Rev. Ciencias Sociales 170: 61-71 / 2020 (IV) ISSN IMPRESO: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601
LA VÍA CHILENA AL SOCIALISMO, SALVADOR ALLENDE A 50 AÑOS DE LA UNIDAD POPULAR
THE WAY OF CHILE TO SOCIALISM, SALVADOR ALLENDE FROM THE 50 YEARS OF THE POPULAR UNITY
Marcos Roitman Rosenmann *
RESUMEN
Se cumplen 50 años del triunfo de la Unidad popular y la vía chilena al socialismo. La figura de Salvador Allende fue su máximo exponente y defensor. El triunfo electoral el 4 de septiembre de 1970 marcó un hito en los procesos de transición. Conceptualizada como vía pacífica, se caracteriza por el respeto a la institucionalidad, el desarrollo de las libertades políticas, la profundización de las libertades sociales, así como el rechazo a la violencia, entendida como la toma insurreccional del poder. La vía chilena se verá frustrada por un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973.
PALABRAS CLAVE: SALVADOR ALLENDE * TRANSICIÓN * SOCIALISMO * GOLPE DE ESTADO * REVOLUCIÓN * COMUNISMO
ABSTRACT
It is the 50th anniversary of the triumph of the Unidad Popular and the Chilean way to socialism. The figure of Salvador Allende was its maximum exponent and defender. The electoral victory on the 4th of September of 1970 marked a milestone in the processes of transition to socialism. It was conceived as a peaceful way because of its respect for institutions, the development of political freedoms, the deepening of social liberties, and the rejection of violence, understood as the insurrectionary seizure of power. The Chilean path was frustrated by the coup d’etat on September 11, 1973.
KEYWORDS: SALVADOR ALLENDE * TRANSITION * SOCIALISM * PUTSCH * REVOLUTIONS * COMMUNISM
*
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid, España. mroitman@cps.ucm.es
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El martes 11 de septiembre de 1973, dos aviones Hawker Hunter, adquiridos por el gobierno de Eduardo Frei a Gran Bretaña, sobrevuelan Santiago. La orden: bombardear el palacio presidencial. El presidente consti - tucional Salvador Allende y sus colaboradores más cercanos resisten. En una primera alocu - ción, poco conocida, se dirige al pueblo, eran las 8.45 de la mañana, restaban cuatro horas para que los cohetes sura-d impactaran sobre La Moneda.
Compañeros que me escuchan: la situa - ción es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en el que participan la mayoría de las fuerzas armadas. (…) No tengo condición de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pue - blo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la histo - ria y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamen - te: dejaré la Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defen - deré esta revolución chilena y defenderé al Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pue - blo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada (…) Compañeros, permanez - can atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero pre - sidente no abandonará a su pueblo ni su
la forma en que se recordará el golpe de Estado que derrocó el gobierno de la Unidad Popular. La vía chilena al socialismo, que Allen -
de reivindicaría en el Gran Templo de la Gran Logia de Chile, el 14 de abril de 1970, se verá truncada:
No queremos la violencia. No necesita - mos la violencia (…) Son otros los que pueden usar la violencia, porque tie - nen los medios para usarla. Nosotros soñamos, Venerable Maestro (…) en un gobierno fuerte, pero un gobierno fuerte que no esté afianzado en la fuerza de las armas, sino en la fuerza moral, en la unidad de un pueblo, en la respon - sabilidad colectiva. En el hecho social que haya aquí un maestro universitario que se sienta junto al compañero cam - pesino o al obrero. En el hecho que el hombre entienda que la mujer no sólo es un motivo de placer o de explotación. Soñamos con una sociedad distinta y
queremos luchar por ella… 1 (Allende, s.f como se citó en Rocha, 2001, p. 47).
Durante tres años, Chile fue sometido a un bloqueo económico sin precedentes. Aten - tados y sabotajes se sumaban a la huelga de comerciantes, patronal, latifundistas y de tras - porte privado. Escasez, mercado negro, acapa - ramiento de productos alimentarios, el terreno propicio para llamar a un golpe de Estado. Aun así, el gobierno y su presidente, Salvador Allen - de, no retrocedían en los principios sobre los cuales se había levantado la vía chilena al so - cialismo. Respeto a la legalidad, desarrollo de la institucionalidad, ampliación de las libertades sociales, ejercicio de las libertades políticas, rechazo a la violencia y socialización de los me - dios de producción. Si Allende lo había señalado
sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida (Allende, 2008, p. 133).
