El río Colima y su aprovechamiento: El Chanal,
un sitio en el Valle de Colima
The Colima River and its use: El Chanal,
a site in the Colima Valley
Andrés Saúl
Alcántara Salinas
Instituto
Nacional de Antropología e Historia, Colima, México
https://orcid.org/0009-0006-7529-6215
Cómo citar:
Alcántara Salinas, Andrés Saúl. 2025. «El río Colima y su
aprovechamiento: El Chanal, un sitio en el Valle de Colima». Revista Reflexiones. Dossier Especial.
104. DOI 10.15517/rr.v104i1.63441
Resumen
Introducción: El desarrollo del Chanal fue una cultura en el Valle de Colima que
trascendió no sólo en esta área, sino que su influencia abarco desde la costa
de Manzanillo, hasta Ciudad Guzmán. Se trata de una cultura con influencias
mesoamericanas, pero que cuenta con un desarrolló particular, tanto en su
patrón de asentamiento, como en la edificación de elementos arquitectónicos,
aprovechando las particularidades del entorno, donde el río Colima jugo un
papel destacado para logarlo.
Objetivos: Contribuir en la investigación y difusión de los trabajos que se
realizan en el Centro INAH Colima, tomando en cuenta los objetivos
institucionales, donde la protección, conservación, investigación y difusión
del patrimonio arqueológico de nuestro país a partir de los resultados del
Proyecto Arqueológico El Chanal.
Método: Se parte del estudio de caso, de uno de los sitios del posclásico del
Occidente Mesoamericano, donde los datos que se abordan forman parte de las
investigaciones de nueve temporadas de trabajo de investigaciones arqueológica.
Resultados: La obtención de información de una cultura, cuya existencia era
desconocida y que ha permitido ver el gran conocimiento que tenían de su
entorno y la manera de su aprovechamiento, alcanzando a ser una de las culturas
más importantes en el occidente mesoamericano.
Conclusiones: El dar a conocer en foros internacionales el patrimonio de una nación,
siempre trae beneficios para todas las partes, pues se genera una
retroalimentación de conocimientos entre los participantes, las cuales ayudan a
mejorar los procesos en la investigación y con ello mejores resultados a
futuro.
Palabras clave: Proyecto arqueológico El Chanal,
Posclásico, Occidente, Colima, Río.
Abstract
Introduction: The development of Chanal, a
culture in the Colima Valley that transcended not only this area, but its
influence spanned from the coast of Manzanillo to Ciudad Guzmán. It is a
culture with Mesoamerican influences, but that has a particular development, both
in its settlement pattern and in the construction of architectural elements,
taking advantage of the particularities of the environment, where the Colima
River played a prominent role in achieving it.
Objectives: Contribute to the research and
dissemination of the work carried out at the INAH Colima Center, taking into
account the institutional objectives, where the protection, conservation,
research and dissemination of the archaeological heritage of our country based
on the results of the Archaeological Project El Chanal.
Method: The starting point is a case
study of one of the postclassic sites of Western Mesoamerica, where the data
addressed are part of the investigations of nine seasons of archaeological
work.
Results: Obtaining information about a
culture, whose existence was unknown and which has allowed us to see the great
knowledge they had of their environment and the way in which it was used,
becoming one of the most important cultures in the Mesoamerican West.
Conclusions: Publicizing the heritage of a
nation in international forums always brings benefits to all parties, since
feedback of knowledge is generated among the participants, which helps to
improve research processes and thus better results. future.
Keywords: Chanal, Postclassical, West, Colima, River.
Introducción
La relación de los
grupos humanos con los cuerpos de agua ha estado presente en todas las etapas
de la humanidad, ya que estos elementos espacios naturales son parte
fundamental para el desarrollo y sobrevivencia de todas las sociedades. En este
sentido, los asentamientos humanos y su distribución en gran parte del mundo
tienen que ver con la presencia de cuerpos de agua.
Un ejemplo de ello
es el asentamiento ubicado en el Valle de Colima, en el estado mexicano homónimo,
el cual fue colocado en las dos márgenes del río Colima, el cual es el
principal afluente de agua al interior del valle. Se trata de vestigios
patrimoniales que conforman el Sitio Arqueológico El Chanal y que, según el primer
registro arqueológico del sitio, efectuado en el año de 1988, presentaba una
extensión total como área de monumentos de 188 hectáreas, con presencia de
arquitectura monumental y un patrón de asentamiento relacionado directamente
con el río Colima.
Esta gran área de
vestigios patrimoniales, donde se desarrolló un núcleo poblacional de gran
importancia e influencia cultural, la cual, según los datos registrados en los
trabajos efectuado por los arqueólogos, Juan Carlos Olivares y Judith Galicia. Mencionan la presencia de materiales
relacionadas con esta cultural conocida como Chanal, la cual se identifica desde
la costa pacífico en Colima y llega hasta la parte bajas del volcán de Colima,
específicamente en los terrenos asociados con Ciudad Guzmán, en el estado
vecino de Jalisco. Esto habla de que el área monumental del Chanal conformó un
lugar de importancia para esta cultura que se desarrolló en una gran extensión
de los actuales territorios de Colima y una parte de la del vecino estado de
Jalisco (Olivares y Galicia 2010, 14).
La importancia de
este sitio en la región tiene que ver con las características arquitectónicas
existentes, su distribución espacial y las funciones que tenía este gran centro
urbano, como lo es el área de culto; como lo menciona Kelly, que se trata del
único sitio en el estado con las características necesarias para ser
considerado como «Centro Ceremonial» (Kelly 1980, 11). Ella a partir de sus estudios
en el sitio, hace referencia que, en algunas estructuras, se tiene la presencia
de piedras labradas y decoradas con elementos incisos donde, muchas de esas
imágenes presentan la iconografía de diversos Dioses Mesoamericanos; lo que le
da la pauta para asociar la presencia de los Dioses en estos espacios.
La cronología que
se asocia a El Chanal, corresponde al periodo Posclásico Mesoamericano, el cuál
fue fechado por parte de Isabel Kelly, por medio de C14, obteniendo registros que
van del año 1290 al 1460 d. C. (Kelly
1980). Esto da un marguen de desarrollo en el tiempo de aproximadamente 280
años, en los cuales los grupos que habitaron este centro urbano, aprovecharon por
medio de su cultura y conocimientos las bondades de la presencia del río, donde
el agua fue un factor de cohesión y culto. El presente trabajo, hará referencia
a la importancia que generó el río y la utilización de este recurso para el
desarrollo de este espacio.
