Conciencia ambiental en estudiantes de Trabajo Social: análisis del proceso pedagógico desarrollado en la práctica académica del tercer nivel de la carrera

Environmental awareness in Social Work students: analysis of the pedagogical process developed in the academic practice of the third level of the degree

 

Cindy Calvo Salazar

Escuela de Trabajo Social,

Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica

cindy.calvosalazar@ucr.ac.cr

https://orcid.org/0000-0003-0975-7563

 

 

Cómo citar:

Calvo Salazar, Cindy. 2023. Conciencia ambiental en estudiantes de Trabajo Social: análisis del proceso pedagógico desarrollado en la práctica académica del tercer nivel de la carrera. Revista Reflexiones. Dossier Especial. 102. DOI 10.15517/rr.v102i2.56875

 

 

Resumen

 

Introducción: El taller I: «Organización local y construcción de ciudadanía» es la primera experiencia de práctica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica. El presente artículo corresponde a una sistematización del proceso pedagógico con perspectiva constructivista desarrollado en el periodo 2020-2023, en términos del acercamiento de la persona estudiante con temáticas ambientales, particularmente, con respecto al saneamiento ambiental y su vinculación con el Trabajo Social en espacios locales.

Objetivo: Analizar el proceso pedagógico desarrollado en el taller I para la generación de una mayor conciencia ambiental en el estudiantado de Trabajo Social, con el fin de que su posicionamiento ético sea coherente con las acciones planteadas en el marco del curso.

Método: El artículo corresponde a una sistematización de experiencias, la cual se realizó mediante la revisión de documentos tales como: planeación del curso, audios y videos usados en el desarrollo de las clases, diarios de campo e informes finales de estudiantes, así como presentaciones de exposiciones orales.

Resultados: El proceso pedagógico realizado durante el período de tiempo en estudio, parte de un enfoque constructivista, en el cual se promueve una reflexión personal del estudiantado sobre las percepciones, representaciones y acciones cotidianas en términos ambientales, como base para la promoción de cambios significativos en las personas que realizaron el taller, comunidades, y/u organizaciones con las que intervienen durante la práctica.

Conclusiones: Resulta necesario trabajar en la modificación de estructuras de pensamiento y comportamientos relacionados con el ambiente, como pre-requisito para provocar u cambio social con los otros actores locales. La persona docente debe mediar entre la cultura y los procesos de aprendizaje del estudiantado, mediante la generación de nuevas formas de aprender, así como, mediante la problematización de las diversas temáticas que conforman el taller I. Por su parte, la persona estudiante asume un papel protagónico en los procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que, se genera una mayor conciencia ambiental coherente con las acciones propuestas en el marco del taller I.

Palabras claves: Educación ambiental, Trabajo Social, Pedagogía, Constructivismo, Agua y saneamiento.

 

 

Abstract

 

Introduction: Workshop I: “Local organization and construction of citizenshipis the first practical experience developed by Social Work students at the University of Costa Rica. This article corresponds to a systematization of the pedagogical process with a constructivist perspective developed in the period 2020-2023, in terms of the student body's approach to environmental issues, particularly with respect to environmental sanitation and its connection with Social Work in local spaces.

Objective: Analyze the pedagogical process developed in workshop I to generate greater environmental awareness in Social Work students, for their ethical positioning to be consistent with the actions proposed within the course.

Method: The article corresponds to a systematization of experiences, which was carried out by reviewing documents such as: course planning, audios and videos used in the development of classes, field diaries and final student reports, as well as presentations developed by students.

Results: The pedagogical process carried out during the period under study is based on a constructivist approach, in which a personal reflection of the student body on perceptions, representations and daily actions in environmental terms is promoted, as a basis for the promotion of significant changes in themselves, the people, communities, and/or organizations with which they intervene during the practice.

Conclusions: It is necessary to work on the change of thought structures and behaviors related to the environment, as a prerequisite to provoke social change with other local actors. The teacher is responsible for promoting new knowledge and mediating between culture and the student's learning processes, For his part, the student is the main actor in the teaching and learning processes, generating greater environmental awareness consistent with the actions within de class’s framework.

Keywords: Environmental education, Social Work, Pedagogy, Constructivism, Water and sanitation.

 

 

Introducción

 

La Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica, sede Rodrigo Facio, ha tenido una trayectoria de trabajo en espacios locales vinculados con temáticas ambientales, tanto a nivel de investigaciones finales de graduación como a nivel de prácticas académicas; estas últimas correspondientes a los talleres TS-0043 y TS-0044 «Organización local y construcción de ciudadanía I y II» los cuales se imparten en el primer y segundo semestre del tercer año de carrera.

Ambos talleres constituyen la primera experiencia de práctica de quienes estudian Trabajo Social. El propósito general del taller es:

 

(…) formar profesionales con capacidad de aprehender histórica y críticamente las expresiones de la cuestión social en las dimensiones singular, particular y universal en un espacio territorial local determinado, como reproducción contradictoria de la totalidad social, así como las respuestas que, vinculadas o no con la Política Social, se dan a través de organizaciones e instituciones de carácter local. Ello implica comprender el desarrollo histórico de cada espacio, así como la presencia del Estado, la Política Social, la organización y movilización de los actores de la sociedad civil, teniendo como meta el desarrollo y ejercicio de la ciudadanía, la democratización de la sociedad, así como la promoción, defensa y exigibilidad de los derechos humanos (Escuela de Trabajo Social 2023, 2).

 

Por tanto, es menester que el estudiantado comprenda críticamente una o varias problemáticas sociales en cada uno de los espacios locales, así como las respuestas u omisiones que se dan desde la institucionalidad y la manera en que la sociedad civil manifiesta sus intereses y demandas. Para ello, es fundamental comprender cómo estos problemas se manifiestan en la cotidianidad de la vida de las poblaciones.

En términos académicos, como dos grandes productos de la práctica, se establece durante el primer ciclo la elaboración de un diagnóstico de necesidades sociales, junto con el establecimiento de posibles líneas de acción que involucran una diversidad de actores sociales en torno a una situación que se concibe y se prioriza como significativa. En el segundo ciclo, el estudiantado asume procesos participativos con dichos actores sociales y construye un plan de intervención, el cual se ejecuta y evalúa a lo largo del semestre. 

Para efectos de esta sistematización, se compartirá la experiencia desarrollada desde el año 2000 hasta el 2023 en términos del acercamiento del estudiantado con temáticas ambientales, particularmente, con respecto al saneamiento ambiental y su vinculación con el Trabajo Social en espacios locales. Específicamente, se desarrollará como eje de sistematización: el proceso pedagógico desarrollado en el taller I (en un primer momento de la práctica) para la generación de una mayor conciencia ambiental en estudiantes de Trabajo Social, con el fin de que su posicionamiento ético sea coherente con las acciones planteadas en el marco del curso.