Los pilotos Mario López Tobar y Ernes - to Gonzalez Yarra lanzan su carga. El edificio arde, las llamas se propagan, la destrucción es total. Las imágenes recorrerán el mundo. Sera
1
Discurso ante el Gran Templo de la Gran Logia de Chile. Alocución Inédita, que fue rescatada por el periodista Juan Gonzalo Rocha y editada en el año 2000. Vio la luz en el texto de: Rocha, Juan Gonzalo: Allende Masón. Editorial Sudamericana. Stgo-Chile, 2001. El Discurso, improvisado, dura 85 minutos y constituye uno de los más destacados de Salvador Allende. Fue dictado en plena campa - ña electoral, de allí su valor histórico.

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en múltiples ocasiones, lo volvería a recalcar en el primer informe al Congreso Pleno, el 21 de mayo de 1971. “Sabemos que cambiar el sistema capitalista respetando la legalidad, ins - titucionalidad y libertades políticas, exige ade - cuar nuestra acción en lo económico, político y social a ciertos límites. Estos son perfectamente conocidos por todos los chilenos” (Allende, s.f como se citó en Martner, 1992, p. 56).
Los partidos de oposición, sabedores de la decisión del gobierno de mantener el proyec - to, desplegaron una acción destinada a legiti - mar un golpe de Estado. Se decantaron por la violencia como mecanismo de acción política. Sin embargo, Allende no dejó de señalar su apego al orden constitucional. No hubo ocasión donde no mostrara su compromiso, durante la campaña subrayó:
Nosotros los marxistas decimos, Venerable Maestro, que todavía es posi - ble que aquí en Chile, dentro de los cauces legales podamos conquistar el Gobierno; pero esto no se reconocerá jamás por los enemigos, esto nunca se reconocerá, pero sí tendrán que recono - cerlo los Hermanos que no podrán negar que nuestra voz es la voz responsable de los que no están predicando, sino que haciendo lo que piensan debe hacerse. Pero también es cierto que tenemos que herir intereses y que estos intereses son poderosos, que son demasiado poderosos y por eso se defienden y por eso la menti - ra y por eso el terror (Rocha, 2001, p. 46).
Y lo ratificó dos años más tarde, el 4 de diciembre de 1972, durante el xxvii período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York:
Vengo de Chile, un país pequeño pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida en una sola organiza - ción sindical, donde el sufragio univer - sal y secreto es el vehículo de definición
de un régimen multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrum - pida desde su creación hace 160 años, donde los Tribunales de Justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo una vez se ha cam - biado la Carta Constitucional, sin que ésta prácticamente jamás haya deja - do de ser aplicada. Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una generación ha dado dos Premios Nobel de Literatura: Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos tra - bajadores. Historia, tierra y hombre se funde en un gran sentido nacional. Pero Chile es también un país cuya economía retrasada ha estado sometida, e inclu - sive enajenada, a empresas capitalistas extranjeras… (Allende, s.f, como se citó en Martner, 1992, p. 626).
¿Cómo se gestó la Unidad Popular? ¿Por qué el golpe de Estado? Hagamos historia. Oc - tubre, primavera de 1969, el país entraba en dinámica electoral. Las presidenciales se cele - brarían el 4 de septiembre de 1970. Gobernaba el demócrata-cristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Su triunfo se había cimentado en la campaña del miedo y la guerra psicológica. Esta cuña destinada a las mujeres, radiada en las emisoras de onda media y frecuencia modu - lada, era parte de la campaña:
Locutor: ¿En qué consiste el buen sen - tido de la mujer chilena? Locutora: En rechazar los peligros que amenazan Chile. ¡No a los sistemas que aplastan la libertad! ¡No a la politiquería que nos lleva al desastre! Para Chile: ¡Un gobier - no Independiente! Locutor: mujer, el destino de la Patria esta en tus manos. Locutora: Acción Mujeres de Chile (Power, 2008, p. 293).
