Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LXIV (170) Setiembre-Diciembre 2025 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589
Emmanuel Chaput
Marxian Totality:
Inverting Hegel to Expound Worldly Matters.
Kaveh Boveiri (Brill, Leiden, 2024. 204 páginas.)
Puede considerarse que Marxian Totality de Kaveh Boveiri expande y –en cierta medida– mejora la explicación de la noción de totalidad de Karel Kosík en la Dialéctica de lo concreto (1963). El primer capítulo retoma la clasificación que hace Kosík de las concepciones básicas de la totalidad, fundadas, o bien en 1) una «concepción atomista-racionalista, desde Descartes hasta Wittgenstein»; en 2) una «concepción organicista y organicista-dinámica […] (Schelling, Spahn)»; o en 3) una «concepción dialéctica (Heráclito, Hegel, Marx)» (4; Kosík 1976: 24). El autor pasa a criticar, en el primer capítulo, tanto la concepción atomista-racionalista como la organicista-dinámica antes de pasar a la concepción dialéctica de la totalidad de Hegel en el capítulo dos. El autor sostiene, mediante un análisis de la noción de totalidad tal como aparece en la Wissenschaft der Logik de Hegel, que «su explicación, desde el capítulo sobre el Ser hasta el capítulo sobre la Idea Absoluta, no supera la cerrazón de la totalidad de su sistema y no deja espacio para el sujeto humano o para la transformación futura y consciente de la realidad social» (2).
Sin embargo, la demostración no es del todo convincente. La elección de limitar la explicación de Hegel a la Lógica sólo para descartarla por insuficiente desde un punto de vista marxista es más bien desconcertante, ya que la Lógica no pertenece al ámbito de la Realphilosophie, al que obviamente pertenece el propio concepto de totalidad de Marx. Además, las evidencias proporcionadas contra la apertura del sistema de Hegel –o contra la crítica de su cerrazón– son insuficientes. La cita (25) de la afirmación de Hegel según la cual la Lógica es «la exposición de Dios tal como es en su esencia eterna antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu finito» (Hegel 2010: 29) bien podría interpretarse, contrariamente a lo que sostiene el autor, como una expresión de la apertura del sistema más que de su clausura, ya que para ir más allá del puro formalismo de la Lógica, de Dios antes de la creación, el sistema debe abrirse a la radical externalidad de la naturaleza y de la historia, de la ex-istencia. Una afirmación similar podría hacerse sobre el segundo ejemplo del autor, que se refiere a la crítica de Hegel al Parménides de Platón y al espacio que éste deja para la otredad. La crítica de Hegel no es que no deba existir otredad fuera de la totalidad del Concepto, sino más bien que el tratamiento de Platón es insuficientemente dialéctico en este caso. La falta de elementos contextuales y demostraciones conducen así al autor a juicios perentorios, aunque apresurados, sobre el sistema de Hegel y el concepto de totalidad. Esto no significa que el autor esté equivocado en su explicación de las diferencias que Marx introduce en la noción –o, para hablar como el autor, en la metacategoría (26-27, 166)– de totalidad en comparación con Hegel. Pero parece que esas diferencias podrían haberse destacado de una manera más calificada para abordar la novedad del enfoque de Marx sobre la totalidad.
En el capítulo tres, Boveiri analiza la concepción que Lukács hace de la totalidad marxista antes de formular una serie de críticas. Si bien «es indudable que Georg Lukács fue el primer pensador marxista que subrayó no sólo la importancia de la totalidad concreta en contraposición a la totalidad abstracta y formal, sino también su importancia revolucionaria […] la tarea de proporcionar una explicación extensa y profunda de esta concepción le correspondió al filósofo checo Karel Kosík» (41). Este tema es el objeto del capítulo cuatro, donde el autor ofrece una lectura atenta de la concepción de totalidad de Kosík: «Al igual que Marx, Kosík ve la contradicción como el concepto central de la dialéctica […] Además, la totalidad y la contradicción se consideran concomitantes, por lo que priorizar una sobre la otra las priva de su carácter dialéctico» (41-42). Particularmente interesante es la discusión que el autor hace (50-52) de los términos Gegenstand (předmět en checo) –que traduce como ‘objeto’– y Objekt, que se relaciona con la distinción de Kosík entre praxis social y realidad estática o distinciones filosóficas ahistóricas en términos de sujeto y objeto.
No obstante, el autor considera que la explicación de Kosík sobre la totalidad es omisa en dos aspectos, y es en este aspecto donde afirma que aporta su propia contribución al «desarrollo de una concepción genuinamente marxiana de la totalidad» (75). La primera omisión es que Kosík no ofrece una explicación genealógica o histórica de la noción de totalidad tal como aparece en Marx. Boveiri compensa esta carencia en el capítulo cinco, el más largo del libro, en el que presenta una visión general de la noción en los primeros escritos de Marx y luego en los Grundrisse y El Capital. La segunda laguna es que, si bien Kosík hace la distinción entre el «método de investigación» o «modo de investigación» (Forschungsweise) y el método o «modo» de exposición (Darstellungsweise), no refiere adecuadamente a la propia explicación de Marx de esta distinción. Esto lo hace Boveiri en el último capítulo, que, como propone el autor, «es la contribución [del libro] a los estudios marxianos contemporáneos» (123).