El proceso pedagógico realizado durante este período de tiempo (2000-2023) parte de un enfoque constructivista, en el cual, primero, se promueve una reflexión personal del estudiantado sobre las percepciones, representaciones y acciones cotidianas en términos ambientales, como base para la promoción de cambios significativos en sí mismos(as), las personas, comunidades, y/u organizaciones con las que intervienen durante la práctica. Es decir, en el marco del taller I resulta necesario trabajar en la modificación de estructuras de pensamiento y comportamientos como pre-requisito para provocar una transformación o cambio social con los otros actores locales.

Para la generación de este cambio, se parte conceptualmente del término ambiente como una construcción social, mediada por relaciones desiguales de poder que han determinado formas particulares de apropiación del mundo y de la naturaleza (Liévano Latorre 2013). Desde este marco de comprensión, se establece que el Trabajo Social debería influir en la formulación y ejecución de políticas públicas dirigidas a mejorar las condiciones ambientales, basadas en procesos de participación ciudadana y de educación ambiental. También, se propone trabajar desde un enfoque territorial que permita entender los conflictos que se desarrollan desde ese espacio, y así comprender su magnitud e identificar las relaciones de poder que afectan la vida cotidiana de las personas (Liévano Latorre 2013). En otras palabras, los profesionales en Trabajo Social deben aportar a un pensamiento crítico para poder comprender la complejidad de la crisis ambiental y social que se vive y ser mediadores entre el Estado, entre las políticas públicas y entre las poblaciones a las cuales va dirigido su accionar.  

            Incluso, considerando la experiencia personal y docente de la persona autora de este trabajo, el interés por los temas ambientales, y en especial por el tema del saneamiento ambiental, surge cuando cursaba los estudios doctorales en Trabajo Social. Al inicio de la carrera investigativa era difícil comprender a cabalidad el vínculo de estos temas con la profesión; si bien, existían ciertos enlaces que previamente había visualizado en la formación del grado; esto no se terminó de plasmar hasta cuando se realizó una revisión exhaustiva de literatura, no solo desde el Trabajo Social (donde había pocos desarrollos) sino desde muchas otras áreas del conocimiento tales como: ingeniería, sociología, antropología, urbanismo, ciencias políticas, entre otras; así como, una vez establecido un mayor acercamiento con las diferentes poblaciones sujetas de estudio y haber adquirido un mayor conocimiento sobre los marcos de acción estatales y entes privados.

Todo esto, enmarcado en el hecho de que, el saneamiento y en general, el ámbito ambiental, no se considera como un campo tradicional de estudio e intervención dentro de la profesión del Trabajo Social. En ese momento, existía una percepción generalizada de que dichos temas pertenecían predominante al área ingenieril, además de ser políticamente poco atractivos. No obstante, la realidad nacional constata que Costa Rica se convierte en un caso de estudio interesante por su imagen contradictoria de «país verde» vs. la gran «contaminación ambiental» o «agenda café» que enfrenta, situación que requiere de políticas urgentes y respuestas integrales donde el Trabajo Social tiene mucho que aportar (Calvo Salazar 2014).

Además, como parte de las labores docentes, surgió el interés de posicionar la temática como una línea de trabajo en la unidad académica, tanto mediante un proyecto de investigación inscrito en la Vicerrectoría de Investigación (VI 215-B6-092 Trabajo Social, sociedad y ambiente); así como, mediante el desarrollo de la práctica académica del tercer nivel, a la que se refiere en este artículo. Finalmente, es importante destacar que, el papel de la universidad en la formación de profesionales es fundamental, ya que se convierte en un ente articulador entre instituciones estatales, organizaciones sociales, organismos internacionales, etc.; y el papel relevante de las prácticas académicas, tanto para la formación profesional como para la generación de acciones en procura del mejoramiento de las condiciones de vida de diversas poblaciones costarricenses.

 

Problema de estudio e intervención en el taller: la importancia de un saneamiento ambiental sostenible

El saneamiento ambiental refiere al manejo de agua potable, las aguas residuales, el drenaje de agua de lluvia y la gestión de residuos sólidos. Históricamente, los países en desarrollo han presentado importantes retos en materia del saneamiento ambiental, debido a limitaciones en la gestión institucional, insuficiencia en la asignación de recursos y la rápida urbanización (Calvo Salazar 2014).

Cada día es más apremiante que, el saneamiento ambiental, se coloque como una prioridad política en los países, en tanto proteja y promueva la salud humana, no contribuya a la degradación del medio ambiente o al agotamiento de la base de los recursos naturales, y que sea técnica e institucionalmente apropiado, económicamente viable y socialmente aceptable. Además, para alcanzar prácticas sanitarias sostenibles, se debe integrar una amplia gama de actores, en la búsqueda de decisiones favorables para la mejora continua de los servicios basados en acuerdos de cooperación entre lo público, privado y sociedad civil en general (Calvo Salazar 2017).

Por tanto, la práctica académica en este tema se enmarca dentro del análisis del alcance de la Agenda de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) 2030, específicamente en el objetivo 6 correspondiente a «Agua Limpia y Saneamiento». De acuerdo con el Informe de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (2019), es menester para los países garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. Esto por cuanto el acceso a agua, saneamiento e higiene es un derecho humano necesario para un adecuado desarrollo.

No obstante, aproximadamente 1.800 millones de personas en todo el mundo utilizan fuentes de agua para consumo contaminadas por restos fecales; además de que, 2.400 millones de personas carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, tales como retretes y letrinas. La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y aunado a esto, más del 80% de las aguas residuales no son tratadas, por lo que se vierten a fuentes de agua (mares o ríos) sin ningún tratamiento lo que provoca su contaminación (ONU 2019).

Además, mediante la gestión sostenible de los recursos hídricos, se podría gestionar mejor la producción de alimentos y energía y contribuir al desarrollo social, crecimiento económico, así como, a la preservación de los ecosistemas hídricos y su diversidad biológica, adoptando medidas para combatir el cambio climático (ONU 2019).