Área
de estudio
De acuerdo con los registros arqueológicos, el Sitio Arqueológico El
Chanal, es por su extensión, el asentamiento prehispánico más grande del actual
estado de Colima, como se mencionó, al
momento de su registro en el Atlas Arqueológico Nacional, se registró con una superficie total
de 188-19-30; registro que quedó a cargo del arqueólogo Nicolás García en el
año de 1982 (Alcántara 2010, 3) y su extensión se encuentra presente en ambas márgenes
del Río Colima o Verde
La zona arqueológica de El Chanal se ubica sobre la ladera sureña del
Volcán de Fuego, en el extremo centro norte del Valle de Colima, por lo que se
muestra como un plano inclinado norte-sur; el sitio se encuentra entre las coordenadas
UTM: Vértice NO= E636100 N2134900;
Vértice NE= E637425 N2134000; Vértice SE= E636700 N2132890; Vértice SO= E635300
N2133800 (Olay 2000, 1).
Actualmente el área mencionada, se ha visto reducida a causa de diversos
factores relacionados con la modificación de uso de suelo a consecuencia de
necesidades de infraestructura habitacional, lo que provocó la modificación de
la poligonal original en el año de 2011, dando como resultado la protección de
tres polígonos que buscan resguardar el patrimonio arquitectónico existente en
ellos. En estos polígonos se priorizó la protección de las zonas de vestigios
arqueológicos con el mayor grado de conservación de vestigios arquitectónicos,
poligonales que quedaron registradas y debidamente incorporadas en el sistema de
Registro Arqueológico Nacional, lo que da certeza para su protección (Figura 1).
Las superficies que ocupan las
zonas protegidas, presentan en su interior espacios ceremoniales, plazas,
altares centrales e incluso, algunos juegos de pelota los cuales destacan por
su complejidad y su volumen, pero existen además otros muchos elementos
arquitectónicos que aún están por definirse. La mayor parte del área protegida
se encuentra sin explorar por medio de excavaciones controladas; hasta ahora
solo se han explorado poco menos de 4 hectáreas las cuales ponen de manifiesto
la importancia de la sociedad que se asentó en estos espacios. Esto claramente
observable en el área abierta al público, donde se han realizado hasta el
momento nueve temporadas de exploraciones arqueológicas, bajo el Proyecto
Arqueológico El Chanal. Los polígonos mayores que aún no son propiedad de la nación
son propiedades particulares o pequeñas propiedades, por lo que aún está en la
espera de su intervención, recuperación y estudio.
Figura 1. Polígono envolvente de la Zona
arqueológica, el Chanal.
Fuente: Elaborada por la Dirección de
Registro Público de zonas Arqueológicas en el año de 2011.
Al ser un sitio que está siendo investigado, muchos de los datos que se
utilizarán pare el presente trabajo, corresponden a los obtenidos en las nueve
temporadas de trabajos arqueológicos realizados hasta la fecha en lo que es el
área abierta al público.
Antecedentes
El conocimiento de la existencia
de este espacio como área de depósito de un gran acervo patrimonial, presenta
una larga historia y las referencias de su existencia son por más de 80 años de
que el INAH sabe de su existencia. Pero este tiempo va más atrás, si se toman
en cuenta el esfuerzo realizado por miembros de la sociedad civil, quienes
hicieron patente esta existencia, incluso antes de la creación de nuestra
institución. Estos se direccionaron de acuerdo
con sus planteamientos, los que lograron que el INAH pusiera ojos y diera
atención a este importante sitio arqueológico.
Por otra parte, los trabajos que el
INAH ha estado desarrollando en el tema de estudio, protección, conservación y
difusión de este sitio, cuentan con una larga referencia de intervenciones de
investigación, con lo que cumple sus funciones por las que esta institución fue
creada, atendiendo de la mejor manera a uno de los sitios arqueológicos
monumentales más importantes, no solo del estado, si no del país.
Los primeros reportes de la
existencia de materiales arqueológicos en Colima, se encuentra en los escritos
de Manuel Payno, donde a principios del siglo XX, hace mención que, en las
distintas fiestas regionales, eran exhibidas piezas cerámicas que él denomina
como «muñecos de barro de Colima», los cuales eran puestos a la venta; marcando
con ello un naciente interés de la ciudadanía por la obtención de dichos
objetos de barro (Olay 1997, 77).
Siguiendo las referencias que Olay
menciona en sus trabajos, da cuenta también de los reportes sobre los vestigios
arqueológicos de la región, realizados en diversos trabajos y reportes por
diversos viajeros, entre los que se encuentra el visitante alemán Carl Lumhots,
quien público en el año de 1904 sus impresiones de la región, Los resultados de
su viaje apuntan que, si bien no llegó a
Colima en sentido estricto, llego a visitar Tuxpan, Tamazula y Zapotlán, áreas
cercanas al volcán de fuego, donde los lugareños le llevaron a una excursión al
pie del volcán. En estos lugares si se pudo registrar montones de piedras, como
el las llamó, las cuales para el eran restos de diversas fortalezas y donde
recogió diversas rocas con la imagen de Tláloc (Olay 1997, 78-80); de la
publicación de Lumhots, Olay extrae una imagen donde se muestran piezas de
cerámica y líticas diversas (Olay 1997, 82); la imagen que muestra,
corresponden a dibujos de materiales muy semejantes a los encontrados en el
Sitio El Chanal, lo que las convierte en las primera identificación de
materiales asociadas a esta cultura.
Siguiendo la síntesis histórica de
la arqueología de Colima, elaborada por
Olay, destaca entre los antecedentes, lo acontecido en el año de 1911,
cuando con la idea de consolidar las colecciones del recién Museo Nacional de
Arqueología, Etnografía e Historia de la Ciudad de México, el entonces director
de esa institución y el subsecretario de educación, realizan un viaje a varias
zonas de Colima, entre ellas Manzanillo, Comala y Colima, de donde se
percataron de la gran riqueza, diversidad y abundancia de restos culturales de
lo que ellos llamaron en ese momento, como una “civilización desconocida” (Olay
1997, 83-84 ). Esto tiene razón de ser, ya que, en esos momentos de la
historia, los trabajos de investigaciones arqueológicas eran muy escasos,
aunque el interés por crear un nacionalismo basado en mitos de grandes culturas
ancestrales estaba en boga y se buscaba recuperar de cualquier región del país.
Este proceso careció de evidencia, pues en ese momento no se tenía ninguna
referencia de las culturas que las crearon.
