Rev. Ciencias Sociales 164: 195-205 / 2019 (II)

ISSN: 0482-5276

Las asociaciones holguineras en los años 1940-1950

The associations in Holguin during the years 1940-1950

Osmary Hernández Basulto*
Isel Ramírez Berdut**

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es mostrar que los integrantes de las asociaciones holguineras en el período comprendido entre 1940 y 1950, pertenecían a las clases más acomodadas económicamente en la ciudad, condición favorable para proponer y desarrollar acciones públicas en el ayuntamiento municipal —a partir de iniciativas privadas— con alcance en el sector de los servicios utilitarios, así como intentar solucionar algunos problemas de la cotidianidad. Por su parte, estos miembros lograron integrar a sus acciones a decenas de vecinos en pro del mejoramiento y reconocimiento de la ciudad como una de las más importantes de la provincia de Oriente. Para la elaboración de este artículo, la metodología utilizada ha privilegiado el paradigma cualitativo, utilizando métodos del nivel teórico, entre los que se encuentran: 1) lógico e inductivo-deductivo, para la interpretación de la información; 2) análisis y crítica de fuentes, tomando como procedimiento los métodos del pensamiento lógico-histórico aplicado a las fuentes consultadas; 3) método hermenéutico-literario, utilizado para realizar inferencias a partir de la documentación consultada.

PALABRAS CLAVE: CUBA * ASOCIACIÓN * HISTORIA * CLUB * ESTRATIFICACIÓN SOCIAL

ABSTRACT

The objective of this article is to show that the members to such organizations in Holguín City during the period between 1940 to 1950, belonged to the most economically well-off classes in the city, a favorable condition for proposing and developing public actions in the municipal council from private initiatives with repercussions on the utility services sector, as well as trying to solve some problems of everyday life. These members involved in their actions to plenty of neighbors for the improvement and recognition of the city as one of the most important in Oriente Province. For the elaboration of this article, the methodology used has privileged the qualitative paradigm, using methods of the theoretical level, among which are: 1) logical and inductive-deductive, for the interpretation of the information; 2) analysis and criticism of sources, taking as a procedure the methods of logic-historic thought applied to sources consulted; 3) hermeneutic-literary method , used to make inferences from the consulted documentation.

KEYWORDS: CUBA * ASSOCIATION * HISTORY * CLUB * SOCIAL CLASS

* Universidad de Holguín, Cuba.

ohdez@fh.uho.edu.cu

** Universidad de Holguín, Cuba.

ramirez.isel@yahoo.com

INTRODUCCIÓN

A pesar de que no existe un estudio sistemático sobre la historia de las asociaciones en Cuba, es posible observar un continuo proceso de cambios que se mueve en torno a una constante ampliación y diversificación en las funciones y las actividades que desempeñaron este tipo de entidades. De este modo, al interés por participar en la vida pública y la organización de los sectores nacionales en sociedades económicas, se le sumó la búsqueda de recreo, ocio, beneficencia, donde interactuar de conjunto con la excusa y propósito de acercarse a la música, como fue el caso de la filarmónica. A lo anterior, se añadió el afán de promover variadas modalidades de creación estética con la finalidad de generar una cultura de lo propio, tal como ocurrió con los liceos. Finalmente, se señala como con el transcurso del tiempo se incluyó funciones higiénicas y de distinción social a las cuales respondieron los clubes de recreo establecidos en el país a partir del último tercio del siglo xix.

Con la transformación referida, se detalla cómo ocurrió la vinculación de los sectores pudientes cubanos con múltiples formas asociativas, en unos casos, de origen británico y en otros, estadounidense. En el desarrollo de cualquier estrategia de sociabilidad, se requiere de un lugar de reunión establecido, en este caso, para la formulación asociativa que comprende al club en sentido británico, el espacio en que se desarrollan sus encuentros reviste una importancia crucial. El individualismo burgués jamás se privó de emplear determinadas formas asociativas para acceder con mayor facilidad y a un menor costo a las comodidades materiales y culturales de la vida por medio de centros de servicios exclusivos.

Además de la ausencia de investigaciones sistemáticas sobre dichos cambios, se suman algunos elementos que tienden a desfavorecer la clara visión de estos procesos; algunas de estas entidades se adaptan y readaptan a las nuevas situaciones en que se encuentran, otras simplemente desaparecen.

DESARROLLO DE LA SOCIEDAD HOLGUINERA

En Cuba, a principios del siglo xx, con la puesta en marcha de la República (1902), el incremento en la generalización de las formas organizativas definidas como clubes resultó evidente. En este sentido, podían ofrecer las actividades y el nivel de interacción social propiciados en la capital, por ejemplo, el Unión Club de La Habana (1880), el Habana Yacht Club (1886), el American Club (1901), el Vedado Tennis Club (1902), la Young Men’s Christian Association (1905), el Club Atlético de Cuba (1909), el Círculo Militar y Naval (1911), el Country Club de La Habana (1912), el Lawn Tennis Club (1913), el Club Rotario de La Habana (1916), el Club Atenas (1917), el Miramar Yacht Club (1926), el Club Leones de La Habana (1927), el Havana Biltmore Yacht y Country Club (1927), el Lyceum (1928), entre otras.

