Rev. Ciencias Sociales 169: 207-220 / 2020 (III)

ISSN Impreso: 0482-5276 ISSN electrónico: 2215-2601

PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD Y BIENESTAR SUBJETIVO
EN MÉXICO.
UNA APROXIMACIÓN CUALITATIVA1

PERCEPTION OF INSECURITY AND SUBJECTIVE WELL-BEING
IN MEXICO.
A QUALITATIVE APPROACH

Oscar A. Martínez-Martínez*
Yasmín Martínez-Carreón**

RESUMEN

En este artículo, el objetivo es analizar la forma en que afecta la percepción de la inseguridad al bienestar subjetivo en mujeres y hombres. El estudio fue de carácter cualitativo y se realizó en zonas urbanas de cuatro estados de México. Los resultados muestran que existen diferencias por sexo sobre la valoración de la inseguridad en cada barrio; en el caso de las mujeres su principal preocupación es la seguridad de sus hijos y otros familiares, por tanto, experimentan mayor nerviosismo e intranquilidad, mientras los hombres tienden a minimizar la inseguridad o preocuparse por las pérdidas materiales.

PALABRAS CLAVE: MÉXICO * PERCEPCIÓN * SEGURIDAD * VIOLENCIA * CRIMEN

ABSTRACT

The objective was to analyze how the perception of insecurity affects subjective well-being in women and men. The study was qualitative and was conducted in urban areas of four states of Mexico. The results show that there are differences by sex in how they value insecurity in their neighborhood, in the case of women their main concern is the safety of their children and other relatives, therefore, they experience greater nervousness and restlessness, while men tend to minimize insecurity in the neighborhood and only worry about material losses.

KEYWORDS: MEXICO * PERCEPTION * SAFETY * VIOLENCE * CRIMEN

INTRODUCCIÓN

En los países de Latinoamérica, la criminalidad y la violencia se han incrementado constantemente (Farhadi et al., 2012; Kaino, 2012; Gledhill, 2013), a tal grado que existe consenso sobre la existencia de una crisis de seguridad (Méndez, 2011; Otamendi, 2011). Por esa razón, se considera como el principal problema a nivel de país y comunitario, incluso más que la pobreza (Latinobarómetro, 2018). Si bien, en toda la región las personas reportan haber sido víctimas de algún delito en los últimos 12 meses, los países que tienen los mayores porcentajes son Venezuela (35,4%), México (32,9%) y Chile (31,8%).

México es un país con altos niveles de inseguridad (Leenen y Cervantes-Trejo, 2014), pues el número de víctimas del delito no ha disminuido a lo largo del tiempo, al contrario, se ha incrementado significativamente año con año, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (envipe) (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2015; 2016; 2017). La información de la envipe (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2018), destaca que en el 35,6% de los hogares del país, alguno de sus miembros fue víctima de algún delito, esto significa una tasa de 39 369 delitos por cada 100 000 habitantes, lo que representa un incremento del 2,5% en la incidencia delictiva respecto del año anterior, lo cual ha generado efectos negativos en el bienestar de la sociedad, pues el costo total a consecuencia de la inseguridad y el delito en hogares representa 1,65% del Producto Interno Bruto (pib), como lo señala el informe de dicha encuesta.

A pesar del gran número de delitos, solo 1 de cada de 10 crímenes se denuncia y, de ellos, solo 1 de cada 100 conlleva una sentencia (Magaloni y Razu, 2016). Si bien, la criminalidad afecta a amplios sectores de la población, solo una mínima proporción de los individuos que demandan justicia la encuentra, creando un déficit de seguridad por parte del sistema de justicia y una percepción negativa ante la incapacidad de hacer frente a la delincuencia (Sieder, 2003), lo cual ha generado un incremento en la percepción de la inseguridad (De la Barreda, 2007); entendida esta última como el miedo que tiene una persona ante el riesgo real o imaginario de ser víctima de un delito (Liebnitzky y Montero, 2013).

