Cuatro décadas enmarcan la trayectoria investigadora del periodista e historiador Juan José Morales Ruiz; cuatro décadas de estudio, rigor y honestidad por la historia de España, por una parte comprometida y controvertida de su pasado. Comprometida porque se trata, nada y más y nada menos, que de la historia de la masonería y de la antimasonería, de la represión, del franquismo, de una historia que debió esperar hasta los años 80 para empezar a ver la luz. Controvertida, en la misma línea, porque fue y sigue siendo un tema envuelto en mitos, obscuridad, subordinado o acallado en y por algunos sectores.
Morales, conociendo de antemano esta realidad, ha luchado y continuado su lucha en pro de un relato que haga justicia, convirtiéndose así en uno de los pioneros, antecesores también, de lo que sería desde 2007 la Ley de la Memoria Histórica y desde 2021 la Ley de la Memoria Democrática, ya aprobada. Los títulos de la obra de su vida lo avalan: La publicación de la Ley de represión de la masonería en la prensa de la España de posguerra (1940), que vio la luz en 19951, Palabras asesinas: el discurso antimasónico en la Guerra Civil española de 20172, y numerosos artículos académicos que estudian la historia de la masonería y la historia de la represión hacia esta institución en diferentes provincias y ciudades españolas, así como desde el marco jurídico y discursivo que legitimó esta persecución3. Y es que la historia de los “Hijos de la viuda” en España no puede disociarse de su antítesis, sus contrarios, que nacieron junto con la propia orden: Fernando VII, León XIII, Primo de Rivera y el mismo Francisco Franco, quienes además de condenarla y represaliarla, con las consecuentes repercusiones sociales y humanas, la convirtieron en un instrumento discursivo fatídico, en un tropos imperecedero en el imaginario social español. Un tropos que significaría contubernio judeo-masónico-comunista, complot ante cualquier gobierno, secta satánica, secta anticatólica (o antirreligiosa en general), comunidad aristócrata-clasista (en el peor sentido de ambos términos), etc. Nada más lejos de la realidad, como bien ha tratado de explicar el especialista y otros tantos historiadores que llevan estudiando la masonería desde hace décadas4.
La bibliografía de Morales, en este sentido, se hilvana en medio de dicho tropos entrelazando memoria, historia y reflexión, pasado y presente. En tres grandes bloques podrían dividirse las líneas que marcan su trayectoria historiográfica, siempre interrelacionadas: aquella que aborda la historia de la orden en sí, otra que relata la represión de sus integrantes y, como objeto fundamental, sui generis del autor, la historia del discurso que legitimaría la represión sufrida, una historia que llega hasta nuestros días, que tiene una base jurídica, pero también sociocultural y personal. Aunque Morales ha tratado en alguna otra ocasión la propia historia de la antimasonería en España (que es anterior a la entrada en escena de “El Caudillo”), su obra vital se encuentra supeditada al último objeto de estudio mencionado: la retórica y la represión producidas durante la guerra civil y la dictadura (1936-1975). Es en esta línea donde se encuadra su último libro, de reciente publicación, Franco y la masonería. Un terrible enemigo que no se rinde jamás, una obra que forma parte indisoluble de su currículum investigador, que amalgama, sintetiza y enriquece el estudio de cuatro décadas.
Como añadidura más que pertinente, el autor, siempre atendiendo al presente y a las mal cerradas heridas propias de una transición posterior a los hechos, peor que mejor diseñada, incluye en el volumen una serie de capítulos que ahondan en la memoria y en la justicia histórica. Sus páginas, desde el principio hasta el final, no son sólo un estudio histórico sino un ensayo necesario sobre lo que el filósofo Reyes Mate denomina, “el deber de memoria”, concepto nacido después de la Segunda Guerra Mundial a propósito del Holocausto:
La obra de Morales es, bajo esta perspectiva, un ejercicio de retrospección analítica de nuestro pasado para mejorar nuestro presente y nuestro futuro. Es, por ello, una obra redonda, un pseudo-manual que sirve de guía para entender la masonería, pero también una parte importante de la dictadura franquista, de sus lados más oscuros y a la vez más olvidados, esos lados que parecen siempre resurgir las dos Españas, la historia de los vencidos y de las víctimas, historias que unos no quieren reabrir, y otros quieren reconciliar y otros, una gran mayoría, ni quiere recordar ni parece importarle. Historia y memoria se tornan así, en estas páginas, imprescindibles en la construcción de un país democrático fuerte, saludable, sin odios y sin olvidos pasados.
Se trata, además, de una obra volátil y polivalente que abarca cuestiones de derecho, espionaje, obsesiones personales del dictador, luchas de poder, enemigos acérrimos, alter egos en el cine y la literatura y todas las reminiscencias de tales ítems hasta la actualidad. Una obra dividida en tres partes, en la que cada una de ellas está convenientemente subdividida en tres o cinco capítulos de unas treinta páginas, lo que resulta una organización más que grata, adecuada y en sintonía con el conjunto.
