Rev. Ciencias Sociales 165: 211-231 / 2019 (III) ISSN: 0482-5276
SECCIÓN ESPECIAL
En Memoria del sociólogo centroamericano
Edelberto Torres Rivas

Discursos en el Homenaje póstumo al profesor Edelberto Torres Rivas
Dr. Honoris Causa Universidad de Costa Rica Ex-secretario General de Flacso Escuela de Sociología Secretaria General flacso
Facultad de Ciencias Sociales
31/01/2019
212 Daniel Camacho, Nora Garita, Allen Cordero, Cinthya Fernández, Ilka Tremiño y Jorge Rovira
DISCURSOS
1. Prof. Daniel Camacho Monge, catedrático, Escuela de Sociología y Director, Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica.
2. Profa. Nora Garita Bonilla, catedrática, Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica.
3. Prof. Allen Cordero Ulate, Director, Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica.
4. Profa. Cinthya Fernández Lépiz, Coordinadora Académica Regional de la Secretaría General de flacso .
5. Profa. Ilka Tremiño Sánchez, Directora Sede flacso-Costa Rica.
6. Prof. Jorge Rovira Mas, catedrático, Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica.
1. Discurso del Dr. Daniel Camacho Monge, Director de la Revista de Ciencias Sociales, profesor pensionado de la Escuela de Sociología y profesor emérito de la Universidad de Costa Rica
El amor entre Edelberto Torres Rivas y Costa Rica comenzó en un restaurante de la Ciudad de México, sin que algún costarricense estuviera presente.
El Consejo de Rectores de la Confederación de Universidades de Centro Améri- ca (csuca) entonces con sede en la Universidad de Costa Rica decidió, no más iniciada la década de los años setenta del siglo xx, constituir el Programa Centroamericano de Ciencias Sociales, con el fin de impulsar el avance de esas ciencias en la región centroamericana.
Entre las opciones consideradas para el cargo de Director de ese programa se encontraba Edelberto quien, a la sazón, capeaba en México las durezas del exilio, al principio ejerciendo diversas ocupaciones, incluida la venta de enciclopedias y más tarde ejerciendo la investigación y la docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México, unam, institución que lo valoró altamente, pero donde su condición laboral era precaria a causa de condicionantes administrativos, reglamentarios y burocráticos.
Lo que tuvo lugar en ese restaurante mexicano, cuyo nombre ignoro, fue una cena-entrevista dentro del proceso para elegir director del mencionado Programa de Ciencias Sociales. Además de Edelberto, participaron en la reunión dos singulares centroamericanos, el entonces Secretario General del csuca, Sergio Ramírez Mer- cado, hoy premio Cervantes de Literatura, quien fue vice presidente de la Nicaragua heroica y esperanzadora del primer gobierno revolucionario, que hoy añoramos. El otro comensal era Ítalo López Vallecillos, a la sazón director de educa, la editorial del
csuca, reconocidísimo poeta salvadoreño, uno de los cercanos consejeros del humilde arzobispo, hoy ungido como San Romero de América. De Edelberto ellos solo cono- cían sus atestados, pero Ítalo me contaba que después de un rato de conversación, un cambio de señales entre él y Sergio significó que en ese instante daban por cerrado el proceso de entrevistas y ahí mismo le ofrecieron en firme el cargo a su interlocutor, quien de inmediato aceptó. Eso muestra el carisma que acompañó a Edelberto toda su vida, su lucidez que tampoco lo abandonó hasta el último instante y su respetuosa mirada de las ciencias sociales.

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Unas semanas después, aterrizó en San José y de inmediato acudí a conocerlo a su primera residencia en Costa Rica, un pequeño apartamento en el Barrio Francisco Peralta porque, en mi condición de Director del Departamento de Ciencias del Hombre y luego decano de la recién creada Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, yo formaba parte del Consejo Académico del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales que él venía a organizar. En ese momento se inició un febril y prolífero trabajo conjunto que se prolongó por varias décadas y atravesó diversas insti- tuciones nacionales e internacionales de ciencias sociales.
Con su perspicacia, Edelberto comprendió desde el primer momento la importancia de aprovechar la masa crítica de la Universidad de Costa Rica para cumplir la misión que el csuca le encomendó: contribuir a impulsar el desarrollo de las ciencias sociales en Centroamérica. A la época, la Universidad de Costa Rica había logrado un importante desarrollo de las ciencias sociales; existía una prestigiosa Facultad de Ciencias Económicas en la cual se respiraba la influencia de Rodrigo Facio, nada menos; igualmente sucedía en las Escuelas de Historia y Geografía con Carlos Monge Alfaro, Rafael Obregón Loría y Carlos Meléndez, de Psicología con Gonzalo Adis, de Antropología y Arqueología con Carlos Humberto Aguilar Piedra y María Eugenia Bozzoli, de Comunicación con José Marín Cañas y Alberto Cañas Escalante, de Trabajo Social con Francisco Herrera. Se ejecutaban numerosos proyectos de investigación y se editaban libros y revistas. La Escuela de Sociología, fundada por el mentor Eugenio Fonseca Tortós, contaba con un elenco de profesores con maestrías y doctorados, algunos que la propia universidad envió a cursar estudios de posgrado en el exterior, entre los que me cuento.
Las otras universidades centroamericanas habían realizado esfuerzos similares con parecidos positivos resultados, pero debe recordarse que la guerra mundial de baja intensidad, en Centroamérica se combatió con alta intensidad, lo cual tuvo efectos desastrosos en la sociedad, incluidas las universidades. No es posible en este espacio entrar en detalles, pero baste recordar que hubo en Guatemala épocas en las cuales se asesinaba a un profesor universitario cada día, la Universidad de El Salvador fue varias veces ocupada y saqueada por el ejército, en Nicaragua Somoza no tenía piedad con los estudiantes que osaban manifestarse en las calles, en Honduras, sin que haya sido posible encontrarlos hasta hoy, desaparecieron estudiantes, profesores y dirigentes de sindicatos universitarios.
Visionario fue el Consejo de Rectores del csuca, al crear el Programa de Ciencias Sociales con caracter centroamericano, a fin de paliar el gran vacío provocado por la muerte o el exilio de los científicos sociales de esos pueblos mártires. Y fue también visionario el csuca al escoger a la persona apropiada.
Edelberto comenzó sus tareas organizando en el csuca un programa de inves- tigación sobre Centroamérica al cual, además de algunos académicos de la ucr, se incorporaron profesores del exilio centroamericano y, más tarde, del exilio chileno y de otros países latinoamericanos sometidos a dictaduras. Fundó Edelberto la Re- vista Estudios Sociales Centroamericanos de altísima calidad y orientada hacia el pensamiento crítico; propuso a la Universidad de Costa Rica la creación de la Licen- ciatura Centroamericana de Sociología, iniciativa que apoyamos sin reservas quienes ocupábamos cargos de dirección en nuestra institución. Además de contar con la infraestructura material y académica de la Universidad de Costa Rica, Edelberto se propuso recuperar para Centroamérica, ofreciéndoles docencia e investigación en el Programa, a distinguidos científicos sociales centroamericanos que se encontraban
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en universidades europeas y estadounidenses. Esa estrecha colaboración del Progra- ma de Ciencias Sociales con la Universidad de Costa Rica dio como resultado una licenciatura en sociología que ostentaba muy alto nivel, al punto que muchas veces se nos reprochó llamarla licenciatura cuando en realidad tenía el carácter de una riguro- sa maestría académica.
