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Ciencia, valores y política en los clásicos de la Sociología

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 163: 179-188 / 2019 (I). (ISSN: 0482-5276)

o de la introducción de argumentos dirigidos a la conciencia (el deber ser) en el desarrollo de la investigación científica.

Como bien lo señala, Jorge Rovira (2004) hace varios años en esta misma revista en su análisis minucioso del abordaje weberiano de la relación entre ciencias sociales y valores:

…para Weber este proceder irreductible- mente subjetivo que es la relación con los valores, preámbulo del proceso de inqui- sición científica entendido más estric- tamente, en modo alguno atenta contra la objetividad a la que aspira la ciencia social, ni, en consecuencia, a la obten- ción de verdades intersubjetivas o, si se prefiere, al logro de afirmaciones sobre la realidad cuya verdad o falsedad pueden ser establecidas de manera convincente y satisfactoria (p. 131).

La postulación de la objetividad o neu- tralidad axiológica de las ciencias sociales se repite en diversos textos/momentos a lo largo de la obra de Weber. Pero en “La ciencia como vocación esa relación ciencia/valores está for- mulada en términos de los límites de la ciencia en el contexto del desencantamiento del mundo (esto podría ser una particularidad de este tra- bajo de 1917).

Una de las tesis centrales del texto es que la ciencia y la técnica han llevado adelante un proceso de racionalización, intelectualización y a la vez, desencantamiento del mundo (o desmagificación), que significa que todo puede ser dominado mediante el cálculo y los medios técnicos, que no hay poderes secretos e im- ponderables, que no es necesario recurrir a la magia para aplacar espíritus o solicitar algo de ellos (Weber, 1983).

Esto no significa —explica Weber— que el hombre común sepa más sobre las condicio- nes que lo rodean que el indio o el salvaje (este conoce sus herramientas, sabe cómo conseguir alimento, etc.). Como ciudadanos corrientes, no sabemos ni necesitamos saber cómo funciona el tranvía (y lo mismo se podría decir hoy de un avión, un celular, una computadora), pero si se quisiera se podría saber porque la sociedad lo sabe a través del personal científico y técnico.

Pues bien, la ciencia es miembro y fuerza motriz de este progreso en la cultura occi- dental. Pero a la vez que permite ese dominio —razona —, la ciencia tiene sus límites, y esos límites los encuentra en el terreno de lo valo- rativo. La ciencia enseña cómo dominar la vida mediante la técnica; da métodos de pensamien- to (y da la forma para desarrollarlos) y aporta claridad; ayuda al individuo a conocer el sentido último de sus actos: cuáles son sus fines, cuáles las posibles consecuencias secundarias, qué medios para tal fin, etc. (Weber, 1983), en cam- bio, no nos puede decir qué hacer o cómo vivir.

Este es el planteamiento central de la conferencia. El saber científico no muestra el comportamiento ético adecuado, el camino hacia el verdadero arte, hacia dios, el sentido del mundo, el camino hacia la felicidad (todas ilusiones del pasado). Eso en todo caso es pro- pio del discurso religioso, y la ciencia es ajena a lo divino. Para Weber, no hay cabida para una ciencia social ética, para una ciencia ética de la economía, por ejemplo. La ciencia no puede dar como resultado una ética capaz de decir lo que debe valer.

Sucede que Weber, aunque de ninguna manera es una figura apolítica o desinteresada de la política (incluso se habla de la profunda tensión interior entre su pasión científica y su pasión política), establece una separación de principio entre ciencia y política, así como entre ciencia y moral. La ciencia y la política tienen lógicas, éticas y reglas muy distintas.

Weber se afana por distinguir las tareas de la ciencia de las de la política; las de la cien- cia social, de las de la política social. Si la pri- mera busca acceder a verdades empíricamente demostrables, de validez objetiva, la segunda es afirmación y adhesión a determinados ideales, siempre subjetivos. Según el texto metodológi- co de 1904, “La ‘objetividad cognoscitiva de la ciencia social y de la política social ”, la exposi- ción de los ideales atañe a la “política social ”, mientras que la “ciencia social es el “orde- namiento conceptual de los hechos (Weber, 1990c, p. 49).

En una época como la actual, donde se ha acuñado el término posverdad, donde para algunos no es relevante si las afirmaciones