Medallas de la Gran Logia Nacional de Espa�a, 1809-1812 (An�lisis documental e iconogr�fico)

 

Medals of National Grand Lodge of Spain, 1809-1812 (Documentary and iconographic analysis)

 

Manuel Cuadrado Merch�n

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Espa�a

manuelcuadrado@joyeriagrancanaria.com

 

Mar�a de los Reyes Hern�ndez Socorro

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Espa�a

mariadelosreyes.hernandez@ulpgc.es

 

Santiago de Lux�n Mel�ndez

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Espa�a

sluxan@dch.ulpgc.es

 

Recepci�n: 19 de noviembre de 2018/Aceptaci�n: 15 de diciembre de 2018.

doi: https://doi.org/10.15517/rehmlac.v10i2.35234

 

Palabras clave

masoner�a espa�ola; 1809-1812; medalla; orfebre; fuentes documentales.

 

Keywords:

Spanish freemasonry; 1809�1812; medal; goldsmith; documentary sources.

 

Resumen

Las medallas de la masoner�a espa�ola, como signo de identidad, soporte expresivo y veh�culo de comunicaci�n forman un conjunto singular. El estudio de las medallas mas�nicas espa�olas est� por a�n hacerse a diferencia de otros pa�ses como el Reino Unido o Francia. Cabe preguntarse si el hecho de que la masoner�a espa�ola haya pasado por largos periodos de prohibici�n y sus miembros hayan sido criminalizados, son un factor determinante para encontrarnos con este vac�o. Las primeras medallas mas�nicas espa�olas de las que hay constancia corresponden a los talleres adscritos a la Gran Logia Nacional de Espa�a, obediencia que estuvo activa durante el reinado de Jos� I. A trav�s de distintas fuentes documentales, podemos hacer una relaci�n y estudio de aquellas medallas, as� como abrir una ventana desde la cual asomarnos a los inicios del arte mas�nico espa�ol para conocer la autor�a, vicisitudes y personalidad de alguno de sus protagonistas.

 

Abstract

The medals of Spanish Freemasonry, as a sign of identity, expressive frame and communication vehicle, form a unique ensemble in the Masonic art scene. Unlike in other countries such as the United Kingdom and France, the study of Spanish Masonic medals has yet to be completed.One might therefore wonder whether the fact that Spanish Freemasonry had prolonged periods of prohibition and its members were criminalized is a major factor in explaining this gap. The first Spanish documented medals correspond to the lodges attached to The Grand National Lodge of Spain, obedience that was active during the reign of Joseph I. Through different documentary sources, those medals can be reported and studied, as well as open a new window to look out to the beginnings of Spanish Masonic art in order to know the authorship, the vicissitudes and the character of some of its protagonists.

 

Introducci�n

 

El presente art�culo forma parte del trabajo de investigaci�n que se inscribe dentro de las actividades del programa de doctorado �Islas atl�nticas: historia, patrimonio y marco jur�dico institucional�, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

En �estado del arte� hemos comenzado haciendo referencia al trabajo del profesor Ferrer Benimeli, se�alando la importancia de sus trabajos y actividades para impulsar la renovaci�n de los estudios mas�nicos desde el �ltimo cuarto del siglo XX hasta la actualidad. Actividad �sta a la que han contribuido otros muchos investigadores vinculados a la docencia, as� como especialistas de diversos �mbitos �entre los que se encuentran la archiv�stica o el derecho�. A continuaci�n, con el objetivo de contextualizar nuestro trabajo, hemos cre�do oportuno describir las categor�as que pertenecen al espacio de estudio de la numism�tica en el �mbito de las artes, para seguidamente presentar una relaci�n de publicaciones que dan cuenta de las investigaciones sobre arte mas�nico debidas a especialistas en esta disciplina. Incluimos tambi�n en este apartado unas consideraciones sobre coleccionismo y mercado de arte mas�nico en Espa�a. Para finalizar hacemos unas observaciones sobre el patrimonio art�stico mas�nico y su ausencia en los manuales de historia del arte.

Con el t�tulo �La Gran Logia Nacional de Espa�a� abordamos el cap�tulo en el cual describimos la idiosincrasia de la instituci�n y el perfil sociol�gico e ideolog�a pol�tica de sus miembros, adem�s de los actores que intervienen en la producci�n de estas singulares piezas numism�ticas.

El marco territorial focalizado en Madrid y el periodo que discurre entre la entronizaci�n y la ca�da del rey Jos� I �con el trasfondo de la Guerra de Independencia�, configuran un conjunto esc�nico que nos permite comprender el contexto en el que se desarrolla la producci�n de estas medallas.

En los ep�grafes siguientes hemos analizado y explicado la iconograf�a y el simbolismo de cada una de las medallas, con el objetivo de desvelar el mensaje que transmiten aquellas piezas, ya sea a trav�s de las im�genes disponibles como a partir de las descripciones. Asimismo, nos hemos encontrado con la necesidad de investigar la intencionalidad, la funci�n atribuida en el seno de una organizaci�n mas�nica y las circunstancias que motivaron su acu�aci�n.

Un cap�tulo lo hemos dedicado a la biograf�a de Vicente Goldon y Bibiani. La investigaci�n historiogr�fica realizada sobre la figura de este joyero, mas�n y afrancesado nos ha permitido conocer aspectos de la vida y obra de un personaje que ejemplifica los avatares en los que se vieron inmersos otros que, como �l, formaron parte de ese se�alado grupo social.

Finalmente, en las �Conclusiones� damos cuenta del significado y alcance que para la historia del arte y la masonolog�a espa�olas puede significar lo expuesto en el presente trabajo.

El m�todo para abordar el estudio sobre este conjunto de cinco medallas necesariamente ten�a que hacerse conforme a un modelo de catalogaci�n numism�tico[1]. Ahora bien, las singulares circunstancias que concurren condicionan el esquema descriptivo de las dos piezas m�s importantes, pues a�n disponiendo de im�genes y referencias catalogr�ficas a trav�s de fuentes secundarias, no hemos podido acceder a la fuente primaria. Esto, en la pr�ctica, significa que no se han podido analizar en un laboratorio y obtener datos metrol�gicos fisicoqu�micos. Por este motivo hemos decidido aplicar un esquema iconogr�fico. Las otras tres medallas las hemos catalogado apoy�ndonos en las descripciones que aparecen en las fuentes documentales habida cuenta de que no hay constancia de ellas en cat�logo alguno.

Para documentarnos hemos recurrido a fuentes primarias obtenidas de distintos archivos: Nobleza de Toledo, Diocesano de Madrid, Centro Documental de la Memoria Hist�rica (CDMH) o Hist�rico Nacional. Para las referencias a documentos del Archivo de Palacio nos hemos apoyado en fuentes secundarias. Tambi�n hemos acudido a los fondos documentales digitalizados de hemerotecas y bibliotecas nacionales y extranjeras, as� como a los repositorios, bases de datos digitales y revistas electr�nicas cuya consulta puede realizarse por internet. Del mismo modo, una parte de la bibliograf�a la hemos consultado en bibliotecas p�blicas y de particulares.

 

Estado del arte

 

El profesor Ferrer Benimeli public� en 1974 una Bibliograf�a de la masoner�a que, en ediciones posteriores, ha ido ampliando[2]. En este sentido, ya en la comunicaci�n con el mismo t�tulo que present� en el Symposium de Metodolog�a Aplicada a la Historia de la Masoner�a Espa�ola, celebrado en Zaragoza en 1983[3], indicaba los criterios diferenciadores que conven�a tener presentes a la hora de consultar fuentes bibliogr�ficas relativas a la masoner�a, a la vez que las clasificaba conforme a un cuadro sin�ptico. La figura del profesor Ferrer Benimeli ha sido fundamental para impulsar el estudio de la masoner�a espa�ola desde criterios estrictamente historiogr�ficos.

Las actividades impulsadas por el Centro de Estudios Hist�ricos de la Masoner�a Espa�ola (CEHME)[4], del que es fundador, y las ponencias presentadas por los numerosos investigadores y especialistas que han participado en los distintos simposios que el CEHME ha organizado, han servido para que, ya desde hace d�cadas, generaciones de investigadores aborden estos estudios a partir del rigor del m�todo historiogr�fico.

Del mismo modo, fruto de esta labor de investigaci�n se han echado por tierra leyendas que han partido de las filas antimas�nicas, pero que tambi�n las ha alimentado la misma masoner�a espa�ola �a�n hoy podemos encontrar textos salidos de la pluma de algunos masones espa�oles empe�ados en alimentar estos mitos�[5].

Creemos oportuno se�alar que el estudio de la medall�stica mas�nica espa�ola implica analizar una manifestaci�n art�stica singular, m�s a�n si consideramos que la investigaci�n acad�mica de las diferentes manifestaciones art�sticas de la masoner�a espa�ola es un territorio parcialmente explorado.

Llegados a este punto, conviene detenernos para hacer unas precisiones sobre numism�tica y medall�stica.

El t�rmino medalla hace referencia a un objeto generalmente met�lico y sin valor nominal que tiene su origen en la necesidad de cumplir diferentes funciones, desde la decoraci�n art�stica, conmemorativa y propagand�stica; las honor�ficas y de uso protocolario; hasta aquellas estrictamente funcionales u operativas. Pero tambi�n sirven como veh�culo distintivo para satisfacer la necesidad de expresar la identidad pol�tica, religiosa o pertenencia y estatus en el seno de un determinado grupo social.

La disciplina que se ocupa de su estudio se denomina medall�stica, entendida como una especialidad de la numism�tica en tanto que ciencia auxiliar de la historia del arte. No obstante, dentro de la medall�stica hay otros �mbitos de estudio m�s espec�ficos. Por un lado, la exonumia, que se ocupa de aquellos objetos que, siendo semejantes a las monedas (monetiformes), carecen de valor de curso legal. En esta clasificaci�n entrar�an los jetons, tokens o las fichas de valor y uso interno en empresas y asociaciones. Y la faler�stica, por otro, estudia las condecoraciones institucionales y los derechos asociados a estas distinciones honor�ficas.

A continuaci�n, se�alamos algunos trabajos de investigaci�n, art�culos y publicaciones como marco de referencia para situar nuestro trabajo dentro del espacio art�stico de la masoner�a espa�ola.

