Rev. Ciencias Sociales 164: 181-194 / 2019 (II) ISSN: 0482-5276

DISCIPLINAMIENTO DEL CUERPO DE LAS MUJERES 1

DISCIPLINING WOMEN̓S BODIES

Blanca Luz Sojo Mora *

RESUMEN

Es este artículo se busca determinar las acciones que realizan las mujeres para controlar y moldear su cuerpo, así como, las razones por las que recurren al disciplinamiento corporal. Para ello se realizó una entrevista a 14 participantes. Se encontró que las mujeres entre- vistadas recurren a varias acciones para disciplinar su cuerpo, siendo la actividad física la principal; además, se encontró que ese disciplinamiento está relacionado con la insatisfac- ción corporal, la preocupación por la apariencia y con las normas de género. En conclu- sión, las mujeres disciplinan sus cuerpos para tener una “apariencia femenina y atractiva”, según los ideales estéticos sociales.

PALABRAS CLAVE: MUJERES * DISCIPLINA * CUERPO * FEMINIDAD * PODER

ABSTRACT

This article determines the actions that women perform to control their body, as well as the reasons why they use corporal discipline. In this study, an interview was conducted with 14 participants. It was found that the women interviewed perform various actions to discipline their body, the main one being physical activity. It was also found that this discipline is related to body dissatisfaction, concern for appearance and gender norms. In conclusion, women discipline their bodies to have a “feminine and attractive appearance”, according to social aesthetic ideals.

KEYWORDS: WOMEN * DISCIPLINE * BODY * FEMININITY * POWER

1

Este artículo de investigación responde a la Tesis “Construcción de las subjetividades femeninas por medio de la práctica de Actividades Físico-Deportivas” desarrollada para optar por el grado de Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura, presentado en el año 2015.

*

Sede del Atlántico, Universidad de Costa Rica, Costa Rica. blanca.sojo@ucr.ac.cr

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1) MARCO REFERENCIAL

EL CUERPO

En los últimos tiempos, se ha publica- do literatura en relación con el cuerpo, desde diferentes temas y perspectivas. Sin embargo, es con el surgimiento de la fenomenología, corriente filosófica del siglo xx que inicia el in- terés por el estudio del cuerpo. Pero, ¿qué es el cuerpo? Bordo (1992) cita a Bourdieu y a Fou- cault para decir que el cuerpo es un centro de control social; es a través de maneras, hábitos, rutinas, reglas y prácticas que la cultura cons- truye el cuerpo (Bordo,1992).

Por otro lado, Lagarde (1996) afirma que “el cuerpo es el más preciado objeto de poder” (p. 56). Indica que son las instituciones quienes disciplinan, controlan y recrean los cuerpos a través de diversos procesos que en- señan cómo debe ser el cuerpo para hombres o para mujeres, según las normas corporales de género, por lo tanto, cada cuerpo es disciplina- do con fines sociales.

Otra autora que se refiere a la cons- trucción corporal es Butler (2007), quien afirma que el cuerpo es un instrumento re- lacionado externamente con un conjunto de significados culturales, por lo tanto, es una construcción cultural.

Martínez (2001) también vincula el cuerpo con la cultura, detalla que “sobre el cuerpo recae la significación que le otorga la cultura” (p. 35). El significado que adquiere el cuerpo depende de la cultura, usos, valores, creencias, cánones estéticos, incluso, las cla- ses sociales influyen en la diversificación de sus significados.

También Gatens (2002) menciona que la diferencia entre los cuerpos de hombre o mujer no se relaciona con lo biológico, sino con “la forma en que la cultura marca los cuerpos y crea condiciones específicas en que pueden vivir y recrearse” (p. 146).

En esta investigación, el concepto de cuerpo que se maneja, más que biológico es so- cial, en el que la cultura le otorga un significado. Entendido el cuerpo, según las citas anteriores,

como un centro de control social sobre el que se ejerce poder con el fin de disciplinarlo.

EL PODER Y EL DISCIPLINAMIENTO

Al tratar el disciplinamiento corporal, resulta necesario introducir el tema del poder, porque según la literatura, el poder se ejerce sobre el cuerpo. Según Caamaño y Rangel (2002) “…el poder proviene desde abajo; está inducido en el cuerpo y producido en cada interacción social” (p. 81), y confirman que “el cuerpo se vuelve un locus de control privi- legiado, el lugar de dominio a través del cual se pretende lograr la docilidad y constituir la subjetividad” (p. 81). En esta misma línea te- mática, Bourdieu (2000) explica cómo el poder se ejerce directamente sobre los cuerpos “como arte de magia al margen de cualquier coacción física” (p. 54).

Por otra parte, para Foucault (2008) el poder no es una institución, dominación de un grupo sobre otro o control ejercido por oposi- ción, sino una serie de relaciones, mecanismos y estrategias que prescinden de la violencia. Considera que el cuerpo está inmerso en re- laciones de poder y que el sometimiento del cuerpo no se obtiene solo mediante la violencia, sino que puede ser muy sutil; esto para lograr cuerpos dóciles, es decir, cuerpos que puedan ser sometidos, utilizados, transformados y per- feccionados.

En cuanto al poder como una multi- plicidad de relaciones que se reproducen en todas partes y en toda relación, Foucault (1979) explica que “entre cada punto del cuerpo so- cial, entre un hombre y una mujer, en una familia, entre un maestro y su alumno, entre el que sabe y el que no sabe, pasan relaciones de poder” (p. 157).

