Rev. Ciencias Sociales 159: 57-71 / 2018 (I)  ISSN: 0482-5276
		RECONCEPTUALIZACIÓN A LA TICA: APUNTES HISTÓRICOS PARA  EL TRABAJO SOCIAL COSTARRICENSE
		RECONCEPTUALIZATION IN COSTA RICA´S WAY: HISTORICAL  NOTES OF THE COSTA RICA´S SOCIAL WORK
		Manuel Antonio Villalobos Morales *
		RESUMEN
		Desde un estudio histórico-materialista, este artículo devela las condiciones que permitie-  ron el desencadenamiento del proceso reconceptualizador en el escenario costarricense.  Para ello, se recogen las mediaciones que incidieron en la gesta del movimiento de recon-  ceptualización, las cuales van desde las condiciones latinoamericanas y nacionales de  mayor amplitud histórica hasta mediaciones político-académicas, que permitieron que este  proceso se diera en la década de los 70.
		PALABRAS CLAVE: COSTA RICA * TRABAJO SOCIAL * CAPITALISMO * ESTADO * HISTORIA *  MOVIMIENTO SOCIAL
		ABSTRACT
		This article tries to reveal, from a historical materialist study, the conditions that allowed  the outbreak of reconceptualization´s stage process in Costa Rica. Therefore, in a very  synthetic way it rescues mediation of various kinds that affected the movement feat. These  range from the Latin American and national conditions of greater historical scope to  academic political mediations, which means that this process occurred in the seventies.
		KEYWORDS: COSTA RICA * SOCIAL WORK * CAPITALISM * STATE * HISTORY * SOCIAL  MOVEMENT
		*
		Escuela de Trabajo Social, Universidad de Costa Rica.  antonio.villalobosmorales@ucr.ac.cr
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		INTRODUCCIÓN
		PROCESO METODOLÓGICO
		El presente trabajo es parte de una serie  de artículos que tratan sobre la reproducción de  la profesión de Trabajo en Social en Costa Rica.  Este conjunto de escritos tiene como origen  una investigación realizada como proyecto final  de Licenciatura en Trabajo Social en la Univer-  sidad de Costa Rica1 .
		A continuación, se describe el proceso  metodológico utilizado en la investigación de  la que se desprenden estas reflexiones. Como  parte de una comprensión histórico-crítica,  esta investigación coloca la historicidad, la con-  tradicción y la totalidad2 como elementos cen-  trales de la comprensión del objeto de estudio.
		Marx está convencido, en función de los  estudios históricos que él realizo [sic]  que “la sociedad burguesa es la orga-  nización histórica más desarrollada y  diferenciada de la producción”. Y deja  bien claro que el conocimiento rigoroso  de su producción material no basta para  esclarecer la riqueza de las relaciones  sociales que se objetivan en el marco de  una sociedad así de compleja; (...) Más  —por todo el cumulo [sic] teórico que  realizo [sic] en sus investigaciones ante-  riores— él está igualmente convencido  de que el paso necesario e indispensable  para aprender enteramente la riqueza  de esas relaciones consiste en la plena  comprensión de la producción burguesa  moderna. Sin esta comprensión, sería  imposible una teoría social que permita  ofrecer un conocimiento verdadero de la  sociedad burguesa como totalidad (inclu-  yendo pues, el conocimiento —más allá
		de su organización económica— de sus  intuiciones sociales y políticas y de su  cultura) (Netto, 2009, p. 682).
		De acuerdo con la cita anterior, en un  primer momento, se requirió la comprensión  de las transformaciones históricas posterio-  res a 1929 en Latinoamérica. Esta época —  fines de los 20 e inicios de los 30—, como  punto de inflexión, marcó cambios en la re-  producción del capital que incidieron en el  desarrollo del momento histórico en estudio,  en la estrategia de la organización económica  y por ende, en las orientaciones del Estado  burgués; pues tuvo implicaciones centrales  para la génesis y la reproducción de la profe-  sión en América Latina.
		El estudio de esas décadas permitió ver  cómo las transformaciones históricas marcadas  por ese periodo posterior a 1929, que durará  hasta avanzados los años 70 con una nueva cri-  sis del capital, generaron una base material que  afectó el Servicio Social y dio paso a un movi-  miento cuestionador.
		Una vez entendida la base histórica del  movimiento, se estudió su reproducción y ex-  presiones diferenciadas en los países centrales  en los que se desarrolló en América Latina; en  especial, Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.  Así mismo, se analizó la singularidad de las  condiciones históricas nacionales que implican  la comprensión de los procesos económicos,  sociales y político-ideológicos de los años 40, 50  y 60; lo cual significó reconocer la génesis y la  reproducción del Estado de reforma conserva-  dor costarricense a finales de los 30 y su desa-  rrollo en los años 40 y 50; para luego abordar  detenidamente las décadas de los 60 y los 70 en  términos de Servicio Social.
		Se identificaron las transformaciones  que se dan tanto en el patrón productivo —de  agroexportador a sustitución de importacio-
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		Esta investigación se denomina: Ontología y fun-  damentos teórico-metodológicos en el Trabajo  Social costarricense: una explicación de los años  1970-1979 .
		Cuando se indica totalidad se hace referencia a la  comprensión luckacsiana de totalidad, como con-  dición que atraviesa las relaciones sociales, la tota-  lidad suprema en Lukács es la sociedad burguesa.
		nes— como en el Estado liberal al Estado de  reforma conservador3. Por ende, en la política
		3 Cuando se indica reformista conservador, se  hace referencia a la naturaleza histórica que  asume el Estado; la cual le coloca la condición  de creador y ejecutor de política social; mas esto  en el entendido de que no es para transformar
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		social y en su atención a las expresiones de la  precarización a través de las demandas coloca-  das a esta profesión, donde se presentó el esce-  nario de maduración de las relaciones sociales  capitalistas.
		A partir de lo anterior, los procesos eco-  nómicos, políticos y sociales dieron cuenta de  su relación con la profesión. Se relacionaron  dichos procesos desde categorías como Estado,  política social y cuestión social para entender la  relación de la profesión con su totalidad.
		En síntesis, la investigación está guiada  por las categorías capitalismo, Estado burgués,  política social y cuestión social, como puntos de  partida analíticos de una comprensión de tota-  lidad, es decir de poder integrar la historia que  materializa la existencia del objeto de estudio.  Para ahondar más en la historia nacio-
		nal, se estudiaron las transformaciones gesta-  das desde la Universidad de Costa Rica en las  décadas de los 60 y 70; las cuales estuvieron  mediadas por las condiciones de la particulari-  dad histórica costarricense. Un punto central  fue analizar las determinaciones en el marco de  la institucionalidad, por ejemplo: los movimien-  tos estudiantiles, el iii Congreso Universitario y  el desarrollo de los partidos políticos de izquier-  da en la Universidad de Costa Rica.
