Environmental
awareness in Social Work students: analysis of the pedagogical process developed
in the academic practice of the third level of the degree
Cindy Calvo Salazar
Escuela de Trabajo Social,
Universidad de Costa Rica,
San José, Costa Rica
https://orcid.org/0000-0003-0975-7563
Cómo citar:
Calvo Salazar, Cindy.
2023. Conciencia ambiental en estudiantes de Trabajo Social: análisis del
proceso pedagógico desarrollado en la práctica académica del tercer nivel de la
carrera. Revista Reflexiones. Dossier
Especial. 102. DOI 10.15517/rr.v102i2.56875
Resumen
Introducción:
El
taller I: «Organización local y construcción de ciudadanía» es la primera
experiencia de práctica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de
Costa Rica. El presente artículo corresponde a una sistematización del proceso
pedagógico con perspectiva constructivista desarrollado en el periodo 2020-2023,
en términos del acercamiento de la persona estudiante con temáticas
ambientales, particularmente, con respecto al saneamiento ambiental y su
vinculación con el Trabajo Social en espacios locales.
Objetivo:
Analizar
el proceso pedagógico desarrollado en el taller I para la generación de
una mayor conciencia ambiental en el estudiantado de Trabajo Social, con
el fin de que su posicionamiento ético sea coherente con las acciones
planteadas en el marco del curso.
Método:
El
artículo corresponde a una sistematización de experiencias, la cual se realizó
mediante la revisión de documentos tales como: planeación del curso, audios y
videos usados en el desarrollo de las clases, diarios de campo e informes
finales de estudiantes, así como presentaciones de exposiciones orales.
Resultados: El
proceso pedagógico realizado durante el período de tiempo en estudio, parte de
un enfoque constructivista, en el cual se promueve una reflexión personal del
estudiantado sobre las percepciones, representaciones y acciones cotidianas en
términos ambientales, como base para la promoción de cambios significativos en las
personas que realizaron el taller, comunidades, y/u organizaciones con las que
intervienen durante la práctica.
Conclusiones:
Resulta
necesario trabajar en la modificación de estructuras de pensamiento y
comportamientos relacionados con el ambiente, como pre-requisito
para provocar u cambio social con los otros actores locales. La persona docente
debe mediar entre la cultura y los procesos de aprendizaje del estudiantado, mediante
la generación de nuevas formas de aprender, así como, mediante la problematización
de las diversas temáticas que conforman el taller I. Por su parte, la persona
estudiante asume un papel protagónico en los procesos de enseñanza y
aprendizaje, ya que, se genera una mayor conciencia ambiental coherente con las
acciones propuestas en el marco del taller I.
Palabras
claves: Educación ambiental, Trabajo
Social, Pedagogía, Constructivismo, Agua y saneamiento.
Abstract
Introduction:
Workshop I: “Local organization and construction of citizenship” is the first practical
experience developed by Social Work students at the University of Costa Rica. This article corresponds
to a systematization of the pedagogical
process with a constructivist perspective developed in the period 2020-2023, in terms of the student
body's approach to environmental issues, particularly with respect to
environmental sanitation
and its connection with Social Work in local spaces.
Objective: Analyze the pedagogical
process developed in
workshop I to generate greater environmental awareness in Social Work students, for their
ethical positioning to be consistent with the actions
proposed within the course.
Method: The article corresponds
to a systematization of experiences, which was carried
out by reviewing
documents such as: course planning, audios and
videos used in the development of classes, field diaries and final student reports, as well as presentations developed by students.
Results: The pedagogical process carried out during the
period under study is based
on a constructivist approach, in which a personal reflection of the
student body on perceptions, representations and daily actions in environmental terms is promoted,
as a basis for the promotion of significant
changes in themselves, the people, communities,
and/or organizations with which they
intervene during the practice.
Conclusions:
It is necessary
to work on
the change of thought structures
and behaviors related to the environment,
as a prerequisite to provoke social change with other local actors. The teacher
is responsible for promoting new knowledge and mediating between culture and the student's learning processes, For his part, the
student is the main actor in the teaching and learning processes, generating greater environmental awareness consistent with the actions
within de class’s framework.
Keywords: Environmental education, Social Work, Pedagogy, Constructivism, Water and sanitation.
Introducción
La Escuela de Trabajo Social de la
Universidad de Costa Rica, sede Rodrigo Facio, ha tenido una trayectoria de
trabajo en espacios locales vinculados con temáticas ambientales, tanto a nivel
de investigaciones finales de graduación como a nivel de prácticas académicas; estas
últimas correspondientes a los talleres TS-0043 y
TS-0044 «Organización local y construcción de ciudadanía I y II» los cuales se imparten en el primer y
segundo semestre del tercer año de carrera.
Ambos
talleres constituyen la primera experiencia de práctica de quienes estudian Trabajo
Social. El propósito general del taller es:
(…) formar profesionales con
capacidad de aprehender histórica y críticamente las expresiones de la cuestión
social en las dimensiones singular, particular y universal en un espacio
territorial local determinado, como reproducción contradictoria de la totalidad
social, así como las respuestas que, vinculadas o no con la Política Social, se
dan a través de organizaciones e instituciones de carácter local. Ello implica
comprender el desarrollo histórico de cada espacio, así como la presencia del
Estado, la Política Social, la organización y movilización de los actores de la
sociedad civil, teniendo como meta el desarrollo y ejercicio de la ciudadanía,
la democratización de la sociedad, así como la promoción, defensa y
exigibilidad de los derechos humanos (Escuela de Trabajo Social 2023, 2).
Por tanto, es menester que el estudiantado
comprenda críticamente una o varias problemáticas sociales en cada uno de los
espacios locales, así como las respuestas u omisiones que se dan desde la
institucionalidad y la manera en que la sociedad civil manifiesta sus intereses
y demandas. Para ello, es fundamental comprender cómo estos problemas se
manifiestan en la cotidianidad de la vida de las poblaciones.
En términos académicos, como dos grandes
productos de la práctica, se establece durante el primer ciclo la elaboración
de un diagnóstico de necesidades sociales, junto con el establecimiento de
posibles líneas de acción que involucran una diversidad de actores sociales en
torno a una situación que se concibe y se prioriza como significativa. En el
segundo ciclo, el estudiantado asume procesos participativos con dichos actores
sociales y construye un plan de intervención, el cual se ejecuta y evalúa a lo
largo del semestre.