Franco y la masonería. Un terrible enemigo que no se rinde jamás, tal y como apuntamos, es un volumen que amalgama diferentes caracteres que lo definen como estudio histórico pero también como un ensayo crítico. En primer lugar, destaca la abundante transcripción de fuentes documentales de todo tipo: jurídicas, hemerográficas, audiovisuales, literarias, escritos personales de Franco, así como expedientes de archivo que ofrecen legitimidad a las valoraciones que plantea, acompañadas en todo momento de numerosas citas bibliográficas de otros especialistas y de diferentes estudios históricos, algunos clásicos y otros de reciente publicación. De hecho, un gran porcentaje de su texto está construido desde estas fuentes en las que el autor interviene para matizar, explicar o concluir sus tesis. Se trata de un ejercicio interesante en el que son los discursos de la época (o los actuales) los que guían el relato y narran los acontecimientos sucedidos, así como la propia configuración del mito antimasónico, del discurso (re)construido por Francisco Franco. El autor, de este modo, nos muestra, simple y llanamente, las palabras y los hechos que han llevado hasta la controversia del tema en la actualidad. Las fuentes hablan por sí mismas, parece decir.
Entre ellas destacan, por un lado, la inclusión de los documentos legislativos, acreditativos de la represión, que son a su vez, un guiño a los historiadores que, en numerosas ocasiones, olvidamos servirnos de tan indispensable recurso para entender el período. Por otro, destacan también las fuentes audiovisuales y literarias, menos frecuentes en los estudios históricos — pero que cada vez se incluyen más — y que, más que un aporte original, se muestran como las pruebas factibles de la transmisión o consolidación de ciertos lenguajes discursivos, como en el caso de la película Raza (1941)6, o de la perduración de tales narrativas, como en el best seller El tiempo entre costuras (2009)7. Por último, los capítulos relacionados con la Ley de la Memoria Histórica y la Ley de la Memoria Democrática, vinculados a las percepciones de ese pasado tan comprometido y controvertido, en la misma línea del libro de Dueñas, dotan al relato de ese carácter ensayístico de la obra, cerrando el análisis retrospectivo desde sus reminiscencias en la actualidad con el objeto no sólo de repensar la memoria sino, como dijimos, de ejercer el deber de memoria.
La organización de la narración y su estudio, teniendo en cuenta tan dispares fuentes, está subdividida en un orden cronológico estricto pero en relación a la configuración del discurso de la represión y sus consecuencias. En otras palabras, la primera parte está dedicada a la obsesión antimasónica de Franco y a su posible configuración, en la que el autor hace uso de la psicología-histórica para comprender el personaje; la segunda aborda de lleno cómo la obsesión del dictador deriva en la represión de la masonería española y en el mito del contubernio judeo-masónico-comunista como símbolo recurrente ante cualquier explicación de la situación de España en el ámbito internacional durante los primeros años del franquismo; y, la tercera, al discurso antimasónico en sí y a sus consecuencias en la actualidad hasta este mismo año, en los que inserta los nuevos proyectos de ley, así como el debate académico y no académico que ha surgido de ellos.
El texto finaliza con unas conclusiones sintéticas, unas conclusiones que, pese a ello, no desaniman al lector puesto que el libro en sí está pensado desde el vínculo análisis-valoración, por lo que el autor está en todo momento ofreciendo conclusiones y reflexiones al respecto de las fuentes transcritas. Una referencia final que aunase el todo, quizás, hubiese sido redundante. No obstante, en una reciente conferencia ofrecida por Morales en el Centro Asociado de la UNED de Calatayud8, anunciaba un segundo volumen u otra obra subordinada a este ejemplar que reseñamos. Quedamos pues pendiente de un nuevo ejercicio de síntesis y deber de memoria.
Sea como fuere, el texto resulta fresco y melódico, tanto por su escritura elegante y concisa como por los contenidos con los que juega. El autor se expresa en un lenguaje directo, ameno hasta el punto que parece dialogar o presentar su investigación, complementándola en todo momento, ya se ha dicho, con otras referencias bibliográficas de autores especializados (nombrarlos) y, por supuesto con las numerosas fuentes históricas, historiográficas y literarias que transcribe.
El libro comienza con una cita que aparecía en el periódico falangista Águilas, en de mayo 27 de 1937, que puede resumir el contenido y sentido del texto: “Crearemos campos de concentración para vagos y maleantes políticos; para masones y judíos; y para los enemigos de la Patria, el pan y la justicia. En territorio nacional no puede quedar ni un judío, ni un masón, ni un rojo.”9
Las mismas palabras serían pronunciadas, cuarenta años después, por el llamado “Generalísimo”, tal y como en varias ocasiones menciona Morales en su estudio. Durante este cómputo de tiempo, Franco creó y pronunció numerosos alegatos en contra de la masonería, con las mismas ideas recurrentes, a veces sólo cambiando los escenarios (nacional e internacional). Por qué y cómo nace su obsesión hacia la masonería es el tema principal de esta primera parte. En ella, aunque el autor menciona las limitaciones de las fuentes y de su ejercicio como historiador, es decir, confiesa que no todos los porqués podremos llegar a averiguarlos, realiza un estudio de la personalidad de Franco, que es, al fin y al cabo, el artífice del discurso antimasónico durante la guerra civil y la dictadura.
