RESEÑA

Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji, de Daniel Sastre de la Vega

REVIEW

Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji, by Daniel Sastre de la Vega

Santiago Miretti

Universidad Nacional de General Sarmiento. Instituto de Ciencias. Buenos Aires, Argentina
santi.miretti@gmail.com

Resumen: En Arte y Nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji, Daniel Sastre de la Vega (2019) ofrece un recorrido de la historia del arte en Japón. Tomando como punto de partida de su análisis el segundo encuentro del archipiélago con Occidente durante la Restauración Meiji (1868-1912), sostiene que el arte constituyó uno de los pilares fundamentales para la construcción de un discurso histórico. En particular, este permitió al nuevo gobierno imperial forjar una de las bases de su identidad nacional. En este contexto, el rol de los funcionarios e intelectuales del gobierno de Meiji –dentro de los cuales se destaca la figura del intelectual y teórico del arte Okakura Kakuzo– cobra especial relevancia en tanto artífices de una política estatal que tendrá a la narrativa histórico-artística como un eje de la construcción identitaria japonesa.

Palabras clave: Historia del Arte - Japón - Meiji, Daniel Sastre de la Vega

Abstract: In Arte y Nación, El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji (2019), Daniel Sastre de la Vega offers a tour of the history of art in this country. Taking the archipelago’s second encounter with the West as the starting point for his analysis during the restoration of the Meiji era, between 1868 and 1912, he argues that art was one of the fundamental pillars of the beginning of a historical discourse. In particular, this allowed the new imperial government to forge one of the bases of its national identity. In this context, the role of the intellectual officials of the government during this historical period - within Okakura Kakuzo stands out- which will have an artistic historical narrative as the main axis of the construction of Japanese identity.

Keywords: History of Art - Japan - Meiji, Daniel Sastre de la Vega

Citar como: Miretti, S. (2023). Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji, de Daniel Sastre de la Vega. Revista Internacional de Estudios Asiáticos, 2(2), 247-254. DOI 10.15517/riea.v2i2.54375

Fecha de recepción: 03-03-2023 | Fecha de aceptación: 03-03-2023

Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji, de Daniel Sastre de la Vega

A partir de la década de 1990, ha cobrado un renovado interés el estudio sobre la Historia del Arte en el espacio asiático, en particular las discusiones en torno a sus orígenes y su función narrativa en la conformación de identidades locales tras los turbulentos años de la segunda mitad del siglo XIX, caracterizados por el encuentro con las pretensiones imperialistas de las potencias occidentales. Es en este marco que se inserta la obra de Daniel Sastre de la Vega, Arte y Nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji (2019), originalmente formulada en castellano. Es el resultado de una investigación llevada a cabo entre los años 2004 y 2011 en el Programa de Becas del Ministerio de Educación del Japón (Monbukagakusho), con respaldo del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España. Durante el periodo de investigación, el autor se desempeñó en la Universidad de Tokio, en la Universidad de Sophia (Tokio) y en la Universidad de Ritsumeikan (Kioto).

Uno de los principales aportes de la obra, que según el autor es un aspecto eludido en la bibliografía de la década del 1990, tiene que ver con el rol fundamental que cumplieron los funcionarios del gobierno Meiji (1868-1912) en la construcción de una narrativa nacional del arte japonés. Esto se dio fundamentalmente con las misiones de investigación al exterior (Europa y Estados Unidos) que, en lo que refiere específicamente al ámbito artístico, se vieron reflejadas en las políticas de protección del patrimonio nacional, la construcción de museos, la participación en exposiciones de arte a nivel nacional e internacional, la inauguración de establecimientos educativos y la construcción de canales de divulgación sobre el arte nacional al público. Por otra parte, cobra especial relevancia el legado de Okakura Kakuzo (también conocido como Okakura Tenshin) (1862-1913). Desde su rol como profesor de Historia del Arte en la Universidad de Bellas Artes de Tokio que, aunque no carente de debates y oposiciones, fue fundamental en el establecimiento de una cronología y cánones artísticos que articularon en un todo continuo (con momentos de auge y decadencia) las producciones desde la antigüedad japonesa hasta el periodo Meiji.

Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji se divide en tres capítulos: “Historia del arte y modernidad en Japón”, “La sistematización de la historia del arte japonés” y “Alternativas y desafíos al modelo de la historia del arte japonés”. A continuación, presentaré los principales aportes.

