Saber, sí sabíamos que hubo masonería en Madrid. Sin embargo, parecía imposible organizar todos esos fragmentos de información de esas personas residentes en Madrid, unos temporalmente, hasta su muerte o hasta su huida otros. Los historiadores de otras localidades de España han presentado trabajos sobre la masonería exquisitos. Leemos, no sin cierto asombro, esos trabajos que no sabíamos si se iban a poder realizar en Madrid. Esto se debía no solamente a la pérdida de documentos de un gobierno central en guerra, y a la posterior represión franquista que afectó a todos los masones, sino al carácter de gran ciudad, a la variedad de tipos de logias y también al trabajo transeúnte de los que formaban parte de la administración madrileña. Por aquí pasaron los altos cuerpos, el levantamiento y el cierre de logias, con sus actividades políticas y sociales. Este libro es una pieza clave que faltaba en la historia de la masonería española.
Solo se sabía que la masonería madrileña existía porque teníamos nombres de logias y de masones famosos que formaron parte de ellas. Y porque un gran número de ellos formaron parte del gobierno de la Segunda República. Además, parece que su rol en el gobierno republicano bastaba como tema de estudio sobre la masonería de Madrid. Solamente las dotes de organización, investigación y análisis del Dr. Según-Alonso podría enfrentarse a tan ardua tarea. El estudio de la masonería en España es un laberinto de prohibiciones, protestas, organizaciones políticas y, casi siempre, actividades educativas. Al enfrentarse a la masonería madrileña en la primera mitad del siglo XX, el Dr. Según-Alonso ha escrito una obra de referencia para los estudiosos del tema en habla hispana por diversas razones: primero, este autor usa la metodología del Dr. Ferrer Benimelli; segundo, estudia las logias al usar como indicios los documentos del Centro de la Memoria Histórica, las logias mismas, y tercero, estudia las relaciones de las logias entre ellas y sus relaciones con el exterior.
Aborda la narrativa en el siglo XIX, aclara los preliminares para luego construir un libro de referencia sobre la masonería en general y la de Madrid en particular : detalla el origen de la masonería especulativa, la dogmática y la regularidad en España. Se adentra a partir del siglo XIX y estudia a los altos cuerpos masónico, para después documentar las logias madrileñas y su relación con otras organizaciones entre 1900 y 1939. El apartado que Según-Alonso ha llamado El espacio masónico madrileño, cubre las grandes crisis de España para concluir con el fracaso de la masonería madrileña (1931-1939). Tampoco se olvidó de la relación de la masonería y la iglesia, para continuar, lógicamente, con el papel de la mujer en la masonería madrileña y termina con la represión franquista. En cada sección el historiador ha elaborado cuadros de logias con la composición de sus miembros y la duración de cada una.
Las fuentes estaban. Existían, pero, como siempre, esparcidas y fragmentadas. El don de este libro es que ordena, explica y contextualiza, de este modo completa una pieza imprescindible que faltaba a la historia de la masonería en España.
Según-Alonso nos tiene acostumbrados a su don de aclarar situaciones complejas tanto en sus artículos de divulgación como en los académicos1 y además siempre incluye las acciones sociales de las logias, poco tratadas en la historia de la masonería española. Igual se da un paso más allá de los tópicos de la masonería. Una cualidad de este autor y de su trabajo es que no se muestra reticente a tratar temas complicados que sí son estudiados actualmente, como, por ejemplo, la masonería en Marruecos.2 Además aclara mucho la reacción antimasónica que llegó con la pérdida española de las colonias de América. Es como si el autor sugiriera que temas sensibles como la relación de pugna con la iglesia empezaron en el siglo XIX y cuya repercusión continuaría a lo largo del siglo XX. La parte del siglo XIX del libro establece las bases que después se convertirán en capítulos acerca del siglo XX.