		La investigación, más allá de hacer un  acercamiento al desarrollo de los cambios en  las Ciencias Sociales en el país y la influencia  latinoamericana, analizó la relación gestada en  las transformaciones curriculares de la Escuela  de Servicio Social. Estas fueron muy importan-  tes para comprender los cambios en los modos  de leer de la década de los 60 a los 70 y en su  estructura organizativa.
		Se recurrió a documentos, libros, traba-  jos de investigación y artículos de revistas que  refirieron a los elementos de carácter histórico;  los cuales permitieron agrupar la información  para así abstraer y comprender la constitución  del movimiento de reconceptualización. La  información consultada se obtuvo de las distin-  tas bibliotecas de la Universidad de Costa Rica,
		la lógica hegemónica del Estado, la cual es la de  reproducción de los intereses capitalistas; sino  para funcionar como un dispositivo de apoyo  estructural.
		tales como Carlos Monge Alfaro, Luis Demetrio  Tinoco, Eugenio Fonseca Tortós; así como de  bibliotecas privadas.
		Se revisaron archivos concernientes a la  formación académica: planes, currículos, cur-  sos, contenidos, programas, bibliografías y se  consultó a docentes; además de las actas de la  Escuela de Trabajo Social, las cuales permitie-  ron conocer la dinámica de esta, sus relaciones  con otras instituciones, las rupturas y las conti-  nuidades en relación con este objeto de estudio.  Todos estos documentos se obtuvieron de la  Escuela de Trabajo Social de la Sede Rodrigo  Facio y del Archivo Universitario Rafael Obre-  gón Loria.
		Se recurrió a entrevistas semiestructu-  radas para complementar la información docu-  mental (archivos, revistas, libros, actas, cartas)  que presenta vacíos o no está clara. Las infor-  mantes se seleccionaron mediante el criterio ex-  perto de la directora de la investigación de grado.  Los criterios de selección fueron los siguientes:
		Estudiantes que cursaron el plan de  estudio de 1965, autoridades y docentes  protagónicas.
		Estudiantes o docentes vinculados a los  cambios en el plan de estudio 1973 y  1976; sin embargo, estas fuentes no se  tomaron en cuenta en este artículo.  Estudiantes del plan de estudio de 1973  o 1976, docentes y estudiantes líderes  en la comunidad educativa durante  dicha década.
		JUSTIFICACIÓN
		Ante un esfuerzo por problematizar  cómo la reconceptualización se reproduce en  Costa Rica, este artículo recorre este asun-  to desde una perspectiva socio histórica. El  abordaje de la reconceptualización, en el caso  costarricense, se ha explicado como un proce-  so homogéneo en Latinoamérica, en el que no  ha sido posible —con muy raras excepciones  para Costa Rica— reconocer su matiz nacio-  nal desde la mirada histórica, de modo que  se logre situar su génesis y reproducción en  la totalidad, historicidad y contradicción de la  realidad capitalista.
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		Bajo esa consigna, este trabajo ofrece  aportes sustanciales para reconocer ese proce-  so en el país, situando su reproducción en dos  posibles momentos: su origen en 1968 bajo un  grupo que se ha denominado la vanguardia del  68, el cual condensó el cuestionamiento inicial  de perfil tecnocrático reformista y que se man-  tuvo hasta 1973; y en ese último año, un segun-  do momento caracterizado por una crítica de  rasgos más anticapitalista.
		Con ello, se quiere dar a conocer la he-  terogeneidad del movimiento de reconcep-  tualización y su complejidad, ante todo, el  reconocimiento de que en Costa Rica su desa-  rrollo estuvo marcado por distintos matices.  Así se pretende ofrecer una explicación que  logre dar cuenta de la riqueza de los elemen-  tos que se encuentran en la realidad social y  que pueden ayudar a explicar procesos de ante  mano ya complejos, para ofrecer al Trabajo So-  cial costarricense un “eslabón histórico” en su  comprensión.
		CAPITALISMO E INICIO DEL SERVICIO SOCIAL  COSTARRICENSE
		El Trabajo Social y su historia están
		productivo que asumió el país en las siguien-  tes décadas. De manera que, al igual que en el  resto de América Latina donde hubo un capita-  lismo periférico —papel de subsidiario frente a  las economías centrales—, se da el agotamien-  to del liberalismo5 y con ello los paulatinos  cambios en los que el Estado se refuncionaliza  para incidir en la estabilización de las tasas de  ganancia del capital.
		La precarización de las condiciones de  existencia6 repercutió en las formas como se  reguló el conflicto entre el capital y el trabajo,  pues los sectores que vivían del salario —cada  vez más amplios— se organizaron en función  de sus demandas.
		A partir de los requerimientos de capital  posteriores a 1929, se dieron modificaciones  en las economías latinoamericanas, aunque  de manera desigual; ya que hubo sectores de  clase que continuaron vinculados a la produc-  ción de materias primas agrícolas y mineras,  y sectores sujetos a la economía de enclave;  sin embargo, como indican Cardoso y Faleto  (1971), la hegemonía se muestra a partir de los  30 en la industria.
		ligados al desarrollo material de la sociedad  burguesa. En el caso concreto de la reconcep-  tualización, se encuentra muy unida a los pro-  cesos del capitalismo latinoamericano posterior  a los años 30 del siglo xx4 .
		Con la primera crisis capitalista del siglo
		xx, ubicada espacialmente en New York en 1929,  el modelo agroexportador costarricense de pro-  ductos, que esencialmente son postres, café  y banano, se ve afectado. Ello, junto con la  Segunda Guerra Mundial, incidió en el modelo
		4 Es importante aclarar que en la comprensión  del investigador sobre las reconfiguraciones del  Estado y por ende de la política social son claves  para entender las orientaciones de la profesión, y  estas mutan de acuerdo con la lógica y las crisis  cíclicas del capital que demandan nuevas formas  históricas, por ello para entender cómo sucede la  reconceptualización en los años 60 y 70 es nece-  sario remontarse a la génesis y constitución de ese  bloque histórico, que marca su inicio con la crisis  de 1929 en adelante y se extiende hasta la crisis  cíclica de los años 80 del siglo pasado.
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		“Los primeros años de desarrollo de la República  fueron el escenario de la génesis de un proyecto  social capitalista dirigido por las ideas liberales  de corte positivista. Su expresión se observa en la  supresión de la relación Iglesia-Estado, los princi-  pios de progreso y las acciones interventoras del  Estado fuertemente guiadas a: “el castigo, la mora-  lización, la salubridad, la educación y la caridad””  (Fallas, 2010, p.81).
		“El nivel de vida de los trabajadores costarricenses  sufrió un gran deterioro durante la década del 40.  Ello debido principalmente a la crisis económica  que generó el desarrollo de la ii Guerra Mundial.  A esa crisis se sumaron los problemas políticos  suscitados en aquella década y que culminaron  con la Guerra Civil de 1948 […] Uno de los proble-  mas más graves que provocó la crisis económica  fue el aumento incontrolable del costo de la vida.  Los productos alimenticios de primera necesidad  aumentaron de precio en forma considerable, espe-  cialmente el arroz, los frijoles, el maíz, la sal, el  dulce, el pan, etc. […] Entre 1939 y 1942, la mone-  da nacional perdió el 50% de su poder adquisitivo,  lo cual se reflejó en el aumento de los alquileres,  las medicinas, el vestido, las herramientas, etc.”  (Aguilar, 1989 citado en Esquivel, 2007a, p.15).
