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La desigualdad social y la colonialidad del poder...
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 162: 13-35 / 2018 (IV). (ISSN: 0482-5276)
economía y sociedad. Se reconocía igualdad en un statuo quo determinado en un universo deli- mitado, así en nombre de la universalidad se se- grega a millones de personas (Tarracena, 2005) a su pertenencia racial, cultural, religiosa, política, etc., distinta a la instaurada con la colonialidad del poder. En la formalización de la Declaración Universal, la igualdad está fundada en la colo- nialidad del poder global establecido después de la ii gm como una adecuación de la segregación a la nueva hegemonía mundial. La desigualdad está arraigada a la totalidad histórica, política, económica e ideológica, más allá de sus formali- zaciones jurídicas y de indicadores cuantitativos.
La universalidad de ningún modo impli- ca homogenización, lo humano y lo físico na- tural es diverso y plural. El universalismo de la cultura superior, de la modernidad tecnológica capitalista, del estilo de vida norteamericano o europeo, o la homogeneidad metodológica cuantitativa de indicadores y datos se tiñe de un igualitarismo que encubre un totalitarismo y absolutismo contra los otros. Esa universali- dad es la del poder global, del particularismo de la colonialidad del poder (Serres, 2005), de la intolerancia e ignorancia de la barbarie (Morín, 2006).
En el presente, la polaridad en las socie- dades se ha acrecentado y es América Latina el espacio de la mayor brecha social del planeta, lo cual no solo muestra la infructuosa acción de los organismos internacionales por el derecho a la igualdad, luego de 60 años de actividad, es también la evidencia estructural de las rela- ciones desiguales de un sistema que se nutre de esta (Sen y Kliksberg, 2008). Los derechos civiles, económicos, políticos, las remuneracio- nes no discriminatorias, el acceso a la cultura y educación, la protección a la vida, a los niños, mujeres, discapacitados o contra la tortura, etc., siguen siendo anhelos de muchas sociedades, a pesar de las normas nacionales y la suscripción de acuerdos internacionales .
10 Estados Unidos de Norte América es quizás el único país del mundo que violenta todos los acuerdos internacionales, tal es caso que las prohibiciones a la tortura o al encarcelamiento sin juicio, este país los aplica impunemente en Guantánamo, así como violenta unilateralmente cualquier acuerdo
Las reivindicaciones de derechos forma- lizados no son igualitarias, son particulares en razón de las condiciones y de la situación de la conciencia y los conocimientos conquistados por sus protagonistas. La igualdad no es igua- litaria, válida ni pertinente, cuando es ajena a sus protagonistas. Los derechos alcanzados no son automáticos, requieren de la defensa activa de sus actores o por la acción institucional esta- tal que represente el interés ciudadano. La for- malización de derechos sin participación social que los defienda y sin un Estado con capacidad de hacer cumplir y adecuar las pautas legales y constitucionales, son limitaciones que vulneran los derechos conquistados y provocan mayor discriminación. La viabilidad formal y estatal en las relaciones sociales entre desiguales, en concertación, conflicto o antagonismo, deter- minarán nuevas formas de consenso o dominio.
El igualitarismo en la desigualdad, no es afín ni complementario a la libertad, democra- cia, la justicia ni el bienestar, por el contrario, es el complemento a la estandarización y meca- nización de las relaciones sociales funcionales al poder y al capital. El igualitarismo en la des- igualdad es la validación ideológica liberal e in- dividualista de la dominación occidental en una época de monopolio de la hegemonía política, militar y económica en el mundo.
EL SUFRAGIO UNIVERSAL ¿IGUALDAD?
Cabe anotar que la dignidad y los dere- chos igualitarios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre cualquier tipo de discriminación, intolerancia e injusticia, se desconoce u oculta las condiciones sociales, la significación simbólica y la disponibilidad de recursos de los individuos, grupos, clases y sociedades (Garretón, 2012). En esse sentido, el sufragio universal no es un ejemplo de igual- dad. La votación es un acto formal e instru- mental que de ningún modo supone similares condiciones sociales y políticas que garanticen la voluntad del elector (Huaylupo, 2016).
con otros países, como es el caso actual del tLcAn (Flores y Hernández, 2004; Romero, 2006).