Esta manera de concebir y estructurar las asociaciones formales no suponía un abandono en otros criterios tradicionales como las de la Asociación de Dependientes del Comercio (1880), la Asociación de Caballeros Católicos de Cuba (1929) o los Centros Gallego (1885) y Asturiano (1886). Al contrario, en lo acontecido tenía lugar una ampliación en el espectro de posibilidades para gestionar los intereses de un colectivo humano, con arreglo a diversas estructuras organizativas. Lo relevante en el caso, es que fueron las primeras entidades mencionadas las que, posiblemente por ser tan novedosas, asumieron los escalones más destacados en la sociedad civil cubana, en lo cual el formato del club alcanzaba su reinado.

Los estadounidenses, por ejemplo, consideraban que probablemente su contribución más original a la idea del Club era la formulación del Country Club (López, 2007). Si bien, reconocían que los clubes norteños desde sus normas más remotas habían seguido los modelos ingleses, sus apreciaciones todavía quedaban distantes de comprender la esencia de estas sociedades:

La perspectiva manejada por ellos era la de centros que cubrían toda clase de amenidades disfrutadas en (...) la casa y sin las Obligaciones de la familia y la casa misma (…) De modo que ofrecían (...) la oportunidad de olvidar los negocios (…), y por añadidura favorecían (…) opciones de recreo para toda la familia (…) (Fariñas, 2009, p.22).

Los cubanos, según la visión de los estadounidenses, eran vistos como individuos muy sociables, aunque quizá en demasía para el criterio de personas que sin dejar de llevar una activa vida social, comúnmente mantenían actitudes de mayor recogimiento (Fariñas, 2009) :

(…) En cada oportunidad permisible, se visitan unos a otros en sus casas constantemente, pero gustan [además] de reunirse continuamente en clubes, fiestas, cafés, tiendas, y teatros. Uno de cada tres residentes en la Habana [esto ya parece contener tintes de alarma] pertenece a un club o asociación de algún tipo (…) Añádase que para los norteamericanos era motivo de regocijo saber que «todos los deportes disfrutados en Estados Unidos, salvo los de invierno (…) eran ampliamente practicados en Cuba (…)» Pero referirse a las «clases altas» cubanas detallaban mejor el tipo de sociabilidad que les era predilecta. Así decían que (…) esta clase [social], que vive en suntuosas viviendas en los suburbios de la Habana, juega golf y baila en el country club o toma el sol en las arenas de yacht club (…) (Fariñas, 2009, p.23).

Al revisar las listas de socios de los clubes de recreo antes mencionados, se observa como el Vedado Tennis Club (vtc), el Country Club de la Habana (cch) y el Habana Yacht Club (hyc) fueron los clubes más recurrentes para las élites habaneras. Sin embargo, sobre la base del ejemplo de cada una de las variantes enunciadas (tennis club, country club y yacht club) surgieron otros clubes que los tomaban como modelo, aunque por sus características e integrantes fuesen más bien asociaciones para sectores de clase media o de la pequeña burguesía, hasta de sectores populares. De tal modo, las tres asociaciones llegaron a convertirse en emblemas para muchos otros clubes seguidores de estas estrategias asociativas.

Entre esas tres formas asociativas, el tipo yacht club fue un centro importante para diversos sectores de las élites. Es cierto que existieron varios seguidores del ejemplo de las dos primeras pero la distancia entre el cch y cualquier otro country club en la capital era abismal. Algo similar ocurría con el vtc (salvo quizá por el Lucky Tennis Club y el Lawn Tennis Club).

Con el hyc la situación era diferente, pues, entre los seguidores de este modelo se contaban clubes muy importantes en la capital como el Miramar Yacht Club (myc), el Havana Biltmore Yacht y Country Club (hby y cc) y otro como el Tarará Yacht Club (tyc), y el Club Náutico de Marianao de menor rango pero con múltiples similitudes a los de su clase en la época. El vtc era también reconocido en la época como un club náutico o yacht club, también se consideraba como el único capaz de disputarle posiciones al hyc en ese ramo de actividades.

En este sentido, se evidencia hacia donde se orientaba con mayor frecuencia la afición recreativa de las élites habaneras: la náutica y los espacios que propiciaban su práctica. Por esa razón, a pesar de las marcadas diferencias de estas realidades respecto de la actualidad, debe entenderse que estos modos de sociabilidad angloamericanos formales estuvieron entre los más empleados por las élites.

Asimismo, conviene analizar las expresiones de sociabilidad informales que, vinculadas a la cultura angloamericana, accionaron con fuerza en el pasado. Por ejemplo, el caso de las agrupaciones humanas que solían encontrarse bajo el común denominador del vocablo party. Esta expresión se convirtió en una palabra comodín empleada en disímiles ocasiones y para propósitos muy variados, aunque siempre denotaba la intención de agruparse a tono con las modas y las formas sociales que hacían furor en la época.