En Latinoamérica, el 40,7% de las personas “todo o casi todo el tiempo” están preocupadas por ser víctima de un delito con violencia, los países que reportan los porcentajes más altos son Brasil (65,3%), Venezuela (53,1%), Ecuador (48,8%), El Salvador (45,9%) y México (45,1%). La percepción de inseguridad en este último país, ha incrementado, en el año 2013, el 72,3% de la población se sentía insegura en su Estado, aumentando a 79,4% en el 2018 (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2018). Estas cifras tienden a ser mayores cuando se dividen por sexo, pues el 82,1% de las mujeres dijo sentirse insegura en su Estado, en comparación con el 76,3% de los hombres, lo mismo ocurre a nivel de municipios (73,4% mujeres y 66,2% hombres) y barrio (53,4% mujeres y 46,3% hombres), dicha diferencia entre hombres y mujeres (Estado, municipio y colonia) es de forma longitudinal en cortes anuales desde 2013. Estas cifras muestran que las mujeres tienden a percibir mayores niveles de inseguridad en comparación con los hombres, sobre todo cuando las mujeres tienen hijos o nietos a su cargo (Ruiz y Turcio, 2009; Núñez, Tocornal y Henríquez, 2012).

El efecto de vivir en un contexto inseguro tiene consecuencias en la sociedad como la disminución de la satisfacción con la vida, el desgaste del capital social (Martínez-Martínez et al, 2018) y la felicidad (Graham y Chaparro, 2011). Además, la percepción de la inseguridad vulnera la calidad de vida de las personas, en tanto estas dejan de realizar actividades cotidianas como usar joyas, salir de noche, llevar dinero en efectivo, restringir la salida a los hijos menores (Laca y Navarro, 2013), no llevar tarjetas de débito o crédito, tomar taxis, visitar parientes o amistades (Robles, 2014), reducción del funcionamiento físico por las restricciones a realizar actividades deportivas y sociales (Medina, 2003; Stafford, Chandola y Marmot, 2007), así como, la afectación de la salud mental (Stafford et al, 2007; Wilson-Genderson y Pruchno, 2013).

La literatura ha mostrado consistentemente que la percepción de la inseguridad tiene efectos sobre el capital social, la integración social, la vida comunitaria (Eissmann, 2008; Graham y Chaparro, 2011; Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico-oecd, 2011), la economía (Di Tella, MacCulloch y Ñopo, 2008; Institute for Economics & Peace-iep, 2019) y la confianza en las instituciones gubernamentales (Di Tella, MacCulloch y Ñopo, 2008). De igual forma, la percepción de la inseguridad tiene efectos negativos sobre el bienestar (Chouhy, Madero-Hernández y Turanovic, 2017; Hanslmaier, 2013), especialmente en el bienestar subjetivo negativo (Organización Mundial de la Salud, 2003; Casullo y Brenlla, 2002), debido a que este tipo de bienestar se eleva con el incremento de la percepción de la inseguridad (Wills-Herrera et al, 2011; Gasper, 2005). Comúnmente, el bienestar subjetivo en su parte negativa está constituido por la intranquilidad, la tristeza y el nerviosismo (Aldana, 2018).

El efecto de la inseguridad en el incremento del bienestar subjetivo negativo, se debe a que las personas tienen miedo de perder la libertad, los bienes materiales e, incluso, la vida (Wills-Herrera et al, 2011), además, quienes han sido víctimas de delitos sufren síntomas de ansiedad y estrés postraumático (Kunst y Zwirs, 2014), así como de repercusiones como la falta de sueño y la sensación de pérdida del control personal (Shippee, 2012). Sin embargo, como señalan Reyes-Martínez, Andrade-Guzmán y Eissmann-Araya (2020), el corpus teórico sobre la forma en cómo la percepción de la inseguridad afecta al bienestar subjetivo, en su componente negativo, aun es escaso; especialmente sobre cómo afecta dependiendo del sexo (hombre o mujer). Por esa razón, el objetivo del artículo fue analizar la percepción de la inseguridad al bienestar subjetivo negativo en mujeres y hombres, y sus efectos en la vida cotidiana.

METODOLOGÍA

El estudio fue de carácter cualitativo y se utilizó como principal herramienta la entrevista semiestructurada, en la cual se preguntaron los datos demográficos de la persona entrevistada, cuatro subcategorías sobre inseguridad (percepción de la inseguridad, víctimas del delito, prevención del delito, tipo de delitos en la colonia o localidad) y una sobre bienestar subjetivo con tres subcategorías (bienestar subjetivo positivo, negativo y felicidad); las categorías y subcategorías de inseguridad y bienestar subjetivo utilizadas, tienen como base diversas investigaciones y encuestas (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2018; Martínez-Martínez et al., 2018; Hanslmaier, 2013; Aldana, 2018). Para este documento se utilizaron 2 subcategorias, las cuales, de acuerdo a los autores antes citados, se definen como:

Percepción de la inseguridad: es el miedo que tiene una persona ante el riesgo de ser víctima de un delito.

Bienestar subjetivo negativo: son estados de ánimo y emociones negativas, como el nerviosismo e intranquilidad.

