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El paisaje caribeño costarricense desde la valoración indígena Cabécar-Tayní...

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 163: 13-26 / 2019 (I). (ISSN: 0482-5276)

lo material en conjunción con la praxis huma- na. Como afirma Allen Cordero (2012):

El trabajo, las acciones colectivas y la vida cotidianas van construyendo social- mente el paisaje, pero lo van construyen- do a largo plazo. El paisaje se manifiesta geográficamente, los cambios que acae- cen en su apariencia a veces concurren a lo largo de períodos muy largos. Ahora bien, puede ocurrir, claro está que fenó- menos ya sea de la naturaleza o del desa- rrollo social, provoquen cambios bruscos del paisaje (p.7).

Las transformaciones del entorno afectan la relación humano-ambiente, tiene consecuen- cias directas o colaterales que impactan a con- glomerados humanos de distintas cosmovisiones o entornos culturales cuyos espacios de vida no coinciden con las pautas globales del modelo ca- pitalista. Las transformaciones paisajístas de las ideologías occidentales han incidido en que “los paisajes imperantes en el contexto de la entro- nización histórica del capitalismo son los de la producción; es la exacerbación de la dominación de la naturaleza al servicio de la economía, o más exactamente de la acumulación capitalista ” (Cordero, 2015, p.29).

La mirada paisajística está íntimamen- te relacionada con la cosmovisión cultural de cada grupo social. En la construcción y en la transformación de los paisajes incide ¿desde donde se mire?, ¿cuál es el modo de producción que se desarrolla en un territorio?, ¿cuál es la organización política?, así como, las dinámicas culturales específicas de cada grupo y el sentido o significado que adquieren según quien o quie- nes la miren o vivan.

En términos generales, se concibe el pai- saje como una forma de lectura y vivencia so- cial que experimenta los individuos en el marco de una construcción social (de ahí que se tra- baje con la técnica de relatos colectivos). En el caso indígena, la mirada del paisaje se valora desde la cosmovisión del grupo social poniendo en evidencia las formas de relación humano- naturaleza que han sido desacreditadas por el canon capitalista, y desde las estructuraciones nacionalistas-estatales.

4.2. DEL ARTE A LA VIVENCIA

En la sección teórica anterior se precisa el papel material y participativo de los grupos sociales en la construcción del paisaje. En este apartado, se procede a aportar que además, el paisaje tiene un punto fundamental en la forma en que se crea la estética y vivencia del mismo. Por tanto, se plantea que la población Caber- car-Tayní de Gavilán puede estar o tener una perspectiva estética y/o más aún, una vivencia del paisaje asociado al gusto y placer, que es valioso evidenciar como muestra del universo de sentidos que se exploraran para comprender esa perspectiva del paisaje. Maderuelo (2007) sostienen que “la existencia de una reflexión explícita acerca del paisaje como tal ”, puede dar una entrada directa sobre la valoración paisajís- tica misma, e indicar si la estética está más o menos presente ”. Así como también, darle a la dinámica social de la vivencia, una presencia más marcada; y aún cuando no estuviera muy desarrollada, permite sondear las valoraciones simbólicas que se asocian con lo que observan, contemplan y viven. En este sentido, los relatos de vida colectivos permiten captar la reflexión de cómo se configuran las formas simbólicas y estéticas del paisaje en el contexto cultural de las personas indígenas Cabecar-Tayní que parti- ciparon de los grupos.

La idea de apreciar los elementos cons- tructivos asociados a lo que se observa, y sobre todo a cómo son apreciados y apropiados, per- mite cuestionar cómo comprender entornos socio-culturales distintos en Costa Rica, lo cual se concentra en:

…la idea de que el paisaje no es una realidad física, no es un objeto grande ni un conjunto de objetos configurados por o en la naturaleza o transformados por la acción humana ( …) el paisaje no es sinónimo de naturaleza, ni tampoco del medio físico que nos rodea o sobre el que nos situamos, sino que se trata de un constructo, de una elaboración mental que los humanos realizamos a través de los fenómenos culturales (Maderuelo,

2007, p. 12).