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		Los autores mencionan que lo anterior  involucró la pérdida de la dinámica en estos  ámbitos de la economía. Se expulsó la fuerza  de trabajo del campo hacia la ciudad, en busca  de empleo en la naciente industrialización. Con  ello, surgió un conjunto de demandas de la  clase trabajadora ante el Estado en materia de  vivienda, salud y educación.
		Siguiendo a Quijano y Weffort (1976),  estas transformaciones implicaron que los sec-  tores agrícolas se redujeran y se trasladara la  mano de obra de la ruralidad a las ciudades.  Aunado a las mutaciones de los empleos en  la misma urbanidad, inició el predominio de  la industria manufacturera y esto acarreó la  proletarización de los trabajadores de la urbe.  Este hecho produjo proletarización de amplios  sectores de la población latinoamericana, junto  con sectores sin empleo o subempleados sin re-  querimientos para ser contratados.
		Se conformó una clase obrera con las  particularidades del capitalismo periférico y el  llamado “ejército industrial de reserva”: desem-  pleados y subempleados que conformaron las  “villas miserias”, las “favelas”, los “tugurios” y  los “pueblos jóvenes”. Estos procesos fueron  estudiados y conceptualizados como “margina-  lidad social”.
		Es decir, estas transformaciones gestadas  en las nuevas condiciones históricas latinoame-  ricanas dan cuenta de que, conforme se profun-  dizan las relaciones capitalistas en la realidad  latinoamericana, sus consecuencias inherentes  se manifiestan en la existencia de la población,  que vive del trabajo y es tratada como expresión  marginal del capital.
		En dichas condiciones económicas de  América Latina, el caso costarricense, abando-  nó los intereses exclusivos del capitalismo agrí-  cola, en función de un proyecto con intenciones  de diversificar la producción de mercancías.  Este proyecto, según Solís y Esquivel (1980),  “suponía el desarrollo de polos de acumulación  alternos al café como única forma de generar  ‘un espacio de acumulación’ para la fracción  de burguesía emergente y aglutinar sobre esta  perspectiva a otros sectores de la burguesía no  oligárquica” (p. 45). Sumado a ello estaban las  evidencias del cambio del modelo del Partido
		Liberación Nacional (pln) bajo los tres mandatos  de José Figueres Ferrer.
		Una síntesis de lo analizado, la expresan  Solís y Esquivel (1980) al afirmar que se asistía,  a nivel del capitalismo mundial, a una redefini-  ción en la división internacional del trabajo, lo  cual posibilitaba nuevas líneas de acumulación  en la periferia. Esto significa la oportunidad de  concretar el proyecto de desarrollo industrial  en estrecha alianza con el capital monopólico  norteamericano e incentivos para la diversifi-  cación de la estructura agraria. De modo que se  inserta en puntos donde la oligarquía no estaba  presente o no era significativa, lo cual condensa  el capitalismo mundial y la situación interna-  cional de un proceso de crecimiento económico  y una nueva etapa en el proceso de acumula-  ción interna. Dentro de la concepción política  del pln, el Estado tenía que jugar un papel de  primer orden en cuanto a facilitar la consecu-  ción de estos objetivos.
		Esta fase de la reconversión productiva,  como en el resto de América Latina, aunado al  papel de las fuerzas políticas, trajo demandas  que fueron llevadas al ámbito público; es decir,  las manifestaciones de la cuestión social.
		La condensación de las demandas del ca-  pital y en menor grado de la clase trabajadora,  pasará a estar en el escenario del capitalismo  costarricense, desarrollo histórico donde tiene  sentido la génesis de la Escuela de Trabajo So-  cial de la Universidad de Costa Rica, como fue  estudiado por Esquivel (2003). Esto debido a  que la Escuela de Servicio Social creada en  1942, estuvo ligada a la necesidad de formar  cuadros profesionales para la naciente institu-  cionalidad costarricense, tal como menciona  Fallas (2010) en su estudio: “En la conforma-  ción de la primera escuela adquieren mayor  peso otros elementos, sobre todo aquellos vin-  culados con las necesidades de la creciente  institucionalización para la atención que el  conflicto social estaba evidenciando” (p. 207).  En sus inicios, según Fallas (2010), esta  Escuela era de carácter privado, sin ningún  nivel académico, es decir de preparación emi-  nentemente técnica, financiada por la Caja
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		Costarricense del Seguro Social (ccss)7 y el Patro-  nato Nacional de la Infancia (pani)8, para formar  su propio personal en el campo social. En ese  momento, acompañaban su junta fundadora:
		Lic. Héctor Beeche Lujan (abogado).
		Lic. Óscar Barahona Streber (abogado-  economista).
		Lic. Abel Gutiérrez Alvarado (abogado).  Dr. Óscar Padilla Castro (abogado, repre-  sentante ccss ).
		Sr. Rodrigo Méndez Soto (representante
		“se fundó con el propósito de ayudar a las ins-  tituciones de previsión y asistencia o acción  social a preparar adecuadamente al personal  necesario” (p.17).
		La génesis de la Escuela mantuvo en  sus primeros años un perfil hegemónicamente  técnico, marcado por su origen, pues las de-  mandas del mundo del trabajo fueron la pre-  ocupación fundamental bajo la cual surgió,  marcada por una falta de legitimidad acadé-  mica, es decir no fue una preocupación de la  Universidad sino de la institucionalidad. Suma-
		pani). Sr. Pablo Luros (representante do a esto, la formación se veía mediada, como
		de Salu-bridad Pública).
		Nótese que son abogados y representan-  tes institucionales los que se encuentran acor-  dando en un principio la naturaleza y rol de la  Escuela, la cual en su inicio era, ante todo, cer-  tificadora (certificar a las servidoras sociales).  Es importante considerar el origen profesional  de los fundadores porque esto fue decisorio en  el perfil de la vieja Escuela de Servicio Social.  En 1944 pasa a formar parte de la Universidad  de Costa Rica, se anexa a la Facultad de Cien-  cias Económicas y Sociales; en 1956, en su con-  dición de departamento de esta Facultad, logra  establecer la Licenciatura en Servicio Social, en  la cual se defendió la primera tesis en 1959.  Para Fallas (2010), los primeros años de
		la formación se dirigieron no solo a preparar  nuevos profesionales, sino a capacitar técnica-  mente a las llamadas visitadoras sociales, que  ya se desempeñaban empíricamente en el país.  Así, en las décadas del 40 y 50, había un gran  número de estas sin ningún tipo de formación.  Al respecto, Mora (1968) indica que la Escuela
		Escuela emergente, por la carencia de profesio-  nales formados en Servicio Social. Por ello, se  recurrió a profesores de otras profesiones, fun-  damentalmente de Medicina y Derecho, como  encargados de la formación y la orientación de  la Escuela. El padre Herrera, entrevistado por  Valverde (1992), menciona que entre los pri-  meros titulados en la Licenciatura en Ciencias  Económicas y Sociales con énfasis en Servicio  Social se encuentran: María Luisa Echeverría,  Betty Sáenz, María de los Ángeles Ramírez y  José Luis González, quienes posteriormente pa-  saron a ser profesoras y profesor de la Escuela  de Servicio Social.
