Rev. Ciencias Sociales 165: 105-120 / 2019 (III) ISSN: 0482-5276
ESTADO Y MIGRACIÓN: ORGANIZACIONES TRANSNACIONALES Y DESARROLLO LOCAL EN SINALOA, MÉXICO 1
STATE AND IMMIGRATION: TRANSNATIONAL ORGANIZATIONS AND LOCAL DEVELOPMENT IN SINALOA, MEXICO
Renato Pintor Sandoval*
Ernesto Sánchez Sánchez**
RESUMEN
El presente artículo analiza las formas de interacción y gestión de los clubes de migrantes sinaloenses y su impacto socioeconómico en sus lugares de origen. En primera instancia se analiza el desempeño del Club San José, que apoyado por la Fraternidad Sinaloense en California, tiene un impacto social de manera transnacional a través de prácticas y víncu- los comunitarios. En el segundo apartado, se analiza la Fraternidad Elotense en California, que amparados bajo las iniciativas de los presidentes municipales en turno y bajo el esque- ma del programa 3x1, desarrollan inversiones de infraestructura local en beneficio de la localidad de origen, sobrepasando el principio fundacional del grupo de migrantes orga- nizados que reside en mantener viva las actividades comunitarias de forma transnacional.
PALABRAS CLAVE: MIGRANTES * ORGANIZACIÓN * COMUNIDAD * ESTADO * POLÍTICAS PÚBLICAS
ABSTRACT
This article analyzes the behavior of Sinaloa’s migrant clubs and their social and economic impact in their places of origin. Firstly, the actions of the San José Club are analyzed, which, supported by the Sinaloan Fraternity in California, makes it possible to have a social impact in a transnational manner through practices and community links. Secondly, the Elotense Fraternity in California is analyzed, which under the initiatives of the municipal presidents in turn and under the scheme of the 3x1 program, allow
1
El presente trabajo fue realizado bajo el apoyo del profapi 2015/222 y profapi 2015/267. Proyectos financiados por la Universidad Autónoma de Sinaloa, México.
*
Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México. sansan.ernesto@gmail.com
**
Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México. renato_azul@hotmail.com
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the development of local infrastructure investments in favor of the locality of origin, surpassing the group of organized migrants´ founding principle, which is to keep community activities alive transnationally.
KEYWORDS: MIGRANTS * ORGANIZATION * COMMUNITY * STATE * PUBLIC POLICIES
INTRODUCCIÓN
Desde inicios del siglo xxi, se han desa- rrollado de manera exponencial investigacio- nes de los distintos aportes que realizan las organizaciones de migrantes en sus lugares de origen, en las cuales se analizan los efectos sociales, económicos y culturales que estas desarrollan; así como, las formas iniciales de la organización, recaudación, gestión, cabildeo y supervisión. El dinamismo histórico de la migración mexicana ha permitido la creacion y la consolidadción de organizaciones, frater- nidades y clubes de migrantes, que a lo largo de 15 años, en conjunción con los diferentes niveles de gobierno, han intervenido en el de- sarrollo regional de los lugares de origen de los migrantes.
En 2017, se registraron más de 500 clu- bes de migrantes mexicanos que radican en Estados Unidos. La unión de cinco o más clubes generó la conformación de federaciones de mi- grantes, que funciona de manera autónoma y sin fines de lucro. En 2002, se creó el Programa 3x1 que buscaba apoyar las iniciativas ciuda- danas a partir de recursos de migrantes y de la federación, Estados y municipios. Este progra- ma del Gobierno surgió a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social (sedesol) que apoya las iniciativas de los migrantes organizados para gestionar y realizar proyectos que busquen el desarrollo de sus localidades de origen.
Los proyectos van desde infraestructura social, servicios comunitarios, educativos y pro- yectos productivos, entre estos, construcción y rehabilitación de proyectos de redes de agua, saneamiento y potabilización; construcción, am- pliación y rehabilitación de pavimentaciones, caminos y carreteras; becas académicas y apoyos para el aprendizaje y compra de útiles escolares y uniformes; alimentación y servicios de capaci- tación empresarial para proyectos productivos.
Lo anterior ha beneficiado cerca de 14 millones de mexicanos (sedesol, 2017). Estas inversio- nes sociales responden en parte al desarrollo histórico de la migración mexicana a Estados Unidos, por otra parte, son una necesidad ante la baja recaudación y partida presupuestal que se le otorgan a los municipios en México.
En este sentido, es importante analizar el impacto socioeconómico, más allá de la trascendencia que se deriva de sus inversiones. En otras investigaciones se enfatizó el peso decisivo por la cantidad de remesas que envían los migrantes, como una forma de dependen- cia de estos recursos en las comunidades de origen (Sánchez, García y Pintor, 2015). En este sentido, se muestran las diferentes formas operativas de la organización, gestión y agen- cia que llevan estas organizaciones. Para ello se analiza como referencia a dos clubes oriun- dos del Estado de Sinaloa. Se trata, en primera instancia, de hacer una caracterización de la maduración de los clubes, así como de los nuevos instrumentos que se han incorporado en las negociaciones y los impedimentos que los aquejan una vez que sobrepasan una etapa a otra. Por esta razón, no es fortuito que se discuta si la inversión migrante puede trans- formar la estructura económica de sus lugares de destino.
En este artículo se sostiene que la diná- mica de estos clubes y fraternidades es hetero- génea; por un lado, son decisivos los liderazgos comunitarios como lo muestra el Club San José (Agua Verde, El Rosario) pionero en Sinaloa. Este club está suscrito en la Fraternidad Sina- loense en California y ha dejado de participar paulatinamente en el programa 3x1; mientras que el otro, en la Fraternidad Elotense en Cali- fornia, es decisiva la participación del gobierno local como coparticipe de los programas bajo el esquema federal del 3x1.

