con este grupo de mujeres se pensó en actividades que procuraran no ser
invasivas con su espacio o las pudiera hacer sentir incómodas, y así ganar su
confianza. Al tener en cuenta estos propósitos es que a lo largo de todos los
encuentros se realizaron técnicas conocidas como rompehielos, vistas como una
manera de generar espacios de juego, de confianza y comodidad; los cuales
resultaron muy provechosos debido a que también brindaban información con
respecto a costumbres y pensamientos de las mujeres de la localidad.
En esta misma línea, durante los dos
primeros encuentros se le dio gran prioridad a la realización de un mapeo, para
el cual fueron utilizados ciertos íconos que tenían el objetivo de trabajar en
el reconocimiento: de las casas, de la localidad, zonas de peligro, actividades
socioeconómicas, lugares de trabajo, casas con agua potable, casas que no,
lugares con electricidad - cabe mencionar que dentro de los iconos llevados por
las estudiantes no se llevaba ninguno que hiciera referencia a casas que no tuvieran
electricidad, debido a que no era algo que estuviera previsto, aun así fue
parte del proceso de trabajo- entre otros aspectos.
Estos dos
primeros encuentros fueron fundamentales para el reconocimiento de los roles
que eran asumidos por las mujeres de la localidad, tal y como se pudo apreciar
en una de las técnicas realizadas durante el segundo encuentro en donde se
trabajó en reconocer como era una mujer de Los Ledezma, esto desde la
perspectiva de las participantes. Dicha actividad brindó mucha información
sobre las particularidades de la zona, los roles, costumbres y
responsabilidades, lo que fue direccionando los temas considerados como
necesarios a lo largo del trabajo con este grupo, como lo son género, derechos
humanos, organización y participación; debido al poco reconocimiento que se les
ha dado, siendo que inciden directamente en la vida de la población.
De la mano con lo anterior, en la
siguiente reunión se trataron de incluir a las discusiones grupales temas
específicos como género y participación, con el fin de trabajar colectivamente
en un mayor apropiación y reconocimiento. A partir de lo que ellas aportaban a
la conversación, se direccionó
y facilitó análisis basados en lo expresado. Esta metodología de diálogo
la explica Vidales: Es necesario asumir que, en el proceso dialógico, la
horizontalidad radica en una modalidad de la escucha como decisión política y
como toma de posición. Se trata entonces de dejar de pensar en la voz del otro
desde la posición fetichizada de la tradición, la espiritualidad o la
resistencia (Vidales
2014).
Cabe destacar que, en todo el
proceso de trabajo, las actividades manuales tuvieron un rol fundamental; por
lo que, para este encuentro se creó una tarjeta de invitación hecha a mano, con
el objetivo de que fuese entregada a otra mujer, que a ellas les gustaría que
formara parte del proceso; durante el desarrollo de esta técnica, el grupo de
trabajo planteó su posicionamiento, lo que ayudó esclarecer dudas que se vieron
en las mujeres sobre el funcionamiento del grupo, su dinámica y su finalidad.
Este posicionamiento se trasladó
nuevamente a la cuarta reunión, para reforzar la identidad y el porqué del
grupo. De la misma manera, se trató de una forma más directa el tema de género
y derechos humanos; esto de un modo horizontal, lo permitió que las mujeres
lideraran la conversación y compartan las experiencias mientras se sintieran
cómodas. En este segmento, se hicieron análisis muy concisos ligados a los
temas propuestos, y brindaron una dirección a la conversación en la cual se
pudo enfatizar en aspectos importantes sobre el conocimiento y cumplimiento de
los derechos humanos.
En el último encuentro, se
realizaron actividades a modo de cierre, mediante una recapitulación de los
principales momentos que se llevaron a cabo en todo este proceso de trabajo,
mediante una reconstrucción basada en los puntos de vista de las participantes
de lo que recordaban, les llamó la atención y/o aprendieron. Debido a que todos
los productos consistieron en manualidades, se les hizo entrega de una cajita
hecha a mano con un espejo en el fondo, a partir de la cual se hizo memoria y
análisis de los avances que se han alcanzado, además se logró un reconocimiento
de las mujeres hacia sí mismas a lo largo del proceso.