		De acuerdo con Fallas (2010), mientras  tuvo carácter de adscrita al Departamento de la  Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, la  Escuela tuvo una débil autonomía en el ámbito  de las decisiones académicas. Careció de una  planta docente con profesionales graduados en  Servicio Social, ya que los cursos en su mayo-  ría eran impartidos por abogados o médicos y  algunos pocos profesionales en Trabajo Social  que se formaron en el exterior, por lo cual la  formación tuvo una menor preocupación por
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		La Caja Costarricense de Seguro Social es la ins-  titución pública encargada de la seguridad social,  creada en los años 40, en el marco de la creciente  institucionalidad que asume los costos en salud de  los trabajadores costarricenses. Hoy como sistema  de salud pública es atacada por los sectores de ras-  gos neoliberales.
		El Patronato Nacional de la Infancia es la institu-  ción rectora en materia de derechos de la niñez y  la adolescencia creada en el agotamiento del libe-  ralismo en el país, pero siempre en el marco de sus  exigencias en la atención de la “orfandad”.
		las mediaciones teórico-filosóficas y estuvo  permeada por una formación en función de las  condiciones históricas del momento, es decir,  inscrita en una necesidad de profesionalizarse  vinculada directamente al proyecto de Estado.  Durante los primeros años de la Escue-
		la de Servicio Social, se observa la existencia  de un proyecto que se adscribe a la creciente  institucionalización del conflicto social, fun-  cionó como un escenario constitutivo, que ex-  presó un proyecto societario, orientado por el
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		reformismo y bajo el ideario socialdemócrata.  Este último amplió la institucionalidad pública  como parte de las lógicas colocadas al Estado  en las transformaciones del capitalismo de la  época. Lo anterior se unificó con las condicio-  nes internas: la intención de la junta fundadora  de aquella primera Escuela y el proyecto de  profesión que se gestó, cuya preocupación fun-  damental y primera fue responder a las necesi-  dades del emergente Estado reformista.
		Desde el punto de vista teórico, las pri-  meras tres décadas (1942 a 1970), condensaron,  según Fallas (2010), que la reproducción de los  fundamentos del Social Work en los primeros  años del Servicio Social costarricense es central,  entre lo que cabe destacar la influencia del empi-  rismo y pragmatismo, por la tradición estadou-  nidense (caso social individual), posteriormente  la Psicología y Psiquiatría por la vía del Servicio  Social de grupo, y las tendencias positivistas de  corte desarrollista planteadas por el desarrollo  de la comunidad (Fallas, 2010, p. 315).
		El descrito desarrollo histórico nacional  y sus amarres económicos-políticos y socia-  les dan cabida a la existencia de la Escuela de  Servicio Social, que se mantuvo estable casi  hasta inicios de los años 70, justo cuando el  desarrollo del modelo productivo capitalista del  reformismo conservador daba cuentas de su  imposibilidad estructural de poder enfrentar las  denominadas “expresiones de marginalidad”,  aún y con todo su armatoste reformista.
		RECONCEPTUALIZACIÓN Y CONDICIONES  MATERIALES
		El movimiento de reconceptualización  es un movimiento cuestionador del Servicio  Social clásico en América Latina que se gesta  en el segundo quinquenio de los años 60. Tuvo  su origen en las reconfiguraciones productivas  capitalistas de ese periodo histórico que cala-  ron en las comprensiones teóricas y políticas  de la profesión, generando propuestas diferen-  ciadas a esa crítica.
		Como menciona Carcanholo (1981),  los años 50 fueron la consolidación del mo-  delo pequeño burgués de establecimiento de  una economía diversificada y en rápido creci-  miento que suponía la necesidad de una veloz
		profundización y extensión de las relaciones  mercantiles, así como de la expansión y desa-  rrollo del capital en las ciudades y en el campo,  “Por tanto, el común denominador del desa-  rrollo de estas actividades ‘diversificadoras’ es  la profundización y extensión de las relaciones  salariales como única forma de ingreso para  la fuerza de trabajo agraria” (Solís y Esquivel,  1980, p.48). Para la década de los años 1960,  Carcanholo (1981) menciona que:
		(…) empiezan a instalarse en el país  nuevas empresas e industrias destina-  das a la elaboración de bienes que antes  eran importados, en general realizan-  do apenas la última etapa de la produc-  ción a partir de bienes semi-elaborados  adquiridos a través de la importación.  El sector manufacturero pre-existente  que atendía la demanda tradicional (bie-  nes de consumo producidos localmente  desde antes de 1960) sobrevivió y solo  progresivamente fue desplazado por la  industria más moderna. Cada vez más  la expansión del sector industrial sería  determinada por las nuevas industrias y  empresas (p.267).
		Como menciona Abarca (1997), estas ac-  tividades económicas favorecían la inmigración  de trabajadores hacia San José; su tasa aumentó  de un 36% en 1950 a un 42,7% en 1963.
		De acuerdo con Solís y Esquivel (1980), el  desarrollo de los nuevos rubros de exportación  significó un movimiento acelerado de concen-  tración de tierras y desintegración económica  campesina, con la consecuente expulsión de  la fuerza de trabajo. Dos ejemplos son la gana-  dería y la producción industrial. La primera se  expande aceleradamente en la región norte del  país y en el Pacífico seco, ya que en el año 1973  el proceso de concentración territorial había  alcanzado un nivel tal que menos del 8% de los  productores pecuarios poseían casi el 70% de  la tierra. La producción industrial estuvo hege-  monizada por 3 o 4 empresas transnacionales  en cada rama dinamizada entre 1963 y 1972 y  la fuerza obrera industrial duplicó su número  en esos años.