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CLUBES Y FRATERNIDADES MIGRANTES: EMPODERAMIENTO Y RECONOCIMIENTO
Los clubes, fraternidades y asociaciones migratorias mexicanas tienen un crecimiento considerable en las dos últimas décadas del siglo xx. El desempeño de estas organizaciones permite, através de sus gestiones, vincular a los migrantes con el desarrollo de sus comu- nidades y complementar su desarrollo, ya sea de manera autónoma, o bien, integrando a los gobiernos en sus tres niveles (federal, estatal y municipal), el sector privado o social (Hernán- dez, 2007; Sánchez, García y Pintor, 2015).
La difusión del fenómeno organizacional de migrantes, no solo en Estados de tradición migratoria sino en los de reciente migración, es trascendental para la gestión e implementa- ción en los programas gubernamentales en los 3 niveles. Actualmente, existen dos estrategias metodológicas para el abordaje de esta proble- mática: 1) sus obras o inversiones sociales y 2) la naturaleza de su organización. En cuanto a la primera, Goldring (2002, p.57) considera cuatro formas distintas de utilización de reme- sas colectivas:
Obras de pequeña infraestructura bási- ca y de comunicación (caminos, puen- tes, agua potable, drenaje, tratamiento de aguas negras, pozos, electrificación, casetas telefónicas).
Infraestructura y capitalización de servi- cios públicos o de bienestar, es decir, pro- yectos relacionados a la educación, salud, y seguro social (escuelas, computadoras, clínicas, ambulancias, despensas, asilos de ancianos).
Obras de recreación y estatus (canchas deportivas, lienzos).
Otras obras comunitarias o de recreación urbana (salones de usos múltiples, “casi- nos”, plazas, bancas, fachadas, arcos).
de asilos de ancianos, construcción de centros para la juventud y remodelación de carreteras, puentes, iglesias, escuelas o centros de salud. No obstante, las dificultades que en- frentan las organizaciones de migrantes y sus proyectos sociales han de concretarse en el im- pacto social en la comunidad de origen. Esto es precisamente uno de los objetivos primordiales de los clubes de migrantes, porque “tratan de no ser excluidos”, buscando alcanzar una “inte- gración social” y que en la distancia continuan manifestando normas, tradiciones, sociabilida- des, apego social e involucramiento que logran mediante la construcción y la extensión de una organización filial.
El crecimiento de estas organizaciones es cada vez más grande; en el 2002, existían más de 400 asociaciones de migrantes en 18 Estados (Pintor, 2015). En el 2014, con la ayuda del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (ime) y de manera autónoma, se registraran más de 1100 clubes en todo Estados Unidos, de los cuales, 300 eran de la región sur de California (tabla 1). Sin embargo, para el año 2015, se -
desol señalaba que existían alrededor de 1800 asociaciones.
Para el caso de los clubes tradicionales y con autonomía en las inversiones, Moctezuma (2008) analiza que “este proceso sólo es posi- ble con el patrón del migrante establecido, el cual no sólo se diferencia del patrón circular migratorio, y también por el hecho de haberse transformado de migración individual a fami- liar” (p. 97) y de participar grupalmente. Esta perspectiva sirve fundamentalmente para com- prender que el hilo conductor del desempeño organizacional no recae en la inversión, sino
en la naturaleza de la organización migrante2 . Esto hace diferente a la dinámica de los clubes de reciente creación auspiciada por la inversión pública que suelen manejarse bajo la agenda municipal, donde su aporte consiste en dar al
Asimismo, señala que los clubes por su simbolismo llevan acabo complejas y diferencia- das formas de representación en sus lugares de origen (Goldring, 2005), por ejemplo, donación de juguetes y materiales escolares, financia- miento a grupos artísticos, becas, construcción
2
Para Moctezuma (2011) se ha hecho un juicio negativo a las organizaciones de migrantes con base a señalamiento políticos, pero se soslaya sus prácticas de carácter transnacional, así pues, los clubes de migrantes se reconocen en su naturaleza misma y en la transición de las redes sociales hacia el desarrollo de las comunidades filiales.
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migrante un espacio de participación mediante la obra pública.
En el debate comparativo sobre la dinámica de los clubes migratorios se señala, por parte de García (2005) y González (2006), la grandeza de estas organizaciones de migrantes por la cantidad de inversiones sociales y por las
remesas colectivas que promueven y que inci- den en el desarrollo local de las comunidades de origen. Lo anterior debido a la insistencia en cómo aprovechar los recursos del migrante en las zonas de expulsión. Este debate se centró primeramente en las remesas familiares, pos- teriormente, se sitúo en las remesas colectivas.
TABLA 1
CLUBES DE MIGRANTES MEXICANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS POR LUGAR DE ORIGEN (PERIODOS 1998-2003 Y 2009-2011)
ESTADO 1998 2003 2009 2011
Jalisco 74 100 31 93
Michoacán 19 51 55 122
Zacatecas 113 126 12 25
Guanajuato 40 48 307 50
D.F. 3 6 6 12
Sinaloa 12 17 5 16
Durango 19 20 54 75
Nayarit 22 27 5 10
Guerrero 23 51 15 64
Puebla 12 34 38 61
Estado de México 6 11 14 16
Oaxaca 22 36 74 74
Hidalgo 4 11 101 134
Aguascalientes 3 1 8 13
Otros 69 84 667 676
Total 441 623 1392 1842
Fuente: Tomado de Escala Rabadán (2014) en base a los datos de González Zepeda (2012, p. 54) y sre (2013). Los datos que ofrece la sre son los mismos para el 2014 (año en que ya no apareció el registro en la página oficial de la Secretaría) por lo que se recomienda utilizar esta fuente con cierta cautela, ya que se trata de datos sobre- representados.