De acuerdo a lo visto y al proceso
señalado, se podría decir que el grupo trabajó con el método de Investigación
Acción Participativa, en donde justamente se buscaba escuchar y darles voz a
las mujeres de la localidad, lo que representó un desafío, tal y como es
señalado por Freytes Frey y Cross (2011), ya que esta
no consiste solamente en circular la palabra sino que estas voces realmente se
desarrollen y sean escuchadas (Cross 2018), lo que fue uno de los principales
propósitos para el trabajo con este grupo de mujeres.
¿Dónde
se trabajó, con quién y por qué?
La idea de un grupo de mujeres en
esta comunidad surge a partir de que, en el año 2019, el mismo taller había
sido impulsado por estudiantes de esta generación, pero el grupo había dejado
de funcionar debido a la pandemia del Covid-19, cuando la práctica de tercer
año pasó a ser virtual. Por esta razón, y por las características que
identifican a la comunidad (falta de conexión a internet, algunas zonas no
cuentan con electricidad y no todas las personas cuentan con un teléfono
móvil), es que el grupo de mujeres no pudo continuar.
Pasado un tiempo, y durante el
contexto del 2022, después de escuchar atentamente la sugerencia de las
personas de la comunidad y especialmente de la Asociación de Desarrollo
Comunal, se tomó la decisión de volver a impulsar el grupo de mujeres, con el objetivo
de llevar a cabo un proceso socioeducativo relacionado a temas de derechos
humanos, género, organización y participación.
Los temas fueron escogidos como
producto del análisis de las problemáticas más visibles en la comunidad de Los
Ledezma, teniendo en cuenta
que es una zona transfronteriza (se encuentra al norte de Costa Rica y
su frontera con Nicaragua), y que las mujeres constantemente estaban siendo
excluidas en muchos de los procesos de toma de decisiones, a nivel comunitario.
Además, se observaron grandes manifestaciones de la cuestión social reflejadas
en esta población, como lo son el embarazo adolescente, la violencia
intrafamiliar, deserción escolar, relaciones impropias, entre otras (Cross 2018).
Así pues, luego de la visita de
diagnóstico, se realiza una siguiente convocatoria exclusiva para las mujeres
de la comunidad. En esta, se obtuvo una asistencia numerosa por parte de ellas
y se logró coordinar de manera conjunta una hora específica y un día a
conveniencia, para realizar los distintos talleres, en los cuales se esperaba
aplicar un plan de trabajo que respondiera a las necesidades e intereses que
ellas expresaban.
Sin embargo, a pesar de que en un
principio se realizó todo el proceso de negociación, sobre los temas que se
querían abordar y los horarios en los que se iba a realizar el taller, el grupo
de facilitadoras comenzó a notar que la asistencia estaba disminuyendo
considerablemente. Al indagar en el tema, se descubrió que el horario del
taller estaba coincidiendo con el horario de clases de muchas jóvenes, por lo
que se tuvo que volver a replantear el día y la hora en la que se iban a estar
realizando las reuniones. A raíz del cambio implementado, hubo resultados
positivos, ya que, en el próximo taller, se logró la asistencia de más jóvenes
en comparación a encuentros anteriores, e incluso llegaron nuevas participantes
de distintas edades, a las cuales les funcionaba más el nuevo horario.
Ahora bien, al tema de derechos
humanos y participación se le dio mucha atención, ya que se identificó que en
el grupo había muchos vacíos de información con respecto a este tema. En
consideración a lo anterior, se pretendía que las participantes se apropiaran
de las temáticas y pudieran, así, elevar la voz para exigir cualquier derecho
que se les estuviese violentando.
Otra necesidad que se identificó en la comunidad
fue la importancia de hablar de la violencia que sufren las mujeres en sus
vidas cotidianas, desde el enfoque de perspectiva de género. Al respecto Piedra
(2017), menciona que el género es ese conjunto de ideas, creencias y
atribuciones sociales que se construyen en cada cultura y momento histórico con
base en la diferencia sexual, tiende a moldear la vida de las personas,
especialmente la de las mujeres. Siendo así, para este abordaje se realizaron
distintas actividades con preguntas, que buscaban generar un cuestionamiento
hacia ciertas actitudes que han sido invisibilizadas y naturalizadas por la
sociedad y que no son correctas.