Los cinco capítulos de los que se compone, tratan, en primer lugar, su personalidad, cual estudio psicológico e histórico. Morales analiza la infancia del protagonista, sus vínculos familiares, sus frustraciones y carrera profesional, haciendo especial hincapié en la fábula persistente que asegura que la demonización de la masonería parte del rechazo que sufrió desde esta institución en la que, supuestamente, intentó iniciarse en dos ocasiones. Como bien argumenta el autor, se trata de falsos testimonios, cada uno en un contexto diferente pero igual de inapropiado, la misma suerte que corren aquellas noticias que explican su obsesión por el comportamiento de su padre, la afiliación masónica de su hermano Ramón Franco o la fuerte religiosidad de su madre. De todos modos, no es el único autor que contradice las pruebas “del delito”, otros historiadores han llegado a las mismas conclusiones, parece que el mito siempre tendrá mayor fuerza que los hechos10.
En el segundo capítulo, Morales se centra en la preocupación pedagógica de Franco, es decir, en la necesidad del dictador de educar y enseñar al pueblo español su doctrina, aquella que correspondía al Nuevo Estado Nacional. Para ello, utiliza la película Raza, escrita por el propio Franco, una película demagógica que está a camino de la autobiografía y el autorretrato y supuso la obra culmen de su pensamiento. Morales, a través de la cinta, analiza los conceptos más recurrentes de la narración, aquellos términos que más repite o en los que más insiste: autoridad, unidad, contubernio, patria, traidor, etc. y la visitón histórica del propio dictador, esa visión providencialista cual “verdad de fe”, dice Morales, que contraponía el pasado del 98 hasta la II República como la España “floja” y “decadente” que, gracias a su entrada en escena, se haría “fuerte, gloriosa y victoriosa”.
En “Caudillo por la gracia de Dios”, Morales continua con el estudio de la personalidad de Franco, esta vez desde su trayectoria profesional; una trayectoria que incluye el Ejército, Marruecos, la Iglesia y la guerra civil, denominada como “cruzada”, una cruzada en la que los infieles eran los enemigos de su idea de España. Es aquí donde entra de nuevo la masonería como enemigo número uno del nuevo estado y desde donde comienza a gestarse el discurso antimasónico propiamente dicho, así como su represión de facto. Para ello, el autor hace uso de numerosos artículos de periódico y de revistas de la época mostrando la evolución y consolidación de ese enemigo omnipresente que no se rinde jamás. La astucia y los miedos del dictador salen a relucir en esta parte como condición sine qua non de su carácter, así como su formación militar. Termina el apartado con una valoración igual de aguda que toma de José Luis de Villalonga: “Si ejerció ese poder, absoluto y total, durante casi cuarenta años, fue precisamente porque, conociéndonos bien, sabía que uno de nuestros fallos fue ese masoquismo de los españoles que nos lleva a recibir órdenes y a cumplirlas ciegamente.”11
“¡Allá por la tierra mora!” es el título que continua la serie, aquel en el que aborda alguno de los pasajes de la novela El tiempo entre costuras. El capítulo, aunque se centra en las partes del libro en las que se mencionan el discurso antimasónico de Franco en los inicios de la guerra civil, en el protectorado español en Marruecos, así como en ciertos incidentes relativos a actividades masónicas en contra del golpe de Estado, queda un poco desconectado del conjunto. Es un problema epistemológico, en el que el autor, consciente de la relación, descuida una explicación inicial de su inserción en la obra. Si bien es del todo procedente el tratar un tema tan complejo como el de las diferentes percepciones de la guerra y de lo que estaba sucediendo en España en ese momento, y por la mención de la actitud proactiva de la masonería en la zona, no deja de ser ficción literaria y, como tal, responde más a la visión e interpretación actual de los hechos y sus protagonistas que a las pretéritas. De hecho, tampoco menciona o cita aquellos textos que hablan de la represión a la masonería en esta área en esta parte (sí lo hará más adelante), ni de las disquisiciones propias del discurso del complot que atañen sólo a la masonería española del protectorado marroquí12.
Sin denostar la intención de Morales, el apartado hubiese sido el contrapunto perfecto a las leyes de la memoria con las que termina la obra, es decir, hubiese servido de reflexión pertinente para entender en qué punto se encuentra la mirada de la literatura respecto a la represión de la masonería y respecto al discurso antimasónico, especialmente tras la adaptación del libro de Dueñas a la gran pantalla en formato de serie televisiva13. De hecho, habría que preguntarse cómo adaptaron los episodios escogidos por Morales y si es que los incluyeron en la cinta y, por supuesto, cómo fueron percibidos e interpretados por la audiencia.