Por el impacto de la modernidad norteamericana en el país, se generalizó el uso de denominaciones anglófonas para los encuentros sociales más comunes; algunos incluso se efectuaban con anterioridad a la entrada de estos términos y antes solo carecían de nombre propio. La articulación de los conocidos tea parties, bridge parties, entre muchos otros en los años de la república burguesa, ocuparon un destacado lugar en la vida social. De igual manera, proliferaban encuentros de fumadores que eran llamados smokers (Fariñas, 2009). También existían encuentros para celebrar el pronto nacimiento de un bebé, conocidos como baby showers.

DIFUSIÓN Y ARRIBO A CUBA DE LOS YACHT CLUB

Las primeras sociedades del tipo yacht club de las cuales se tiene información, surgieron en el siglo xviii, en diferentes regiones de Europa, Rusia, Irlanda e Inglaterra. La primera de estas, el Royal Cork Yacht Club, fue fundada como Cork Water Club en Irlanda en 1720. Dada la escasa atención especializada que ha recibido esta tipología asociativa es difícil apreciar adecuadamente su proceso de formación durante la primera mitad del siglo xix en varias naciones que incluyen, además de los mencionados, a Suecia, Francia y Holanda. Aunque, las características de estas asociaciones formales se configuraron mayormente en Inglaterra, o sea, adquirieron allí los atributos que les otorgaron reconocimiento (Fariñas, 2009 ).

La expansión mundial de estos clubes a partir de la segunda mitad del siglo xix se debe al papel y empuje naval de Inglaterra y luego al de Estados Unidos (Fariñas, 2009). La enorme difusión social que gozaron, posibilitó su establecimiento en países de otras lenguas como Brasil, Argentina o Alemania. Aun así, pueden presentarse los ejemplos de Canadá y Australia o el de Estados Unidos, país en que constituyen un fenómeno muy expandido.

Era conocido que al principio del yachting, únicamente los privilegios de la fortuna podían armar aquellos grandes veleros sobrecargados de tela, cuya maniobra requería de tripulación. De ahí, la correspondencia entre la acción prevista y el tipo de interacción social que se propiciaba entre sus practicantes, razón que se expresa en una formulación asociativa para los amantes del yachting que, por fuerza, convocaba a personas cuya solvencia permitía desarrollar este tipo de actividades.

En relación con lo anterior, se conoce que algunos de estos clubes fueron espacio de interacción de la aristocracia y luego fueron pasando a manos de la burguesía. Este tránsito de asociaciones de príncipes a sociedades burguesas, en tanto mutación de sociabilidad, no expresa un fenómeno desconocido. La siguiente transformación ocurrió más adelante, puesto que la característica de aunar a los príncipes del capital o de otra índole se mantuvo hasta el período de entreguerras del siglo xx cuando, como fenómeno social comienza a ser imitado por otros sectores de la población, según el sociólogo francés Philipe Dauchez (citado en Fariñas, 2009): “La postguerra de 1918 vio desaparecer todos los grandes yates y sus tripulaciones gravosas, al tiempo que se multiplicaban sus propietarios que [luego de] la segunda guerra mundial [se] aceleró el movimiento [en esta dirección]” ( p.28).

Este fenómeno propició la fundación de muchos clubes vinculados inicialmente a sectores medios de la población y con posterioridad a los sectores populares, aunque esto ocurría fundamentalmente en países de mayor desarrollo socioeconómico. En consecuencia, la observación de estas formas asociativas se hace más compleja, pues los primeros clubes no dejan de existir, sino que junto a ellos coexisten los segundos. De ahí, que el estudio de esta tipología requiera conocer de la existencia paralela de los clubes con estructuras muy similares, pero con características en extremo diferentes. Por más que los de menor jerarquía social fueran similares a sus modelos, era imposible que sus miembros alcanzasen los estándares de vida que todavía se propiciaban en los primeros (Fariñas 2009).

Existen elementos importantes que deben ser considerados en el análisis de esta tipología asociativa como fenómeno sociocultural. El mayor referente de los deportes náuticos, “La Copa América”, ha sido considerada como el motivo de “…una, disputa amistosa, de índole deportiva, entre Gran Bretaña y los Estados Unidos…” (Fariñas 2009). Sin embargo, una mirada más atenta hacia esta competencia que ha llegado a convertirse en un símbolo de la cultura occidental, descubre otras cuestiones (convivencias, relaciones humanas y comportamiento).

Iniciada en 1851, esta competición ha sido la expresión de la rivalidad británica y norteamericana sobre el Atlántico, al extremo que “…algunas de sus fases fueron [consideradas como] asuntos de Estados…”. Solo que al nivel de los imaginarios, el sentido de estas justas deportivas tuvo contenidos más amplios que los de una estricta emulación marítima. Considerando que la exmetropoli era la mayor potencia naval del orbe, las reiteradas derrotas a manos de la excolonia, no debían tener poca significancia para los involucrados en estos combates simbólicos, desde el punto de vista de los ingleses:

Los norteamericanos eran recién venidos en el yachting, toda vez que no habían empezado antes de 1844, cuando enviaron una goleta a Europa, para ver lo que este barco construido según su idea sería capaz de hacer frente a los productos de la técnica tradicional británica (…), el América [nombre que se le dio a la embarcación estadounidense] (…) Disperso a sus diecisiete competidores ingleses y gano (…), el New York Yacht Club creó una copa —especie de cafetera de muy mal gusto— que atribuiría al barco capaz, como el América, de ir a llevarse la victoria en las aguas de su adversario (Fariñas, 2009, p.30).

