Revista humanidades
ISSN: 2215-3934
humanidades@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica
DOI 10.15517/h.v15i2.61990
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons
Reconocimiento-No comercial-Sin Obra Derivada
Entre la exclusión y la desigualdad social: las expulsiones en la obra
de Saskia Sassen
Between Exclusion and Social Inequality: Expulsions in the Work of
Saskia Sassen
Entre a exclusão e a desigualdade social: As expulsões na obra de
Saskia Sassen
Josué Sabillón Casco
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Ensayos
Revista humanidades, 2025 (Julio-Diciembre), Vol. 15, Núm. 2, E61990
Entre la exclusión y la desigualdad social: las expulsiones en
la obra de Saskia Sassen
Between Exclusion and Social Inequality: Expulsions in the Work of
Saskia Sassen
Entre a exclusão e a desigualdade social: As expulsões na obra
de Saskia Sassen
Josué Sabillón Casco
1
Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)
Tegucigalpa, M.D.C., Honduras
josue.sabillon@unah.edu.hn
https://orcid.org/0000-0001-8150-4611
Fecha de recepción: 4 de octubre de 2024
Fecha de aprobación: 30 de junio de 2025
Resumen
Este ensayo examina la obra Expulsiones: Brutalidad y complejidad en la economía global de Saskia
Sassen (2015). La metodología empleada se basó en una lectura crítica del texto, con el objetivo de
desentrañar cómo la autora construye su objeto de estudio, basado en el concepto de expulsiones.
Sassen sostiene que las expulsiones constituyen un fenómeno emergente, más profundo que la
exclusión, aunque también producto de la desigualdad. Propone que estas están conguradas por
complejas formaciones predatorias que operan como una selección natural entre quienes perma-
necen dentro del sistema capitalista y quienes viven al lo de este. En este proceso, las nanzas
y las disputas por el territorio desempeñan un papel clave. Este ensayo también incorpora ejem-
plos del caso de Honduras, que ilustran cómo las decisiones económicas y políticas –incluidas las
de carácter municipal– pueden conducir a la desposesión de comunidades enteras. El trabajo de
Sassen invita a repensar la categoría tradicional de exclusión; sin embargo, se identican ciertos
vacíos en su noción de tendencias subterráneas, que sustentan su idea de expulsiones, a los cuales
se espera contribuir con este análisis.
Palabras clave: desempleo, corrupción, modelo de desarrollo, conicto social, Honduras
1
Doctorando en Ciencias Sociales sobre América Central por la Universidad de Costa Rica. Máster en Sociolo-
gía por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Máster en Gestión y Políticas Públicas por
el Instituto Centroamericano de Administración Pública (ICAP), Máster en Salud Ocupacional por la Univer-
sidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León (UNAN-León).
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Ensayos
Revista humanidades, 2025 (Julio-Diciembre), Vol. 15, Núm. 2, E61990
Abstract
This essay examines Saskia Sassens (2015) Expulsiones: Brutalidad y complejidad en la economía
global. The methodology is based on a critical reading of the text, with the aim of analyzing how
the author constructs her object of study around the concept of expulsions. Sassen argues that
expulsions represent an emerging phenomenon, deeper than exclusion yet also a consequence of
inequality. She proposes that expulsions are shaped by complex predatory formations operating
as a form of natural selection, determining who remains within the capitalist system and who
is pushed to its margins. In this process, nance and territorial disputes play a crucial role. The
essay also incorporates examples of this phenomenon in the Honduran context, illustrating how
economic and political decisions including those at the municipal level can lead to the dispos-
session of entire communities. Sassens work invites a rethinking of the traditional notion of ex-
clusion; however, certain gaps are identied in her notion of underground trends, which support
her concept of expulsions. This analysis aims to contribute to lling those gaps.
Keywords: unemployment, corruption, development model, social conict, Honduras
Resumo
Este ensaio examina a obra Expulsiones: Brutalidad y complejidad en la economía global de Saskia
Sassen (2015). A metodologia adoptada baseou-se em uma leitura crítica do texto, com o objetivo
de analisar como a autora constrói seu objeto de estudo, baseado no conceito de expulsões. Sassen
argumenta que as expulsões constituem um fenômeno emergente, mais profundo do que a ex-
clusão, embora também sejam produto da desigualdade. Ela propõe que as expulsões são congu-
radas por complexas formações predatórias que operam como uma seleção natural entre aqueles
que permanecem dentro do sistema capitalista e aqueles que vivem à margem dele, sendo as -
nanças e as disputas pelo território fatores cruciais nesse processo. Este ensaio tambén incorpora
exemplos desse fenômeno no caso de Honduras, ilustrando como decisões econômicas e políticas
inclusive em nível municipal podem levar à desapropriação de comunidades inteiras. A obra de
Sassen convida a repensar a categoria tradicional de exclusão; no entanto, identicamse algumas
lacunas em sua noção de tendências subterrâneas, que sustentam sua ideia de expulsões, às quais
se pretende contribuir com esta análise.
