Revista Internacional de Estudios Asiáticos,
Vol. 1(1): 70-96, Enero-Junio 2022
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uniforme, sino que hay importantes variaciones espacio-temporales. Esto
permite corroborar la idea de la presencia de asentamientos ‘primitivos’,
que inspiró Confucio a creer que así vivían sus antepasados, y que el as-
censo de los sabios había promovido el gran movimiento de evolución
cultural. Este proceso, sin embargo, vino naturalmente acompañado de
algunos problemas. En la idealización de Confucio, las sociedades más
simples eran más fáciles de manejar, pero también enfrentaban un mayor
número de adversidades. Por ello, la trayectoria de la civilización china se
encontraba en una nueva fase de estancamiento:
Cuando el Gran Curso era seguido, un espíritu público y común gobernaba
todo bajo del cielo; ellos elegían hombres de talento, de virtud y de capaci-
dad; sus palabras eran sinceras, y lo que cultivaban era la armonía. Así, los
hombres no amaban sólo a sus padres, ni trataban como niños únicamente
a sus propios hijos. Provisiones sucientes eran aseguradas para los ancia-
nos hasta su muerte, así como el empleo para los hombres saludables y los
medios para el crecimiento de los jóvenes. Ellos mostraban amabilidad y
compasión por las viudas, los huérfanos, los hombres sin hijos y por aque-
llos que estaban discapacitados por alguna enfermedad, de modo que todos
fueran mantenidos sucientemente. Los varones tenían su propio trabajo, y
las mujeres tenían sus hogares. Acumulaban artículos de valor, desechando
aquellos que debían ser arrojados al piso, sin desear guardarlos para su propia
graticación. Trabajan con su fuerza, desechando la que no debía ser llevada
a cabo, pero no ejerciéndola solamente con objeto de su propia ventaja. De
esta manera, los intrigantes egoístas eran reprimidos y no encontraban nin-
gún desarrollo. Ladrones, estafadores y traidores rebeldes no se mostraban
y, por lo tanto, las puertas externas seguían abiertas, y no eran cerradas. Esto
ocurrió en el periodo que llamamos de la Gran Unión 大同. Ahora que el
Gran Curso ha caído en el olvido y la oscuridad, el reino es una herencia
familiar. Cada uno ama, por encima de los demás, a sus propios padres, y aca-
ricia como niños solamente a sus propios hijos. La gente acumula artículos y
ejerce su fuerza para su propia ventaja. Los grandes hombres se imaginan que
es norma que su Estado deba descender hasta sus propias familias. Su objeto
es hacer fuertes los muros de sus ciudades y suburbios, así como sus zanjas
y fosas seguras. Las reglas de propiedad y de lo que es correcto se observan
como los hilos con los cuales se intenta mantener en su forma correcta la
relación entre el gobernante y el ministro; en su generoso respeto aquella
entre el padre y el hijo; en su armonía esa entre un hermano mayor y uno
más joven; y en una comunidad de sentimientos, la relación entre el marido
y la esposa. De acuerdo con ellos se delimitan edicios y medidas, se estable-
cen los campos y las aldeas para las viviendas de los campesinos, se decreta la