José María Pemán en un programa radiofónico emitido el 24 de julio de 1936, en Radio Jerez, y posteriormente publicado en Arengas y crónicas de Guerra1, hizo una terrible apología del exterminio del enemigo, a escasos días del inicio de la guerra civil española: “La Guerra —decía— con su luz de fusilería nos ha abierto los ojos a todos. La idea del turno político ha sido sustituida para siempre por la idea del exterminio y expulsión, única válida frente a un enemigo que está haciendo en España un destrozo como jamás en la Historia nos causó ninguna nación invasora”2.
El asesinato de Ateu Martí fue la terrible confirmación de las ansias asesinas y de exterminio del bando golpista enunciada por Pemán. Fue un ejemplo de la brutal represión que se produjo en Mallorca desde el 18 de julio de 1936. El profesor David Ginard analiza estos acontecimientos en la biografía Ateu Martí (1889-1936). Anticlericalisme i compromís republicà, que lleva el número 514 de la colección “Biblioteca Serra d’Or”, publicado por Publicacions de l’Abadia de Montserrat3.
Mateo Martí Miquel nació en Palma (Mallorca) el 16 de octubre de 1889. Sus orígenes sociales eran modestos, si bien a principios del siglo XX, su familia alcanzó relativa prosperidad al frente de un pequeño comercio; fue uno de los personajes más controvertidos de la Mallorca de la década de los treinta. Aunque militó en distintas fuerzas políticas de izquierdas, mantuvo siempre un cierto perfil independiente, marcado por su personalidad iconoclasta. En una isla de fuerte tradición conservadora, protagonizó varios episodios sonados que lo enfrentaron con los sectores clericales, desde proclamar públicamente su rechazo a la fe católica y adoptar el nombre de Ateo en pleno éxtasis religioso por la canonización de la mallorquina Santa Catalina Thomàs, hasta practicar el nudismo en franca transgresión con las convenciones sociales de la época, amén de fundar y dirigir distintas publicaciones y entidades anticlericales, o ser el primer viajero local a la Rusia soviética4.
No parece casual que, tras el golpe de Estado de julio de 1936, fuera uno de los primeros detenidos-desaparecidos en Mallorca y que, a los pocos meses de su asesinato, un libro de propaganda franquista le atribuyera el liderazgo de un supuesto grupo de agentes infiltrados en la isla, con el objeto de sembrar el terror si triunfaba la fantasmal revolución soviética, prevista para el mes de agosto. Periodista, pequeño empresario y activista social, fue una de las figuras más representativas del movimiento anticlerical. Era masón y militó en el republicanismo (en el PSOE y PCE). Por este último partido fue candidato en las elecciones a Cortes en noviembre de 1933. Fue fundador de la Liga Laica de Mallorca (1930), dirigió la revista La Sotana Roja (1931) y promovió la Liga Atea (1932-33). Durante la Segunda República, protagonizó numerosas polémicas con los poderosos sectores conservadores y clericales de la isla.
En este período debe destacarse también la colaboración de Mateo Martí con los proyectos feministas promovidos por «Margarita Leclerc», pseudónimo literario creado por el matrimonio formado por José A. Ruiz Rodríguez Méndez (1887-1932) –«Max Bembo»– y Teresa Herrero Ruiz (1897-1966). Además, editó la publicación Concepción Arenal, uno de cuyos objetivos era la defensa de la liberación femenina. Martí publicó algunos artículos en esta revista, dedicados a la temática feminista. Otro contacto político importante fue el establecido con la familia Picornell. Se trataba de unos activistas comunistas. Mateo Martí ejerció de mentor de la más célebre integrante de la familia, la mítica activista Aurora Picornell Femenias (1912-37), «la Pasionaria de Mallorca», así como de su hermana Llibertat (1920-2015). Aurora fue la militante comunista más conocida de la isla, al tiempo que descollaría en ámbitos variados como el laicismo, el sindicalismo y, sobre todo, el feminismo; fue la introductora (1934) de la conmemoración del Día de la Mujer Trabajadora en las Baleares.