Para efectos de esta sistematización, se
compartirá la experiencia desarrollada desde el año 2000 hasta el 2023 en
términos del acercamiento del estudiantado con temáticas ambientales,
particularmente, con respecto al saneamiento ambiental y su vinculación con el Trabajo
Social en espacios locales. Específicamente, se desarrollará como eje de sistematización:
el proceso pedagógico desarrollado en el taller I (en
un primer momento de la práctica) para la generación de una mayor conciencia
ambiental en estudiantes de Trabajo Social, con el fin de que su
posicionamiento ético sea coherente con las acciones planteadas en el marco del
curso.
El proceso pedagógico realizado durante este
período de tiempo (2000-2023) parte de un enfoque constructivista, en el cual, primero,
se promueve una reflexión personal del estudiantado sobre las percepciones,
representaciones y acciones cotidianas en términos ambientales, como base para
la promoción de cambios significativos en sí mismos(as), las personas,
comunidades, y/u organizaciones con las que intervienen durante la práctica. Es
decir, en el marco del taller I resulta necesario trabajar en la modificación
de estructuras de pensamiento y comportamientos como pre-requisito
para provocar una transformación o cambio social con los otros actores locales.
Para la generación de este cambio, se
parte conceptualmente del término ambiente como una construcción social,
mediada por relaciones desiguales de poder que han determinado formas
particulares de apropiación del mundo y de la naturaleza (Liévano Latorre 2013).
Desde este marco de comprensión, se establece que el Trabajo Social debería
influir en la formulación y ejecución de políticas públicas dirigidas a mejorar
las condiciones ambientales, basadas en procesos de participación ciudadana y
de educación ambiental. También, se propone trabajar desde un enfoque
territorial que permita entender los conflictos que se desarrollan desde ese
espacio, y así comprender su magnitud e identificar las relaciones de poder que
afectan la vida cotidiana de las personas (Liévano Latorre 2013). En otras palabras,
los profesionales en Trabajo Social deben aportar a un pensamiento crítico para
poder comprender la complejidad de la crisis ambiental y social que se vive y
ser mediadores entre el Estado, entre las políticas públicas y entre las
poblaciones a las cuales va dirigido su accionar.
Incluso, considerando la experiencia
personal y docente de la persona autora de este trabajo, el interés por los
temas ambientales, y en especial por el tema del saneamiento ambiental, surge cuando
cursaba los estudios doctorales en Trabajo Social. Al inicio de la carrera
investigativa era difícil comprender a cabalidad el vínculo de estos temas con la
profesión; si bien, existían ciertos enlaces que previamente había visualizado
en la formación del grado; esto no se terminó de plasmar hasta cuando se
realizó una revisión exhaustiva de literatura, no solo desde el Trabajo Social
(donde había pocos desarrollos) sino desde muchas otras áreas del conocimiento
tales como: ingeniería, sociología, antropología, urbanismo, ciencias
políticas, entre otras; así como, una vez establecido un mayor acercamiento con
las diferentes poblaciones sujetas de estudio y haber adquirido un mayor conocimiento
sobre los marcos de acción estatales y entes privados.
Todo esto, enmarcado en el hecho de que,
el saneamiento y en general, el ámbito ambiental, no se considera como un campo
tradicional de estudio e intervención dentro de la profesión del Trabajo Social.
En ese momento, existía una percepción generalizada de que dichos temas
pertenecían predominante al área ingenieril, además de ser políticamente poco
atractivos. No obstante, la realidad nacional constata que Costa Rica se
convierte en un caso de estudio interesante por su imagen contradictoria de «país
verde» vs. la gran «contaminación ambiental» o «agenda café» que enfrenta, situación
que requiere de políticas urgentes y respuestas integrales donde el Trabajo Social
tiene mucho que aportar (Calvo Salazar 2014).
Además,
como parte de las labores docentes, surgió el interés de posicionar la temática
como una línea de trabajo en la unidad académica, tanto mediante un proyecto de
investigación inscrito en la Vicerrectoría de Investigación (VI 215-B6-092
Trabajo Social, sociedad y ambiente); así como, mediante el desarrollo de la
práctica académica del tercer nivel, a la que se refiere en este artículo. Finalmente,
es importante destacar que, el papel de la universidad en la formación de
profesionales es fundamental, ya que se convierte en un ente articulador entre
instituciones estatales, organizaciones sociales, organismos internacionales, etc.;
y el papel relevante de las prácticas académicas, tanto para la formación
profesional como para la generación de acciones en procura del mejoramiento de
las condiciones de vida de diversas poblaciones costarricenses.
Problema
de estudio e intervención en el taller: la importancia de un saneamiento
ambiental sostenible
El
saneamiento ambiental refiere al manejo de agua potable, las aguas residuales,
el drenaje de agua de lluvia y la gestión de residuos sólidos. Históricamente,
los países en desarrollo han presentado importantes retos en materia del
saneamiento ambiental, debido a limitaciones en la gestión institucional,
insuficiencia en la asignación de recursos y la rápida urbanización (Calvo
Salazar 2014).
Cada día es más apremiante que, el saneamiento ambiental,
se coloque como una prioridad política en los países, en tanto proteja y
promueva la salud humana, no contribuya a la degradación del medio ambiente o al
agotamiento de la base de los recursos naturales, y que sea técnica e
institucionalmente apropiado, económicamente viable y socialmente aceptable.
Además, para alcanzar prácticas sanitarias sostenibles, se debe integrar una
amplia gama de actores, en la búsqueda de decisiones favorables para la mejora
continua de los servicios basados en acuerdos de cooperación entre lo público,
privado y sociedad civil en general (Calvo Salazar 2017).
Por tanto, la práctica académica en este tema se enmarca dentro
del análisis del alcance de la Agenda de los Objetivos del Desarrollo
Sostenible (ODS) 2030, específicamente en el objetivo 6 correspondiente a «Agua Limpia y Saneamiento». De
acuerdo con el Informe de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (2019), es
menester para los países garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible
del agua y el saneamiento para todos. Esto por cuanto el acceso a agua,
saneamiento e higiene es un derecho humano necesario para un adecuado
desarrollo.