En los diferentes informes de los ODS se destaca la importancia de trabajar con las organizaciones de la sociedad civil para exigir la rendición de cuentas a los gobiernos, invertir en investigación y desarrollo de los recursos hídricos y promover la inclusión de distintas poblaciones en su gobernanza. Sin embargo, aunque la participación de la comunidad es clave para garantizar que la gestión integral del recurso hídrico (GIRH) se adapte a los contextos locales, y un 70% de los países ha puesto en marcha ciertos procedimientos de participación comunitaria en las áreas de suministro rural de agua potable, la implementación de estos procesos se ve restringida debido a la falta de recurso humano y financiero (ONU 2019).

En Costa Rica, la situación del saneamiento ambiental es un tema delicado; principalmente, lo referido al manejo de aguas residuales. Por ejemplo, existe una escasa inversión en el tratamiento de estas aguas en el país, alrededor de un 73% de las familias usan tanques sépticos, en donde un porcentaje importante de las familias no dan un mantenimiento adecuado a estos sistemas, tanto por la falta de capacitación técnica, como por el acceso a recursos económicos para su limpieza, diseño y construcción (Calvo Salazar 2014).

No obstante, el tratamiento de las aguas residuales representa un gran desafío, pues es urgente eliminar el vertido y la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, así como aumentar considerablemente el reciclado y su reutilización sin riesgos. Esto cobra especial importancia en tanto Costa Rica posee, internacionalmente, una imagen de país verde que contrasta significativamente con la contaminación que se genera por esta falta de inversión en materia de aguas residuales.

De igual manera, el manejo de los desechos sólidos es un tema relevante ya que impacta considerablemente el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, así como la disminución de la contaminación de las fuentes de agua. En Costa Rica, el manejo de los residuos sólidos corresponde a las municipalidades, compromiso establecido en la Ley de Gestión Integral de Residuos No.8839, la cual tiene por objeto «regular la gestión integral de residuos y el uso eficiente de los recursos, mediante la planificación y ejecución de acciones regulatorias, operativas, financieras, administrativas, educativas, ambientales y saludables de monitoreo y evaluación» (Asamblea Legislativa de Costa Rica 2010, 1 citado por Barquero Zúñiga, Carrillo Zúñiga, Delgado Mora y Murillo Rojas 2020, 50).

Como principales carencias en la gestión de residuos sólidos, se encuentran la falta de definición de las municipalidades para coordinar y articular las acciones planteadas por quienes intervienen en esta área (gobiernos locales, comunidades y líderes comunales); falta de claridad sobre las funciones y responsabilidades, limitaciones presupuestarias, así como un inadecuado manejo de la información y canales de comunicación para la coordinación de acciones (Barquero Zúñiga, Carrillo Zúñiga, Delgado Mora y Murillo Rojas 2020, 51). Aunado a esto, Yauli Laura (2001) citado por Barquero Zúñiga et al (2020), habla de la importancia de generar una concientización sobre la reducción de los residuos sólidos, lo que se ve articulado con la falta de educación en la temática a nivel de la sociedad en general.

Finalmente, el agua es un recurso finito que debe valorarse, y su uso debe ser bien canalizado, esto ya que es un bien común que debe ser regulado dentro de un marco legal eficaz que reglamente su uso, calidad y acceso a toda la población, como derecho humano que es. En este aspecto, en el país existen problemas en la distribución y acceso, además de presentarse situaciones de escasez de agua. Según Barquero Zúñiga et al (2020), la escasez de agua no se debe únicamente a un faltante del recurso como tal, sino a las posibilidades de ingreso económico que se obtenga de su uso. Por tanto, se traslapa el discurso del derecho humano para convertirlo en un recurso productivo sujeto a intereses privados y/o empresariales.

Asimismo, las aguas de lluvia también se convierten en un recurso importante que puede ser reutilizado y aprovechado en diversidad de actividades humanas. En Costa Rica, en particular, se señala la falta de infraestructura destinada para el manejo de estas aguas, así como la falta de mantenimiento de los sistemas existentes. Otra situación preocupante es el incremento en la frecuencia e intensidad de las lluvias ya que, afecta el funcionamiento de los sistemas de captación de aguas pluviales, lo que hace que, centros urbanos se vean propensos a inundaciones constantes, debido a que dichos sistemas experimenten disminuciones es su capacidad hidráulica (Calvo Salazar 2014).

Por tanto, tomando en cuenta la realidad del país en materia de saneamiento ambiental es que, desde la práctica académica, se resalta su impacto en la salud pública. Esto, por cuanto el saneamiento ambiental es un aspecto intrínseco en el estado de salud de las poblaciones, ya que el adecuado acceso a fuentes de agua potable, tratamiento y manejo de aguas residuales y pluviales, así como el manejo de los residuos sólidos influye significativamente en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y en la disminución de enfermedades.

Para generar este análisis, se parte del paradigma de los determinantes sociales de la salud, en donde se concibe la complejidad de la salud pues interactúan aspectos variados tales como: los biológicos, hereditarios, personales, familiares, sociales, ambientales, alimenticios, económicos, laborales, culturales, de valores, educativos, sanitarios y religiosos (Ávila Agüero 2009). No obstante, es necesario rescatar que, la mayor parte de los problemas de salud subyace en las condiciones socioambientales de las personas. Por ejemplo, Ávila (2009) menciona que, en los países industrializados, un 20% de la incidencia total se enfermedades se atribuye a factores medioambientales y su vínculo con condiciones sociales como desempleo, pobreza y desigualdades sociales en general.  

 Sin embargo, en las políticas de salud han predominado las soluciones centradas en el tratamiento de las enfermedades, y no así, en las «causas de las causas» (Ávila Agüero 2009). Situación que se hace aún más crítica en contextos sociales excluidos y vulnerabilizados.

Por tanto, la principal idea que subyace en tal propuesta es que los determinantes son modificables, ya que están influenciados por factores sociales y económicos, y por ello, las acciones de la salud pública deben dirigirse hacia esa modificación. A su vez, se reconoce que esta labor no solo pertenece al personal de salud, sino que requiere de la participación comunitaria y de muchos sectores dentro y fuera del sector salud (Ávila Agüero 2009).

Al respecto, el profesional en Trabajo Social juega un papel preponderante, principalmente, en reconocer que la contaminación ambiental es un factor determinante de la salud y que existe una responsabilidad compartida tanto individual, gubernamental y local en proteger los recursos naturales, con especial mención, el recurso hídrico.

 

Eje de sistematización: el proceso pedagógico desarrollado en el taller I para propiciar una mayor conciencia ambiental

Como se mencionó anteriormente, el eje de sistematización del presente artículo es el proceso pedagógico empleado en el taller I para propiciar una mayor conciencia ambiental en el estudiantado del tercer nivel y con ello lograr una mayor coherencia ética en sus acciones.  