TRABAJO DE CAMPO

La información utilizada en el estudio proviene de entrevistas en 4 Estados con distintos niveles de bienestar social: Ciudad de México (muy alto), Tamaulipas (alto), Estado de México (medio) y Oaxaca (bajo) (Martínez-Martínez et al., 2016). En cada Estado, se seleccionaron municipios urbanos a partir de las variables Índice de Marginación Municipal del Consejo Nacional de Población (Consejo Nacional de Población, 2015) y la cantidad poblacional de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2015); la finalidad era tener una serie de contextos heterogéneos por sus condiciones sociales. En total, se seleccionaron 46 municipios: 16 en la Ciudad de México, 16 en Estado de México, 9 en Oaxaca y 5 en Tamaulipas.

La selección de las personas entrevistadas fue por un muestreo no probabilístico, pero tomando en cuenta variables como nivel educativo, edad y género. En total, se aplicaron 184 entrevistas: 78 en la Ciudad de México, 28 en el Estado de México, 39 en Oaxaca y 39 en Tamaulipas (tabla 1).

TABLA 1
NIVEL DE MARGINACIÓN Y NÚMERO DE ENTREVISTAS POR MUNICIPIO

ESTADO

MUNICIPIO

NIVEL DE MARGINACIÓN

NÚMERO DE ENTREVISTAS

Ciudad de México

Álvaro Obregón

Muy bajo

4

Azcapotzalco

Muy bajo

4

Benito Juárez

Muy bajo

4

Coyoacan

Muy bajo

4

Cuajimalpa de Morelos

Muy bajo

6

Cuauhtemoc

Muy bajo

6

Gustavo A Madero

Muy bajo

6

Iztacalco

Muy bajo

4

Iztapalapa

Muy bajo

6

La Magdalena Contreras

Muy bajo

8

Miguel Hidalgo

Muy bajo

4

Milpa Alta

Bajo

8

Tlahuac

Muy bajo

4

Tlalpan

Muy bajo

4

Venustiano Carranza

Muy bajo

5

Xochimilco

Muy bajo

1

Estado de México

Almoloya de Juárez

Medio

3

Amatepec

Alto

1

Atizapán de Zaragoza

Muy bajo

2

Atlacomulco

Bajo

2

Chimalhuacán

Bajo

1

Coacalco de Berriozábal

Muy bajo

1

Cuautitlán

Muy bajo

1

Ecatepec de Morelos

Muy bajo

2

Huixquilucan

Muy bajo

2

Ixtlahuaca

Medio

2

Metepec

Muy bajo

2

Naucalpan de Juárez

Muy bajo

3

Nezahualcóyotl

Muy bajo

1

San Felipe del Progreso

Alto

2

Valle de Chalco Solidaridad

Bajo

1

Villa Victoria

Alto

2

Oaxaca

Animas Trujano

Bajo

4

El Espinal

Muy bajo

4

Huajuapan de León

Bajo

4

Ocotlán de Morelos

Medio

1

Salina Cruz

Muy bajo

4

San Francisco Telixtlahuaca

Bajo

6

San Juan Bautista Tuxtepec

Bajo

4

Santa Cruz Amilpas

Muy bajo

4

Santa María Coyotepec

Bajo

8

Tamaulipas

Altamira

Muy bajo

2

Ciudad Madero

Muy bajo

6

Matamoros

Muy bajo

18

Tampico

Muy bajo

5

Victoria

Muy bajo

8

Fuente: Elaboración propia con los datos de las entrevistas y conapo (2015).

A todas las personas participantes se les pidió su consentimiento informado. Las entrevistas se realizaron entre los años 2016 y 2017, duraron en promedio una hora y fueron grabadas con autorización de los y las participantes, posteriormente, se transcribieron de forma textual para su análisis. El estudio contó con la aprobación del Comité de Ética de la Universidad Iberoamericana, por tanto, para guardar la confidencialidad de la entrevista, se omiten los nombres completos de las personas en los fragmentos de las entrevistas.

ANÁLISIS DE LOS DATOS

Los datos fueron obtenidos a partir de las transcripciones de las entrevistas. La técnica utilizada fue análisis del discurso, el cual fue iterativamente deductivo e inductivo, utilizando para ello la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967). El análisis comenzó con la lectura de las transcripciones para identificar temas emergentes entre mujeres y hombres, en cuanto a la inseguridad y su relación con el bienestar subjetivo negativo. Se encontraron percepciones distintas para los hombres y para las mujeres, las cuales se daban independientemente del Estado, municipio, nivel de marginación y educación. Estos patrones de percepción entre los sexos, fueron la base para codificar las entrevistas en el software Nvivo.