Palavras-chave: desemprego, corrupção, modelo de desenvolvimento, conito social, Honduras
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1. Introducción
Saskia Sassen (2015) señala que millones de personas en el mundo viven las consecuencias
de la desigualdad y, por tanto, se desenvuelven dentro de los límites impuestos por la exclusión
social. No obstante, su hipótesis central es que, a partir de la década de 1980, emerge un fenómeno
distinto y más profundo: las expulsiones. A lo largo de su obra, la autora utiliza datos empíricos
para sustentar esta posición. Sostiene que la escala actual en la que se están produciendo personas
pobres, desplazadas y desempleadas no tiene precedentes antes de esa década.
Un caso concreto que analiza es el de Estados Unidos, donde nueve millones de familias fue-
ron expulsadas de sus viviendas en apenas una década, durante y después de la crisis nanciera
de 2008 (Sassen, 2015, p. 13). En Europa, la situación no es menos alarmante: las personas des-
alojadas siguen siendo responsables de la totalidad del préstamo hipotecario, incluso después de
perder sus viviendas (Sassen, 2015, p. 61). Lo signicativo de estos ejemplos es que se desarrollan
en países del norte global, lo que demuestra que las expulsiones no son exclusivas del sur global,
sino que constituyen un patrón sistémico en el capitalismo en su fase de brutalidad.
¿Cómo construye Sassen (2015) el concepto de expulsiones y qué puede aportar al caso de
Honduras? Para lograr responder a esta pregunta, se lleva a cabo una lectura crítica de la obra de
Sassen (2015), identicando puntos de encuentro con situaciones concretas en Honduras, espe-
cialmente al incorporar la dimensión municipal dentro del entramado de las expulsiones. Esta
aproximación permite aportar a la literatura sobre desigualdad y exclusión desde una perspectiva
centroamericana, una región que ha sufrido con particular intensidad los efectos de las forma-
ciones predatorias, muchas de las cuales se originan en el norte global. A lo largo del trabajo se
analizan ejemplos concretos que muestran cómo ciertas decisiones económicas, impulsadas tan-
to por intereses corporativos como por políticas estatales, pueden conducir a la desposesión de
comunidades enteras. Estas decisiones generan condiciones en las que las personas afectadas se
convierten en refugiadas, desplazadas o desempleadas estructurales, sin posibilidad real de rein-
sertarse en la vida productiva.
Esta situación permite distinguir entre el concepto de expulsión propuesto por Sassen (2015)
y la noción más tradicional de exclusión social. Mientras que en la exclusión aún existía un marco
de protección social aunque limitado que permitía algún grado de reintegración al sistema, las
expulsiones implican la eliminación activa de poblaciones de los circuitos económicos, legales y
territoriales. Para Sassen (2015), las expulsiones representan una fase en la que el sistema deja de
integrar o incluir, y directamente descarta a quienes considera irrelevantes para la acumulación
de capital. No obstante, en su propuesta se identican vacíos relacionados con la noción de ten-
dencias subterráneas, las cuales sustentan conceptualmente el fenómeno de las expulsiones. Este
trabajo busca aportar a los vacíos mediante el uso de las ideas de otras personas autoras, así como
de reexiones propias.
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El texto se estructura en seis apartados. En primer lugar, se presenta el marco conceptual que
permite contextualizar la noción de expulsiones. En segundo lugar, se exponen ejemplos empí-
ricos que ilustran cómo se maniestan las expulsiones en distintos contextos. Luego, se analiza
cómo Sassen (2015) construye teóricamente este concepto. El cuarto apartado ejemplica las for-
maciones predatorias. El quinto aborda las disputas por la tierra como una expresión concreta de
dichas formaciones que originan expulsiones. Posteriormente, se propone un aporte crítico a los
vacíos identicados en la noción de tendencias subterráneas. En el sexto apartado, se examinan
algunas alternativas posibles frente a las expulsiones. Finalmente, se presentan las conclusiones.
2. Relación de conceptos: expulsión, exclusión y desigualdad
Sassen (2015) propone el concepto de expulsión. Para la autora, no se trata simplemente de
que ciertos individuos o grupos queden marginados o fuera de los benecios del sistema, sino de
una serie de acciones sistémicas emergentes que los arrojan fuera del espacio económico, social e
incluso biosférico. La expulsión implica que estos sujetos ya no son funcionales, ni siquiera como
fuerza de trabajo barata o población subsidiada: se les remueve del sistema por completo. Estas
acciones operan sobre comunidades, territorios y poblaciones enteras, que pierden toda posibili-
dad de reinserción. En este sentido, la expulsión representa una mutación del capitalismo global
que ha dejado atrás los mecanismos clásicos de incorporación subordinada, sustituyéndolos por
estrategias de despojo, desarticulación y descarte.