Los analisis de las remesas y las formas de actuar de los clubes migrantes han gene- rado una importante discusión, no solo en el impacto sino en el abordaje metodológico del proceso migratorio. Así pues, a nivel teórico- metodológico, la comprensión de la migración internacional implica una reformulación, ya no sujeta a las definiciones clásicas de migrante y de su status migratorio, sino a redefiniciones propias de “ser migrante”. Las investigaciones de Smith (2006), Moctezuma (2011) o Goldring (2002 y 2005) han abordado el fenómeno mi- gratorio de mexicanos hacia Estados Unidos
con especial interés en las relaciones, prácticas y negociaciones que guardan los individuos con sus lugares de origen detectando cualidades y elementos simbólicos que antes no se incluían en su análisis.
Dado la complejidad, masividad e im- portancia socioeconómica que ha dejado la migración mexicana a Estados Unidos se han creado nuevas redes migratorias, pero siempre sustentadas en redes sociales históricas. Barnes (1954) define la red social como “Cada persona se relaciona con un cierto número de indivi- duos, algunos de los cuales están en contacto

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directo entre sí y otros no”(p. 36). Para Rouse (1992), la red social migratoria es “el conjunto de lazos interpersonales que conectan a los migrantes en las áreas de origen y destino, me- diante lazos de parentesco, amistad y del com- partir un origen común” (p.221).
En esta tesitura, se asocia a los “migran- tes recientes”, a sus estructuras de parentesco y de amistad, pues cada nuevo migrante crea un conjunto de lazos sociales. Los migrantes están inevitablemente ligados a los no-migrantes (fa- milia y comunidad que no migra) y los segun- dos hacen uso de las obligaciones implícitas en las relaciones de parentesco y amistad para tener acceso al empleo y a la asistencia social en el lugar de destino.
Con base a Fitzgerald (2014), este proce- so social es multifacético. Los acercamientos actuales del Estado mexicano tratan de admi- nistrar, regular y vigilar a casi dos de cada diez mexicanos que han dejado el país, creando un sentido de pertenecía común pero en la dis- tancia, poniendo en marcha una gran cantidad de instrumentos, instituciones, programas o mecanismos de acercamiento (Escala, 2014). El desarrollo y consolidación de las redes sociales han permitido que se originen, primero, los grupos de oriundos llamados clubes de migran- tes y segundo, las llamadas asociaciones de clu- bes de migrantes.
En el primero, los clubes o “comuni- dades filiales”, los migrantes se reconocen y se adhieren como parte de una sociedad. De acuerdo a datos de la Fraternidad Sinaloense en California, existen alrededor de 500 000 sinaloenses en la Unión Americana, tanto en Estados como Utah, Nueva York, Illinois, Ari- zona, y Texas, pero principalmente en Cali- fornia. Este último contiene casi el 75% de la población sinaloense en Estados Unidos. La mi- gración sinaloense a ese Estado no es reciente, sino que ha recibido constantes oleadas de migración a lo largo de los últimos 50 años. Su comportamiento migratorio permite que sea el punto de llegada, principalmente a las regiones de Los Ángeles, San Diego, el área de la Bahía de San Francisco y recientemente, hay una
concentración en Arizona, Utah, Washington, Nevada y Carolina del Sur (Pintor, 2015).
EL CLUB SAN JOSÉ
En México han aumentado el número de clubes y federaciones. La conformación de estas organizaciones se ha presentado bajo ásperas relaciones que tejen con sus diferen- tes gobiernos. Algunos autores las consideran como “optimistas” (postura que tienen algu- nas organizaciones migrantes para que en su conformación solucionen problemas de la comunidad sin trabas burocráticas) y se prevé son difíciles de concretar (conjunto de proce- dimientos administrativos-burocráticos que intervienen en la implementación de una po- lítica pública); entre estos, Valenzuela y Lanly (2004) y Padilla (2000) consideran que cuando se elaboran proyectos conjuntos, en ocasio- nes, la capacidad monetaria de los clubes “ha sido superior a las aportaciones que realizan los distintos gobiernos”. Otro problema es la politización con la que se realizaban algunas obras sociales, por lo que los habitantes de los lugares de origen hacen un reconocimiento diferenciado de las obras que han sido “cons- truidas por los migrantes” frente a las “cons- truidas por el gobierno”. Lo que es un hecho es el acercamiento del club con las autoridades políticas en cuanto al diseño de políticas pú- blicas (Valenzuela, 2007).
Con respeto a California, espacio con un dinamismo e historicidad extraordinaria en el mapa migratorio mexicano, cuenta con la mayor cantidad de presencia de clubes y organizaciones de migrantes. Una de estas es la Fraternidad Sinaloense en California (fsc ) fundada en 1991, y su misión es organizar a 14 clubes de oriundos californianos registrados hasta 2009. Las actividades que realizan son bailes de coronación de reinas y la suscripción de convenios con sus respectivas autoridades estatales, comprometiéndose así a secundar el trabajo social que llevan a cabo los clubes en las comunidades de origen (Revista de la Fraternidad Sinaloense, 1998 y 1998a; Pintor y García, 2008) (cuadro 1).
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CUADRO 1
CLUBES SINALOENSES INSCRITOS EN LA FRATERNIDAD SINALOENSE Y SUS PRINCIPALES OBRAS SOCIALES (2000) 3
NOMBRE DEL CLUB
AÑO DE FUNDACIÓN
PRESIDENTE
FREC. DE REUNIÓN
PROYECTOS PRINCIPALES
MIEMBROS ACTIVOS
San Ignacio 1993 Adriana Noriega No disponible No disponible No disponible
Guasave
1992
Ramón Cárdenas Cada 2 meses
Apoyo comunitario y entrega de carro de bomberos
25
Rosario
1985
Octavio Solorza
Cada mes
Rec. del asilo y apoyos a la comunidad
20
Escuinapa 1991 Lourdes Arroyo Cada mes Jardín de niños 25
Agua Verde
1981
Javier Benítez
Cada mes
Construcción de iglesia y biblioteca
25
El Roble
1992
José Ibarra
Cada 2 meses
Apoyos comunitarios
6
Los Pericos 1993 Leticia Camacho Cada mes No disponible No disponible
Mazatlán
1993
Octavio Barrón
Cada mes
Desayunos escolares, sistema de alumbrado en colonias necesitadas
50
Ahome
1993
José Zarate
Cada mes
Envío de 50 sillas de ruedas
14
El Fuerte
1993
Ma. del Refugio Reyna
Cada mes
Carro de bomberos
14
Culiacán
1993
Antonio Malacón
Cada mes
Carro de bomberos y remodelación de la plazuela
25
Fuente: Revista de la Fraternidad Sinaloense, Los Ángeles, julio de 1998.