Para la Olay, el primer reporte
totalmente arqueológico sobre hallazgos arqueológicos, es el que realiza el
arqueólogo alemán Eduard G. Seler. Él por una casualidad llegó a Colima y de la
mano del Dr. Miguel Galindo, lo llevó a visitar en las faldas del volcán de
Fuego. Allí, presenciaron en ese viaje las evidencias de lajas labradas en bajo
relieve, las cuales fueron publicadas en los Anales del Museo de Nacional en el
año de 1903, donde Seler le da el crédito del reporte de la existencia de estas
piezas al Dr. Galindo y J. Rivera Rosas (Olay 1997, 84-85). Cabe mencionar la
importancia que da este hecho, pues se trata del primer reporte con bases
científicas realizado por un especialista en materia arqueológica, pues se da
certeza de la existencia de una cultura prehispánica en la zona de Colima.
Es a partir de estos primeros
reportes científicos sobre civilizaciones desconocidas, que se da un gran
interés por parte de algunos personajes en Colima, por el conocer, estudiar y
reportar la importancia de los restos materiales existentes en este estado. En
ese sentido Miguel Galindo fue el primero quien da relevancia a los restos
patrimoniales. Él investiga y registra la presencia de estos elementos a lo
largo del estado. Proporciona resultados de sus estudios y reportes un
documento, el cual se considera el primer atlas de localización de sitios
arqueológicos en Colima. Este lleva el nombre de “Bosquejo de la geografía arqueológica
del estado de Colima”, publicado en el año de 1922, en los llamados Anales del
Museo Nacional de Antropología, Historia y Etnografía.
En esta obra, Olay menciona que
registra 17 sitios para el estado, donde para el Valle de Colima colocó 9 de
ellos. Sitios como el de Almoloyan y la Campana fueron descritos por Galindo. Refiere
que como parte de sus características, es que se presentan en dichos espacios,
diversos montículos, de forma cuadrada, en los cuales se podían distinguir la
existencia de muros, así como la presencia de huilanches «metates», morteros,
cantaros de barro, figuras humanas de ambos sexos también hechas de barro y la
presencia de espacios ahuecados en el subsuelo, donde se localizan cuerpos
humanos que presentan diversas piezas que los acompañan, tanto de barro, como
de piedra (Olay 1997, 88).
Olay desataca en sus trabajos,
que fue Galindo quien hace mención por primera vez en su importante trabajo, de
la presencia del lugar conocido como El Chanal, un sitio que se ubica en la
margen este del río Colima. Este espacio anteriormente mencionado, cuenta con elementos
que el nombra montículos, describiendo también la existencia de cimientos de
lodo y piedra, así como la presencia de muchas piedras labradas con figuras
diferentes, de donde destaca la presencia de una enorme rana labrada en uno de
los montículos y otras muchas piedras trabajadas con la imagen del dios Tláloc.
En tanto los vestigios que
localiza en la margen oeste del río Colima, los señala como el sitio de los
Pastores y el Potrero de los eneficios, en los cuáles identifica también gran
cantidad de cimientos de lodo y piedra. Eran
visibles aun con la siembra que se tenía en el lugar (Olay 1997, 88). Lo
señalado sobre el Chanal es de suma importancia, debido a que el da relevancia
a este tipo de vestigios, indicando que se tratan de estructuras hechas por el
hombre antiguo y, actualmente a los restos materiales arqueológicos que se
localizan en la margen este del río Colima, se les identifica como Chanal este,
en ato a los que están en la otra margen del río, como Chanal oeste.
Continuando con las aportaciones del Galindo,
Olay menciona nuevamente que fue el primero en realizar el intento de
clasificación de los objetos cerámicos identificados, los agrupó a partir de un
criterio utilitario «uso común en la vida cotidiana de las comunidades» y en un
uso ideológico, donde las piezas mostraban arte y un simbolismo religioso. De
igual manera, hace un intento por clasificar los elementos hechos en piedra En
ellos veía una función ideológica, donde en estos objetos se expresaba las
maneras de representar tanto hombres y animales (Olay 1997, 89-92).
El interés y sus deseos de tratar
de hacer una interpretación de las culturas que habitaron la región, Olay
señala que Galindo se aventuró en una publicación posterior. Realizó una serie
de interpretaciones que buscaban hablar de la historia prehispánica de Colima,
donde menciona los procesos sociales que para él se fueron dando a lo largo del
tiempo. Con esto, afirmó que fueron los grupos chichimecas quienes habitaron
Colima; entre otras importantes interpretaciones, formuladas de acuerdo con las
ideas de la época y a los conocimientos que existían sobre el particular. En
esta obra, vuelve a referirse a los sitios localizado en el Chanal, los
Pastores y la Capacha, donde señala que las extensiones de estos eran enormes. Identifica
que los límites de estos rondaban hasta las cercanías de las laderas del Volcán
de Colima (Olay 1997, 92-96). Esta referencia que señala Olay es muy importante
para la identificación del actual sitio arqueológico El Chanal, ya que, al
momento del primer registro arqueológico hecho por INAH, la extensión
considerada para este, fe de 188 hectáreas que se localizaban en ambas márgenes
del río Colima.
Cabe señalar que el interés
existente por los hallazgos a partir de los trabajos desarrollados por Galindo,
hizo que muchas personas se interesaran en el tema, al grado que el entonces
gobernador del Estado, Sr. Laureano Cervantes, expidió la Ley sobre Protección
y Conservación de Monumentos y Bellezas Naturales del Estado de Colima, la cual
se publica en el año de 1931 (Olay 1997, 96-97). Esto puso a Colima entre los
estados con un interés genuino en proteger su patrimonio, adelantándose a lo
que sería la creación del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el
año de 1939.
Otro de los investigadores que
genera aportaciones considerables en los estudios del occidente en Colima es elantropólogo
y arqueólogo Hans Dietrich Disselhoff. Él
realizó una visita a Colima y la región, dando como resultados la una primera
clasificación de las tumbas prehispánicas del territorio de Colima (Olay 1997,
97-98). Estos trabajos han permitido ser la base de las investigaciones
realizadas en el occidente, en lo que se refiere a lo que ahora se le denomina
la Cultura de Tumbas de Tiro. Este trabajo se publicó en año de 1932, con lo
que se ve parte de los antecedentes de las primeras investigaciones científicas
en Colima.
Con el interés colectivo por los
vestigios arqueológicos que se encontraban en el subsuelo del territorio de
Colima, no solo se dieron manifestaciones de interés por la protección y
conservación de este importante patrimonio, sino también se dieron
comportamientos contrarios a la conservación, ya que se a partir del
coleccionismo constante por piezas del occidente. Esto generó que se presentara
un fenómeno de saqueo y destrucción de diversos contextos existentes, lo que
ponía en peligro la conservación del patrimonio de Colima. Debido a esto último,
es que la sociedad de Colima, espacialmente aquellas personas interesadas en la
cultura fueran las que se agruparon y fundaran lo que se denominó como “La
Sociedad de Exploraciones y Estudios Arqueológicos de Colima”, esto en el año
de 1943, la cual estuvo presidida por Aniceto Castellanos (Olay 1997, 149-150).