En esta misma dirección, la iglesia ca - tólica alertaba del peligro del comunismo y el triunfo de Salvador Allende. Una anécdota pro - tagonizada por Laura Gossens, madre de Salva - dor Allende, narrada tal y como se lo comentó a Oswaldo Puccio, amigo y secretario personal
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del Presidente, es significativa. Mujer de pro - fundas convicciones católicas, de misa y acudir a la iglesia, se presenta al confesionario. El sa - cerdote, que probablemente no sabía quién era:
… le preguntó por quién iba a votar en las próximas elecciones, a lo cual doña Laura contesto prestamente que por Salvador Allende ¡¿Cómo!? —le inquiere el sacerdote visiblemente alterado—. ¿No sabe usted que se trata de un comunista, de un hombre malo, que va destruir iglesias, a encarcelar a los sacerdotes, a hacer que violen a las monjas, que le va a quitar los niños a las madres para que los eduque el Estado?’ Doña Laura le res - ponde con serenidad que nada de eso va a ocurrir si Salvador Allende sale elegido, porque él es un buen hijo y no va hacer cosas malas —Cómo sabe usted que es un buen hijo— le conmina el religioso con extrañeza. Muy sencillo —le contes - ta doña Laura— Soy su madre (Rocha, 2001, p. 93).
La guerra psicológica, la campaña del miedo y el terror, permeaba la sociedad chilena. Un hándicap con lo cual Allende contaba. El eslogan utilizado por la Democracia Cristiana en 1964 para combatir los movimientos de liberación nacidos a rebufo de la revolución cubana había sido: Revolución en libertad. Sin embargo, el mandato de Eduardo Frei Montalva acumuló represión, reformas inconclusas y ex - trema violencia. Su sexenio continuó el mismo camino de su predecesor, el derechista Jorge Alessandri (1958-1964). Salvador Allende des - cribe así, la relación existente entre ambos:
La violencia, pero no la violencia de unas cuantas piedras, la violencia ceñu - da, característica de un régimen y un sistema, la violencia en el gobierno de
implacablemente el fracaso del refor - mismo demagógico de la Democracia Cristiana y el gobierno de Frei2 (Allende, 1970 como se citó en Rocha, 2001, p. 41).
La demanda de una candidatura unita - ria de izquierda estaba en el aire. Desde 1952, comunistas y socialistas habían unido fuerzas en torno a Salvador Allende. Ambas organiza - ciones participaron en la creación del Frente Popular en 1936, he hicieron posible el triunfo de su candidato perteneciente al partido radical en 1938, Pedro Aguirre Cerda. Salvador Allende sería su ministro de Salud Pública. En su mi - nisterio se promulgaron leyes sobre el seguro médico, la vivienda social y el propio Allende redactó el primer informe sobre la situación medico social de Chile.
La coyuntura demandaba frenar el avan - ce del nazi-fascismo y modernizar el país. El Frente Popular gobernó hasta 1952, pero su último presidente, el también radical Gabriel Gonzalez Videla, traicionó la alianza al promul - gar en 1948, la ley de defensa de la democracia, ilegalizando al partido comunista y confinando a sus militantes en el campo de concentración de Pisagua, al norte del país. A su cargo, un joven militar: Augusto Pinochet. En 1970, la unidad otorgó el protagonismo a los partidos socialista y comunista. Salvador Allende resalta la distinción: “El año de 1938, luchábamos por ser la izquierda de un régimen y de un sistema. En 1970 no luchamos por ser la izquierda de un régimen capitalista, luchamos por sustituir el régimen capitalista…” (Allende, 1970, como se citó en Rocha, 2001, p. 44).
La izquierda se redefinía. Los no ali - neados, los tanques en Praga. La guerra de Vietnam y el sudeste asiático. El antiimperia - lismo, los movimientos de liberación nacional, el bloqueo a Cuba, la guerra de los misiles, la
Alessandri en Madeco y Mademsa y en Pedro de Valdivia y en José Maria Caro y superando la violencia y los muertos, la violencia en el gobierno de Frei en las calles de Santiago y en Puerto Montt, en Pampa Irigoyen(…) al fracaso del capi - talismo típico de Alessandri se sucede
2
En el libro de Juan Rocha, Allende, Masón. La visión de un profano,se recoge la Alocución en el templo de la Gran Logia de Chile 14 de abril de 1970 y el pronunciado ante la Gran Logia de Colombia, el 28 de agosto de 1971. En él, Allende profundiza su pensamiento y explicita su posición en la política internacional, América Latina y el imperialismo.