El efecto buscado se produjo. Luego de los acuerdos de paz de Centroamérica, cuando nuestra región recuperó alguna normalidad, los graduados de la Licenciatura Centroamericana en Sociología desempeñaron y siguen desempeñando altas respon- sabilidades en el desarrollo de las ciencias sociales de sus respectivos países. Me consta en lo personal, porque en mis desplazamientos por la región ahí he encontrado a mis alumnos de entonces. La misma influencia tuvieron los resultados de las investigacio- nes del Programa y sus publicaciones.
Es también invaluable la contribución de Edelberto a la internacionalización de las ciencias sociales centroamericanas. Fuimos varios los que impulsamos y fundamos la Asociación Centroamericana de Sociología, acas, pero debo reconocer, como testigo directo, que la idea inicial fue de Edelberto. acas ha transitado una larga historia en medio de épocas a veces de paz y otras veces de guerras civiles y sigue vigente; ha realizado dieciséis congresos y es primordial como punto de encuentro no sólo de la sociología sino, en general, de las ciencias sociales centroamericanas, sobre todo en su vertiente crítica.
Fue también muy importante la contribución de Edelberto en las internaciona- lización de las ciencias sociales a escala latinoamericana. Costa Rica consiguió la sede del xi Congreso Latinoamericano de Sociología en el x Congreso celebrado en Santiago de Chile en 1972, al cual asistí como Decano de nuestra Facultad de Ciencias Sociales. Acepté esa enorme responsabilidad porque en conversación telefónica desde Chile, nuestro querido Rector de entonces, Eugenio Rodríguez Vega, prometió su apoyo y, sobre todo, porque sabía que contaría con la colaboración de Edelberto.
Cuando regresé de Chile constituimos la Comisión Organizadora conmigo como Presidente, Edelberto como Secretario General e Isabel Wing Ching, como Secretaria General Adjunta. Fuimos un trío de fuste que combinamos el arduo trabajo con el gran afecto personal. Dolorosamente, con menos de un mes de diferencia, acaban de fallecer ellos dos.
En la presentación de la reedición del libro que recoge las memorias del mencio- nado xi Congreso, en el año 2015 y en vida de Isabel escribí: “El trabajo de la doctora Wing Ching fue absolutamente determinante, por su capacidad organizativa, su entrega sin reparos a las actividades que asume y su impresionante erudición y rigor científico en su oficio de socióloga.” A lo cual agrego ahora que ha sido una profesional ejemplar de la sociología, con sinceros compromisos en las luchas sociales en favor de explotados y oprimidos y, a la vez, de insuperable rigurosidad, objetividad y honestidad en su tarea de investigadora científica, lo cual merece destacarse e imitarse. Isabel fue en sí misma la superación de la falsa contradicción weberiana entre el científico y el político porque ella mostró la compatibilidad entre el rigor metodológico y el compromiso social. Val- dría la pena revivir sus aportes en este momento de tantas confusiones al respecto. Isabel resolvía todos los temas de la organización, yo coordinaba y Edelberto
no solo fue el ideólogo del Congreso, sino que proporcionó, sin mezquindad alguna, sus relaciones y contactos con los científicos sociales más connotados. Él había es- tudiado y trabajado en Chile, cuando Santiago constituía uno de los centros más im- portantes de las ciencias sociales y luego pasó a México, que era el otro gran polo del

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pensamiento social. Basta leer la lista de los autores de las ponencias en el libro que se editó en aquella ocasión, recientemente reeditado, para apreciar el talante excepcional de los científicos con quienes Edelberto nos comunicó. El xi Congreso de Sociología celebrado en Costa Rica en 1974, todavía se recuerda porque reunió a los científicos sociales en diáspora después del golpe de Chile de 1972, donde se habían concentrado huyendo de las dictaduras de sus respectivos países y porque trató, nada más y nada menos, de los primeros 25 años de la sociología latinoamericana. Repito que el inspira- dor de esa convocatoria fue Edelberto; de él fueron las ideas, las reflexiones y la mayor parte de la redacción de la convocatoria. Aconsejo leerla para apreciar los amplios hori- zontes con los que él miraba a la sociología.
Después de ese paso tan fructífero por el Programa de Ciencias Sociales del csuca , Edelberto se ligó profesionalmente con el Instituto Centroamericano de Administración Pública (icap) con sede en San José, pero esa etapa no la conozco bien. Sin embargo co- nocemos estudios importantes sobre el Estado que produjo en esa época durante la cual siguió en contacto permanente con profesores y alumnos de nuestra universidad.
Algún tiempo después, por las vicisitudes derivadas de las dictaduras, sobre todo en América del Sur, Costa Rica jugó un papel importante en la recuperación y reconstrucción de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, flacso. Me tocó a mi, como miembro del Consejo Superior de dicha Facultad y representante del país, participar activamente en ese proceso que culminó con el traslado de la Secretaría General a Costa Rica, donde todavía se encuentra. Me encomendaron el cargo de Secretario General durante ese periodo de reconstrucción. Al terminar mi segundo periodo, cavilé sobre la persona que me sucedería, porque había muchas cosas delicadas pendientes y llegué a la conclusión de que la persona adecuada era Edelberto. Dichosamente aceptó mi propuesta, aunque existía el obstáculo de que Guatemala no era Estado miembro de la flacso. Muestra del cariño que a Edelberto se le tiene en Costa Rica es que, ante la solicitud que la Universidad de Costa Rica hizo al gobierno para que lo postulara e hiciera el trabajo diplomático para conseguir los votos necesarios, nadie objetó, el gobierno aceptó y Edelberto fue electo Secretario General de la flacso postulado por Costa Rica, cargo en el que se mantuvo por más de ocho años. En la flacso Edelberto cumplió brillantemente su cargo a escala latinoameri-
cana y, además, se preocupó por ampliar la presencia de la flacso en Centroamérica. Fortaleció la sede de El Salvador e impulsó el establecimiento de sedes en Honduras y Guatemala y la sede académica de Costa Rica. La Sede Académica de Guatemala, fuer- temente impulsada en su momento por Edelberto, aparece en un destacado lugar en los rankings internacionales de universidades.
Reconociendo la fructífera relación de Edelberto con este, que también es su país, la Universidad de Costa Rica le otorgó el Doctorado Honoris Causa durante el xxx Congreso Latinoamerica de Sociología celebrado en el año 2015. La ucr premió así a su hijo adoptivo y él lo recibió tranquilo y emocionado como quien disfruta un beso de su hada madrina. Habría mucho más que decir pero no es correcto abusar del espacio disponible
por lo cual finalizo no sin antes transcribir el mensaje que puse a amigos muy cerca- nos al enterarme de la desaparición física de Edelberto.
“!Qué infausta noticia la del fallecimiento de Edelberto Torres Rivas¡ Hace dos meses estuve toda una tarde con él en su casa de Antigua y lloramos al despedirnos. Las Ciencias Sociales no tiene con qué pagar lo que hizo por ellas y yo en lo personal tampoco. !Qué numerosas e importantes cosas hicimos juntos¡ Merece todos los reconocimientos por tantos aportes. Y también merece descansar en paz.”
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2. Discurso de la Dra. Nora Garita Bonilla, profesora pensionada de la Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica
EDELBERTO: EL MAESTRO POETA
Edelberto Torres Rivas recibió muchos honores en vida. Esta vez la Escuela de Sociología y flacso se unen para rendirle un homenaje póstumo, pues Edelberto es parte ya de la Sociedad de los poetas muertos, “aquellos que nos precedieron y nos han ayudado a caminar por esta vida”, como diría el poeta Whitman.