RESULTADOS

CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LAS PERSONAS ENTREVISTADAS

En la tabla 2, se encuentran las principales características de las personas entrevistadas. El 51,6% eran mujeres y 48,4% hombres. En cuanto a las mujeres, la edad osciló entre 17 a 87, con un promedio de 44,5 años. Para los hombres, la edad osciló de 22 a 77, con una edad promedio de 45 años. Con respecto a los niveles educativos, 15,8% de las mujeres contaba con estudios de primaria terminada, 20% con secundaria, 24,3% con escuela preparatoria, 31,6% universidad y 8,3% posgrado (maestría y doctorado). En el caso de los hombres, el 11,3% contaba con estudios de primaria, 19,1% con secundaria, 27% escuela preparatoria, el 31,4% universidad y 11,2% posgrado.

TABLA 2
CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS ENTREVISTADAS

VARIABLE

DATOS

Mujeres

Hombres:

Edad

Porcentaje: 51,6%

Rango: 17-87 años

Media: 44,54 años

Porcentaje: 48,4%

Rango: 22-77 años

Media: 45 años

Nivel educativo

Primaria: 15,8%;

Secundaria: 20%

Preparatoria: 24,3%

Universidad: 31,6%

Posgrado (maestría y doctorado): 8,3%

Primaria: 11,3%

Secundaria: 19,1%

Preparatoria: 27%

Universidad: 31,4%

Posgrado (maestría y doctorado): 11,2%

Fuente: Elaboración propia con datos de las entrevistas.

PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD Y BIENESTAR
SUBJETIVO

Los temas emergentes que resultaron de las entrevistas se dividieron en dos: a) percepción de la inseguridad en su barrio y b) efectos de la inseguridad en el bienestar subjetivo. En cada uno se saturaron los temas entre los hombres y entre las mujeres, donde se identificaron patrones similares de respuestas cualitativas, independientemente del contexto y sus condiciones, así como de las características de los entrevistados y las entrevistadas, por esa razón, se presentan los resultados de forma conjunta. Se han utilizado algunos fragmentos textuales de las entrevistas, los cuales se consideraron más relevantes y representativos en la forma en como construyen socialmente la inseguridad y sus efectos.

PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES

Las evidencias muestran que existen diferencias en la forma en que se percibe la inseguridad según el sexo. Las mujeres de los cuatro Estados analizados, reportaron mayor presencia de delitos, señalaron mayor incidencia de crímenes, reportando más alta percepción de inseguridad en sus barrios. Las mujeres entrevistadas mencionaron que tienen miedo al delito no solamente por lo que pueda ocurrirles a ellas, sino también por sus hijos, nietos y a los niños de la colonia.

—Los delitos más comunes son los asaltos […] bueno, tiene ahorita como dos semanas que mataron un chavito cerca de la prepa, lo picaron, pero también en la madrugada… Yo les digo (a sus hijos), si van a una fiesta quédense allá donde están (Rosa, comunicación personal, 10 de junio de 2017).

—Justo a dos cuadras le trataron de quitar el carro a una señora que creo que salió la hija, le dijo no le vas a quitar el carro a mi mamá y pues se las echaron a las dos (María, comunicación personal, 25 de agosto de 2017).

—… hace tiempo a un niño de secundaria lo asaltaron para quitarle su celular (Lorena, comunicación personal, 5 de abril de 2017).

Un aspecto que mencionaron las entrevistadas, es que los delincuentes no eran del barrio, sino que vienen de otro lado a robar o llegan a rentar a la colonia por temporadas cortas.

De repente hace aproximadamente qué serán, dos o tres meses, agarraron a un muchacho que se dedicaba a violar muchachas, aquí a media cuadra, ya habían violado a dos o tres y no lo habían podido agarrar... fue un vecino quien lo agarró … pero son gentes que rentan… los dueños no se fijan a quién le rentan (Paulina, comunicación personal, 7 de septiembre de 2017).

—Pues por orillas de la colonia sí roban porque como viven puros desconocidos que no sabemos ni de dónde vienen (Elisabeth, comunicación personal, 23 de enero de 2017).

En cuanto a los hombres, señalaron que los delitos de mayor ocurrencia en su barrio fueron el robo a casa, robo de mascotas (sobre todo perros), así como asalto en el transporte público, con lo cual se evidencia la importancia que le dan a la protección de la propiedad.