El interés por la investigación
arqueológica se incrementó y quien desde los años 1939 inició investigaciones
arqueológicas en el denominado Occidente Mesoamericano fue Isabel Kelly. Realizó diversas incursiones en estos
territorios, esto figura como un logro para Colima: dejar una herencia que
hasta ahora forma parte de los estudios básicos en los arqueólogos que
laboramos en este estado. Sus investigaciones que realiza por más de 30 años,
la llevaron a explorar e investigar gran parte de Colima y en especial en el
Valle de Colima. Obtuvo por medio de la identificación de materiales cerámicos,
la secuencia cronológica de las diferentes fases de ocupación humana, en el
Valle de Colima, mismas que se plasman en su última publicación denominada: «Ceramic
sequence in Colima: Capacha, and early phase».[1]
Para la elaboración del
mencionado libro, Isabel Kelly trabaja en diversos sitios arqueológicos, entre
los que se encuentra El Chanal, donde ella percibe a una cultura muy importante
y dadas sus características arquitectónicas visibles desde superficie, así como
los materiales arqueológicos asociados a estos elementos arquitectónicos. A
todos ellos los considera como el único sitio en el estado con las
características necesarias para ser considerado como “Centro Ceremonial”; de
igual manera hace referencia a la existencia de por lo menos cinco pirámides
con presencia de piedras labradas y decoradas con elementos incisos (Kelly
1980, 11). En el caso particular de este sitio, Olay refiere que trabajo en
tres áreas del Chanal, dos en la margen Oeste del sitio «Chanal Oeste». Uno
correspondió a un cementerio que estaba siendo saqueado en los terrenos
denominado Los Eneficios, donde los pobladores le comentan de los grandes
hallazgos que obtuvieron los denominados “Moneros” (saqueadores), cantidad
enormes de tumbas y un número considerable de esculturas de barro recubiertas
con laminillas de oro, vasijas policromas y osamentas humanas (Olay 2012, 122).
Quiero destacar que, con las observaciones vertidas por lIsabel Kelly al
momento de sus investigaciones, se manifiesta la gran riqueza de vestigios que
se encontraban en este importante sitio y que fueron irremediablemente perdidos
par siempre, quedando muchos de ellos en colecciones particulares del país y
del extranjero.
Es también la
Isabel Kelly quien a partir de sus investigaciones quien coloca a la Comunidad
el Chanal, como la heredera de un patrimonio cultural único. Ella a partir de
las características en los materiales arqueológicos recuperados en esta
población les coloca el nombre de Periodo Chanal y que les da una
periodificación de entre los años 1200 al 1400 d.C. (Kelly 1980, 11).
Gracias al interés de la Sociedad
de Exploraciones y Estudios Arqueológicos de Colima en la protección del
patrimonio arqueológico existente en el estado, se logra la intervención del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, para atender las necesidades de
protección, investigación y conservación del sitio El Chanal. De esta manera se
comisiona al primer arqueólogo del INAH, para realizar las acciones necesarias
en lograr la conservación de uno de los vestigios patrimoniales de mayor
relevancia en el estado, el cual estaba siendo afectado por constante saqueo y
destrucción.
En l 1944,
cuando el INAH comisiona al arqueólogo Vladimiro Rosado Ojeda, quien trabajaba
en la Dirección de Monumentos Prehispánicos, para asistir a Colima y realizara
estudios amplios de la arqueología de la región y en espacial, hiciera una
evaluación de lo que estaba ocurriendo en la comunidad de el Chanal. A partir
de este primer acercamiento Ojeda, después de evaluar las características del
sitio el Chanal y su problemática, se propone de manera conjunta entre la Sociedad
de Exploraciones y Estudios Arqueológicos de Colima, el INAH y los profesores
del magisterio, quienes contribuyeron económicamente, mediante la recaudación
de fondos eventos organizados, tanto deportivos, tertulias y bailes, haciendo
posible con ello, el primer trabajo arqueológico institucional en el Chanal
(Olay 1997, 154).
De esta manera en 1945 se inician
los primeros trabajos de investigación en el sitio, los cuales se realizan en
dos temporadas de exploraciones. Los trabajos se centraron en la excavación,
restauración y consolidación del templo principal, el cual presentaba una planta
piramidal con una fachada de acceso y una escalinata construida con sillares de
roca, a los cuales se les realizaron diseños en alto relieve, formando glifos.
Los diseños correspondían a deidades del panteón mesoamericano, entre los que
se encontraba la iconografía del dios Tláloc, así como de otros elementos
simbólicos, los cuales se asocian a elementos calendáricos (Olay 1997, 160).
La estructura
trabajada por Rosado Ojeda forma parte del conjunto denominado como Plaza del
Tiempo el cual está constituida por un total de 4 estructuras y un muro que
forma la gran terraza que da forma y sustento a la plaza. La estructura
actualmente lleva el nombre de estructura 1 o templo principal. Se trata de un
basamento piramidal de planta rectangular, constituida por tres cuerpos
escalonados, al oeste del elemento presenta su acceso, el cual se encuentra
conformado por una escalinata, la cual está delimitada por dos alfardas adosada
al cuerpo de la estructura; actualmente solo presenta 7 escalones, 3 de ellos
incompletos. En el costado este presenta una pequeña banqueta adosada de forma
irregular; al norte también existe una ampliación a manera de dado. Su
dimensión es de 14.58 m norte sur, de 16.26 m este oeste y una altura máxima de
4.38 m.
Con los
trabajos desarrollados por Rosado Ojeda, se logró poner en claro por primera
vez, que las lomas existentes en el Chanal corresponden a montículos o
elevaciones en el terreno. Estas fueron edificadas por grupos humanos en época
anterior a la llegada de los españoles; de esta manera se tiene el primer
registro arqueológico donde se puede ver de manera concreta las evidencias
arquitectónicas existentes bajo la superficie del suelo, dejando ver la
importancia que tiene este sitio. Existen
aún una gran cantidad de estructuras aun enterradas por el paso de los años,
que se encuentran en espera de ser estudiadas, conservadas y protegidas de la
destrucción por la expansión urbana o por las personas que aún se dedican a la
actividad del saqueo.
