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Carlos Alberto Navarro Fuentes
Revista humanidades, 2025 (Julio-Diciembre), Vol. 15, Núm. 2, E61299
En principio, cuando se lee a Lukács reexionando sobre la especicidad del cine, no es di-
fícil inferir que está hablando sobre el arte en general, o sobre el teatro, la literatura y la pintura
de manera más especíca, y acaso, desde una forma oblicua o no tan interesada, reriéndose al
cine indirectamente. Pero no es así, como hemos visto hasta aquí en este ensayo. Lo que sucede es
que no se ocupó de precisar, en principio, ni de explayarse para decir mucho y alertar críticamen-
te sobre este otro arte en pleno desarrollo. De hecho, así como procedió en sus estudios sobre la
literatura, en el caso del cine, recurrió a posicionarse metodológicamente desde una perspectiva
alusiva a una teoría de los géneros, dentro de su concepción amplia de la estética y sus categorías,
que comenzaremos a exponer de manera breve en las siguientes líneas. Estas, a pesar de ser su-
mamente relevantes para comprender lo que el autor húngaro concibe acerca del cine, rebasan los
límites espaciales para una merecida exposición mayor, ejemplicación y desarrollo, como sería
el caso de lo que reere como los “medios homogéneos”
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, inherentes a y en relación con cada uno
de ellos, como veremos.
Otro de sus conceptos claves para entender el modo en el cual reexiona el cine es la catego-
ría aristotélica de mímesis, aunque lo hace estableciendo semejanzas y diferencias, estas últimas
no del todo sencillas de asimilar con tan solo una ojeada. Lukács establece, a partir de esta concep-
ción clásica en el ámbito de los estudios sobre la estética como rama de la Filosofía, una variante
epistemológico-crítica a la cual llama mímesis duplicada
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, la cual no deja de entablar relaciones,
no exentas de tensión y polémica, con otro concepto clave del imaginario estético lukácsiano:
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Por medio homogéneo Lukács (1967a, 1967b) entiende una suerte de “lugar ontológico” en el que el cine,
como arte productor de experiencias estéticas, ocupa un territorio en el que existen y deben respetarse cier-
tas reglas del juego por parte de quienes participan en este, alejando de su espacio toda distracción y ruido
que impidan u obstruyan jugarlo. El medio homogéneo tiene límites porosos, tanto espaciales como tempo-
rales, en cuyo interior existe una “legalidad” que exige actuar con coherencia y especicidad entre una mul-
tiplicidad de códigos, signos y juegos del lenguaje que varían de acuerdo con la presencia de ilusión estética.
Lo anterior, para Lukács, permite la posibilidad de que el ser humano pueda, durante un cierto periodo de
tiempo, dejar de ser hombre entero y se convierta en hombre enteramente.
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Por mímesis, Lukács (1967a, 1967b) entiende un concepto fundamental para entender el arte, en tanto toda
obra de arte reeja e intenta imitar al mundo. En virtud de lo anterior, el cine no es la excepción, puesto que
lo que reeja en el espectador es una forma objetiva de ser del mundo y de la realidad, y en donde la construc-
ción de dicha realidad se hace a través de la mímesis. Es gracias a esta que lo proyectado en la pantalla —el
lme— funciona con verosimilitud, en gran parte por las herramientas tomadas de la realidad por parte de
la persona autora o directora para construir su realidad fílmica. Sin este recurso, la realidad reejada por el
lme, o su construcción mimética, no funcionarían como un reto a la inteligencia y la sensibilidad humanas
(véase Wolfgang, 2002). Por mímesis duplicada o reejo doble, Lukács (1967a, 1967b) se reere al hecho de
que el cine no nos muestra el mundo directamente, pero toma de este todos sus elementos, organizándo-
los, agrupándolos, dirigiéndolos y presentándonoslos con un nuevo reejo de esa realidad: una mímesis que
capta nuestra sensibilidad como reejo doble con respecto al lme. De allí que sea un doble reejo el que ex-
perimentamos como espectadores luego de la puesta en escena, el montaje, la música y el sonido agregados
y otros elementos seleccionados por la persona realizadora.