—Sí. El asalto al transporte público. Podría decir que es frecuente, que podría ser o que me preocupa (Jorge, comunicación personal, 10 de noviembre de 2016).

—Entran a robar los animales de las casas (Francisco, comunicación personal, 5 de diciembre de 2016).

—…Pues sí en la temporada en que la gente va a una peregrinación que es muy concurrida, que es en el mes de abril, se dan robos a casa habitación (Rogelio, comunicación personal, 7 de diciembre de 2017).

En algunos casos tienden a minimizar la gravedad de los delitos que perciben, mencionando que son “simples robos” o que no presentan ninguno problema realmente grave.

—Pues nada más que un simple robo (Nelson, comunicación personal, 9 de octubre de 2017).

—A lo mejor robo domiciliario, pero te digo no no no no es muy común (Alfredo, comunicación personal, 16 de diciembre de 2017).

…hasta donde sé, esta es una de las delegaciones, más segura …por lo tanto no, y si lo hay, a lo mejor es en menor medida que en otros lados (Rolando, comunicación personal, 7 de diciembre de 2017).

Aunque en la colonia no se presenten muchos delitos como señalaron algunos hombres, los que se realizan es por personas que vienen de otro lado, y estas son quienes cometen los delitos, lo cual coincide con lo señalado por las mujeres. A pesar que algunos hombres mencionaron que no existían delitos y que este era un lugar muy seguro, las mujeres de esos mismos lugares señalaron que se sentían inseguras de lo que sucedía en su barrio, pues la criminalidad había incrementado, por lo cual tenían miedo a que les pasara algo a ellas o a sus familias.

EFECTOS DE LA INSEGURIDAD EN EL
BIENESTAR SUBJETIVO

La percepción de la inseguridad ha tenido efectos en el bienestar subjetivo negativo, tanto en mujeres como en hombres de los cuatro Estados, si bien, existen coincidencias entre ambos sexos, es posible identificar ciertas diferencias. Por una parte, el principal aspecto generado por la inseguridad que más señalaron las personas entrevistadas fue la intranquilidad:

—… robos que de repente se entera uno, que entraron a robar a equis casa, lo que hace que una parte de mi vida sienta más intranquilidad (Claudia, comunicación personal, 20 de febrero de 2017).

—Intranquilidad por la inseguridad que hay aquí en la colonia y en Neza por mis hijos (Ernesto, comunicación personal, 10 de diciembre de 2017).

—Por toda la inseguridad, cuando tú sientes que vas a perder algo o alguien, pues estás intranquilo y nervioso (Cristina, comunicación personal, 14 de octubre de 2017).

Además del sentimiento de intranquilidad, las mujeres mencionaron con más frecuencia la tristeza, aunque enfatizan que solamente se trata de tristeza y no de depresión. Por el contrario, un mayor número de hombres señalaron que experimentan depresión generado por los delitos que ocurren en su entorno.

—Tristeza pues desde luego cuando pasa algo a alguien de los míos o a mí misma (por la inseguridad) …. deprimida pues creo que no, creo que no he llegado a algún nivel de depresión (Viviana, comunicación personal, 17 de enero de 2017).

—Intranquilidad por tanta inseguridad… uno está intranquilo por los hijos cuando andan en la calle y uno se siente deprimido porque no le hacen caso … uno les dice que Dios te acompañe, qué podemos hacer si son necios (Raúl, comunicación personal, 7 de diciembre de 2017).

Para superar estos problemas, algunos hombres y mujeres han buscado apoyo emocional en grupos de ayuda psicológica y religiosos.

—…tenía yo un miedo por la inseguridad, que me fuera a pasar algo, por eso se me fue el sueño…. iba yo a los médicos, una vez me recomendaron que fuera a ver un psicólogo y fui a verlo porque (diagnóstico de depresión) … mi alivio fue ir a la iglesia, platicar con el sacerdote, le digo padre yo me quiero confesar (Ivan, comunicación personal, 20 de junio de 2017).

—Fui a grupos, he buscado ayuda psicológica, porque no siempre se puede sola (Karla, comunicación personal, 10 de julio de 2017).

Un aspecto hallado en las entrevistas, es que las mujeres mencionaron preocupación por la familia, particularmente por los hijos y las hijas, por esa razón, como un medio para protegerlos y saber que están bien, ellas están en constante comunicación por medio de mensajes en las redes sociales.

—…tristeza por la inseguridad… por mis hijas y mi esposa (Joel, comunicación personal, 17 de julio de 2017).