En el primer capítulo, una vez desarrolladas las características de la modernización del archipiélago con la restauración del poder Imperial en el periodo Meiji (1868-1912) –luego de alrededor de 200 años de aislamiento durante el Shogunato de Tokugawa (1603-1868) – se aborda el lugar que ocupa el discurso sobre el arte para la nueva burocracia estatal. Es justamente durante el periodo Meiji que se hizo patente la necesidad de lograr un gran desarrollo económico y militar, idea sintetizada en el eslogan “Fukoku kyōhei” (país rico, ejército fuerte). Esto es, construir un Estado moderno que pudiera hacerle frente en pie de igualdad a las potencias occidentales. En este punto, el arte se tornó uno de los ejes del discurso de modernidad y civilización impulsado por funcionarios e intelectuales japoneses (aunque también extranjeros, dentro de los cuales destaca la figura de Ernest Fenollosa), y operó a su vez como un instrumento de homogeneización identitaria para el archipiélago que tendría a la Casa Imperial como eje vertebral. De esta manera, observamos que no solo se trató de importar tecnología e instituciones occidentales, sino también el vínculo narrativo entre el arte, el grado de civilización de una nación y la identidad de su pueblo. En este marco, la adaptación del concepto occidental de Bellas Artes en Japón llevó a la acuñación del término Bijutsu 美術, con motivo de la Exposición Universal de Viena en 1873, el cual engloba a la pintura y escultura con “ideas más abstractas asociadas(...) [a] lo estético y conceptual”1 en detrimento de las artes industriales y artesanales.

El impulso proveniente desde los funcionarios del gobierno Meiji y académicos del periodo se vio reflejado en las políticas de protección del patrimonio cultural de la nación, así como en las exposiciones nacionales e internacionales de arte como medio para demostrar el nivel de civilización y desarrollo del Estado. En este marco tuvo lugar la importación de la institución museo desde occidente por parte del político Machida Hisanari, con “un importante papel dentro de (...) [la] estrategia política por medio de una narrativa continua entre un pasado remoto –mítico–, en la que se presuponía la existencia de una nación, (...) de un espíritu propio”2. Otro de los bastiones dentro de la política estatal de construcción de una narrativa histórica-artística nacional fue la fundación de la Universidad de Bellas artes de Tokio inaugurada en 1889 (de la cual Okakura Kakuzo fue docente de Historia del arte y, posteriormente, en 1893, director de la institución), fundamental en la creación de los nuevos profesionales. Aquí cobra especial relevancia la publicación de revistas de difusión, entre las cuales sobresale la revista Kokka (Flores de la Nación), con el objetivo de crear un ámbito de expresión de “opiniones preocupadas con la promoción, preservación, supervisión e instrucción de las artes [: pintura, escultura, arquitectura y ramas industriales](...); y mostrar la esencia floreciente de esta nación y su gente”3. Un aspecto destacable en este punto, más allá de la relevancia de Okakura, es la revalorización del político, funcionario y periodista Takahashi Kenzo como fundador de la revista, lo cual no solo refuerza la postura acerca de la importancia de la burocracia imperial en el nuevo discurso sobre el arte nacional, sino que, además, construye un antecedente importante en su estudio. Por último, cabe destacar que la participación en dicha revista –además de las citadas personalidades– de “la mayoría de los profesores de la escuela de Bellas artes de Tokio (...), así como especialistas (...) del Museo Imperial de Tokio”, lo que dio como resultado un “ecosistema de alimentación entre las instituciones y la revista”4 imprescindible para la construcción de legitimidad y cánones artísticos.

Con respecto al segundo capítulo, expone un recorrido sobre las narrativas histórico-artísticas desde el periodo Kamakura (1185-1333) hasta el periodo Meiji (1868-1912). Según Sastre de la Vega, si bien hay tratados, manuales y compilaciones cronológicamente ordenadas sobre pintura a partir del periodo Kamakura, no es hasta el periodo Edo (1603-1868) que se elaboran las primeras narrativas sobre historia del arte bajo mecenazgo shogunal. En este contexto, la familia de pintores Kano cumplió un rol fundamental en el intento por proveer “un marco narrativo que une a todos (...) una imagen de proyecto común, inédita hasta ese momento”5 donde se incorpora la subdivisión, de influencia china, en tres periodos: “Antigüedad”, “Edad intermedia” y “la contemporaneidad”. No obstante, la tarea definitiva de elaborar una narrativa nacional de la historia del arte estaría en manos de Okakura Kakuzo. Influido por la filosofía de Hegel tras las clases de Filosofía occidental a cargo del oyatoi6 Ernest Fenollosa, se dedicó a la construcción de una historia del arte japonés estructurada en épocas de auge y decadencia, cada una caracterizada por un estilo de arte que encarna el espíritu (Zeigeist) de su época. En este sentido, cada momento de auge y decadencia no es más que el desarrollo dialéctico de un único espíritu nacional, el cual sería considerado por Okakura como el heredero y receptáculo de la cultura y el pensamiento asiático. Su conceptualización sobre la historia del arte se verá reflejada en uno de sus mayores legados: la creación de “un sistema de periodización del arte japonés que ayudó a crear discursos para la transmisión de la importancia del arte en la sociedad y su difusión de un modo más efectivo”7. En suma, el autor ofrece un recorrido que permite considerar las principales influencias extranjeras sobre las narrativas artísticas: en un primer momento marcado por la hegemonía China, y luego por la Occidental. En ambos casos es posible observar el proceso de asimilación con las propias tradiciones del archipiélago, lo que permite comprender, a su vez, el rol activo de los sujetos en la construcción de identidad local o nacional.