El proceso pedagógico del taller se basa en una perspectiva constructivista donde el papel de la persona docente es de guía y facilitador, y es quien ayuda al estudiante al procesamiento de la información, facilita el pensamiento de la persona estudiante, moldea el proceso de aprendizaje, y donde el uso de materiales es flexible (Durán Quesada 2015, 254). Por su parte, «se estimula al estudiante para que interprete, explique, diseñe sus propias actividades, enfatice en el razonamiento, la lectura y la escritura para determinar significados, resolver problemas, además de que construya a partir de estructuras cognitivas previas y logre explicar procesos complejos» (Durán Quesada 2015, 254-255). Esto, según Anderson R. (2002) citado por Durán Quesada (2015, 253) se refiere a un cambio de roles. Es decir, el constructivismo es una visión de mundo que orienta las decisiones pedagógicas del docente, el cual entiende que existe una interacción indisociable entre el sujeto cognoscente (quien conoce) y el objeto de conocimiento.

De acuerdo con Tardif J. (1992) citado en Francis Salazar (2015), el aprendizaje es una construcción personal, en el que el estudiante trata activamente las informaciones que son puestas bajo su atención, por lo que es selectivo, pues define o ignora aquellas informaciones que no le resultan significativas. En este sentido, Francis Salazar (2015, 80) señala que, «Aquí es donde los ambientes educativos y el papel docente a través de la didáctica señalarán explícitamente el grado de importancia de las informaciones, ya que éstas son transformadas en conocimientos. Es aquí donde se identifica un principio fundamental del constructivismo, pues reconoce que es necesaria la construcción de esquemas mentales en el estudiantado, con base en las experiencias en el ambiente».  

Por lo tanto, como estrategia pedagógica, se parte de los conocimientos que ya posee el estudiantado para asociarlos con las experiencias previas y la reconstrucción de nuevos contenidos. En este proceso, «se requiere del intercambio social entre estudiantes y docentes, e importa no solo el resultado de los aprendizajes, sino cómo se llega a ellos, es decir, el contexto social aporta significado» (Francis Salazar 2015, 80).

            De igual manera, el tema de la representación es fundamental en el estudio del aprendizaje. Las representaciones mentales existen como contenidos ya sean físicos (corporales), sensoriales o simbólicos (lingüísticos). Estas representaciones son también en gran medida construcciones sociales, acuerdos, representaciones comunes, etc. No se trata solamente de acumular representaciones, sino que la mente las organiza en esquemas, en estructuras, y genera con ello creencias, visiones de mundo, además de ciertos comportamientos (Piedra García 2015, 43).

Según Piedra García (2015), en los seres humanos los «otros» son centrales, pues influyen en la forma en cómo se ven las personas a sí mismas, y cómo perciben lo que está afuera. Es decir, el grupo determina qué es lo importante de discriminar, comprender, entender, y tienen sus propias interpretaciones de lo que está afuera; asimismo, cada sujeto tiene su propia interpretación sobre las cosas, sobre su grupo y sobre sí mismo, pero todo dentro del marco de interpretación del grupo (Piedra García 2015, 44-45).

Al partir de estos principios, las representaciones sobre lo ambiental resultan primordiales para iniciar con el proceso pedagógico del taller I. Como se puede apreciar en la Tabla 1, de acuerdo con las elaboraciones de Calixto (2008, 48-54), en materia ambiental existen diferentes tipos de representaciones sociales: antropocéntricas utilitaristas, pactuadas, culturales, naturalistas y globalizantes.

 

Tabla 1. Principales representaciones sociales en materia ambiental

Naturalistas

El término ambiente es entendido desde la biología como sinónimo de naturaleza. Principalmente, se reconoce al agua como recurso vital para la vida.  El medio ambiente se concibe como el conjunto de factores bióticos y abióticos.

Globalizantes

Se reconocen la red de relaciones que se establecen entre la sociedad y el medio ambiente natural. Existe conciencia de la interconectividad de los aspectos naturales con los sociales, pero todavía no existe una crítica a la racionalidad productiva del modelo de desarrollo hegemónico.

Antropocéntricas utilitaristas

Se utilizan términos referidos a las condiciones de vida de los seres humanos. Predomina una visión occidental en la que el medio natural está supeditado a los intereses y formas de vida de los seres humanos. En estas representaciones predomina una racionalidad que postula la superioridad de los seres humanos y su separación con la naturaleza.

Antropocéntricas pactuadas

Se reconoce el medio en el que se vive, así como la provisión de una serie de servicios públicos tales como la provisión de agua potable. En este sentido, los bienes de la naturaleza son percibidos en relación con los intereses de las personas. También, se reconoce la problemática ambiental que se manifiesta en términos de contaminación y se observan los comportamientos que propician tanto la contaminación, como las acciones de mejora. En esta visión, se reconoce que el estado actual del ambiente es el resultado de una racionalidad productiva que privilegia el dominio de los seres humanos sobre la naturaleza. Por ejemplo, se reconocen problemas como el manejo de la basura, los desplazamientos poblacionales, desigualdades económicas, destrucción ecológica, deforestación, entre otros.

Antropocéntricas culturales

Se reconoce la responsabilidad de los seres humanos y la importancia de la concientización como parte de la cultura y las relaciones sociales. Principalmente, se hace alusión a la importancia de los valores y el respeto por la naturaleza.

Fuente: Tomado de Calixto Flores 2008 (48-54)

 

En este respecto, es importante recalcar que, producto de la experiencia con estudiantes de Trabajo Social, durante los años de apertura de la práctica académica con la temática del saneamiento ambiental, se identificaron dos retos principales: a) la matrícula voluntaria al taller I, basada en la predilección por la temática, y b) las representaciones previas sobre el ambiente que posee el estudiantado que ingresa al taller y la importancia de los procesos de anclaje. 

Con relación a la predilección de estudiantes sobre al tema ambiental, se puede decir que, una minoría de las personas deciden matricular este taller basados en un interés por el mismo. Muchos estudiantes, el primer día de clases, expresan tener preferencia por temas tales como: niñez y adolescencia, y/o migraciones, los cuales se abarcan en otros grupos de taller del tercer nivel; además de que no logran identificar una relación clara entre ambiente y Trabajo Social. 

En lo que respecta al segundo punto, se constituye en un desafío inicial, el motivar a las personas matriculadas, la comprensión de la importancia de abordar el tema ambiental desde el Trabajo Social. Por ende, como primeras acciones en el marco del curso, se propone hacer una reflexión personal de preguntas tales como: ¿qué se entiende por medio ambiente?, ¿por qué es importante el estudio y cuido por el ambiente?, ¿cuáles problemas ambientales se están viviendo?, ¿cuál cree usted es la principal causa de estos problemas? y ¿cuál podría ser la relación entre ambiente y Trabajo Social?