Por otro lado, la autora no desarrolla propiamente los conceptos de exclusión o desigualdad;
los presenta como categorías descriptivas de medición. Por ello, a continuación se expone el desa-
rrollo conceptual de ambas nociones desde las perspectivas de personas autoras centroamerica-
nas. La exclusión social, tal como la desarrolla Pérez Sáinz (2014), permite comprender los procesos
previos o paralelos a la expulsión. En su análisis, la exclusión no es un mero resultado de la po-
breza, sino un proceso estructural que combina desprotección estatal con el desempoderamiento
económico. Este proceso comienza con una exclusión primaria, cuando los sujetos ya no logran
insertarse en los mercados básicos, como el laboral o el de capital, y pierden funcionalidad en la
producción y el consumo. Si el Estado no interviene para reinsertarlos mediante mecanismos de
ciudadanía social, esta exclusión se consolida: se rompe el vínculo con la sociedad tanto desde
el mercado como desde el Estado. En este punto, se habla de exclusión social en sentido estricto,
donde los sujetos quedan atrapados en una doble marginalidad: sin capacidad de mercado ni pro-
tección social (Pérez Sáinz y Mora Salas, 2007; Pérez Sáinz, 2014, p. 457).
En ambos casos, el fenómeno de fondo que los produce y explica es la desigualdad de exceden-
te, en palabras de Pérez Sáinz (2014). Esta no se reere solo a brechas de ingreso, sino a las for-
mas estructurales en que se distribuye o se impide distribuir el poder de generar y apropiarse
del excedente. Según el autor, estas desigualdades extremas surgen cuando el trabajo asalaria-
do no se convierte en empleo digno, cuando se trabaja sin remuneración, o cuando los pequeños
propietarios no tienen acceso real a oportunidades de acumulación. Esta desigualdad, sostenida
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históricamente, congura un campo de fuerzas que desempodera a amplios sectores sociales has-
ta marginarlos, excluirlos (Pérez Sáinz, 2014, p. 456) y, en los términos de Sassen (2015), expul-
sarlos del sistema mismo.
Entonces, Sassen (2015) establece una secuencia conceptual en la que la creciente desigual-
dad actúa como punto de partida para procesos más profundos de exclusión social, los cuales, en
el capitalismo actual, desembocan nalmente en formas más radicales de expulsión. La autora
argumenta que, mientras la desigualdad ha sido, históricamente, una característica de las econo-
mías capitalistas aunque parcialmente corregida por políticas redistributivas en el siglo XX, en
la actualidad ha escalado al punto de transformarse en algo cualitativamente distinto. Así, sos-
tiene que, si la desigualdad sigue creciendo, llegará a un punto que podría describirse, más bien,
como una forma de expulsión (Sassen, 2015, p. 26), lo que indica que ya no se trata solo de estar
marginado del sistema económico, sino de ser eliminado de él, sin posibilidad de reincorporación.
En este marco, la exclusión social entendida como la no participación plena en el trabajo
formal, el consumo o la ciudadanía queda superada por acciones que conllevan a la expulsión
sistemática de poblaciones, ecosistemas y territorios, desechados por mecanismos nancieros,
legales y tecnológicos. Sassen (2015) agrega que estas expulsiones no son fenómenos anómalos ni
residuales, sino componentes estructurales del nuevo orden global, resultado de la acción com-
binada de lo que denomina formaciones predatorias, es decir, una alianza entre élites económicas
y tomadores de decisiones políticas. A continuación, se muestran ejemplos sobre las expulsiones.
3. Entendiendo las expulsiones a través de ejemplos
Para comprender mejor el concepto de expulsión propuesto por Sassen (2015), es útil partir
de los casos concretos que ella utiliza para ejemplicar cómo opera el capitalismo en esta fase de
brutalidad. Uno de ellos es la expulsión de personas trabajadoras de bajos salarios y desemplea-
das de los sistemas públicos de salud, bienestar y seguros por desempleo en Estados Unidos. Es-
tas personas, que recientemente habían tenido acceso a ciertos derechos sociales vinculados a su
condición laboral, han sido eliminadas de estos circuitos institucionales a partir de transforma-
ciones en la arquitectura económica del sistema, especialmente desde la década de 1980 (Sassen,
2015, p. 11). La autora plantea que esto constituye una expulsión, ya que no existe infraestructura
institucional, económica o política que permita a estas personas reincorporarse como trabajado-
ras, ciudadanas o habitantes con derechos.
Otro ejemplo que ofrece la autora es el de las concesiones y ventas de tierras a empresas o
gobiernos extranjeros en países del sur global (países pobres). Estas adquisiciones, legalmente
habilitadas mediante contratos o marcos normativos exibles, permiten la instalación de acti-
vidades mineras o hidroeléctricas que transforman radicalmente los ecosistemas. Como resul-
tado, comunidades humanas son desplazadas y territorios enteros pierden su funcionalidad
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ecosistémica, convirtiéndose en lo que ella denomina “tierras muertas” y “aguas muertas” (Sas-
sen, 2015, p. 12). En este caso, la expulsión no afecta solamente a poblaciones humanas, sino tam-
bién a formas de vida de la biósfera.