Los resultados obtenidos indican que la intranquilidad, el nerviosismo, la depresión y la tristeza, generados por la percepción de la inseguridad, han provocado que las personas cambiaran sus rutinas o tomaran acciones preventivas frente a los delitos que ocurren en su colonia. Estos resultados reafirman los de otras investigaciones, en las cuales las personas emprenden acciones determinadas ante el miedo de ser víctimas de un delito (Jasso, 2013; Rojas-Mora, 2014; Robles, 2014). Entre estas acciones, se encuentran: no salir de noche, no ostentar el trabajo que realizan tratando de mantener un perfil bajo y mantenerse en comunicación constante con los hijos y las hijas.

En lo que respecta a las acciones preventivas también se presentan diferencias entre hombres y mujeres. Por su parte, se observa que la mayoría de los hombres expresa que no hace nada ante la inseguridad, que trata de relajarse y no pensar al respecto, o que simplemente esperan que pase el mal momento de inseguridad en su colonia. Las mujeres tienen mayor tendencia a emprender acciones concretas al sentirse en una posición de inseguridad. Este señalamiento concuerda con otras investigaciones que han abordado las llamadas “geografías del miedo”, según las cuales las mujeres tienden a emprender medidas específicas al transitar por espacios públicos por considerarse espacios esencialmente masculinos. Entre estas medidas se encuentran evitar lugares oscuros, ir acompañadas en sus trayectos, evitar el uso de transporte público e, incluso, evitar salir de casa sino es necesario (Rojas-Mora, 2014; Robles, 2014). Lo anterior permite explicar el por qué las mujeres son más proactivas al momento de tomar medidas preventivas ante la inseguridad.

—La inseguridad me ha cambiado la rutina... es decir, si no tengo que salir no salgo. O sea, sí ha habido veces que incluso no llega el vigilante de la calle y tengo una cita y la cancelo porque no quiero dejar la casa, no quiero dejar a mi hermana sola, no, no me siento en confianza. Pues, o sea…sí, sí ha cambiado mi vida (Claudia, comunicación personal, 11 de mayo de 2017).

—Con respecto a la cuestión de la seguridad pues mm… no me gusta ostentar y mi trabajo lo realizo con puros clientes y gente que me recomiendan mis clientes…. No publicito mi despacho, o sea tomo ciertas medidas precisamente para tratar de manejar dicen manejar un perfil bajo verdad (Fabiola, comunicación personal, 7 de mayo de 2017).

—…tengo identificado cuales son las zonas más riesgosas, o sea, definitivamente y pues por tal motivo hay que evitarlas y más que nada en la noche, porque es cuando más se dan los delitos (Karina, comunicación personal, 13 de junio de 2017).

DISCUSIÓN

En el año 2006, el presidente Felipe Calderón inició a la llamada “guerra contra el narcotráfico”. A partir de entonces, varios estudios han hablado de una crisis de seguridad en el país (Manaut, 2009; Chabat, 2005). Sin embargo, no existen cifras oficiales que permitan reafirmar el incremento de la incidencia delictiva, ni la percepción de inseguridad por entidad federativa, ya que la envipe comenzó a realizarse apenas en el año 2011. En este sentido, no es posible comparar la manera en que las personas percibían la inseguridad en su entorno.

No obstante, al comparar las cifras de la envipe entre el 2011 y el 2018, se identifica un incremento en la percepción de inseguridad en todas las entidades federativas analizadas. En primer lugar, en la Ciudad de México, el porcentaje de población (de 18 años o más) que manifestó sentirse inseguro en su entidad pasó de 75,3% en 2011, a 88,3% en 2018; en el Estado de México, este porcentaje incrementó de 83,9% en 2011, a 91,8% en 2018; en Oaxaca, el aumento fue de 73,3% en 2011, a 76,6% en 2018, siendo la entidad con menor percepción de inseguridad y con menor incremento de la misma; por último, en Tamaulipas, la percepción de inseguridad pasó de 83,4% en 2011 a 86,4% en 2018 (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2011; 2018). Las cifras anteriores reafirman la existencia de una “crisis de seguridad” en el país, la cual se refleja en la percepción que tienen los ciudadanos de su entorno.

Estos hallazgos muestran que la percepción de inseguridad se refleja a través de las expresiones sobre el crimen en los barrios, estas se han construido por sus experiencias, las de sus vecinos y amigos, así como por los medios de comunicación. Los resultados reflejan que las personas tienden a considerar que los criminales son personas ajenas a su comunidad, que vienen de otras colonias a realizar actos criminales, por tanto, se tiene miedo al “otro” que son todos aquellos ajenos a su barrio, como se ha analizado en los estudios de Gray et al. (2007) y Rojas-Mora (2014).