Por último, durante todo el trabajo se
brindaron herramientas para que ellas puedan crear sus propios espacios
conforme a sus intereses y continuar con el proceso de manera autónoma, cuando
la práctica del taller 2022 llegase a su fin.
Importancia del proceso grupal
realizado para el Trabajo Social y para las comunidades con las que se
realizaron las distintas sesiones.
El Trabajo Social, desde sus
diferentes ámbitos, ha tratado de enmendar, en la medida de lo posible, los
efectos que el sistema capitalista y la globalización han producido en el
ámbito social, como lo es la falta de atención integral a las personas y el
trabajo comunitario, apostando por un trabajo social individualizado. Por lo
tanto, de ahí parte la idea de que es necesario que la población tenga presente
la existencia de profesionales en Trabajo Social y que esta sea reconocida como
una profesión que busca dar acompañamiento, orientación y atención en las
distintas dificultades.
Para una profesión como Trabajo
Social el ir a Upala representado a la Universidad de Costa Rica significa
trabajar con las comunidades de la zona transfronteriza, con miras al
fortalecimiento de procesos organizativos y de construcción de ciudadanías de
poblaciones migrantes y transfronterizas en contra de la violencia en sus
múltiples formas de expresión, y cómo se violentan los derechos humanos.
Al
respecto, la profesora del taller de tercer año Eugenia Boza, quien también es
Trabajadora Social de la Universidad de Costa Rica, comenta lo siguiente; «Estos lugares que se encuentran
en zonas rurales, alejados de la gran área metropolitana, no suelen recibir la
atención que merecen por parte
del gobierno, por lo que son desplazados e invisibilizados por su difícil
acceso» (Eugenia, comunicación personal, 14 de octubre del 2022).
Por
lo que ir a la comunidad de Los Ledezma, trabajar con las mujeres de la
localidad, e impulsarlas a que exijan sus derechos, también es importante para
la profesión de Trabajo Social, porque no solamente es algo que le corresponde
hacer, sino que también influye en que las personas que están ejerciendo esta
labor, observen las distintas realidades, por las que está pasando la población
y, a partir de ello, puedan ser más empáticas con toda la sociedad. Buscando
así promover soluciones que impliquen a las personas protagonistas, con el fin
de que se vean beneficiados y promuevan su propio cambio.
Ahora bien, como personas que
laborarán como profesionales de Trabajo Social el haber llevado a cabo todo
este proceso de organización, para planear y ejecutar un proyecto en la
comunidad de los Ledezma, es muy importante para el aprendizaje y para la comunidad,
ya que, así como para las estudiantes a cargo de esta labor se tuvieron nuevas
experiencias, la comunidad también lo hacía. Fue un intercambio de saberes muy
interesante, como bien lo decía doña Nidia; «aquí todos estamos aprendiendo
poco a poco, así como nosotras aprendemos de ustedes, ustedes lo hacen de
nosotras» (Nidia, grupo de mujeres, comunicación personal, 8 de octubre del
2022).
Principales resultados, aprendizajes
y retos identificados
A continuación, se analizará la
experiencia vivida desde los logros y aprendizajes del equipo de trabajo en función de los hitos
vividos: inserción, desarrollo y cierre con el grupo de mujeres de la comunidad
de los Ledezma, durante el año 2022.
Si
bien esta experiencia resultó ser algo completamente nuevo y albergó una serie
de alcances, también trajo consigo algunas limitaciones que es necesario
analizar para construir aprendizajes colectivos. Estas fueron identificadas por
las diferentes personas participantes de la sistematización, a partir del
proceso de trabajo llevado a cabo con el grupo de mujeres.
Inserción
Para efectos de la presente
sistematización, lo primero
en analizar es la experiencia vivida de los logros y aprendizajes del
grupo de trabajo a partir de la inserción que hubo con el grupo de mujeres de
los Ledezma.
