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La desigualdad social y la colonialidad del poder...
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)
social y la política pública, dimensión analítica que aún perdura.
La evidencia histórica de la desigualdad y la confluencia de sus estudiosos desde distintas perspectivas teóricas e ideológicas ha derivado en diversas formas de interpretarla. En algunas investigaciones ha sido analizada como con- secuencia sistémica e histórica de la sociedad y economía; en otros casos contemporáneos, como una problemática derivada del diseño y la ejecución de las políticas públicas y de acuerdos internacionales.
La desigualdad es infame en un sistema que formalmente postula la igualdad política y la democracia entre las personas y socieda- des. Sin embargo, habría que hacer algunas reflexiones al respecto: ¿las luchas sociales a lo largo de la historia han sido por la igual- dad?, ¿acaso el anhelo individual o social es por poseer idénticas capacidades, recursos, bienestar o vida que tienen otros individuos o sociedades?, ¿existen las condiciones que hagan viable la conquista de la igualdad social en un sistema desigual?, ¿acaso la igualdad social no es un atentado contra la pluralidad y la diversidad social? o ¿los enfrentamiento so- ciales en la historia de los pueblos del mundo han tenido el propósito de eliminar las clases sociales para la instauración de la igualdad sin explotación ni exclusión?
Las manifestaciones y estudios contra la desigualdad expresan el descontento y la desa- fección ciudadana ante estructuras sociales y de poder clasistas, así como, los fracasos de la institucionalidad pública por las carencias que limitan e impiden la realización personal y so- cial de las mayorías nacionales. La desigualdad producto de la explotación del trabajo, la exac- ción y desfalco de las riquezas de los pueblos es una realidad opresiva de las masas en el mundo y es la fuente de conflictos que conmueven la economía y la política en las sociedades.
Estas consideraciones han derivado en posicionar la idea que las luchas tienen por fi- nalidad la conquista de la igualdad social, aun cuando es una categoría general frente a la he- terogeneidad de causalidades que la originan, a decir de Ronald Dworkin (2003), “La igualdad es la especie en extinción de los ideales políticos ”
(p. 11). La desigualdad es evidente en las socie- dades y no requiere estudios para evidenciarlo, quizás habría que preguntarse: ¿a qué luchas por la igualdad se refieren quienes propugnan la igualdad? ¿igualdad de qué?, ¿en qué?, ¿entre quiénes?, como lo hacen Amartya Sen (1979), Gerald Cohen (1996) y Norberto Bobbio (2009), de este modo se hacen mediciones sobre la igualdad económica, de derechos, de recursos, de capacidades, de oportunidades, de género o sobre igualdad de calidad de vida, bienestar, salud, educación, etc., y sus relaciones con la libertad, la democracia, la justicia o el derecho a rebelarse . En la actualidad abundan los es- tudios cuantitativos sobre la desigualdad, los cuales omiten las cualidades que dan signifi- cación a las cantidades y que implícitamente podrían inferir erróneamente determinaciones
y efectos similares.
Los Objetivos del Desarrollo Sostenible aprobados por la Organización de las Naciones Unidas ( OnU , 2015; cePAL , 2016), sintetizan los anhelos de bienestar, seguridad, justicia, etc. , que la sociedad global niega a gran parte de la población mundial. Son postulados inspira- dos contra las iniquidades, exclusiones y toda forma de discriminación a las personas en el mundo, sin embargo, sus efectos trascienden la situación y condiciones del presente para cons- tituirse en una utopía que requiere una profun- da transformación global, cuyo horizonte no es aún posible prever. El propugnar la igualdad en un sistema que crea, reproduce y expande desigualdad, es una contradicción, no obstan- te, se elude las determinaciones sistémicas, para centrarse en las mediciones de formaliza- dos indicadores, los cuales podrán equipararse
1 Desde la visión liberal, el ser desigual es un dere- cho, producto de las iniciativas individuales, razón por lo cual discrepan con prácticas igualitarias que impulsan los Estados sociales (Friedman y Friedman, 1980). Los liberales reclaman la liber- tad para ser diferentes o desiguales con respecto a los otros, trabajadores, excluidos y pobres.
2 Costa Rica es el primer Estado del planeta que suscribe su compromiso por los Objetivos del Desarrollo Sostenible y que orienta su política pública según su plan quinquenal de desarrollo nacional.