De la narración anterior, pueden extraerse los capitales en disputa, una vez se peleaba por demostrar la destreza sobre el medio náutico (incluido el derecho a su posesión), y se competía por la superioridad del ingenio en la construcción de medios técnicos navales (y por extensión sobre muchos otros). De igual modo, sobresale la significación del nombre del barco norteamericano como representación de Estados Unidos de América. Sin embargo, lo más importante fue el talento de los estadounidenses en favorecer la regularidad de una competición que beneficiaba el prestigio de los marinos y arquitectos navales de su país. Los ingleses se sintieron heridos en su orgullo de marinos y en un lapso de más de cien años buscaron infructuosamente la revancha (Fariñas, 2009).

En torno a la lucha comentada, se erigieron los dos baluartes fundamentales del yachting a nivel mundial, Inglaterra y Estados Unidos. A uno y otro lado del Atlántico, sobresalieron a su vez las dos organizaciones que marcaban la pauta de los clubes dedicados a estos avatares: el New York Yacht Club (1844) y el Royal Yacht Squadrom (1815, llamado The Yacht Club en sus inicios). Este último ha sido con justicia considerado por mucho tiempo como “…el Club más exclusivista de Europa y tal vez del mundo…” (Fariñas, 2009). De hecho se dice que la “…‘Real Escuadra de Yatchs’ ha sido patrocinada por muchos reyes y (…) debe mucho su engrandecimiento al interés demostrado por la reina Victoria (…)” (Fariñas, 2009).

Las primeras organizaciones de este tipo en Estados Unidos datan de la segunda y tercera décadas del siglo xix. No obstante, fue a partir del surgimiento del citado club neoyorquino —considerado el primer yatch club permanente de ese país— que estas entidades lograron arraigarse de manera definitiva (Fariñas, 2009). Luego, la difusión por toda la geografía norteamericana durante el siglo xx experimentó un continuo aumento. Según los datos que ofrece North American Yatch Racing Union, esta modalidad asociativa alcanzó las costas atlánticas y pacíficas de ese territorio, así como, el Golfo de México y los lagos interiores, con más de 170 clubes para el año 1925. La contraparte de este enorme conjunto de asociaciones en las islas británicas era conocida como la Royal Yachting Association in Great Britain (Fariñas, 2009).

En el área geográfica latinoamericana y caribeña, las primeras manifestaciones de este fenómeno asociativo aparecen en Argentina (1883) y Jamaica (1884), seguidas por Cuba (1886) y Brasil (1898). La peculiaridad de difundirse a través del intercambio, entre las ciudades portuarias propiciaba que donde el trasiego de embarcaciones adquiriese importancia se favorecía su establecimiento.

… los ingleses [eran los más] grandes fundadores de clubes náuticos [y se habían convertido en el] patrón que ha seguido el nuestro por intermedio de influencia norteamericana…” ( ). Los Protagonistas de estas formas de ordenamiento social descubrían también sus intenciones de jerarquizar al expresarse como sigue: “…un club de esta naturaleza ha de ser necesariamente exclusivo, esto es, formado por individuos sujetos a una escrupulosísima selección de carácter social (…) esta selección ha de llevar aparejados altísimos objetivos patrióticos y nacionales (Fariñas, 2009).

El veterano Enrique Conill, reconocido entre los cubanos de mayor fortuna en la primera mitad del siglo xx, se había convertido en uno de los principales promotores de la náutica en Cuba. En sus palabras, se evidenciaba la significación y el sentido patrio de estas prácticas sociales y deportivas:

Yo siempre he sostenido que el sport del yachting, reviste entre nosotros un carácter patriótico a causa justamente de que es un medio para que nuestros jóvenes se acostumbren al mar y vean la posibilidad de crear una nueva fuente de riqueza para el país, al mismo tiempo que sería una prueba evidente de nuestra soberanía, el ver flotar por el Mundo entero nuestra bandera sobre barcos mercantes cubanos (Fariñas, 2009).

La Habana fue el lugar en que se estableció el primero de los yacht club en Cuba y tomó por nombre el de la ciudad misma. Sin embargo, es preciso destacar la presencia de esta tipología asociativa en varias regiones del país. Excepto los clubes de la capital, se conocen los siguientes: Gibara Yacht Club, Ciudamar Yacht Club, Cienfuegos Yacht Club, Caibarién Yacht Club, Matanzas Yacht Club, Club Náutico de Chaparra, Club Náutico de Varadero, Club Náutico de Santiago de Cuba, Isabela de Sagua Yacht Club, Sagua la Grande Yacht Club. Se puede observar el predominio de la costa norte en el asentamiento de estas entidades; de igual modo, es destacable el relativo equilibrio entre las denominaciones en idioma inglés y en español con ligera superioridad de las primeras.