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		En ese sentido, existen transformaciones  de la esfera productiva que inciden en el es-  pectro de la vida social impactando con mayor  fuerza la producción de la marginalidad. Las  condiciones materiales que gestan la recon-  ceptualización se caracterizan por el desarrollo  industrial que inicia la formación de un nuevo  contingente de la clase obrera. El aumento de  las relaciones salariales y la puesta en marcha  de la profundización de las relaciones capitalis-  tas de producción muestran anillos de pobreza  en la urbanidad, el desarrollo de un lumpen  proletariado y de la expropiación del campe-  sino. Al finalizar la década de los 60, como  parte de un proceso iniciado en la fundación  de la Segunda República (después de 1948), las  transformaciones muestran un nuevo marco  de relaciones sociales, destacado por un acento  en el conflicto social y una institucionalidad  en ascenso que lo atendía, donde mediaba la  existencia de la profesión con herramientas teó-  ricas y técnicas que estaban caracterizadas por  su corto alcance intervencionista y explicativo.  La crítica germinal fue un producto de
		la reconfiguración productiva del capitalismo  latinoamericano que desde los años 30 inició  su transformación y que como consecuencia  progresiva de ese proceso trajo una mayor  producción de la marginalidad. Ese escenario  de marginalidad tuvo mayor fuerza en los años  70 y en general, fue acompañado en América  Latina de la institucionalización del conflicto  social, pero aún con las herramientas profesio-  nales más clásicas; es decir, existe un aumento  en las respuestas estatales de cuestión social,  no obstante, el arsenal para esa atención es  rudimentario.
		A partir de lo anterior, se encuentran  los fundamentos de la crítica al servicio social  clásico, que se singulariza en cada país funda-  mentalmente en dos grandes tendencias: tecno-
		cráticas o críticas9. A continuación, se expone  el caso costarricense.
		LA VANGUARDIA TECNOCRÁTICA
		En la escena capitalista de los años 60,  surgen los primeros cuestionamientos al Servi-  cio Social, como en el resto de América Latina.  Ahora bien, de acuerdo con la investigación  realizada por Villalobos (2014), en Costa Rica,  el rumbo inicial de ese cuestionamiento es lide-  rado por estudiantes y docentes que dirigen el  movimiento de reconceptualización en el país,  entre las más destacadas se encuentran Flora  Isabel Ramírez y Rosa María Mora.
		El cuestionamiento tiene dos pilares. El  primero corresponde a que esa crítica está mo-  vida por una preocupación metodológica, “la  crítica tecnocrática Nettista”; esta deviene ori-  ginariamente de miembros de la junta fundado-  ra que eran jerarcas institucionales y que veían  en el crecimiento del proyecto país reformista  una incapacidad de la profesión para responder  a lo requerido por la creciente institucionalidad  y la demanda, ante todo por la hegemonía del  caso social individual. De acuerdo con Mora  (2013) y Ramírez (2013), resultaba evidente que  ya no servía únicamente el método de caso,  sino que requerían “otras metodologías” para  atender el proyecto de Estado, ante la agudiza-  ción de las expresiones de la “cuestión social”.  El segundo pilar se relaciona teórica-  mente con que existía una inquietud por bus-  car nuevos marcos explicativos de la realidad  social, ante las múltiples transformaciones que  saltaban a la vista y que hasta el momento no  eran resueltas por el bagaje teórico ofertado  por las tradiciones europeas y norteamericanas  al Trabajo Social costarricense, cuyo perfil era  fundamentalmente técnico-funcionalista.
		En términos políticos, de acuerdo con  Mora y Ramírez (2013), ese primer momen-  to del cuestionamiento se movió siempre en  los límites del reformismo marcados por la
		movimiento reconceptualizador, buscaban en la
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		De acuerdo con lo planteado por Netto (1976),  se hace referencia a tecnocráticas como aquellas  perspectivas que apostaron por un “afinamiento”  técnico de la profesión y encontraron en la crea-  ción y el desarrollo de metodologías, las formas  de responder al cuestionamiento que generó el
		eficiencia de los procesos responder a la realidad  social que se interpelaba; es decir, planeaban aliar-  se a un proyecto de modernización. En otra vía, la  perspectiva crítica privilegió al cuestionamiento a  la sociedad burguesa, el Estado, las políticas socia-  les y la profesión.
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		“medianía costarricense”10: la influencia de  las “ideas de justicia” que anunciaban líderes  como Benjamín Núñez, miembros centrales del  Partido Liberación Nacional y docentes en la  vieja escuela de Servicio Social. Por lo cual, este  primer cuestionamiento, derivado de lo que  podría denominarse la reconceptualización en  el país, viene a ser liderado por una crítica mo-  derada, predominantemente marcada por una  preocupación tecnocrática perfilada también  por un ideal de justicia “de bien común”.
		En ese escenario de finales de los 60, el  núcleo problematizador con críticas en lo me-  todológico y en lo teórico, encuentra respuestas  con la entrada del Trabajo Social costarricense  en el escenario internacional latinoamerica-  no en 1971, particularmente con la participa-  ción en el vii Congreso Panamericano de Quito,  Ecuador y luego en los seminarios latinoame-  ricanos donde el Servicio Social costarricense  busca respuesta a sus cuestionamientos.
		En ese proceso latinoamericano coexis-  ten las tendencias que Netto (1976) planteaba,  reflexiones que expresan líneas tecnocráticas,  el caso de la brasileña, recuérdese Araxa y Te-  resopolis, o líneas más críticas como las uru-
		guayas, chilenas y argentinas11. Por un lado,  del Documento de Teresopolis se retornaba a  las perspectivas tecnocráticas del desarrollismo  y en el caso de Araxa existió una preocupación  técnica por el perfeccionamiento de los méto-  dos, entre ellos: el auxiliar, el básico, el integra-  do. Esto permitió a la Escuela costarricense ver  preocupaciones y respuestas a los pilares de su  crítica en la misma línea en que se venía ges-  tando y a su vez, acceder a una oferta literaria  que ampliaría la discusión y la comprensión de  las condiciones históricas del momento.
		La vanguardia de 1968, es decir ese grupo  de estudiantes y docentes que sostienen la crí-  tica al Social Work, logra traer insumos para  fortalecer su propuesta, con la importación de
		10 Expresión tomada de George García para expre-  sar aquella idea de que el país era una gran clase  media, de una Costa Rica pacífica y democrática.
		11 La situación de estos países pioneros mutará con-  forme los impacten estos fenómenos sociopolíti-  cos, para ampliar Netto (1976).
		bibliografía, acompañados de la realización de  jornadas de reflexión en la Escuela de Servicio  Social; donde según Mora (2013) se valora la  pertinencia o no de los insumos para la realidad  costarricense.
		A este panorama se sumó la práctica pro-  fesional como fuente de crítica, ya que hasta  avanzados los años 60 esta fue fundamental-  mente en instituciones orientadas a la casuís-  tica. Sin embargo, en 1968, la experiencia de  una práctica profesional en la comunidad se di-  ferencia de la tradicional: la del Servicio Social  clásico, la cuál era una práctica únicamente en  las instituciones, donde no se podían ver el con-  texto de las problemáticas en las que intervenía  la profesión.
		El contacto con el contexto permitió re-  forzar la ampliación de los métodos del Servicio  Social y generar nuevas interrogantes sobre  la realidad social. Si bien ese planteamiento  pertenece aún a los años 60, no se cree que  estas rupturas hayan sido producto de un pen-  samiento crítico en el sentido estricto, sino —y  a manera de hipótesis se plantea— un proceso  de apertura a lo comunal en el marco del desa-  rrollismo y la Alianza para el Progreso que, de  acuerdo con Fallas (2010), tuvo hasta los años  60 mucha fuerza.