Dichas preguntas se hacen sobre la base de los conocimientos y representaciones sociales previas que posee el estudiantado. Al respecto, se motiva a las personas que respondan sobre lo que piensan o ya conocen, sin buscar ningún tipo de ayuda referencial o bibliográfica.  Asimismo, se les dice que las respuestas deben ser lo más honestas posibles y que no recibirán realimentación negativa o juzgamiento por las respuestas que den. Al contrario, se explicita que el objetivo de este ejercicio es identificar las visiones o representaciones previas que ellos y ellas poseen sobre dichos temas.

 Las respuestas que se han recibido en este primer momento del taller están enmarcadas, principalmente, en la esfera naturalista y globalizante. Son pocas las personas que logran reconocer que el estado actual del ambiente es el resultado de una racionalidad productiva que privilegia el dominio de los seres humanos sobre la naturaleza.

Además, se asignan una serie de tareas extra-aula para que identifiquen acciones personales que realizan cotidianamente y que se relacionan con el saneamiento ambiental. Por ejemplo, se les solicita que averigüen una serie de datos tales como:

·         Consumo mensual de metros cúbicos de agua en sus hogares, tipo de inodoro y cantidad de litros utilizados en cada descarga.

·         Prácticas de reciclaje y frecuencia con las que la realizan o no. Si no las realizan especificar por qué no.

·         Sistema de disposición y tratamiento de las aguas residuales en su hogar, en el caso de tener tanque séptico, si conocen su forma, ubicación y mantenimiento dado.

·         Conocimiento de programas ambientales y de voluntariado en sus comunidades.

·         Frecuencia en el servicio de recolección de residuos sólidos por parte de la municipalidad o tipo de disposición de los residuos.

·         Reutilización de residuos orgánicos, uso del agua de lluvia, entre otros.

Todas las respuestas individuales son luego expuestas con la totalidad del grupo de estudiantes. Al final de la exposición, cada estudiante se compromete a cambiar algún comportamiento cotidiano que puede ser dañino para la naturaleza. Este espacio de discusión se vuelve muy importante en tanto permite generar un proceso de construcción social sobre dichas temáticas, así como poder identificar comportamientos cotidianos, lo que enriquece la información y las diferentes formas de analizar un concepto y/o prácticas comunes. Además, mediante este tipo de espacios de discusión y expresión de ideas, se busca que la persona estudiante tenga una mayor concentración y que se vaya interesando por la temática.

Partiendo de este primer nivel de análisis, la docente asigna una diversidad de textos que explicitan la relación entre: ambiente, cuestión social y Trabajo Social, como parte del anclaje; entendiéndose el anclaje como el proceso en el cual el estudiantado puede categorizar y clasificar la nueva información de acuerdo a su marco de conocimiento existente (Calixto Flores, 2008).

Para ello, se propone que, una vez leídos los textos, elaboren una tabla con los conocimientos o ideas que tenían antes de la lectura bibliográfica y los nuevos elementos o conocimiento adquiridos a partir de los textos asignados, y con esto, puedan realizar un ejercicio comparativo. Esta actividad consiste en el uso de papelógrafos, donde se dividen en dos columnas y se resaltan y discuten a nivel grupal, las semejanzas, diferencias o cambios identificados (Figura 1).

 

Figura 1. Fotografía tomada en el curso Taller I, Trabajo grupal en el aula. 2022.

Fuente: Elaboración de la autora.

 

Particularmente, con la lectura de los textos, interesa que se reconozcan las relaciones que se establecen entre la sociedad y el medio ambiente natural; así como el papel protagónico del actual sistema productivo y el modelo de desarrollo hegemónico en la degradación de los recursos naturales.

En otras palabras, se estimula que el estudiantado avance en la comprensión de la complejidad del tema ambiental (de representaciones más naturalistas y globalizantes hacia representaciones pactuadas y culturales). En este momento del taller, también se vuelve fundamental que entre pares discutan ideas, concepciones, representaciones, y sentimientos sobre las temáticas, así como sus expectativas a futuro. La persona docente, en este momento, actúa como una guía o facilitador, es quien ayuda al estudiante al procesamiento de la información, además de facilitar la expresión verbal del pensamiento y de los cambios que se empiezan a generar en el estudiantado.

 

Problematización teórica: vínculos entre pobreza, ambiente y el orden económico mundial

Una vez que el estudiantado empieza a exteriorizar sus propias interpretaciones sobre el ambiente y comienza a identificar una posible relación con el Trabajo Social, le corresponde, principalmente, a la docente explicitar algunos vínculos entre pobreza, ambiente y el orden económico mundial prevaleciente.

Para ello, se asignan lecturas que tratan ideas centrales tales como: a) la crisis ambiental como producto del sistema capitalista enmarcada en una visión antropocéntrica y dicotómica de la naturaleza, b) las poblaciones vulnerabilizadas y empobrecidas son las que presentan mayores afectaciones en sus condiciones de vida y las que establecen una relación más negativa con el ambiente, c) la propuesta del desarrollo sostenible como discurso hegemónico que sigue privilegiando la dimensión económica, d) el papel del Trabajo Social en los conflictos sociales con intereses diversos y antagónicos entre grupos de poder, y e) la necesidad de comprender la complejidad social, los factores económicos, sociales, políticos y culturales que median en la relación ser humano-naturaleza (Figura 2). Para ello, se utilizan mapas mentales, uno construido por estudiantes y otro construido por la docente a manera de síntesis de los contenidos de las lecturas asignadas.  

Figura 2. Mapa mental utilizado en la problematización teórica.

Fuente: Elaboración propia basada en Franceshi Barraza, 2014; Liévano Latorre, 2013 y Laguardia Martínez, 2013.

 

En este sentido, las lecturas reflejan una línea muy clara en torno a la relación que existe entre pobreza, medioambiente y el orden económico mundial. Para iniciar, se identifica que, al vivir en una sociedad capitalista, lo que se promueve es la acumulación de capital y riqueza. Al ser esto su principal objetivo, se genera y se concibe a la naturaleza como una mercancía de consumo, donde la naturaleza se encuentra al servicio de este sistema de producción. Dicha concepción y forma de producción ha generado un detrimento en la estabilidad ambiental, lo que provoca una crisis ambiental global de grandes consecuencias. Paralelo a esto, ha habido un detrimento en la satisfacción de las necesidades básicas sociales y, por ende, una afectación en la calidad de vida de grandes sectores de la población, producto del predominio de los intereses económicos de las clases hegemónicas.