Además, se debe señalar la presencia en Cuba de varios country club y de una similar cantidad de tennis club. Hasta la fecha, se han podido conocer los siguientes clubes, sin incluir los de la capital: Country Club de Santiago de Cuba, Vista Alegre, Tennis Club, Villa Clara Tennis Club, Matanzas Tennis Club, Limones Country Club, Caney Country Club, Cárdenas Tennis Club, Holguin Tennis Club y Manzanillo Country Club.

Este orden ha permitido analizar con mayor detenimiento el fenómeno asociativo de los clubes country, tennys, yacht y náutico en la Habana. Según la extensión de la antigua demarcación provincial habanera, en este territorio llegaron a fundarse muchas asociaciones que emplearon las denominaciones mencionadas: 13 country clubs, 15 tennis clubs, 17 clubes náuticos y 22 yacht clubs. El predominio de las dos últimas designaciones de clubes (al ser ambas representativas de la misma tipología asociativa) totalizaron la cantidad de 39 inscripciones ante las autoridades. Salvo el Habana Yacht Club, todos los demás que operaron en la capital surgieron con posterioridad a 1902.

En la colonia, el hyc apenas se desenvolvió por espacio de una década (1886-1895), luego recesó hasta el inicio de la siguiente centuria. Su renacer lo reorientó a la nueva situación jurídico-administrativa; fue a partir de esta y en el espectro asociativo de esa república burguesa donde alcanzó sus más indiscutidos éxitos.

De 1902 a 1961 existieron dos etapas diferenciadas en la existencia de estas asociaciones. En la primera, que abarca las tres primeras décadas del siglo xx, los clubes de este tipo que surgen son más aristocráticos, extienden su longevidad hasta el final de la república burguesa y mantienen sus estados de cuentas muy por encima de los 50 000 pesos. Sus seguidores en los tres decenios siguientes rara vez alcanzan los 15 000 en sus cuentas corrientes y la mayoría cambian en prácticamente todos los sentidos: lugar de asentamiento, condición de sus integrantes o longevidad de la organización (Fariñas, 2009).

PRINCIPALES ASOCIACIONES CÍVICAS HOLGUINERAS (DEPORTIVAS) EXISTENTES DURANTE LA REPÚBLICA

En la región nororiental de Cuba, desde Puerto Padre hasta Sagua de Tánamo, llegó a consolidarse durante la República democrático-burguesa una cultura que se encontraba sustentada por elementos de clases media y alta, que por regla general era practicada por profesionales de importantes familias como arquitectos, abogados, ingenieros, periodistas, hombres de negocios, etc.

Todos ellos mediante la iniciativa privada fueron capaces de generar asociaciones de un notorio civismo para la instrucción y el recreo, practicar deportes y actividades del ocio, acciones fraternales, así como, la promoción de políticas públicas para el mejoramiento urbano.

En cuanto a las importantes sociedades de instrucción y recreo, se debe consignar que existieron varias, teniendo mucho peso las de origen étnico1. Así, por ejemplo, los españoles residentes en la ciudad fundaron el 12 de febrero de 1910, la célebre Colonia Española de Holguín, la cual contó con un edificio social, quizás de los más bellos de la ciudad, ubicado en la calle Maceo entre Luz Caballero y Martí, donde actualmente se encuentra el Museo de Ciencias Naturales Carlos de la Torre y Huerta.

Esta sede social fue inaugurada el 8 de diciembre de 1927. Los fundadores de esta asociación fueron, entre otros: Saturnino García Zaballa, Juan Sarabia Lombana, Rosendo Gómez López, Robustiano Diego Gómez, Rufino González del Rosal, Gaspar Cortina Batista, Salvador Esteve Romero, Faustino Aja San Emeterio, Eladio García Ureta, Baldomero Menchero Mederos y Remigio Truebas González (García, 1955, p.141).

Estas personas de alguna manera se encontraban vinculadas a la actividad comercial dentro del término municipal, propiciando una alta cobertura a la única sociedad de origen hispánico creada en la ciudad de Holguín durante la República democrático-burguesa.

Otra asociación de carácter étnico que tuvo cierta visibilidad en el entorno sociocultural fue la Colonia China de Holguín2, la cual agruparía a personas de origen chino3. Los chinos residentes en Holguín inauguran tal sociedad el 10 de octubre de 1932 (Fariñas, 2009), bajo la dirección ejecutiva de Ignacio Woong y la Secretaría, a cargo de Marcelino Achong. Con anterioridad, existieron en la ciudad holguinera, las asociaciones antecedentes de la Colonia China: el Kuo Ming Tang y Sun Yan Sem; ambas de carácter político (Fariñas, 2009).

Entre las personalidades holguineras de origen chino que asumieron un papel destacado en la vida social de esta asociación se encontraban: Juan Hauke, Lorenzo Mok Venchey, Agustín Cheong, Rufino Cheong, Manuel Grim, Santiago Sam, José Cheyuan, Mario Pam, Benito Lee, Augusto Ham, José Gam, Guillermo Som, Amrio Lee, Alfonso Yen y Luis Gem. También se encontraban vinculados a la actividad comercial de la ciudad y muchos de ellos integraron una sociedad juvenil, denominada Juventud China de Holguín.