Estos casos extremos permiten visibilizar procesos más amplios; sin embargo, también
existen formas locales de expulsión que se articulan a través de decisiones institucionales den-
tro de los Estados. Aunque el otorgamiento de concesiones a capital transnacional suele prove-
nir de decisiones del Poder Ejecutivo, también intervienen actores territoriales, como los gobier-
nos locales, que pueden facilitar o resistir estos procesos. Un caso emblemático en Honduras es
el asesinato del ambientalista y regidor municipal Juan López, ocurrido el 14 de septiembre de
2024, quien se oponía a los proyectos extractivos en los ríos Guapinol y San Pedro. La Iglesia Ca-
tólica ha señalado al alcalde de Tocoa como responsable intelectual del crimen, en el marco de
denuncias sobre vínculos con redes de narcotráco (Hernández, 2024; Torres, 2024). Este caso
muestra cómo decisiones políticas a nivel local también pueden operar como engranajes de las
dinámicas de expulsión.
Otros ejemplos señalados por Sassen (2015) incluyen a campesinos desplazados por el aca-
paramiento de tierras, que terminan convertidos en refugiados formales o informales, y a perso-
nas migrantes desempleadas estructurales, que pueden ser encarceladas o connadas en guetos
sin acceso a empleo ni derechos básicos (Sassen, 2015, pp. 22–27). La autora advierte que es-
tas formas de desposesión y eliminación no son anomalías del sistema, sino manifestaciones de
transformaciones estructurales en el funcionamiento del capitalismo contemporáneo, en el cual
las funciones sociales del Estado y del mercado han sido redenidas para favorecer la concentra-
ción extrema de recursos, incluso a costa de desechar poblaciones que ya no resultan funcionales
para la lógica del capital.
3.1. Construcción de la categoría ‘expulsiones’: selección salvaje y tendencias subterráneas
Para construir la categoría de expulsiones, la autora recurre a nociones como selección salvaje
y tendencias subterráneas (Sassen, 2015, pp. 14, 16), con el propósito de iluminar dimensiones poco
visibles del capitalismo contemporáneo. El concepto de selección salvaje le permite describir cómo,
a pesar de los enormes avances técnicos, cientícos y organizativos desde la sosticación nan-
ciera hasta la informatización global, amplios sectores de la población están siendo desechados
como si fueran residuos del sistema. Esto contrasta con la expectativa de que dichas capacidades
deberían contribuir al desarrollo humano. Por el contrario, lo que se observa es a una creciente
concentración de la riqueza en una minoría y, al mismo tiempo, la expulsión de grandes grupos
humanos de los espacios económicos, políticos y ecológicos. La autora retoma el término selección
salvaje desde la Biología para señalar que, en la práctica, el sistema actual parece decidir quiénes
merecen permanecer y quiénes pueden ser eliminados.
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La categoría de tendencias subterráneas, por su parte, le sirve a la autora para interrogar crí-
ticamente los marcos analíticos más consolidados, como los de exclusión y desigualdad. No busca
redenirlos, sino mostrar que ya no son sucientes para comprender la magnitud y naturaleza
de las transformaciones contemporáneas. Sassen (2015) propone una mirada “desde el suelo”; es
decir, desde casos empíricos concretos que permiten visibilizar cómo estas dinámicas profundas
operan por debajo de las categorías convencionales. Se pregunta, por ejemplo, si los problemas
actuales son meras versiones extremas de fenómenos antiguos, o si se está ante la emergencia de
algo completamente nuevo y perturbador (Sassen, 2015, p. 16), sobre todo en el norte global. En
esa búsqueda, la autora plantea una ruptura epistemológica: argumenta que la especialización
académica y la rigidez de los marcos disciplinarios muchas veces impiden reconocer dinámicas
emergentes que escapan a los cánones interpretativos tradicionales.
Este esfuerzo se maniesta también en su propuesta de “desteorizar” desde abajo: no se
trata de acumular nuevas abstracciones, sino de desarmar los signicados heredados de catego-
rías como exclusión y desigualdad, para observar lo que en realidad está ocurriendo en territorios
concretos. De ahí que Sassen (2015) proponga la categoría de expulsión como una forma de re-
codicar empíricamente fenómenos que las categorías tradicionales ya no explican. Como parte
de este proceso, la autora muestra que estas dinámicas atraviesan distintos regímenes políticos,
sean capitalistas o comunistas. Más allá de la ideología formal, lo que importa es la manera en que
diversos países están generando poblaciones descartables mediante transformaciones profundas
en su organización económica, social y ambiental (Sassen, 2015, p. 17).
Ejemplos como los niveles de toxicidad generados por las actividades mineras de Norilsk,
en Rusia, y Zortman-Landusky, en Montana, Estados Unidos, demuestran que las expulsiones
también se producen dentro del norte global. Ambas operaciones generan impactos devastadores
sobre el medio ambiente y expulsan a las comunidades locales de sus territorios. El hecho de que
esto ocurra en dos potencias que compiten por el liderazgo económico muestra que la lógica de
la expulsión no es exclusiva del sur global, sino que también se articula al interior de los Estados
ricos. Esto conrma que se está ante dinámicas estructurales que exceden explicaciones basadas
únicamente en exclusión y desigualdad tradicionalmente asociadas al sur global.
