Resumen
En la segunda mitad del siglo XVIII, miembros de las compañías comerciales europeas organizaron las primeras logias masónicas de ultramar en las distintas ciudades portuarias insertas en el sistema global de relaciones de mercado. A partir de ese momento y a medida que se intensificaron los imperialismos, se fundaron nuevas logias, que asociaron a una importante cantidad de extranjeros europeos en su mayoría y, desde la segunda mitad del siglo XIX, de nativos. En consiguiente, este ensayo propone interpretar desde la historia global cómo los imperialismos condicionaron la inserción de las masonerías más allá de Europa, y de qué manera funcionó como una red de sociabilidad internacional.