De todos modos, creemos que la intención del autor ha sido mostrarnos un relato paralelo de cómo era comprendida la actitud del Generalísimo y, más que eso, de cómo se vivió y se entendió esa guerra legitimada por el contubernio judeo-masónico. Una vez más, la literatura se imagina lo que la historia, por las propias limitaciones de las fuentes, no puede o no se atreve a hacer.
El último capítulo de la primera parte mira hacia otro lado del mundo, hacia México, el país que recibió a gran parte de los exiliados españoles después de la guerra. Se trata de uno de las tramas menos conocidas de la posguerra en la que Franco envía un agente espía para que se infiltre en la colonia española con el propósito de desestabilizar la campaña electoral y vigilar el “oro español” que habían depositado Negrín e Indalecio Prieto en el Banco Nacional de México. El relato sirve a Morales para hablarnos del exilio y los exiliados pero, sobre todo, de la perseverancia de Franco respecto a la persecución hacia los masones que allí se refugiaban y a otros personajes políticos que, siendo o no siendo masones, formaban parte del contubernio que había hundido a España. Los informes que recoge el autor, realizados por el espía, prueban además el objetivo de atacar al presidente Lázaro Cárdenas. No obstante, la idea principal del capítulo radica en cómo el nuevo régimen consigue “masonizar” cualquier elemento que atente en su contra o le perjudique de alguna manera independientemente de su veracidad. El tropos, siempre recurrente, justificaría cualquier política exterior o cualquier actuación externa.
Los siguientes tres capítulos, constituyentes de la segunda parte, abordan diferentes aspectos de la represión. El primero de ellos, muestra no sólo el proceso de incautación del material de las logias, la represión, el enjuiciamiento y las numerosas vejaciones sufridas por los masones españoles, sino el marco jurídico y el corpus legislativo confeccionado para ello. Morales se detiene expresamente en los Consejos de Guerra, poco estudiados por ser aún reciente la desclasificación de los archivos del Ministerio de Defensa en España; en la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y en la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940) y su tribunal especial (TERMC), siendo esta última sui generis del franquismo. No obstante, cabe señalar el tratamiento que da a estas fuentes, propios de un análisis más que discursivo, reflexivo, teniendo en cuenta que ha sido un tema y una de las especialidades del autor, tal y como apuntamos al principio de esta reseña.
En el texto, en este sentido, no sólo se exponen los artículos que legitimaron el proceso represivo hacia la masonería y hacia los masones, que duraría hasta la muerte del dictador, sino que realiza una síntesis y una valoración de sus repercusiones humanas y sociales. Atendiendo al deber de memoria, añade los conceptos figurativos que plagaron la narrativa de la represión: la guerra civil como “cruzada”, la “depuración” de docentes y otros funcionarios o empleados al servicio del Estado, la propia “depuración de bibliotecas”, las “declaraciones de fe” a puerta cerrada en los tribunales—que el autor compara con las actuaciones del Tribunal del Santo Oficio—la Oficina de Investigación y Propaganda Anticomunista (OIPA) y la constante manipulación del pasado y del presente, fundamentales para consolidar la retórica del nuevo régimen y, sobre todo, asegurar su continuidad. El franquismo necesitaba aniquilar el adversario interior (la oposición) y buscar bases de legitimación, también internas. La nula mención de otros grupos o colectivos antaño existentes son, por ello, representativas, en la alocución del autor: el Partido Comunista o cualquier otro partido del Frente Popular, los sindicatos (salvo CNT) quedan relegados de la retórica del régimen en lo que Morales denomina “las bestias negras”, esa amalgama de organismos librepensadores como la Liga de los Derechos del Hombre, los Ateneos Libertarios o las Asociaciones Pacifistas, que se confunden y mezclan con el enemigo mayor, la masonería.
En este capítulo, por último, Morales incluye varias páginas relacionadas a la incautación de documentos de las logias masónicas, la creación de la Delegación Nacional de Servicios Documentales y, con ello, la configuración del Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca, hoy Centro de la Memoria Histórica, el centro perenne de este trágico período histórico, un centro necesario, de todos modos, no sólo para recordarnos su labor pretérita (servir al Estado de cuantos antecedes se solicitan de las personas inculpadas o incautadas) sino para poder acceder libremente a los fondos y perseverar la memoria.
