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Jóvenes rurales: trabajo y movilidades espaciales en una región hortícola en Argentina

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 163: 117-130 / 2019 (I). (ISSN: 0482-5276)

a diferenciar ciertos roles entre varones y mu- jeres. Mientras que los jóvenes varones suelen encaminarse a realizar changas de albañile- ría, trabajar como peones de campo o en rela- ción de dependencia en negocios o industrias de la zona, las mujeres buscan continuar sus estudios —se destaca la elección de la carrera docente o enfermería y la realización de cursos cortos ofrecidos por instituciones de formación en las ciudades próximas —, además de realizar trabajo doméstico y de cuidado.

En el trabajo hortícola también se obser- van diferencias. Es significativa la participación de las jóvenes mujeres junto a sus madres en tareas como la recolección, el lavado de la ver- dura y el agregado de valor a la producción, así como, su presencia en puestos de venta en las ferias y talleres brindados por organizacio- nes de productores y productoras de la zona , mientras los varones están mayormente liga- dos a la carga y al traslado de la producción, la venta en el mercado central de productores, la utilización del tractor y actividades que deman- dan mayor uso de fuerza física. Sin embargo, tanto jóvenes varones como mujeres no perci- ben una remuneración económica en base a la cantidad de horas trabajadas, sino que, en pa- labras de una productora, “todo va a la misma bolsa y después de acuerdo a las necesidades. Por ahí a los chicos no los podés hacer confor- mar con poco, pero entienden (N. González, comunicación personal, septiembre de 2016).

La población joven construye sus repre- sentaciones sobre el trabajo hortícola en estre- cha relación con el momento de producción en las quintas, sin referenciar tareas relacio- nadas con otros aspectos del proceso, como es la venta en la feria, los cursos y talleres de formación o el valor agregado a las verduras y hortalizas. La producción hortícola, entonces,

10 Es un término utilizado de manera informal en Argentina para referir al trabajo temporal, a un empleo que tiene una duración definida, general- mente de corto plazo.

11 Estos talleres incentivan procesos de valor agre- gado y diversificación de la producción mediante la realización de mermeladas caseras, conservas, bandejas de verdura fresca, huevos, plantines y quesos.

es relacionada con un trabajo exclusivamente ligado a la tierra, marcado por el cansancio, la imprevisibilidad, la desolación en las quintas y la constante descripción de las dificultades sufridas por sus familias. Así, en los relatos de las mujeres, su propio trabajo está invisibilizado al ser referenciado como una “ayuda a la fami- lia o como tareas que realizan en los tiempos libres o hacia el final de la jornada. Una joven, aunque vive con su pareja y en la descripción de las actividades que realiza solo menciona el estudio y la producción de plantines, sigue vinculada al trabajo con su familia de origen: participa de la venta de las verduras, ayuda a trasladar los productos a la feria y, cuando no tiene que estudiar o en épocas de mucho traba- jo en la quinta, incluso asiste a su madre en la recolección.

En lo que respecta a las expectativas la- borales a mediano o largo plazo, ni mujeres ni hombres jóvenes imaginan un futuro fuer- temente vinculado a la actividad hortícola, lo que a su vez se relaciona con dos afirmaciones que pueden identificarse en sus relatos: si por momentos remiten a la dureza de la vida y el trabajo inherentes a la actividad hortícola para expresar una toma de posición y erigirse como protagonistas de la decisión de elegir un camino diferente al de sus familias, en otras ocasiones pareciera que son las condiciones en las que se encuentra la producción hortícola y la situación desfavorable de sus familias las que expulsan a estas juventudes hacia otros rumbos porque “no hay trabajo para todos o “la quinta no tiene mucha salida hoy, no queda otra que buscarse un sueldo seguro ”.

MOVILIDADES ESPACIALES: IR Y VENIR

Las prácticas y las representaciones de las juventudes que han nacido, habitan y pasan gran parte de sus vidas en lo que llaman “el campo no pueden comprenderse, sin referir a los desplazamientos periódicos hacia “la ciu- dad ”. Una semana cualquiera, María recorre alrededor de 4 kilómetros para dirigirse a la ciu- dad de Recreo, en cuyo ejido rural se encuentra la casa y la quinta en la que vive y trabaja; asi- mismo, al menos una vez a la semana, transita 9 kilómetros hacia la zona norte de la ciudad de