Sobre la arquitectura mas�nica, el profesor David Mart�n L�pez ley� en 2010 su tesis doctoral[6], centrada en esta expresi�n art�stica en la que es especialista, como se pone de manifiesto cuando �en distintos trabajos� aborda casos concretos, como la restauraci�n del patrimonio arquitect�nico mas�nico, los espacios y entornos singulares, o la obra de arquitectos de filiaci�n mas�nica. En otros casos se acerca al binomio arte-masoner�a desde un enfoque teor�tico y metodol�gico[7].

Por otro lado, abundan las referencias que vinculan arquitectura y masoner�a desde una perspectiva esot�rica[8] o aleg�rica[9], con el prop�sito de tender puentes entre el simbolismo mas�nico y la denominada �tradici�n perenne� en su acepci�n actual.

Tambi�n encontramos autores que analizan el v�nculo entre cine y masoner�a[10], y los que estudian la sigilograf�a de las logias desde perspectivas etnogr�ficas, cronol�gicas o geogr�ficas[11].

Otro grupo de investigadores se han ocupado del an�lisis sistematizado del corpus iconogr�fico mas�nico[12].

Entre los estudios que abordan pintura y masoner�a podemos citar los trabajos sobre los pintores Juan Gris[13], Jos� Aguiar[14] o Nicomedes G�mez[15].

Si el n�mero de estudios de investigaci�n y publicaciones especializadas que abordan las expresiones art�sticas de la masoner�a espa�ola en relaci�n con las bellas artes podemos decir que es �cuando menos� parco, el panorama de los trabajos realizados sobre las llamadas artes aplicadas en la masoner�a espa�ola es todav�a menor. No obstante, hemos hallado alguna referencia sobre cer�mica mas�nica y decoraci�n mural[16], y otras que estudian ediciones filat�licas[17] y su relaci�n con la masoner�a espa�ola.

Las fotograf�as de tem�tica mas�nica son muy abundantes en el CDMH, y con frecuencia se recurre a estos fondos para ilustrar publicaciones de diferente �ndole referidos a la Masoner�a espa�ola[18].

Sobre otras artes aplicadas �como las del vidrio, el libro, la forja o el mobiliario� aparecen algunas citas tangenciales en el contexto de art�culos o publicaciones que estudian la historia de la masoner�a espa�ola desde otras perspectivas[19]. Un ejemplo frecuente lo encontramos en las abundantes relaciones de los oficios profanos desempe�ados por los miembros de aquellas logias, objeto de investigaci�n en estudios sociol�gicos, pol�ticos o geogr�ficos. En las listas aparecen plateros, grabadores, pintores, escultores o sastres, por citar alguno.

Para encontrar ejemplos y referencias a la indumentaria, mandiles y otras manifestaciones de arte mobiliar empleado tanto en el contexto ritual�stico ser�a el caso de las joyas de los diferentes oficios�, como en la decoraci�n del templo, o cuyo destino sea meramente funcional, es preciso consultar registros en hemerotecas[20] o en alguno de los cat�logos de exposiciones que se han venido realizando desde la legalizaci�n de la masoner�a en Espa�a a comienzos del �ltimo cuarto del siglo XX[21].

Menci�n aparte merece la primera clasificaci�n y catalogaci�n realizada de la unidad documental �Colecci�n de iconograf�a mas�nica� de los fondos mas�nicos del conocido como �Archivo Mas�nico de Salamanca�, hoy CDMH[22]. Dada la importancia del trabajo realizado, se organiz� una exposici�n para sacar a luz p�blica las piezas inventariadas y dar testimonio del trabajo de catalogaci�n realizado. Parte de aquella experiencia consisti� en la publicaci�n de un cat�logo en el que aparecen referencias a joyas, medallas y troqueles, collarines y un largo etc�tera de objetos mas�nicos. No deja de sorprender el relato de las protagonistas cuando descubren ocultas 400 piezas en el interior de una columna hueca. Esta circunstancia parece sacada de la leyenda mas�nica que describe las dos columnas del p�rtico del templo mas�nico y le atribuye a su oquedad una antigua funci�n archiv�stica[23].

Del mismo modo, de la transcendencia de la empresa acometida, da cuenta la importancia de las personalidades que figuran en la nota de agradecimiento al inicio del cat�logo: los profesores e historiadores de la masoner�a Ant�nio Henrique de Oliveira Marques, Aldo Mola o Marco Novarino.

Una aproximaci�n al estado en el que se encuentra el estudio del �arte mas�nico� debe completarse con el an�lisis del problema terminol�gico a cerca de la denominaci�n apropiada para referirse al conjunto de manifestaciones o expresiones art�sticas[24] de la masoner�a. Seguidamente nos aproximaremos al panorama en el que se encuentra el estudio de las medallas de la masoner�a espa�ola.

Hemos encontrado dos publicaciones que constituyen las primeras �si no las �nicas� referencias de la medall�stica mas�nica espa�ola. Sorprende el intervalo de tiempo transcurrido entre ambas publicaciones, nada menos que 87 a�os.

La obra titulada Medallas Espa�olas Mas�nicas[25], editada por el historiador y arque�logo Adolfo Herrera Chiesanova en 1905, representa la primera publicaci�n espa�ola de un conjunto de medallas mas�nicas conforme a criterios propiamente numism�ticos. En este cat�logo figuran los calcos en relieve y las correspondientes descripciones de 30 medallas. Las piezas, m�s all� del t�tulo del cat�logo, proceden de diferentes pa�ses latinoamericanos y algunas pertenecen a logias de obediencias espa�olas: Argentina (1), Costa Rica (1), Cuba (6), M�xico (2), y Espa�a (12). Tres de ellas no son mas�nicas, dos lo son, pero no figura la procedencia, y otra m�s es de dudosa adscripci�n mas�nica. Tambi�n incluye una francesa y otra portuguesa.

Si bien la obra contiene imprecisiones, errores de atribuci�n y representa un conjunto heterog�neo tanto por la procedencia como por la cronolog�a de las piezas catalogadas, no por ello carece de valor documental e inter�s para el investigador. Tal es as� que, entre las medallas, encontramos la perteneciente a la logia adscrita a la Gran Logia Nacional de Espa�a (GLNE), �Napole�n el Grande� de 1811, y sobre la que volveremos m�s adelante. Tambi�n proporciona interesante informaci�n en torno a otras medallas de las cuales no se conservan ejemplares o carecemos de m�s registros documentales.

La segunda publicaci�n a la que hac�amos referencia antes corresponde al ya citado Atributos mas�nicos en el Archivo Hist�rico Nacional, Secci�n Guerra Civil publicado en 1993. En ella aparecen rese�adas un gran n�mero de joyas de oficios y de grados, pero tambi�n figuran medallas y troqueles de acero para estampar medallas.

Hoy en d�a los fondos del CDMH, en lo que a medallas se refiere, est� completamente informatizado. Y, adem�s, buena parte de las piezas se encuentran fotografiadas y digitalizadas, lo que facilita la consulta en l�nea de las descripciones e im�genes a trav�s del Portal de Archivos Espa�oles �PARES�[26].

Como tambi�n se�alamos anteriormente, en los cat�logos de las exposiciones sobre masoner�a que se han celebrado desde su legalizaci�n en 1979 se pueden hallar fotograf�as y rese�as de medallas mas�nicas pertenecientes tanto a los fondos del CDMH como a colecciones particulares.

Finalmente, y como an�cdota, podemos citar el libro Joyas Mas�nicas[27], publicado en 1992, y que, contrariamente a lo que podr�a suponerse por el t�tulo, no es un cat�logo de joyer�a mas�nica. En �l se tratan contenidos mas�nicos relativos a la organizaci�n, ritos, o simbolismo, si bien, a modo de ilustraci�n, aparecen fotograf�as de medallas mas�nicas, principalmente extranjeras, pero tambi�n alguna espa�ola contempor�nea, como la perteneciente a la logia La Matritense n� 7.

A la vista de la escasez de publicaciones sobre las medallas de la masoner�a espa�ola, el investigador que se acerca a esta singular expresi�n art�stica no puede menos que constatar que este particular �mbito de estudio es una de las asignaturas pendientes de la masonolog�a espa�ola. A diferencia de lo que ocurre en el Reino Unido, Francia, Argentina o Uruguay �pa�ses �de larga tradici�n mas�nica�, como se acostumbra a decir�, la producci�n medall�stica mas�nica espa�ola no ha sido objeto de investigaci�n salvo por las rese�as citadas.

De entre las distintas hip�tesis que pueden barajarse para encontrar una explicaci�n a este hecho, la que presenta mayor verosimilitud es aquella que lo atribuye a los largos periodos de la historia de Espa�a en los cuales la masoner�a ha estado prohibida. Este planteamiento cobra sentido a la luz del escaso n�mero de medallas que se han conservado desde el siglo XIX. Por dem�s, el razonamiento se explica si consideramos que la condena de la masoner�a por la Iglesia cat�lica y de la monarqu�a ha sido una constante desde la publicaci�n de la primera bula In eminenti el 2 de abril de 1738; que las censuras dictadas durante los pontificados siguientes se incorporaron a la legislaci�n penal espa�ola �particularmente durante el reinado de Fernando VII�; o el ensa�amiento con que se persigui� y conden� a los masones desde el inicio de la guerra civil hasta el final de la dictadura franquista. De este modo, no es aventurado considerar que los mismos masones se pudieron deshacer de sus medallas y cualesquiera otros efectos que, de ser hallados en su poder, les supusiera ser acusados de pertenencia a la masoner�a y, en consecuencia, condenados a largas penas de prisi�n y depuraci�n administrativa, abocados al destierro o asesinados sin mediar juicio alguno[28].

Al hilo de este planteamiento, cabe preguntarse si ha existido una tradici�n de coleccionismo privado de medallas mas�nicas y, del mismo modo, sobre la existencia de un mercado y una industria interna que satisficiera la demanda nacional de este tipo de medallas, como ocurre en el caso de Francia con la Casa Gloton o la firma Lehmann, o en Reino Unido con las empresas Toye, Kenning, Spencer o Fattorini. Sobre coleccionismo numism�tico mas�nico, interesa investigar si las piezas del cat�logo de Herrera Chiesanova tienen un origen com�n o si proced�an de distintas colecciones. Es tambi�n el caso de la supuesta medalla mas�nica de Fray Andr�s del Corral[29], que nos habla tanto de su condici�n de coleccionista, como de su c�lebre monetario.

Conviene dar respuesta a estos interrogantes, si bien los resultados de esa investigaci�n exceden los l�mites del presente art�culo.