En el siguiente apartado, “Franco, el contubernio y las Naciones Unidas”, el autor nos lleva a otros fundamentos del franquismo necesarios para su perennidad: las bases de legitimación externas. Para ello, sitúa a la España de la posguerra en el contexto internacional después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los años 60, mostrándonos el doble juego del dictador. En la primera etapa del régimen, las Naciones Unidas y otros países democráticos vetarían la suerte del país, debiendo realizar nuestro protagonista un discurso político que explicase este desafecto panorama. El contubernio judeomasónico, la conspiración masónico-comunista internacional, etc., en este caso, volvería a ser el tropo adecuado para su justificación. Los artículos de Jakin Boor, atribuidos a Franco (firmando bajo tal pseudónimo) son la prueba fehaciente de este doble juego, uno en el que necesitaría cierto apoyo o condescendencia externa y, a la vez, la fundamentación de una narrativa interna que legitimara su presencia y continuidad en el poder y, sobre todo, que unificara las posibles disidencias en los círculos ideológicos adheridos al régimen. Tal y como Morales indica:
No obstante, y contra todo pronóstico, con la normalización internacional del régimen, unas décadas más tarde, la perorata del complot seguía siendo la misma. La fuerza del mito, del enemigo construido años atrás con fines prácticos, seguiría acreditando una autoridad que parecía tener un miedo constante a su caída. El miedo es, pues, uno de ítems que explican, según Morales, los usos y abusos del discurso antimasónico de Franco.
La segunda parte termina con un capítulo dedicado a la guerra civil en Marruecos, un capítulo que conecta con el dedicado a la obra de El tiempo entre costuras de María Dueñas. El autor aborda el “Plan del Alto Comisario Juan Beigbeder”, es decir, la temprana represión de la masonería de la zona gracias a los informes de la primera figura de la autoridad civil y militar del protectorado español. El argumento, ante tal inmediatez, era la posibilidad que tenían los masones de refugiarse en Tánger, ciudad con estatuto internacional, o en la zona del protectorado francés. El artículo es bastante revelador ya que pocos son los estudios que han abordado el proceso represivo y la guerra civil en Marruecos. Menos escasos son los centrados en la represión hacia la masonería de la zona (aunque queda mucho por recorrer), gracias a la ingente documentación que se conserva en el archivo de Salamanca, una documentación que confirma cómo la retórica antimasónica y la violencia política hacia masones y hacia otros sujetos políticos que siguieron al “Alzamiento”, se había formulado con anterioridad; sólo quedaba prepararla y consumarla. Cabe decir, al respecto, que desde 1931 los masones de la zona marroquí sufrieron ciertas persecuciones por tal condición y que, además de denunciar los hechos, dieron varias notas de aviso de que algún tipo de maniobra contra el régimen republicano se estaba fraguando en algunos grupúsculos del Ejército africanista. Ninguna de tales quejas había sido tomada en cuenta15. También, durante la dictadura de Primo de Rivera, algunos masones habían sido apresados y algunas logias habían sido cerradas. No obstante, ya lo expresa con bastante rotundidad el autor en estas páginas, tales sucesos no tendrían comparación con la actuación franquista.
“Franco y el discurso antimasónico” es el título de la última parte de la obra que analizamos. En ella se centra en el ámbito discursivo per se, reiterando apreciaciones precedentes pero completándolas hasta el último de los discursos del Generalísimo, es decir, las últimas décadas del franquismo. El autor, de este modo, hace un recorrido cronológico por sus escritos más o menos conocidos, dedicados a la población en general, o instituciones en particular, por ejemplo, el discurso de la Navidad de 1939 o el que alega en la inauguración del Valle de los Caídos en 1959. Esta recopilación resulta bastante interesante para entender todos los ápices que conformaron su personalidad, su propia trayectoria ideológica, pero también los matices relativos a los diferentes años y situaciones que al régimen le tocó vivir y, por ende, a la población española.
En el décimo capítulo, “Caudillo antiliberal y antimasón”, el segundo de la tercera parte de la obra, continua analizando la retórica discursiva del protagonista de la obra, siguiendo también los discursos pronunciados, algunos de ellos bajo el pseudónimo Jakin Boor. Morales se detiene en la construcción de otro mito, el “mito del Caudillo”, un término cuya etimología proviene del latín y del árabe, expresando “el que manda” o “la cabeza”, significados ambos que hacen honor a la historia del epíteto, usado como título de distinción. El autor desarrolla a partir de ello cómo la apropiación del vocablo fue esencial para la continuidad en el poder de Franco y para relegar a un segundo orden a otras figuras importantes del “Bando Nacional” después de la guerra civil. En la segunda parte del apartado, las dimensiones del mito del “Caudillo, por Dios y por España”, se amplían con la vertiente antiliberal y antimasónica del personaje, desplegada en una rica (y repetitiva) propaganda sobre las “logias políticas”, la masonería como antítesis del régimen y de la “Nueva España”, críticas que nunca olvidarían “la verdadera negación de lo que pretendió ser la democracia”16 refiriéndose a la República de los exiliados en México.