3
El Club Cubiri, el Club Caiteme, el Club Costa Rica y el Club Rosa Morada adquirieron su adscripción a la Fraternidad en el lapso de 2008-2009 y sus inicios para su formación fueron apoyados por el ime .

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Desde su establecimiento, auspiciado por el entonces Cónsul José Ángel Pescador Osuna y por Humberto Gálvez, ambos oriundos de Sinaloa, la fsc ha tenido como objetivo repre- sentar a la comunidad migrante ante las autori- dades, tanto en México como en California. En palabras de José Ángel Barajas, la Fraternidad se visualiza como:
Una fuerte organización no lucrati- va que cuenta con oficina y centro de negocios, establecida en varias regio- nes de California; con una imagen sólida frente a la comunidad, con un desarro- llo económico estable, así como con un incremento continuo en la adhesión de nuevas comunidades de sinaloenses en California, lo cual ha permitido forjar nuevos líderes (http://fraternidadsina- loense.com).
Para lograr objetivos de acercamiento e incidencia en la comunidad recibe el apoyo de sedesol por medio del programa 3x1, a tra- vés de proyectos de interés comunitario como carreteras, pavimentación de calles, electrifi- cación, remodelación de iglesias y escuelas (Re- vista de la Fraternidad Sinaloense, 2008). Los diferentes líderes de las comunidades y el aval de la Fraternidad permiten nuevas estrategias para mejores proyectos que busquen el desarro- llo económico de Sinaloa. Uno de los proyectos que realizó en 2008, fue un evento musical para ayudar al Asilo de Ancianos de Mazatlán, patrocinado por el grupo musical, cuyos inte- grantes radican en Phoenix, Arizona. En este evento se recaudó la cantidad de $2500 dólares, que fueron donados y procesados bajo el pro- grama 3x1, por lo que se haría llegar entonces la cantidad total de 10 mil dólares al asilo de ancianos en Mazatlán (Pintor y García, 2008). De igual forma, se firmaron proyectos denomi- nados “Rescate de la Sierra”, que tienen como objetivo principal que las comunidades de la sierra puedan contar con plantas de luz y agua, así como de piso de cemento, remodelación de caminos rurales y servicio médico a través de brigadas. Otro proyecto fue la recaudación de fondos destinados para el proyecto de la Univer- sidad Polítecnica del Valle del Évora en Sinaloa,
concretada en 2011 (Revista de la Fraternidad Sinaloense, 2008).
Con base a lo anterior, uno de los clubes sobresalientes es el Club de migrantes San José, cuyo nombre obedece al Santo Patrono de Agua Verde, localizado en el Rosario, Sinaloa. La socialización por el arraigo del migrante comenzó por la familia de Javier Benítez, reco- nocido porque sus padres fueron maestros de la escuela primaria de la localidad. Él es empre- sario en el sector de servicios, expandiéndose mediante una empresa de limpieza y escalan- do al liderazgo de una organización religiosa cristiana local en Los Angeles, California: All Saints (Pintor, 2015).
A finales de la década de los 70 en Agua Verde, el líder del Club tuvo contacto con el párroco de la iglesia local, y se acordó hacer una colecta para ayudar a construir un nuevo templo. La necesidad de reconstruir el templo del Santo Patrono del lugar se expandió paula- tinamente entre los aguaverdenses emigrados en Los Ángeles, y lograron reunirse para buscar la manera de hacer llegar la ayuda financiera. La gestión duró 3 años en cristalizarse, pero ya demostraba la existencia de los miembros a organizarse autónomamente sin la intervención del Estado. En marzo de 1982, durante la fiesta del santo patrón, inauguraron la fachada del templo y el atrio parroquial. Esta fue la acción fundacional del club de migrantes de Agua Verde y con esta acción comunitaria se obtuvo el reconocimiento social que dio a las personas colaboradoras la oportunidad de recuperar la membresía comunitaria que se había diluido por su condición de migrante.
Diversas son las enseñanzas del caso de Agua Verde, entre estas se encuentra la exis- tencia de un proyecto social colectivo, que se impulsa a través de varios proyectos menores en los que se involucran las personas migran- tes y otros agentes locales. Además, se observa que durante su inicio y en gran parte de su desarrollo social, sus inversiones sociales no contemplaron la aportación del gobierno, por el contrario, los aportes económicos los hicieron la población migrante en su totalidad. En este caso, Moctezuma (2011) señala que “se trata de estructuras sociales simples e informales que
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eran invisibles para el Gobierno Mexicano, pero que ya expresan el desarrollo de una membresía transnacional desde abajo” (p. 69).
También hay que destacar la experiencia, el poder alcanzado y el estatus social que las distingue como un club que logra sus objetivos, factores que la identifican como una instancia participativa y organizada. En los grupos for- males, el estatus suele determinar la posición en la estructura, mientras que en los informa- les se basan en aspectos que parecen relevantes al grupo (Morán, 2002).