La inmigración de origen árabe en Holguín, también asumió la modalidad asociativa para la manifestación social y cultural dentro de la ciudad. Esta inmigración integrada preferentemente por personas procedentes de Siria y Libia, fundó su sociedad de recreo, nombrada Juventud Libanesa, por acuerdo tomado el 3 de abril de 1923, en el establecimiento comercial de Elías Besil Besil (Fariñas, 2009). El edificio social de Juventud Libanesa se inauguró oficialmente el 30 de abril de 1928, en la calle Frexes entre Narciso López y Morales Lemus. A partir de esa fecha, dicho lugar sería testigo de una intensa actividad cultural.

Entre los pioneros de esta institución se encontraban reconocidas personas del mundo comercial de la ciudad: Antonio Saad, Jorge Mezerene, Zacarías Curi, José Chelala Aguilera, José Azar Feraz, Antonio Cristo, Antonio Curi, Pablo Necuze, Elías Azze, Julián Azze, Juan Camayd, Pedro y Jacobo Eljagua, Marco Salup y José Boueb (Fariñas, 2009).

El edificio social de Juventud Libanesa se inauguró oficialmente el 30 de abril de 1928 en la calle Frexes entre Narciso López y Morales Lemus. A partir de esa fecha, dicho lugar sería testigo de una intensa actividad cultural.

Los individuos blancos de la ciudad tenían una sociedad exclusiva, considerada la de mayor visibilidad en la ciudad durante la República: El Liceo. El antecedente más inmediato que tuvo este se encuentra en la etapa colonial. En aquél momento se nombraba Casino de Holguín, fundado el 6 de enero de 1887 (Fariñas, 2009).

El nombre de Liceo fue aprobado el 4 de diciembre de 1898, en una reunión celebrada en la Casa Consistorial en la que se encontraban presentes personalidades como: Manuel Nates Bolívar, Melchor Beceña Coro, Julián García Zaballa, Félix Hernández Ávila, Francisco Munilla Calvi, José Agustín García Leyva, Salvador de Fuentes Aguilera, entre otros. Hacia 1937, El Liceo tendría su primer edificio social, una joya arquitectónica del eclecticismo local, que entre otros valores, albergaba la mejor biblioteca de época en la región; sin embargo, fue demolido durante la década del 50. En su lugar se construyó una edificación más racionalista4, tipología promovida por la dictadura de Fulgencio Batista.

Se debe mencionar que otra asociación con un perfil muy similar El Liceo existió en Holguín, llamada La Bella Aurora (1903), siendo su presidente Heliodoro Luque Pupo5. En otro sentido, es importante recalcar que los sectores pudientes de la población crearon clubes deportivos. La ciudad de Holguín tuvo durante la etapa de la República al denominado Club Atlético de Holguín, en terrenos propios con una extensión de 306 276 metros cuadrados, situado en Aricochea y Narciso López. Dicho club fue fundado el 21 de mayo de 1914 (García, 1955), con la adhesión de 42 socios fundadores, bajo la presidencia de Luis Ezpeleta Pérez; Dr. Bonifacio Gómez Gallardo, vicepresidente; Enrique Rodríguez Fuentes, tesorero; Tomás Roberto Tamayo, secretario; Sifredo Feria Salazar, vicesecretario. Como vocales fungieron, Pedro Talavera Céspedes, Ricardo Pérez Fuentes, Cándido Grave de Peralta, Andrés García Fernández, Ángel Rodríguez García y a José de la Luz Manduley.

La otra institución emblemática de carácter deportivo que tuvo la ciudad fue el Holguin Tennis Club, cuya primera aparición pública ocurrió en 1910 bajo la presidencia de Francisco Grave de Peralta. No obstante, dicho club fue reorganizado el 11 de marzo de 1955, con la integración de José M. Infante Castañeda, Ernesto Cortina Menchero, Juan Pedro Esteve Massens, Oscar Tamayo Ruiz, Rubén Cortina Menchero, Carlos Penín Dominicis, entre otros.

Ambos clubes se crearon, entre otras razones, para promover y practicar deportes, como el béisbol, baloncesto y tenis de campo, en los momentos de ocio. Además del Club Atlé-tico y Holguín Tennis Club, la ciudad contó con otras instituciones de carácter deportivo. Una de estas fue el Holguín Country Club, presidida por Alfredo Torralbas Lora y del que eran sus socios Rosita y Felisa Ochoa Morales, Carmen crespo, Digna y Cacha Ochoa, Miguel A. Rimblas, Antonio R. Díaz, Francisco Monné, Luis Guillermo Góngora, Andrés Torres, entre otros. La otra institución fue el Holly Club, presidida por Carlos Pargas y Nancy González (García, 1955).