El undécimo capítulo, “La larga agonía y la muerte de Franco”, complementa a la perfección los capítulos precedentes. En él se centra, entre otras cosas, en la larga agonía y la muerte de Franco mostrándonos un retrato de los últimos años del franquismo a través de la prensa y otros escritos de carácter político-periodístico de diferentes ciudades españolas y de diferentes ítems: los últimos fusilados y represaliados del franquismo, la cuestión del Sahara que culminaría con la Marcha Verde, el último discurso del “Caudillo”, etc. El texto, además, se completa con numerosos artículos de periódicos nacionales y provinciales que abordan esos años en que preocupaba tenazmente el devenir de España, años en los que el miedo fue un factor importante, el miedo al qué pasará, ¿otra guerra?, ¿otra dictadura? Se trata de unas páginas muy relevantes sobre las percepciones de la sociedad del momento ante este hecho, siempre adecuadas al hilo conductor de la historia, los discursos del Generalísimo y su enemigo número uno, la masonería.
Los dos capítulos finales coronan la obra y su tesis intrínseca, el deber de memoria, reflexionando sobre la “Legalización de la masonería española” y “Los masones y la memoria histórica”. Aunque relacionados, en el primero recuerda cómo todavía la masonería como institución, y los masones como sujetos represaliados por un delito “inventado”, precisan de reconocimiento como víctimas. Para ello realiza diferentes analogías con las experiencias vividas durante la Alemania nazi y por los procesos posteriores de ruptura con dicho régimen, procesos disímiles que han tenido consecuencias en la actualidad también dispares.
Por esta razón, incluye un análisis de las dos leyes relacionadas con la reconciliación del pasado —una de ellas aún en debate—, que han dividido a la sociedad española, sacando a la luz rencores pasados pero, fundamentalmente, la mala gestión que se ha hecho de la historia, los usos y abusos políticos y de los medios. Una división, los que abogan por el olvido y los que no, que recuerda cómo el tiempo no borra las heridas sin cicatrizar y cómo los discursos franquistas que se han valorado en esta obra tienen cierta vigencia en algunos sectores. Los mitos fundacionales del franquismo, como se les denomina, se implantaron con fuerza y a base de repeticiones fehacientes hasta el punto de poseer un lugar incuestionable en las mentalidades y en imaginario social. Y no sólo pasa con la percepción de la masonería, sino con la percepción de la II República, el desarrollo de la guerra civil y las víctimas del franquismo17:
Una cosa es cierta, los mitos citados, observados en materiales escolares y para opositores de la actualidad, no mencionan ni abordan —tampoco los estudios académicos más allá de los historiadores de la masonería— la realidad histórica ni la percepción de la institución, es decir, la masonería y el complot judeo-masónico-comunista como otro mito que pervive del franquismo. El tema es complejo, sobre todo cuando se trata de imaginarios sociales y mitos infundados y repetidos, incluso, en literatura histórica y no histórica del período democrático. Los temas invisibilizados o infravalorados no hacen más que acrecentar las creencias que ya existen sobre ellos. El problema se agrava cuando las últimas investigaciones aseguran que en lo referido a la construcción de una conciencia histórica en el alumnado y en la población en general, “la influencia de la cultura familiar y de los medios de comunicación predomina por encima del debate escolar.”18 Por esta razón, Morales concluye con el espacio negado hasta ahora a las leyes de la memoria, su alcance y su importancia, combinadas además por el ejercicio realizado de deber de memoria a través de las páginas de esta obra, un deber necesario respecto a la masonería y a la represión, previniendo a los lectores del “escamoteo y falsificación de la historia” perpetrado por el régimen franquista19. Pero no de forma baladí. Durante todo su texto, nos argumenta por qué han sido y son tan importantes este “nuevo” marco legislativo en torno a un pasado no reconciliado, en torno a una memoria que necesita estar presente para no repetirse.
Las aportaciones de esta obra son bastante valiosas desde el punto de vista histórico e historiográfico, especialmente por la variedad de fuentes tratadas y transcritas. No obstante, debemos terminar haciendo un repaso al hilo que la guía, la construcción discursiva y de facto del complot judeo-masónico-comunista, presentado en el volumen desde una obsesión irracional por parte del Generalísimo, obsesión que duraría hasta el final de sus días. Morales atiende a su posible construcción desde un original tratamiento basado en la historia psicológica del personaje, pero no ofrece una explicación tajante en su alocución. Como mito, quizás no deba estudiarse históricamente, sino antropológicamente. El autor recuerda aún más la importancia de las consecuencias directas de la obsesión que derivó en el mito: por un lado, la represión incansable hacia los masones, una represión de facto que sufrieron miles de personas y sus familias, por otro, las consecuencias morales y sociales, ya sea el ostracismo resultante o la extensión y exacerbación del mito, que llevarían al odio, la reserva y los miramientos a aquellos que habían ingresado en los “Hijos de la viuda”. Hasta tal punto llegaría tal berrinche inexplicable que, en la actualidad, todavía numerosas familias se sienten avergonzadas o tímidas hablando de familiares fallecidos que hubieron sido masones.