Este aprendizaje social, a través de la gestión e implementación de programas de in- tervención social, que deben experimentar los clubes de migrantes, los hace proclives al apla- zamiento de las obras con un proceso lento; sin embargo, lo esencial es reconocer quién está interesado, qué funciones desempeñará, cuál es la situación de los migrantes para participar, ya que como señalan Gibson, Ivancevich y Donne- lly (1994), las remesas colectivas e individuales pueden tardarse o nunca llegar, pero a pesar de ello, en este campo social se genera un espacio donde se recrean prácticas transnacionales. Esto se observa con el Club All Saints.
Las obras sociales necesitaron de un deter- minante extra para que se pudiera socializar, principalmente por la escasa participación o desinterés de miembros de la comunidad de origen y esto contradijo su esencia transna- cional. Ante ello, la siguiente misión del Club San José fue la biblioteca pública de la comu- nidad, donde la adquisición del acervo de 1000 libros aproximadamente y las negociaciones emprendidas fue el resultado de varios años de colectas y actividades de la organización de mi- grantes aguaverdenses. Teresa Benítez, maestra de la escuela, señaló que uno de los miembros del club donó su casa para que se instalara la biblioteca. La maestra Benitez ha participa- do como intermediaria de algunos de los pro- gramas que realiza el club, señalando que los habitantes presumen que ya cuentan con una biblioteca (Pintor, 2015).
Más allá de las obras emprendidas por el Club San José, el caso de Agua Verde ejem- plifica que “el sentimiento de pertenencia es la sensación o percepción de ser parte de un
determinado grupo social, mediante el cual se toma distancia de otro” (Enríquez, 2000, pp.42), de los no participativos. En este sentido de pertenencia, los aguaverdenses desde la dis- tancia marcan ya un alejamiento-acercamiento con el “otro”. La persona migrante convive y re- crea su vida misma a través de la participación en actividades que la involucren con su espacio, que a su vez es dicotómico con las prácticas que realiza.
Esto lleva a una reinterpretación de la identidad individual de los aguaverdenses emi- grados y su adhesión a la comunidad. Esta puede estar determinada por el papel sociali- zador al transmitirles la memoria histórica del grupo, la cosmovisión del mundo y también por un nuevo marco de relaciones sociales donde se dinamiza el mundo del trabajo y las nuevas redes de amistades que los conectan con otros grupos sociales. En este sentido, la constitución de la identidad individual es un proceso diná- mico que está articulado con la identidad social del grupo de pertenencia (Giménez, 2010). Es decir, hay un sistema formado por migran- tes que no solo se redefine por su condición identitaria, sino que se fortalece al incorporar una simbología novedosa. Aquí se manifiestan diferencias con otros migrantes y se crean iden- tidades propias en las que se establecen “cone- xiones intersistémicas” (Molina, 2014, p. 28). Entre los aportes que presenta el estudio
de los clubes de migrantes por localidad de origen, se menciona la constante transforma- ción del proceso transnacional, donde a la par de sus negociaciones, se van sumando nuevos agentes de cambio, disputas de poder y lazos que se refuerzan o se reestructuran. Sin em- bargo, no basta solo con el conocimiento, la composición y la historia de las organizacio- nes migrantes para detectar la nuevas formas de relaciones en estas comunidades. También replantearse que estas formas de organización del migrante supervisan y negocian su partici- pación local, municipal y regional. Desarrollan una labor de aprendizaje político y social al ser gestores de proyectos de coinversión con sus distintos gobiernos, y que en su recorrido su- fren fracturas y adhesiones, tanto en el ámbito interno como externo.

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LA FRATERNIDAD ELOTENSE EN CALIFORNIA (FEC)
Para Alba (2010), el inicio del nuevo siglo se caracterizó porque distintos gobiernos lle- varon la dimensión migratoria y sus impactos económicos a políticas económicas a través de programas, esto es lo que se denomina la migratización de las políticas de desarrollo. De este modo, el gobierno asume de manera estra- tégica las bondades de las remesas colectivas, principalmente las familiares. Sin embargo, un punto a destacar de las remesas colectivas y la organización migrante es la escasa transferen-
cia relativa y transparencia de recursos4. En este sentido, primeramente se hace referencia a los envíos de dinero vía electrónica y que se modifican ya que la cantidad está en función de la tasa de cambio dólar-peso y de los cargos e impuestos que se aplican por el envío y que termina por reducir la cantidad original, y por el otro lado, la falta de transparencia en la ren- dición de cuentas de los recursos destinado a obras comunitarias.
Solo una mínima parte del total de las remesas familiares son transferibles por organi- zaciones de migrantes que envían dinero a sus comunidades para apoyar, no solo a la familia, sino a la construcción de infraestructura públi- ca y el desarrollo de proyectos sociales. Por su parte, el ime señala que “la creación y propaga- ción de tantos clubes de migrantes por lugar de origen se debe, sin duda, a la ardua promoción del Instituto de los Mexicanos en el Exterior” (Zabin y Escala, 2002, p.101), postulando con esto la participación del Estado para agrupar a sus ciudadanos y ciudadanas más allá de las fronteras. Informalmente, también funcionan otro tipo de organizaciones como las deporti- vas que realizan los consulados o asociaciones religiosas del lugar de destino, las cuales son un ejemplo de los procesos de formación de las comunidades transnacionales que cultivan sus identidades fuera de sus lugares de origen (Alarcón, 2004).
El caso de las personas migrantes del municipio de Elota, ubicado en el centro-sur del Estado de Sinaloa, es un ejemplo de la di- námica de las organizaciones migrantes. En la investigación realizada por Villegas (2015), se muestra que las organizaciones de migrantes elotenses se encuentran conformadas en tres organizaciones de oriundos: La Fraternidad Elotense de California (fec), la Fraternidad Si- naloense La Cruz ac (fslc) y el Club Paisanos Elotenses (cpe). Estas han potenciado las in- versiones sociales a través del Programa 3x1. Asimismo, la organización que más se destaca es la fec en California con el 46,56% del total de las obras en el municipio, le sigue el cpe con el 39,52% y la fslc con el 10%.