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invasión de Marines a República Dominicana, el asesinato del Che y las nuevas dictaduras amparadas en la doctrina de la seguridad na - cional. En ese contexto, la izquierda latinoa - mericana genera un debate sobre estrategia y formas de acceso al poder político. La crítica a la Unión Soviética y la revolución cultural China estaban sobre la mesa. El pensamiento latinoamericano también daba un paso de gi - gantes. Fueron momentos fértiles. La Teoría de la Dependencia aunó y dio consistencia al pensamiento crítico. El socialismo era una opción para pensar la superación de la depen - dencia y el subdesarrollo desde una perspec - tiva anticapitalista. El debate se centró en las formas de acceso el poder: vía insurreccional o vía pacífica. ¿Reforma o Revolución?
La experiencia chilena condensó la realidad latinoamericana. Tras el triunfo de la Unidad Popular, las miradas se dirigieron hacia su proyecto: la vía pacífica de transi - ción al socialismo. Tanto era la convicción de Allende en el triunfo electoral, y su fe en lograr el objetivo de transformar las estruc - turas capitalistas en Chile, que a principios de los sesenta, en su visita a Cuba, nada más producirse la caída de Batista, en apoyo a la revolución cubana, se entrevista con el Che. De una larga conversación, el Che le regaló uno de los primeros ejemplares salidos de imprenta de su ensayo La guerra de guerri - llas, con la siguiente dedicatoria: A Salvador Allende que por otros medios, trata de obte - ner lo mismo. Afectuosamente. Che. Misma que estampó en una foto que Allende tenía en su despacho.
Soñamos con una sociedad distinta y queremos luchar por ella, aprovechán - donos de la experiencia histórica, pero sin ser imitadores y sin ser repetidores de procesos que en otras latitudes tuvie - ron el contenido de una realidad para su propia realidad. Alguna vez lo dije vul - garmente y lo repito aquí con perdón de ustedes, dije que la revolución cubana se hizo con gusto a azúcar y sabor a ron; la revolución chilena la haremos con gusto
a vino tinto y sabor a empanada de horno. Cada pueblo tiene su propia realidad y, frente a esa realidad, los dirigentes res - ponsables tienen que desatar las tácticas que hay que seguir (Allende, 1970, como se citó en Rocha, 2000, p. 47).
Así nace la vía chilena. Su peculiaridad, escribe Joan Garcés, fue:
…reunir un síndrome de elementos defi - nitorios, políticos, sociales, económicos, militares, que la convierten en la expe - riencia más moderna hasta la fecha de revolución anticapitalista, conteniendo los gérmenes de una modalidad de tran - sición al socialismo nunca antes desarro - llada hasta un nivel comparable: plena vigencia de la democracia como forma de vida en el seno de los sectores y organiza - ciones integrantes del bloque social popu - lar, reconocimiento de derechos políticos y civiles iguales a la oposición, respeto del Estado de derecho como norma de regu - lación de la vida colectiva, rechazo de la guerra civil como vía de resolución de las contradicciones sociales, libre ejercicio de las libertades de organización, conciencia y expresión sin más restricciones que las contempladas en el régimen legal funda - mentado en la voluntad nacional mani - festada a través del sufragio universal, libre, secreto y con pluralidad de partidos (Garcés, 2013, p. 15).
Y Salvador Allende lo enfatiza:
De allí la importancia que tiene la Unidad Popular, que reitero, es un instrumento del pueblo de Chile, nacido de su expe - riencia y su realidad, no es el producto de la cábala de unos cuantos dirigentes que buscan ubicación en función de ventajas personales o de posibilidades electoreras. Es la responsabilidad histórica de los que nos damos cuenta que este país o hace posible dar un paso hacia adelante en el proceso de auténtica democratización, o
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caeremos en una dictadura civil implaca - ble o en un golpe militar3 (Allende, 1970, como se citó en Rocha, 2001, p. 43).
Chile era una sociedad politizada. Los partidos de la derecha, liberal, conservador y Acción Nacional, se fusionan en 1965, dando vida al Partido Nacional. Era la nueva derecha, beligerante, construida sobre la movilización de masas y contraria a cualquier gobierno, fuese reformista o de izquierda. En su decla - ración de principios aparece el rechazo explí - cito al marxismo “por artificial y limitado a la interpretación materialista de la historia”. Víctor García Garzena, su presidente, enlazó la creación del partido a la necesidad de luchar contra el comunismo.