El historiador Manuel de Paz no deja de reconocer que parte de la culpa la pudieron tener los propios masones20, tanto aquellos que vieron en la orden un instrumento para muchos intereses personales, especialmente en el ámbito local, como para otros cuyas ambiciones sobrepasaron los límites provinciales y nacionales. No obstante, en todos los casos la mayoría tuvo que lidiar con la propia obviedad: la orden, como tal, poco peso complotista tendría, ni aún podía salvaguardar a sus integrantes de las rencillas y problemas cotidianos que debían afrontar, no más allá de la simple generosidad inter pares, tan característica de las masonerías pero también de otros grupos y comunidades. Los textos que se conservan no dejan de reflejar idealismos respecto al impacto social de la masonería, esa exaltación de sus miembros, confiados en las posibilidades, y, a la vez, el desencanto, a veces más pronto que tardío, al no ver cumplidos sus deseos y propósitos. De hecho, en más de una ocasión, contabilizando los años de pertenencia a la orden que las historias de vidas individuales nos proporcionan, la inmensa mayoría de las veces, no más de 2 o 5 años pertenecieron a la orden o asistieron a sus tenidas, al menos en la década de los años 20 y 30 en el período que tuve la oportunidad de estudiar en mi tesis doctoral.
Esta culpa intrínseca no puede sino explicar cómo aquellos individuos no masones y desconocedores de la orden pudieron creer o recrear cuantas falacias se habían extendido ya desde siglos pasados al respecto, encumbrados también por personalidades con cierto peso político. Y ahí pues, radica, entre otras, la supuesta obsesión que, desde nuestra opinión, sirvió también como un recurso válido para unificar a diferentes sectores y a la población en sí, pues amalgamando a un enemigo ficticio, recreado para la ocasión, y situándolo en lo que no es ni debe ser España, expulsándolo y situándolo en lo externo, se consolida y se aúna lo interno. Un enemigo exterior, aunque irreal, siempre unifica y concilia a una comunidad. Una figura literaria, si cabe, con suficiente fuerza y simplicidad, que, además, partía con ventaja gracias a la antimasonería ya reinante en el imaginario social de la época.
El miedo del dictador a perder su poder, otra de las variables explicativas que indica Morales, pudo también contribuir a la perennidad de la obsesión y del mito. Empero, lo que debe preocupar a la historiografía española y a la población española en general, es cómo deconstruirlo, como deshacer este y los demás mitos fundacionales que siguen siendo perjudiciales en la actualidad, tanto para el deber de memoria como para construir un presente cívico y democrático más justo. Y una de las formas, quizás, es precisamente esta: seguir publicando obras de este tipo, seguir asistiendo a conferencias, escribiendo, rehaciendo textos escolares (añadiendo las publicaciones más actuales), involucrando a los medios, etc. Morales, en este sentido, está cumpliendo con tal deber, y todo parece indicar que continuará haciéndolo.
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En definitiva, Franco y la masonería. Un enemigo que no se rinde jamás, la última entrega de Juan José Morales Ruiz que complementa a otras obras previas del autor, reúne numerosos aspectos reflexivos y analíticos, herederos de toda una experiencia de vida, en tanto que historiador y en tanto protagonista directo del pasado y del presente que estudia, además de actualizarlos y enriquecerlos. El pasado es más cambiante que el futuro, como cita Morales de Tony Judt21, por lo que las pretensiones con las que ha publicado su nuevo título, siguen siendo necesarias.
Aguiar Bobet, Valeria. “La masonería española en Marruecos: un proyecto colonial (1881-1936)”. Tesis de Doctorado en Historia, Universidad Jaume I, 2020.
Aguiar Bobet, Valeria. “Los papeles de Tánger y otros documentos antimasónicos: reiventando la historia”. En XV Simposio Internacional de la Masonería Española: mito e historia. En el III centenario de la fundación de la masonería moderna. Coordinado por José-Leonardo Ruiz Sánchez, Yván Pozuelo Andrés, Antonio Ventura Pires y José Eduardo Franco. Zaragoza: CEHME, 2020.
Dueñas, María. El tiempo entre costuras. Barcelona: Editorial Planeta, 2009.
El tiempo entre costuras. Dirigida por Iñaki Mercero. Boomerang TV (España), 2013-2014.
Ibáñez Llorente, Sergio, Almudena Alonso-Centeno. “Pervivencia e influencia de los mitos fundacionales del franquismo en los textos escolares de la enseñanza secundaria castellanoleonesa”, Panta Rei 72 (2021): 69-102. https://doi.org/10.6018/pantarei.453351
Morales Ruiz, Juan José. “Franco y la masonería”. Ponencia presentada en Franco y la masonería. Jornada de Historia Contemporánea. Curso de Extensión Universitaria. Centro Asociado UNED de Calatayud, 22 de septiembre de 2022.
Morales Ruiz, Juan José. Franco y la masonería. Un terrible enemigo que no se rinde jamás. Oviedo: Masónica.es, 2022.
Morales Ruiz, Juan José. La publicación de la Ley de represión de la masonería en la prensa de la España de postguerra (1940). Zaragoza: Diputación de Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1992.