Las variables estudiadas han sido: quién estuvo, dónde, cuándo y cómo dentro de la masonería madrileña en una época en la que, paradójicamente, los masones más famosos que conformaban el gobierno no estaban activos en las logias, sino en el Gobierno de la Segunda República. Hablamos de uno de los períodos más estudiados y controvertidos de la historia de España. Y, al tratarse de la historia de la masonería, lo es aún más. Sus indicios son las fuentes del CDHM., los boletines del GOE y las hemerotecas. Ha consultado los archivos de Morayta y ha revuelto en los documentos personales y en sentencias militares. Logra desmitificar el aura maligna de masón republicano cuya única labor era mantener el secretismo y perjudicar a España. El autor documenta estas actividades a través de las fuentes del Centro de Documentación Histórica de la Memoria, se enfrenta a temas tan espinosos como los contactos de las logias con otras asociaciones. Es difícil establecer los lazos no formales que tuvieron los masones con algunas instituciones y otros grupos considerados afines a la masonería, pero que oficialmente no lo eran, aunque muchos masones formaban parte de ellas. Esto es lo que Según-Alonso denomina “organizaciones afines o profanas “ cuya ideología era la misma o compartía rasgos con la masonería. Son organizaciones de gran importancia por su papel en la sociedad de la época y además allí trabajaban muchas mujeres que pudieron estar dentro de las logias o en logias de adopción o muy afines a ellas. Estas son las organizaciones profanas que servidora llama mentalmente “no-masónicas, pero sí”. Por primera vez se nos aclara su función y la relación que tienen con la masonería en, a saber, los Congresos de Librepensadores, la Liga Española de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la sociedad de Amigos del progreso, la sociedad benéfica Cultural y la Liga laica que luego se llamó LEYE (Liga de Enseñanza y Educación).
Tiene el don de aclarar con precisión situaciones muy complejas porque además había logias para todos los gustos: la logia Lutetia compuesto por francófonos, o una logia republicana portuguesa. Aborda los problemas de los obreros migrantes de España, cubre la Ayuda en el protectorado que los masones ofrecen o el apoyo a Unamuno en 1920. Y le sigue la pista a la Logia Life que en 1920 levantó columnas para enseñar a los otros masones como se hacía de verdad y que no lograron el reconocimiento necesario de las Grandes Logias de España. En sus pinceladas da volumen a los personajes que poblaron la historia de Madrid de la época y lo hace al añadir solamente características que otros historiadores, igual más preocupados por las circunstancias de la historia, no se detuvieron a mencionar, a saber: el apoliticismo de Moyarta, la situación de Prim, la masonería en Marruecos, o la actitud de Primo de Rivera, y a mí me descubrió a Eduardo Ortega y Gasset (1882-1965), hermano mayor del filósofo. También habla del trabajo social y benéfico de las logias que parece que normalmente a los masonólogos no les da tiempo de mencionar, ya que los menesteres de sus investigaciones se centran normalmente en quién fue y quien no fue y pocas veces en lo que hicieron.
Con mucho aplomo Según-Alonso nos aclara qué hicieron y cuáles eran sus proyectos y logros. El historiador ya nos tiene acostumbrados a ese tipo de detalle que quiebra el muro del ocultismo político que les atosiga desde el franquismo e impide que se vea el trabajo social y político de la masonería española. Por ejemplo, incluye la ausencia en las logias de los políticos de la Segunda República porque estaban ocupados gobernando; habla de las políticas no masónicas de masones específicos; nos ofrece una perspectiva más holística de cada individuo sin dejar que el hecho de que fuera masón o no, supusiera el único interés, característica o circunstancia de dicha persona.
Hay pocos reproches que se le puedan hacer al libro del Dr. Según-Alonso, a no ser que no llame al periódico por su nombre completo, El País Republicano, lo cual hace que se confunda con el periódico fundado durante la transición, conocido actualmente como El País. O bien el uso del apelativo “madrileño” para referirse a Lerroux que era de Córdoba, aunque explica este particular en la introducción. También se echa en falta un índice onomástico, pero creo que eso ya se debe a decisiones editoriales.
1 Según-Alonso Manuel, “La mujer en la masonería madrileña entre 1869 y 1939”, REHMLAC+. 11, n.º 1 (mayo-noviembre, 2019): 65-89; “Masonería y política en Madrid (1900-1939)”, REHMLAC+. . 11, n.º 1 (mayo-noviembre, 2019): 117-22; “La influencia de la masonería madrileña en la política de la Segunda República Española (1931-1939)”. REHMLAC+. Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña, vol. 6, n.º 2 (diciembre 2014-abril 2015): 94-115.
2 Aguiar Bobet, Valeria, “Hermano moro: Masonería y colonialismo en el protectorado español de Marruecos (1931-1936)”. REHMLAC+. 9, n.º 2 (diciembre 2017-abril 2018): 56-92.