Corrían los años 70 cuando tuve la primera clase con él, como alumna de aquel extraordinario programa de la Licenciatura Centroamericana en Sociología, creación de Edelberto, que reunía excelentes profesores expulsados por las dictaduras chilenas y brasileñas, y un puñado de estudiantes de Centroamérica, Chile y Brasil. Era un pro- grama de formación en Sociología, concebido a partir de la lúcida lectura de Edelberto sobre el momento latinoamericano lleno de dictaduras, con tres países centroamerica- nos en guerra. Era pues, una formación en una sociología de la urgencia: un alto grado académico al servicio de la lucha por la justicia social.
Edelberto inició su curso leyendo una carta que el Che Guevara le había enviado. Un diálogo entre amigos, pues antes de irse a México, el Che había invitado a Edelberto a unirse a la guerrilla. La clase estaba en silencio, solo la voz cargada de emoción del maestro rememoraba sus discusiones con el Che en México y en Guatemala, sobre la dramática situación de América Latina y sobre las estrategias revolucionarias. Lo que era seguro para ambos y para todas y todos los presentes, era que de la revolución surgiría un hombre nuevo. Nadie mencionó la mujer nueva, eso vendría después, se decía. Edelberto y el Che tenían en común que eran capaces de “sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”. Pero sus caminos se habían bifurcado. Edelberto tomaba el camino de luchar desde la academia, en aquella Centroamérica setentera llena de injusticias. Fue una lección inolvidable, y personalmente aún me resuena ese eterno interrogante de una ciencia social comprometida.
En ese curso Edelberto planteó algunos dilemas que lo acompañaron siempre a lo largo de su vida. Es como si el guión de su vida académica lo hubiese esbozado desde entonces.
La primera disyuntiva que señalaba para las ciencias sociales latinoamericanas era la oscilación entre el rigor y el compromiso. Eran tiempos de dolor, muerte, tortu- ras y persecución al pensamiento crítico, y cada quien debía poner mayor peso de la balanza en alguno de los dos términos según su conciencia. A la salida de la primera clase le dije a Edelberto que a mí no me interesaba ser La Gran Socióloga Latinoameri- cana, que yo estudiaba sociología para hacer la revolución. Y Edelberto no dijo nada, se sonrió con cariño.
El segundo dilema era el de hacer una sociología nacional o una sociología regional. Para él, centroamericano por su biografía y su convicción, era necesario hacer de Centroamérica una unidad de estudio. Esta perspectiva regional la mantuvo siempre. Mencionemos algunos de sus trabajos: “Interpretación del desarrollo social centroamericano “, “La piel de Centroamérica: una visión epidérmica de 75 años de su historia”, “La crisis política en Centroamérica”, “Revoluciones sin cambios revolu- cionarios”, y una inmensa cantidad de artículos. Su liderazgo académico fue también centroamericanista: director del Programa Centroamericano de ciencias sociales en

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los 70, creador de la Licenciatura Centroamericana en Sociología, fundador de la Aso- ciación Centroamericana de Sociología (acas), director del proyecto de Historia General Centroamericana en los 90.
La tercera disyuntiva sobre la cual Edelberto siempre reflexionó, fue entre una sociología al servicio del sistema o una sociología crítica. Creo que en su capacidad crítica reside una de las claves de su producción: criticó posiciones economicistas de entonces, pues sin la comprensión de la relaciones de clase, sus enfrentamientos y luchas, era imposible comprender la dinámica social, decía. Criticó el fracaso de la modernización en Centroamérica, criticó las raíces autoritarias de la izquierda centro- americana, reforzadas con la lucha armada, criticó las democracias de fachada, las de- mocracias como respuesta contrainsurgente, criticó las democracias post acuerdos de paz. Pero su capacidad crítica también le permitía hacer su auto crítica mordaz. Sobre este aspecto autocrítico tengo muchas anécdotas, pero voy a mencionar solo una: Cuando Carlos Sandoval, entonces director del iis me invitó a presentar el libro
de Edelberto “Revoluciones sin cambios revolucionarios” junto con Jorge Rovira, yo se- ñalé muchos hallazgos en su trabajo pero le hice varias críticas. Una crítica central al libro (general en su obra), era la ausencia de la perspectiva de género. Edelberto pudo haberse justificado con miles de argumentos, pero dijo: “Tienes razón Norita, de ma- chista que es uno, comete esos errores”. Y en ese momento hizo un recorrido del rol de las mujeres en la historia centroamericana.
Recuerdo que cuando yo estaba estudiando en Francia, un día me llamó Edelberto. Nunca supe cómo consiguió mi número de teléfono. Me comunicaba que Roberto Castellanos había desaparecido en El Salvador. Y luego me puso al teléfono a Florencia, hermana de Roberto. Para mí fue devastador. Roberto y yo éramos entra- ñables, militábamos juntos, habíamos hecho juntos la licenciatura, íbamos a cenar donde la hermana de Otto René Castillo y nos volvíamos a pie de Heredia. Aquellos fueron días terribles, enviando telegramas para hacer presión en la embajada de El Sal- vador, hasta que publicó Le Monde que Roberto había aparecido torturado y describía la forma de cómo lo mataron. Yo llamé a Edelberto, y lloramos, lloramos por teléfono largo rato.
Cuando regresé a Costa Rica yo trabajaba en la escuela de matemáticas en un proyecto de encuestas nacionales y pnud me contrató para un proyecto de encuestas centroamericanas. Suspendí la dedicación exclusiva y en el marco de ese proyecto centroamericano tuve que viajar varias veces a Guatemala. Entonces Edelberto estaba en pnud Guatemala. Almorzamos un día en un restaurancito en la zona x, hablamos de cómo utilizaríamos las encuestas para hacer avanzar las democracias después de los acuerdos de paz. Me regaló los libros que compiló con Fuentes, “Guatemala: las particularidades del desarrollo humano”. Yo le hablé de mi dilema moral, de ese paso de la socióloga revolucionaria que fui, a consultora pnud en tiempos de los acuerdos de paz. Entonces discutimos cuál podía ser el sentido que podía tener ese paso por
pnud, porque ambos seguíamos sintiendo “cualquier injusticia cometida contra cual- quiera en cualquier parte del mundo”. Edelberto propuso en pnud una definición de gobernabilidad democrática: “capacidad de los gobiernos de procesar las demandas”. Es decir, agudizar las contradicciones no vía agudización de las contradicciones, sino vía ampliación de demandas. Ese fue el eje del trabajo regional de ese proyecto y su incidencia política regional. Ese periodo de democracia en un entorno neoliberal es un momento de gran producción sobre esa temática en Edelberto. Fue cuando pu- blicó “Gobernabilidad democrática en Centroamérica”; “La democracia y la metáfora
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del buen gobierno”, 1993; “Los desafíos del desarrollo democrático en Centroamérica” (Botella y Sanahuja, 1998); “La aporías de la democracia al final del siglo” y muchos otros artículos. Años después, en una hermosa entrevista que le hicieron Emir Sader, Jorge Rovira y Marcos Gandásegui, Edelberto, más gramsciano que guevarista, se re- fería a ese rol del oficiante de la Sociología y dijo: “Creo que nuestra tarea puede ser vista como la de convertirnos cada vez más en fuerzas subversivas del sentido común creado, del que legitima el orden social”.