Si antes describimos la eclosi�n de los estudios mas�nicos en el panorama historiogr�fico espa�ol coincidiendo con la transici�n democr�tica, creemos conveniente se�alar que tanto el patrimonio hist�rico como la producci�n art�stica mas�nica espa�ola a�n no aparecen en los �ndices de las historias generales del arte. Sin embargo, desde otras disciplinas �como la sociolog�a o la filosof�a� pensadores y docentes ya se han acercado al estudio de la realidad mas�nica de este siglo XXI[30].

La Gran Logia Nacional de Espa�a

 

La masoner�a espa�ola, entendida como aquella instituci�n �habitualmente conocida por el t�rmino �obediencia�� que aglutina a distintas logias y se autotitula como entidad mas�nica soberana en una demarcaci�n territorial, naci� en 1809 del impulso de la logia de San Jos� (en honor del Rey Jos� I), bajo la denominaci�n de Gran Logia Nacional de Espa�a (GLNE). En ella se integraron la logia Beneficencia de Josefina junto a la Santa Julia, Estrella de Napole�n, Los Filadelfos, Edad de Oro o Napole�n el Grande, estando activa entre octubre-noviembre de 1809 y agosto de 1812.

La GLNE[31] ha sido la primera obediencia mas�nica constituida en suelo espa�ol. Esto significa que, por primera vez en su historia, la masoner�a fue una organizaci�n legal y sus miembros no se vieron perseguidos, pudiendo reunirse con total libertad, a diferencia de lo que ocurr�a en el pasado como ya hemos apuntado. La GLNE represent� una masoner�a profundamente franc�fila, estrechamente vinculada con la administraci�n de Jos� I, pero no por ello se puede calificar de antiespa�ola.

Tradicionalmente se ha calificado a estos masones �y por extensi�n, a esta primera masoner�a�, como traidores y colaboracionistas, en tanto que actuaron en complicidad con el �gobierno intruso�. Los ejemplos de publicaciones y art�culos de prensa posteriores a la ca�da del r�gimen son numerosos, sobre todo desde las filas de los partidarios del absolutismo borb�nico y de la Iglesia cat�lica[32]. La historiograf�a finisecular decimon�nica, de la cual la figura de Marcelino Men�ndez Pelayo[33] fue uno de los principales representantes, tambi�n contribuy� a identificar mas�n con afrancesado y a calificarlos como traidores.

Es evidente el v�nculo entre la GLNE y el �partido josefino�, pues entre sus miembros se encontraron a altos funcionarios y cuadros medios de la administraci�n de Jos� I, junto con mandos militares del ej�rcito napole�nico. Ahora bien, si se analiza el discurso fundacional de la obediencia, se observa una exaltaci�n del r�gimen bonapartista �como no puede ser de otra manera considerando que la figura de Gran Maestre la ostentaba el Rey Jos� I�, pero tambi�n de los principios mas�nicos y referencias a la identidad nacional espa�ola. Lo mismo ocurre con los Reglamentos de la logia Beneficencia de Josefina, donde las expresiones patri�ticas se entremezclaban con los valores mas�nicos, reflejando �adem�s� que pertenec�an a una logia que se consideraba profundamente espa�ola. Este sentimiento se pone de manifiesto en la documentaci�n conservada, que revela los conflictos de reconocimiento entre las logias integradas por militares franceses adscritas al Gran Oriente de Francia (GOdF) y las de la GLNE.

����������� El final de la GLNE vino de la mano de la ca�da del r�gimen bonapartista como resultado del devenir de la guerra de independencia y el subsiguiente exilio de todo aquel susceptible de ser acusado de mas�n o de colaborar con el gobierno intruso. Fue el tiempo de las delaciones y autoinculpaciones.

 

La medalla de la logia Beneficencia de Josefina

Fuente: Tr�sor de Numismatique et de Glyptique. Par�s, 1840,

https://play.google.com/store/books/details?id=oUI2AQAAMAAJ

 

El libro de actas, conocido como Libro de oro de la respetable logia de Beneficencia de Josefina[34], es una de las fuentes que m�s informaci�n nos proporciona sobre la masoner�a de la GLNE. Entre los testimonios registrados en las actas nos importan particularmente las referencias a la medalla distintiva de la logia, cuya autor�a es atribuida a Vicente Goldony.

De entre la informaci�n que nos proporciona se�alamos aquellas anotaciones que hacen menci�n de la medalla:

 

1.      En el Art. 6� del acta correspondiente al seis de septiembre de 1810 podemos leer: �Se propuso hacer una medalla distintiva de esta R.�. L.�. cuya comisi�n se di� � nuestro muy querido H.�. Duro acordando que no se exigiese mas por ella, que su preciso coste, � los HH.�. que la pidiesen�.

2.      En el acta del d�a 19 del mismo mes y a�o, en el Art. 5�, se dice: �Se aprovo un modelo de los que present� el Ven.�. para la medalla distintiva de esta L.�. y se acord� para ella una cinta color de naranja, con filetes blancos�.

3.      En el acta del d�a 18 de octubre del mismo a�o, en el Art. 6� aparece: �El H.�. Vicente Goldony, fue afiliado en esta L.�. con general satisfacc.n de toda ella�.

4.      En el acta del d�a 18 de octubre del mismo a�o, en su Art. 11 figura: �Se presentaron, y repartieron las medallas distintivas de esta L.�. hechas por el H.�. Goldony, cuya generosidad no quiso exigir m�s que el coste, y costas, mereciendo por ella el general elogio�.

 

Estos datos concretos, junto con el contenido general del libro, nos permiten conocer el autor, las circunstancias por las cuales se consider� necesario acu�arla, precisar que el 18 de octubre de 1810 fue la fecha exacta de dataci�n de la medalla, as� como el uso que se hac�a de ella para obsequiar a distintas personalidades mas�nicas.

Afortunadamente se conserva en el Archivo Hist�rico Nacional un expediente inquisitorial[35] de 1816, en el que una testigo describe el estandarte de la logia:

 

(�) era de terciopelo de color naranja bordado de plata. Por un lado, ten�a bordado el Sol de Oro con unas letras que dec�an �A la Orden de Josefina al Oriente de Madrid� bordadas tambi�n en plata, y un laurel formado de talco, y al otro lado un tri�ngulo bordado en oro, encima del cual aparec�a un palo largo con dos culebras enroscadas, y sobre esto una corona con dos alas a sus lados y abajo dos manos entrelazadas (�).

 

Estos s�mbolos son los mismos que ya figuraban en la medalla de la logia. Y no es casualidad, pues en el Libro de oro aparece una anotaci�n correspondiente al art�culo 9� del acta del d�a veintid�s de enero de 1811 en la que se dice que el venerable maestro encarg� que se hiciera inmediatamente, constituyendo una comisi�n a tal efecto formada por �l mismo y los hermanos Victoria y Goldony.

Las restantes referencias a la medalla figuran en cat�logos numism�ticos extranjeros. La encontramos citadas en tres fuentes acompa�adas de la ficha descriptiva y, afortunadamente, en una de ellas aparecen las im�genes del anverso y reverso.

Estos documentos nos demuestran que mediado el siglo XIX el inter�s por el estudio y catalogaci�n de esta expresi�n del arte mas�nico fue ya una constante entre coleccionistas y numism�ticos europeos y estadounidenses. Reflexi�n �sta que debemos relacionar con lo tratado anteriormente sobre el coleccionismo mas�nico en Espa�a.

En el Tr�sor de Numismatique et de Glyptique[36], publicado en 1840, la dataci�n atribuida es del 31 de diciembre de 1809. Asimismo, los autores explican que no tienen conocimiento de la logia a la que pertenece la medalla y que el ejemplar incluido pertenece a la colecci�n (Cabinet) de Madame S�hn�e. Pero, sin duda, la importancia de esta fuente radica en que es la �nica en la que figura una reproducci�n de la medalla, con la particularidad de que no aparece el asa superior para la cinta.

Theodor Merzdorf[37], bibliotecario del Gran duque de Oldemburgo, publica el a�o 1851 en esa ciudad de la Baja Sajonia Die Denkm�nzen der Freimaurerbr�derchaf, un cat�logo numism�tico exclusivamente mas�nico en el cual se limita a reproducir someramente la informaci�n que sobre esta medalla ya se cita en el Tr�sor de Numismatique, pero sin incorporar ilustraci�n alguna.

En The Medals of the Masonic Fraternity[38], otro cat�logo de medallas mas�nicas publicado por T.R. William Marvin �que fue miembro de la Sociedad Americana de Numism�tica y Arqueolog�a�, se escribe que una de las principales fuentes de referencia que ha utilizado es la obra de Merzdorf. En la descripci�n de la medalla a�ade que es de plata, dato que no figuraba en las descripciones anteriores.

En cambio, no hemos encontrado referencia alguna entre los fondos de la Library and Museum of Freemasonry de la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE), del Worcestershire Masonic Library and Museum Trust, de Les Mus�es de la Ville de Par�s, de Le Mus�e de la Franc-ma�onnerie perteneciente al GOdF y de otros repositorios y bases de datos internacionales de numism�tica mas�nica. No obstante, otra instituci�n donde es necesario investigar a�n es el Departamento de monedas y medallas del Site Richelieu de la Biblioth�que Nationale de France, que se encuentra actualmente inmerso en un proceso de remodelaci�n y reestructuraci�n.

De esta medalla conocemos el autor, el contexto hist�rico y social en el que se inscribe, las circunstancias por las cuales se consider� necesario crearla, as� como el uso que se hac�a de ella. Sabemos por los cat�logos en los que figura, que el di�metro de la medalla era de 36 mm, que se realiz� en plata, que ten�a un asa en su parte superior � aunque esta no figura en las im�genes� y que en su d�a se decidi� que incorporar�a una cinta de color naranja con filetes blancos.

En cambio, desconocemos la ley de la plata empleada, su peso, as� como la t�cnica de fabricaci�n. Del mismo modo, ignoramos si la medalla se corresponde con las que se usan alrededor del cuello o que fuera del tipo gal�n con pasador para ser lucida prendida sobre el pecho.

Como quiera que en la descripci�n del estandarte aparecen los mismos s�mbolos representados en la medalla, podemos concluir que el conjunto iconogr�fico de la pieza confirma la intenci�n con la que fue creada, es decir, ser un distintivo de la logia. De modo que la medalla surge para dar respuesta a una necesidad de �ndole pr�ctica.