		En síntesis, la apertura de la práctica  pudo haber tenido fundamentalmente un im-  pulso en lo comunal y en lo desarrollista; ade-  más, para ese momento histórico eran ideas  con gran arraigo. Sin embargo, significaron,  en ese escenario concreto, la profundización de  un cuestionamiento. De acuerdo con Guzmán  (2013), al destacarse las zonas de pobreza de
		Ipís y Guayabal12 como espacios de práctica  comunal en el plan de estudios, se agudizó esa  necesidad por comprender teóricamente aquella  realidad social.
		Las limitaciones de un avance en la crí-  tica seguían pesando, el escaso cuerpo docente  con titulación en Trabajo Social se formó en  Estados Unidos o República Dominicana y la se-  gunda generación de personas educadoras son
		12 Barrios en condición de pobreza de las provincias  de Heredia y San José, Costa Rica.
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		los tituladas bajo la enseñanza de los primeros  formadores y primeras formadoras.
		En consecuencia, la capacidad de reno-  var la lectura de comprensión de la profesión  se vio limitada hasta finales de esta década,  cuando inicia la incursión de docentes con  otro perfil académico y justamente Costa Rica  entra en diálogo con los procesos latinoameri-  canos de cuestionamiento, que le ofrecen res-  puestas a esa crítica al Trabajo Social de raíz  norteamericana.
		Ahora bien, superar las mediaciones po-  lítico-académicas fue central para el desarrollo  del movimiento reconceptualizador: la hege-  monía del método de caso y las concepciones  armoniosas de lo social, desprendido de los  fundamentos del Trabajo Social de raíz nortea-  mericana tuvieron una presencia central bajo la  dirección de Francisco Herrera en la Escuela de  Servicio Social.
		De acuerdo con Valverde (1992), Herre-  ra creía que el objeto del Trabajo Social era  “el hombre mismo” y como cada “hombre”  es único, su tratamiento —proceso de inter-  vención social— también lo era; por lo tanto,  el método de caso era privilegiado en la com-  prensión de quien fue por 25 años director de  la Escuela de Servicio Social13. Según Mora  (2013), para el grupo crítico de ese momento —  vanguardia del 68—, era necesario superar esas  comprensiones y tener un cambio de dirección,  de lo contrario, las ideas vanguardistas no ten-  drían espacio, ya que Francisco Herrera era una  figura que aglutinaba las ideas más conservado-  ras en torno a la profesión14 .
		Posterior a la elección de 1972, en la cual  Rosa María Mora15 asume la dirección de la Es-  cuela, se da la aprobación del plan de estudios  de 1973 que tenía por objetivo “la liberación
		13 Director de la denominada Escuela de Servicio  Social, con formación en la Universidad Católica  de Washington, máster en Social Work.
		14 No se busca desvirtuar la figura de Herrera quien  organizativa y administrativamente dio una lucha  sustancial para colocar al Servicio Social en mejor  condición en la estructura universitaria.
		15 Directora (1972-1979), figura que junto a  Florisabel Ramírez aglutinan las demandas de la  Vanguardia de 1968.
		del hombre” pero que a su vez contenía una  línea desarrollista16. En este plan de estudios,
		se encuentra un componente de la teoría social  y de metodologías del Trabajo Social latinoame-  ricano. En ese sentido, dicho plan de estudios  aglutina el producto más acabado del proceso  iniciado en 1968, el cual fue una comprensión  crítica de la complejidad de lo social, pero a su  vez un acento técnico en los procesos meto-  dológicos más pragmáticos del Trabajo Social  latinoamericano. Este plan abarcaba los nuevos  insumos metodológicos de la “tecnocracia” re-  conceptualizadora y a su vez irrumpía con lec-  turas críticas de la realidad de la tendencia más  radical de la reconceptualización
		UN SERVICIO SOCIAL A LA IZQUIERDA
		Todos los elementos tratados anterior-  mente dieron pie para delimitar una primera  etapa del movimiento de reconceptualización  en Costa Rica, denominada la fase más modera-  da del proceso reconceptualizador costarricen-  se. A partir de 1973, surgió la segunda fase del  movimiento en el país.
		Las transformaciones a inicios de los 70  en la Universidad de Costa Rica en lo referente  a la politización del movimiento estudiantil  —a través de la lucha contra Aluminum Com-  pany of America (alcoa)17 y el desarrollo de la  izquierda (Partido Vanguardia Popular, Partido  Socialista y el Movimiento Revolucionario del  Pueblo— tendrán un impacto importante en  la plataforma estudiantil, en tanto este nuevo  escenario nacional rompe la armoniosa rela-  ción Estado-universidad. En esta última, se da  una implosión significativa; ya que debido a  las nuevas demandas curriculares (más carre-  ras, por ejemplo, en 1974 se crea la Facultad
		16 Labbens, consultora de la onu, realiza una serie de  recomendaciones a la Escuela de Servicio Social,  con el fin de contribuir a la formación profesional.  Sus recomendaciones estarán presentes en el plan  de estudio de 1973.
		17 Aluminum Company of America, en 1970, quería  explorar los yacimientos de bauxita en el país y  tuvo una gran oposición nacional siendo el movi-  miento estudiantil de la Universidad de Costa Rica  el gran protagonista en la resistencia al proyecto.
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		de Ciencias Sociales) y demográficas (Monge,  1978) se dio un aumento sustancial en la ma-  trícula de estudiantes universitarios; de 7000  alumnos que había en 1967, se pasó a 13 000  en 1970, a 22 000 en 1974 y a casi 30 000 en  1975. Sumado a ello, las nuevas ideas surgidas  con el desarrollo de las ciencias sociales; las  cuales, durante los años 70, se vinculan a las  corrientes teóricas de interpretación social  amparadas en la teoría crítica de acuerdo con  Rovira (2010), que generan un cuadro que im-  pacta los fundamentos de la profesión.
		El plan de estudios de 1973 ofrecía una  lectura crítica de la realidad social que, junto  con la politización del movimiento estudian-  til, el desarrollo de partidos de izquierda y las  experiencias de movilización y lucha, generó  consignas que abonaron las lecturas radicales  de la sociedad burguesa. Esto permeó ideológi-  camente en las estudiantes de Servicio Social,  generando comprensiones distintas a las de la  vanguardia de 1968 en el cuestionamiento que  estaba realizando la profesión como parte del  movimiento reconceptualizador.
		Francheshi18 (2013) menciona que exis-  tía una inconformidad entre la teoría y la prác-  tica, por lo que entró en contraste la praxis  social con la praxis profesional, ya que la prime-  ra fue dada por el acercamiento a los sectores  populares y a las expresiones de la cuestión  social por la vía del movimiento estudiantil y  los partidos políticos, nutrida teóricamente  por los fundamentos del plan de estudios de  1973, principalmente en sus cursos de Realidad  Nacional; pero la praxis profesional de las prác-  ticas en el plan de estudios continuaban siendo  conservadoras y eso parecía incongruente para  las estudiantes.