El nivel de reconocimiento no es pleno en estas organizaciones, ya que son marcadas por el tipo de inversión o por la intención de convertirse en proyectos empresariales en su lugar de origen, y no por el grado de represen- tatividad y esfuerzos organizativos que llevaron a realizar sus inversiones. Lo interesante es que en este tipo de organizaciones, en la medida en que van sumando éxitos y compromisos, invo- lucran a nuevos actores en el plano regional o internacional.
Dentro de estas organizaciones existen variantes entre los grupos de migrantes. Entre estas se encuentran sus formas de movilización y gestión en las inversiones sociales, los diver- sos tipos de negociación que emprenden, la historicidad y la presencia de los grupos de mi- grantes con diferentes intensidades en función de número de migrantes expulsados hacia Esta- dos Unidos. Tales diferencias les permiten plan- tear una serie de acercamientos e involucrarse en las agendas de las políticas públicas de los lugares de origen; sin embargo, debido a las diferentes intensidades migratorias, unas con más migrantes y otras con menos, no todos res- ponden de la misma manera. Por ello, existen distintas formas de integración de la organiza- ción, algunas promovidas por líderes locales o comunitarios, incluso gubernamentales, pero
4
En sus estudios sobre este tipo de recursos, Torres (2001) comenta que la organización, las formas y el empuje que tienen estas organizaciones son recursos que bien pueden ser de alta calidad.
siempre bajo la bandera del otro, “del que se fue, pero quiere estar en la comunidad”.
En esta confluencia de organizaciones del mismo municipio, la única organización
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que se encuentra registrada ante el Instituto de los Mexicanos en Exterior (ime) es el cpe , pero todas están inscritas en el Programa 3x1. Esta organización de oriundos fue conformada en el 2011, teniendo su base en la ciudad de Lynwood, California, dentro de la zona de Los Ángeles; como característica particular, en ese momento su presidenta era una mujer, algo poco común en este tipo de organizaciones. Su creación se debió al, en ese entonces, presidente municipal de Elota, Rodríguez Castillo, que con el apoyo familiar se organizaron para confor- mar una mesa directiva y así obtener la toma de nota, registrado como club oficial ante el ime , y así poder acceder a los recursos más altos del Programa (Villegas, 2015).
Durante 2002-2013, fue el periodo más productivo; las acciones del cpe se re- flejaron en 18 obras en el municipio, lo que
equivale a 10,45% del total estatal. Estas tuvieron un valor de inversión de más de 20 millones de pesos, cantidad que constituyó 16,51 % de todas las inversiones realizadas en Sinaloa a lo largo del periodo señalado. Al desagregar las aportaciones realizadas por cada agente, el gobierno municipal de Elota es el que más contribuciones monetarias realizó de todos los municipios sinaloenses (23,17% del total). Le siguen las aportaciones realizadas por el gobierno del Estado con 17,75%, después están las contribuciones de las organizaciones migrantes elotenses con 14,62% del total aportado por el resto de las organizaciones migrantes de Sinaloa; y final- mente, están los fondos erogados por el Go- bierno Federal que constituyen el 13,33% de lo aportado por esta instancia hacia el resto de los municipios.
TABLA 2
OBRAS REALIZADAS CON EL PROGRAMA 3X1 EN SINALOA POR MUNICIPIO, 2002-2012
MUNICIPIOS 2012 2011 2010 2009 2008 2007 2006 2005 2004 2003 2002
TOTAL DE OBRAS
Ahome 2 11 3 - 5 - - - - 1 1 23
Angostura - - - 1 1 - - - - - 1 3
Badiraguato - - - - 3 - - - - - - 3
Choix 3 5 2 2 2 1 - - - - - 15
Concordia - - - - - - - 1 - - - 1
Cosalá - - - - - - - - - - - 0
Culiacán 4 5 1 1 - - - - - - 6 17
El Fuerte 1 - - - - - 1 1 - 2 2 7
Elota 1 1 3 2 1 6 1 1 - 1 1 18
Escuinapa - - - - - - - - - 2 1 3
Guasave 2 9 5 7 1 5 5 - - 1 5 40
Mazatlán - - - 1 - - - - - - - 1
Mocorito - - - 1 - - 1 - - 3 5
Navolato 1 - - - - - - - - - 2 3
Rosario - - - - - 5 2 1 - - - 8
S. Alvarado - - - - - - - - - 2 1 3
San Ignacio - - - - - 2 2 - - 4 - 8
Sinaloa de L. - - 6 - 2 1 1 1 - 5 1 17
TOTAL DE OBRAS POR AÑO
14
31 20 14
16 20 12
6
0
18 24
175
Fuente: Elaboración propia con datos de sedesol, 2014.

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La tabla 2 muestra que los municipios con menor número de obras construidas son Angostura, Badiraguato, Escuinapa, Navolato y Salvador Alvarado con 3 respectivamente, seguido de Mazatlán y Concordia con una sola obra, y Cosalá con ninguna obra realizada. Este último municipio posee el más alto nivel de pobreza y en situación extrema según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval, 2012). Por lo tanto, esto ha dado como resultado que en el Estado de Sinaloa se construyeran en promedio 18 obras con una inversión de 5.75 millones de pesos anualmente, pero también refleja la vulnerabilidad de los diferentes acercamientos del Estado con los migrantes. Esta “política” de acercamiento con los migrantes se gesta me- diante viajes y visitas de las autoridades guber- namentales, principalmente en su nivel federal y estatal, con los líderes de las organizaciones de las diásporas locales en los principales luga- res de concentración de migrantes en Estados Unidos (Valenzuela, 2007).