Al igual que estos clubes deportivos, otras instituciones exclusivas desarrollaron actividades de carácter similar durante aquellos años, por ejemplo, el Club Rotario, el cual era miembro del Rotary International y se fundó el 17 de diciembre de 1927. Dicha institución contó entre sus fundadores con José M. Subirats de Quesada, Francisco Pérez Zorrilla, José A. García Feria, Mario Muro Bernal, Fermín Torralbas, Alfredo Infante Maldonado, Pedro Talavera Céspedes (Fariñas, 2009)

Otro ejemplo es el Club de Leones, que como filial del Lion International resultó otra emblemática institución para el recreo, los deportes y la instrucción de la clase acomodada holguinera. Dicho club fue inaugurado el 1° de agosto de 1940 (Fariñas, 2009). Entre sus fundadores se encontraron: Guarino Aguilera Vives, Jesús Imperatori, Rafael Martínez, José Trasobares, Dionisio Gómez de la Torre, José A. Patallo Cerviño, Ángel J. Legrá, Rafael Carril, Pablo Antúnez, Rodolfo Socarrás, Isidro Maldonado, Dionisio Sotelo, José Señal Somoano, Adriano Diéguez, Manuel Horruitinier, entre otros (Fariñas, 2009).

Por otra parte, se fundan asociaciones más variadas que responden a los intereses de distintos sectores sociales, entre las que se encuentran las de la población negra, las familiares y las fraternales. En cuanto a las agrupaciones de familias negras y mulatas de la clase media, cabe mencionar que incluía a profesionales, pequeños comerciantes y a personas que practicaban oficios de manera tradicional, también establecieron sociedades de instrucción y recreo, las que alcanzaron una notable visibilidad sociocultural. Las dos sociedades de mayor protagonismo en este sentido fueron: El Alba y Unión Holguinera. La primera de ellas se fundó en marzo de 1906, integrando a los viejos asociados del Casino de Artesanos, entre los que se encontraban personas pertenecientes a las familias Avilés, Urbino, Milá, Gelabert, entre otros.

Entre enero y agosto de 1907, se da la adquisición del solar en la calle Mártires, en el cual se levantaría el edificio que fungiría como su sede social. Posteriormente, en 1908 se aprobaría el Reglamento de la sociedad, mientras que el 16 de octubre de 1909, se inaugura de manera oficial el edificio de El Alba. En 1922, se produce una escisión en el seno de la asociación. Aparecería otra institución para “sector de color”, coincidentemente, formada por los más oscuros de piel y con menor solvencia económica: Unión Holguinera.

En ambas sociedades, un selecto grupo de las familias negras y mulatas que había logrado ascender en Holguín se apropió del espacio cultural. Se buscaba el refinamiento y la consolidación de su condición social en relación a las comunidades homólogas de blancos. Además de fungir como sociedades de instrucción y recreo, desarrollaron acciones de beneficencia, civismo, patriotismo y de afianzamiento a su identidad local (Rodríguez, 1884).

Mientras que otra sociedad que fue importante en su momento, pero desafortunadamente desconocida por las jóvenes generaciones, se trata de la denominada Unión de Familias, fundada el 14 de octubre de 1934 por las familias Velásquez y Oropesa (García, 1955). Su sede social se inauguró el 8 de junio de 1947, en la calle General Vázquez (Peralejo), en la cuál funcionó una escuela gratuita para los grupos más vulnerables de la ciudad. Cabe destacar que entre ambos apellidos existieron lazos muy profundos, que le otorgaron a la sociedad un interés netamente familiar. Hacia mediados de los años 50 del siglo xx, contaba con más de 4000 integrantes, quienes por una cuota mínima mensual, se garantizaban protección y consuelo en caso de desgracia familiar (García, 1955).

Los fundadores de Unión de Familias fueron, entre otros: Eduardo Driggs Oropesa, Francisco Velásquez, Ramón Oropesa Velásquez, Rafael Oropesa Driggs, Diego Velásquez, Asunción Velásquez, Josefa Hidalgo de Velásquez, Josefa Balboa Aguilera de Velásquez, Juan Velásquez y Ramón Oropesa Driggs y Rafael Ricardo Velásquez (Fariñas, 2009).

Por su parte, las asociaciones fraternales contaron con las siguientes: la Muy Respetable Gran Logia de Holguín, cuya fundación data del 13 de enero de 1908, adscrita a Muy Respetable Gran Logia de la Isla de Cuba, de Antiguos, Libres y Aceptados Masones. Bajo su amparo se encontraban también: Caballeros de la Luz, Panchito Frexes nro. 55, Logia Juvenil para Varones Nicasio Vidal Pita nro. 18, Logia Juvenil para Mujeres Lidici nro. 11, y Logia de Mujeres María Luisa de la Luz nro. 19, Logia Guabasiabo nro. 56, Logia Juvenil Eduardo Solana nro. 19, Logia de Mujeres Lucía Iñiguez nro. 26, y el Club de Rebekah Juvenil Blanca Luz Emperador; por último, se destaca el Capítulo Rosa Cruz de Oriente, subordinado a la Central San José, California. Su fundación data del 24 de junio de 1937.

Aunado a lo anterior, se considera necesario mencionar los Patronatos existentes en Holguín, como una variante de este tipo de sociedades. Dos de estos son: el Mil Amigos de Holguín y el Patronato Pro Mejora del Reparto El Llano. El segundo logró evitar la edificación de un mercado de abastos en el área del Parque Infantil. La edición especial del Heraldo de Holguín de 24 de noviembre de 1949, reprodujo lo siguiente: “…con este edificio se limitaba a los niños del único lugar destinado en la ciudad para su recreo, además del hacinamiento en el tráfico, con las dos vías de importancia que lo circundaban la carretera de Gibara y la Avenida Capitán Urbino” (San Miguel y Hernel, 2010, p.73).