Su uso est� orientado a servir como instrumento de identidad corporativa. En este sentido, es un objeto destinado a cumplir una doble funci�n. Por un lado, intr�nseca, en cuanto que refuerza el sentimiento de pertenencia al grupo y est� dotada de una capacidad para integrar y cohesionar a los miembros de la logia. Y, por otro, extr�nseca, en tanto que sirve de soporte diferenciador a la vez que act�a como elemento propagand�stico y de comunicaci�n institucional[39].

Del mismo modo, la medalla se configura como un soporte did�ctico. El mensaje exot�rico que transmite la medalla es sencillo y directo, en consonancia con el modelo neocl�sico caracter�stico de la masoner�a postrevolucionaria. Los principios mas�nicos, los valores �ticos asociados a los signos representados �igualdad, fraternidad o generosidad� son evidentes. A su vez, el mensaje transcendente que todo objeto mas�nico tiene, sea ritual�stico o no, queda sujeto a la interpretaci�n individual. M�s all� de que est� encriptado conforme a la naturaleza simb�lica del c�digo mas�nico, en esta medalla hay espacio para la hermen�utica[40].

No obstante, por el momento hist�rico y el contexto sociopol�tico en el que se inscribe, descartamos la idea de que hubiera podido considerarse en alg�n momento como una hierofan�a, actitud a la que estuvieron y est�n habituadas algunas corrientes mas�nicas para las que lo sagrado lo impregna todo[41].

Respondiendo a la necesidad de clasificarla cronol�gicamente, podemos concluir que nos encontramos ante la primera medalla de la masoner�a espa�ola y, probablemente, la manifestaci�n documentada m�s antigua del arte mas�nico espa�ol. Entendemos que este ep�grafe no puede cerrarse quedando los aspectos que ya hemos enumerado susceptibles de seguir siendo investigados. En este sentido, ante la dificultad que para su an�lisis supone no disponer de un ejemplar de la medalla, consideramos el modelado infogr�fico en 3D y la reproducci�n facsimilar como instrumentos complementarios para el estudio y comunicaci�n de todo aquello concerniente a esta medalla.

 

An�lisis numism�tico/iconogr�fico

 

A la hora de estudiar el sentido simb�lico de los glifos representados en la medalla, debemos considerar que nos encontramos ante una obra de arte mas�nico[42].

La disposici�n de los motivos representados en esta medalla atiende a un esquema convencional. E, incluso, el conjunto lo podemos calificar de sencillo si lo comparamos con otras medallas francesas en las que la organizaci�n y riqueza de los elementos les confieren un singular valor expresivo. Tambi�n podemos observar esta sencillez en las medallas mas�nicas espa�olas de la segunda mitad del siglo que se han conservado.

Un aspecto importante es el hecho de que en la medalla no figura ninguno de los frecuentes lemas y divisas utilizados por los masones y de los que tenemos bastantes ejemplos en las medallas francesas.

 

Anverso:

 

         En primer plano y en el centro del campo, un tri�ngulo rect�ngulo apoyado en la hipotenusa.

         En su interior, dos manos enlazadas y, sobre �stas, un cuadrado.

         En segundo plano, detr�s del tri�ngulo, un caduceo alado en el que se distingue el remate en forma de corona y asoman dos cabezas de serpiente.

         La leyenda discurre sobre los tres lados del tri�ngulo, recurriendo a la costumbre mas�nica de abreviar las palabras.

         En �ltimo plano, un fondo radiante que nace del tri�ngulo y abarca radialmente todo el campo de la medalla.

         Carece de gr�fila y listel.

 

Reverso:

 

         En primer plano, y ocupando el tercio superior del campo, una escuadra centrada verticalmente con el v�rtice apuntando al exterior.

         En la parte inferior, un comp�s abierto en �ngulo de 45�.

         En segundo plano, bajo el comp�s, un cuerno de la abundancia dispuesto verticalmente.

         Rodeando la composici�n, a la izquierda, seis estrellas de cinco puntas y, a la derecha, siete. Los dos grupos bordeando circularmente el listel.

         El fondo del campo es liso y no presenta gr�fila.

 

Interpretaci�n iconol�gica

 

Tri�ngulo radiante:

Tambi�n conocido como �Delta luminoso� (por la letra griega �∆�), aunque aqu� no est� representado un tri�ngulo equil�tero, se dispone en el oriente del templo mas�nico sobre el sitial conocido como �Trono del Rey Salom�n�, ocupado por el Venerable Maestro, que es la figura encargada de conducir los trabajos y ceremonias. De origen profundamente judeocristiano, simboliza el verbo como principio creador, esto es, al Gran Arquitecto del Universo (GADU), y por extensi�n, la luz como alegor�a del conocimiento universal en tanto que los rayos alumbran en todas las direcciones.

 

Caduceo alado:

Se incorpora al corpus iconol�gico mas�nico vinculando la antig�edad cl�sica con la masoner�a. Parecido a la asimilaci�n de la tradici�n pitag�rica o del dios Jano. Las serpientes enlazadas son un elemento que se acostumbra a relacionar con el concepto mas�nico de dualidad y, tambi�n, de uni�n. Las alas representan la elocuencia y tambi�n la libertad. La corona puede expresar el v�nculo con la monarqu�a de Jos� I. Asimismo, es un s�mbolo vinculado estrechamente con la tradici�n herm�tica y la alquimia, tradiciones de las que se ha nutrido profusamente el imaginario mas�nico y, particularmente, el Rito Escoc�s Antiguo y Aceptado (REAA). M�s all� de las distintas interpretaciones, estamos ante un s�mbolo polis�mico, aspecto �ste muy del gusto mas�nico que encuentra en la hermen�utica el veh�culo perfecto para estudiar sus misterios.

 

Piedra c�bica:

Simboliza el ideal de perfeccionamiento. Empe�o al que se debe aplicar durante su vida todo mas�n, aun sabiendo lo imposible de alcanzarlo desde la concepci�n imperfecta de la naturaleza humana. Dependiendo del rito practicado, su ubicaci�n ser� diferente dentro del templo. Tambi�n la cara superior podr� prolongarse en forma piramidal (cubo apuntado). Esta piedra, junto con otras de singulares formas utilizadas en arcos o b�vedas trabajadas por los alba�iles o canteros de la masoner�a operativa, forman parte de los rituales de otros grados mas�nicos de tradici�n inglesa. Por ejemplo, en la orden mas�nica del Real Arco, ahora como hexaedro, forma parte del conjunto de s�lidos plat�nicos dispuestos sobre la representaci�n de la cripta abovedada del templo de Salom�n, mientras que en la orden mas�nica de los Maestros Masones de la Marca durante sus rituales se utiliza junto con otras de formas singulares dotadas cada una de su particular sentido y significado.

 

Alianza:

Conocido como dextrarum iunctio �apret�n de manos ceremonial de los contrayentes durante el matrimonio romano�, se aplica en her�ldica desde antiguo y en Francia se denomina Foi (Fe). Es un s�mbolo que evoca compromiso, fidelidad y fraternidad, siendo un gesto que, realizado de la forma adecuada en sus distintas variantes, se emplea desde los inicios de la masoner�a especulativa como se�al de reconocimiento.

 

Leyenda:�����������

Este elemento no es propiamente un s�mbolo, ni una alegor�a, ni un lema o una divisa. La incluimos por la costumbre mas�nica de usar abreviaturas seguidas de los tres puntos (.�.), con el objeto de enmascarar determinadas palabras.

 

Escuadra:

Se trata de uno de los elementos del imaginario mas�nico que m�s ha transcendido al mundo profano. Pertenece al conjunto de s�mbolos adoptados de las herramientas de la masoner�a operativa. En la especulativa simboliza la rectitud y moralidad. Por esta raz�n le corresponde al Venerable Maestro de la logia lucirla prendida en su collar�n. Est� considerada la primera de las �joyas m�viles�, junto con el nivel y la plomada que lucen el Primer y Segundo Vigilantes respectivamente. Los masones hablan de una �conducta escuadrada�. Y tambi�n est� presente en el transcurso de las ceremonias cuando se desplazan por el templo �escuadrando�, la logia, o se sit�an �al orden�, formando escuadra con algunos de sus miembros o extremidades.

 

Comp�s:

S�mbolo, como la escuadra, tomado del oficio tradicional. Es muy frecuente encontrarlos representados de forma superpuesta. El comp�s habilitaba al maestro cantero o alba�il para, con exactitud y precisi�n, fijar y determinar los l�mites y las proporciones de las partes de una construcci�n. Para el mas�n simboliza la infalible e imparcial justicia que el GADU aplica a su conducta seg�n los l�mites del bien y el mal que les ha transmitido. Al igual que la escuadra, se dispone y se utiliza de diferentes formas.

 

Cornucopia:

Es un s�mbolo asimilado por la cultura occidental y podemos encontrarlo en infinidad de representaciones art�sticas o, incluso, aplicado como signo gr�fico y paragr�fico. El significado mas�nico asociado es el de prosperidad, generosidad y caridad. En la joya del Maestro de Banquetes del REAA se representa bajo un comp�s abierto, mientras que en el rito de Emulaci�n (RE) es el atributo del Experto (steward).

 

Estrellas:

Aparecen formando parte de la decoraci�n del techo del templo como expresi�n de la cosmog�nica mitolog�a mas�nica. Junto con la luna y el sol, forman parte del repertorio relacionado con la astronom�a, por lo tanto, vinculadas directamente con el grado de compa�ero en el que se completa el estudio del �trivium et cuadrivium�. La estrella flam�gera es la forma ritual�stica por excelencia, habitualmente conteniendo inscrita la letra �G�. Representada como el pent�culo pitag�rico, hace referencia a la proporci�n �urea como ley universal emanada del GADU. La disposici�n en grupo y alineadas implica igualdad, fraternidad y comunidad.

 

Vicente Goldony: diamantista y mas�n

 

La vida del veneciano de nacimiento Vicente Goldony Bibiani transcurrir� en Madrid, a caballo de los siglos XVIII y XIX, con el exilio franc�s de por medio.

Nos encontramos ante uno de esos personajes que se esconden en la letra peque�a de la historia. Para documentarnos sobre su vida y obra hay que recurrir a un minucioso rastreo por todo tipo de registros: desde las publicaciones peri�dicas de su tiempo, pasando por las obras que abordan la historia de la joyer�a y orfebrer�a madrile�a, sin olvidar los archivos parroquiales, gremiales, hist�ricos, etc.