No obstante, aproximadamente 1.800 millones de personas en
todo el mundo utilizan fuentes de agua para consumo contaminadas por restos
fecales; además de que, 2.400 millones de personas carecen de acceso a
servicios básicos de saneamiento, tales como retretes y letrinas. La escasez de
agua afecta a más del 40% de la población mundial y aunado a esto, más del 80%
de las aguas residuales no son tratadas, por lo que se vierten a fuentes de
agua (mares o ríos) sin ningún tratamiento lo que provoca su contaminación (ONU
2019).
Además, mediante la gestión sostenible de los recursos hídricos,
se podría gestionar mejor la producción de alimentos y energía y contribuir al
desarrollo social, crecimiento económico, así como, a la preservación de los
ecosistemas hídricos y su diversidad biológica, adoptando medidas para combatir
el cambio climático (ONU 2019).
En los diferentes informes de los ODS se destaca la
importancia de trabajar con las organizaciones de la sociedad civil para exigir
la rendición de cuentas a los gobiernos, invertir en investigación y desarrollo
de los recursos hídricos y promover la inclusión de distintas poblaciones en su
gobernanza. Sin embargo, aunque la participación de la comunidad es clave para
garantizar que la gestión integral del recurso hídrico (GIRH) se adapte a los
contextos locales, y un 70% de los países ha puesto en marcha ciertos
procedimientos de participación comunitaria en las áreas de suministro rural de
agua potable, la implementación de estos procesos se ve restringida debido a la
falta de recurso humano y financiero (ONU 2019).
En Costa Rica, la situación del saneamiento ambiental es un
tema delicado; principalmente, lo referido al manejo de aguas residuales. Por
ejemplo, existe una escasa inversión en el tratamiento de estas aguas en el
país, alrededor de un 73% de las familias usan tanques sépticos, en donde un
porcentaje importante de las familias no dan un mantenimiento adecuado a estos
sistemas, tanto por la falta de capacitación técnica, como por el acceso a
recursos económicos para su limpieza, diseño y construcción (Calvo Salazar 2014).
No obstante, el tratamiento de las aguas residuales
representa un gran desafío, pues es urgente eliminar el vertido y la emisión de
productos químicos y materiales peligrosos, así como aumentar considerablemente
el reciclado y su reutilización sin riesgos. Esto cobra especial importancia en
tanto Costa Rica posee, internacionalmente, una imagen de país verde que
contrasta significativamente con la contaminación que se genera por esta falta
de inversión en materia de aguas residuales.
De igual manera, el manejo de los desechos sólidos es un
tema relevante ya que impacta considerablemente el mejoramiento de la calidad
de vida de las personas, así como la disminución de la contaminación de las
fuentes de agua. En Costa Rica, el manejo de los residuos sólidos corresponde a
las municipalidades, compromiso establecido en la Ley de Gestión Integral de
Residuos No.8839, la cual tiene por objeto «regular
la gestión integral de residuos y el uso eficiente de los recursos, mediante la
planificación y ejecución de acciones regulatorias, operativas, financieras,
administrativas, educativas, ambientales y saludables de monitoreo y evaluación» (Asamblea Legislativa de Costa Rica 2010, 1 citado por
Barquero Zúñiga, Carrillo Zúñiga, Delgado Mora y Murillo Rojas 2020, 50).
Como principales carencias en la gestión de residuos
sólidos, se encuentran la falta de definición de las municipalidades para
coordinar y articular las acciones planteadas por quienes intervienen en esta
área (gobiernos locales, comunidades y líderes comunales); falta de claridad
sobre las funciones y responsabilidades, limitaciones presupuestarias, así como
un inadecuado manejo de la información y canales de comunicación para la
coordinación de acciones (Barquero Zúñiga, Carrillo Zúñiga, Delgado Mora y Murillo
Rojas 2020, 51). Aunado a esto, Yauli Laura (2001) citado por Barquero Zúñiga et
al (2020), habla de la importancia de generar una concientización sobre la
reducción de los residuos sólidos, lo que se ve articulado con la falta de
educación en la temática a nivel de la sociedad en general.
Finalmente, el agua es un recurso finito que debe valorarse,
y su uso debe ser bien canalizado, esto ya que es un bien común que debe ser
regulado dentro de un marco legal eficaz que reglamente su uso, calidad y
acceso a toda la población, como derecho humano que es. En este aspecto, en el
país existen problemas en la distribución y acceso, además de presentarse
situaciones de escasez de agua. Según Barquero Zúñiga et al (2020), la escasez
de agua no se debe únicamente a un faltante del recurso como tal, sino a las
posibilidades de ingreso económico que se obtenga de su uso. Por tanto, se
traslapa el discurso del derecho humano para convertirlo en un recurso
productivo sujeto a intereses privados y/o empresariales.
Asimismo, las aguas de lluvia también se convierten en un recurso importante que puede ser reutilizado y aprovechado en diversidad de actividades humanas. En Costa Rica, en particular, se señala la falta de infraestructura destinada para el manejo de estas aguas, así como la falta de mantenimiento de los sistemas existentes. Otra situación preocupante es el incremento en la frecuencia e intensidad de las lluvias ya que, afecta el funcionamiento de los sistemas de captación de aguas pluviales, lo que hace que, centros urbanos se vean propensos a inundaciones constantes, debido a que dichos sistemas experimenten disminuciones es su capacidad hidráulica (Calvo Salazar 2014).
Por tanto, tomando en cuenta la realidad
del país en materia de saneamiento ambiental es que, desde la práctica
académica, se resalta su impacto en la salud pública. Esto, por cuanto el
saneamiento ambiental es un aspecto intrínseco en el estado de salud de las
poblaciones, ya que el adecuado acceso a fuentes de agua potable, tratamiento y
manejo de aguas residuales y pluviales, así como el manejo de los residuos
sólidos influye significativamente en el mejoramiento de la calidad de vida de
las personas y en la disminución de enfermedades.