También el Patronato Nacional de Asistencia Pública tuvo su incidencia en la ciudad. Esta institución financió el funcionamiento de La Creche, entidad escolar inaugurada el 7 de octubre de 1948, donde recibían alimentación, vestimenta, enseñanza y cuidado alrededor de 50 niños hijos de madres obreras.

Un número de hombres con una conciencia clara de sus deberes ciudadanos, un fuerte sentimiento de identidad holguinera y el objetivo concreto de enaltecer los intereses de la urbe nororiental se fue expandiendo por la sociedad durante casi 15 años. La sistematicidad del Patronato en sus tareas resultó una muestra de constancia y voluntad. Este introdujo en su propuesta a vecinos, familias, asociaciones de diversa índole, las autoridades municipales, propietarios, comerciantes, entre otros. Todos estos actores sociales se sintieron identificados con un proyecto que tenía como centro a la ciudad, lo cual logró la movilización ciudadana para otorgar de manera voluntaria su aporte.

Esta asociación apareció en el espectro social del territorio como una necesidad de la época. Antes de su creación, realmente no fueron muchos los intentos de diferentes sectores de la sociedad para desarrollar los trabajos de obras públicas que la ciudad demandaba urgentemente, siendo capaz de tomar la iniciativa en la modernización urbana de Holguín, con la colaboración de la ciudadanía. Además, se vieron involucradas las distintas autoridades en tal empeño.

Los integrantes de esta asociación pertenecían a las clases más acomodadas de la ciudad con una condición socioeconómica favorable, para proponer y desarrollar acciones públicas en el ayuntamiento municipal —a partir de iniciativas privadas— con alcance en el sector de los servicios utilitarios e intentar solucionar problemas acumulados en la cotidianidad. Lograron integrar a sus acciones a decenas de vecinos en pro del mejoramiento y reconocimiento de la ciudad como una de las más importantes de la provincia de Oriente.

Este resultado investigativo revela cómo importantes elementos de la sociedad civil republicana generaron políticas y acciones destinadas al logro del mejoramiento urbano de la ciudad y por ende, a generar en la población una consolidación de la holguineridad.

CONCLUSIONES

El papel de las asociaciones (en específico, Club, Yatch Club, Country Club, Asociaciones cívicas de carácter étnico, familiar y las logias) tiene una importancia capital en Holguín, pues su estrecho vínculo hace más eficiente el trabajo de integración entre los diversos actores sociales y se obtienen resultados superiores que tendrán como consecuencia el mejoramiento humano y el desarrollo integral.

Las asociaciones formadas en la primera mitad del siglo xix y significativamente en Holguín, tienen gran relevancia en las condiciones socioeconómicas, las cuales permitieron el desarrollo y prosperidad del ayuntamiento, con la singularidad de las acciones privadas de la clase media en busca de soluciones y respuestas inmediatas a la situación concreta de la época, lo cual tuvo como resultado convertir a la ciudad entre las más importante en la provincia de oriente.

REFERENCIAS

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Contreras, C. (2009). El Patronato Pro Calles de Matanzas: una respuesta ciudadana. Matanzas, Cuba: Ediciones Matanzas.

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Fariñas, M. (2009). Sociabilidad y cultura del ocio; las élites habaneras y sus clubes de Recreo (1902-1930). La Habana, Cuba: Fundación Fernando Ortiz.

García, J.A. (1955). La municipalidad holguinera; comentario histórico 1898-1955. Holguín, Cuba: Imprenta Hermanos Legrá.

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Vega, J. (2002). Región e Identidad. Holguín, Cuba: Ediciones Holguín.

Fecha de ingreso: 24/04/2018

Fecha de aprobación: 05/03/2019


1 Durante la República democrático-burguesa se establecieron en el país diversos grupos étnicos integrados por extranjeros de diversos orígenes, quienes trasladaron a su nueva patria sus costumbres, fiestas, creencias, además de su modalidad asociativa.

2 La sede social que tuvo la Colonia China de Holguín radicó en la calle Aricochea, entre Libertad y Maceo, frente al parque Julio Grave de Peralta.

3 Los primeros inmigrantes chinos se establecieron en Holguín a mediados del siglo xix. Más tarde, el central Santa Lucía contrató desde principios del siglo xx a gran cantidad de estos. Los chinos también radicaron en otras locaciones nororientales como Banes. Hacia la década del 20, existían allí dos instalaciones hoteleras propiedad de chinos: los Hoteles Cantón y Shangai.

4 La edificación referida es actualmente la sede de la Biblioteca Pública Provincial Alex Urquiola, ubicada en la calle Maceo entre Frexes y Martí, frente al parque central Calixto García.

5 Heliodoro Luque Pupo fue una importante personalidad de la vida social holguinera de inicios del siglo xx. Fue propietario de establecimientos comerciales y director del periódico El Eco de Holguín.