		El plan de estudios de 1973 ofrecía  bases teóricas críticas, pero no permitía una  práctica congruente con ese escenario. Por  lo tanto, reproducía los intereses del Estado  y no era un Trabajo Social comprometido  con el pueblo. Este hecho marcó una ruptura
		18 Hannia Franscheshi, estudiante de Trabajo  Social y líder estudiantil en 1974, militante de la  Juventud Socialista por ese entonces.
		con dicho plan de estudios, el cual (como se  ha sostenido en este artículo) sostuvo una  influencia desarrollista.
		Para las estudiantes, el motivo de la crí-  tica realizada por la vanguardia del 68 era li-  mitado, pues su accionar profesional resultaba  conservador; ya en pocos años, las posturas de  avanzada no alcanzan la crítica necesaria para  ciertos sectores, más radicalizados del servicio  social vanguardista, por lo que se da entonces  una nueva escena histórica.
		Ramírez (2013), representante de la van-  guardia del 68, sostenía que debía leerse filoso-  fía marxista, pero no ser marxista. Fransceshi  (2013), defendía la necesidad de crear un Traba-  jo Social para el pueblo. Esta cuestión desem-  bocó en un elemento que acercaba con mayor  fuerza las lecturas críticas sobre las tendencias  modernizantes expresadas en el Cono Sur, con  esto desplazaba el agente de cambio del desa-  rrollismo por un compromiso con las clases  sociales populares. El nudo de esto es la politi-  zación del Trabajo Social.
		El iii Congreso Universitario en 1973 sig-  nificó la colocación de un pensamiento con  ideología crítica en la universidad, el cual en-  contraba afinidad con los cambios en el Servi-  cio Social costarricense. Tanto en la profesión  como en la Universidad de Costa Rica, se en-  contraba en discusión aquella idea del compro-  miso con el pueblo.
		Esta sincronización ideológica trajo ré-  ditos significativos para la Escuela19, por eso  constituye una mediación muy importante (si  se trata de entender las transformaciones de la  profesión en los años 70). A modo de ilustra-  ción, la cantidad de las plazas obtenidas, sin  duda, permitió un mayor desarrollo de la re-  flexión académica, pues la posibilidad de tener  un cuerpo docente dedicado con exclusividad a  la Escuela otorgaba un perfil distinto a las fun-  ciones que podía ejecutar la unidad académica.
		19 La sincronización entre la Escuela y el iii
		Congreso Universitario permitió gestar nuevas  condiciones. En parte estas, sincronizadas entre  el proyecto de 1973 y el iii Congreso, son una  determinación histórica que abonará la negación  de ese proyecto mismo.
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		En este punto, se confirma la hipótesis  que se ha venido sosteniendo a lo largo del reco-  rrido histórico expuesto, según la cual, para las  impulsoras de la vanguardia del 68 que a pesar  de estar radicalizadas hasta cierto punto respec-  to al Trabajo Social de raíz norteamericana, este  proyecto presentaba y expresaba un límite.  Ejemplo de lo anterior es la postura mo-  derada que las vanguardistas tuvieron sobre el  método de caso Mora (2013), una de sus princi-  pales representantes, afirma que “había que ver  más, pero no desecharlo”. Otro de los ejemplos  es su postura en torno a las teorías marxistas,  que empezaban a tener peso, donde se disocia  una comprensión crítica de acciones críticas.  Mora (2013) indica que “había que leer de mar-  xismo, pero únicamente para la comprensión de  la realidad” ¿y la acción política?
		De acuerdo con lo anterior, este grupo  expresó una “radicalidad con techo”, la cual se  da por haber sido hijas del pensamiento genera-  do en la Escuela de Servicio de los años 50 y 60  de carácter social demócrata; fundamentalmen-  te, el respeto a la propiedad privada y la justicia  social en manos del capitalismo.
		Ahora bien, un segundo elemento sus-
		tancial expuesto en el iii Congreso Universita-  rio20 es la posibilidad política e ideológica de
		20 Sobre el iii Congreso Universitario, Paniagua  (1990) menciona que: “El primer conjunto (de  propuestas), percibía la reforma de la Educación  Superior como un proceso racional de ajuste a  las nuevas necesidades del proceso de desarro-  llo económico y social. Proponía diversificar la  Educación Superior para que preparara las élites  intelectuales y técnicas que dirigieran el país hacia  un proceso de desarrollo auto sostenido y para que  produjera el conocimiento necesario que alimenta-  ra el proceso. Las propuestas de este grupo propo-  nían medios diversos para implementar la reforma,  sin embargo, todos aceptaban la organización de  la sociedad y el modelo de desarrollo del país sin  cuestionar las tendencias que este sistema había  favorecido (desigualdad, explotación y dependencia)  (…) el segundo grupo de propuestas iba más allá  de definir un modelo determinado de universidad.  La reforma de la educación superior era concebida  solamente como un aspecto más de la transforma-  ción que proponía para la sociedad costarricense  en todos los ámbitos. Denunciaban la penetración  sistemática del capital extranjero en las ramas más  dinámicas de la economía nacional. Demandaban
		un ambiente proclive al pensamiento crítico.  Si bien este congreso es la expresión acabada  de un proceso relevante en la Universidad de  Costa Rica desde al menos cinco años atrás  —con la explosión demográfica y el desarrollo  de ideas críticas, acompañadas del auge de las  ciencias sociales— ofrece dentro de la univer-  sidad un papel asumido institucionalmente de  compromiso social: permitió la politización  al menos de un sector del centro de estudios.  Con ello, se genera un ambiente legítimo para  las ideas radicales que implicarán un compro-  miso con el pueblo, lo cual propicia tolerancia  ideológica al desarrollo de diversas ideas, entre  ellas las más radicales.
		Esto muestra que las condiciones polí-  ticas costarricenses eran, en el cuadro centro-  americano, “las más estables” del capitalismo,  democracias representativas sin procesos dic-  tatoriales o guerra civil, lo cual también fue  condición para que profesores de universi-  dades chilenas y argentinas se radicaran en  Costa Rica justo cuando sus países pasaban  por procesos de raíz sociopolítica dictatorial,  ello ayudó a que en el país tuvieran acogida  docentes con experiencias más críticas de la  reconceptualización. En términos teóricos, se  diría que el primer momento se ve mayormente  influenciado por el lastre pragmático-tecno-  crático del Servicio Social costarricense y las  dos tendencias expresadas por el Cono Sur.  Mientras que el segundo tiende a crear una pla-  taforma nacional con mayor madurez teórica,  en la cual ingresan nuevos docentes del plan  de estudios recién estrenado, además entran  exiliados de la tendencia suramericana más  político-ideológica.
		la reorientación del proceso de desarrollo que el  sector hegemónico nacional había impuesto con la  legitimación del aparato estatal. Proponían cam-  bios en todas las esferas de la estructura social:  reforma agraria, reforma fiscal, control del capital  extranjero, etc. La reforma de la educación supe-  rior debería estar enfocada a capacitar la univer-  sidad para colaborar con la creación de las condi-  ciones para ese proceso general de cambio social.  Este grupo estaba compuesto principalmente por  las ponencias de organizaciones estudiantiles y de  un sector de profesores de la Universidad de Costa  Rica” (p.30).