Con la descentralización que se
da en el INAH a causa de la necesidad de responder a las problemáticas de
saqueo y destrucción del patrimonio arqueológico en diversos estados del país,
llega al Occidente el denominado Centro Regional de Occidente, una dependencia
que buscaba atender las necesidades de instigación y protección del patrimonio,
pero dado que la ubicación de esta dependencia se encontraba en Guadalajara,
Jalisco, se generaron dificultades para su correcta función. El territorio que tenía
que atender para su protección y cuidado, abarcaban un rango de acción extenso,
el cual se conformaba por los estados de Nayarit, Jalisco, Michoacán y Colima
(Olay 1997, 208); cabe mencionar que estos centros regionales fueron creados en
el año de 1970.
En términos funcionales, este centro
de investigación trabajaba muy concretamente en Jalisco, siendo muy difícil por
cuestiones operativas y de presupuesto el poder atender toda su área de acción.
En Colima se realizó solamente un trabajo de rescate arqueológico. Se desarrolló en la población del Moralete y
un segundo trabajo que consistió en la realización de lo que fue el guion
museográfico del Museo de las Culturas de Occidente, el cual le fue asignado
para su elaboración al notable Arqueólogo Otto Shöndube (Olay 1997, 209).
Dada la importancia en Colima de los
vestigios arqueológicos, así como gran saqueo que se estaba registrando, es que
el INAH decide la creación de un Centro INAH exclusivamente para este estado. Esto
con la idea de tener presencia institucional e iniciar los trabajos que
permitieran la protección del patrimonio provocada por la proliferación en la
actividad de saqueo en todo el estado. De esta manera, para el año de 1983, se realiza oficialmente la creación del Centro INAH Colima.
Se empieza a intervenir de manera
positiva en la conservación, protección, investigación y difusión del
patrimonio arqueológico e histórico que en el estado existiera.
El primer
intento por trabajar la zona del Chanal por parte del Centro INAH Colima y
buscar su protección, lo realiza Fernando Fuentes, en el año de 1985,a partir
de un plan global de inversión Federal en el denominado “Plan Colima”.
Entre los años
1986 y 1987, se realizan en Colima los trabajos del Proyecto denominado Atlas
Arqueológico Nacional, donde se obtiene el registro de un total de 278 sitios
arqueológicos en todo el estado. Este proyecto se basó en el registro de
aquellas zonas donde se presentaban evidencias de presencia de vestigios arqueológicos,
esto a partir de la utilización de diversas técnicas de registro e
investigación, entre la que se encuentran la denominada fotointerpretación,
mapeo y levantamientos de croquis. Estas permitieron contar con un registro que
lograba identificar diversos sitios con presencia de vestigios arqueológicos
(Olay 1997, 219).
De acuerdo con
los datos recabo en el Archivo Técnico de Arqueología y posteriormente en los
archivos de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas
Arqueológicas, se señala que el Plano de delimitación de la Poligonal
envolvente de protección del sitio El Chanal, fue elaborados en el año de 1982,
el cual fue llevado a cabo por el arqueólogo Nicolás García y donde se señala
los límites de la poligonal señalados en un cuadro de construcción (Alcántara
2010, 3).
En el año 1981,
nuevamente el INAH asigna a un arqueólogo para realizar la delimitación y
descripción detallada de las condiciones y características que presentaba el
sitio, asignando estas labores al arqueólogo Nicolás García, quien al término
de sus trabajos hace diversos señalamientos acerca del sitio. Destaca un patrón
de asentamiento extenso, que abarca una superficie de 188 hectáreas, las cuales
se ubican en la margen Este y Oeste respectivamente al río Colima. En la parte
Este identifica un conjunto arquitectónico constituido por cinco pirámides, las
cuales se encontraban sobre una gran plataforma que les daba soporte para
formar dos grandes plazas, en una de ellas es donde se localiza la estructura
que trabajo Vladimiro Rosado en el año de 1945. Detalla un patrón de
asentamiento donde las estructuras se encuentran más concentradas al centro del
sitio en conjuntos de planta rectangular, en tanto en las orillas, su
distribución es más dispersa. Por último, menciona que muchos de los conjuntos
son de uso habitacional, donde observa diversos talleres de lítica tallada de
obsidiana.
De igual manera
menciona que, el sitio tiene una serie de plazas rodeadas por cuatro
estructuras de forma rectangular de regular tamaño. Existen plataformas
grandes, pequeñas, montículos cuadrangulares, pirámides asentadas sobre
basamentos piramidales y plataformas, adema se encuentra lo que es un juego de
pelota en forma de “I” latina. Esta descripción es muy acorde con lo que ahora
se conoce y se puede ver en el área abierta al público (Expediente Técnico de
la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del INAH,
1981).
Para el año de
1992, se autorizó el inicio de los trabajos de exploración de la zona
arqueológica del Chanal, a cargo de la Arqueóloga Ma. de los Ángeles Olay
Barrientos. Ella realizó 6 temporadas de trabajo, liberando y abriendo al
público una parte considerable la zona arqueológica protegida y abierta al
público, la cual corresponde a poco más de cuatro hectáreas. Además de que con
dichos trabajos se obtuvieron avances significativos en los conocimientos de
los procesos culturales ocurridos en este sitio arqueológico, haciendo patente
la importancia y singularidad de este espacio patrimonial. De igual manera es
ella quien inicia con los trámites necesarios para lograr la declaratoria como
sitio arqueológico por parte de Presidencia de la República. Se entregó el
denominado expediente técnico que ella realizó en el año del
2000, y que fue entregado a la Dirección de Registro Público de Monumentos y
Zonas Arqueológicas, el 30 de junio del año 2000, al entonces subdirector de
Registro de Monumentos Inmuebles (Alcántara 2010, 16).
A partir del
año 2008, la dirección del Proyecto Arqueológico y de la responsabilidad del
sitio, pasa a cargo de quien suscribe, desarrollando a lo largo de los años y
hasta el momento, tres temporadas de trabajos arqueológicos al interior de la
zona abierta al público. Estos se realizaron
de manera continua desde ese mismo año, con los cuales se recuperó información
relevante sobre los procesos culturales que se desarrollaron en época
prehispánica, donde se reportaron diferentes sistemas constructivos, se
realizan estudios tafonómicos y del sistema funerario. Se trabaja en la
identificación, conservación y estudio de los diferentes materiales recuperados
en las tres temporadas efectuada, donde se destacan diversas piezas cerámicas
que resaltan las técnicas de manufactura y de decoración utilizadas en estas
piezas. Del mismo modo a lo largo de
esos años, se ha trabajado en la solución de diversas problemáticas y
necesidades al interior del sitio, los cuales van desde las labores cotidianas
de mantenimiento menor en la zona de monumentos arqueológicos, se ha buscado la
gestión para lograr adecuaciones en la infraestructura, tanto en las bodegas,
oficinas y área de servicios. Las adecuaciones en la poligonal de protección,
así como realizar labores de vigilancia en las áreas protegidas son realizadas,
con la idea de que se conserve el área de monumentos de los tres polígonos de
protección con que cuenta este sitio.
