Resumen
El desarrollo del capitalismo ha convertido las ciudades en mercancía haciendo cada vez más difícil habitarlas. En este sentido, los movimientos sociales actúan como movilizadores de una sociedad que reclama lo que es suyo, exige poder vivir, disfrutar e interactuar activamente en los espacios que le rodean. Este artículo se centra en la descripción de los efectos del movimiento de okupación entendido como un proceso de intervención social en el entorno urbano. A través de la apropiación de espacios vaciados, el movimiento okupa interviene en la construcción de relaciones y redes de apoyo que mantienen las personas que habitan y participan de esos lugares. Los resultados nos muestran que a través de la interacción directa y una organización horizontal, sin jerarquías, es posible dotar a las personas de herramientas y procesos para habitar sus barrios y sobreponer el valor de uso y experiencia al valor de cambio. Así, las conclusiones permiten visibilizar cómo un movimiento social como el de okupación puede convertirse en un instrumento de intervención urbana, a la vez que se recalca la importancia de la autogestión y de la acción social directa para que las personas se organicen, autogestionen y actúen sobre el entorno que quieren habitar.