Uno de los actores centrales en estas transformaciones son las nanzas globales. A diferencia
de la banca tradicional, que trabaja con dinero que posee, el sector nanciero actual opera sobre
activos que no tiene y que debe crear. Para ello, invade sectores no nancieros mediante procesos
de titularización, utilizando instrumentos como los derivados. Estos permiten convertir deudas,
patrimonios u obligaciones en productos transables en los mercados. En el 2005, el valor de los
derivados pendientes alcanzó los 630 billones de dólares, el equivalente a catorce veces el produc-
to interno bruto (PIB) global (Sassen, 2015, p. 20). Este dato revela las prioridades de esta etapa del
capitalismo: ya no se trata del bienestar de las personas como se intentó tras la Segunda Guerra
Mundial–, sino de la apropiación de territorios, bienes y recursos, lo que inevitablemente genera
formas de expulsión.
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Una vez expulsadas, muchas personas terminan aglomeradas en periferias urbanas degra-
dadas o migran hacia las llamadas ciudades globales, donde ocupan espacios marginales sin ac-
ceso efectivo a derechos. Es allí donde se introduce la gura de los oprimidos (Sassen, 2015, p. 21),
no ya como sujetos organizados que reclaman sus derechos como ocurría en etapas anteriores,
sino como poblaciones descartadas que sobreviven en la invisibilidad. Estas condiciones son
producidas por ensamblajes complejos de redes, tecnologías y actores nancieros deslocaliza-
dos, especializados en maximizar benecios incluso a costa de disolver los vínculos entre capital
y ciudadanía. Lo que antes se comprendía como pobreza o exclusión, hoy es expulsión estructural,
y lo que antes podía ser revertido con políticas públicas en la actualidad parece formar parte de
una reorganización global más profunda.
3.2. Formaciones predatorias
Como parte de la construcción conceptual de las expulsiones, Sassen (2015) identica lo
que denomina formaciones predatorias: ensamblajes institucionales, nancieros y estatales que
operan de forma legal y sistemática para extraer valor, aun a costa de eliminar poblaciones,
territorios o ecosistemas. Estas formaciones no se limitan a los países del sur global, sino que
también están presentes en las economías más desarrolladas y su consolidación se acentúa a
partir de la década de 1980 con la expansión del capital nanciero desregulado, la transforma-
ción de las políticas públicas y el debilitamiento del Estado como garante del bienestar colectivo
(Sassen, 2015, pp. 21–27).
Un ejemplo de esta dinámica es la creciente concentración de los ingresos en Estados Unidos.
Durante la década de 2000, el 10 % más rico de la población captó el 90 % de los ingresos, una
situación que contrasta con el modelo keynesiano de la posguerra, donde si bien imperfecto
se generó una clase media creciente con acceso a bienes y derechos (Sassen, 2015, p. 25). Esta
tendencia no es exclusiva de Estados Unidos. Sassen (2015) señala que la desigualdad también
aumentó en países tradicionalmente igualitarios como Alemania, Finlandia y Suecia (p. 44), lo
cual muestra la penetración de estas formaciones predatorias en diferentes contextos políticos. La
autora también señala que, entre 1983 y 2009, el 5 % más rico de la población estadounidense
capturó el 81.7 % del crecimiento de la riqueza, mientras los sectores más pobres experimentaron
un retroceso patrimonial (p. 47). Esto, lejos de describir una “evolución natural” de la economía,
pone en escena lo que Sassen (2015) denomina la selección salvaje.
La categoría de expulsados es especialmente ilustrativa en este contexto. Sassen (2015) ejem-
plica que quienes pierden sus empleos no solo quedan sin ingresos, sino también sin vivienda,
seguros médicos o compensaciones. Estas personas, cuya reproducción social dependía del in-
greso salarial, terminan, en palabras de la autora, “al lo del sistema” (p. 24). En muchos ca-
sos, si emigran, se suicidan o son encarceladas, desaparecen de las métricas ociales utilizadas
por los gobiernos para mostrar crecimiento económico, como el PIB. Esto permite a los Estados,
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tanto del norte como del sur, exhibir mejoras económicas que no reejan las condiciones de vida
reales de sus poblaciones, lo cual resulta funcional para atraer nanciamiento de organismos
nancieros internacionales.
Un ejemplo en el sur global es el caso de Honduras. Las caravanas migratorias que se inten-
sicaron a partir del 2018 pueden leerse como expresiones masivas de expulsión. A nivel institu-
cional, estas migraciones se han convertido en una solución funcional: reducen la presión social
interna y generan remesas que sostienen sectores clave del consumo interno. En lugar de movili-
zarse para exigir cambios estructurales, miles de personas expulsadas envían divisas que suplen,
de manera informal, las falencias del Estado. Esta dinámica ha sido escasamente problematizada
por los gobiernos, pese a sus costos sociales y humanos.