Foucault (2008) explica que ese poder funciona “mediante el juego de las miradas… miradas que deben ver sin ser vistas” (p. 200); es así como las miradas permiten un control y vigilancia constante. En esta misma línea, Andrews, Cole y Giardina (2004) mencionan que, según las teorías de Foucault, el poder moderno funciona invisiblemente pero sus


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efectos son visibles, e indican que Foucault lo ejemplifica con el panóptico2 de Bentham.

En su primera carta, Bentham (2011) indica que “a lo que se debe aspirar es a que en todo momento el recluso tenga razones para creerse vigilado” (p. 40). De la misma manera en que “los presos” interiorizan la mirada de quien los vigila hasta vigilarse a sí mismos, las mujeres y los hombres vigilan sus cuerpos.

Lee (1997) cita el modelo panóptico dentro de la sociedad disciplinaria en el que cada persona es su propio carcelario de manera consciente; explica que esto es una señal de control del cuerpo y una característica de la época actual, que se orienta al aumento de la conciencia de sí.

Por su parte, Martínez (2001) se basa en las argumentaciones de Foucault para afirmar que existe una “estrategia de normalización, que busca la producción de cuerpos dóciles, capaces de auto-control y de autodisciplina dispuestos a transformarse y a mejorarse al ser- vicio de las normas sociales” (p. 55). Argumenta que el poder no solo usa la violencia física, sino que solamente basta con una mirada para que cada individuo se controle a sí mismo. De esta manera, las disciplinas de la dieta y el ejercicio surgen como prácticas normativas de la femi- nidad, pero para las mujeres se experimentan esas “prácticas como fuentes de poder y de control en tanto las perciben como medios para alcanzar la belleza, la aceptación social, laboral y sexual, en suma la posibilidad de influir en los otros” (p. 55). Esta misma autora expresa que “se debe tener la sensación duradera y per- manente que somos dueños de nuestro cuerpo para poder dirigirlo donde deseamos sin interfe- rencias” (Martínez, 2001, p. 143).

Por ello, se entiende el cuerpo como cen- tro de poder y de control, pero en este caso, de una forma difícil de detectar, una manera

silenciosa e invisible en la que no se recurre a la violencia física, sino a una estrategia de auto- control corporal. Según las citas anteriores, se está bajo las miradas externas, las cuales incitan a prácticas como la dieta y el ejercicio, con el fin de responder a un ideal de corporeidad.

Es necesario agregar que la feminidad es una construcción cultural impuesta como ideal social para las mujeres, representado con ges- tos, vestimenta y comportamiento. Esta condi- ción asignada a las mujeres responde a lo visible ante las demás personas. González (1999) lo ex- plica al afirmar que lo femenino y lo masculino “se trata de creaciones culturales que se ofrecen (o se imponen) a los sujetos como modelos ideales que, a su vez, se incorporan a los indi- viduos bajo la forma de un ideal del yo” (p. 61).

2) ANTECEDENTES

Se encontraron varias investigaciones con hallazgos relevantes en torno a este tema. Sin embargo, es necesario aclarar que en la mayoría de estos estudios, la metodología no es equivalente a la utilizada en esta investiga- ción, esto es una limitante al ser usadas com- parativamente.

Por su parte, Sossa (2011) retoma a Fou- cault para explicar cómo funcionan los fenóme- nos de consumo que promueven la delgadez y la juventud, los cuales condicionan un estado de salud, belleza y felicidad. Entre las conclusiones de su ensayo, se refiere a la belleza física y al consumo, enfatizando el poder que se ejerce para clasificar a las personas en categorías, imponiéndoles una “verdad” que deben aceptar, un poder que los transforma de individuos a su- jetos. Aclara que la estimulación a la belleza fí- sica (asociada a la delgadez) no solo viene de los medios de comunicación (externo) sino desde las mismas personas, en relaciones microfísicas de poder, de manera que esas normas cultura- les se mueven en todas direcciones y en todas

2

El concepto panóptico se refiere a una arquitec- tura carcelaria que permite al guardia observar a todas las personas prisioneras sin que ellas puedan saber si son observadas. Es considerado un dis- positivo moderno de vigilancia que trasciende la prisión y llega a las escuelas, fábricas, hospitales, entre otros, con el fin de imponer una conducta mientras se mira a los otros sin ser vistos.

las relaciones sociales.

Asimismo, Visciglia (2003) realizó un estudio basado en cuatro investigaciones rela- cionadas al cuerpo, publicadas en la Revista de Educación Física y Ciencia, en Buenos Aires, Argentina, por la Universidad Nacional de la Plata, durante el año 2002-2003. Teoriza que

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a través del deporte se disciplinan los cuerpos; además, expresa que la actividad física y los me- dios de comunicación regulan la sociedad, des- viando su atención para poder tener un mayor control de esta.

Oliveira, Santos y Silvestre (2012) reali- zaron un estudio cualitativo con 30 mujeres, las cuales tenían un promedio de edad de 46 años y un promedio de 11 años de realizar ac- tividad física. Estas mujeres fueron elegidas al azar entre seis gimnasios de Recife (Brasil). Se les realizó entrevistas y se analizaron sus dis- cursos, encontrando que existe miedo y temor por el aumento de peso (lipofobia). Asocian estos resultados al discurso médico, los medios de comunicación, los discursos de la moda y ciertas prácticas corporales de corrección, en función de la delgadez para cumplir las ex- pectativas sociales. Las mujeres del estudio asociaron la grasa a la enfermedad, a lo despro- porcionado o lo feo y a lo improductivo. Ante esto, el equipo investigador se refiere a la fuerza de la industria de la belleza desde dos aspectos: la consideración del cuerpo inacabado y lleno de imperfecciones que pueden ser corregidas y al surgimiento de una moral somática centrada en la apariencia para lograr éxito y placer. Con- cluyen que ha surgido una cultura lipofóbica en las sociedades occidentales, a la que se debe prestar atención.

