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Andrés Castillo Vargas

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 163: 89-99 / 2019 (I). (ISSN: 0482-5276)

control, atención y prevención de enfermedades o eventos sociales como la violencia ( OPS , 2001).

Los Sistemas de Vigilancia Epidemioló- gica ( SVE ) responden a la necesidad —gestada inicialmente desde el área de la salud pública — de solucionar vacíos de información respecto a temáticas de interés específicas, bajo criterios claramente definidos que buscan asegurar la calidad de los datos producidos. Tales sistemas sobresalen, en consecuencia, como una herra- mienta de trabajo indispensable para la epide- miología (Oakes y Kaufman, 2006).

Una de las características principales de los métodos de análisis y el valor predictivo de los sistemas de vigilancia epidemiológica es que no se aplican a individuos particulares, sino a poblaciones, respecto a las cuales interesa conocer la dinámica, magnitud, tendencias y particularidades de los fenómenos que les afec- tan, todo ello con miras a la toma de decisiones políticas, técnicas o de otra índole que atiendan de manera efectiva dichas problemáticas.

Al respecto, Concha-Eastman y Villave- ces (2001) acotan que el análisis e interpreta- ción de los datos debe proporcionar bases para la toma de decisiones y al mismo tiempo, ser utilizada para su difusión e impacto en la salud de los grupos humanos. Así, tal y como lo dejan entrever dichos autores, los orígenes y el desa- rrollo de la epidemiología como disciplina, se encuentran estrechamente ligados y determi- nados por la ciencia médica, la cual legitimó su utilidad y relevancia en el estudio de los princi- pales factores de morbilidad y mortalidad que aquejaban a determinados colectivos.

Justamente esta vinculación con la prác- tica médica, que marca el origen histórico de la epidemiología, constituye una variable fun- damental para comprender por qué aún en la actualidad, en muchos sistemas de informa- ción y vigilancia epidemiológica, se contem- plan prioritariamente datos referidos a aspectos biológicos (epidemiología clínica) o datos nu- mérico-estadísticos (epidemiología clásica), en detrimento de otros factores sociales que con- fluyen en calidad de determinantes de aquellos patrones y relaciones que la epidemiología estu- dia (González, 2000; Drucker, 2006).

Tal limitación es identificada por Gonzá- lez (2000), al analizar algunas de las principales características de los sistemas de información en salud mexicanos, en los cuales “el acento en los logros y en las metas a alcanzar en el campo de la población y de la salud se mantiene reducido a una valoración estadística (p. 213), esto es, sin un análisis comprensivo que inte- gre como elemento indispensable las variables socioculturales que inciden en la dinámica de todos los fenómenos y/o procesos vinculados con la salud humana y que, por consiguiente, requieren ser abordados por cualquier progra- ma o intervención que les examine.

Lamentablemente, esta particularidad no es exclusiva del contexto mexicano y es bastan- te común en los sistemas de información epide- miológica de América Latina.

Ahora bien, aparte del énfasis en los “datos duros o cuantitativos, otras limitacio- nes han sido identificadas en los sistemas de información existentes que recopilan y siste- matizan registros en torno a la salud, y en específico, a las diversas manifestaciones de la violencia; algunas de ellas son: la ligereza en la definición de variables, la no comparación de los datos con otras fuentes existentes, la no actualización del sistema en virtud de evalua- ciones periódicas que determinen aspectos por mejorar o modificar, la ausencia de análisis basados en género o la omisión del enfoque generacional, contextual, de derechos humanos e interseccional en la dilucidación de los datos. Es así como la gran mayoría de las institucio- nes maneja información de manera aislada e in- dependiente, sin que sea corroborada con otras entidades, lo cual origina que la información sea disímil y contradictoria.

En atención de estas áreas por fortalecer, Concha-Eastman y Villaveces (2001) insisten en la importancia de partir de una clara base conceptual respecto a los objetivos que persi- guen este tipo de sistemas de monitoreo. En otras palabras, como fines primordiales, tales herramientas deben proponerse “producir in- formación confiable y oportuna del problema en estudio, en sus variables sociodemográficas, características y circunstancias, analizada y entregada a quienes competa (p. 14); así como