En el norte global, Sassen (2015) analiza el caso de Grecia durante la reestructuración im-
puesta por los organismos nancieros internacionales tras la crisis de deuda. Si bien el PIB mostró
una leve recuperación a partir del 2013, dicha mejora excluyó a miles de personas que quedaron
sin empleo, vivienda o acceso a servicios básicos. Entre el 2010 y 2011, los suicidios aumentaron
un 40 %, junto con el uso de drogas y el deterioro de la salud pública, mientras que el desempleo
pasó del 13.9 % al 20.9 % (Sassen, 2015, pp. 56, 69). La recuperación macroeconómica ocultó así
un proceso de expulsión que dejó fuera del sistema a amplios sectores de la población.
Otro fenómeno estructural que Sassen (2015) analiza, como una forma de expulsión, es el
encarcelamiento masivo en Estados Unidos, particularmente en los estados del sur, como Loui-
siana, donde uno de cada 55 habitantes se encuentra tras las rejas (p. 79). La autora vincula esta
tendencia con la consolidación de un modelo de cárceles privadas que funciona bajo principios de
rentabilidad: mientras más camas estén ocupadas, mayores son los ingresos. El complejo sistema
carcelario no solo gestiona servicios para el Estado, sino que, en algunos casos, presiona por con-
denas más largas e incluso han incurrido en prácticas de corrupción (Sassen, 2015, p. 88). No es
casual, entonces, el interés de la actual administración del presidente Trump en arrestar primero
personas migrantes para luego deportarlas.
Esta estructura se complementa con un sistema de trabajo forzado dentro de las prisiones.
Salvo por razones médicas, las personas encarceladas deben trabajar por salarios de entre 12 y
14 centavos por hora, y que pueden aumentar a un máximo de 1.15 dólares; sin embargo, estos
ingresos se utilizan para cubrir las multas impuestas por los tribunales (Sassen, 2015, p. 89). En
este contexto, la autora plantea que se está frente a una forma extrema de expulsión: la expulsión
de los derechos humanos, incluidos los laborales, al servicio de un complejo carcelario privado que
se benecia de la pobreza, la racialización del castigo y la inutilidad percibida de sectores enteros
de la población.
Esta dinámica tiene ecos en países como Honduras. Desde el golpe de Estado de 2009, se
han institucionalizado formas locales de formaciones predatorias mediante alianzas público-pri-
vadas que otorgan concesiones a empresas extranjeras para operar recursos estratégicos del país,
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muchas veces con escasa ganancia para el Estado. A ello se suman las Zonas de Empleo y Desa-
rrollo Económico (ZEDE), que conceden territorios a intereses corporativos con autonomía legal y
scal. Aunque estas zonas fueron derogadas por la presidenta Xiomara Castro en el 2022, algunos
operadores continuaron sus actividades hasta que, en septiembre del 2024, la Corte Suprema de
Justicia las declaró inconstitucionales (Deutsche Welle, 2024). Queda por ver si el capital transna-
cional que opera en estas zonas nalmente se retirará.
4. Las disputas por la tierra
En consonancia con las dinámicas analizadas en las secciones anteriores, Sassen (2015)
señala que las adquisiciones masivas de tierra en países del sur global por parte de capita-
les transnacionales constituyen una de las formas más visibles y sistemáticas de expulsión
contemporánea. Estas operaciones, que en muchos casos cuentan con el respaldo de gobiernos
receptores, generan efectos múltiples: desplazan comunidades locales, desarticulan economías
campesinas y transforman radicalmente los ecosistemas. Aunque suelen presentarse como opor-
tunidades para aumentar la Inversión Extranjera Directa (IED) y mejorar indicadores macroeco-
nómicos, la autora advierte que estos benecios contables como el crecimiento del PIB no re-
ejan mejoras reales en las condiciones de vida de las poblaciones afectadas (Sassen, 2015, p. 132).
Cuando la tierra se destina al cultivo intensivo, como en el caso de la palma africana, se pro-
duce no solo un desplazamiento humano, sino también una alteración profunda del entorno: pér-
dida de ora y fauna, consumo desproporcionado de agua y degradación del suelo. Este tipo de
inversiones, lejos de diversicar las economías receptoras, acentúa la especialización extractiva y
consolida una división internacional del trabajo que profundiza la dependencia estructural de los
países periféricos. Como ejemplo, Sassen (2015) menciona que, en el 2008, China adquirió dere-
chos para cultivar 2.8 millones de hectáreas de palma en el Congo, lo que ilustra la magnitud y el
alcance de estas operaciones (p. 124).
Lo que más preocupa a Sassen (2015) no es únicamente el uso económico de estas tierras,
sino el crecimiento sostenido de la propiedad extranjera sobre territorios nacionales. Esta ten-
dencia implica una ruptura en la soberanía de los Estados que otorgan concesiones extensas a
intereses foráneos. Advierte que, en muchos casos, estas dinámicas han desencadenado conictos
violentos a nivel local, sobre todo cuando las comunidades afectadas intentan resistir la ocupación
de sus territorios (p. 132). Aunque no aborda el caso especíco de Honduras, su análisis resulta
pertinente para interpretar episodios como el asesinato de la lideresa ambientalista Berta Cáceres
en el 2016, ocurrido en el contexto de la concesión del río Gualcarque a intereses privados tras
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el golpe de Estado del 2009
2
. En este y otros casos similares, las negociaciones entre capital trans-
nacional y gobiernos nacionales evidencian el papel central del Estado en la conguración de las
formaciones predatorias.