Duncan (2007) en su ensayo cita las investigaciones de Blaine y McElroy (2002); Chambliss, Finley y Blair (2004); Schwartz, Vartanian, Nosek y Brownell (2006), quienes muestran la forma en que la sociedad etiqueta a la personas obesa como de voluntad débil, autoindulgente, perezoso, poco atractivo, torpe, estúpido, y sin valor.

Blaudeau, Hunter y Roy (2006) exami- naron la relación entre capacidad aeróbica, ac- tividad física, porcentaje de grasa corporal con las variables socioeconómicas, la percepción de la forma del cuerpo y la insatisfacción de estu- diantes en edad universitaria. Participaron 153 mujeres euroamericanas, que se inscribieron en un programa de salud y clase de gimnasia en el sur de Estados Unidos. Encontraron que las participantes están insatisfechas con su cuerpo y desean estar más delgadas, a pesar

de que muestran índices de masa corporal y porcentaje de grasa normal; además creen que los hombres prefieren cuerpos delgados y ellas mismas perciben estos cuerpos más atracti- vos. De esta manera, se evidencia que la forma corporal ideal está influenciada por lo que se encuentra atractivo.

Camacho, Rodríguez y Moreno (2002) realizaron un estudio con 690 estudiantes de educación secundaria, en cuatro centros pú- blicos de la Comunidad Autónoma de Madrid, de los cuales 255 eran hombres y 435 mujeres con edades entre los 12 y 18 años. Midieron el grado de insatisfacción corporal con las partes del cuerpo y con el peso, las razones por las cuales deseaban cambiar el peso y las prácti- cas de control llevadas a cabo por los jóvenes. Se encontró que las mujeres presentan mayor insatisfacción que los hombres en cada una de las partes del cuerpo, principalmente se encuentran insatisfechas con los muslos, pier- nas, cadera y nalgas; los hombres se encuen- tran insatisfechos con la cintura y el estómago. Mientras, hombres como mujeres están insatis- fechos con el peso.

Esta investigación confirma que existe una tendencia evolutiva de insatisfacción cor- poral, y concluye que a mayor edad, mayor es la insatisfacción. También se detalla que a me- dida que aumenta el peso corporal, aumenta la insatisfacción corporal y esta conduce a los in- vestigados a tener deseos de modificar su peso corporal (Camacho, Rodríguez y Moreno, 2002). Además, se determina que las prácticas llevadas a cabo para bajar de peso por los parti- cipantes, son mayores en las mujeres. Las prin- cipales prácticas son privación de alimentos y ejercicio físico. Entre las principales actividades físicas practicadas destacan: ejercicio aeróbicos como natación, atletismo, ciclismo y activi- dades de gimnasia de forma, para el manteni- miento y la musculación (Camacho, Rodríguez y Moreno, 2002).

Asimismo, Macedo, Machado, Miguel, Oliveira, Perrout y Silva (2011) realizaron un estudio cuantitativo en el que midieron las dimensiones antropométricas relacionadas con la insatisfacción de la imagen corporal de 276 miembros brasileños de centros de


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acondicionamiento físico (168 hombres y 108 mujeres) con edades entre 17 y 39 años. Des- pués de medir la masa corporal, el índice de masa corporal y la grasa corporal, las personas participantes indicaron sus siluetas actuales e ideales, permitiendo el cálculo de la insatisfac- ción corporal como la diferencia entre ambas, detectando una minoría de mujeres satisfechas con su cuerpo.

Carbajal, Cuadrado y Moreiras (2000) evaluaron la relación entre el índice de masa corporal y el deseo de perder peso corporal, los participantes completaron un cuestionario y se les realizaron medidas antropométricas a 40 hombres y 105 mujeres con edades entre los 12 y los 18 años de diferentes centros educativos de Madrid. Encontraron que las mujeres de su estudio tienen mayor insatisfacción corporal que los hombres, y que la principal actividad desarrollada por todos los participantes para bajar de peso es la actividad física y el deporte. Además, Sands y Wardle (2003) realiza-

ron medidas antropométricas y aplicaron un cuestionario a 356 niñas de escuelas en Lon- dres (Inglaterra) sobre la insatisfacción cor- poral, la conciencia e interiorización del ideal de delgadez. Encuentran que la interiorización del ideal de delgadez es un elemento central en el desarrollo de la insatisfacción corporal, que se produce a una edad temprana en algu- nas chicas.

En esta misma línea, Jankauskiené y Pajaujiené (2012) analizaron la interioriza- ción del ideal sociocultural, la insatisfacción corporal y el control del peso en atletas y no atletas adolescentes. Las investigadoras indi- can que el grupo de adolescentes investigado se preocupa por el tamaño y la forma de su cuerpo, a raíz de las presiones sociales que incitan al ideal de delgadez. Encontraron que los participantes que interiorizan las normas sociales del cuerpo estaban más insatisfechos con su apariencia. En el estudio se tomaron en cuenta 10 escuelas y 6 gimnasios selecciona- dos al azar, participaron de manera voluntaria 805 adolescentes, con un promedio de edad de 17-23 años, de los cuales el 58,9 % eran mu- jeres (476). Todas las personas participantes completaron un cuestionario.