En ese retorno a Guatemala, colaboró con las Comisiones de Verdad en Gua- temala. El primer informe fue el de la Comisión, “Guatemala. Memoria del silencio”. Hubo otro, después de haberse descubierto el archivo de la policía nacional: “Del si- lencio a la memoria”, del cual Edelberto fue miembro del Consejo Consultivo. En ese archivo policial fue encontrada la ficha del desaparecido joven sociólogo Carlos Cuevas, a cuyo padre, rector de la usac, yo había conocido gracias a Edelberto en Costa Rica, y quien también fue asesinado luego. La ayuda brindada por Edelberto al informe “Gua- temala nunca más”, le acercó al obispo Gerardi, quien fue asesinado a golpes dos días después de haber presentado ese informe. Todas estas muertes dejaron huellas de dolor en Edelberto y acrecentaban su compromiso en Guatemala.
Cuando hicimos el Congreso Centroamericano de Sociología en Costa Rica en el 2010, Edelberto impartió una conferencia en la que lamentaba la desaparición de una Sociología que analizara las estructuras, la desaparición de las grandes teorías y señalaba el predominio de una Sociología de lo cotidiano. Le cantamos cumpleaños con un queque en forma de Centroamérica, y Cecilia, la madre de dos de sus hijos, llevó a su nieta vestida de traje maya para acompañarlo. Cuando yo fui presidenta de acas hicimos un Seminario en la uca, en Managua, en el que analiza- mos trabajos del congreso y retomábamos la crítica de Edelberto para provocar la discusión. En ese semanario me acompañaron Daniel Camacho y Mayra Romero. Luego también como Presidenta de acas (Asociación Centroamericana de Sociolo- gía fundada por Edelberto y Daniel Camacho) viajé a Guatemala. Fui con Asdrúbal Alvarado. Y de esos viajes salieron algunos intercambios de docentes de nuestra escuela y pudimos traer en intercambio a un estudiante nicaragüense a la ucr . Cuando Edelberto se enteró, me dijo que estaba feliz de que acas retomara su rol de impulsar las ciencias sociales en la región.
Para el congreso de alas (Asociación Latinoamericana de Sociología) en Costa Rica, aprovechamos la ocasión para solicitar que el doctorado honoris causa que le había sido otorgado por la ucr, se le entregara en ese marco.
Cuando miramos el camino recorrido por el maestro, encontramos muchas huellas. La imagen de Edelberto que quiero conservar fue hace muchos años. Yo estaba caminando en Coyoacán, en México, había un grupo de chicos tocando gui- tarra y cantando, rodeados de mucha gente, entre quienes estaba Edelberto. Me fui en carrera:
—“maestro ¿qué hace aquí?”
—“Van a cantar El sapo cancionero, que es mi canción favorita”, respondió.
Cantamos juntos la canción. Al despedirnos, me repitió, a modo de consejo: “Norita, la vida es triste si no la vivimos con una ilusión”. Ese era el Edelberto poeta. ¡Hasta siempre maestro!!!!

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3. Discurso del Dr. Allen Cordero Ulate, Director de la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica
ALGUNAS REFLEXIONES ENTRE LA DIALÉCTICA ENTRE PARADIGMA Y PESIMISMO
Quiero agradecer a los(as) académicos(as) que se han ofrecido para dirigir pala- bras en honor a nuestro gran profesor Edelberto Torres Rivas. Igualmente, aprovecho para agradecer a todo el público asistente a este homenaje póstumo a nuestro querido maestro. Esta homenaje lo menos organizado conjuntamente entre la Secretaría Gene- ral de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso) y nuestra Escuela de Sociología de la ucr. Nos pareció, que a pesar de que no han empezado las clases, era imperioso dar una respuesta inmediata a este doloroso acontecimiento. Por tanto, lo estamos realizando justamente a un mes exacto de la partida del maestro; hoy es 31 de enero del 2019.
En lo que respecta a la Escuela de Sociología es importante recordar y reivindi- car al Profesor Edelberto Torres Rivas. Entre las múltiples razones que se pueden es- bozar para justificar para realizar este justo homenaje pueden resaltarse algunas como las siguientes:
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Por sus aportes a la Sociología en general. La bibliografía de Edelberto es amplia y brillante. Al respecto no puede obviarse la antología elaborada del Profesor Jorge Rovira Mas sobre Edelberto Torres Rivas, Centroamérica: entre revoluciones y democracia, (clacso 2008), donde entre otras cosas, el Profesor Rovira ensaya una periodización del pensamiento y la vida de nuestro autor de referencia.
-
Naturalmente que se puede destacar sus aportes a la institucionalización de la Sociología. La Escuela de Sociología se siente beneficiaria de estos esfuerzos. En particular por sus aportes a lo que hoy es la Maestría Centroamericana en Sociología, la que justamente celebra este año su cuadragésimo aniversario.
ALGUNAS NOTAS TEÓRICO POLÍTICAS (CERCANÍA Y LEJANÍA CON EL PARADIGMA SOCIOLÓGICO LATINOAMERICANO).
La ópera prima y gran obra de Edelberto, desde mi punto de vista fue: Inter-
pretación del Desarrollo Social Centroamericano. Torres Rivas, Edelberto (1971).
educa, Costa Rica, publicada por primera vez en 1969. Este trabajo fue elaborado en el marco de la iv Promoción (1964-65) de la Escuela Latinoamericana de Sociología, (Elas) de flacso .
Debe tenerse en cuenta que la teoría de la dependencia, fue el esquema de in- terpretación de la realidad latinoamericana más cercano a lo que en terminología y conceptualización kuhniana se puede considerar el paradigma. (Cordero Ulate Allen, 2008). Aunque Edelberto le denominaba a esta teoría, más bien, el término de “no- ción”. Y, otros prefieren denominarla en calidad de “enfoque”. Desde mi punto de vista este tipo de caracterización es muy modesto. Quizás detrás de esta modestia se ca- mufla la sobrevaloración de las llamadas grandes teorías clásicas. En el caso que nos ocupa especialmente el marxismo.
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Sea cual fuera nuestra posición a si la teoría de la dependencia fue un paradigma o un enfoque, en lo que parece no hacer duda es que para la Sociología fue una época de certezas tanto en el análisis como en su resolución. Entre estas certezas, algunas de las principales fueron:
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Explicar el subdesarrollo latinoamericano, (centroamericano en particular), por las relaciones de dependencia con el mundo desarrollado, en particular con los Estados Unidos, gran potencia imperialista.
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Por tanto que para superar el subdesarrollo era necesario romper con la depen- dencia, esto es, romper con el imperialismo hacia una segunda independencia sea vía reforma (desarrollismo), sea vía socialista, esto es, de acuerdo al ejemplo cubano.
De este paradigma, la sociología vivió en los años 60 y 70. En el caso centroame-
ricano, la revolución sandinista y en general la revolución centroamericana le prolon- gó la vida hasta mediados de los 80 con los acuerdos de paz. En Guatemala, la paz se firmó hasta diciembre del 1996. Pero la llamada paz fue la derrota de la revolución o en otras palabras la derrota del paradigma de la ruptura con el imperialismo. En su lugar, se instauró una “democracia” restringida, monitoreada estrechamente, dictatorialmen- te si se quiere, por el propio Estados Unidos.
CRISIS DEL PARADIGMA Y SITUACIÓN DE LA SOCIOLOGÍA
En mi caso yo me adentré en esta temática en mi tesis de doctorado en filosofía la cual fue sobre Kuhn y su relación con la sociología latinoamericana: El paradigma inconcluso. Kuhn y la sociología en América Latina (2008).