Para generar este análisis, se parte del
paradigma de los determinantes sociales de la salud, en donde se concibe la
complejidad de la salud pues interactúan aspectos variados tales como: los
biológicos, hereditarios, personales, familiares, sociales, ambientales,
alimenticios, económicos, laborales, culturales, de valores, educativos,
sanitarios y religiosos (Ávila Agüero 2009). No obstante, es necesario rescatar
que, la mayor parte de los problemas de salud subyace en las condiciones
socioambientales de las personas. Por ejemplo, Ávila (2009) menciona que, en los
países industrializados, un 20% de la incidencia total se enfermedades se atribuye
a factores medioambientales y su vínculo con condiciones sociales como
desempleo, pobreza y desigualdades sociales en general.
Sin
embargo, en las políticas de salud han predominado las soluciones centradas en
el tratamiento de las enfermedades, y no así, en las «causas de las causas»
(Ávila Agüero 2009). Situación que se hace aún más crítica en contextos
sociales excluidos y vulnerabilizados.
Por
tanto, la principal idea que subyace en tal propuesta es que los determinantes
son modificables, ya que están influenciados por factores sociales y
económicos, y por ello, las acciones de la salud pública deben dirigirse hacia
esa modificación. A su vez, se reconoce que esta labor no solo pertenece al
personal de salud, sino que requiere de la participación comunitaria y de
muchos sectores dentro y fuera del sector salud (Ávila Agüero 2009).
Al
respecto, el profesional en Trabajo Social juega un papel preponderante,
principalmente, en reconocer que la contaminación ambiental es un factor
determinante de la salud y que existe una responsabilidad compartida tanto
individual, gubernamental y local en proteger los recursos naturales, con
especial mención, el recurso hídrico.
Eje
de sistematización: el proceso pedagógico desarrollado en el taller I para propiciar
una mayor conciencia ambiental
Como se mencionó anteriormente, el eje de
sistematización del presente artículo es el proceso pedagógico empleado en el
taller I para propiciar una mayor conciencia ambiental en el estudiantado del
tercer nivel y con ello lograr una mayor coherencia ética en sus acciones.
El proceso pedagógico del taller se basa
en una perspectiva constructivista donde el papel de la persona docente es de
guía y facilitador, y es quien ayuda al estudiante al procesamiento de la
información, facilita el pensamiento de la persona estudiante, moldea el
proceso de aprendizaje, y donde el uso de materiales es flexible (Durán Quesada 2015, 254). Por su parte, «se estimula
al estudiante para que interprete, explique, diseñe sus propias actividades, enfatice
en el razonamiento, la lectura y la escritura para determinar significados,
resolver problemas, además de que construya a partir de estructuras cognitivas
previas y logre explicar procesos complejos» (Durán Quesada 2015, 254-255).
Esto, según Anderson R. (2002) citado por Durán Quesada (2015, 253) se refiere
a un cambio de roles. Es decir, el constructivismo es una visión de mundo que orienta
las decisiones pedagógicas del docente, el cual entiende que existe una interacción
indisociable entre el sujeto cognoscente (quien conoce) y el objeto de
conocimiento.
De acuerdo con Tardif
J. (1992) citado en Francis Salazar (2015), el
aprendizaje es una construcción personal, en el que el estudiante trata
activamente las informaciones que son puestas bajo su atención, por lo que es
selectivo, pues define o ignora aquellas informaciones que no le resultan
significativas. En este sentido, Francis Salazar (2015, 80) señala que, «Aquí
es donde los ambientes educativos y el papel docente a través de la didáctica
señalarán explícitamente el grado de importancia de las informaciones, ya que
éstas son transformadas en conocimientos. Es aquí donde se identifica un
principio fundamental del constructivismo, pues reconoce que es necesaria la
construcción de esquemas mentales en el estudiantado, con base en las
experiencias en el ambiente».
Por lo tanto, como estrategia pedagógica, se
parte de los conocimientos que ya posee el estudiantado para asociarlos con las
experiencias previas y la reconstrucción de nuevos contenidos. En este proceso,
«se requiere del intercambio social entre estudiantes y docentes, e importa no
solo el resultado de los aprendizajes, sino cómo se llega a ellos, es decir, el
contexto social aporta significado» (Francis Salazar 2015, 80).
De igual manera, el tema de la
representación es fundamental en el estudio del aprendizaje. Las
representaciones mentales existen como contenidos ya sean físicos (corporales),
sensoriales o simbólicos (lingüísticos). Estas representaciones
son también en gran medida construcciones sociales, acuerdos, representaciones
comunes, etc. No se trata solamente de acumular representaciones, sino que la
mente las organiza en esquemas, en estructuras, y genera con ello creencias, visiones
de mundo, además de ciertos comportamientos (Piedra García 2015, 43).
Según Piedra García (2015), en los seres
humanos los «otros» son centrales, pues influyen en
la forma en cómo se ven las personas a sí mismas, y cómo perciben lo que está
afuera. Es decir, el grupo determina qué es lo importante de discriminar,
comprender, entender, y tienen sus propias interpretaciones de lo que está
afuera; asimismo, cada sujeto tiene su propia interpretación sobre las cosas,
sobre su grupo y sobre sí mismo, pero todo dentro del marco de interpretación
del grupo (Piedra García 2015, 44-45).
Al partir de estos principios, las
representaciones sobre lo ambiental resultan primordiales para iniciar con el
proceso pedagógico del taller I. Como se puede apreciar en la Tabla 1, de
acuerdo con las elaboraciones de Calixto (2008, 48-54), en materia ambiental
existen diferentes tipos de representaciones sociales: antropocéntricas
utilitaristas, pactuadas, culturales, naturalistas y
globalizantes.