En cuanto a esto, es importante hacer mención
de que el trabajar con esta comunidad a partir de la Investigación
acción-participativa era algo completamente nuevo para las facilitadoras, ya
que era la primera vez en el año 2022 que se escuchaba sobre el tema y que se
tenía que implementar una investigación a partir de ello. Durante años
anteriores se recibieron diferentes cursos sobre investigación, sin embargo,
estos estaban enfocados más que todo en lo que es la investigación cualitativa,
cuantitativa y mixta.
Además, muchas de las personas
estudiantes de tercer año en Trabajo Social venían de recibir clases virtuales
por la pandemia del COVID-19, por lo que no existía tampoco una interacción
cara a cara entre las personas estudiantes de la misma generación de la
carrera. Por lo tanto, estas prácticas de tercer año resultaban ser una
experiencia nueva, donde por primera vez, la mayoría del estudiantado que
estaban inscriptos en el taller de Migraciones, empezaron a conocerse e
interactuar entre sí, ya que fue el primer curso impartido con cierto grado de
presencialidad durante el año 2022, después de dos años de pandemia.
Ahora bien, en lo que refiere al
proceso de trabajo con el grupo de mujeres lo anterior es muy importante,
porque ayuda a comprender el posicionamiento teórico-político que se tenía,
antes de ir a la comunidad. Ya que no existía por parte de las facilitadoras
una buena socialización, que ayudará a desenvolverse e interactuar fácilmente
ante un grupo de personas.
Esto resultó ser todo un reto para
el equipo, porque se tenía que mejorar las habilidades a la hora de hablar en
público, antes de ir a dirigir un proceso con las comunidades. Para ello, la
profesora del taller tenía que preparar al grupo teóricamente para que fueran
capaces de observar y analizar todo lo que iba a suceder a su alrededor, cuando
empezaran a asistir a las distintas localidades. Por lo tanto, cuando se visitó
por primera vez a la comunidad y las condiciones de los habitantes, se
realizaron distintas preguntas, se observó y conoció una realidad que muchas
veces se suele analizar a partir de teoría, pero que en esta ocasión podía ser
analizada por medio del reconocimiento de las personas facilitadoras y de sus
propias experiencias. Con este reconocimiento, fue que surgió la necesidad de
volver a crear el grupo de mujeres.
Se realizó toda una investigación
con base en lo que ellas querían, trabajando así la investigación acción
participativa, no obstante, muchas veces las cosas no salían como se esperaba.
En un inicio costó mucho hablar delante de ellas porque había que tener cuidado
con las palabras que se utilizaban, para evitar de esta manera que existiera
alguna mala interpretación. Esta situación, igualmente, se presentó con las
actividades que se implementaron, sin embargo, después de la interacción con
ellas y de reconocer las deficiencias del grupo, fue un aspecto que se pudo
mejorar progresivamente.
Al respecto, es importante mencionar
que, si bien históricamente las mujeres han sido vulnerabilizadas,
en esta comunidad, por las situaciones antes ejemplificadas, esta vulneración
ha ido en aumento. Para hablar más a detalle, entre las particularidades de la
población participante se observa que se muestran bastante retraídas, lo que
genera que la conversación y las actividades propuestas en las reuniones, no se
dé tan fluidamente. Sin embargo, eso no quiere decir que no participen en las
actividades, sino que cada una requirió un proceso de integración distinto que
la hiciera sentir cómoda, en el cual fuera ella misma la que tomará la decisión
de participar en el momento que así lo quisiera. Además, otra situación que no
se puede dejar de lado es que ellas están muy vinculadas a temas religiosos, lo
que moldea mucho su vida cotidiana.
Lo anterior se relaciona con esta
estructura patriarcal que relega a un género, el femenino, por debajo del otro,
el masculino. Puesto que el patriarcado ha asignado a los hombres el poder, del
espacio de lo público, la función de proveedor del hogar y la utilización
monopólica de la violencia; a las mujeres les ha sido asignada la sumisión, el
espacio de lo privado, la función de sostén emocional del hogar y cuido (Lagarde
1997). En cuanto a lo que se menciona de lo privado/mujer, es muy notorio en la
comunidad, porque claramente se puede apreciar cómo las mujeres se les ha
apartado de los espacios públicos, a partir de no tener un lugar propio de
ellas en la cual participar, lo que ha llevado a que sean tímidas y retraídas,
y no tengan la confianza en sí mismas para hablar.