Bajo la dictadura de Primo de Rivera (1923-30) Mateo Martí se incorporó a la masonería. Esta opción era congruente con su trayectoria, dado el perfil mesocrático de las logias y la vinculación entre estas y el ideario republicano. En 1924 ingresó en la logia Renovación número 20, de Palma, a propuesta del grado 33 Ramón Soriano Cardona y adoptó el nombre simbólico de Liberluz. En septiembre de aquel año fue exaltado al segundo grado y en marzo de 1925, al tercero. Alcanzó la función de primer vigilante, que ejerció hasta 1926. En 1927, redactó como miembro de la logia dos escritos de marcado carácter laicista, denunciando las quemas de libros ordenadas por algunos párrocos de pueblos mallorquines y promoviendo una comisión que adquiriese un solar en el cementerio de Palma destinado a los entierros civiles. En 1928, la logia Renovación fue clausurada y su local —al parecer instalado en el taller de Martí— inspeccionado por la policía. Fue denunciado en 1929 por ser vigilante de la logia y distribuir opúsculos antirreligiosos.
Mateo Martí estaba casado con Juana Mas Reus, una católica practicante de clase media-alta, nacida en Palma hacia 1891; con ella no tuvo descendencia. Se cuenta, por ejemplo, que, coincidiendo con el viaje de Martí a la Unión Soviética, Juana Mas peregrinó a Lourdes. El agudo contraste entre el ateísmo militante de Martí y la devoción religiosa de su mujer, lejos de ser excepcional, es un ejemplo representativo de un fenómeno bastante frecuente entre las familias de los activistas izquierdistas de la época. Aunque el matrimonio residía en Palma, poseía también un peculiar chalé ubicado en el pequeño pueblo del Arenal, a 14 kilómetros de la capital mallorquina. El edificio se alzaba sobre una pequeña colina, se contaba que había procurado que fuera el punto más alto del pueblo y por encima de la iglesia. Estaba decorado con numerosos elementos que reflejaban la ideología del propietario, desde una bandera roja en el tejado, hasta dos grandes triángulos masónicos que franqueaban la entrada con la frase: “El trabajo dignifica al hombre, la religión lo embrutece”.
Martí se implicó a fondo en la vida asociativa de la zona, promoviendo la creación de una cooperativa de obreros canteros, organizando conferencias laicistas y financiando las fiestas populares. Prueba de la celebridad que alcanzó, es la difusión de numerosas anécdotas sobre sus actividades, presentes en la prensa comarcal del Arenal hasta la década de los ochenta. Su colaboración con distintas formaciones obreras y sindicales —desde el anarquismo al republicanismo, pasando por el socialismo y el comunismo— evidencia el rol desempeñado por el laicismo como nexo de unión en el magma político-cultural de la izquierda radical española de preguerra. Conectado inicialmente con las clases medias y profesionales, alcanzó una notable incidencia entre un segmento de los obreros mallorquines. Pensaba y actuaba por su cuenta y al margen de las convenciones sociales. Reunía, en definitiva, todas las condiciones para convertirse en un objetivo central de la violencia desatada por los golpistas de julio de 1936.
Con la caída de Primo de Rivera (enero de 1930) y el inicio de la dictablanda del general Dámaso Berenguer se asistió a una progresiva liberalización política. Los partidos y sindicatos obreros salieron a la superficie, a la vez que desde los sectores de la sociedad civil identificados con los planteamientos antimonárquicos se difundieron distintas iniciativas encaminadas a diseñar aspectos concretos del futuro régimen republicano. Uno de los ámbitos centrales fue el de la laicización del Estado. En el seno del republicanismo español había una casi unanimidad en la defensa de la necesidad de una separación entre Iglesia y Estado. Sin embargo, los planes de secularización eran variados, en un abanico que abarcaba desde la evolución gradual, hasta la aplicación de las propuestas anticlericales más inflamadas.