Morales Ruiz, Juan José. Palabras asesinas: el discurso antimasónico en la Guerra Civil española. Oviedo: Masónica.es, 2017.
Paz Sánchez, Manuel de, Adoración Perpén Rueda, Vicente Moga Romero, Luis González Duque, Ramón Felipe González. “La supuesta influencia político-ideológica de la masonería española a través de testimonios norteafricanos: comentarios a una visión sesgada”. Aldaba 9 (1987), 83-94.
Reig Tapia, Alberto. La crítica de la crítica: inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes. Madrid: Akal, 2017.
Reyes Mate, Manuel. “Memoria histórica y ética de las víctimas”, Página Abierta 242 (enero-febrero de 2016) 6-13, texto consultado en Pensamiento Crítico el 1 de septiembre de 2022. http://www.pensamientocritico.org/manrey0316.htm
Viñas, Ángel. “Recuperación de la historia y memoria histórica”. En Historia a Debate, director C. Barros, Santiago de Compostela: IV Congreso Internacional, 2010.
1 Juan José Morales Ruiz, La publicación de la Ley de represión de la masonería en la prensa de la España de postguerra (1940) (Zaragoza: Diputación de Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1992).
2 Juan José Morales Ruiz, Palabras asesinas: el discurso antimasónico en la Guerra Civil española (Oviedo: Masónica.es, 2017).
3 La mayor parte de los textos del autor se encuentran en acceso directo en su perfil de Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=335123
4 Como ejemplos representativos de las publicaciones crecientes y novedosas de los historiadores dedicados a las masonerías, puede consultarse la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña plus (REHMLAC+) y las publicaciones del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME).
5 Manuel Reyes Mate, “Memoria histórica y ética de las víctimas”, Página Abierta 242 (enero-febrero de 2016), 6-13, texto consultado en Pensamiento Crítico el 1 de septiembre de 2022, http://www.pensamientocritico.org/manrey0316.htm
6 Raza, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia (España: CEA, 1941).
7 María Dueñas, El tiempo entre costuras (Barcelona: Editorial Planeta, 2009).
8 Juan José Morales Ruiz, “Franco y la masonería” (ponencia presentada en Franco y la masonería. Jornada de Historia Contemporánea). Curso de Extensión Universitaria (Centro Asociado UNED de Calatayud, 22 de septiembre de 2022).
9 Águilas II, no. 148, 27 de mayo de 1937, Cádiz, 1 [en la portada], citado en Juan José Morales Ruiz, Franco y la masonería. Un enemigo que no se rinde jamás (Oviedo: Masónica.es, 2022), 331.
10 Valeria Aguiar Bobet. “Los papeles de Tánger y otros documentos antimasónicos: reinventando la historia”, en XV Simposio Internacional de la Masonería Española: mito e historia. En el III centenario de la fundación de la masonería moderna, coords. José-Leonardo Ruiz Sánchez, Yván Pozuelo Andrés, Antonio Ventura Pires y José Eduardo Franco (Zaragoza: CEHME, 2020), Tomo I, 137-152.
11 José Luis de Villalonga, Franco y el Rey (Barcelona: DeBolsillo, 2004), 123. Citado en Juan José Morales Ruiz, Franco y la masonería, 122.
12 Valeria Aguiar Bobet, “La masonería española en Marruecos: un proyecto colonial (1881-1936)” (Tesis de Doctorado en Historia, Universidad Jaume I, 2020), 904-940.
13 El tiempo entre costuras, dirigida por Iñaki Mercero, Boomerang TV (España), 2013-2014.
14 Juan José Morales Ruiz, Franco y la masonería, 331.
15 Valeria Aguiar Bobet, “La masonería española en Marruecos”, 814-829.
16 Jakin Boor, “El gran fraude democrático”, Arriba, 6 de agosto de 1949. Citado en Juan José Morales Ruiz, Franco y la masonería, 450.
17 Sergio Ibáñez Llorente y Almudena Alonso-Centeno, “Pervivencia e influencia de los mitos fundacionales del franquismo en los textos escolares de la enseñanza secundaria castellanoleonesa”, Panta Rei 72 (2021): 69-102, https://doi.org/10.6018/pantarei.453351
18 Alberto Reig Tapia, La crítica de la crítica: inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes (Madrid: Akal, 2017), 96.
19 Ángel Viñas, “Recuperación de la historia y memoria histórica”, en Historia a Debate, director C. Barros, (Santiago de Compostela: IV Congreso Internacional, 2010).
20 Manuel de Paz Sánchez, Adoración Perpén Rueda, Vicente Moga Romero, Luis González Duque y Ramón Felipe González, “La supuesta influencia político-ideológica de la masonería española a través de testimonios norteafricanos: comentarios a una visión sesgada”, Aldaba 9 (1987): 83-94.
21 Tony Judt, Posguerra: una historia de Europa desde 1945 (Barcelona: Taurus, 2020), 1183. Citado en Juan José Morales Ruiz, Franco y la masonería, 488.