En síntesis, el equipo aprendió
mucho sobre la comunidad y a identificar cuando había que tomar decisiones
alrededor de planeamientos que no funcionan como se esperaba. Se habló de temas
que a ellas les interesaban (participación, derechos humanos y género), se
usaron técnicas que, se consideraba, podían fomentar la participación
activa del grupo. Cuando algo salía mal, se discutía entre las
facilitadoras del taller, y para la siguiente reunión se buscaba mejorarlo.
En referencia a los conocimientos
académicos, como grupo, se considera que hubo un gran aprendizaje con respecto
a los temas tratados y cómo estos se podían adaptar a las realidades de las
personas asistentes, ya que, para ir a impartir los talleres, se tenía que
manejar el tema, y esto se lograba únicamente analizando distintos informes,
artículos y libros.
Desarrollo
Al hacer
referencia a los procesos de aprendizaje y de logros, se podría decir que
muchos fueron por parte de las estudiantes, debido a que se tuvo la oportunidad
de conocer distintas realidades vividas por las mujeres de la localidad, esto
por medio de la confianza y la horizontalidad con la que se trabajó. Además, se
ha identificado que en este tipo de procesos se pueden presentar errores
relacionados con el poder; ya que se toma una posición que dificulta (o impide
del todo) el diálogo horizontal y se interponen barreras sociales, culturales y
económicas que pueden distanciar de la comunidad, perjudicando el trabajo y sus
resultados (Paniagua 2012). Por lo que, durante este proceso de trabajo, una de
las principales estrategias fue tener un diálogo horizontal que permitiera una
mejor comunicación.
Cabe mencionar que en el proceso se
presentaron ciertos retos, como fue la presencia de hombres en un espacio que
era específico para mujeres, así como la identificación de ciertos intereses
individuales en un grupo que buscaba crear beneficios colectivos. Igualmente,
uno de los retos a lo largo del proceso, fue la participación de las mujeres,
ya que no era constante, algunas veces llegaban más y en otras ocasiones la
asistencia era baja.
De modo que
el proceso no fue fácil, ninguno suele serlo, por lo que las estudiantes
tuvieron ciertas estrategias para afrontar estas situaciones, como fue el
hablar con los hombres que estaban asistiendo en un principio a las reuniones
con el grupo de mujeres, y explicarles que se necesitaba crear un espacio
seguro, donde ellas no se sintieran cohibidas porque había hombres que las
estaba observando y vigilando su participación. Esta estrategia fue apoyada por
la profesora a cargo, así se logró que ellos no se encontraran en las
actividades, como consecuencia las mujeres tuvieron mayor libertad a la hora de
moverse y expresarse.
Asimismo, en los encuentros se
posicionó la importancia de ver estos procesos para beneficios colectivos,
teniendo en cuenta su importancia en el desarrollo, en el progreso de la
localidad, así como en la inserción de las mujeres en los distintos espacios,
lo que permitió reconocer sus pensamientos sobre el tema. Por otro lado, una de
las formas de afrontar algunos de los retos que se presentaron fue la de
cambiar el día y la hora de encuentro, con la finalidad de tener un horario que
se adecuara con la cotidianidad del grupo, lo que permitió el aumento de la
asistencia de las jóvenes que antes se les dificultaba participar, a causa de
sus clases en el colegio.
Factores que se mantuvieron
presentes, fueron las modificaciones y la flexibilidad puestas en práctica
durante todo el proceso, en algunos casos era más sencillo, mientras que en
otros requería de un cambio de mayor complejidad, ya que se buscaba mantener la
esencia de la propuesta que se llevaba por parte de las estudiantes. En
referencia a la participación, este es un tema de poca constancia, que
resultaría más provechosa medirla por la transformación que se observó del
inicio hasta el cierre y no por la cantidad de personas que asistieron, ya que,
se puede reconocer un progreso en la participación de las mujeres en cada una
de las sesiones, donde poco a poco se encontraban menos cohibidas, y buscaban
apropiarse del espacio, así como, de las conversaciones.