En este contexto, en marzo de 1930 el escritor y diplomático socialista Luis Araquistáin (1886-1959) impulsó la creación de la Liga Nacional Laica. Se trataba de una propuesta que hermanaba las tradiciones anticlericales de republicanos y socialistas, las cuales ya habían generado en las décadas anteriores iniciativas como la Federación Anticlerical Española (1906) y la Liga Anticlerical Española (1911).
Muchos de sus impulsores eran masones adscritos al Gran Oriente Español. La Liga proclamaba su respeto a las distintas creencias y rechazaba fomentar la persecución contra los creyentes católicos, pero propugnaba abiertamente el sometimiento de la Iglesia a la autoridad del Estado.
Como afirma Ginard, el análisis de su biografía permite detectar junto a las luces, algunas sombras reveladoras de la complejidad de la época. En particular, el gusto de Martí por el uso de un lenguaje a menudo desaforado es un ejemplo de cómo la publicística anticlerical contribuyó al incremento de las tensiones sociales y políticas en los años previos a la Guerra Civil. Su asesinato a finales de 1936, constituye como hemos dicho en el inicio de esta reseña uno de los primeros episodios de la represión del bando franquista en Mallorca.
El libro del profesor David Ginard reconstruye, a partir de numerosas fuentes inéditas, la trayectoria de una figura que representa la cara más amarga de una época de extremismos en la que las transgresiones pagaron un precio muy doloroso. El libro que reseñamos es una ampliación del trabajo publicado en 2017 en la revista Randa, en el que se planteaba una actualización de la biografía del fundador de la Lliga Laica mallorquina, lo que supone una reinterpretación de la historia política y social del período histórico estudiado. Se fundamenta en investigaciones anteriores procedentes de distintas fuentes: bibliografía relativa a aspectos centrales y colaterales del biografiado; prensa local y estatal de diversas tendencias; testimonios orales recogidos desde el final de los años ochenta; documentación inédita procedentes de diversos archivos militares; del Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca; del Arxiu del Regne de Mallorca y del Archivo Histórico del PCE. También se recoge una selección de los principales escritos de Ateu Martí, así como otros textos representativos del movimiento laicista en las Baleares.
El libro se centra en su dimensión como activista anticlerical durante la Segunda República. En primer lugar, describe sus orígenes y actuaciones en los ámbitos político, social y económico hasta 1930. A continuación, analiza sus principales iniciativas laicistas en los inicios del Bienio Reformista, en particular la fundación de la Liga Laica de Mallorca y la edición del semanario La Sotana Roja. En tercer lugar, trata de sus actuaciones en el período comprendido entre 1932 y 1934, en el que Ateu Martí radicaliza sus planteamientos, inscribiéndose en la Liga Atea y editando algunos opúsculos antirreligiosos, al tiempo que padece su primera detención a raíz del movimiento revolucionario de octubre de 1934. Finalmente, aborda su actuación en el tramo final de la experiencia republicana, así como su detención y brutal asesinato al inicio de la Guerra Civil.
Las circunstancias concretas de la detención y posterior asesinato del activista anticlerical mallorquín son todavía oscuras. Según una primera versión, estuvo refugiado durante un tiempo en una cueva, hasta que se entregó a un guardia municipal tras recibir garantías de que se le respetaría la vida. Sin embargo, el compromiso fue traicionado y cayó en manos de un escuadrón de Falange, organización encargada de desarrollar la guerra sucia en la isla. La memoria familiar indica, en cambio, que durante un registro efectuado en su domicilio del Arenal por pistoleros fascistas optó por entregarse al ver amenazada la vida de su mujer. La casa fue desvalijada y quemados sus libros, archivos y otros enseres. La ejecución de Ateo Martí tuvo lugar, según los registros oficiales del 29 de julio, en las proximidades del barrio palmesano de Génova. El certificado de defunción, emitido el día 11 de agosto, atribuyó el fallecimiento a “heridas” e indicó que fue enterrado en el cementerio municipal de Palma.