Estas formaciones predatorias no actúan de forma aislada, sino que se articulan con actores
externos mediante políticas extraterritoriales. Organismos nancieros internacionales como el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, junto con entidades como la Organiza-
ción Mundial del Comercio (OMC), han promovido reformas estructurales orientadas a liberalizar
mercados, reducir el gasto público y abrir los sectores estratégicos al capital privado. Tales políti-
cas han debilitado la capacidad de los Estados para proteger sus economías locales, lo que facilita
de este modo nuevas modalidades contractuales que sobrepasan los marcos tradicionales de la
soberanía nacional (Sassen, 2015, p. 133).
Estos casos revelan que, en la fase actual del capitalismo global, la expulsión de poblaciones
no constituye un efecto colateral, sino una condición funcional del sistema. La reducción del gasto
social se convierte en una oportunidad para el capital privado, especialmente en sectores como la
salud, la educación y la seguridad, incluyendo el sistema carcelario. Sassen (2015) cuestiona qué
sucede con los fondos que, en lugar de destinarse a políticas de inclusión, son redirigidos al pago
de la deuda externa o a contratos con actores privados. Esto plantea una interrogante crítica: ¿en
manos de quién termina el dinero que ya no se invierte en los expulsados?
5. Un aporte a los vacíos en la idea de tendencias subterráneas
En su libro, Sassen (2015) introduce la noción de tendencias subterráneas para referirse a
procesos que se desarrollan “por debajo del radar” de los marcos interpretativos tradicionales.
Se trata, según la autora, de dinámicas que escapan a las categorías consolidadas como pobreza,
desigualdad o exclusión, y que exigen nuevas formas de observación “desde el suelo”, es decir, a
partir de fenómenos empíricos que no encajan fácilmente en las explicaciones convencionales (p.
16). Sin embargo, aunque la categoría tiene un valor heurístico importante, Sassen (2015) no llega
a desarrollar un marco teórico robusto ni ofrece una sistematización clara de lo que estas tenden-
cias implican en términos políticos, ideológicos o culturales. Esto deja un campo abierto para su
ampliación crítica.
Desde esta perspectiva, es posible sostener que las tendencias subterráneas también deben
incluir dimensiones subjetivas, ideológicas y simbólicas que contribuyen a sostener el orden ex-
pulsivo contemporáneo. En este sentido, resulta pertinente incorporar la lectura de Žižek (2003),
quien argumenta que la ideología no opera únicamente a nivel consciente, sino que se inscribe en
los hábitos, deseos y fantasías de los sujetos. A diferencia de las concepciones tradicionales que
plantean que la liberación comienza con el reconocimiento de la ideología, Žižek (2003) sostiene
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Esto ha sido ampliamente denunciado por el Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas Populares de Hon-
duras (COPINH). Revisar en este enlace.
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Entre la exclusión y la desigualdad social...
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que, hoy, muchas personas ya saben que el sistema es injusto, pero actúan como si no lo supieran.
Esta actitud que él y Peter Sloterdijk denominan razón cínica representa una forma de compli-
cidad que impide la acción política transformadora (p. 46).
Complementariamente, Bourdieu (1998) aporta una herramienta útil para comprender esta
naturalización. A través de su noción de habitus, el autor muestra cómo las estructuras sociales se
inscriben en los cuerpos, lo que genera disposiciones duraderas que conguran la forma de actuar,
percibir y relacionarse de las personas. Desde este marco, puede sostenerse que las formas actua-
les de consentimiento al capitalismo incluso por parte de quienes sufren sus consecuencias no
se explican únicamente por coerción externa, sino también por la incorporación de estructuras de
dominación que modelan subjetividades desde edades tempranas (Bourdieu, 1998).
Aunque no se puede armar que la mayoría de la población comprenda de forma explícita
que el capitalismo es el sistema responsable de la destrucción ambiental y de la profundización de
la desigualdad, existe una percepción generalizada de que “algo está mal”. No obstante, esa per-
cepción suele canalizarse hacia nociones difusas como “corrupción” o “falta de liderazgos polí-
ticos”, mientras que es muy poco probable que se señalen como responsables a los dueños de los
medios de producción. Esto despolitiza la discusión y oculta las acciones estructurales del capital y
su legalización. Tal como arma Žižek (2003), esta disonancia se mantiene porque el sistema aún
ofrece una promesa de goce: una fantasía de que, en algún momento, individualmente, se podrá
acceder a los benecios del consumo. Esta expectativa inhibe la voluntad de lucha colectiva: para
no renunciar a la posibilidad del goce futuro, se tolera la injusticia presente (p. 61).