De igual manera, las evidencias muestran que el sexo tiene un papel determinante en la percepción de inseguridad; estos resultados concuerdan con otras investigaciones (Ruiz y Turcios, 2009; Núñez et al., 2012) que señalan que las mujeres tienden a presentar mayores niveles de miedo al delito. Los resultados muestran además que hombres y mujeres perciben la inseguridad de manera diferenciada, si bien, ambos mencionaron que los más comunes eran los robos y asaltos, sin embargo, las mujeres lo señalaron en todas las entrevistas. Además, las mujeres reportaron delitos relacionados con las agresiones a su persona o familia, como también otras investigaciones lo han mostrado (Schafer et al., 2006; Vilalta, 2010a). Las mujeres construyen su miedo en función de su cuerpo y al daño que puedan ocasionar a su integridad personal, mientras los hombres lo hacen en relación a los delitos a la propiedad (Núñez et al., 2012; Robles, 2014), pues ellos centraron más su preocupación en los robo a casa-habitación y mascotas.

Las diferencias que se encontraron en función del sexo, están principalmente en las restricciones de movilidad en ciertos lugares, pues las mujeres y los hombres han construido una geografía del miedo (Soto, 2012; Galiani y Jaitman, 2016); las mujeres evitan lugares públicos poco iluminados, callejones, además de que en ciertos casos evitan mejor no salir por la presencia de delincuencia organizada en su localidad; por su parte, los hombres se sienten amenazados al perder un espacio que tradicionalmente dominaban y, sobre todo, por el miedo a ser asaltados o que entren a su casa a robar. En este sentido, los resultados muestran que las mujeres suelen modificar sus hábitos en mayor medida que los hombres con el objetivo de reducir las probabilidades de ser víctimas de un delito (Ruiz y Turcios, 2009; Robles, 2014; Galiani y Jaitman, 2016).

Sin embargo, el aumento real de delitos no siempre coincide por completo con la percepción de la inseguridad (Robert, 2003), pues diversos estudios muestran que las mujeres presentan mayor miedo al delito que los hombres (Scott, 2003; Ruiz y Turcios, 2009; Soto, 2012). En relación con lo anterior, los resultados señalan que las mujeres suelen mostrar una mayor preocupación por lo que pueda ocurrir a sus hijos y familia, así como a los niños y jóvenes del barrio, lo que incrementa su percepción de inseguridad (Nuñez et al., 2012; Vilalta, 2010a).

Por otra parte, la percepción de la inseguridad tiene efectos negativos en las personas como estrés, preocupación, enojo, intranquilidad, shock y trastornos del sueño (Gray et al., 2007). Los hallazgos están en esta misma línea, ya que tanto los hombres como las mujeres presentaron altos niveles de preocupación, estrés, ansiedad, miedo, zozobra, desconfianza e, incluso, depresión, ante un incremento en la percepción de inseguridad, concordando con diversos estudios que establecen que la percepción de inseguridad deteriora el bienestar de las personas (Casullo-Brenlla, 2002; Segerstrom y O’Connor, 2012).

De igual forma, el estudio muestra que también en el ámbito del bienestar subjetivo negativo, existen diferencias entre hombres y mujeres. En primer lugar, los sentimientos de preocupación, intranquilidad y estrés, se presentaron de forma más aguda en el caso de las mujeres (Foust-Rodríguez, 2011; Petrzelová et al., 2015; Grinshteyn et al, 2017), probablemente porque las mujeres presentan mayores niveles de percepción de inseguridad y miedo al delito.

En cuanto a las consecuencias de la percepción de inseguridad, el estudio evidenció diferencias entre hombres y mujeres. Estos resultados concuerdan con los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud sobre la violencia y sus consecuencias a nivel global (oms, 2003; 2014). En este sentido, los hombres mencionaron con mayor frecuencia sentimientos de ira o enojo, mientras que las mujeres expresaron en mayor número sentimientos de tristeza. No obstante, los resultados muestran que mientras que las mujeres mencionan con frecuencia sentimientos de tristeza, no mencionan sentirse deprimidas, mientras que varios de los hombres entrevistados reportaron encontrarse en depresión.

Sería necesario realizar una investigación más profunda enfocada exclusivamente a los trastornos psiquiátricos derivados de la inseguridad para presentar evidencias más generalizables, problema que también menciona el estudio de la oms “Global Status Report on Violence Prevention” (2014), en el cual se resalta la falta de información disponible al respecto. Por lo tanto, de manera general, las evidencias, al igual que otros estudios (Machado y Manita, 2009; Petrzelová et al., 2015) muestran que las mujeres tienden a experimentar mayor bienestar subjetivo negativo, como es la tristeza, miedo e intranquilidad, debido a la percepción de la inseguridad.