Oliveira (2012) realizó un estudio con 237 adolescentes de 14 a 17 años y 205 univer- sitarios de 19 a 27 años, todos matriculados en centros públicos y universidades de la pro- vincia de Toledo, para recolectar los datos se aplicaron cuestionarios: BSQ-34 Body Shape Questionnaire (evalúa insatisfacción corporal),

cimec-26 (Cuestionario de Influencia del Mode- lo Estético Corporal y la Escala de Satisfacción de área corporales), así como, grupos de dis- cusión que fueron analizados con el programa Atlas. Ti 5.

Se comprobó que la sobrevaloración del modelo estético corporal “ideal” por parte de los medios de comunicación influye negati- vamente en la autoevaluación de la imagen corporal, siendo las chicas quienes están más influenciadas por el modelo estético corporal de delgadez. Concluyó que a medida que au- menta la influencia de los medios de comuni- cación, aumenta la insatisfacción corporal y viceversa. Además, esa insatisfacción surge al comparar el yo corporal real con el yo corpo- ral ideal. Se observa que la población estudia- da recurre a prácticas de cuidado del cuerpo como actividad físico-deportiva que, en este caso, el grupo de participantes del estudio la identificaron como un factor positivo pero también como un factor de riesgo. Se conclu- yó que la insatisfacción corporal disminuye conforme aumenta la edad, esa insatisfacción corporal se refleja en las chicas en el deseo de perder peso y en los chicos en el deseo de ganar peso y musculatura (Oliveira, 2012). Greenleaf, McGreer y Parham (2006) estudiaron la percepción del ideal corporal y las experiencias de la imagen corporal en 5 instructores y 6 participantes de clases de aeróbicos, a los que se les realizó entrevistas. Las participantes describen el ideal corporal como delgado y tonificado pero sin tanto mús- culo. Las participantes de las clases tenían un promedio de edad entre 21 y 25 años, un mínimo de 2 años de participar en clases de aeróbicos, mientras que los instructores de 22 a 50 años de edad, entre 1 y 19 años de expe- riencia. Ellas pensaban que podían conseguir el ideal corporal.

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3) METODOLOGÍA

Para este estudio se trabajó con muje- res de la provincia de Cartago, practicantes de actividades físico-deportivas realizadas en gimnasio, específicamente del cantón central de Turrialba y de Paraíso; todas mayores de 18 y menores de 60 años. Se seleccionó la muestra de manera incidental para responder a la co- modidad de la investigadora, según criterios de fácil acceso, posibilidad de establecer una buena relación entre la entrevistada y la investigadora, generar credibilidad en la información, interés de la participante, comunicación y disponibili- dad de tiempo para participar de las entrevistas. La muestra se seleccionó teniendo en cuenta la edad y el tiempo que tienen de asistir al gimnasio (antigüedad). De las 14 muje- res seleccionadas, 6 son principiantes (tienen menos de tres meses de asistir al gimnasio de forma continua) y 8 son no principiantes (tie- nen más de tres meses de asistir al gimnasio de forma continua). De las 14 mujeres, 4 se en- cuentran en un rango de edad entre los 18-30 años, 5 en un rango de edad entre los 31-45 años y 5 en un rango de edad entre los 46-60 años. El promedio de edad de las entrevistadas es de 40 años.

De las entrevistadas, 5 mujeres asisten al Gimnasio Snake y 5 mujeres asisten al gim- nasio Eben Ezer (ambos ubicados en el cantón central de Turrialba) y 4 mujeres asisten al gimnasio rod-do (ubicado en el cantón de Pa- raíso). Los gimnasios se seleccionaron según la ubicación y los servicios que brindan. Además, se buscó que ofrezcan variedad de servicios, por lo tanto, con diferentes espacios para prácticas físicas distintas.

De ellas, 7 son casadas, 1 separada, 3 viven en unión libre y 3 son solteras; todas trabajan y son heterosexuales; la mayoría ha cursado estudios universitarios, 9 son profesio- nales, 3 terminaron la secundaria y 2 termina- ron la primaria.

Se usó la técnica de la entrevista en profundidad. Por medio de esta se procuró una conversación dirigida hacia los temas de interés para esta investigación, la cual se focalizó de acuerdo con el tema de estudio y sus subtemas. No se estableció un número de

entrevistas por participante, pues era posible que con algunas de las mujeres se necesitaran varias entrevistas para cumplir el objetivo, sin embargo, todas prefirieron que se les realizará la entrevista en un solo día. Se procuró un ambiente distendido, informal, cómodo y de confianza para la entrevistada.

La mayoría de las entrevistas se realiza- ron en el gimnasio o en lugares seleccionados por las entrevistadas, como la casa de habita- ción o lugar de trabajo. Se solicitó expresarse con sinceridad, en sus propias palabras, se les explico el interés en conocer la forma en que ven, sienten o viven. Se procuró facilitar y esti- mular la expresión de cada una. Se usó graba- dora con previa autorización para registrar los detalles de la entrevista, con el fin de prestar la suficiente atención a la entrevistada y posibili- tar la transcripción sin alteraciones.