A la gran mayoría de los chilenos le repugna el comunismo. Tienen un ances - tro de hombres libres y altivos demasiado fuerte para admitir un estado que dis - ponga de su persona y de sus bienes. [Esta concepción de forjar un partido de masas, suponía en] síntesis una revalo - rización del campo político que hicieron distintos sectores que se identificaban con la derecha política hacia mediados de los años sesenta se materializó en un partido con la aspiración de conver - tirse en una alternativa al centro y la izquierda, abandonando las tendencias cooptativas que habían caracterizado a la derecha oligárquica. Esta nueva dispo - sición suponía abrirse a nuevos grupos sociales, modificar el ‘estilo’ partidario, articular un proyecto alternativo y crear un nuevo aparato partidario de la dere - cha (Valdivia, 2008, p. 121).
De esta manera, su:
...rechazo más apasionado al marxismo se vincula estrechamente a la adminis - tración democratacristiana y su opción por reformas radicales, especialmente lo relativo al derecho de propiedad y los planes de democratización social. La insistencia del gobierno de no aceptar los reclamos y sugerencias de la derecha y las asociaciones gremiales respecto al proyecto de reforma agraria enardeció los ánimos, derivando en una interpreta - ción de los hechos como obra del comu - nismo (Valdivia, 2008, p. 114).
Esta fue una de las causas por la cual en 1970, la derecha se presentó dividida en dos candidaturas.
Por otro lado, el movimiento sindical, curtido en mil batallas, había forjado su unidad en 1953, bajo la Central Única de Trabajadores (cut). La izquierda se agrupada mayoritaria - mente en torno a socialistas y comunistas. En 1965, había surgido el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (mir) partidario de la vía insu - rreccional, sus principios estaban fuertemente influenciados por el triunfo de la revolución cu - bana y la teoría foquista del Che. En 1970, tras la denominación de Salvador Allende, decidió no entorpecer la campaña electoral y suspendió todas sus acciones armadas. Durante el gobier - no de la Unidad Popular tuvo una posición de apoyo crítico. Por último, la Falange Nacional, escisión del partido conservador en los años 40, se metamorfoseaba en 1957 en la Democracia Cristiana. Su ideario abrevó en el pensamiento de Jose Antonio Primo de Rivera y Ramiro de Maeztu, emulando a la Falange española y su concepción de la democracia orgánica. En su programa se lee: “La iglesia está por encima de los partidos (…) rechazamos el marxismo, concepción materialista y antirracional de la vida, que fomenta la lucha de clases, conduce a la tiranía y ha fracasado en sus experiencias” (Correa et al., 2001, p. 178). Opuestos al divor -
3
Allende no se equivocó, tras mil días de acoso de la derecha, un golpe cívico militar destruía las esperanzas de cambio democrático en Chile, instaurando un régimen de terror y muerte. La peor tiranía conocida en su historia. Alocución en el Templo… (Op.cit, p. 43).
cio, fueron defensores de la familia tradicional y el rol subordinado de la mujer. Su ideario falangista y anticomunista les unió en los he - chos con el gremialismo chileno encabezado por Jaime Guzmán, uno de los redactores de la

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constitución pinochetista e instigador del golpe de Estado y al Partido Nacional, sumándose a la estrategia golpista.
Para las elecciones presidenciales, el mapa electoral estaba definido. La nueva dere - cha presentó al expresidente, el septuagenario Jorge Alessandri; la Democracia Cristiana optó por un candidato de su ala progresista, Rado - miro Tomic. ¿Y la izquierda? Cristianos, laicos, marxistas, socialistas, comunistas, socialdemó - cratas habían confluido. En diciembre de 1969, el programa de la Unidad Popular se hizo públi - co. Lo firmaron seis organizaciones: el partido socialista, el partido comunista, el partido radi - cal, el Movimiento de Acción Popular Unitario (mapu), Acción Popular Independiente (api) y el Partido Social Demócrata (psd). Conocido como el programa de las 40 medidas básicas, se desta - caron la supresión de los grandes sueldos, unas jubilaciones justas, seguridad social para todos los chilenos, leche para todos los niños, alimen - tación para los niños en situación de exclusión, vivienda digna, agua y electricidad, reforma agraria real, asistencia médica gratuita en los hospitales, creación de centros de atención pri - maria y consultorio materno-infantil, disolu - ción de los cuerpos represivos de carabineros, no más impuestos a los alimentos, creación del instituto del arte y la cultura, así como señera - mente se denuncian las políticas de ajustes del Fondo Monetario Internacional.