Antes de examinar la naturaleza de esta contribución, conviene señalar que el enfoque de Boveiri sobre la totalidad es interesante como alternativa a las concepciones un tanto unilaterales de la crítica de Marx al capitalismo, que se centran o bien en la distribución únicamente o bien en la «sobredeterminación» de la producción únicamente (103), sin considerar precisamente la interrelación sistemática entre ambas. Y frente al rechazo de Althusser de la noción –considerada demasiado hegeliana– que rara vez se utiliza en los tres volúmenes de El Capital, el autor argumenta de manera bastante convincente que «esto no implica, sin embargo, que no se trate este tema. ¡Todo lo contrario! De la misma manera, la palabra ‘biología’ podría no aparecer en un libro sobre biología, pero ciertamente aparecería en un libro que explicara qué es la biología» (122-123). Los Grundrisse, que intentan captar su objeto, el capitalismo, como una totalidad, ciertamente hacen un mayor uso del término en sí. Pero El Capital, al intentar exponer esta totalidad, no necesita entablar largas discusiones sobre qué es la totalidad y cómo el capitalismo es una totalidad; simplemente la expone como tal.
En cuanto a lo que el autor considera su contribución más significativa a los estudios marxistas en el capítulo seis, lo que propone es concebir, frente a la idea de una ruptura entre los Grundrisse y El Capital, ambas obras como momentos de una teoría unificada y consistente de la totalidad capitalista, siempre que entendamos los Grundrisse como una instancia del método de investigación de Marx, y El Capital como la manifestación de su método de exposición. Aunque distintos entre sí, buscan captar el mismo objeto desde enfoques complementarios. Es así como, al regresar a Marx, Boveiri busca completar lo que consideró el enfoque más consistente de la totalidad en un enfoque marxista hasta el momento, a saber, el de Karel Kosík.
Sin embargo, esta proximidad con Kosík a veces presenta ciertos problemas de terminología. La clasificación de la totalidad que hace Kosík distingue entre las concepciones organicistas y las dialécticas al afirmar –en lugar de demostrar– que un enfoque organicista favorece el todo sobre las partes, mientras que una totalidad dialéctica articula ambas sin dar precedencia ni al todo ni a las partes. El autor intenta sostener tal distinción presentando una interpretación bastante oblicua e infundada de Schelling. Peor aún, utiliza repetidamente una terminología organicista para caracterizar la esencia de una concepción específicamente dialéctica de la totalidad hasta un punto en que el término «orgánico» parece sinónimo de dialéctico a veces (6, 8, 22-23, 54, 69, 71-72, 101-04, 113, 128, 140), mientras que, en otras ocasiones, ambos términos se oponen como concepciones concurrentes de la totalidad (11-16, 100 n. 104).
Es como si, prisionero de la terminología de Kosík, el autor no pudiera simplemente afirmar que la concepción dialéctica de la totalidad es simplemente una forma más robusta de la totalidad orgánica, pero que, en contraparte, no pudiera prescindir de la imaginería organicista para justificar su concepción dialéctica de la totalidad. Así pues, si bien la crítica del autor a la concepción atomista-racionalista parece mejor fundamentada e incluso va más allá que la de Kosík en su crítica a Wittgenstein (6), su crítica a Schelling y el dudoso intento de fusionar su pensamiento con el teórico fascista Othmar Spahn parecen injustificados. Se puede argumentar que el fundamento para una crítica legítima de la noción de totalidad de Schelling se encuentra en otra parte y que en este punto Kosík cae en las malas interpretaciones que eran comunes en su época, cuando Schelling era considerado simplemente o bien como un término intermedio que conducía al sistema de Hegel, o bien como la figura reaccionaria hacia la que se dirigía la crítica de los jóvenes hegelianos. Y, lamentablemente, el autor hace poco por corregir este error o por justificar la legitimidad de la posición de Kosík en ese punto.
En cualquier caso, Marxian Totality constituye una interesante contribución al tema de la totalidad marxiana y una valiosa discusión sobre el pensamiento de Kosík. Otro punto fuerte del libro es que aborda el debate no sólo con la literatura inglesa y alemana sobre el tema, sino también con la francesa, lo que proporciona una explicación completa del tema.
Esta reseña apareció originalmente en inglés en Marx & Philosophy Review of Books. URL: https://marxandphilosophy.org.uk/reviews/21881_marxian-totality-inverting-hegel-to-expound-worldly-matters-by-kaveh-boveiri-reviewed-by-emmanuel-chaput/
La traducción inicial fue hecha mediante la aplicación Google Translate, y luego revisada y corregida por George García Quesada.
Referencias
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich. 2010. The Science of Logic. (G. di Giovanni, trads). Cambridge: Cambridge University Press.
Kosík, Karel. 1976. Dialectic of the Concrete. (K. Kovanda & J. Schmidt, trads.). Dordrecht: D. Reidel.
Emmanuel Chaput (echaput3@jh.edu) es investigador postdoctoral en Filosofía en la Universidad Johns-Hopkins, Estados Unidos. Su trabajo versa sobre la teoría política de Hegel.
Recibido: 15 de julio, 2025. Aprobado: 17 de julio, 2025.