Tabla
1. Principales representaciones sociales en materia ambiental
Naturalistas |
El término ambiente
es entendido desde la biología como sinónimo de naturaleza. Principalmente, se
reconoce al agua como recurso vital para la vida. El medio ambiente se concibe como el
conjunto de factores bióticos y abióticos. |
Globalizantes |
Se reconocen la red
de relaciones que se establecen entre la sociedad y el medio ambiente
natural. Existe conciencia de la interconectividad de los aspectos naturales
con los sociales, pero todavía no existe una crítica a la racionalidad
productiva del modelo de desarrollo hegemónico. |
Antropocéntricas
utilitaristas |
Se utilizan términos
referidos a las condiciones de vida de los seres humanos. Predomina una
visión occidental en la que el medio natural está supeditado a los intereses
y formas de vida de los seres humanos. En estas representaciones predomina
una racionalidad que postula la superioridad de los seres humanos y su
separación con la naturaleza. |
Antropocéntricas
pactuadas |
Se reconoce el medio
en el que se vive, así como la provisión de una serie de servicios públicos
tales como la provisión de agua potable. En este sentido, los bienes de la
naturaleza son percibidos en relación con los intereses de las personas.
También, se reconoce la problemática ambiental que se manifiesta en términos
de contaminación y se observan los comportamientos que propician tanto la
contaminación, como las acciones de mejora. En esta visión, se reconoce que
el estado actual del ambiente es el resultado de una racionalidad productiva
que privilegia el dominio de los seres humanos sobre la naturaleza. Por
ejemplo, se reconocen problemas como el manejo de la basura, los
desplazamientos poblacionales, desigualdades económicas, destrucción
ecológica, deforestación, entre otros. |
Antropocéntricas
culturales |
Se
reconoce la responsabilidad de los seres humanos y la importancia de la
concientización como parte de la cultura y las relaciones sociales.
Principalmente, se hace alusión a la importancia de los valores y el respeto
por la naturaleza. |
Fuente: Tomado de Calixto Flores 2008 (48-54)
En este respecto, es importante recalcar
que, producto de la experiencia con estudiantes de Trabajo Social, durante los
años de apertura de la práctica académica con la temática del saneamiento
ambiental, se identificaron dos retos principales: a) la matrícula voluntaria
al taller I, basada en la predilección por la temática, y b) las
representaciones previas sobre el ambiente que posee el estudiantado que
ingresa al taller y la importancia de los procesos de anclaje.
Con relación a la predilección de
estudiantes sobre al tema ambiental, se puede decir que, una minoría de las
personas deciden matricular este taller basados en un interés por el mismo.
Muchos estudiantes, el primer día de clases, expresan tener preferencia por
temas tales como: niñez y adolescencia, y/o migraciones, los cuales se abarcan
en otros grupos de taller del tercer nivel; además de que no logran identificar
una relación clara entre ambiente y Trabajo Social.
En lo que respecta al segundo punto, se
constituye en un desafío inicial, el motivar a las personas matriculadas, la
comprensión de la importancia de abordar el tema ambiental desde el Trabajo Social.
Por ende, como primeras acciones en el marco del curso, se propone hacer una
reflexión personal de preguntas tales como: ¿qué se entiende por medio
ambiente?, ¿por qué es importante el estudio y cuido por el ambiente?, ¿cuáles
problemas ambientales se están viviendo?, ¿cuál cree usted es la principal
causa de estos problemas? y ¿cuál podría ser la relación entre ambiente y Trabajo
Social?
Dichas preguntas se hacen sobre la base de
los conocimientos y representaciones sociales previas que posee el estudiantado.
Al respecto, se motiva a las personas que respondan sobre lo que piensan o ya conocen,
sin buscar ningún tipo de ayuda referencial o bibliográfica. Asimismo, se les dice que las respuestas
deben ser lo más honestas posibles y que no recibirán realimentación negativa o
juzgamiento por las respuestas que den. Al contrario, se explicita que el
objetivo de este ejercicio es identificar las visiones o representaciones previas
que ellos y ellas poseen sobre dichos temas.
Las
respuestas que se han recibido en este primer momento del taller están
enmarcadas, principalmente, en la esfera naturalista y globalizante. Son pocas
las personas que logran reconocer que el estado actual del ambiente es el
resultado de una racionalidad productiva que privilegia el dominio de los seres
humanos sobre la naturaleza.
Además, se asignan una serie de tareas extra-aula para que identifiquen acciones personales que realizan cotidianamente y que se relacionan con el
saneamiento ambiental. Por ejemplo, se les solicita que averigüen una serie de
datos tales como:
·
Consumo mensual de metros cúbicos de agua
en sus hogares, tipo de inodoro y cantidad de litros utilizados en cada
descarga.
·
Prácticas de reciclaje y frecuencia con las
que la realizan o no. Si no las realizan especificar por qué no.
·
Sistema de disposición y tratamiento de
las aguas residuales en su hogar, en el caso de tener tanque séptico, si
conocen su forma, ubicación y mantenimiento dado.
·
Conocimiento de programas ambientales y de
voluntariado en sus comunidades.
·
Frecuencia en el servicio de recolección
de residuos sólidos por parte de la municipalidad o tipo de disposición de los
residuos.
·
Reutilización de residuos orgánicos, uso
del agua de lluvia, entre otros.
Todas
las respuestas individuales son luego expuestas con la totalidad del grupo de
estudiantes. Al final de la exposición, cada estudiante se compromete a cambiar
algún comportamiento cotidiano que puede ser dañino para la naturaleza. Este
espacio de discusión se vuelve muy importante en tanto permite generar un
proceso de construcción social sobre dichas temáticas, así como poder
identificar comportamientos cotidianos, lo que enriquece la información y las
diferentes formas de analizar un concepto y/o prácticas comunes. Además,
mediante este tipo de espacios de discusión y expresión de ideas, se busca que
la persona estudiante tenga una mayor concentración y que se vaya interesando
por la temática.
Partiendo de este primer nivel de
análisis, la docente asigna una diversidad de textos que explicitan la relación
entre: ambiente, cuestión social y Trabajo Social, como parte del anclaje;
entendiéndose el anclaje como el proceso en el cual el estudiantado puede
categorizar y clasificar la nueva información de acuerdo a su marco de
conocimiento existente (Calixto Flores, 2008).
Para ello, se propone que, una vez leídos
los textos, elaboren una tabla con los conocimientos o ideas que tenían antes
de la lectura bibliográfica y los nuevos elementos o conocimiento adquiridos a
partir de los textos asignados, y con esto, puedan realizar un ejercicio
comparativo. Esta actividad consiste en el uso de papelógrafos, donde se
dividen en dos columnas y se resaltan y discuten a nivel grupal, las
semejanzas, diferencias o cambios identificados (Figura 1).