����������� El primer documento donde hallamos referencias a Goldony Bibiani es en el Libro de Oro, en el que aparece como autor de la medalla. El estudio minucioso de las actas nos aporta interesantes datos sobre la biograf�a mas�nica de nuestro hombre, pero tambi�n nos ofrece su firma. Este ser� un hallazgo singular por cuanto conferir� personalidad a un dato que hasta el momento no pasaba de tener naturaleza literaria.

Para entonces el veneciano ya era una persona relativamente conocida en aquel Madrid que aglutinaba a una poblaci�n algo superior a los 175.000 vecinos. Ten�a abierto un comercio en los bajos del mismo inmueble en el que resid�a y donde ejerc�a el oficio de diamantista y comerciaba con el g�nero propio de un platero de oro[43].

Su consideraci�n profesional deb�a tenerse en alta estima pues en el Archivo de Palacio se encuentran apuntes de varios pagos correspondientes a unos art�culos de oro adquiridos por el infante don Antonio Pascual de Borb�n �hijo de Carlos III�, as� como diversas facturas libradas a su nombre en el Archivo del Ducado de Osuna[44].

En diversos avisos de prensa figura su domicilio como contacto de referencia, y tambi�n lo cita De Mesonero Romanos cuando enumera los personajes que, desde el balc�n de su casa, contemplaban los disturbios del Mot�n de Aranjuez[45]:

 

(...) Y mientras por fuera continuaba la algazara todo aquel d�a, y se aumentaba y enloquec�a con las deseadas noticias sucesivas de la captura del reo, de la abdicaci�n de  Carlos IV y exaltaci�n al trono del Pr�ncipe D. Fernando, mi casa se llenaba de amigos y vecinos de la reducida calle del Olivo bajo (que as� se llamaba entonces el trozo que media entre las del Carmen y la Abada), y que formaban por este solo concepto una cordial sociedad; pero como ser�a largo y enojoso el citarlos a todos, s�lo apuntar� aquellos que en esta ocasi�n tomaron m�s parte en las conversaciones y algazara com�n. (...) el diamantista D. Vicente Goldoni; el agente D. Tadeo S�nchez Escand�n, y el presb�tero D. Manuel Gil de la Cuesta, vecinos o inquilinos de mi padre en su propia casa. (...).

 

Su destino se torci� con el regreso de Fernando VII, de suerte que se ver� en la necesidad de convocar concurso de acreedores y �posteriormente� exiliarse, compartiendo as� el camino con otros espa�oles �a decir de algunos 4.000 y de otros hasta 12.000�. Entre ellos estaban un buen n�mero de ilustres afrancesados[46], como Mel�ndez Vald�s o Leandro Fern�ndez de Morat�n[47], y no pocos masones.

Seguramente se le despejar�a cualquier duda sobre hacia donde orientar su futuro a la luz de los acontecimientos relatados por El Diario de Mallorca el 24 de diciembre de 1812, donde informaba que el 25 de septiembre, en Madrid, fueron llevadas al Retiro diversas personas ��presos por traidores��, se�alando entre ellas al �diamantista Goldoni (sin valerle sus diamantes)�.

No tenemos constancia de c�mo se desenvolvi� en el pa�s vecino, pero s� disponemos del expediente relativo a la investigaci�n sobre su conducta pol�tica durante el gobierno franc�s, que se abri� en 1815 a instancia de su mujer �Mar�a Raseti�, con la intenci�n de que se permitiera regresar de Francia a su marido, para que pudiera �incorporarse en el servicio del Rey nuestro se�or�. El documento no tiene desperdicio y ofrece interesantes ejemplos de la naturaleza humana, poniendo sobre el papel actitudes tan espa�olas como la envidia o la venganza, pero tambi�n de perspicacia e ingenio[48].

Entre los acontecimientos narrados llama la atenci�n el testimonio de un testigo, que describ�a a nuestro diamantista: �de una estatura como de dos varas, algo recio�.

������ Desconocemos el sentido final del proceso. El caso es que las siguientes referencias que hemos hallado pertenecen a los primeros a�os de la d�cada de los 20, cuando se publicaron anuncios y avisos donde figuraba su nombre o su comercio. Adem�s, una de las facturas de las que hemos dado cuenta estaba fechada en 1823.

Pero no todo iban a ser sinsabores. Hemos visto c�mo Goldony Bibiani se repuso de sus desgracias y levant� de nuevo su negocio. Asimismo, prueba de su tenaz car�cter y maestr�a en el oficio, persever� hasta el punto de ser elegido �Maestro Aprobador de oro del Colegio de San Eloy de la Villa de Madrid� en 1829. Incluso, su hijo Juan alcanz� a ser aprobado maestro platero de oro de esa instituci�n en 1832, el mismo a�o del fallecimiento de su progenitor[49].

Hasta su �ltimo esfuerzo procur� velar por el futuro de su comercio y que su apellido continuara vinculado al oficio.

 

El jeton de presencia en la logia Beneficencia de Josefina

 

Como hemos dicho anteriormente, el Libro de oro de la respetable logia de Beneficencia de Josefina nos proporciona valiosa informaci�n sobre los h�bitos y maneras de proceder que se segu�an tanto en la logia como en la obediencia. Algunas de aquellas costumbres se han conservado con el paso del tiempo y est�n plenamente vigentes en la actualidad. Sin embargo, otras han ido cambiando con el paso del tiempo o, incluso, han ca�do en desuso.

Una norma que se observaba en las logias francesas durante el siglo XIX, y hasta bien entrado el XX, consist�a en el uso de los conocidos como jetons de presence, que podemos traducir como �fichas de presencia�. Actualmente, en el mundo profano, esta costumbre se ha convertido en la remuneraci�n econ�mica denominada �dietas�, que se percibe por asistir a determinadas reuniones.

En el contexto mas�nico el significado era un poco diferente. La finalidad que ten�a esta pr�ctica era beneficiar a aquellos iniciados de la logia que acud�an regularmente, al mismo tiempo que se penalizaba a los que se ausentaban. A tal efecto, los talleres emit�an sus propios jetons de car�cter interno y se les asignaba un valor econ�mico. Esta cantidad se sumaba a la �capitaci�n[50]� que el miembro abonaba a la logia. En cada reuni�n, a los asistentes se les entregaba un jeton, de manera que al t�rmino del a�o mas�nico se pod�a solicitar al tesoro de la logia el reembolso de la suma de los jetons acumulados. Los jetons tambi�n se entregaban a los componentes de otras logias que acud�an de visita y estos sol�an conservarlos como recuerdo.

Actualmente, estas fichas monetiformes son objeto de colecci�n, existiendo un mercado espec�fico para estas piezas. Es frecuente encontrarlos en lotes de las subastas numism�ticas, donde los m�s raros alcanzan altas cotizaciones. Como ya indicamos, la exonumia es la especialidad de la numism�tica que se ocupa de su estudio.

En la logia Beneficencia de Josefina se introduce esta costumbre, seg�n queda reflejado en el art�culo 3� del acta del 13 de diciembre de 1810, donde podemos leer: �Present� nuestro Ven.�. las fichas, que deven acreditar la presencia de los HH.�. en nuestras sesiones, y se acord� que principie el uso de este Art.�. del Rglam.to en la inmediata�. Puede entenderse que se pusiera en pr�ctica esta medida, habida cuenta de las anotaciones recogidas en distintas actas anteriores, instando repetidamente a los miembros de la logia a que liquidasen las deudas contra�das con el tesoro de la logia.

 

Una medalla honor�fica de la logia Beneficencia de Josefina

 

Otra medalla de esta logia que recoge el Libro de Oro es la que se entreg� al Venerable Maestro como muestra �del tierno amor� y �justa gratitud� que le profesaban sus hermanos, seg�n queda recogido en el art�culo 7� del acta correspondiente al 25 de marzo de 1811. En el texto figura que se trataba de una �medalla de honor� y que era de oro. Y, a continuaci�n, se describ�a en los siguientes t�rminos:

 

Conten�a en la una faz de un tri�ngulo de oro al aire, el s�mbolo de la gratitud, representada en un Le�n, que tiene abrazado cari�osam.te � un perrillo, que le est� lamiendo los ojos, y sobre el geroglifico, este lema: La Gratitud. En el reverso del mismo triangulo una inscripc.n que dice: La R.�. L.�. de la Benef.�. de Josef.�. � su I.�. Ven.�. el E.�. H.�. Benito.

 

����������� La costumbre de otorgar estas distinciones honor�ficas en forma de medalla persiste en la masoner�a actual. Tanto su concesi�n como su lucimiento suele estar normativizado en los reglamentos internos de cada logia y �tambi�n� en los de la obediencia.

����������� Como en este caso se trata de una distinci�n, la clasificaci�n de la pieza entrar�a dentro de la disciplina numism�tica denominada faler�stica.

 

 

La medalla de la logia Napole�n el Grande

Fuente: Colecci�n privada �elverno�. California, EE. UU.

https://www.omnicoin.com/coin/898462

 

Otra de las logias que integraban la GLNE era la Respetable Logia de Napole�n el Grande. Y, al igual que el taller Beneficencia de Josefina, emiti� su propia medalla.

De ella conocemos algunos datos proporcionados por diversas fuentes y testimonios, entre ellas las citas que aparecen en el Libro de Oro.

Los primeros testimonios que tenemos de esta medalla son las referencias que aparecen en los cat�logos numism�ticos extranjeros, que tambi�n citan la medalla de la logia Beneficencia de Josefina[51]. Una diferencia significativa entre ambas es que en esta figura la fecha de emisi�n y, por lo tanto, no presenta los problemas de dataci�n de aquella.

De la medalla de la logia Napole�n el Grande se conservan varios ejemplares en diferentes metales y aleaciones. �sta es una costumbre que se aprecia en otras medallas mas�nicas francesas y �m�s all� podemos decir que se trata de una pr�ctica frecuente en el �mbito de la medall�stica.

Un ejemplar de esta medalla acu�ada en plata sali� a subasta en diciembre de 2007 en la firma francesa �Cannes Ench�res. H�tel des Ventes�, remat�ndose la puja en 2.150 �. Tambi�n de plata es el calco de esta medalla que figura en el cat�logo Medallas Espa�olas Mas�nicas[52] de Herrera Chiesanova, ya citado.

