RESEÑA
De REHMLAC a
REHMLAC+
Reseñado
por Yván Pozuelo Andrés
IES Universidad
Laboral de Gijón, España
Recepción:
2 de marzo de 2019/Aceptación: 4 de abril de 2019
doi: https://doi.org/10.15517/rehmlac.v11i1.37614
Los 10 años de la revista invitan a
hacer un balance sobre la tarea realizada. En los años 2007 y 2008 se reunieron
por iniciativa del profesor Eduardo Torres-Cuevas de la universidad de La
Habana, en la capital cubana un grupo de investigadores en torno a la historia
de la masonería en Latinoamérica y el Caribe. Desde entonces, reconocido
informalmente como el Grupo La Habana. El éxito de las reuniones se hicieron palpables
al compartir los presentes múltiples proyectos a llevar a cabo gracias a la
experiencia acumulada en Europa y a las necesidades apuntadas por una nueva
generación de investigadores latinoamericanos de producir estudios sobre el
fenómeno masónico en América Latina a través de una labor científica. Sin
embargo, ese éxito no contaba con financiación para ni tan siquiera publicar
los trabajos presentados en ambos congresos. Entonces, el profesor Ricardo
Martínez Esquivel de la Universidad de Costa Rica propuso la posibilidad de
crear una revista aprovechando la nueva era de la información propiciada por
Internet y su “gratuidad”. Los objetivos de partida se posaron encima de la
mesa en torno a la construcción y visibilidad de un espacio para los investigadores,
independientemente de su lugar de procedencia, pero con una clara apuesta por
Latinoamérica y el Caribe. En su puesta en marcha y durante toda esta década
contamos con el estimable apoyo del profesor Miguel Guzmán-Stein
de la Universidad de Costa Rica.
Si hemos aprendido una lección como
historiadores a lo largo de estos años de trabajo y de contacto con académicos
de todos los continentes, es que la historia se entiende mejor sabiendo de
todas las microhistorias. Reunirlas, con especial interés, dado nuestro origen
hispanoamericano, para conocer la historia de la masonería en el espacio
latinoamericano concentró nuestros esfuerzos. El crear un puente entre la
historiografía veterana de Europa y la emergente en América Latina para que
ambas aprendieran de ambas fue uno de los propósitos más ambiciosos.
En estos 10 años, la revista creció:
en número de visitas, en número de autores y colaboradores, en mejora de la
calidad de los trabajos publicados y en su propia organización interna. Cosechó
el reconocimiento de las historiografías especializadas anglófonas y
francófonas. Es un referente necesario para cualquier estudio que trate de
cerca o de lejos algún aspecto –y son muchos dada su transversalidad temática‒
de las masonerías, de los masones y de las masonas.
A continuación, ofrecemos las cifras que nos
parecen más interesantes de cara al balance.
Cifras generales
1.
El Comité científico fue
creciendo a medida de los años y de las colaboraciones con otras entidades
académicas. Pasamos de siete a veintiuno pertenecientes a diecinueve
universidades, catorce de América y siete de Europa.
2.
Se publicaron veinte números
más un hors série
en coordinación con la UCLA. Ciento sesenta y un autores de veintitrés países
diferentes aportaron sus conocimientos en los tres cientos diecisiete trabajos
publicados. Las aportaciones se dividieron en cuatro grandes categorías: Ciento
noventa y dos como artículos de tipo “tradicional” de revista académica,
sesenta y siete reseñas de libros, cuarenta y cuatro entrevistas a
investigadores (treinta y cuatro hombres y diez mujeres) y catorce reseñas de
eventos y entrevistas de diferente índole.
3.
Especialmente interesante
son las entrevistas a los investigadores que defendieron tesis de fin de
carrera y sobre todo tesis doctorales. La entrevista consistió en hacerles las
mismas preguntas a todos, desde su motivación hasta las enseñanzas
metodológicas y personales adquiridas en ese tortuoso proceso de
especialización. En efecto, la historia la escribe los historiadores, con sus
contextos y vivencias de ahí el interés de interrogar al recién doctorado por
dicha experiencia.
4.
En cuanto a las reseñas
de libros advertimos darles un giro, pidiendo a los autores de estas no solo
una descripción del contenido sino un análisis que sitúe la obra dentro de los
avances historiográficos.
5.