Marco teórico
Hablar de la relación del ser humano con el agua, es tener presente en
la gran necesidad de los seres vivos por contar con ese líquido de vida, por lo
que su relación está estrechamente ligada desde que el ser humano se encuentra
presente en la tierra. Existen diversos estudios y propuesta teóricas
relacionadas con esta relación y el ser humano aprovecha el uso y control de
agua para su desarrollo, logrando la conformación desde pequeñas aldeas, hasta
verdaderos centros urbanos asociados a diversas fuentes de agua (Rojas 2009,
157).
Hay diversas teorías disponibles referentes al desarrollo de las
sociedades, muchas se refieren al agua como el factor que hace posible la
aparición de ciudades y de grandes civilizaciones, como los señala Ángel Palerm
(Palerm, 1973, 28). Por otra parte, para Teresa Rojas, complementa los postulados
de Palerm, considerando que para Mesoamérica los sistemas hidráulicos no
constituyeron el sistema de producción prioritario, como en Asia, ya que, en
estas tierras no solo se tenía el desarrollo tecnológico de irrigación como uso
y control dominante, sino que este desarrollo se complementaba con el uso de la
agricultura de temporal, así como de la caza, pesca y el intercambio comercial
(Rojas, 2009, 158).
En lo que se refiere a la cuestión simbólica del agua en las culturas de
Mesoamérica, Teresa Rojas menciona que la conjunción de todos los usos,
beneficios y controles que acarreaba el agua en estas culturas y el poder
inmenso «tanto de destrucción y de fenómenos inexplicables de su presencia en
diversos escenarios terrestres», era inevitable la asociación directa de una
veneración al agua. El agua se inserta en el discurso metafórico, el ver a este
elemento como:
“…elemento
de comunicación entre la naturaleza, el hombre y la naturaleza, encarnada en el mundo de los dioses.”
(Rojas 2009, 163)
En el área de Mesoamérica, se han identificado diversos desarrollos
culturales con un alto grado de capacidad, denominados como “alta cultura”,
manifestaciones que están ligadas con ciertos tipos de producción agrícola,
donde se ven implícitos las formas de organización social y los avances
tecnológicos como base del económica de las comunidades. En algunas de las
zonas de Mesoamérica, se ha ligado este desarrollo con el manejo de los
sistemas hidráulicos y de irrigación, los cuales dan como resultado,
denominando a estos grupos como sociedades hidráulicas y para el Jorge Angulo,
este último se presenta exclusivamente en el periodo considerado como periodo teocrático
o militarista que se dan en las denominadas etapas cronológicas del Clásico y
Postclásico (Angulo, 1988, 38-39).
Es a partir de las diversas ideas postuladas por las anteriores personas
investigadoras, es que podemos pensar que el Sitio Arqueológico El Chanal. Corresponde
a un grupo cultural de gran desarrollo social y tecnológico, donde a partir de
las diversas exploraciones arqueológicas realizadas, se han manifestado gran
cúmulo de diversos indicadores que nos pueden manifestar un desarrollo
tecnológico en el uso de los recursos hidráulicos. Además, que, en la
localización y disposición de los elementos arquitectónicos, como conjuntos de
edificios y unidades habitacionales colocados en ambas márgenes del río Colima
marcan perfectamente la importancia en abarcar en ambos extremos del río. los
satisfactores que el río proporciona, no sólo como fuente de agua, sino también
de alimentos y de obtención de materia prima para la realización de diversas
actividades de manufactura de instrumentos o para la edificación de
construcciones civiles y religiosas.
A partir de lo anterior, es donde los postulados señalados por Teresa
Rojas son de vital importancia para la identificación del Chanal, como un gran
centro urbano, pues en él se presentaban los espacios edificados exprofeso,
para el culto y la celebración de rituales a los Dioses. Esto da cuenta de la
perfecta interacción del ser humano con la naturaleza, mediante una apropiación
ordenada y respetuosa, la cual se refleja en la presencia de las deidades en
las áreas de culto que se identifican en este importante sitio arqueológico.
Desarrollo
Uno de los factores que hizo
posible la existencia del Sitio Arqueológico EL Chanal es la presencia de un
afluente permanente de agua que irriga el valle de Colima, que es donde se
ubica este importante espacio. La localización estratégica del sitio, así como
la distribución espacial de los elementos arquitectónicos en relación a la
presencia del río Colima hacen referencia al gran conocimiento que tenían los
grupos culturales que habitaron el sitio, tanto de su entorno y la manera de
aprovecharlos en su beneficio. Llegan a desarrollar un gran centro urbano que
fue utilizado como centro religioso, donde se distribuían diversas unidades
habitacionales.
Actualmente, el valle de Colima
es irrigado principalmente por el río Colima, presenta una escorrentía
permanente, aunque es usual otros afluentes, principalmente de arroyos de
temporal, que con las lluvias se hacen presentes y son tan grandes los caudales
de agua, en ellos se generan diversas problemáticas de inundaciones en las
zonas cercanas. Este valle ha estado irrigado a lo largo de los tiempos y por
las características de muchos de los arroyos, en otros tiempos, estos eran de
aguas permanentes, los cuales también fueron aprovechados por los grupos
prehispánicos, quienes colocaron varios de sus asentamientos en las márgenes de
estos afluentes en gran parte del valle de Colima, prácticamente desde los
primeros asentamientos humanos reportados en el Valle, que datan del 3500 a.C.
(Kelly 1980). Permite ver la importancia de la existencia de este recurso
vital, en la vida de las comunidades prehispánicas, que lo hizo un espacio
prioritario para la supervivencia humana.
El río Colima, tiene su origen en
las proximidades del Volcán de Fuego y del Colima, el cual se trata de un
manantial que ha permanecido constante, donde en los últimos años, su caudal ha
disminuido considerablemente. Este afluente, así como todos los arroyos
existentes, así como sus características físicas de ser un terreno de plano
inclinado, han permitido al valle de Colima encontrarse entre una de las zonas
con mayor irrigación, haciendo de este espacio, un valle que cuenta con las
bondades de abundancia de vegetación, así como de una fauna extensa que habita
en los diferentes espacios (Figura 2).
Figura 2. El plano
inclinado del terreno desde los volcanes de Colima, es aprovechado para la
siembra y la traza urbana, al igual que la abundancia de flora y fauna.
Fuente: Elaboración de la persona autora.