De parte de las estudiantes, a la
hora de facilitar se han identificado distintos momentos que no generaron los
resultados esperados, por ejemplo: cuando unas mujeres se integraron luego de
iniciado el taller, se pudo observar la desviación de atención por parte de las
que asistieron puntuales y costó retomar la actividad que se estaba
realizando. Por otro lado, en algunos
casos por no comunicarse directamente entre el grupo de trabajo se han cometido
equivocaciones pequeñas con respecto a ciertas actividades. Ambas situaciones
planteadas, se catalogan como aprendizajes que se fueron mejorando después de
ser señaladas en los espacios de análisis.
Con respecto a los distintos retos
que se han presentado, el crear un balance entre la apropiación de las mujeres,
pero al mismo tiempo mantener el control como facilitadoras fue puesto a prueba
por ciertos actores con una presencia fuerte, ante los cuales las colaboradoras
debían estar preparadas a responder tanto a preguntas como acciones
autoritarias.
Cierre
Luego de
enfrentar quizá la parte considerada más retadora, era momento de concluir con
el proceso, en las últimas dos visitas a la comunidad había tensión por
continuar ciertos temas de discusión, pero, al mismo tiempo, había que darles
un cierre de parte del grupo facilitador; en el cual se recapitulan los
aprendizajes e igualmente se impulsa la continuación del grupo de manera
autónoma, hasta el acompañamiento de las próximas personas estudiantes de la
práctica. Es por esta razón que, cada vez que había reuniones de planeación era
todo un reto incluir en 1 o 2 horas la cantidad de actividades que eran
propuestas por parte de las facilitadoras, a partir del reconocimiento del
potencial que las integrantes del grupo demostraron tener.
Las
actividades de cierre del grupo de mujeres iban enfocadas a un reconocimiento
por parte de ellas hacia su entorno y una apropiación como proceso para
articularse e involucrarse. Se descartaron muchas ideas que surgían en el
camino, porque no se consideraba que cumplieran del todo con ayudar a lograr
este objetivo principal. Aunque, finalmente se logró integrar una técnica donde
ellas se sintieran parte de algo sin exigirles escribir, dibujar bonito,
exponer, o algo que les incomodara por dudar de sus capacidades.
Según la
devolución y experiencia del grupo, esta técnica fue una de las más relevantes
en el proceso, y parece importante incluirla en esta sección para ejemplificar
que, a veces, las cosas que parecen más sencillas son las que pueden tener un
impacto más positivo en las personas. Se propuso realizar un cartel firmado,
personalizado y en donde las participantes incluyeron sus nombres, el nombre
del grupo previamente escogido por ellas, el cual era «Mujeres Empoderadas Los
Ledezma», y lo que quisieran usar para decorar: colores, figuras calcadas en foam, dibujos, postales, con lo que se sintieran
identificadas. Para sorpresa de las facilitadoras, todas estaban participando,
poco a poco el espacio se prestó para exponer intereses y generar vínculos de
lo que ellas esperaban lograr a partir de ese grupo; ahí mismo se les entregó
un material de apoyo sobre cómo hacer talleres y qué temas podrían ser
interesantes en el futuro.
La
actividad anterior evidenció que, indiferentemente si el grupo facilitador
estaba o no, ellas ya podían soltarse a generar sus propios procesos y
continuar con las reuniones, aunque todavía se sentía un poco de incertidumbre.
En la última visita hubo un enfoque para recapitular aprendizajes y en darles
algo que reforzará la importancia de que cada una adquiera un compromiso con
los procesos generados. El cierre del proceso en esta localidad se sintió
bastante satisfactorio, parece ser que se logró tener un impacto no solo en
ellas asistiendo a una reunión, sino en cada una, como mujer y persona con
grandes capacidades.
Reflexiones Finales
De acuerdo con lo visto durante el
presente artículo, y el acercamiento obtenido por parte de las facilitadoras
junto con el grupo de Mujeres Empoderadas Los Ledezma, se pueden desarrollar
brevemente algunas reflexiones finales.