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		La llegada de profesoras y profesores chi-  lenos y argentinos marca un importante punto  de quiebre para radicalizar el proceso, ya que  tienen una gran influencia de Paulo Freire  con el tema de la educación popular. Freire  se encontraba en Chile desde mediados de los  años 60, cuando inició la dictadura en Brasil y  tuvo una gran influencia con sus métodos de  alfabetización. Cuando comienza la dictadura  en Chile, este vuelve a Brasil y muchos inte-  lectuales migran, entre quienes se encuentran  docentes de la Escuela de Servicio Social de la  Universidad de Costa Rica.
		La presencia de estas y estos extran-  jeros en la Escuela de Servicio Social, cuyas  ideas eran más cercanas a teorías críticas,  junto a la influencia de los cursos teóricos del  plan de estudios de 1973 y de la izquierda en  Costa Rica, congenia con la formación de do-  centes nacionales de las ciencias sociales que  ejercían entonces.
		LA GENERACIÓN DEL 73
		La generación del 7321 fue el grupo de  estudiantes de la Escuela de Servicio Social  formado con el Plan de Estudios del 73; sus  integrantes ingresaron al cuerpo docente de  la Escuela de Trabajo Social22 en los inicios  del plan de 1976, con lo cual se potenció un  segundo momento del proceso reconceptuali-  zador, por tener un mayor acento de las ten-  dencias más críticas de la reconceptualización  en América Latina.
		21 Al decir la generación de 1973, se hace referencia a  un grupo de cinco estudiantes formadas en el plan  de estudios de 1973 que pasaron a ser parte de una  generación de reemplazo en la Escuela de Trabajo  Social e iniciaron sus labores como docentes en  el plan de estudios con la primera generación  de 1976; ellas son Lorena Molina Molina, Ivette  Campos, Emilia Molina, Ana Isabel Ruiz y Carmen  María Romero.
		22 Es en el año 1974 que por decisión de Asamblea  de Escuela, como acto formal que condensa las  reflexiones de ese momento, la Escuela pasa de  denominarse Servicio Social a Trabajo Social, en el  entendido de que la primera expresión es de matiz  conservador.
		Esta generación se caracterizó por las  ideas del fundacional Marx y sus categorías:  clase, método, dialéctica, praxis, ideología, so-  cialismo. También por elaboraciones teóricas  de las producciones latinoamericanas, como las  de Paulo Freire. En síntesis, una segunda parte  de la reconceptualización en Costa Rica, se vio  marcada por:
		a) El exilio de trabajadores y trabajadoras  sociales del Cono Sur; para el caso costa-  rricense, el ingreso de personas de Chile  y Argentina.
		b) El ambiente político-ideológico de la  Universidad de Costa Rica y de la socie-  dad costarricense: democracia burguesa  representativa.
		c) La generación de docentes con formación  en el plan de estudios de 1973, “gene-  ración del 73” y la salida del presbítero  Herrera de la Dirección de la Escuela de  Servicio Social.
		d) La plataforma teórica gestada en el plan  de estudios de 1973.
		APUNTES FINALES
		Finalmente, a partir de los resultados  parciales de investigación expuestos en este  artículo, se concluye que la reconceptualización  no devino como un proceso de importación  suramericana; en otras palabras, no surgió  en otros países de América del Sur y se repli-  caron las ideas en Costa Rica. Sino que en su  conjunto las transformaciones del capitalismo  latinoamericano, fundamentalmente posterior  a la crisis de finales de los 20, se reconfigura en  nuevo periodo —que alcanza hasta mediados  de los años 70— en el cual se gestan condicio-  nes materiales de marginalidad a partir de la  reconfiguración del modelo productivo.
		Dichas condiciones de precarización  para la clase que vivía del trabajo se acentua-  ron después de década de los 50. Aunado a  ello, el conflicto social, atendido por el Estado  costarricense desde los años 40 a través de la  emergente institucionalidad, requirió trans-  formaciones en las dimensiones de las expre-  siones de la cuestión social y nuevas formas de
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		entender e intervenir la realidad social costa-  rricense en los años 60.
		Ese escenario histórico capitalista que  se singulariza en los países latinoamericanos  marca la pauta cuestionadora que inicia el mo-  vimiento de reconceptualización en diferentes  países de América Latina. Se atribuye a los  países suramericanos la elaboración de las pro-  puestas que las tendencias —modernizantes o  críticas— expresaron y que Costa Rica incorpo-  ró ecléticamente.
		La segunda conclusión es que el escena-  rio internacional y su singularización en Costa  Rica no fueron homogéneos, ya que si bien es  posible afirmar que el elemento aglutinador  es el cuestionamiento latinoamericano a los  fundamentos teóricos y políticos del Servicio  Social clásico; en el caso costarricense, se in-  corporaron las dos tendencias que tomaron  fuerza en el movimiento. Ahora bien, esa in-  corporación estuvo marcada por dos distintos  momentos que se desarrollan a continuación.  Un primer momento que se dio entre
		1968 y 1972, liderado por “La Vanguardia de  1968”. Entonces hubo una preocupación por  una mayor comprensión de la realidad social  costarricense y la “aplicación” de nuevos mode-  los de intervención “más afines” a los procesos  de intervención requeridos por la instituciona-  lidad costarricense para atender las expresiones  de la cuestión social, ello se vio mediado por  hechos tales como:
		La incorporación de una experiencia de  práctica comunal a finales de los años 60.  El cambio de dirección de Francisco  Herrera en 1972.
		El iii Congreso Universitario.
		La formación de un nuevo plan de estu-  dios en 1973.
		Fundamentalmente, este primer mo-  mento tuvo una influencia modernizante en  la formación costarricense, si bien incorporó  lectura de la realidad social —no necesaria-  mente desde teoría social crítica— su acento  estuvo en metodologías suramericanas pre-  ocupadas por “un mejor hacer” con una in-  fluencia brasileña.
		El segundo momento se puede identifi-  car entre 1974 y 1976, el cual se caracteriza por:
		La plataforma teórica gestada en el plan  de estudios de 1973.
		El ambiente político-ideológico de la  Universidad de Costa Rica, marcado por  los movimientos sociales y los partidos  políticos de izquierda.
		La generación de docentes con formación  en el plan de estudios de 1973 (la genera-  ción del 73).
		El exilio de docentes radicalizados en el  país provenientes de América del Sur y  con incidencia en la Escuela de Servicio  Social.
		Ese segundo momento se vio influencia-  do con un mayor acento por la tendencia más  crítica de la reconceptualización con incorpora-  ciones teóricas y metodológicas más radicales y  cercanas a las propuestas argentinas o chilenas.
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