Adem�s, como hemos se�alado, se conservan �cuando menos� otras dos piezas: una en bronce perteneciente a la colecci�n privada de un coleccionista californiano; y otra en cobre sobredorado, que figura en el cat�logo de numism�tica mas�nica francesa editado por la Maison Platt[53]. Marc Labouret, autor de la obra, tras describir la medalla, a�ade algunos comentarios que reproducimos, en los que demuestra su desconocimiento sobre la historia de la masoner�a espa�ola y la procedencia de la medalla:

 

Loge inconnue du R�pertoire. L�Espagne n�a jamais �t� compl�tement conquise par les troupes napol�oniennes, et n�a pas �t� int�gr�e au grand Empire. Dans un pays o� l�Inquisition avait jusqu�alors efficacement pourchass� la Franc-ma�onnerie, les loges militaires fran�aises repr�sentent sa premi�re implantation r�elle. La greffe ne prendra pas; les patriotes ne mouraient-ils pas au cri de �A bas la libert�? Notre m�daille appartient � cette pr�sence �ph�m�re[54].

 

An�lisis numism�tico / iconogr�fico

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Esta medalla presenta un estilo marcadamente franc�s. De hecho, en el anverso est� representado Napole�n I en un retrato de perfil, las leyendas est�n escritas en ese idioma y el esquema compositivo sigue el modelo caracter�stico de las medallas napole�nicas del Primer Imperio, si bien el reverso presenta un tratamiento gr�fico carente del detallismo y realismo de aquellas.

Compar�ndola con otras medallas mas�nicas francesas del mismo periodo, observamos que se asemeja a un tipo que se distingue por la profusi�n de los s�mbolos representados en el reverso, lo que manifiesta una especial intenci�n did�ctica. Esta condici�n se ve reforzada por el recurso de incorporar un lema en el reverso.

Por la palabra abreviada �MEMB.�.�, que figura en la leyenda del anverso, puede deducirse que es una medalla de membres�a, tiene una finalidad de identidad corporativa. Esta observaci�n tambi�n la rese�a Marvin en The Medals of the Masonic Fraternity.

 

Anverso:

 

         Ocupando la mayor parte del campo, est� el retrato de perfil mirando hacia la derecha de Napole�n I, adornado con una corona de laurel sujeta con una cinta que cae sobre el cuello.

         Una corona de laurel que rodea completamente el retrato.

         Debajo del perfil y sobre la corona, aparece la leyenda con la fecha en dataci�n mas�nica: �AN 5811� (1811).

         La leyenda discurre alrededor del campo recurriendo a la costumbre mas�nica de abreviar las palabras. En ella se identifica el nombre de la logia y la localidad de procedencia.

         La gr�fila responde a un motivo floral. Carece de listel.

 

Reverso:

 

         El campo est� enmarcado por un listel y se encuentra dividido horizontalmente en dos partes por el motivo conocido como �alianza� (dextrarum iunctio), cuyos brazos nacen de sus respectivas nubes.

         Ocupando la mitad superior del campo, a la izquierda, est� representada la luna creciente con perfil humanizado mirando hacia la derecha, radiante y rodeada de cinco estrellas de cinco puntas.

         En el centro de la parte superior y en primer plano, una estrella de cinco puntas con una letra �G� en el centro.

         A la derecha de la mitad superior del campo, un sol radiante de rostro humano mirando de frente.

         En la parte inferior izquierda figura un comp�s abierto en �ngulo de 45� sobre una escuadra con el v�rtice apuntando hacia abajo.

         En el centro, y sobre un pavimento de cuadrados representados en perspectiva, de forma que definen una escena, se sit�a un altar con decoraci�n lineal. Sobre �l, dos corazones flameantes.

         A la derecha se representan oblicuamente un mazo (o mallete) bajo una regla.

         Recorriendo el exterior del campo figura la leyenda en franc�s: L�UNION FAIT LA FORCE.

         Rodeando el exterior del reverso se incorpora otro listel.

 

Puede apreciarse que la parte superior de la medalla ha sido manipulada. Este detalle, que tambi�n est� presente en otro ejemplar, nos lleva a considerar la posibilidad de que �originalmente� tuviera incorporada un asa, o que se acostumbrara a soldarle una que se haya eliminado con posterioridad.

 

Interpretaci�n iconol�gica

 

El conjunto de elementos representados en el reverso de la medalla no aparece distribuido aleatoriamente. El ordenamiento de los s�mbolos responde a una voluntad de describir la escenograf�a idealizada de un espacio mas�nico encerrado en la forma circular del objeto soporte. La medalla cuenta m�s de lo que a primera vista pudiera parecer.

 

Estrellas:

Este s�mbolo ya lo comentamos cuando estudiamos la medalla de la logia Beneficencia de Josefina. Aqu� su n�mero es de cinco, esta cifra asociada a la estrella con la letra �G�, podr�a interpretarse como una velada alusi�n al segundo grado.

 

Luna y sol:

Estos dos s�mbolos aparecen humanizados. De esta forma, que no es exclusiva de la masoner�a, el rostro les confiere personalidad y transcendencia. El lugar que ocupan respectivamente no es arbitrario, sino que est�n dispuestos de la misma manera que en el oriente del templo mas�nico. El significado es muy amplio, son s�mbolos marcadamente polis�micos, pero el que guarda relaci�n con la escenograf�a representada en la medalla, es aquel que habla del periodo durante el cual desarrollan sus trabajos los masones en las logias de San Juan, de mediod�a en punto a medianoche.

 

Alianza:

Figura representada de una forma frecuente en otras medallas de la masoner�a francesa, surgiendo ambos brazos de sus respectivas nubes. El significado hace referencia al alto sentido o elevada naturaleza del v�nculo fraternal.

 

Escuadra y comp�s superpuestos:

Ya hemos hecho referencia a estos dos s�mbolos al describir los que aparecen en la medalla de la logia Beneficencia de Josefina. A diferencia de aquella, aqu� aparecen formando un subconjunto, representados conforme al uso en el tercer grado.

 

Mazo y Regla:

Estamos ante un caso como el anterior. De forma deliberada, se han representado conjuntamente dos de las herramientas propias del primer grado: la regla de 24 pulgadas �que representa las 24 horas del d�a� y el mazo que, a su vez, nos habla de la voluntad y la fuerza de la conciencia para perseverar en la progresiva autotransformaci�n.

 

Altar y corazones flameantes:

Este s�mbolo sit�a la escena dentro de la tradici�n escocista a la que pertenece la logia y la obediencia. El coraz�n flameante que hace referencia al fervor amoroso hunde sus ra�ces en la tradici�n cr�stica o cristiana, en conjunci�n con la alqu�mica espiritual europea. De hecho, en esa figura tambi�n podr�a verse un hornillo de atanor alqu�mico. Sin embargo, el mencionado motivo no se ha incorporado al corpus iconol�gico de la mas�nica espa�ola. Este s�mbolo da nombre y aparece representado sobre un altar en las medallas de las logias escocistas parisinas Les c�urs unis (1808), o Les c�urs sinceres (Labouret no. 179). En la medalla de la logia Les c�urs unis de Dieppe (1805) son tres los corazones ardientes representados, mientras que en la medalla acu�ada por la logia La Parfaite Uni�n de Rennes (1804) es un solo coraz�n el que est� situado sobre el altar.

 

Pavimento:

Este elemento no est� representado como un s�mbolo o motivo propiamente. Sin embargo, es perfectamente identificable con el pavimento mosaico de cuadrados blancos y negros que alfombra el templo mas�nico. Su significado expresa tradicionalmente la dualidad en su concepto m�s amplio. En la medalla, representado abajo y en perspectiva, cumple la funci�n de proporcionar profundidad a la escena.

 

Una medalla honor�fica de la logia de Santa Julia

 

Esta logia la conocemos principalmente por el Libro de arquitectura de la logia Santa Julia[55] y por las referencias a ella que aparecen en el Libro de oro.

De esta medalla no hemos encontrado referencia en cat�logos numism�ticos, lo que en principio no puede extra�arnos dado que su origen responde a una necesidad eventual, costumbre frecuente en las logias, como ya hemos visto. Toda la informaci�n relativa a esta medalla es la que aparece en el Libro de arquitectura.

En la �plancha� que hace referencia a los trabajos celebrados en la sesi�n del 28 de mayo de 1810, figuraba la propuesta para organizar un premio a la mejor memoria que se presente sobre la siguiente pregunta: ��Qu�l ser� la influencia de la Mria.�. en la felicidad de la Espa�a?�.

En los art�culos que desarrollaban las condiciones del premio se describ�an las medallas, de oro y de plata, que se entregar�an al ganador y finalista respectivamente. Las medallas tendr�an el peso de una onza[56]. Por un lado, aparecer�an las �armas de la logia� junto al nombre del agraciado. Y, por el otro, el sol �como emblema de la masoner�a�, junto a la inscripci�n �Ilumina y vivifica�.

De la iconograf�a representada en el emblema de la logia �o �armas de la logia��, tenemos una somera referencia en una nota a pie de p�gina que aparece en Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en Espa�a[57], donde el autor escribe: �Tiene en la portada un sello muy bien grabado en cobre con todas las alegor�as mas�nicas que dice [�] de San Juan de Escocia bajo el t�tulo distintivo de Santa Julia al O.�. de Madrid: El signo [�][58] equivale a logia�.

M�s adelante se a�ade que los premiados ser�n declarados miembros honorarios de la logia. Esto es, la obtenci�n del premio supone, adem�s de ser galardonado con una medalla, hacerse merecedor de una distinci�n honor�fica. De modo que estar�amos ante otro ejemplo numism�tico cuyo estudio entrar�a dentro del �mbito de la faler�stica, puesto que se establece un v�nculo entre el m�rito literario, el galard�n en forma de medalla, y la concesi�n de un privilegio.

 

Conclusiones

 

1.      Este trabajo de investigaci�n supone la definici�n de la unidad documental formada por el conjunto de aquellas medallas de la GLNE de las cuales hemos encontrado referencias. Unidad documental susceptible de ampliarse con aportaciones tanto propias, como por parte de otros investigadores.

 

2.      En esta unidad documental est�n representadas tres categor�as numism�ticas: dos de car�cter identitario (medall�stica), un jet�n de presencia (exonumia) y otras dos honor�ficas (faler�stica). El conjunto de estas cinco medallas nos habla de la asimilaci�n de las costumbres mas�nicas en el seno de las logias de la GLNE.

 

3.      Hemos constatado que tres logias de la GLNE recurren al uso de medallas mas�nicas para atender a diferentes necesidades del taller. Conviene preguntarse si tanto las logias, como la misma obediencia, emitieron otras medallas.