La Unidad Popular tenía proyecto, ahora enfrentaba su último reto: nombrar al candida - to. El Partido Radical propuso a un destacado intelectual y profesor universitario: Alberto Baltra; el mapu, organización escindida de la Democracia Cristiana, a Jacques Chonchol, ex ministro de Frei e impulsor de su reforma agra - ria; el partido comunista postuló a Pablo Ne - ruda, y api al senador Rafael Tarud. El Partido socialista aún no decidía su candidato. Sumido en un debate interno, hubo dos postulaciones: Salvador Allende y Aniceto Rodriguez, ambos senadores y el segundo, a la sazón, Secretario General del Partido.
Tras la renuncia de Aniceto Rodriguez, Allende lograría 13 de los 27 votos de la ejecu - tiva, hubo 14 abstenciones. Partidario de una firme alianza con los comunistas, los sectores
medios y la construcción de amplias bases de apoyo, no contaba con el beneplácito de un sec - tor importante de su dirección. Consideraban que estaba “gastado” por tres candidaturas falli - das. Muchos argumentaron que su postulación llevaría a la derrota. A pesar de ello, logró impo - nerse. El 22 de enero de 1970, la Unidad Popu - lar lo nombra su candidato. El 4 de septiembre de 1970, ganará sobre una derecha dividida. Salvador Allende: 1 075 616 votos; Jorge Ales - sandri: 1 036 278 votos, Radomiro Tomic: 824 849 votos. Su triunfo puso en movimiento las fuerzas más reaccionarias en colaboración con el gobierno de los Estados Unidos, para destruir la vía chilena al socialismo. El 11 de septiembre de 1973, tras el bombardeo del Palacio Presi - dencial y la muerte del presidente, se impuso hasta 1989, un régimen de terror y muerte. El neoliberalismo se abrió paso mediante una de las dictaduras más abyectas de América L atina. Salvador Allende, fue un objetivo políti -
co de la derecha. Las críticas entrelazaban su vida personal con su militancia. Desacreditar, poner en entredicho sus principios, buscar las contradicciones fueron parte de una campaña que duró décadas. El periódico de la oligarquía, principal medio de comunicación de la derecha, El Mercurio, no perdía oportunidad para ca - lumniarlo. La declarada filiación masónica de Allende fue utilizada para descalificarlo y seña - lar su oscuro ideario conspirativo.
En 1964, durante la campaña presiden - cial, El Mercurio publicó su foto con el si - guiente pie:
Entra a la logia. El senador don Salvador Allende, candidato del frap a la Primera Magistratura del País. En una carta dirigida a su director, Allende respon - dió sin ambages: Todos los míos lo fue - ron y mi abuelo llegó a ser Serenísimo Gran Maestro de la Orden Masónica, después de haberse desempeñado con singular claridad como senador radical por Atacama. Fundó la primera escuela laica de Chile (…) y cumplió una labor de ejemplar humanitarismo como jefe de los servicios sanitarios del ejérci - to durante la guerra de 1879. Por sus
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ideas, en esa época lo llamaron “el Rojo Allende”. He recibido, pues, como única herencia un nombre limpio y una voca - ción para servir al pueblo, nacida de la formación masónica de mis antepasados (…) al revés de otros (…), y allá ellos, que se ven beneficiados con el dinero que sus familiares acumularon de cualquier manera (Rocha, 2001 p. 134).
Fue esta formación, la misma que le llevó a renunciar en 1965 a la masonería, tras considerar que su misión había sido traiciona - da. Así lo expresa en su descargo:
A mi modo de ver la Orden tiene una misión grande y excelsa: sin precisar enunciados que hay que medir con vara actual los principio de libertad, igual - dad y fraternidad para que surja una sociedad exenta de alienaciones, elimi - nando la cesantía, abierta o disfraza - da por los salarios insuficientes; para que se evite la enfermedad suprimible; para que exista un sistema de seguri - dad social funcionalmente correcto y eficaz en su acción; para que se radique el analfabetismo y para que se abra a todos, el acceso a las anchas rutas de la cultura en sus múltiples expresiones y creaciones; para que se reconozca el derecho a la vivienda que llevan en sí todos los seres y para que el esparci - miento se encuentre al alcance de la generalidad, tanto en el orden físico y espiritual y no represente, como hoy acontece, un privilegio económico de los sectores que menos lo requieren por su vida grata cotidiana. (…) Esta posi - ción de nuestra Orden, necesariamente la llevara a luchar con quienes, acép - tenlo o no, son índices de postergación generalizada y con quienes disfrutan de las ventajas de un estatus quo insoste - nible por inhumano y antisocial. Estas mismas batallas se libraron ayer y ahora
financiera monopólica, el colonialismo; el neocolonialismo y el imperialismo, y el obscurantismo religioso y dogmáti - co. La Orden, si adopta tal actitud con - secuente con las responsabilidades de nuestra hora, no podrá guardar silen - cio y enclaustrarse en sus templos (…) Pero una Orden que nada dice cuando se siembra el terror psicológico masivo sobre la basa de la mentira internacio - nal durante nuestros procesos cívicos, es algo sin vigor espiritual. Una Orden que no reacciona para procurar que no se vulneren la soberanía y la libre deter - minación, es algo también sin vida. Una Orden que nada dice cuando se masa - cran e invaden a los pueblos porque una nación se reserva el derecho a deter - minar, por sí y por su poderío armado, cuál es el sistema político o económico que considera aceptable, es una insti - tución que no vela por la libertad, ni por la igualdad ni por la fraternidad 4
(Allende, s.f., como se citó en Martner, 1992, pp. 259-260).