Finalmente, en el tercer capítulo se recuperan los debates de inicios del siglo XX acerca de la historia del arte japonés, en particular sobre la periodización y revalorización del “periodo Momoyama”. El eje del debate gira en torno a las definiciones elaboradas por Okakura desde Tokio, quien prioriza una cronología más asociada a la disciplina histórica empleando el término “periodo del señor Toyotomi”8. La elección de Okakura estaba acompañada de un juicio de valor que lo sitúa como un período artístico decadente. Lo destacable es que, por un lado, si bien en ciertos casos pervive la periodización propuesta por Okakura, en los ámbitos académicos artísticos de Kioto fue calando progresivamente el empleo del término “periodo Momoyama” para agrupar las expresiones artísticas del periodo Azuchi-Momoyama y los primeros años del periodo Edo, que abarca los años 1573-1615/1630. Por otro lado, se produce una revalorización de las producciones artísticas en este periodo que, frente a la decadencia planteada por Okakura, son pensadas como parte de una “segunda época dorada” en Kioto luego del periodo Heian (795-1185). Cabe destacar nuevamente el rol del gobierno Meiji en el empleo y promoción de la periodización y revalorización del arte Momoyama que se expresara tanto en su difusión en el ámbito educativo como en las exposiciones universales en la primera década del siglo XX. En este sentido, gracias a las similitudes con el periodo Meiji, en particular la “apertura internacional, una autoridad centralizada y una mayor libertad para las clases comerciantes, así como una próspera situación económica”9, el periodo Momoyama se convirtió en otro de los elementos discursivos en la narrativa histórico-artística nacional promovida por la burocracia estatal.

En conclusión, considero que el presente libro es fundamental para pensar los procesos de modernización que atravesó Japón durante la construcción de un Estado-Nación durante el periodo Meiji (1868-1912). Como he dicho, no solo se trató de incorporar instituciones y tecnología occidental, sino, además, adaptar aquellos elementos discursivos que permitieron la consolidación de una identidad nacional, no como resultado de elementos aislados, sino como parte de una política de Estado orientada hacia tal fin. Aquí, la elaboración de una historia del arte nacional permitió instaurar la idea de una unidad histórica en el desarrollo de una única identidad japonesa, con un grado de civilización y progreso equiparable a las potencias occidentales. De esta manera, Arte y Nación constituyeron elementos simbióticos en la construcción identitaria del Japón moderno.

Bibliografía

Sastre de la Vega, Daniel. Arte y Nación, El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji. Barcelona: Edicions Bellaterra, 2019. ISBN:978-84-7290-931-1


1 Daniel Sastre de la Vega, Arte y Nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji (Barcelona: Edicions Bellaterra, 2019), 35.

2 Sastre de la Vega, Arte y nación, 45.

3 Sastre de la Vega, Arte y nación, 72.

4 Sastre de la Vega, Arte y nación, 74.

5 Sastre de la Vega, Arte y nación, 90.

6 El término Oyatoi Gaikokujin refiere a los especialistas extranjeros contratados por el gobierno Meiji para instruir a los japoneses y contribuir a la modernización del archipiélago en diversos campos (intelectuales, tecnológicos, militares, etc.).

7 Sastre de la Vega, Arte y nación, 141.

8 Toyotomi Hideyoshi fue el segundo unificador del archipiélago a finales del siglo XVI, luego de Oda Nobunaga (1534-1582), que logró un control progresivo sobre los daimyo o jefes locales que habían acaparado y fragmentado el poder político, económico y militar.

9 Sastre de la Vega, Arte y nación, 146.