Figura 1. Fotografía tomada en el
curso Taller I, Trabajo grupal en el aula. 2022.
Fuente: Elaboración de la autora.
Particularmente, con la lectura de los textos,
interesa que se reconozcan las relaciones que se establecen entre la sociedad y
el medio ambiente natural; así como el papel protagónico del actual sistema
productivo y el modelo de desarrollo hegemónico en la degradación de los
recursos naturales.
En otras palabras, se estimula que el
estudiantado avance en la comprensión de la complejidad del tema ambiental (de
representaciones más naturalistas y globalizantes hacia representaciones pactuadas y culturales). En este momento del taller,
también se vuelve fundamental que entre pares discutan ideas, concepciones,
representaciones, y sentimientos sobre las temáticas, así como sus expectativas
a futuro. La persona docente, en este momento, actúa como una guía o
facilitador, es quien ayuda al estudiante al procesamiento de la información,
además de facilitar la expresión verbal del pensamiento y de los cambios que se
empiezan a generar en el estudiantado.
Problematización
teórica: vínculos entre pobreza, ambiente y el orden económico mundial
Una vez que el estudiantado empieza a
exteriorizar sus propias interpretaciones sobre el ambiente y comienza a
identificar una posible relación con el Trabajo Social, le corresponde, principalmente,
a la docente explicitar algunos vínculos entre pobreza, ambiente y el orden
económico mundial prevaleciente.
Figura
2. Mapa mental utilizado en la problematización teórica.
Fuente: Elaboración propia basada en Franceshi Barraza, 2014; Liévano Latorre, 2013 y Laguardia Martínez,
2013.
En este sentido, las lecturas reflejan una
línea muy clara en torno a la relación que existe entre pobreza, medioambiente
y el orden económico mundial. Para iniciar, se identifica que, al vivir en una
sociedad capitalista, lo que se promueve es la acumulación de capital y
riqueza. Al ser esto su principal objetivo, se genera y se concibe a la
naturaleza como una mercancía de consumo, donde la naturaleza se encuentra al
servicio de este sistema de producción. Dicha concepción y forma de producción
ha generado un detrimento en la estabilidad ambiental, lo que provoca una crisis
ambiental global de grandes consecuencias. Paralelo a esto, ha habido un detrimento
en la satisfacción de las necesidades básicas sociales y, por ende, una
afectación en la calidad de vida de grandes sectores de la población, producto
del predominio de los intereses económicos de las clases hegemónicas.
Esta vinculación con el tema de la pobreza
y la desigualdad social necesariamente refiere a un problema de distribución de
los recursos. Es decir, no se trata solo de un asunto de la finitud de los
recursos naturales, sino que tiene que ver con un problema de distribución de la
riqueza, producto de los usos y explotación de esos recursos. En este momento
del análisis, interesa preguntarse: ¿quiénes se adueñan de estos recursos? y
¿cuáles son esas poblaciones que por sus condiciones materiales de vida
necesitan explotar de una manera poco eficiente los recursos naturales a los
cuales tienen acceso?
En la lectura de Laguardia (2013), la cual
habla sobre pobreza y medio ambiente en el discurso global, existe un fuerte
componente de discusión sobre cómo las poblaciones empobrecidas también son una
causa y una consecuencia de la degradación ambiental. Visto esto como parte de un
sistema económico que los obliga a este tipo de prácticas y comportamientos. Es
decir, grandes sectores de la población no tienen acceso a recursos para
satisfacer sus necesidades básicas, lo que genera una continua degradación de
los medios naturales que son necesarios para la vida. Dentro de esta discusión
mundial, muchas veces se solapan las responsabilidades y las verdaderas causas
de la crisis ambiental.
Una de las propuestas que ha tenido mayor
fuerza y aceptación por parte de los gobiernos ha sido la propuesta del desarrollo
sostenible y, más recientemente, la Agenda 2030 de los Objetivos del Desarrollo
Sostenible (ODS). Filosóficamente, en el planteamiento del desarrollo
sostenible, se conciben tres dimensiones principales: la dimensión social,
económica y la ambiental, las cuales deben tener un equilibrio y un peso
igualmente importante entre cada una de ellas; la Agenda del Desarrollo
Sostenible es considerada por amplios sectores académicos y gubernamentales
como una propuesta holística y razonable, en la cual los gobiernos deben de
comprometerse para alcanzar los objetivos del desarrollo para el año 2030.
No obstante, la idea filosófica inicial
del desarrollo sostenible, también se ha utilizado como un discurso hegemónico para
seguir reproduciendo el statu quo de la sociedad, caracterizada por la
explotación irracional de la naturaleza, donde los beneficios no han llegado a
la mayoría de las poblaciones (especialmente aquellas empobrecidas y vulnerabilizadas). En otras palabras, para algunas
personas, la concepción del desarrollo sostenible ha sido utilitarista y ha
seguido favoreciendo la esfera económica (Calvo Salazar 2014).
A manera de síntesis, a nivel
internacional podemos encontrar posiciones «suaves» o «radicales» con respecto
al desarrollo. Las primeras refieren a posiciones donde la esfera económica
sigue siendo la dimensión predominante del discurso, y las segundas refieren a
enfoques donde las acciones deben de privilegiar la esfera ambiental para
asegurar con ello, la sostenibilidad de los recursos naturales y de la especie
humana (Calvo Salazar 2014).
Al respecto, las lecturas consultadas en
el marco del taller I destacan que, Trabajo Social está inmerso dentro de estos
conflictos sociales y ambientales, los cuales abarcan distintos factores con
diferentes actores con intereses contradictorios. De acuerdo con Franceshi (2014), la crisis ambiental es concebida como una
manifestación de la cuestión social basado en un modelo extractivo y depredador
de los recursos naturales. Entonces, el Trabajo Social debe de ubicarse dentro
de esta discusión macro de carácter estructural para comprender cuáles son las
consecuencias de este modelo de desarrollo, muchas veces mediado por luchas de
clases.
