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Juan Alberto Huaylupo Alcázar

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)

del capital. La igualdad supone desigualdad en un contexto que la valida, la reproduce y la le- gitima. No existe igualdad ni desigualdad libre de la determinación contextual, así como es aparente y formal la igualdad en la desigualdad del sistema capitalista prevaleciente.

La libertad y la igualdad son categorías destacadas en el devenir económico porque se les atribuye reciprocidad y complementariedad, sin embargo, no existe libertad ni igualdad cuando son unos quienes la definen para los otros, así como tampoco lo habrá cuando se imponen idénticos medios, recursos y servicios a poblaciones plurales y diversas. En la econo- mía capitalista se asume que los actores de la interrelación económica son iguales cuando los oferentes y demandantes concurren en un espacio social para el intercambio (Dinero- Mercancía-Dinero). De este modo, productores y comerciantes ofrecen sus bienes a quienes los demandan por dinero, esta igualdad es apa- rente, dada la desigualdad y equilibrio entre los oferentes y los demandantes.

La desigualdad se manifiesta en la capa- cidad unilateral de propietarios en la conversión en capital de los valores plasmados en las mer- cancías y los captados de los compradores, así como, por la disposición y condicionamiento en la calidad de vida de los consumidores y traba- jadores. La libertad ponderada en la economía es la del propietario del capital que reproduce desigualdad en el proceso productivo. Una liber- tad para unos en un universo de supeditación y dominación, es semejante a los hombres libres en el contexto de la sociedad esclavista.

Es sugerente el planteamiento de Amar- tya Sen al concebir el desarrollo como expan- sión de las libertades fundamentales (Sen, 2000), no obstante, su postulación está referida a un contexto que ha validado la igualdad de derechos entre las personas, a la vez es un re- conocimiento que la economía crece y expande en ámbitos políticos con igualdad formal con desigualdad social. La valorización ampliada del capital requiere de libertad para la inversión, la explotación del trabajo y la expansión del capital, pero para consumirla o destruirla pro- ductivamente. Una libertad que antagoniza con los trabajadores cautivos durante las jornadas

laborales. La igualdad formal en la desigual- dad fáctica, esta desposeída de la facultad para regular, equilibrar o resolver el antagonismo sistémico, tal y como la desigualdad profundiza la desigualdad la liquidación o debilitamiento de la actuación reguladora estatal en el devenir social y económico.

El mercado como la interrelación entre productores y consumidores, así como, medio de conversión y transferencia de valores, son manifestaciones necesarias para los actores con distintas capacidades y recursos para su soste- nibilidad que reproduce desigualdad en las rela- ciones capitalistas, las cuales no son equitativas ni están libres de las determinaciones sociales y políticas imperantes.

Los consumidores acceden a los bienes y servicios a condición de poder pagarlos y sa- tisfacer sus necesidades y según los patrones culturales, como los productores y comercian- tes podrán ofertar en razón de sus capacidades productivas, de las condiciones mercantiles, tributarias, de las necesidades y demandas existentes, así como podrán convertir en capi- tal el plusvalor y las mercancías. Así, se repro- duce y amplía la desigualdad, mientras unos satisfacen necesidades para la vida y como clase subalterna, los propietarios del capital se apropian de los valores generados por el trabajo y de los recursos de los consumidores por la in- equidad del intercambio mercantil, para crear más capital para la explotación y la riqueza pri- vada. El hambre y la miseria del mundo es una evidencia de la desigualdad creada por la injus- ticia distributiva de los excedentes generados mundialmente.

Se dice que en el mercado laboral existe igualdad entre los trabajadores y empresarios porque se necesitan y tienen la libertad de com- prar y dar trabajo, mientras que otros venden su trabajo para ser empleado productivamente, pero esa necesidad recíproca no supone igual- dad. La supuesta libertad de concurrencia al mercado es relativa, pues es una condición obligada para la producción y la reproduc- ción de los protagonistas, como también del sistema. Sin embargo, la concentración y la centralización del capital, la producción y la tecnología, confinan al hambre y a la miseria