A pesar de ello, tanto el estrés como la intranquilidad han resultado un mecanismo anticipatorio en un contexto de alta inseguridad como es México, pues poseen la capacidad de prever el peligro o la amenaza, por lo cual tienen un valor funcional para la vida en las ciudades (Vilalta, 2010b; Aldana, 2018). En este sentido, los hallazgos muestran que ante el estrés y la intranquilidad, las personas buscan modificar sus rutinas (no salir de noche, dejar de usar joyas, cambiar su ruta hacia el trabajo), esto les permite prevenir ser víctimas de un delito durante sus actividades cotidianas.

Ante el alto nivel de bienestar subjetivo negativo, las personas entrevistadas mencionan haber buscado apoyo emocional, como se ha reportado en la literatura derivada de la percepción de la inseguridad y miedo al delito (Stafford et al., 2007; Petrzelová et al., 2015). Los resultados muestran que tanto hombres como mujeres buscaron apoyo en psicólogos y grupos religiosos. Cabe destacar que una investigación más profunda sería necesaria para identificar las diferencias en la manera en que hombres y mujeres buscan apoyo emocional ante la inseguridad.

CONCLUSIONES

La percepción de la inseguridad se construye en el imaginario colectivo debido a las actividades de los delincuentes y el trabajo de las policías, pero también por las acciones cotidianas de los vecinos (Alvarado, 2010). La sensación de inseguridad aumenta cuando la criminalidad afecta amplios sectores de la población y cuando solo una mínima proporción de los individuos que demandan justicia la encuentran (De la Barreda, 2007). En ese sentido, los hallazgos mostraron que la percepción de la inseguridad en los contextos urbanos de los cuatro Estados estudiados es similar, incluso por niveles de marginación, pues en todos ellos se considera que la criminalidad está presente.

La diferencia en la percepción de inseguridad fue por el sexo, tanto en el número de delitos que reportan como en el tipo de delitos considerados. En este sentido, existen diferencias en la forma en que hombres y mujeres valoran la inseguridad en su barrio, lo cual a su vez está ligado a la mayor preocupación que presentan las mujeres por la seguridad de sus hijos y otros familiares. El análisis de estas diferencias en la percepción de inseguridad permite obtener información relevante para el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género en materia de seguridad pública. Considerar, por ejemplo, en los programas de prevención delictiva que las mujeres son más vulnerables a ser víctimas de cierto tipo de delitos en los espacios públicos (como el delito de violación), así como fortalecer las respuestas de las autoridades para las víctimas de este tipo de delitos. Asimismo, el mantenimiento e iluminación de espacios públicos (como parques o avenidas), así como mejoras en el sistema de transporte público podrían reducir la percepción de inseguridad de las mujeres y disminuirían la incidencia delictiva en estos espacios de manera general.

Derivado de la percepción de la inseguridad, las mujeres experimentan en mayor medida nerviosismo, intranquilidad e, incluso, depresión, lo cual tiene consecuencias en la salud mental y física de las personas, incrementando su necesidad de apoyo para sobrellevar esta situación. En su mayoría, las personas entrevistadas buscaron ayuda en la familia, aunque también mencionaron que acudieron a grupos religiosos y al psicólogo.

Si bien, el bienestar negativo tiene efectos adversos, también tiene un papel importante, pues la habilidad para manejar estas emociones negativas facilita que los individuos se mantengan funcionando adecuadamente, sobre todo en un contexto como México, donde el número de víctimas del delito ha incrementado a lo largo del tiempo, por tanto, la delincuencia en sus diferentes ramificaciones está presente como parte de la vida cotidiana, principalmente, en las zonas urbanas. Identificar las consecuencias emocionales de la percepción de inseguridad permite diseñar políticas públicas específicas para brindar servicios de salud y apoyo psicológico para víctimas de delitos; por ejemplo, para enfrentar problemas de ansiedad (relacionados a los sentimientos de nerviosismo e intranquilidad) y de depresión.

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Fecha de ingreso: 04/11/2019

Fecha de aprobación: 08/10/2020


1 Los autores agradecen al Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (equide) de México por el financiamiento para realizar esta investigación.

* Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, México.

oscar.martinez@ibero.mx

** Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, México.

yasmin.martinez.carreon@gmail.com