Finalmente, las tendencias subterráneas no deben entenderse solo como ujos nancieros
invisibles o procesos legales opacos, como sugiere Sassen (2015), sino también como estructuras
ideológicas y afectivas que moldean la subjetividad de las personas dentro del capitalismo global.
Para enfrentar las expulsiones contemporáneas, no basta con evidenciar las dinámicas materia-
les; es también necesario disputar las creencias, emociones y disposiciones que sostienen el sis-
tema desde dentro. Esta ampliación de la categoría propuesta por Sassen (2015) permite abordar
con mayor densidad la pregunta que cierra su obra: “¿cuáles son los espacios de los expulsa-
dos?” (p. 248). La respuesta no puede limitarse a alternativas institucionales o territoriales, sino
que igualmente debe incluir procesos de politización cultural y subjetiva, capaces de desmontar la
complicidad estructural entre dominación y consentimiento.
6. Alternativas posibles para las expulsiones
Para superar lo anterior, es útil retomar la noción de hegemonía desarrollada por Antonio
Gramsci (Bates, 1975), quien mostró cómo la dominación no se impone solamente por la fuerza,
sino también mediante el consenso construido entre dominadores y dominados. La hegemonía im-
plica una renovación constante de las estructuras ideológicas que hacen que el orden vigente parezca
natural e incuestionable. Romper con esta hegemonía implica un proceso prolongado de educación
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política y organización colectiva, algo que, como advierte Sassen (2015), resulta especialmente difícil
para quienes viven “al lo del sistema”, es decir, expulsados de los circuitos económicos, sociales,
políticos y académicos.
No obstante, existen actores colectivos que llevan tiempo disputando esta hegemonía. Los lla-
mados nuevos movimientos sociales feministas, indígenas, ambientalistas, de diversidad sexual,
entre otros constituyen una reserva crítica de subjetividades insurgentes. Sin embargo, su poten-
cial emancipador depende en gran medida de su capacidad para superar fragmentaciones internas y
evitar formas de parcialización de la lucha. En este sentido, es necesario que el feminismo sea tam-
bién decolonial, que los movimientos ambientales integren el análisis de clase y que las luchas por
los derechos no reproduzcan el individualismo neoliberal. La interseccionalidad, tal como la plantea
Crenshaw (2013), ofrece una vía para comprender cómo operan simultáneamente el género, la raza
y la clase en los procesos de subordinación, y para construir agendas políticas que no excluyan nin-
guna dimensión de la opresión.
Asimismo, se debe evitar caer en el error histórico de pensar que la lucha de clases, por sí sola,
resolverá todas las formas de dominación. La historia del movimiento obrero ha demostrado que las
clases populares también pueden reproducir racismo, sexismo o autoritarismo si no existe una con-
ciencia crítica permanente. Por tanto, las luchas deben articularse desde una comprensión profunda
de las imbricaciones múltiples de las estructuras de poder.
7. Conclusiones
Este trabajo aporta a la discusión teórica propuesta por Saskia Sassen (2015) al profundizar
en la distinción entre expulsión, exclusión y desigualdad social, utilizando deniciones de autores
centroamericanos para los dos últimos. Además, al incorporar lecturas complementarias, como las
nociones de habitus de Bourdieu (1998), la razón cínica de Žižek (2003) y la hegemonía gramsciana
de Bates (1975), se amplía la comprensión de las tendencias subterráneas que sostienen subjeti-
vamente las expulsiones. De este modo, se propone una lectura que no se limita a la dimensión
material de estos procesos, sino que también reconoce los factores simbólicos, ideológicos y
afectivos que los hacen persistentes y aceptables socialmente.
Asimismo, este ensayo ofrece una lectura crítica y situada de las expulsiones, al conectar la pro-
puesta conceptual de Sassen (2015) con experiencias del caso hondureño. La incorporación de es-
calas locales permite mostrar que las formaciones predatorias no son fenómenos abstractos o leja-
nos, sino realidades concretas que afectan a comunidades especícas mediante decisiones políticas,
concesiones territoriales y transformaciones institucionales. De esta forma, el trabajo contribuye a
territorializar y descentralizar los estudios sobre desigualdad y expulsión, al visualizar la capacidad
explicativa de estos marcos teóricos cuando se adaptan a contextos latinoamericanos.
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Entre la exclusión y la desigualdad social...
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Finalmente, frente a la brutalidad del sistema expulsivo, este trabajo sostiene que no basta
con evidenciar sus efectos materiales: es urgente construir procesos de politización cultural, subje-
tiva y organizativa que disputen las bases ideológicas que lo legitiman. Las respuestas deben venir
tanto de movimientos sociales articulados desde la interseccionalidad como el feminismo decolo-
nial, el ambientalismo con enfoque de clase o las luchas por derechos LGBTI+ como de estrategias
que interpelen la hegemonía desde el sentido común cotidiano. Romper con la complicidad estruc-
tural entre dominación y consentimiento exige procesos sostenidos de educación política, articu-
lación entre sectores subalternos y reconguración del horizonte político en clave emancipadora.
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