Esto, a su vez, es producto de una visión
antropocéntrica del ser humano y de esa relación dicotómica entre humanidad y
naturaleza. Como profesionales en Trabajo Social y cientistas
sociales tendríamos, entonces, que superar estas visiones para poder comprender
la complejidad de la realidad social. Necesariamente hay que evaluar los
factores sociales, culturales y económicos que median en esta relación entre
ser humano y naturaleza para poder aportar a soluciones más integrales y
sistémicas que generen procesos participativos, cambios de actitud y
fortalecimiento de organizaciones sociales en áreas diversas.
En este punto del análisis se rescata la
importancia del trabajo interdisciplinario, en donde los procesos de
investigación, educación y divulgación de derechos humanos, se vuelven una
pieza fundamental. El profesional en
Trabajo Social se relaciona con individuos, grupos y comunidades en diferentes
ámbitos nacionales, regionales, o internacionales, partiendo de una gran
diversidad de objetos de estudio y de objetos de intervención. Al respecto, las
lecturas rescatan la necesidad de trabajar en las percepciones de las personas
sobre el ambiente, es decir, ¿cómo visualizo el ambiente?, ¿cómo me desarrollo
con mi comunidad y con la naturaleza que me rodea? y ¿cómo yo de alguna manera,
dentro de mi sistema de valores, valoro o concibo el ambiente en el que me
encuentro? Las preguntas se plantean en primera persona para apelar a la
responsabilidad individual como un primer momento reflexivo.
En este sentido, tal y como se ha venido
explicando a lo largo del artículo, se debe de trabajar primero con las
percepciones de las personas y buscar una modificación sistemática de las
estructuras de pensamiento, para luego encontrar y promover cambios
significativos a nivel colectivo. De otra manera, resulta muy difícil provocar
este cambio social.
Tal y como lo menciona Liévano (2013), el
ambiente pasa a ser una construcción social, mediada por relaciones desiguales
de poder que han determinado formas particulares de apropiación del mundo y de
la naturaleza. Entonces, el Trabajo Social debería de influir en la formulación
y ejecución de políticas públicas dirigidas a mejorar las condiciones
ambientales basadas en procesos de participación ciudadana y de educación
ambiental. También, Liévano propone trabajar desde un enfoque territorial que
permita vigilar y entender los conflictos que se desarrollan desde ese espacio,
lo que permite comprender la magnitud de esos conflictos, al identificar las
relaciones de poder que afectan la vida cotidiana de las personas. Este aspecto
es muy importante de propiciar en el marco del taller.
A manera de cierre, en esta
problematización teórica, se podría decir que el papel del Trabajo Social se
relaciona principalmente con el aporte a la generación de un pensamiento
crítico y a ser mediadores entre el Estado, las políticas públicas y las
poblaciones a las cuales va dirigido su accionar.
Una vez analizados en clase los elementos
expresados en el mapa mental (el cual se basa en las lecturas asignadas), se
solicita al estudiantado la realización de un ensayo basado en la película «Erin Brockovich»
con el propósito de que logren relacionar las principales categorías
analíticas vistas hasta el momento con un caso de la vida real. Este es un filme que funciona como un recurso ilustrativo
importante, ya que desarrolla el caso de una comunidad en los Estados Unidos
que enfrentó problemas de contaminación del agua a causa de la negligencia de
una empresa privada y de la falta de supervisión estatal. Producto de esta
contaminación, la población residente de la zona experimentó problemas graves
en su salud.
Al realizar este ensayo, la mayoría del
estudiantado logra identificar y relacionar categorías tales como:
·
capitalismo y visión mercantilista del
ambiente;
·
falta de involucramiento del Estado y
ausencia de políticas públicas que procuren la protección del ambiente;
·
responsabilidad de las grandes
corporaciones en materia del saneamiento de las aguas residuales;
·
participación social y exigencia de
condiciones de vida saludables y sostenibles
·
vínculos entre contaminación y salud
pública basados en el paradigma de los condicionantes sociales de la salud;
·
mala planificación urbana;
·
el papel del Trabajo Social en la atención
de la problemática ambiental.
Al concluir con esta primera fase de
acercamiento a la temática sombrilla del taller, se puede visualizar que se
logra un avance en la comprensión de la profundidad y complejidad del tema
ambiental, es decir, se reconocen las relaciones que se establecen entre la
sociedad y el medio ambiente natural, así como el papel protagónico del actual
sistema productivo y el modelo de desarrollo hegemónico en la degradación de
los recursos naturales. De igual manera, se empieza a vislumbrar la relación e
importancia del trabajo social en la temática, así como sus diferentes ámbitos
de actuación.
Una
pedagogía vivencial y la importancia del diario de campo
Durante todo el taller I se trata de
promover una pedagogía vivencial, ya sea mediante la invitación de personas
expertas de diversas ramas del conocimiento (por ejemplo: profesionales en ingeniería
sanitaria, biología, politología, comunicación, trabajo social, entre otros); así
como giras al campo a los diferentes espacios de práctica. Durante el periodo
de tiempo que abarca esta sistematización, se ha intervenido en varios espacios
locales, tales como: Flores de Heredia (2020-2021), Tirrases
(2022), Río Azul (2022-2023) y Frailes de Desamparados (2022-2023).
La participación de personas expertas
invitadas a las clases ha sido muy valiosa en tanto se parte del hecho que, por
la complejidad propia de los temas ambientales, estos deben ser tratados de
forma interdisciplinaria, es decir, no es materia particular de una única
disciplina. Por ejemplo, con el invitado en ingeniería sanitaria se discute
sobre la importancia del uso racional del agua y de los sistemas de saneamiento
a nivel de construcción, mantenimiento y accesibilidad de las personas. También
se rescatan reflexiones sobre la importancia de la educación ambiental, los
valores en torno al agua y actitudes sociales (Figura 3).
Figura 3. Charla con
experto en saneamiento ambiental y gira al campo, Taller I 2023.
Fuente: Elaboración de la autora.
Con el profesional en biología se discuten
elementos relacionados con la tipología y uso de los suelos, comportamiento del
agua y escorrentías, problemas de deslizamientos, inundaciones, entre otros.
Con el profesional en ciencias políticas se desarrollan temas relacionados con
la gobernanza del agua, actores sociales involucrados, prioridades políticas,
planificación territorial y problemas ocasionados por el modelo urbano basado
en el «carrocentrismo».