Las entrevistas fueron individuales para que la entrevistada fuera la única protagonista, tuviera el tiempo suficiente para responder y no se sintiera intimidada porque las demás escu- chen sus respuestas

El momento de la entrevista fue deter- minado por la entrevistada, según la disponibi- lidad que tuviera. Las preguntas realizadas ya estaban previamente establecidas en un instru- mento que fue guía para la entrevista. Esta guía fue aplicada previamente a tres mujeres con el fin de someterla a prueba y hacer mejoras, se eliminaron algunas preguntas, mejorando la redacción y agregando preguntas un poco más específicas, una vez realizadas las mejoras se aplicó a la muestra.

Los pasos seguidos en el proceso de aná- lisis que permitieron ordenar, categorizar, prio- rizar e interrelacionar los datos, fueron los siguientes:

1) Realización de las entrevistas. 2) Transcripción de las entrevistas.

3) Lecturas preliminares del texto transcrito. 4) Marcar, señalar y subrayar fragmentos del texto que correspondan a cada subca- tegoría y categoría de análisis para selec- cionarlos. Al mismo tiempo, se hicieron anotaciones sobre narraciones interesan- tes e importantes.


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5) Se agruparon los fragmentos de texto seleccionados por tema de análisis. En la mayoría de ellos, se cita lo que expresó la entrevistada con las mismas palabras, con el fin de no alterar la información.

6) Posteriormente, se juntaron todos los fragmentos seleccionados y las anotacio- nes de una misma entrevista para com- pararla con las de las otras entrevistas. 7) Una vez integrados todos los fragmentos se procede a interpretarlos y contrastar- los con la teoría.

Con cada una de las entrevistas se siguió los pasos anteriores. Además, se procesaron las respuestas en tablas de frecuencia con el fin de mostrar la cantidad de respuestas asignadas a un elemento analizado.

4) RESULTADOS Y DISCUSIÓN

ACCIONES PARA CONTROLAR Y MOLDEAR EL CUERPO

Las mujeres entrevistadas afirman recu- rrir a varias acciones para controlar y moldear su cuerpo, entre estas: la dieta, mirarse en el espejo, control del peso en la báscula, control del peso con la ropa y actividad físico-deportiva (afd). Según la frecuencia en las respuestas, la principal acción a la que recurren es ir al gim- nasio a practicar afd .

Los resultados concuerdan parcialmen- te con lo obtenido por Camacho et ál. (2002) quienes encontraron que las mujeres recurren principalmente a dos acciones para controlar su cuerpo: privación de alimentos y ejercicio físico. Además, coincide con los resultados obtenidos por Carbajal et ál. (2000) quienes encontraron que la principal actividad desarrollada por las mujeres para bajar de peso es la actividad física y el deporte.

Al comparar los promedios de las fre- cuencias de respuesta según edad y antigüedad de las mujeres entrevistadas, no se encontró mayor diferencia en cuanto al promedio de ac- ciones a las que recurren.

Todas las entrevistadas dicen que las afd

que practican les permiten tener un cuerpo femenino. Al analizar las entrevistas de forma

integral, según la frecuencia de las respuestas se determina que el significado de feminidad que ellas asumen proviene, primordialmente, de dos factores: apariencia y el comportamien- to, los cuales asocian la feminidad en relación directa con el cuerpo. Sin embargo, según ellas tener un cuerpo femenino producto de la afd

tiene un costo físico, por ejemplo, destacan algunas expresiones en las que se refieren a la

afd como una “matada”. Es decir, realizan un gran esfuerzo para obtener lo que se quiere, por lo que podrían interpretarse como actividades en las que se acaba con el cuerpo que se posee para construir uno diferente, un cuerpo que se adapta a un contexto y momento sociocultural, la muerte del individuo para dar paso a un suje- to corporalizado.

No obstante, las afd no solo disciplinan los cuerpos, sino también según Gambau et ál. (2003) consolidan concepciones de géne- ro sobre los ideales de belleza y perfección. De acuerdo con estos autores, “de entre las prácticas sociales que moldean los cuerpos y modelan las ideas sobre los cuerpos, el deporte contribuye a crear y consolidar determinadas concepciones de género” (p. 127). Estos mismos autores afirman que el deporte junto con otras prácticas sociales, es un nutriente importante de los ideales de belleza y de perfección.

De esta manera, ellas disciplinan sus cuerpos por medio de la actividad física para obtener un cuerpo femenino, tal como dice Lee (1997), cuando señala que hay prácticas disci- plinarias que producen y construyen cuerpos femeninos con cierto tamaño, postura, movi- miento, ornamenta y apariencia física. Además, agrega que “la subjetividad femenina se cons- tituye significativamente en y a través de las prácticas disciplinarias que construyen el cuer- po femenino” (p. 146). Adicionalmente, Tubert (2010) menciona que la dieta y el ejercicio son prácticas normativas de la feminidad, lo explica de la siguiente manera:

La dieta y el ejercicio, que surgen de las prácticas normativas de la feminidad en nuestra cultura a las que reproducen- preparan al cuerpo femenino para la docilidad y la obediencia. No obstante,

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las mujeres experimentan estas prácticas como fuentes de poder y control, pues las perciben como medios para alcanzar la belleza, aceptación social, laboral y sexual (p. 166).

Estas mujeres disciplinan sus cuerpos por medio del ejercicio físico y la dieta, some- tiéndose a controles usando la báscula, la ropa y el espejo; fundamentadas en la preocupación no solo de tener un cuerpo femenino, sino apa- riencia femenina y esto aparece directamente relacionado con el peso corporal.