A pesar de que este importante
sitio se le conoce desde principios del siglo pasado, los trabajos de
investigación que se han hecho aún son insuficientes para poder entender a
cabalidad el desarrollo cultural alcanzado por esta comunidad. Los trabajos
arqueológicos más importantes se han desarrollado a lo largo de las nueve
temporadas de exploraciones arqueológicas, a través del proyecto de
investigación El Chanal. Estos se han limitado al espacio denominado como Zona
Arqueológica abierta al público, por lo que las evidencias arqueológicas solo
corresponden a una zona de poco menos de cuatro hectáreas, de las 188 que
correspondían a la primera poligonal elaborada.
De igual manera, muchas evidencias
reportadas sobre esta cultura, han sido producto de diversos momentos de
intervención, pasado por saqueos, ocupación de áreas que correspondían a la
poligonal de protección, para ser utilizadas para la construcción de nuevas
viviendas, entre otros muchos factores. Pero la intervención del INAH ha
permitido buscar la protección, conservación, investigación y de difusión de
este importante espacio patrimonial, con lo que ahora se tienen protegidos tres
polígonos con importantes evidencias que en un futuro nos permitirán conocer
más de esta gran urbe.
Como se mencionó, los grupos que
habitaron los terrenos que ocupó el Chanal prehispánico, conocían muy bien su
entorno y supieron aprovecharlo en función de sus necesidades. Esto se refleja
en el patrón de asentamiento que establecieron, donde la tendencia fue el
aprovechamiento y adaptación a los espacios físicos que presentaba el
territorio que ocuparían para tal fin. Este comportamiento no corresponde a un
estándar establecido para el posclásico
En primer lugar, los conjuntos
habitacionales, se adaptan a la topografía del terreno la cual presenta un
plano inclinado que corre de norte a sur, es decir, de las montañas al mar,
colocando las edificaciones de acuerdo al desnivel del terreno, evitando así en
la mayoría de los casos, el tener que nivelar grandes extensiones de
superficie, lo que implicaría la aplicación de una gran fuerza de trabajo para
tal fin.
Por otra parte, aprovechan las
elevaciones naturales existentes, las cuales se conocen como Humuks o lomas de
tepetate «elevaciones irregulares de gran volumen en el terreno», con lo que lograban
la construcción de grandes plazas, conjuntos ceremoniales o unidades
habitacionales de elite, adaptando estas lomas mediante la utilización de muros
de contención o grandes paredes que las confinaban a ser utilizadas como el relleno estructural,
lo que daba gran volumen a estos conjuntos con el mínimo de trabajo colectivo, evitando
de esta manera los grandes movimientos de materiales de relleno y el uso de
mano de obra, lo cual es claramente visible en los trabajos de investigación
realizados en el área abierta al público
(Figura 3).
Figura 3.
Vista tridimensional norte sur de la zona abierta
al público, donde se aprecia el grado de inclinación de la topografía, donde a
la derecha está la parte elevada y en la izquierda la parte baja.
Fuente: Elaboración de la persona autora.
A partir de los datos recuperados a lo largo de las nueve temporadas de
trabajo arqueológico en el área abierta al público, así como los planos
topográficos que se tienen de los dos polígonos que conforman actualmente el
sitio, se puede mencionar que éste cuenta con un patrón de distribución en los
conjuntos arquitectónicos similar a lo largo de su superficie, mismo que será
detallado a continuación.
En el sitio abierto al público se
identificó un patrón de distribución que corresponde a la presencia de un
conjunto de edificios que conforman los elementos de cohesión y de culto, donde
se encuentran las grandes plazas, los edificios que representan los espacios
sagrados, donde templos, palacios, altares y un juego de pelota están presentes
en el centro de una población que los rodean habitando en conjuntos
habitacionales. De esta manera, las unidades donde habitó el común de la
población, se distribuyen como conjuntos de pequeñas plataformas de forma
rectangular y de tamaños diversos, con separación notoriamente diferenciada
cada una de ellas, donde los accesos los conforma una escalinata central con
alfardas o no, colocadas tanto de manera remetidas o solamente adosadas en la
estructura, presentando su vista de acceso hacia una plaza, la cual se
encontraba al centro de estas.
La edificación del Chanal fue
posible gracias a la ubicación que cuenta el sitio en relación al río Colima, pue
en él, es donde se proveían los grupos humanos de la materia prima necesaria,
como lo fue la piedra y el lodo para las estructuras. De igual modo, se obtenía
la madera para la conformación de los muros y los materiales para las
techumbres de las habitaciones que se desplantaban sobre las plataformas. Solo
se han recuperado los enjarres que cubrían dichas paredes, pue el resto al ser
materia orgánica, se desintegró con el paso de los años.
La gran mayoría de los edificios
presenta el uso de cantos rodados para la edificación de muros, en muy pocos
edificios se ve un manejo intencional a la roca, con la idea de modificar el material
para un mejor aprovechamiento o de producir sillares, por lo que no se dedicaba
un trabajo específico para este fin y se utilizaba el material tal cual era
transportado desde el río al área de uso. Otras de las bondades que tenía el
utilizar la matrería prima del río era que su obtención era muy sencilla, la
cual consistía en solo recolectarla del lecho del río y lo más importante es
que este material. Al igual que el lodo
obtenido, eran fuente inagotable de explotación, ya que cada temporada de lluvias,
las fuentes de extracción eran renovadas con nuevas rocas que el río
transportaba.
Una de las cualidades que
presenta el sistema constructivo desarrollado por esta cultura fue el de lograr
la estabilidad en los muros. Utilizaron cantos rodados en su conformación, ya
que esto implicaba un problema técnico importante. Hoy en día es de sorprender,
ya que logra muros verticales con cantos rodados es muy difícil de lograr y
tiene que ver con el avance tecnológico de la época y nuevamente el gran conocimiento
que tenían de su entorno y de las propiedades de cada uno de los materiales
utilizados para dicho fin.
De esta manera, lograron que los muros que
construyeron hace más de 600 años, se conserven en pie de una manera
sorpréndete, por lo que su estado de conservación al momento de liberar cada
uno de los muros, conserva en la mayoría de los casos, las alturas originales
que le fueron conferidas (Figura 4). Si bien la arquitectura de muchos de los
edificios no es monumental, la arquitectura desarrollada fue perfectamente
adaptada a los espacios y materiales en los que el sitio se encuentra; e
incluso la ubicación de los edificios principales o de culto, al encontrarse en
espacios elevados y la topografía del terreno en declive hace que al momento de
estar en la parte superior de ellos. Se tenga una perspectiva de
monumentalidad, generando la sensación de estar en un espacio muy elevado,
donde se domina y se tiene el control de los espacios, al igual que ocurre en
otros sitos con arquitectura monumental.