Esta tesis la defendí en el 2002. Tuve el privilegio de tener a Edelberto como lector y como uno de mis informantes centrales. Posteriormente, cuando la publiqué, tuve el honor de que el propio Edelberto escribiera un prólogo a mi trabajo, bajo el sugestivo título muy “edelbertiano”: “¿Hay que matar a Kuhn?”. Básicamente ahí Ede- lberto afirma que: Ya no son tiempos kuhnianos. Que me felicita por mi “audacia” de intentar revivir a Kuhn pero que tal vez sea demasiado tarde para revivirlo puesto que textualmente:
La conformación histórica de un momento puede ser favorable o no para la renovación científica. ¿Dónde estamos ahora? No hay que dejar de repetir que en este inicio de milenio, estamos viviendo un período anormal en las capacidades para com- prender los comportamientos del hombre en su sociedad; lo más difícil o lo inquietante es alcanzar a comprender que, probablemente, estamos en el fin de un ciclo histórico, de un sistema universal que pareciera estar en desequilibrios, resultado no solo del fin del comunismo junto a la crisis del Estado socialdemócrata, sino el fin de la fe en el modelo keynesiano en el mundo occidental.
Modernidad y democracia pero para las clases altas fue el planteo central de Edelberto a partir de este período. Concretamente: “Durante mucho tiempo, esperamos que el progreso, la modernidad, llegara a nuestras sociedades, como ya había sucedido con otras. ¡Pero, resulta que hace tiempo llegó para las clases altas! y mientras tanto, el atraso se mantiene para el resto de la sociedad”.

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Discursos en el Homenaje póstumo al profesor Edelberto Torres Rivas 221
Por tanto, desde la perspectiva edelbertiana las condiciones para matar a Kuhn:
En una perspectiva histórica general, somos herederos de una modernidad que aunque vivida de manera incompleta, y ahora contradictoria, alimentó nuestras vidas y esperanzas. Todo eso se terminó, y no hay sino disensos, búsquedas, incertezas. Esta- mos lejos de lo que proponía y, por ello, todas las condiciones para matar a Kuhn. Este libro, lo salva. Por su novedad y por su audacia, el esfuerzo del autor merece atención. Hay que leerlo, estudiarlo, criticarlo, vale el esfuerzo.
Por cierto que lo firmó como:
Edelberto Torres-Rivas Guatemala de la Asunción Marzo 2008
Como claramente se expresa en las citas que he reproducido; “...siempre insatisfecho y nunca complaciente”, como lo dijo Jorge Rovira en su introducción a la antología sobre Edelberto Torres Rivas, Centroamérica entre revoluciones y democracia (2008).
CAMPO PARA EL PESIMISMO EDELBERTIANO
Este nuevo balance de la situación de la Sociología crecientemente expresado por Edelberto sobre todo en el texto “Acerca del pesimismo en las ciencia sociales” (2001) constituye una especie de cierre con el período de la esperanza; el de la trans- formación progresiva de Centroamérica. Por ende, una especie de cierre con el período del paradigma asociado con la ilusión en un mundo diferente en Centroamérica. La anterior fue el tiempo del paradigma crítico y revolucionario. Lo del presente el campo de la explosión paradigmática; el tiempo de la Sociología asesora y consultora de go- biernos, agencias y ong .
Claro está, en justificación de ese período pesimista se puede argumentar que la Sociología no está al margen de la sociedad sino que esta le determina. Y, como las condiciones sociopolíticas de la región cambiaron sustancialmente en términos de perspectivas revolucionarias, por consiguiente las posibilidades y potencialidades tam- bién han sufrido este deterioro de la utopía.
La esperanza paradigmática, asociada con la teoría de la dependencia y su corre- lato práctico en la sociedad fue derrotada y en su lugar, han sucedido cosas muy preo- cupantes e incluso terribles en la sociedad centroamericana. Entre las que sobresalen:
-
El tipo de democracias emergentes. Con incrementos en la desigualdad social y su correlato en la exclusión social. Por lo demás democracias de las élites, demo- cracias corrientemente muy corruptas.
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Y quizás lo peor para las esperanzas en un mundo mejor, como lo es la degene- ración total de la otrora dirigencia revolucionaria, especialmente del sandinis- mo, que de la “economía mixta”, pasó a la aplicación los planes neoliberales y a ejercicio de una “democracia” corrupta y finalmente a la completa degeneración
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en la dictadura y en la muerte. La gran esperanza centroamericana en una transformación progresiva de Centroamérica se manifiesta sociológicamente como un terreno sin esperanza. O bien , donde el deber sociológico es la de recu- perar los ideales iniciales, sin que esto signifique un calco de nuestros ideales del pasado, sino adaptado a las nuevas posibilidades y sujetos. Gran tarea por cierto donde, hay que reconocer, existen variadas posiciones y matices pesimis- tas, enarbolados por quienes el pasado se destacaron en las luchas intelectuales y prácticas por la emancipación social.
Por tanto viva siempre Edelberto con su pesimismo. Puesto que no hay razones para en lo político y en lo social estar muy felices.
Pero desde mi punto de vista, y pesar de estos tiempos difíciles que vivimos, ojalá el futuro, mediato o lejano, sea el de la recuperación de Edelberto, el del paradig- ma, el de la ruptura con la dependencia, el de la utopía.
¡Muchas gracias!
Referencias
Cordero Ulate, A. (2008). El paradigma inconcluso. Kuhn y la sociología en América Latina,
flacso-Guatemala, Guatemala. (También publicado en primera edición, 2011 por la
eucr, San José, Costa Rica).
Peréz Sainz, J. P. (2014). Mercados y bárbaros. La persistencia de las desigualdades de excedentes en América Latina. San José Costa Rica, flacso .
Torres Rivas, E. (2008). Antología. Centroamérica: entre revoluciones y democracia. Compilador Jorge Rovira Mas, clacso, Colombia.
Torres Rivas, E. (2001). Acerca del pesimismo en las Ciencias Sociales. Revista de Ciencias Sociales, 94, 151-167.
Torres Rivas, E. (1971). Interpretación del Desarrollo Social Centroamericano. educa , Costa Rica.

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4. Discurso de la Mtra. Cinthya Fernández Lépiz, Coordinadora Académica Regional de la Secretaría General de flacso, en representación de la Dra. Josette Altmann Borbón, Secretaria General
Vengo a rendir homenaje, un homenaje póstumo al Dr. Edelberto Torres Rivas, no solo como distinguido intelectual de las ciencias sociales en Centroamérica, sino tam- bién por su importante papel en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flac -
so) y ante todo, por su trabajo y aporte como distinguido intelectual centroamericano.
D. Edelberto, junto con D. Eugenio Fonseca Tortós, cuyo nombre lleva esta sala, fueron los primeros centroamericanos en graduarse en la flacso, lo cual significa que fue un flacsiano de toda la vida, primero como estudiante, luego docente, hasta llegar a ser Secretario General.
D. Edelberto fue designado Secretario General de flacso en el año 1985, prime- ro de forma interina por el Consejo Superior Extraordinario de noviembre de 1984, hasta su nombramiento formal por la Asamblea General de flacso en 1985. Fue reelec- to en 1989 para un periodo adicional hasta 1993.
