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La desigualdad social y la colonialidad del poder...

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)

a cada vez mayores poblaciones excluidas del trabajo, así como son absorbidas o liquidadas las actividades productivas para la subsistencia en el mundo.

Asimismo, el mercado no es la concre- ción económica individual de la libertad de elección para los consumidores ni los producto- res, qué producir, cómo y dónde hacerlo, a qué precios y cantidades o las formas de comercia- lizar las mercancías, se encuentran determi- nadas por las condiciones sociales, históricas y culturales. La elección mercantil del consumo y la producción en la sociedad capitalista es en apariencia, aunque es social. Los gustos y las preferencias están condicionadas colectiva, cultural e históricamente. La similitud de las necesidades de las personas o sociedades, se satisfacen de modo particular, no es individual ni autosuficiente. En el presente, se homo- geniza el consumo, no en razón de idénticas necesidades, sino por la mundialización de la producción y comercialización de los consor- cios mundiales. La globalización homogeniza el consumo en razón de decisiones y condicio- nes de rentabilidad privada, no en función de las determinaciones sociales, culturales, eco- lógicas o ambientales, como manifestación de poderes ajenos de las poblaciones y sociedades del mundo.

El mercado es la concreción de la des- igualdad y de la impersonalidad en las relacio- nes mercantiles, no crea riqueza, se apropia, transfiere y transmuta de valores existentes, siendo una condición de interdependencia entre productores y consumidores, que no es característico ni exclusivo de las relacio- nes económicas contemporáneas. Destacar al mercado como expresión esencial de la economía en la fantasía liberal, es un absurdo, los mercados han acompañado la historia de la división del trabajo y de la vida en sociedad, pero no han modelado las relaciones sociales, por el contrario son las relaciones sociales y productivas las que han condicionado el funcionamiento de los mercados. La aparente igualdad de acceso al mercado en el capitalis- mo, oculta el contexto de la desigualdad, del ciclo de la reproducción ampliada y del sistema social y político prevaleciente.

La creciente desigualdad es diversa en su forma y contenido, sin embargo, es la económi- ca a la que se le asigna la mayor importancia, dado que se cree que la posesión o disponi- bilidad de dinero es el factor diferencial en la organización social, lo cual pone evidencia de la significación del dinero para la circulación y la acumulación de capital en la mercantilización de las relaciones en la sociedad capitalista. La idea de igualdad económica supone la posibili- dad individual de igualar la posesión de recur- sos para satisfacer necesidades, crear calidad de vida y bienestar, e incluso paradojicamente se asume, que el incremento de la capacidad adquisitiva de la población será fuente para el crecimiento y la expansión económica empre- sarial y nacional por la apropiación privada de la riqueza social. El economicismo como forma privilegiada para interpretar la situación econó- mica y la pobreza, por el contrario, distorsina la comprensión de las realidades. Asi, en la Gran Depresión de 1929-1933 (Galbraith, 2009), quizás la más drástica conocida por estados Unidos y el mundo, Franklin Delano Roousevelt mostraba con el New Deal, la supeditación de la economía al trabajo, a la voluntad de las mayo- rías y al compromiso social del Estado.

Desde esta posición, la totalidad social carece de estatuto propio para todo ser reducido a la sumatoria de individuos, luego la pobreza o la desocupación, son productos del pensamien- to y acción de los pobres y desempleados, sin determinación histórica, estructural, exclusión y dominio social o de desigualdad clasista. El individualismo como determinación ideológi- ca pragmática, se trasmuta en individualismo metodológico, a una posición epistemológica que simplifica y reduce lo complejo a determi- naciones absolutas y de causalidad única. La pobreza de los que crean riqueza, no puede ser comprendida desde la contrarrevolución teóri- ca, ideológica y epistemológica individualista (Pereyra, 2010).

La ponderación de lo económico como factor generador de riqueza adquiere una di- mensión de vital importancia en la simpli- ficación individualista, al considerar que la precariedad de recursos económicos es la causa de la desigualdad. Luego, falazmente se asume