 

4.      Es preciso continuar la investigaci�n emprendida con el objeto de documentar alg�n ejemplar de la medalla de la logia Beneficencia de Josefina.

 

5.      La producci�n de estas medallas se�ala el nacimiento de la numism�tica mas�nica espa�ola, actividad que continuar� durante el siglo XIX �como en el resto del orbe mas�nico� hasta la actualidad.

 

6.      Es conveniente investigar la historia del coleccionismo numism�tico mas�nico en Espa�a y su estado actual.

 

7.      Interesa investigar la historia de la producci�n nacional de medallas y joyas mas�nicas, as� como el comercio interior y exterior de este tipo de productos.

 

8.      Es pertinente considerar las nuevas tecnolog�as inform�ticas CAD/CAM y de prototipado r�pido como recurso al servicio de la investigaci�n y comunicaci�n de la numism�tica mas�nica espa�ola.

 

9.      Creemos necesario la normalizaci�n del estudio de la historia de la numism�tica mas�nica espa�ola en el contexto general de la historia del arte espa�ol, en tanto que representa una parte olvidada de nuestro patrimonio art�stico.

 

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[1] Mar�a del Mar Royo Mart�nez, �Gu�a de descripci�n, estudio y clasificaci�n de monedas para numism�tica�, Reduca 5, no. 1 (2013), 64-115, http://www.revistareduca.es/index.php/reduca/article/view/1585/1606

[2] Jos� Antonio Ferrer Benimeli y Bird Polly, Bibliograf�a de la masoner�a (Madrid: Fundaci�n Universitaria Espa�ola, 2004).

[3] Ferrer Benimeli, �Bibliograf�a de la masoner�a�, en La masoner�a en la historia de Espa�a: actas del I Symposium de Metodolog�a Aplicada a la Historia de la Masoner�a Espa�ola, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: Diputaci�n General de Arag�n, Departamento de Educaci�n y Cultura, 1983), 371-377.

[4] Centro de Estudios Hist�ricos de la Masoner�a Espa�ola, http://cehme.com/

[5] Galo S�nchez Casado, Los altos grados de la masoner�a (Madrid: Akal, 2009); Ilia Gal�n, �Introducci�n�, Conde de Aranda. Estudios a la luz de la francmasoner�a 1 (2006): 13-20; o la p�gina http://www.lamatritense.es/ donde, adem�s de recurrir a los t�picos e inexactitudes habituales, en una ilustraci�n se identifica a Philip Wharton cuando en realidad el retratado es Thomas Dunckerley.

[6] David Mart�n L�pez, �Est�tica mas�nica, arquitectura y urbanismo. Siglos XVIII-XX� (Tesis de doctorado en historia del arte y m�sica, Universidad de Granada, 2010).

[7] Mart�n L�pez, �Arte y masoner�a: consideraciones metodol�gicas�, REHMLAC 1, no. 2 (diciembre 2009-abril 2010): 17-36, https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/rehmlac/article/view/6615/6304

[8] Josep M. Grac�a, Simb�lica arquitect�nica (Barcelona: Edici�n del autor, 2004).

[9] Raimon Arola, Simbolismo del templo (Barcelona: Ediciones Obelisco, 2001).

[10] Ricardo Serna Galindo, �La masoner�a en el s�ptimo arte. Una aproximaci�n al caso espa�ol�, REHMLAC+ 8, no. 1 (mayo-noviembre 2016): 71-86, https://doi.org/10.15517/rehmlac.v8i1

[11] Ver: Consuelo Conde Martel, �Aspectos simb�licos de los sellos mas�nicos en Canarias y de la logia A�aza�, Tebeto: Anuario del Archivo Hist�rico Insular de Fuerteventura 2 (1989): 129-178; Susana Cuartero Escob�s, �Sigilograf�a de las logias norteamericanas�, Brocar: Cuadernos de investigaci�n hist�rica 17 (1991): 55-70; o Mar�a Elena Mu�oz Echeverr�a y Mar�a Jes�s Oca�a V�zquez, �Elementos ind�genas y de ultramar en los sellos de las logias de Cuba y Filipinas�, en Masoner�a espa�ola y americana, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: Gobierno de Arag�n, Departamento de Educaci�n, Cultura y Deporte, 1995), tomo II, 1005-1018.

[12] Numerosas publicaciones reflejan la relaci�n entre iconograf�a y simbolismo mas�nicos. En: Jos� Julio Garc�a Arranz, Simbolismo mas�nico. Historia, fuentes e iconograf�a (Vitoria-Gasteiz: Sans Soleil Ediciones, 2017), encontramos uno de los ejemplos que consideramos m�s exhaustivo y mejor rese�ado.

[13] Jos� A. Garc�a-Diego, Antonio Machado y Juan Gris. Dos artistas masones, ed. Castalia (Madrid, 1990); e ��igo Sarriugarte G�mez, �Perspectivas mas�nicas en la vida y producci�n art�stica de Juan Gris�, Cuadernos de arte e iconograf�a 46 (2014): 523-547.

[14] Manuel de Paz-S�nchez, �Jos� Aguiar (1895-1976). Entre la luz y las sombras�, Anuario de Estudios Atl�nticos 52 (2006): 499-528.

[15] Jes�s Rodr�guez Rubio, �Un ejemplo de arte mas�nico: Nicomedes G�mez (1903-1983)�, en Masoner�a, revoluci�n y reacci�n, coord. Ferrer Benimeli (Alicante: CEHME, 1990): tomo II, 897-904.

[16] En I. Echeverr�a, �La Masoner�a en la cer�mica del ParK G�ell�, Conbarro: revista internacional de arte 6 (2004): 34-38, aparece una descripci�n de elementos iconogr�ficos mas�nicos del Park G�ell de Barcelona representados con las caracter�sticas teselas decorativas de ese espacio.

[17] Consultar: Juan Sabater Pie, �La crisis del 98 en la filatelia mas�nica�, en La masoner�a espa�ola y la crisis colonial del 98, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 1999), tomo I, 159-175; y tambi�n: �La masoner�a en Madrid desde la filatelia (1728-2003)�, en La masoner�a en Madrid y en Espa�a del siglo XVIII al XXI, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 2004), tomo I, 697-720.

[18] En Sylvia Hottinger Craig, �Las fotograf�as de mujeres entre las fotograf�as de origen mas�nico del archivo general de la Guerra Civil espa�ola�, en La masoner�a espa�ola: represi�n y exilios, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 2011), tomo II, 1417-1430, encontramos un estudio de g�nero sobre fotograf�a, masoner�a y mujer; y en Mar�a Pilar Amador Carretero, �La fotograf�a como control policial�, en La masoner�a espa�ola: represi�n y exilios, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 2011), tomo II, 1391-1416, otro trabajo en el que, adem�s de presentar una relaci�n tem�tica de las fotograf�as mas�nicas del CDMH, se aborda la importancia de la fotograf�a como recurso documental al servicio de la represi�n policial de la masoner�a. Ver tambi�n: Margarita Hern�ndez, Miguel �ngel Jaramillo y Blanca Desantes. �Documentaci�n fotogr�fica mas�nica en el Archivo Hist�rico Nacional: secci�n guerra civil�, en La masoner�a espa�ola y la crisis colonial del 98, coord. Ferrer Benimeli. (Zaragoza: CEHME, 1999), tomo I, 141-157; y Mar�a del Carmen Amate Mart�nez, Entre la historia y el mito: La Masoner�a espa�ola a trav�s de la fotograf�a, Cat�logo de exposici�n (Almer�a: Instituto de estudios almerienses, 2009).

[19] En Gabriel Songel, �El patr�n de dise�o del Santo C�liz de Valencia�, Revista de Bellas Artes 13 (2016): 213-234, se estudia un caso particular que relaciona la orfebrer�a con las marcas de canteros.

[20] En Bolet�n Oficial del Gran Oriente de Espa�a, 15 de mayo de 1873, 12, 1 de julio de 1873, 13 y 15 de julio de 1873, 16, se hace referencia a D. M. A. Ricord, grabador madrile�o, dando cuenta de las joyas ritual�sticas, sellos y otros enseres mas�nicos de producci�n propia puestos a la venta, as� como de otros elaborados para distintas logias en particular. Tambi�n en Emilio J. M. Nogu�s, �Decreto�, Bolet�n de Procedimientos del Soberano Gran Consejo General Ib�rico, 3 de abril de 1892, 16, se comunica el decreto por el cual se crea la medalla conmemorativa de la obediencia. A continuaci�n, figura reproducida y se hace referencia al grabador D. Luciano Ortega, acabados, precios y otros detalles. Esta medalla es una de las que figuran en Herrera Chiesanova, Medallas espa�olas mas�nicas, 17.

[21] Puede consultarse: La masoner�a espa�ola, 1728-1939. Cat�logo de exposici�n. Alicante: Instituto de Cultura �Juan Gil-Albert", Diputaci�n Provincial de Alicante, 1989; y tambi�n: Masoner�a universal. Una forma de sociabilidad. �Familia gallega� (1814-1936). Cat�logo de exposici�n. A Coru�a: Fundaci�n Ara Solis, 1996.

[22] Blanca Desantes y Mar�a Jos� Frades, Atributos mas�nicos en el Archivo Hist�rico Nacional, Secci�n Guerra Civil (Salamanca: Direcci�n General de Bellas Artes y Archivos, 1993).

[23] En �Explicaci�n del Tablero de Trazo de Segundo Grado� del Rito de Emulaci�n.

[24] Mu�oz Echeverr�a y Oca�a V�zquez, �Aproximaci�n a la iconograf�a y simbolog�a mas�nica�, en Masoner�a, revoluci�n y reacci�n. coord. Ferrer Benimeli (Alicante: CEHME, 1990), tomo II, 885-895. Mart�n L�pez, �Arte y masoner�a: consideraciones metodol�gicas�; y tambi�n Edgar Ortiz Arellano, �Tendencias art�sticas del simbolismo francmas�nico�, Xihmai Revista 22 (2016): 111-130.

[25] Adolfo Herrera Chiesanova, Medallas espa�olas mas�nica (Madrid: Edici�n del autor, 1905).

[26]Portal PARES de la red de archivos espa�oles: http://www.pares.mcu.es

[27] Miguel Arias y Alfonso D. Jim�nez, Joyas mas�nicas (Madrid: Iberediciones, 1992).