Es interesante recordar, que fue el gobierno de Costa Rica quien propuso la can- didatura del Dr. Torres Rivas para Secretario General. Este detalle fue destacado por el Dr. Rodolfo Stavenhagen, quien señaló en esa elección que dicha propuesta representa “un gesto de solidaridad latinoamericana de carácter regional, ya que la nacionalidad del doctor Torres Rivas es guatemalteca (…) y son pocos los Estados que proponen a nacionales de otros estados para cargos directivos en organismos internacionales, pero que las consideraciones académicas y científicas son las que pesan en este gesto de so- lidaridad latinoamericana” (Acta del v cse de 1984, p. 19).
En aquel momento, Costa Rica puso en primer término lo que hoy sigue siendo esencial para la flacso y a lo que aquí rendimos homenaje, a la figura del intelectual centroamericano y al valor del pensamiento crítico y original. Eso debe ser el norte en las ciencias sociales de América Latina en la búsqueda permanente de las mejores res- puestas ante las situaciones complejas y multinivel que vive la Región.
Los años setentas y la década de los ochenta, fueron para flacso una época de cambio, de ajustes, de su propia reinvención provocada a raíz de los intensos procesos sociales, políticos y económicos en la región, los cuales obligaron a la Institución a analizar y a proponer nuevas formas de atender las nuevas necesidades.
Es así como en 1979, con la intensa participación del Dr. Daniel Camacho, entre otros, que la sede de la Secretaría General debió trasladarse de Chile a Argentina y luego a Costa Rica. Bajo la égida de este costarricense, la flacso entró en un proceso de reconfiguración y de crecimiento; el cual en las manos de D. Edelberto continuó y se fortaleció; es decir, tenemos dos periodos con sello centroamericano, dos periodos en los cuales se puede resaltar la calidad científica y humana de dos grandes intelec- tuales; de dos venas de un mismo cuerpo que proyectaron los lazos académicos a toda América Latina.
A D. Edelberto le correspondió realizar un estudio para la renovación de la es- tructura administrativa y académica de la flacso e implementar las recomendaciones que de ahí salieran. Bajo su mandato, la flacso consolidó varias de las tareas iniciadas por D. Daniel, como lo fue la transformación de las unidades académicas de Brasil y Argentina a la máxima categoría de la estructura institucional, y se establecieron
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Unidades Académicas en Guatemala, República Dominicana, Cuba, El Salvador y Bo- livia. En consecuencia, se registró un interesante crecimiento de la flacso durante su gestión en lo que atañe a la oferta docente tanto en maestrías como en doctorados, in- cremento del personal académico y una intensa actividad de investigación y extensión cultural, fortaleciendo la presencia de la Institución en el mundo académico.
En el año 2005, la flacso reconoce a D. Edelberto con el Doctorado Honoris Causa, máximo reconocimiento que otorga la Institución, por la promoción de la ense- ñanza e investigación de las ciencias sociales, el desarrollo democrático y equitativo, y la integración de las sociedades latinoamericanas.
Al reconocer su labor profesional y académica en flacso, rindo homenaje al maestro compartiendo sus propias palabras en su discurso de cierre como Secretario General de hace 26 años: “Como el árbol que fija su residencia en la tierra donde cae la simiente, quiero pensar que ahora que me voy después de la siembra que hemos com- partido, algo de mi quedará enraizado en esta Institución cuyo venturoso futuro puedo anticipar” (Edelberto Torres Rivas, México, 1993).
…. Y asi fue.

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5. Discurso de la Dra. Ilka Treminio Sánchez, Directora de la Sede Académica de FLACSO en Costa Rica
ALGUNAS NOTAS SOBRE LOS APORTES DE EDELBERTO TORRES-RIVAS A LAS CIENCIAS SOCIALES EN CENTROAMÉRICA
Desde la década del 70, Torres-Rivas fue uno de los pioneros en la profesionaliza- ción e inserción de las ciencias sociales en las universidades de la región Centroamérica, esto a través de la dirección del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales (se- tentas) y de flacso (ochentas).
Es una de las figuras de la generación que le dio vida a la teoría de la dependen- cia, la cual es una de las producciones académicas propias de América Latina. Durante finales de los años 60 y la década del 70, formó parte de equipos de trabajo con intelec- tuales de la talla de Enzo Faletto, Fernando Enrique Cardoso, Osvaldo Sunkel, Aníbal Quijano y Vania Bambirra, todos precursores de dicha corriente teórica.
Su formación y producción académica se ha caracterizado por la revisión crítica de las tendencias teóricas dominantes en la región, tanto del pensamiento conservador como del marxismo. En sus propias palabras “(existe) una debilidad de los paradigmas existentes, en tanto no estimulan la crítica, el descubrimiento, sino la comprobación, la verdad sabida” (Torres-Rivas, 2014, p. 1).
Otro aspecto relevante ha sido su preocupación por vincular la investigación académica con la intervención en las realidades de nuestra región. Dicho vínculo no se quedó sólo en la práctica académica sino que se materializó en su militancia política, por lo que fue constantemente perseguido, cuestión que ha marcado su obra intelectual. Cabe acotar que dicho compromiso militante se ha movilizado entre los posicionamientos de izquierda radical (comunista) y reformista, de acuerdo a los conflictos vividos en cada momento histórico, pero siempre ha tenido como punto central la defensa de las condiciones de posibilidad para la convivencia democrática de la región.
Esto se refleja en su obra, por ejemplo en su libro La democracia posible, expresa que “la posibilidad de la democracia es la realización de la democracia posible” refirién- dose a la realidad de Centroamérica. Esto nos remite a su reconocimiento del concepto politológico de la dependencia de trayectoria, que hace notar que las sociedades no su- fren procesos de transformación drásticos, incluso tras procesos revolucionarios, por la dependencia histórica que fija determinados patrones de comportamiento institucio- nal. De manera que la transición a la democracia en la Región está circunscrita por las posibilidades de apertura que las respectivas sociedades permitan.
En este sentido, su reflexión política demuestra una frustración con la demo- cracia que muchos seguimos arrastrando y que ilustra al decir que “las organizacio- nes políticas de izquierda (armada o no) la han planteado siempre en sus programas de lucha, pero como una reivindicación genérica, como una necesidad más doctrina- ria y como parte de una denuncia. Hay que admitir que la elaboración teórica de esta propuesta ha sido pobre. Los intelectuales de izquierda estamos lamentablemente retrasados al enfrentar este desafio. Hoy en día advertimos que la lucha antidicta- torial —el asalto contra la autocracia— no se apoyó nunca en un amplio programa democratizador de la sociedad, sino que se satisfizo en la negación del orden político.
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Tanto en la reflexión como en los hechos, lo democrático quedó sobrepasado por lo revolucionario”.
La profundidad de sus reflexiones y la mirada comparada de la región fue fun- damental durante en la conducción de Edelberto de la flacso, pues le permitió a la organización vivir una onda de expansión y diversificación, tanto en el ámbito docente como investigativo, con una explosión de apertura de posgrados y el surgimiento de proyectos editoriales.
Una de las preocupaciones centrales de Torres-Rivas fue la del estado de las ciencias sociales en Centroamérica. Se preguntó tanto qué le aportan las cien- cias sociales a la región, como la interrogante de cómo se piensa la región desde las ciencias sociales; ya que según su consideración ha existido históricamente una dificultad para este ámbito del saber de estudiar con mirada de conjunto a la región centroamericana. Dicha preocupación se ve plasmada por ejemplo en el impulso del proyecto editorial de Historia General de Centroamérica (vi Tomos). Un proyecto que urge ser retomado para complementar sus siguientes tomos debi- damente actualizados.