En estos encuentros se presentan una serie de señalamientos principalmente sobre la continuidad de los programas y la falta de transparencia, desconfianza por el uso de re- cursos monetarios por las obras programadas e incluso, en el abuso del ejercicio del poder para tomar decisiones por parte de las autoridades por encima de las organizaciones de migrantes (Yescas, 2018). Sin embargo, para algunos pre- sidentes municipales de Sinaloa, estas acciones les permiten, además de “pilotear” o ensayar nuevas formas de tratar a la migración, tener un mejor desempeño en la infraestructura pú- blica de sus comunidades. Ahora bien, aquí las organizaciones de migrantes ocupan el espacio público que no solo les otorgan las autoridades, sino el espacio público que se han apropiado por sus medios. Aquí es donde hay posibilida- des de crear espacios transnacionales sólidos, algunos fuertemente politizados y que generan escenarios de negociación social entre migran- tes y sus gobiernos. A partir de lo que postulan Guarnizo, Sánchez y Roach (2003), se sostiene que la intervención del Estado ha permitido recrear espacios transnacionales, y así los mi- grantes participan en el ámbito político en sus
comunidades de origen e influyen en los proce- sos políticos y comunitarios.
De igual manera para Moctezuma (2011), “las prácticas y compromisos de los migrantes incluyen las identidades, las dimensiones po- líticas y culturales de la organización” (p. 94), donde históricamente se ha documentado que los clubes de migrantes mexicanos no necesi- tan al programa.
Así pues, la fec permitió que se constru- yera una secundaria técnica, electrificación y alcantarillado en el municipio y además se ges- tionaron recursos para el Programa “Cruzada Nacional contra el hambre” en el 2014, gracias al programa 3x1 (El Debate, marzo 2014). Lo más destacable es la cuantiosa y constante par- ticipación del gobierno municipal y de los clu- bes elotenses en el desarrollo del Programa 3x1, ya que supera, en términos absolutos, a munici- pios de Ahome, Guasave o Culiacán. Estas enti- dades rebasan por mucho a Elota en la cantidad de emigrantes y la cantidad de remesas recibi- das, presupuesto público y extensión territorial, pero las distintas organizaciones de migrantes elotenses superan en términos relativos al resto de las organizaciones migrantes sinaloenses participes en el Programa 3x1.
Para Villegas (2015) “a nivel municipal gobierno de Elota es el que mayores inver- siones ha realizado ya que aportó 6 millones de pesos mexicanos, lo que equivale a 30.37 % respecto al total de las contribuciones al Programa en el municipio” (p.160); le siguen las inversiones federales con el 27,26% del total municipal. Con estas cifras se da cuenta de que, aunque el gobierno estatal apoyó en mayor medida a Elota en comparación con los otros municipios sinaloenses, sus contribucio- nes no sobrepasan a lo aportado por el resto de los agentes a nivel municipal.
Para el caso de las organizaciones de Elota, no se cumple aquella noción de que a nivel estatal existe una una nula política institucional entre el Gobierno y comunidades de emigrados. Como menciona Valenzuela (2007), lo que se observa por un lado es una relación “cómoda, orgánica, o funcional”, mientras que por el otro, “superficial e intrascendente”. Entonces, la relación entre los
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migrantes organizados y el gobierno de Sinaloa es de doble cara; por un lado, se reconoce la fuerza de la organización de migrantes a través de las inversiones sociales, pero por el otro, el gobierno estatal sabe de las bondades de las remesas en general y el impacto familiar y local en las comunidades.
GESTIONES TRANSNACIONALES Y DESARROLLO LOCAL EN SINALOA
Para los principales municipios expul- sores de migrantes en Sinaloa, el diseño del programa 3x1 tienen como sostén y respaldo a las propias organizaciones de migrantes,
principalmente a las que ya están organizadas y no han buscado o intensificado el esfuerzo en la promoción de organizarse y de tener adhesión a su matría. En sí, la participación de las auto- ridades locales y los clubes de migrantes en el programa 3x1 no es autónoma en su totalidad. Estas se ajustan principalmente a las reglas de operación del programa y a las diversas formas de negociar su ejecución. Sin embargo, en la práctica son varios los casos en que los muni- cipios negocian con los clubes de oriundos, el apoyo de una obra a cambio de conceder obras más allá de los intereses originales de los clubes de migrantes (cuadro 2).
CUADRO 2
BENEFICIOS Y PROBLEMÁTICA DEL PROGRAMA 3X1
BENEFICIOS PROBLEMÁTICA
Su enfoque es de filantropía social.
Su base son las remesas colectivas por lo que dependen de la organización y de los fondos de los migrantes.
Responde a motivaciones humanitarias y de prestigio social (1).
La responsabilidad de la ejecución del proyecto queda en gobiernos locales.
Pueden crear proyectos empresariales.
Aprobada la obra, los clubes y beneficiarios locales no participan en el seguimiento (1).
El Migrante y la sociedad civil son activos promotores de los programas.
La capacidad de promoción y captación de fondos de los clubes ha rebasado la capacidad presupuestal de los gobiernos locales (1).
Buena aceptación entre comunidades y entre los migrantes (1).
No se hacen previsiones para su mantenimiento posterior.
Sirven para recrear y fomentar las acciones sociales de una sociedad.
Exceso de burocratismo.
Fuente: Pintor, 2011.
Nota 1: García Zamora, 2003, p. 19-51.
La problemática central en la gestión y negociación es la toma de decisiones para las obras a construir. Aquí se pone a prueba el grado de autonomía y el interés gubernamental para la puesta en marcha de obras que benefi- cien a las comunidades. Como señalan Pintor (2015) y Valenzuela (2007) al coincidir sobre el caso de comunidades migrantes sinaloenses, las cuales el apoyo se gesta a partir de la ne- gociación y convencimiento a las autoridades gubernamentales.
Si bien es importante la figura del Estado en la movilización y activación de los compo- nentes de la sociedad —ya sea emigrada o no— puede permitir esquemas democratizadores mucho más incluyentes, donde ambos puedan ayudar a crear nuevas y más amplias agendas de gobierno. Por ejemplo, Escribá, Meseguer y Wright (2013) encuentran que las remesas hacen a los votantes menos dependientes de las redes del clientelismo político, e incrementan la posibilidad de la democratización, ya que estas personas no se encuentran asociadas con la

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corrupción del Estado y del soporte electoral de los partidos dominantes.