La violencia desatada en Mallorca fue denunciada por Georges Bernanos en su obra testimonial Les Grands cimetières sous la lune5 y en Escritos inéditos en torno a la guerra civil española. Según algunos relatos, Martí fue torturado antes de morir. En un libro publicado en el exilio en la década de los cuarenta, Manuel D. Benavides indicó que había sido “bárbaramente martirizado”, mientras que testimonios de la época contaban que los verdugos lo usaron como blanco en el canódromo de Palma y que su cuerpo fue echado a una piara de cerdos. Unos meses más tarde, fue objeto de un virulento ataque en un panfleto del oficial británico profranquista Norman Bray. Éste le atribuyó el liderazgo en una supuesta subversión comunista en la isla, cuyo objeto era asaltar el poder y destruir todas las instituciones religiosas, torturar y asesinar a los sacerdotes y colectivizar a los niños.
Una vez finalizada la Guerra Civil, fue objeto todavía de otros dosieres judiciales, producto de la vengativa y antijurídica legislación elaborada y aplicada por los vencedores. Así, en 1939 le fue incoado un expediente de responsabilidades políticas, en 1945 y 1951 se abrieron sendos sumarios en su contra por parte del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo que no se cerraron hasta que, en 1958, pudo constatarse que había fallecido 22 años atrás.
El apéndice documental consta de un total de 33 documentos muy significativos. Figuran entre otros, una plancha de Ateu Martí (simbólico “Liberluz”), leída el 16 de febrero de 1927, en la logia Renovación número 20 de Palma de Mallorca: “La secularización del Cementerio de Palma”; su carta de renuncia a la fe católica publicada el 28 de noviembre de 1930, en El Obrero Balear. El documento constitutivo de la Lliga Laica de Mallorca, fechado el 4 de octubre de 1930; una crónica de su viaje a la Unión Soviética, publicada en Nuestra Palabra, el 10 de marzo de 1931; un editorial definiendo los objetivos de la revista La Sotana Roja, del 19 de mayo de 1931. Un artículo titulado “Masonería”, en Cultura Obrera, del 7 de noviembre de 1931; “Iglesia y Ejército”, en Cultura Obrera, el 24 de abril de 1936; y un informe de la Dirección General de Seguridad sobre Ateu Martí enviado al juez de instrucción número 2 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo, el 18 de diciembre de 1945; aunque como hemos dicho, fue fusilado en Mallorca, el verano de 1936.
El profesor David Ginard i Féron (Palma 1966) es doctor en Historia y profesor titular de Historia Contemporánea en la Universitat de les Illes Balears. Ha centrado su trabajo en la historia del movimiento obrero, la resistencia política y el activismo feminista en el período comprendido entre la Segunda República y la dictadura franquista. Es autor de una veintena de libros, entre los cuales destacan: Matilde Landa. De la Institución Libre de Enseñanza a las prisiones franquistas (2005); Treballadors, sindicalistes i clandestins (tres volúmenes) 2012-2018; y Aurora Picornell (1912-1937). De la història al símbol (2016).
1 José María Pemán, Arengas y crónicas de guerra (Cádiz: Establecimientos Cerón, 1937), 12-13.
2 Helen Graham, La guerra y su sombra. Una visión de la tragedia española en el largo siglo XX europeo (Barcelona: Planeta, 2002), 29.
3 David Ginard i Féron, Ateu Martí (1889-1936). Anticlericalisme i compromís republicà (Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2020).
4 Ginard, Ateu Martí, 12.
5 Georges Bernanos, Les Grands cimetières sous la lune (Paris: Points, 2014).