Esta vinculación con el tema de la pobreza y la desigualdad social necesariamente refiere a un problema de distribución de los recursos. Es decir, no se trata solo de un asunto de la finitud de los recursos naturales, sino que tiene que ver con un problema de distribución de la riqueza, producto de los usos y explotación de esos recursos. En este momento del análisis, interesa preguntarse: ¿quiénes se adueñan de estos recursos? y ¿cuáles son esas poblaciones que por sus condiciones materiales de vida necesitan explotar de una manera poco eficiente los recursos naturales a los cuales tienen acceso?

En la lectura de Laguardia (2013), la cual habla sobre pobreza y medio ambiente en el discurso global, existe un fuerte componente de discusión sobre cómo las poblaciones empobrecidas también son una causa y una consecuencia de la degradación ambiental. Visto esto como parte de un sistema económico que los obliga a este tipo de prácticas y comportamientos. Es decir, grandes sectores de la población no tienen acceso a recursos para satisfacer sus necesidades básicas, lo que genera una continua degradación de los medios naturales que son necesarios para la vida. Dentro de esta discusión mundial, muchas veces se solapan las responsabilidades y las verdaderas causas de la crisis ambiental.  

Una de las propuestas que ha tenido mayor fuerza y aceptación por parte de los gobiernos ha sido la propuesta del desarrollo sostenible y, más recientemente, la Agenda 2030 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Filosóficamente, en el planteamiento del desarrollo sostenible, se conciben tres dimensiones principales: la dimensión social, económica y la ambiental, las cuales deben tener un equilibrio y un peso igualmente importante entre cada una de ellas; la Agenda del Desarrollo Sostenible es considerada por amplios sectores académicos y gubernamentales como una propuesta holística y razonable, en la cual los gobiernos deben de comprometerse para alcanzar los objetivos del desarrollo para el año 2030.

No obstante, la idea filosófica inicial del desarrollo sostenible, también se ha utilizado como un discurso hegemónico para seguir reproduciendo el statu quo de la sociedad, caracterizada por la explotación irracional de la naturaleza, donde los beneficios no han llegado a la mayoría de las poblaciones (especialmente aquellas empobrecidas y vulnerabilizadas). En otras palabras, para algunas personas, la concepción del desarrollo sostenible ha sido utilitarista y ha seguido favoreciendo la esfera económica (Calvo Salazar 2014).

A manera de síntesis, a nivel internacional podemos encontrar posiciones «suaves» o «radicales» con respecto al desarrollo. Las primeras refieren a posiciones donde la esfera económica sigue siendo la dimensión predominante del discurso, y las segundas refieren a enfoques donde las acciones deben de privilegiar la esfera ambiental para asegurar con ello, la sostenibilidad de los recursos naturales y de la especie humana (Calvo Salazar 2014).

Al respecto, las lecturas consultadas en el marco del taller I destacan que, Trabajo Social está inmerso dentro de estos conflictos sociales y ambientales, los cuales abarcan distintos factores con diferentes actores con intereses contradictorios. De acuerdo con Franceshi (2014), la crisis ambiental es concebida como una manifestación de la cuestión social basado en un modelo extractivo y depredador de los recursos naturales. Entonces, el Trabajo Social debe de ubicarse dentro de esta discusión macro de carácter estructural para comprender cuáles son las consecuencias de este modelo de desarrollo, muchas veces mediado por luchas de clases.

            Esto, a su vez, es producto de una visión antropocéntrica del ser humano y de esa relación dicotómica entre humanidad y naturaleza. Como profesionales en Trabajo Social y cientistas sociales tendríamos, entonces, que superar estas visiones para poder comprender la complejidad de la realidad social. Necesariamente hay que evaluar los factores sociales, culturales y económicos que median en esta relación entre ser humano y naturaleza para poder aportar a soluciones más integrales y sistémicas que generen procesos participativos, cambios de actitud y fortalecimiento de organizaciones sociales en áreas diversas.

En este punto del análisis se rescata la importancia del trabajo interdisciplinario, en donde los procesos de investigación, educación y divulgación de derechos humanos, se vuelven una pieza fundamental.  El profesional en Trabajo Social se relaciona con individuos, grupos y comunidades en diferentes ámbitos nacionales, regionales, o internacionales, partiendo de una gran diversidad de objetos de estudio y de objetos de intervención. Al respecto, las lecturas rescatan la necesidad de trabajar en las percepciones de las personas sobre el ambiente, es decir, ¿cómo visualizo el ambiente?, ¿cómo me desarrollo con mi comunidad y con la naturaleza que me rodea? y ¿cómo yo de alguna manera, dentro de mi sistema de valores, valoro o concibo el ambiente en el que me encuentro? Las preguntas se plantean en primera persona para apelar a la responsabilidad individual como un primer momento reflexivo.

En este sentido, tal y como se ha venido explicando a lo largo del artículo, se debe de trabajar primero con las percepciones de las personas y buscar una modificación sistemática de las estructuras de pensamiento, para luego encontrar y promover cambios significativos a nivel colectivo. De otra manera, resulta muy difícil provocar este cambio social.

Tal y como lo menciona Liévano (2013), el ambiente pasa a ser una construcción social, mediada por relaciones desiguales de poder que han determinado formas particulares de apropiación del mundo y de la naturaleza. Entonces, el Trabajo Social debería de influir en la formulación y ejecución de políticas públicas dirigidas a mejorar las condiciones ambientales basadas en procesos de participación ciudadana y de educación ambiental. También, Liévano propone trabajar desde un enfoque territorial que permita vigilar y entender los conflictos que se desarrollan desde ese espacio, lo que permite comprender la magnitud de esos conflictos, al identificar las relaciones de poder que afectan la vida cotidiana de las personas. Este aspecto es muy importante de propiciar en el marco del taller.

A manera de cierre, en esta problematización teórica, se podría decir que el papel del Trabajo Social se relaciona principalmente con el aporte a la generación de un pensamiento crítico y a ser mediadores entre el Estado, las políticas públicas y las poblaciones a las cuales va dirigido su accionar.

Una vez analizados en clase los elementos expresados en el mapa mental (el cual se basa en las lecturas asignadas), se solicita al estudiantado la realización de un ensayo basado en la película «Erin Brockovich» con el propósito de que logren relacionar las principales categorías analíticas vistas hasta el momento con un caso de la vida real. Este es un filme que funciona como un recurso ilustrativo importante, ya que desarrolla el caso de una comunidad en los Estados Unidos que enfrentó problemas de contaminación del agua a causa de la negligencia de una empresa privada y de la falta de supervisión estatal. Producto de esta contaminación, la población residente de la zona experimentó problemas graves en su salud.