Las vivencias nuevas por sí solas
representan un desafío, en este caso, la experiencia de contacto con una
comunidad externa a la universitaria como parte de la formación profesional,
además el indagar en las necesidades e intereses de esta comunidad para crear
una propuesta de plan desde cero, fue todo un reto. Todos los días eran de
aprendizaje, probar, proponer, volver a empezar; definitivamente no fue un
proceso lineal.
Relacionado con lo anterior, es
necesario tener en cuenta que, muchas veces, al trabajar con población los
planes no siempre van a seguir el curso de lo esperado, ya que las personas
muchas veces necesitan de procesos diferentes, aun así, estas situaciones dan
la oportunidad de ser más flexibles, de comprender que, a pesar de que las
cosas no salgan según lo planeado, se pueden hacer nuevas cosas, que igualmente
brindan aportes para el aprendizaje profesional, pero también para la vida.
“Las comunidades transfronterizas no tienen en su cotidianidad un mapa que les
divida; todo lo contrario, conviven y comparten la familiaridad con la
producción, la gastronomía, el deporte, la comercialización, las necesidades
que les han unido de por vida, desde que se constituyeron”. (Ubau 2022, citado en Estrada 2022, 2)
En
las comunidades transfronterizas no existen las barreras geográficas que muchas
veces se plantean desde el orden político de cada país, sino que existe una articulación de
tradiciones, pensamientos y cultura que permite que las personas tengan una
gran diversidad.
Finalmente,
al trabajar con un grupo de mujeres, se puede ver que estas tienen necesidades
específicas que se encuentran ligadas a la estructura de un sistema que ha sido
socializado, en donde han respondido a roles feminizados, como son las tareas
de “reproducción, crianza, cuidados, sustento emocional, etc. y están
circunscritos, sobre todo, al terreno doméstico” (Saldivar
et al.,2015, 2129) Por lo que es necesario tener en cuenta que, muchas veces,
la participación que tienen las mujeres, especialmente las adultas, se
encuentra condicionada por
los mismos roles, ya que
buscan participar en iniciativas con el fin de generar procesos de enseñanza
para las más jóvenes, dejándose de lado ellas mismas y sus propias
oportunidades, lo que claramente representa toda una lucha en la búsqueda de
trabajar con percepciones que las suelen delimitar.
Contribución de las personas autoras
En lo que
respecta al presente apartado, cabe resaltar que el artículo es un producto
realizado totalmente en conjunto. Esta investigación fue el trabajo de todo el
año 2022, de proceso de práctica profesional de tercer año de la Escuela de
Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica, la cual se realizó en la zona
Upala, específicamente en Los Ledezma. Las facilitadoras del proceso y autoras
del presente artículo: Valerie Barrot Mora, Karla
Bonilla Montero, Erika Adriana Ruiz Dávila y Mariana Ramírez Fallas
participaron en cada uno de los procesos sistematizados anteriormente.
En este
sentido, no se podría atribuir a una u otra una contribución específica al
producto que se obtiene como resultado, sino, que las experiencias, saberes,
interpretaciones de cada una de las facilitadoras, dan como resultado un
trabajo que las enorgullece grandemente y que se plasma de la manera más
sencilla posible para toda persona que se encuentre leyendo.
Apoyo financiero
Por otra parte, es importante hacer
mención a la Universidad de Costa Rica junto con la
Escuela de Trabajo Social que permiten abrir espacios de incidencia social,
tanto desde los fondos destinados por parte de la educación pública superior
para la acción social, así también los esfuerzos para que las prácticas
académicas se lleven a cabo.
Así también, agradecer la iniciativa
de la profesora Eugenia Boza, docente de la práctica, quien tiene gran
trayectoria en los procesos burocráticos que exige la universidad para poder
realizar estos procesos de movilización de estudiantes hacia las comunidades. Además,
que como ella misma lo ha comentado y se vio evidenciado durante la práctica,
muchas veces ha tenido que tomar de su propio dinero para complementar los
apoyos económicos de la universidad cuando estos no cubrían todos los gastos
que conlleva las movilizaciones hacia las comunidades y las personas
estudiantes se les imposibilitaba cubrirlos.
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