[28] Severiano Delgado Cruz y Javier Infante Miguel-Motta, �Nadie preguntaba por ellos. Guerra y represi�n en Salamanca�, en Testimonio de voces olvidadas, coord. Enrique Berzal de la Rosa (Le�n: Fundaci�n veintisiete de marzo, 2007), Tomo I, 283-355.

[29] Andr�s del Corral, El misterio de la iniquidad revelado o el triunfo so�ado de la impiedad (Valladolid: Hermanos Santander, 1814).

[30] Monserrat Guibernau, Identidad. Pertenencia, solidaridad y libertad en las sociedades modernas (Madrid: Trotta, 2017); o Javier Otaola y Andr�s Ortiz-Os�s, Mason�ria y hermen�utica. Un mundo problem�tico (Oviedo: EntreAcacias, 2017).

[31] En Ferrer Benimeli, �4. La primera Gran Logia Nacional de Espa�a�, en Masoner�a espa�ola contempor�nea Vol.1. 1800-1868 (Madrid, ed. Siglo XXI de Espa�a Editores, 1987), 82-105, se hace referencia a las circunstancias que concurrieron hasta la fundaci�n de la GLNE, as� como a informaci�n sobre las logias que se integraron en la obediencia, personajes y otras referencias.

[32] Juan Jos� Morales Ruiz, �Fernando VII y la masoner�a espa�ola�, Hispania Nova. Revista de Historia contempor�nea 3 (2003): 74-92, http://hispanianova.rediris.es/anteriores-3.htm

[33] Marcelino Men�ndez Pelayo, �La heterodoxia entre los afrancesados�, en Historia de los heterodoxos espa�oles, vol. VII, I, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/html/

[34] En Manuel Corral Baciero, Libro de oro de la respetable logia de Beneficencia de Josefina (Oviedo: EntreAcacias, 2012); y tambi�n se puede consultar copia digitalizada del original en el portal PARES de la red de archivos espa�oles: http://www.pares.mcu.es

[35] En Manuel J�lvez Campos y Henar Pizarro Llorente, �Masoner�a bonapartista en Madrid (1812-1829) a trav�s de los papeles inquisitoriales�, en Masoner�a, revoluci�n y reacci�n, coord. Ferrer Benimeli (Alicante: Diputaci�n Provincial de Alicante e Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 1990), tomo I, 71-78, se hace referencia a este expediente y a otros documentos inquisitoriales que aportan una descripci�n del templo, decoraci�n de las estancias, mobiliario, y detalles sobre distintos personajes.��

[36] Paul Delaroche, Henriquel Dupont y Charles Lenormant, Tr�sor de Numismatique et de Glyptique (Par�s: Chez Rittner et Goupil �diteurs, 1840), 80 y PL. XXXVII.

[37] J. F. L. Theodor Merzdorf, Die Denkm�nzen der Freimaurerbr�derchaft (Oldemburg: Verlag und Druck von Gerhard Stalling, 1851), 120.

[38] T.R. William Marvin, The Medals of the Masonic Fraternity (Boston: Edici�n del autor, 1880), 129.

[39] Esta doble funci�n de la medalla �en tanto que distintivo de la logia� queda reflejada en varios apuntes del Libro de oro, tanto cuando se dice que se repartieron entre los hermanos, como en las citas relativas a la entrega de ejemplares a miembros de otras logias y a personalidades de la obediencia.

[40] Para entender la funci�n de los s�mbolos mas�nicos, y por extensi�n la funcionalidad de aquellos soportes en los que se integran, consultar: Jos� Julio Garc�a Arranz, �5. Iniciaci�n y perfecci�n: la m�ltiple funci�n de los s�mbolos mas�nicos�, en Simbolismo mas�nico. Historia, fuentes e iconograf�a (Vitoria-Gasteiz: Sans Soleil Ediciones, 2017), 101-105.

[41] Consultar: S�nchez Ferr�, La masoner�a. S�mbolos, doctrinas e historia (Sta. Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2015).

[42] En este sentido, el testimonio, la narraci�n de los glifos (del verbo griego γλυφεῖν: grabar en hueco, tallar) representados, no puede disociarse de su sentido simb�lico (a su vez de συμβάλλειν: lanzar y reunir). Y esto es as� porque �como reza el aforismo� en masoner�a todo es s�mbolo y alegor�a.

[43] Sobre los plateros madrile�os, consultar la obra del profesor Jos� Manuel Cruz Valdovinos. Para analizar el panorama de la plater�a madrile�a durante este periodo ver: Jos� Manuel Cruz Valdovinos, Los plateros madrile�os. Estudio hist�rico-jur�dico de su organizaci�n corporativa (Madrid: Edici�n del Gremio de Joyeros y Plateros de Madrid, 1983) y �La Plater�a del siglo XIX�, en Historia de las artes aplicadas e industriales, coord. Antonio Bonet Correa (Madrid: C�tedra, 2008), 149.

[44] �Tasaciones, cuentas, libramientos y recibos de plateros y joyeros por objetos hechos o vendidos a las Casas de Osuna, Gand�a, Benavente, etc. (1800-1827): Cuentas de alhajas de Vicente Goldoni�, Archivo Hist�rico de la Nobleza. Signatura: OSUNA, CT.386, D.11.

[45] Ram�n De Mesonero Romanos, Memorias de un setent�n, natural y vecino de Madrid (Madrid: Renacimiento, 1926).

[46] Miguel Artola, en Los afrancesados (Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones 1953, y Alianza Editorial, 2008), estudia, desde una posici�n renovadora y alejada de los t�picos acu�ados por la tradici�n historiogr�fica decimon�nica, la ideolog�a pol�tica, los diferentes grados de afecci�n al nuevo estado y el papel desempe�ado por los afrancesados frente a la coyuntura en la que se encontraba el pa�s tras la renuncia de Carlos IV y la invasi�n napole�nica. Con posterioridad, otros historiadores, como Juan L�pez Tabar en Los famosos traidores. Los afrancesados durante la crisis del Antiguo R�gimen (1808-1833) (Madrid: Biblioteca Nueva, 2001), han desarrollado la idea de que, frente al colapso del Antiguo R�gimen, los afrancesados se situaron como intermediadores entre los liberales y los representantes del absolutismo y el clero m�s conservador. Por su parte, Francisco Javier Ram�n Solans en �El legado historiogr�fico de Miguel Artola�, Rolde. Revista de Cultura Aragonesa 124-125 (2008): 4-11, estima necesaria �una revisi�n cr�tica� que defina las caracter�sticas de este grupo, acompa�ada de una renovaci�n l�xica junto con una nueva propuesta metodol�gica, cosa que no hace Tabar, limit�ndose a asumir �can�nicamente los presupuestos y categor�as anal�ticas� planteadas por Artola.

[47] Pedro Ortiz Armengol, madrile�o de nacimiento, diplom�tico, acad�mico, historiador, pero sobre todo galdosiano, �a decir del escritor, editor y periodista canario Juan Cruz en la necrol�gica que le dedica en El Pa�s del 16 de marzo del 2009�, nos habla de Vicente Goldony en un art�culo que publica en 1975 la revista Estudios Rom�nticos y que lleva por t�tulo �Viajes y entredichos de Morat�n en Francia�. En el art�culo, Ortiz Armengol aventura como probable que el diamantista don Vicente Goldoni tuviera un parentesco con el dramaturgo veneciano Carlo Goldoni, y considera m�s que probable que hubiera una relaci�n profesional con los Fern�ndez de Morat�n orfebres.

[48] �Expediente relativo a la investigaci�n sobre la conducta pol�tica de Vicente Goldony durante el gobierno franc�s�, Archivo Hist�rico Nacional. Signatura: CONSEJOS, L.1404, Exp.24.

[49] El Archivo del Gremio de Joyeros y Plateros de Madrid conserva la documentaci�n relativa a este periodo de la actividad del antiguo Colegio de San Eloy y de sus miembros. En Jos� Manuel Cruz Valdovinos, Plateros aprobados e incorporados al Colegio de San Eloy de Madrid�, en Estudios de Plater�a. San Eloy 2012, coord. Jes�s Rivas Carmona (Murcia: Universidad de Murcia, 2012), 168; y Cruz Valdovinos, Relaci�n de plateros activos en Madrid en 1861�, en Estudios de Plater�a. San Eloy 2013, coord. Rivas Carmona (Murcia: Universidad de Murcia, 2013), 166, hemos encontrado importante informaci�n para investigar sobre la biograf�a de Vicente Goldony y su entorno profesional.��

[50] Del lat�n caput, capitis, cabeza. Cantidad de dinero que los miembros de una logia abonan peri�dicamente en concepto de contribuci�n al sostenimiento de la logia y obediencia. En espa�ol usamos la expresi�n �por cabeza� con el mismo sentido.

[51] Delaroche, Dupont y Lenormant, �Tr�sor de Numismatique et de Glyptique�, 103; Merzdorf, �Die Denkm�nzen der Freimaurerbr�derchaft�, 120; y Marvin, �The Medals of the Masonic Fraternity�, 129.

[52] Herrera Chiesanova, �Medallas espa�olas mas�nicas�, 23.

[53] Marc Labouret, Les m�taux et la m�moire. La franc-ma�onnerie fran�aise racont�e par ses jetons et m�dailles (Par�s: Maison Platt �diteur, 2007), 337.

[54] Logia desconocida en el repertorio. Espa�a nunca fue conquistada completamente por las tropas napole�nicas, y no se integr� en el gran Imperio. En un pa�s donde la Inquisici�n hab�a perseguido hasta entonces eficazmente a la masoner�a, las logias militares francesas representan su primera implantaci�n real. El injerto no prender�; �no murieron los patriotas al grito de "Abajo la libertad"? Nuestra medalla pertenece a esta ef�mera presencia [mi traducci�n].

[55] Manuel A. De Viado. Colecci�n de piezas de arquitectura trabajadas en el Taller de Santa Julia (Madrid, 1812).

[56] La onza castellana equivale a 28�75576 g.

[57] Vicente de la Fuente. �La l�gia �Santa Julia� de Madrid: descripci�n de la fiesta que hubo en ella el d�a 28 de mayo de 1810.�. En Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España y especialmente de la Franc-Masoneria, ed. Imprenta D.R.P. INFANTE (Madrid: 1874), tomo I, 115-119.

[58] Este signo en el original aparece con los corchetes en disposici�n vertical con los tres puntos en medio, hemos optado por representarlo con los corchetes alineados horizontalmente por imperativo tipogr�fico.