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Juan Alberto Huaylupo Alcázar

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)

y sociedades como si fueran iguales. Así, en el ámbito de la salud, los tratamientos están de- terminados por los laboratorios mundiales que producen y venden fármacos, no por la natura- leza particular de los enfermos, de sus patrones genéticos o de la especificidad de sus formas de vida y trabajo.

Las personas con padecimientos en su salud son tratados de modo estandarizado, según los laboratorios mundiales y también por la experiencia o conocimientos de los profesio- nales de la salud. No existe, al menos en la me- dicina alopática, un tratamiento particular a la salud ante padecimientos particulares. La salud pública está manipulada por los laboratorios mundiales que emplean millones de dólares para crear fármacos que solo palian los efectos de enfermedades y sus secuelas esclavizando a los enfermos en una interminable red mercan- til. En las ciencias de la salud, la experimenta- ción continúa siendo el método preferente para la validación y comercialización generalizada de medicamentos, en laboratorios o en la pres- cripción de fármacos por profesionales libera- les, los cuales son remunerados para hacer un seguimiento de sus efectos en pacientes, esta práctica es frecuente en los servicios de la salud pública y privada de muchos países.

De modo similar, los usos masivos de las encuestas de opinión, es otro ejemplo que supone igualdad de comportamientos, pensa- mientos y acciones entre los individuos y so- ciedades. Así, las muestras de personas que son entrevistadas, para conocer las preferencias de voto de candidatos a alcaldes o presidentes de las repúblicas, o del consumo de mercancías, tienen la característica de contrastar diversas encuestas aplicadas a personas y grupos distin- tos para afirmar y concluir que tales candidatos o mercancías han aumentado o disminuido su aceptación ciudadana, asumiendo que el com- portamiento de una muestra tiene una opinión o comportamiento similar o igual al universo poblacional.

Las comparaciones entre sociedades es una forma de validar o justificar la colonialidad del poder, de la cultura superior, de la existencia de un modelo que debe ser imitado. La trascen- dencia dada a la desigualdad, tiene un propósito

ideológico y político discriminador y peyorati- vo con las sociedades que tienen un estilo de vida distinto de las metrópolis capitalistas. Se destaca la desigualdad tal como lo hacen fun- cionarios internacionales y académicos, que toman como ideal de la igualdad a los países del poder mundial para mostrar una pretendida su- perioridad del modelo metropolitano del poder capitalista:

…lo «absoluto», aquello que está «por encima de» los sentidos —lo verdadero, lo bueno, lo bello no es aprehensible, pues nadie sabe concretamente qué es. Sin duda, todo el mundo tiene un con- cepto de ello, pero cada cual se lo repre- senta en concreto como algo completa- mente distinto. En tanto que la acción depende de la pluralidad de los hombres, la primera catástrofe de la filosofía occi- dental, que en sus pensadores postreros desea en último término hacerse con el control de la acción, es la exigencia de una unidad que por principio resulta imposible salvo bajo una tiranía (Arendt, 2015, p.41).

Han transcurrido siglos desde que Leo- nardo da Vinci (1452-1519) construyera las bases del empirismo, lo que constituía un avan- ce en la ciencia en esos tiempos, sin embar- go, los aportes del ayer son obstáculos en el presente. Las consideraciones sobre los fenó- menos libres de la subjetividad han quedado petrificados, anquilosados en el pasado, para optar en negar toda subjetividad y desconocer la pertinencia del pensamiento explicativo para comprensión de los fenómenos. Consideracio- nes que han derivado en la magnificación de los procesos técnicos que manipulan datos, aun cuando la construcción del dato está plagada de consideraciones valorativas o subjetivas, se autocalifica como objetiva y científica.

Las discusiones sobre la ciencia libre de valores es una vieja discusión, que han sido zan- jadas epistemológicamente (Gouldner, 1979), pero no aceptadas ideológicamente, así como el quehacer científico ha sido valorado como libre de condicionantes de su época, como lo pensaba Augusto Comte (2002), al considerar