Por lo tanto, para ellas es importan- te disciplinar su cuerpo usando diferentes formas de control. Se vuelven vigilantes del proceso disciplinario del que son partícipes al estilo del esquema panóptico3, así como lo explica Bentham (2011), al exponer que este dispositivo procura que en todo momento la persona tenga razones para creerse vigilado; además, agrega que este mecanismo optimiza el control social y permite que las personas se comporten siempre como si estuvieran bajo vigilancia (Bentham, 2011).

CONTROL DE LA ALIMENTACIÓN

De las participantes, 10 se preocupan cuando comen alimentos dulces como choco- lates, pasteles, postres, helados, etc. Esta pre- ocupación que sienten refleja la presión social que existe por el cuerpo y la apariencia. Tal como lo expresa Martínez (2004), al afirmar que el cuerpo tiene presiones sociales diferen- tes, como los discursos de la salud y la imagen que promueven prácticas de cuido corporal; en este caso una de las prácticas a las que re- curren para el cuido corporal es el control en la alimentación. Para ellas, ingerir alimentos dulces es una conducta inapropiada que va en contra de las acciones a las que recurren para disciplinar el cuerpo.

Las mujeres de este estudio clasifican sus conductas alimenticias en apropiadas o inapropiadas, buenas o malas, y penalizan las

conductas consideradas “inapropiadas”. De acuerdo con Foucault (2008), esto es parte de un mecanismo disciplinario en el que se ca- lifican las conductas a partir de valoraciones opuestas y se jerarquiza a las personas (Fou- cault, 2008).

En este sentido, Ferrús (2007) detalla que las prácticas disciplinarias provienen del ámbito religioso, pero el deporte ha sustituido a la religión en el disciplinamiento. Baudrillard (2012) se refiere a esa sustitución afirmando que “el cuerpo hoy ha llegado a ser objeto de salvación. Ha sustituido literalmente al alma en su función moral e ideológica” (p. 155). En las entrevistas realizadas destacan los términos pecado y conciencia para referirse al incumpli- miento del disciplinamiento.

En este caso, las mujeres entrevistadas creen que ingerir dulces, no ir al gimnasio o no hacer afd, es un pecado o una falta a los man- damientos sociales que las aparta de obtener la gracia de un cuerpo ideal, ser saludables, atrac- tivas y bonitas. Esta falta les hace sentir culpa, remordimiento e inclusive arrepentimiento, experimentan una batalla entre lo que se quiere hacer y ser, y lo que se les exige. Ellas tienen identificadas las fuentes de pecado y, cuando caen en ellas, se castigan. La falta de ejercicio físico es un pecado que les causa remordimien- to de conciencia, mientras que aumentar el ejercicio físico les hace sentirse bien.

Esta analogía entre los resultados obteni- dos y los fundamentos del cristianismo conduce a una discusión sobre moralidad. Los mandatos de la moral que se conocen, por ejemplo, el res- peto a la vida y los bienes ajenos, se mantienen y se agregan otros, según la sociedad y el mo- mento vivido; uno de los mandatos que deben cumplir las mujeres es tener un cuerpo delgado y una apariencia de cuido. Efectivamente, el cumplir esos mandatos les genera limitación para elegir y las conduce al cumplimiento de un código moral.

Al respecto, Nietzsche (1932) menciona que la moral y la religión han hecho del hu- mano lo que han querido. Además, que dan

3

El panóptico es definido como un dispositivo de vigilancia, en el que se impone una conducta mientras se mira a los otros sin ser vistos.

“preceptos acerca de cómo se debe vivir y hacen que se obedezcan estos preceptos por medio de castigos y recompensas” (p. 93); establece que


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“la concepción de mundo está manchada por la idea del castigo” (p. 90).

Conjuntamente, el cuerpo no ha dejado de ser castigado, tal como ocurría en la tradi- ción cristiana, pero está en juego la confron- tación entre el cuerpo disciplinado y el cuerpo indisciplinado. Vidas, cuerpos, apariencias y co- tidianidades homogéneas es lo que busca la sociedad actual, en la que las diferencias son re- chazadas y discriminadas. Cuerpos saludables, “atractivos” y delgados son aceptados, mientras los cuerpos que no se ajustan a estos moldes serán sancionados.

Además, esa preocupación que ellas manifiestan se relaciona con el concepto de panóptico, el cual en la práctica da como re- sultado el autocontrol del cuerpo; al sentirse vigiladas y observadas por otros, caen en la auto-vigilancia de lo que se come y de la acti- vidad física que se hace.

EL CONTROL CORPORAL

Las participantes alegan que los encar- gados del gimnasio controlan su cuerpo cada mes con toma de medidas antropométricas y peso, afirman que se sienten satisfactoriamente si bajaron de peso, no obstante, si los resultados no son los esperados se sienten mal. Esto se relaciona con lo expuesto por Carro (2011), ella explica que “la medida se ha convertido al día de hoy en herramienta para la normalización del canon de belleza femenina; representa pues el instrumento para la internalización del so- metimiento” (p. 59). Esos controles mensuales funcionan como un examen, como parte del procedimiento disciplinario que permite vigilar y sancionar; el examen es una de las claves en el éxito del poder disciplinario (Foucault, 2008). Es notable la participación de las partici- pantes y del entrenador en el control corporal. Así, su identidad corporal y su propia subjeti- vidad se configuran a partir de las relaciones con los otros, desde relaciones de obediencia y dominación, de manera tal que el disciplina- miento del cuerpo no solo es producto de un proceso subjetivo, sino de un proceso de inter- subjetividad, es decir, uno en el que intervienen otras personas.