Al realizar este ensayo, la mayoría del estudiantado logra identificar y relacionar categorías tales como:

·         capitalismo y visión mercantilista del ambiente;

·         falta de involucramiento del Estado y ausencia de políticas públicas que procuren la protección del ambiente;

·         responsabilidad de las grandes corporaciones en materia del saneamiento de las aguas residuales;

·         participación social y exigencia de condiciones de vida saludables y sostenibles

·         vínculos entre contaminación y salud pública basados en el paradigma de los condicionantes sociales de la salud;

·         mala planificación urbana;

·         el papel del Trabajo Social en la atención de la problemática ambiental.

Al concluir con esta primera fase de acercamiento a la temática sombrilla del taller, se puede visualizar que se logra un avance en la comprensión de la profundidad y complejidad del tema ambiental, es decir, se reconocen las relaciones que se establecen entre la sociedad y el medio ambiente natural, así como el papel protagónico del actual sistema productivo y el modelo de desarrollo hegemónico en la degradación de los recursos naturales. De igual manera, se empieza a vislumbrar la relación e importancia del trabajo social en la temática, así como sus diferentes ámbitos de actuación.

 

Una pedagogía vivencial y la importancia del diario de campo

Durante todo el taller I se trata de promover una pedagogía vivencial, ya sea mediante la invitación de personas expertas de diversas ramas del conocimiento (por ejemplo: profesionales en ingeniería sanitaria, biología, politología, comunicación, trabajo social, entre otros); así como giras al campo a los diferentes espacios de práctica. Durante el periodo de tiempo que abarca esta sistematización, se ha intervenido en varios espacios locales, tales como: Flores de Heredia (2020-2021), Tirrases (2022), Río Azul (2022-2023) y Frailes de Desamparados (2022-2023).

La participación de personas expertas invitadas a las clases ha sido muy valiosa en tanto se parte del hecho que, por la complejidad propia de los temas ambientales, estos deben ser tratados de forma interdisciplinaria, es decir, no es materia particular de una única disciplina. Por ejemplo, con el invitado en ingeniería sanitaria se discute sobre la importancia del uso racional del agua y de los sistemas de saneamiento a nivel de construcción, mantenimiento y accesibilidad de las personas. También se rescatan reflexiones sobre la importancia de la educación ambiental, los valores en torno al agua y actitudes sociales (Figura 3).

 

 

Figura 3. Charla con experto en saneamiento ambiental y gira al campo, Taller I 2023.

Fuente: Elaboración de la autora.

 

Con el profesional en biología se discuten elementos relacionados con la tipología y uso de los suelos, comportamiento del agua y escorrentías, problemas de deslizamientos, inundaciones, entre otros. Con el profesional en ciencias políticas se desarrollan temas relacionados con la gobernanza del agua, actores sociales involucrados, prioridades políticas, planificación territorial y problemas ocasionados por el modelo urbano basado en el «carrocentrismo».

Por otra parte, con el profesional en comunicación se desarrollan contenidos basados en la importancia de la comunicación verbal y no verbal; así como el papel de las personas trabajadoras sociales como mediadores entre el conocimiento técnico-científico y el conocimiento popular de las personas con las que se trabaja. Finalmente, también se invita a una profesional en Trabajo Social que labora en una Asociación Administradora del Acueducto Comunal (ASADA) para que explique sus funciones y los programas comunales que poseen. A esta altura del proceso pedagógico, el estudiantado complementa el análisis con lecturas relacionadas con temas sobre saneamiento ambiental y planificación urbana.

Partiendo de lo propuesto por Durán Quesada (2015):

 

«El espacio para la discusión en el aula y giras al campo es fundamental, en tanto favorece el proceso de construcción del conocimiento. La existencia de múltiples interpretaciones sobre un mismo problema enriquece la información y las diferentes formas de analizar y entender un concepto. Ese intercambio de ideas permite que el estudiantado considere nuevamente el problema desde una perspectiva más amplia, incorporando la nueva información aprendida. Cuando la nueva información es asimilada una vez más bajo consideraciones distintas a las iniciales, el conjunto de soluciones planteadas previamente al problema se amplía y se convierte en nueva información» (252-253).

 

De esta manera, tal y como lo menciona Durán Quesada (2015), la discusión también permite que los y las estudiantes incrementen su capacidad para enfocarse en un problema concreto, aumentar la rapidez con la que procesan la información y seguir al mismo tiempo la secuencia de la discusión a través de la exposición de ideas (252-253).

Por otra parte, dentro de esta pedagogía vivencial, el diario de campo es un valioso instrumento en el marco del taller I (Figura 4). Este se convierte en un instrumento de registro y sistematización, donde las personas estudiantes realizan una discusión teórico-metodológica del curso, además de una autorreflexión sobre las propias percepciones y comportamientos cotidianos relacionados con las temáticas desarrolladas.

Interesa que durante el ciclo lectivo se responda a preguntas diversas y que el estudiantado logre una profundidad mayor en sus reflexiones. Durante el semestre, el diario de campo se entrega dos veces para recibir realimentación por parte de la docente, específicamente, este instrumento de registro se estructura de la siguiente manera: a) capacidad de análisis según bagaje teórico- metodológico y ético-político, b) reflexiones personales y exteriorización de emociones (sentimientos), así como cambios a nivel de comportamiento, y c) autoevaluación en cuanto al desempeño personal y grupal.

 

 

Figura 4. Ejemplo de reflexión en el Diario de Campo

Fuente: Extracto del diario de campo de una estudiante matriculada en el taller I. 2022.  

 

Finalmente, también se trata de que el estudiantado reflexione sobre los componentes éticos de su trabajo con poblaciones locales. Para ello, la lectura de Paniagua Arguedas (2012) es fundamental, ya que se desarrollan aspectos relacionados con la finalidad del trabajo con comunidades. Esta dimensión del trabajo incluye una reflexión constante alrededor de la pregunta: ¿quién es el otro para quien investiga/trabaja? y ¿quién es quien investiga para la gente?, cuya respuesta dependerá de la relación e interacción entre facilitadores (estudiantes) y la comunidad (Paniagua Arguedas 2012, 42). 