También se observa el impacto social y político en pro de la democracia, como menciona Wadell (2014) “a través de las remesas colecti- vas en lugares donde se invierte, estás hacen posible que las personas se involucren más en las agendas gubernamentales locales y suceda alternancia” (p.116). En este sentido, gobernar con instrumentos de políticas públicas no se entiende como producto de decisiones unidirec- cionales, sino como producto de una larga serie de decisiones, programas, intenciones e interac- ciones organizacionales que afectan la vida de la sociedad. En este sentido, gobernar con instru- mentos de políticas públicas no se entiende como producto de decisiones unidireccionales, sino como producto de una larga serie de decisiones, programas, intenciones e interacciones organiza- cionales que afectan la vida de la sociedad.
De igual forma, la participación de los clubes de migrantes, en conjunción con los no migrantes debe de reflejarse en la fiscalización de las obras públicas, proyectos en común en urbanización, electrificación, conservación del patrimonio histórico local (Fung y Olin, 2001), atención y asesoría legal migrante o inclusión política de los migrantes. Estas acciones con- juntas entre las organizaciones de los migran- tes y los presidentes municipales, los asuntos de obra pública y su decisión sobre financia- miento, podrían resolverse en el principio de participación ciudadana transnacional. Bajo este principio, se le otorga reconocimiento a los migrantes organizados, no solo a nivel federal, donde se encuentra el programa, sino también en el municipio, donde incluso pueden pasar a coparticipar con el gobierno local y negociar con nuevos actores como las empresas, organis- mos federales, internacionales y fundaciones. Con base en lo anterior, la membresía
que ejercerá el migrante desde el extranjero, permitirá dar significado a su propio entorno por ser “objetivamente” parte de esa estruc- tura llamada comunidad, ahora convertida en transnacional5. De igual forma, se refuerzan o
establecen una serie de lealtades y compromi- sos que defienden y comparte con quienes no han emigrado, pero que son parte de la misma comunidad. Por lo tanto, el funcionamiento de las organizaciones, no solo se centra en el migrante sino en los propios “espacios sociales transnacionales” que van creando. Estos espa- cios constituyen una importante estructura de referencia para los posicionamientos sociales que determinan la praxis de la vida cotidiana, las identidades y los proyectos biográficos (la- borales) y que, simultáneamente, trascienden el contexto social de las sociedades nacionales (Pries, 2000).
Entonces, efectivamente crea un nuevo institucionalismo del transnacionalismo y que permite conformar una extensa gama de pro- cesos organizativos, que van desde formas de representación permeadas por lo religioso, sim- bólico, local o comunitario, hasta la confor- mación de verdaderos frentes o espacios que influyen en el diseño de las políticas públicas locales (Valenzuela y Lanly, 2004).
CONCLUSIONES
El diseño de políticas públicas de inclu- sión entre la sociedad emigrada y sus gobiernos es un tema que cada vez tomará más pertinen- cia, dada la nueva era y masividad organizada en la migración mexicana a Estados Unidos. Las formas de representación y organización de los migrantes han permitido cambiar la agenda pública en cuanto a la implementación de pro- gramas sociales en comunidades de migrantes. Si bien es cierto que la participación del Estado es importante para la regulación, es necesario plantear que las organizaciones de migrantes mexicanos han creado diferentes programas, que por su naturaleza, se convier- ten en auténticos proyectos de iniciativas pú- blicas que tratan de incentivar el desarrollo de sus comunidades de origen; como por ejemplo, el caso de la Fraternidad Sinaloense en Cali- fornia (fsc ).
ejemplo, a través de los polleros (traficantes de migrantes), comercio informal y organizaciones no
5
Es inseparable de estas acciones las conexiones que establecen la dinámica migratoria, por
gubernamentales que defiende al migrante (Molina y Vedia, 2014).
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Haciendo un balance, el club de migran- tes de Agua Verde y la Fraternidad Elotense en California ejecutan acciones en nombre del bienestar de su comunidad de origen, la adhe- sión y su membresía activa comunitaria, los lleva a no desligarse de las acciones sociales de índole cultural, cívica y política, sujetas a prác- ticas y vínculos transnacionales.
Este tipo de asociaciones son estructuras organizativas complejas y permiten que sus re- laciones estén sustentadas en los liderazgos de las organizaciones y potencialicen sus destrezas de negociación en el plano binacional, sobre el cual se mueven y donde sería imposible pensar en instaurar, ya no inversiones sociales, sino programas públicos de largo alcance. Se puede sostener que existe un empoderamiento del migrante organizado, que a lo largo de décadas de negociación y gestión realizan actividades cívicas y filantrópicas mediante relaciones co- munitarias y de solidaridad.
Sin embargo, este empoderamiento es compartido, como lo muestra el caso de Elota, en el cual su estructura y fortaleza es promovi- da en conjunto con el liderazgo y la coparticipa- ción de los presidentes municipales, diseñando e implementando políticas públicas de corte local junto con la reconstrucción transnacional comunitaria.
No se trata de asumir una postura en la cual los clubes de migrantes son la panacea ante los problemas de índole estructural en las comunidades de origen, ya sea de manera autónoma o con la ayuda de sus gobiernos de origen. Más bien, se debe prestar atención a la naturaleza y desarrollo que han logrado estas organizaciones de migrantes, a partir del envío de remesas y su reconocimento como factor de desarrollo. También es necesario que los clubes de migrantes se coordinen con los gobiernos, y más allá de contribuir al desarrollo regional, se implemente una cooperación binacional o transnacional en la cual se reconozca la ciuda- danía extendida y sus derechos.
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