Desde el discurso de la salud pero ins- piradas en un ideal corporal, ellas entrenan, vigilan y domestican sus cuerpos, controlán- dose por medio de la alimentación, la actividad física, el peso y la toma de medidas físicas; lo hacen ellas mismas pero también le ceden esa potestad a la persona instructora. Este ocupa un puesto de juez del cuerpo, por ende, el en- trenador o entrenadora también es parte de ese proceso intersubjetivo.

Para las mujeres entrevistadas el cuerpo ocupa un lugar protagónico en sus vidas, ese cuerpo es observado por otras personas y eva- luado, hasta el punto de naturalizar esas eva- luaciones en su cotidianidad.

El cuerpo se construye y se produce en función de las otras personas, sobre el cuerpo recae el poder que disciplina, vigila y castiga. Además, está sujeto a una ética que establece lo permitido, lo prohibido e inclusive las nor- mas sobre el cuidado, el entrenamiento físico y la apariencia. Por lo tanto, es por medio del cuerpo que el individuo se convierte en suje- to, lo cual ha conducido a un modo de existir en la actualidad. Sin embargo, no solo se está desarrollando un disciplinamiento del cuerpo, antes de este disciplinamiento externo se está llevando a cabo uno interno de sus emociones y formas de pensar de manera que, antes de co- lonizar el cuerpo, se coloniza su pensamiento.

INSATISFACCIÓN CORPORAL

La totalidad de las entrevistadas mencio- nan disconformidad con algunas partes corpo- rales, principalmente con el abdomen, aunque algunas también manifiestan en menor medida insatisfacción con sus brazos, piernas y cadera. Estos resultados tienen un alto grado de coin- cidencia con los obtenidos por Camacho et ál . (2002), quienes encontraron que las partes del cuerpo con las que las mujeres se encuentran más insatisfechas son piernas, cadera y glúteos. Camacho et ál. (2005) detallan que la insatis- facción que tienen las mujeres con las caderas muslos y glúteos está asociada a las caracterís- ticas de la feminidad.

Los resultados concuerdan con la teo- ría de Vera (2001) sobre la existencia de una sobrevaloración de algunas partes del cuerpo

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(Vera, 2001), en este caso se sobreestima el abdomen. Ellas se evalúan teniendo en cuenta el estándar de belleza establecido socialmente, el cual es un abdomen plano y sin excesos de grasa por lo que, al no estar acordes con este tipo de abdomen, se deteriora su imagen cor- poral y eso las hace recurrir al control alimen- ticio y el ejercicio físico. Según Vera (2001) esa sobreestimación en algunas partes del cuerpo como estómago, nalgas, muslos y cadera afecta negativamente la imagen corporal y si no se cumple con el modelo socialmente aceptado o con los cánones establecidos, esto conduce a ciertas conductas de mitigación (Vera, 2001).

Al analizar las entrevistas se puede deter- minar que ninguna está totalmente satisfecha con su apariencia. La insatisfacción que sienten sobre sus cuerpos es denominada por algunos autores y autoras como malestar, inconformi- dad, insatisfacción o incomodidad. La insatis- facción corporal en las mujeres entrevistadas se debe al ideal corporal probablemente relaciona- do con los estereotipos de género.

En esta investigación no se encontró re- lación entre el peso y la insatisfacción corporal, porque indiferentemente del peso, todas las en- trevistadas manifestaron insatisfacción corpo- ral. Adicionalmente, en la muestra analizada no se encontró relación entre la insatisfacción cor- poral de las mujeres más jóvenes y las mayores, porque a pesar de la edad, todas están insatis- fechas con su cuerpo. Pero sí se puede afirmar que las mujeres entrevistadas tienen una mala imagen corporal e insatisfacción corporal.

INSATISFACCIÓN Y EL ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC)

Al analizar el imc4 de las entrevistadas se determina que la insatisfacción corporal que ellas experimentan no necesariamente se debe a la composición corporal en su totalidad, sino a otros factores, como por ejemplo, a la compa- ración entre el cuerpo real y el ideal corporal. Al relacionar el peso y la talla, se encuentra que 6 tienen un peso normal según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud para

evaluar riesgos asociados a la obesidad, pero estas 6 mujeres, al igual que las otras entre- vistadas, también están insatisfechas con el cuerpo, lo cual demuestra que no existe con- cordancia entre la imagen corporal que estas seis mujeres tienen de su cuerpo y la apariencia real, o bien, el peso real de estas mujeres no in- cide en su auto-imagen corporal.

De las entrevistadas, 6 tienen un peso normal pero consideran estar “gordas”, desean adelgazar y se sienten mal con su peso pues consideran que la gordura significa estar fuera de la tendencia y lo asocian al fracaso.

Por lo tanto, se difiere de los resultados obtenidos por Martínez y Veiga (2007) quienes afirman que valores más altos en el imc se asocian con una mayor insatisfacción corporal (Martínez y Veiga, 2007). La insatisfacción que sienten las mujeres que tienen un imc

“normal” podría deberse a una distorsión de la imagen corporal, lo que originaría entre las entrevistadas una insatisfacción generalizada a pesar del imc .

Por el contrario, los resultados si coinci- den con los de Blaudeau et ál. (2006), quienes encontraron en su investigación que a pesar de que las mujeres tenían índices de masa corpo- ral y porcentajes de grasa normal, no estaban satisfechas con su cuerpo.