Como precursor de los programas de flacso Guatemala y flacso Costa Rica, Edelberto señaló que las potencialidades de flacso como institución académica se encuentran justamente en el desarrollo de las Sedes y programas locales, ya que estos permiten la investigación concreta, que es la condición de posibilidad de proyectos de investigación con mirada de conjunto sobre la región.
Al revisar dos de sus obras en torno al pensamiento de la democracia en Cen- troamérica: Revolución sin cambios revolucionarios y Centroamérica: la democracia posible, es notable cómo Edelberto tenía una fuerte influencia en su formación del pensamiento politológico contemporáneo.
La citación de las y los autores más afamados de la disciplina se contrastan en su análisis al encontrar al mismo tiempo la aplicación de diversos conceptos y marcos analíticos a la reflexión de las crisis políticas y la transición democrática en Centroamérica: teoría de la modernización, tipos de regímenes políticos, la depen- dencia de trayectoria, a la par de frases categóricas sobre un comportamiento lineal de los procesos políticos como en el que expresa: “No existe ningún modelo univer- sal de democracia política. Solo hay experiencias democráticas sucedidas a lo largo de la historia”.
A la vez, citando al marxista Barrington Moore y a su némesis weberiana Theda Skocpol, nos indica “La experiencia más general de la historia recogida en la teoría, propone una explicación a la manera de una ley universal al afirmar que, cuando la ex- plotación (la extracción del excedente entre los hombres) toma la forma de intercambio de mercancías, al asegurar la libertad e igualdad formales para todos los miembros de la comunidad política, la dictadura de clase tiende a tomar la forma de democracia”. Ante este marco de la transición a la democracia en las sociedades que denomina atlán- tico occidentales, se plantea: “ninguna experiencia histórica puede ser utilizada como modelo para juzgar o señalar nuestro propio desarrollo. Pero al mismo tiempo para interrogarnos acerca de las condiciones en que la democracia política puede ser una posibilidad histórica en ca ”.

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Parece que aquí que estamos en un conflicto ontológico y epistemológico de un científico social expansivo, abarcativo. Reúne en una sola persona y en una sola obra la problematización de la perspectiva de un historiador, un sociólogo y un politólogo.
Referencias
Brignoli, H. (2008). Los 50 [cincuenta] años de flacso: desarrollo de las Ciencias Sociales en América Latina. San José: Juricentro.
Franco, R. (2007). La flacso Clásica (1957-1973). Santiago: Catalonia.
Torres-Rivas, E. (2014). Las Ciencias Sociales en Centroamérica: su creatividad y su desorden. Diálogos Revista Electrónica flacso-Guatemala. Recuperado de http:// www.flacso.edu.gt/dialogo/?p=452
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6. Discurso del Dr. Jorge Rovira Mas, catedrático, profesor pensionado de la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica
Buenas noches a todos. Muchas gracias por acompañarnos en este homenaje póstumo al Dr. Edelberto Torres Rivas, a un mes de su partida.
Deseo, en primer lugar, relevar la presencia de Edelberto Torres Escobar (Tito), hijo de Edelberto y Olga Escobar, su primera compañera, quien ha venido desde Gua- temala para estar con nosotros en esta actividad. Precisamente ayer miércoles 30 de enero se publicó en el Semanario Universidad, en su edición No. 2261, su artículo titu- lado “Don Edel”, con remembranzas muy personales de la figura de su padre.
Nos acompañan también Álvaro Torres Crespo, hijo de Edelberto y Cecilia Cres- po, el mayor de los dos de ellos, Felipe el menor. Justo ayer igualmente se ha dado a co- nocer que Álvaro se ha hecho acreedor a una Mención de Honor dentro de los Premios Nacionales de Cultura 2018 de Costa Rica, por su largometraje documental Nosotros las piedras, dentro del Premio Nacional de Artes Audiovisuales. Esta misma obra fue reconocida con otra Mención Honorífica en el Festival de Mérida a finales del año pa- sado. Y asimismo está con nosotros la Dra. Cecilia Crespo, compañera de Edelberto por décadas, quien ha sido profesora de la Universidad de Costa Rica.
Quiero además compartirles y ofrecerles para entregárselos al final de este ho- menaje, a quienes de ustedes se encuentren interesados, un documento impreso que he reunido para esta ocasión, en el que he se encuentran los siguientes trabajos:
1. Mis palabras tituladas “Edelberto Torres Rivas: Elogio de una vida por las cien- cias sociales centroamericanas”, como discurso de homenaje cuando se le otor- gó el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (unicach) y su Centro de Estudios Superiores de éxico y Centroamérica (cesme -
ca), en agosto del 2015, que puede descargarse en: http://liminar.cesmeca.mx/ index.php/r1/article/view/433/429
2. Una bibliografía de lo producido por Edelberto, a la cual igualmente puede acce- derse en: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/anuario/article/view/26956/27131 3. Dos documentos publicados en el año 2009 por la revista Crítica y Emancipación (No. 2) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (clacso): el primero de ellos fue la respuesta que ofreció Edelberto a una breve encuesta sobre pensamiento crítico latinoamericano convocada por Emir Sader; y el segundo, una larga entrevista que le hicimos Marco Gandásegui, Marcia Rivera, el propio Emir y yo en San Salvador a finales del 2008, cuando clacso
le ofreció un reconocimiento y presentamos allí una antología sobre su obra, entrevista que contiene muchos detalles y aspectos de interés sobre su vida, su producción y su pensamiento, accesible aquí: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ojs/ index.php/critica/issue/view/15
4. Y aprovecho igualmente para señalar que la más reciente reedición de esta anto- logía que he mencionado, Centroamérica: entre revoluciones y democracia. Selección de textos y presentación por Jorge Rovira Mas, publicada en México D. F. por Siglo xxi editores y clacso, puede asimismo descargarse en: http://biblio- teca.clacso.edu.ar/clacso/se/20151026045902/Antologia_Torres_Rivas.pdf
“Centroamericano, razón y pasión” fue como califiqué, hace casi 20 años ya, su talante y fibra intelectual, cuando publiqué en el número del año 2000 del Anuario de

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Estudios Centroamericanos de la Universidad de Costa Rica, un trabajo destinado a honrar sus 70 años de vida y su dedicación al desarrollo de las ciencias sociales en Cen- troamérica. En aquella oportunidad reproducía una idea que Edelberto había expresado en algún documento personal, una idea/disposición que constituiría un leitmotiv de su obra y en la cual relevaba lo siguiente: “Desde que llegué a Chile a mediados de los años sesenta del siglo xx para obtener la Maestría en Sociología de la Facultad Latinoame- ricana de Ciencias Sociales (flacso) y hasta el día de hoy, lo único que he intentado es ofrecer algunas respuestas a los muchos interrogantes que han planteado y siguen plan- teando nuestras sociedades centroamericanas”.