El 35 % de los artículos
recibidos fueron rechazados. Nuestra evaluación se lleva a cabo por pares y así
se decide si la propuesta responde a los objetivos en fondo y forma de la
revista. No obstante, se optó por dialogar con los autores para encaminar los
trabajos que mostraban, según nuestros subjetivos criterios, algún aspecto de
mejora.
6.
La revista está ubicada
en la universidad de Costa Rica, entidad que alberga a numerosas revistas y que
cuenta con un sistema de evaluación anual interno y externo al que sin
pretenderlo nuestra revista cosechó en numerosas ocasiones el rango 1.
7.
Una vez estos datos
generales posados como marco general del balance, vamos a mostrar tres gráficos
que fotografían estos 10 años de trabajo de la revista apuntando a la vez lo
que se hizo y lo que queda por hacer.
El balance historiográfico
en tres gráficos
Hasta la diferenciación entre
continentes es una diferenciación engañosa, forman fronteras imaginarías para
la historia. No obstante, nos permiten observar que se consiguió la apuesta de
visibilizar a Latinoamérica. Con referencia a Europa, son al menos veinticinco
trabajos sobre España, dada la fuerte impronta de la historiografía allí
desarrollada en los últimos años de la mano del historiador José Antonio Ferrer
Benimeli y el CEHME. Para la futura década deseamos
que ese dinamismo prosiga y se pueda aumentar el de África y Asia.
Veinticincos países y dos conjuntos
de naciones (Latinoamérica y Magreb) forman el elenco de los territorios
elegidos por nuestros autores para dar a conocer la historia de la masonería.
Trece son los países latinoamericanos
y caribeños y ocho los europeos a los que se dedicaron las publicaciones.
Faltan Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay y Venezuela. Hace dos años,
España estaba en el tercer lugar. Los investigadores especializados en esa
nación, observadores durante los primeros años de cómo y a dónde iba la
revista, reconocieron a partir de entonces su calidad con sus propuestas de
publicación y su colaboración. También se debe a la aparición de una nueva
generación de investigadores españoles sobre el tema. España reúne la mitad de
los trabajos sobre países europeos de ahí que los gráficos, incluso cuando,
como en este caso, se poseen todos los datos, cercenen las conclusiones reales
por ser productos de los contextos simplificados con los que delimitamos la
historia. Si no fuera por España se vería con mayor claridad cómo la revista
avanzó en su cometido de visibilizar la historia de la masonería en los
territorios latinoamericanos.
Dentro de estos territorios, México
‒al que se le debe sumar Nueva España‒, Cuba y Brasil destacan en números de
trabajos. Un país en tamaño menos considerable como Costa Rica ofrece un nivel
académico por encima de la mayoría de las naciones que copan en general las
páginas de la historia de esa América.
Resulta muy llamativo, que
Inglaterra, cuna de la masonería, apenas cuente con una simple muestra. Por
consiguiente, más allá de la isla británica hay historia de la masonería. Entre
el cierto aislamiento voluntario de su historiografía, al borde del hermetismo,
y la estabilidad que reinó en sus 300 años de historia, no despertó el interés,
salvo excepciones, de los investigadores latinoamericanos que publicaron en la
revista.
En cuanto a otras de esas fronteras imaginarias
que simplifican la historia, las de las centurias, no revisten sorpresas. La
mayoría dirigió la luz sobre el siglo XIX cuando penetra con fuerza la
masonería en América Latina. Gran parte de los trabajos publicados, interesados
obviamente por el proceso de las independencias, dejaron claro que ni la
masonería ni los masones las provocaron. En cambio, a raíz de las mismas se adecuaron
las condiciones necesarias para que este tipo de asociacionismo pudiera
desenvolverse.
Si debiéramos de advertir de un
defecto aún habitual, sobre todo, pero no solamente, en los autores que funden
su condición de historiador con la de militante masónico, sería la de no
distinguir con nítida la diferencia entre “ser y “pretender ser”. Por ejemplo,
es de dudosa rigurosidad concluir que la masonería o los masones o una logia
defiendan conceptos tan abstractos para la historia como la libertad, igualdad
y fraternidad, los derechos del Hombre, etc. “Dicen defender” sí pero llegar a
afirmar que defienden como una fórmula sentenciadora generalizadora es situarse
en el terreno de la propaganda.
Una de las labores prioritarias del
historiador ‒y de REHMLAC+‒ es el de
demostrar lo que es historia de lo que es mito. En eso seguimos…