IDEAL DE MUJER BONITA, ATRACTIVA Y SALUDABLE

Las acciones efectuadas por estas muje- res para moldear y controlar su cuerpo, se rea- lizan para verse atractivas, bonitas y saludables, tal como lo menciona Vázquez (2000), en la so- ciedad actual se otorga relevancia al cuerpo por la centralidad de tres aspectos: belleza, salud y rendimiento (Vázquez, 2000). A la pregunta, ¿cómo debe verse una mujer bonita, atractiva y saludable?, 8 mujeres respondieron que debe tener bajo peso y 6 dijeron que debe tener una buena presentación personal; otras respuestas fueron tener un cuerpo tonificado, verse lim- pia, coqueta y agradable. Estos son elementos valorativos que utilizan para determinar a una mujer bonita, atractiva y saludable.

Cuando se les pregunta qué se debe

4

El Índice de Masa Corporal (imc) es la medida del peso de una persona en relación con su altura.

hacer para verse bonita, atractiva y saludable, 12 mencionan hacer ejercicio, otras respuestas


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fueron cuidar la alimentación, maquillarse, cui- dar la apariencia y usar ropa apropiada, juvenil y ajustada.

Según las entrevistadas, para que una mujer tenga salud, sea bonita y atractiva no debe ser gorda, ya que relacionan a una persona “gorda” con alguien que no está bien físicamen- te y que está enferma, mientras que una perso- na que no tiene gordura, para ellas es saludable, atractiva y bonita. Lo anterior coincide con lo que expresa Duncan (2007) sobre los estereoti- pos que existen hacia las personas con sobrepe- so, las cuales son consideradas poco atractivas. Además, los resultados concuerdan con los obtenidos por Oliveira et ál. (2012) quienes en- contraron que las mujeres asocian la grasa con la enfermedad y lo feo.

En algunas ocasiones, la actividad física funciona como un castigo por algún alimento dulce que comieron, ellas mismas se casti- gan duplicando la actividad física. ¿Qué es tan importante para que una mujer vigile lo que consume y cómo lo gasta? Ellas tienen miedo y temor de aumentar de peso. Oliviera et ál. (2012), lo llaman “lipofobia” y lo asocian con el discurso médico, los medios de comunicación, discursos de la moda y ciertas prácticas corpo- rales de corrección, en función de la delgadez para cumplir las expectativas sociales.

Se refieren a la fuerza de la industria de la belleza desde dos aspectos: la consideración del cuerpo inacabado y lleno de imperfecciones que puede ser corregido y al surgimiento de una moral somática centrada en la apariencia para lograr éxito y placer (Oliviera et ál., 2012). Por otra parte, Gracia (2014) también se refiere a la lipofobia y la asocia a los hábitos alimen- ticios y a la enfermedad, de manera que las personas no quieren engordar porque eviden- ciarían glotonería y problemas en su salud. Cuando se les consulta sobre por

qué es importante para ellas verse bonitas, atractivas y saludables, mencionan que para sentirse bien, para ser aceptadas, por el trabajo que tienen, para ser ejemplo para sus hijas y por el esposo. El tener sobrepeso sería un mal ejemplo para sus hijas, podrían no ser aceptadas y tendrían problemas en sus trabajos. Por lo tanto, ellas modifican sus cuerpos por

aceptación y aprobación de los otros; esto determina la forma en que ellas habitan sus cuerpos, cuerpos en los que es muy importante lo ornamental, la postura y —principalmente— el volumen del cuerpo.

5) CONCLUSIONES

Se demuestra que las entrevistadas re- curren a varias acciones para controlar y mol- dear el cuerpo, entre las que se encuentran la actividad física, la dieta, el control del peso en la báscula, el control con la talla de la ropa y el control en el espejo. Asimismo, la afd es la principal acción a la que recurren para bajar de peso y tener salud, esto coincide con Visciglia (2003) quien afirma que por medio del deporte se disciplinan los cuerpos.

No se encontró diferencia entre la canti- dad de acciones que realizan las entrevistadas según edad y antigüedad o tiempo que tienen de hacer afd, esto al comparar los promedios de las frecuencias de respuesta.

Existe consonancia con Camacho et ál. (2002), quienes también encontraron que la

afd y la dieta son las principales acciones para controlar el cuerpo, y con Carbajal et ál. (2000) al encontrar que la principal acción a la que re- curren para controlar el cuerpo es la afd .

Se comprueba que ellas recurren a las prácticas disciplinarias para controlar y moldear sus cuerpos, así como para construir cuerpos femeninos (Tubert, 2010; Gambau et ál., 2003 y Lee, 1997). Se concluye que el disciplinamiento es un proceso intersubjetivo, desarrollado desde el autocontrol, dando protagonismo al cuerpo, que es moldeado según el ideal de cuerpo exis- tente acorde a los estereotipos de género.

El disciplinamiento corporal se desarro- lla desde relaciones microfísicas de poder a las que se les debe prestar detenida atención, es el caso de la relación entre madre e hija, trabaja- dora y empleador(a), instructor y cliente.

Este proceso investigativo permite vis- lumbrar que existen ideas actuales que circulan en la sociedad que se contraponen a la natu- raleza del cuerpo de las mujeres, como lo son las etiquetas negativas asignadas a la grasa y el aumento de peso. Finalmente, las mujeres en- trevistadas a raíz de la insatisfacción corporal

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recurren a acciones para moldear, controlar y modificar el cuerpo con el fin de transformarlo y mejorarlo, hasta obtener cuerpos “ideales”, desde un autocontrol consiente ejercido sobre el cuerpo.

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Fecha de ingreso: 03/05/2018 Fecha de aprobación: 17/01/2019


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