En algunas ocasiones en sus últimos años, cuando lo sentía decaído por el de- terioro físico inexorable y progresivo que sentía, le señalaba que en verdad era él un hombre muy afortunado. Tuvo el privilegio de haber nacido (1930) de padre nicara- güense, don Edelberto Torres Espinoza, y de madre guatemalteca, doña María Rivas, que le prodigaron un ambiente familiar sencillo y modesto económicamente, pero muy estimulante en lo intelectual, en lo político y en lo ético, que modeló el ethos que constituiría su carácter. Pero también era muy afortunado al haber podido sobrevivir a Guatemala. Fue Secretario General de la Juventud Patriótica del Trabajo del Partido Guatemalteco del Trabajo, el partido comunista, por aquellos años cincuenta. De los miembros de aquel Comité Central de aquel periodo, solo él murió de muerte natural, como ayer nos lo recordaba en su artículo su hijo, Edelberto Torres Escobar. Pero su fortuna fue aún mayor al haber podido contar con el amor y con el inmenso apoyo, de múltiples maneras, de tres mujeres, de tres formidables compañeras de vida. No podría en este acto de recordación de su memoria obviar esto y que ellas pudieran quedar invisibilizadas: Olga Escobar, Cecilia Crespo y Ana María Moreno. Olga Escobar, guatemalteca, madre de Indiana y de Tito, lo acompañó en la primera etapa de su vida, incluyendo su difícil exilio en México df, e igualmente durante su regreso a Guatemala a inicios de los años sesenta y en su posterior emigración a Chile. Cecilia Crespo, cos- tarricense, madre de Álvaro y Felipe, fue una compañera que veló, ya bajo otras condi- ciones de vida más favorables, por la estabilidad familiar que le posibilitó a Edelberto un periodo notablemente productivo en lo profesional y académico durante el último cuarto del siglo xx. Y Ana María Moreno, guatemalteca, compañera de la última fase de su vida, de nuevo en Guatemala, etapa en la cual, aparte de su quehacer profesional y académico principalmente en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), desplegó una mayor incidencia intelectual y política en su Guatemala querida. Pueden distinguirse tres periodos principales en su trayectoria: el primero,
hasta principios de los años sesenta, centrado en la política y en el análisis y la re- flexión que la alimentaba, cuando apenas daba sus primeros pasos como estudiante de derecho en Guatemala con sensibilidad sociológica. El segundo, que transcurre a partir de sus estudios y estadía en Santiago de Chile (1964-1970), que se prolonga por más de treinta años (1964-1996), centrado en su formación sociológica inicialmente y en la producción institucional y académica de las ciencias sociales en Centroamérica después, dicho esto especialmente respecto a los años que van de 1972 a 1996, lo que incluye su ópera prima y una de sus dos más sobresalientes, Interpretación del desa- rrollo social centroamericano, publicada originalmente en Santiago de Chile en 1969 y luego por la Editorial Universitaria de Centroamérica (educa) en 1971. Y el tercero, cuando regresa a Guatemala tras los Acuerdos de Paz firmados a finales de 1996, tra- baja en el pnud en el Informe Nacional de Desarrollo Humano, y despliega entonces una presencia constante como intelectual crítico en diversos foros y arenas que se van
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abriendo poco a poco, por fin, en esa sociedad castigada secularmente por la represión de cualquier manifestación intelectual y progresista.
Caballero andante por el desarrollo de las ciencias sociales centroamericanas, hay tres dimensiones de su trayectoria que son insoslayables, si bien entreveradas: su incansable y generosa labor de variada construcción institucional de las ciencias sociales en nuestra región a lo largo de varias décadas, sobre lo cual no podré extenderme hoy; su contribución en materia de investigaciones, y su labor política en un sentido amplio. Esta debe comprenderse como la dimensión ética de su compromiso crítico, es decir, la del empeño persistente por develar las profundas estructuras que condicionan la realidad social centroamericana y mantienen a la región sumida en la pobreza y en la desigual- dad, en el marco de una institucionalidad estatal muy débil y de regímenes democráticos frágiles con ciudadanías apenas emergentes. Los últimos años de su vida lo vieron dedi- car una parte de su energía, junto con un grupo muy distinguido de la intelectualidad guatemalteca, a ir construyendo una propuesta de alternativa política para Guatemala bajo la denominación del Movimiento Semilla (2014), que este año 2019 se presentará a las elecciones nacionales por primera vez.
Su producción escrita es inmensa: veintisiete libros como autor o como coautor; otros trece como editor o coeditor; cincuenta y cuatro artículos publicados en libros; treinta y un trabajos entre prólogos, introducciones, posfacios, recopilaciones y re- señas, estos frecuentemente ensayos muy extensos sobre los temas; y setenta y cinco artículos aparecidos en revistas académicas, para un gran total de 200 trabajos. Han visto la luz en varios idiomas y lo han hecho por muy prestigiosas editoriales en cien- cias sociales de América Latina, Estados Unidos y Europa.
El último de sus libros, Guatemala: un edificio de 5 pisos (2017), si bien lleva por título el de un artículo incorporado en su última parte, actualizado de una pri- mera versión escrita y publicada a inicios de esta centuria, descripción lacerante de la estructura social de Guatemala, está dedicado en su mayor parte a entregar una selección de la producción periodística de Edelberto a lo largo de casi quince años (2003-2016). Es una selección estupenda, desde una vena sociológica muy penetrante y magistral, en la que se perfila de modo admirable esa dimensión ética de su compromi- so crítico que ya destacaba.
Edelberto poseía una cualidad muy inusual en el medio académico centroame- ricano, tan propenso a la labor individual y de corto alcance, que hay que subrayar: su constante proclividad por el trabajo con colectivos numerosos para sumar energías y acometer proyectos ambiciosos y pertinentes. Baste recordar en esta oportunidad dos ejemplos sobresalientes: el proyecto desarrollado desde el Instituto Centroamericano de Documentación e Investigación Social (icadis) junto con Gabriel Aguilera Peralta, Crisis y alternativas en Centroamérica, en el cual participamos más de veinte inves- tigadores y del cual salieron numerosos libros y artículos en la segunda mitad de la década de los años ochenta, que tanta luz ofrecieron sobre los orígenes, las causas y los escenarios alternativos de aquella profunda crisis regional, económica pero sobre todo política; y el otro, el de la Historia general de Centroamérica, que nucleó a más de treinta científicos sociales, tanto de adentro como de afuera del istmo, los primeros en mayor número, para aportar una perspectiva renovada y actualizada de la evolución de la región hasta principios de los años noventa del siglo pasado.
Otro rasgo que deseo destacar hoy es su buen escribir. Devoraba literatura casi tanto como Sociología, la primera como acompañamiento de la segunda. De ahí que se situara en las antípodas de aquello que criticara con tanta razón Eugenio Fonseca

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Tortós, el sociólogo costarricense que formara parte de la primera promoción de graduados en Sociología de la flacso en 1959: “quien solo sociología lee, ni sociología sabe”, apuntaba este en el prefacio que escribiera para la edición centroamericana del libro de Medina Echavarría, Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico de América Latina .
Su itinerario intelectual abarcó desde la preocupación central por el desarrollo, pasando por la revolución, hasta el análisis y la crítica, desde la sociología política, de los procesos de democratización de las últimas décadas y las características de estas democracias realmente existentes.
Pero nadie como él ha mantenido de modo tan constante la perspectiva centro- americana, es decir, la visión siempre de conjunto (de lo común y de lo diverso a un tiempo) de las sociedades centroamericanas. Este constituye un mérito de extraordi- naria importancia que mucho ha tenido que ver en la singular calidad y pertinencia de su trabajo, así como en el reconocimiento recibido en América Latina. Esto es parte fundamental de su legado.
Honrar la memoria, la trayectoria y la contribución de Edelberto Torres Rivas a la modernización y a la institucionalización de las ciencias sociales en Centroamérica, es reivindicar la voluntad denodada por analizar y pensar a Centroamérica desde Centroamérica y hacerlo con una perspectiva regional.
Muchas gracias.
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