Figura 4. Un
ejemplo del estado de conservación de uno de los edificios explorados, al
momento de su liberación.
Fuente: Elaboración de la persona autora.
En la zona abierta al público, se
presentan exploradas 18 unidades habitacionales, las cuales presentan entre
cuatro a siete plataformas por unidad, por lo que tendríamos un promedio de 90
plataformas habitacionales en un espacio de poco más de dos hectáreas que
corresponde sólo a los espacios que se encuentran abiertos al público y que
sabemos de su comportamiento. Haciendo
un ejercicio totalmente hipotético, se puede decir que la población que pudo
vivir en estos espacios tomando en cuenta de que en cada vivienda que
representan cada una de las plataformas, era de un mínimo de 6 personas (padres
e hijos), nos daría para este espacio, un total de 540 peros para las dos hectáreas
con lo que tendríamos una población de arriba de 50 mil personas.
Este ejercicio realiza con la
intención de hacer ver la gran población que habitaba este espacio y todo lo
que implica en materia alimentaria, en especial viendo que la población urbana
no tenía manera de desarrollar una agricultura al interior del sitio. Este
proceso implica que, en otros espacios, parte de la comunidad desarrollaba
trabajos de agricultura fuera del centro urbano, por lo que estos últimos
debieron tener excedentes de producción, que permitieran realizar el
intercambio de productos con el área urbana. La agricultura debió no sólo ser
de temporal, si no que el río Colima y los demás afluentes, jugaron un papel
muy importante para lograr excedentes que pudieran aprovechar los grupos
campesinos, para la adquisición de bienes necesarios y que se conseguían con
otros grupos, en especial los del centro urbano.
En el sitio arqueológico El
Chanal, es donde los dioses se encontraban presentes y es allí donde se les
rendía culto a través de la religión, por lo que la representación recurrente
de imágenes de deidades labradas en roca como Tlaloc o Ehecatl, son comunes en
estos espacios tanto en los edificios explorados, así como en aquellos que son
parte de las poligonales de protección y también fuera de ella (Figura 5).
Aunado con esto, se encuentra el
culto que se les daba a estas deidades y, que el ejemplo más claro lo tenemos
en la denominada Plaza de los Altares, al interior de la zona abierta al
público, donde se encuentran elementos claros que nos permiten inferir a partir
de su presencia, el culto a una de las deidades que está asociada directamente
con el agua, como lo es el dios Ehecatl.
Figura 5.
Dos muestras de la presencia de imágenes de
representaciones del Dios Tláloc; la de la derecha se encuentra como decoración
en uno de los edificios explorados en la temporada 7 de investigación y la
imagen de la izquierda es una roca de donaron los vecinos de la población y que
fue encontrada en sus terrenos de cultivo.
Fuente: Elaboración de la persona autora.
La Plaza
de los Altares es un conjunto asociado al oeste de la Plaza principal de sitio
o Plaza del tiempo, está compuesta por tres plataformas, dos rectangulares y
una circular; es en esta última donde se identifica una clara filiación con el
culto al dios Ehecatl, donde de acuerdo a las evidencias existentes para el
Posclásico en todos los sitios de Mesoamérica, estos edificios son dedicados a esta
deidad. Apoyando este planteamiento, se encuentra en la plataforma de mayores
dimensiones del conjunto en su muro sur, una roca en la cual fue labrada la
imagen de este dios, donde se puede observar a un personaje el cual presenta un
cuerpo humano en clara posición alegórica, donde los pies están suspendidos
como si se encontrara danzando, con los brazos flexionados hacia arriba; cuenta
con una vestimenta de la que sobresale una coleta a manera de un faldellín y en
su rostro, la iconografía que identifica a este personaje, la cual consiste en
presentar una boca alargada a manera de pico de pato, su cara está viendo
directamente al altar circular y al templo principal (Figura 6), lo que deja
claro que en esta deidad era venerada en esta plaza.
Figura 6. Esquina
sureste de la plataforma oeste de la Plaza de los Altares, donde se encuentra
la imagen del Dios Ehecatl; la flecha marca la ubicación del elemento en el
muro y el detalle del peonaje.
Fuente: Elaboración de la persona autora.
Conclusiones
El Sitio Arqueológico El Chanal
corresponde a un asentamiento que se desarrolló en el periodo Posclásico, en el
área denominada como Occidente Mesoamericano, el cual desde su origen fue
planeada su edificación en asociación directa con el mayor afluente de agua que
irriga el Valle de Colima. Esto nos habla del enorme conocimiento que los
grupos humanos tenían de los recursos existentes en esta región, lo que
permitió el que ellos pudieron aprovechar los beneficios que conlleva el
potencial enorme de aprovechamiento de los recursos que se asocian a este
importante río, como lo es el alimentario, como lo son la fauna acuática, tanto
vegetal, como animal; el manejo de los recursos hidráulicos para el uso de cultivos
y el aprovechamiento de las materias primas que se asocian al río, como lo son
materiales de construcción, tanto pétreos, sedimentarios y los vegetales, en
espacial árboles.
De igual forma, la ubicación y la
asociación de este sitio con el río tiene que ver con una cuestión simbólica,
donde las deidades asociadas con la presencia del agua, se encuentran presentes
en algunos espacios ceremoniales y por la gran cantidad de imágenes plasmadas
en relieves en rocas. Tláloc se encuentra presente una mayor frecuencia dentro
de los espacios de este centro urbano, así como fuera de él; destacando con ello
la relevancia que tenía el agua presente a través de este dios. Con esta idea
el sitio no solo fue un espacio de asentamiento de una enorme población sino,
además que los espacios que estos grupos habitaron se encontraban protegidos en
todos sentidos por la presencia de los dioses, quienes tenían sus espacios de veneración
en cada uno de los conjuntos habitacionales que rodeaban los centros
religiosos.
A pesar de las nueve temporadas de
exploraciones arqueológicas realizadas en el sitio por medio del proyecto de
investigación, solamente se ha explorado el 2,7 % de la superficie, que ocupan
las tres poligonales de protección que conserva este importante sitio. Así que
nos falta aún más por conocer de esta importante cultura y por el momento solo
se vienen desarrollando trabajos de salvamento arqueológicos en aquellos
espacios que quedaron en asociación de estas poligonales y que alguna vez
formaron parte de este importante sitio. Se espera seguir contando con el apoyo
gubernamental para seguir estudiando, protegiendo, conservando y difundiendo
este enigmático espacio arqueológico.
Apoyo financiero: Instituto Nacional de
Antropología e Historia, México.
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