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Juan Alberto Huaylupo Alcázar
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)
cuantitativamente, sin distinción de sus conte- nidos ni de la significación, social, histórica o cultural en las comparaciones cuantitativas.
El cuestionamiento a la desigualdad, no es el referente negativo de su par dialéctico, como tampoco la igualdad puede ser explica- da a través de la desigualdad. La igualdad es una entelequia compleja, insuficientemente explorada, además de ser una abstracción de difícil consenso que no tiene un claro, preciso ni consistente antecedente en la historia de los pueblos del mundo, pero en la actual sociedad capitalista se reivindica, aun cuando convive y se sustenta en la reproducción social de la desigualdad.
La desigualdad tiene una regularidad his- tórica a través de los tiempos en las relaciones sociales y es posible afirmar que es inherente de las personas y colectividades diversas y plu- rales, así como lo es la historia y la cultura que modelan inéditamente la situación, actuación y pensamientos en las sociedades. La identi- dad social implica diversidad en los horizontes históricos de las poblaciones que subordinan y otorgan contenidos particulares a las formas instrumentales. Las luchas justas de los pue- blos y trabajadores no son por la igualdad, no son confrontaciones por las transformaciones radicales de la sociedad ni por la erradicación de las relaciones de explotación, regularmente son luchas por mejores condiciones de vida, de trabajo, por la justicia, el bienestar y la de- mocracia , las cuales no son iguales entre so- ciedades, como tampoco obedecen a idénticas problemáticas ni similares capacidades orgáni- cas de las poblaciones o prácticas individuales.
Si bien, la equidad no supone transfor- mación radical de la sociedad, la igualdad tam- poco implica la transformación. En el presente, ninguna organización reivindica la igualdad ni forma parte de ninguna plataforma política o ideológica. Las luchas clasistas y las ideas por
3 En determinados contextos históricos, los cambios por reducir la inequidad en el sistema han sido fruto de cruentas confrontaciones y han consti- tuido cambios profundos en la desigualdad de las relaciones sociales, pero no han sido antagonismos que buscaran la eliminación de las desigualdades, ni propugnar la igualdad en sus espacios sociales.
la eliminación del Estado fueron acciones que buscaron la transformación de las sociedades, sin embargo, la transición hacia una sociedad sin clases ha sido una historia de fracasos y de- cepciones políticas. El triunfo de la revolución bolchevique en 1918, no reivindicaba la igual- dad, como tampoco lo han hecho las revolucio- nes socialistas en el mundo, ni sus regímenes triunfantes.
Afirmar que la igualdad es una construc- ción imaginaria, ideal o utópica, mientras que la desigualdad es concreta, transparente y evi- dente, no significa una postulación fatalista de la posibilidad de alcanzarla, no porque se crea que la explotación, la exclusión y la inequidad deban ser infinitas de unos contra otros, sino porque no es posible la igualdad de individuos y sociedades en la diversidad cultural, histórica, de anhelos y construcción colectiva, menos aún en un sistema que ha legalizado y legitimado la explotación del trabajo y la apropiación privada de los excedentes generados socialmente.
LA DESIGUALDAD DESDE LA DIMENSIÓN CUANTITATIVA
La igualdad y desigualdad son categorías que regularmente son usadas para describir y establecer las diferencias entre individuos, segmentos sociales, clases o sociedades, de ahí que los estudios sobre esta temática se encuen- tren acompañados de prolijas comparaciones para establecer contrastes entre realidades des- contextualizadas, como pueden apreciarse en trabajos de la cePAL (2012, 2014a, 2014b, 2015,), Ferranti, Perry, Ferreyra y Walton (2005), Sen (2000, 2001) y Bernardo Kliksberg, (2010), entre otros. De este modo, las descripciones empíri- cas y cuantitativas no son explicadas, solo son usadas para justificar posiciones de política pública y acciones particulares a los Estados por parte de entes internacionales u otros Esta- dos del poder mundial.
Al parecer no interesan los orígenes de las diferencias entre individuos, pueblos o Es- tados, se asume que la desigualdad es la res- ponsable de todas las injusticias, así es posible afirmar que la “desigualdad mata ” (Therborn, 2015), deteriora la calidad de vida, enferma, desintegra, crea pobreza, miseria, hambre o