Por otra parte, con el profesional en
comunicación se desarrollan contenidos basados en la importancia de la
comunicación verbal y no verbal; así como el papel de las personas trabajadoras
sociales como mediadores entre el conocimiento técnico-científico y el
conocimiento popular de las personas con las que se trabaja. Finalmente,
también se invita a una profesional en Trabajo Social que labora en una
Asociación Administradora del Acueducto Comunal (ASADA) para que explique sus
funciones y los programas comunales que poseen. A esta altura del proceso
pedagógico, el estudiantado complementa el análisis con lecturas relacionadas
con temas sobre saneamiento ambiental y planificación urbana.
Partiendo de lo propuesto por Durán
Quesada (2015):
«El espacio para la discusión en el aula y giras al
campo es fundamental, en tanto favorece el proceso de construcción del
conocimiento. La existencia de múltiples interpretaciones sobre un mismo
problema enriquece la información y las diferentes formas de analizar y
entender un concepto. Ese intercambio de ideas permite que el estudiantado
considere nuevamente el problema desde una perspectiva más amplia, incorporando
la nueva información aprendida. Cuando la nueva información es asimilada una
vez más bajo consideraciones distintas a las iniciales, el conjunto de
soluciones planteadas previamente al problema se amplía y se convierte en nueva
información» (252-253).
De esta manera, tal y como lo menciona
Durán Quesada (2015), la discusión también permite que los y las estudiantes
incrementen su capacidad para enfocarse en un problema concreto, aumentar la
rapidez con la que procesan la información y seguir al mismo tiempo la
secuencia de la discusión a través de la exposición de ideas (252-253).
Por otra parte, dentro de esta pedagogía
vivencial, el diario de campo es un valioso instrumento en el marco del taller
I (Figura 4). Este se convierte en un instrumento de registro y
sistematización, donde las personas estudiantes realizan una discusión
teórico-metodológica del curso, además de una autorreflexión sobre las propias
percepciones y comportamientos cotidianos relacionados con las temáticas
desarrolladas.
Interesa que durante el ciclo lectivo se
responda a preguntas diversas y que el estudiantado logre una profundidad mayor
en sus reflexiones. Durante el semestre, el diario de campo se entrega dos
veces para recibir realimentación por parte de la docente, específicamente,
este instrumento de registro se estructura de la siguiente manera: a) capacidad
de análisis según bagaje teórico- metodológico y ético-político, b) reflexiones
personales y exteriorización de emociones (sentimientos), así como cambios a
nivel de comportamiento, y c) autoevaluación en cuanto al desempeño personal y
grupal.
Figura
4. Ejemplo de reflexión en el Diario de Campo
Fuente: Extracto del diario de campo de
una estudiante matriculada en el taller I. 2022.
Finalmente, también se trata de que el
estudiantado reflexione sobre los componentes éticos de su trabajo con
poblaciones locales. Para ello, la lectura de Paniagua Arguedas (2012) es
fundamental, ya que se desarrollan aspectos relacionados con la finalidad del
trabajo con comunidades. Esta dimensión del trabajo incluye una reflexión
constante alrededor de la pregunta: ¿quién es el otro para quien
investiga/trabaja? y ¿quién es quien investiga para la gente?, cuya respuesta
dependerá de la relación e interacción entre facilitadores (estudiantes) y la comunidad
(Paniagua Arguedas 2012, 42).
Es debido a lo anterior que la discusión
con respecto al quehacer profesional debe retomar discusiones éticas sobre los
propios valores y los valores comunales. Finalmente, el asumir la dimensión
ética implica reconocer que la persona estudiante o profesional, se encuentra
en una posición de poder, y que esto implica una responsabilidad con otras
personas; es así como debe abstenerse de hacer un uso inadecuado de su posición
en perjuicio de las personas o comunidades (Paniagua Arguedas 2012, 43). De
acuerdo con la autora, esto lleva a cuestionar lo siguiente: «para quienes trabajan.
El investigador no es neutro. ¿Al servicio de quién se implica? Esta toma de
posición, lejos de ser cómoda, necesita un trabajo permanente de reflexión
crítica del investigador sobre las implicaciones teóricas y metodológicas de su
intervención en el proceso de investigación-acción» (Le Boterf,
1986: 32 citado en Paniagua Arguedas 2012, 43). Preguntas que se motivan sean
respondidas en los diarios de campo del estudiantado.
Conclusión
Con esta práctica académica se corrobora
que la persona docente es la responsable de lograr la mediación entre la
cultura y los procesos de aprendizaje del estudiantado, por lo que propone
experiencias para actuar sobre los contenidos de estudio, sugiere nuevas formas
de aprender y promueve la problematización. Por su parte, la persona estudiante
es la pieza principal en los procesos de enseñanza y aprendizaje, es creadora,
comprometida, interesada y dinámica; participa en la selección de objetivos,
contenidos y experiencias educativas (Francis Salazar 2015, 84).
El taller I parte de una pedagogía
constructivista en donde es necesario identificar el imaginario social, lo cual
permite fomentar canales de comunicación más fluidos; un eje fundamental es que
las personas estudiantes logren cuestionarse la percepción sobre sí mismas con relación al ambiente y los
roles que asumen
o desempeñan para, con ello, reinterpretar
dichos significados, los cuales pueden sufrir cuestionamientos, alteraciones, o
cambios. El propósito final es que el estudiantado logre generar cambios
positivos en la interrelación con el ambiente en el que se habita y en la
interacción con las comunidades y poblaciones con las que se interviene.
La dimensión ética del profesional en
Trabajo Social debe ser analizada prioritariamente en este nivel de la práctica
académica, ya que no es neutra, es decir, las acciones u omisiones demuestran
un posicionamiento determinado. Por eso, es importante, dentro del proceso
pedagógico, una autoevaluación y problematización constante.
Finalmente, el papel de la universidad en la
formación de profesionales es fundamental, y la práctica académica es crucial
en tanto se convierte en un espacio articulador entre territorios, instituciones
estatales, organizaciones sociales, organismos internacionales, etc.; en
procura del mejoramiento de las condiciones de vida de distintas poblaciones.
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