Es debido a lo anterior que la discusión con respecto al quehacer profesional debe retomar discusiones éticas sobre los propios valores y los valores comunales. Finalmente, el asumir la dimensión ética implica reconocer que la persona estudiante o profesional, se encuentra en una posición de poder, y que esto implica una responsabilidad con otras personas; es así como debe abstenerse de hacer un uso inadecuado de su posición en perjuicio de las personas o comunidades (Paniagua Arguedas 2012, 43). De acuerdo con la autora, esto lleva a cuestionar lo siguiente: «para quienes trabajan. El investigador no es neutro. ¿Al servicio de quién se implica? Esta toma de posición, lejos de ser cómoda, necesita un trabajo permanente de reflexión crítica del investigador sobre las implicaciones teóricas y metodológicas de su intervención en el proceso de investigación-acción» (Le Boterf, 1986: 32 citado en Paniagua Arguedas 2012, 43). Preguntas que se motivan sean respondidas en los diarios de campo del estudiantado.

 

 

Conclusión

 

Con esta práctica académica se corrobora que la persona docente es la responsable de lograr la mediación entre la cultura y los procesos de aprendizaje del estudiantado, por lo que propone experiencias para actuar sobre los contenidos de estudio, sugiere nuevas formas de aprender y promueve la problematización. Por su parte, la persona estudiante es la pieza principal en los procesos de enseñanza y aprendizaje, es creadora, comprometida, interesada y dinámica; participa en la selección de objetivos, contenidos y experiencias educativas (Francis Salazar 2015, 84).

El taller I parte de una pedagogía constructivista en donde es necesario identificar el imaginario social, lo cual permite fomentar canales de comunicación más fluidos; un eje fundamental es que las personas estudiantes logren cuestionarse la percepción sobre sí   mismas con relación al ambiente y   los   roles   que   asumen   o   desempeñan para, con ello, reinterpretar dichos significados, los cuales pueden sufrir cuestionamientos, alteraciones, o cambios. El propósito final es que el estudiantado logre generar cambios positivos en la interrelación con el ambiente en el que se habita y en la interacción con las comunidades y poblaciones con las que se interviene.

La dimensión ética del profesional en Trabajo Social debe ser analizada prioritariamente en este nivel de la práctica académica, ya que no es neutra, es decir, las acciones u omisiones demuestran un posicionamiento determinado. Por eso, es importante, dentro del proceso pedagógico, una autoevaluación y problematización constante.

Finalmente, el papel de la universidad en la formación de profesionales es fundamental, y la práctica académica es crucial en tanto se convierte en un espacio articulador entre territorios, instituciones estatales, organizaciones sociales, organismos internacionales, etc.; en procura del mejoramiento de las condiciones de vida de distintas poblaciones.

 

Referencias

Asamblea Legislativa de Costa Rica. 2010. Ley para la gestión de Residuos No.8839. San José, Costa Rica.

Ávila Agüero, María. 2009. «Hacia una nueva salud pública». Acta Médica Costarricense 51, 71-73. Colegio de Médicos y Cirujanos. ISBN 0001-6002/2009/51/2/71-73

Barquero Zúñiga, Luis David, Ana María Carrillo Zúñiga, Estéfani Delgado Mora y Susana Murillo Rojas. 2020. «Principales determinantes que inciden en las condiciones de saneamiento ambiental en las nueve regiones del territorio costarricense, establecidas por el Ministerio de Salud». Seminario de graduación de licenciatura en Trabajo Social, Universidad de Costa Rica.

Calixto Flores, Raúl. 2008. «Representaciones sociales del medio ambiente». Revista Perfiles Educativos 120, 33-62.

Calvo Salazar, Cindy. 2017. «El alcance de un saneamiento ambiental sostenible en países en desarrollo». En Imagen, cultura y territorio: Una mirada al contexto. Editado por Octavio Augusto Calvache Salazar. Universidad Autónoma José Camacho, Calí, Colombia. ISBN: 978-958-8292-78-6.

Calvo Salazar, Cindy. 2014. «Hacia un saneamiento ambiental sostenible en Costa Rica». Tesis de doctorado en Filosofía con énfasis en Trabajo Social. Escuela de Bienestar Social, Universidad de Kansas.

Duran Quesada, Ana María. 2015. «Labor docente en centros de investigación apoyando la construcción del conocimiento entre los estudiantes». En Ambientes promotores para la construcción del conocimiento en el contexto universitario. Editado por Luis Ángel Piedra García, Marco Gutiérrez Soto y Andrea Mora Umaña. Vicerrectoría de Docencia, Estación Experimental Fabio Baudrit Moreno, Departamento de Docencia Universitaria. Universidad de Costa Rica. ISBN 978-9968-47-854-0.

Escuela de Trabajo Social. 2023. Programa del curso TS-0043: “Organización local y construcción de ciudadanía I”. Sección de Docencia, Universidad de Costa Rica.

Franceshi Barraza, Hannia. 2014. «Ambiente: ¿Nueva Cuestión Social para el Trabajo Social?». Revista de Ciencias Sociales, 143: 89-100.

Francis Salazar Susan. 2015. «La estrategia didáctica vista desde el constructivismo en la docencia». En Docencia constructivista en la universidad: una serie de ensayos sobre experiencias en Costa Rica. Editado por Marco Gutiérrez Soto y Luis Ángel Piedra. 1 ed. Estación Experimental Fabio Baudrit, Universidad de Costa Rica. ISBN 978-9977-15-222-6

Laguardia Martínez, Jaqueline. 2013. «Pobreza y (medio) ambiente en el discurso global: por una perspectiva de cambio». En Crisis socioambiental y cambio climático. Editado por Gian Carlo Delgado Ramos, Mayra Paula Espina Prieto y Héctor Sejenovich. CLACSO, Buenos Aires.

Liévano Latorre, Adriana. 2013. «Escenarios y perspectivas de Trabajo Social en Ambiente». Revista de Trabajo Social, 15: 219-233.

ONU (Organización de Naciones Unidas). 2019. Informe de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. New York (ONU).

Paniagua Arguedas, Laura. 2012. El trabajo con comunidades: Notas para el aprendizaje. Revista Reflexiones 91, 39-52. ISSN: 1021-1209/2012

Piedra García, Luis Ángel. 2015. «El proceso de aprendizaje en el contexto universitario. En Ambientes promotores para la construcción del conocimiento en el contexto universitario». Editado por Luis Ángel Piedra García, Marco Gutiérrez Soto y Andrea Mora Umaña. Vicerrectoría de Docencia, Estación Experimental Fabio Baudrit Moreno, Departamento de Docencia Universitaria. Universidad de Costa Rica. ISBN 978-9968-47-854-0.