Hubo quienes consideraron una contra - dicción ser marxista y masón. Allende respondía:
Para nosotros es un mito hablar de la justicia, cuando los pueblos famélicos y hambrientos que son potencialmente ricos y que viven como pueblos pobres, empobrecidos por la alianza antipatrióti - ca de las castas oligárquicas y del capital financiero que perforó nuestra economía y que nos demoño políticamente. Para nosotros, digo para nosotros, y planteo que puedo y creo tener el derecho a sos - tener que no hay ninguna contradicción entre poder decir que un Hermano pien - sa que el método científico del marxismo le permite apreciar la historia y decir que no ha renegado de los principios masóni - cos. Si yo creo en la Fraternidad que me
deberán librarse contra la oligarquía; el feudalismo agrario; la concentración
4
Su renuncia fue rechazada declarando al Hermano Allende en condición de durmiente.

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enseñaron en los templos, si yo creo en la igualdad que me enseñaron en los tem - plos, si yo pienso que es cierto que los templos me hablaron de Libertad, yo no me imagino que pueda haber fraternidad en un mundo donde el poderoso aplasta al pequeño desde el punto de vista de la correlación de fuerzas de los países (Rocha, 2000, p. 45).
En esta campaña de desprestigio, El Mercurio, le hizo propietario de un yate de lujo, mostrando la vida burguesa de un “mar - xista” que se decía defender al pueblo. La res - puesta fue inmediata. Remolcó la barca, un bote a remos, hasta Santiago y lo expuso fren - te al Senado a la vista para todo aquel que qui - siera verlo (Martínez, 2009) Su personalidad y su comportamiento ejemplar, hizo que sur - giera el Allendismo. Más allá de la militancia socialista, Allende encarnaba el sentido común del pueblo chileno, de allí su liderazgo. Fue siempre cercano, amigo de sus amigos, crítico y enemigo noble, rechazaba a los aduladores. Sus actos demostraban coherencia, entrega y principios éticos.
La derecha, incluso después del 11 de septiembre, no ha podido emponzoñar su vida. Por votación popular, Salvador Allende ha sido declarado el personaje más destacado de la his - toria del siglo xx chileno. Como ejemplo sirva el protagonizado en 1967, siendo presidente del Senado. En sesión plenaria, el ministro de Ha - cienda del gobierno de Eduardo Frei Montalva, el democristiano Andrés Zaldívar, defendía la ley de reajuste salarial. Mientras intervenía, su mujer era trasladada e ingresada de urgencia por un parto prematuro con riesgo de su vida. Allende, a quien le comunicaron la noticia, tomó la palabra y dijo al resto de senadores que el ministro tenía un grave problema familiar y pidió suspender la sesión. Zaldívar, relata que nunca ha podido superar el gesto humano de Allende. Aunque no tuvo escrúpulos para ava - lar el golpe de Estado en 1973. No fue el único gesto: en diciembre de 1972, ya presidente, volvió a mostrar su señorío en defensa de la dig - nidad del pueblo de Chile. George Bush, emba - jador de Nixon, pidió entrevistarse con Allende
durante su estancia en Nueva York. Joan Garcés (2013) relata el diálogo:
Allende: “quiero reiterar a su gobierno que el pueblo de Chile desea tener las mejores relaciones dentro del mutuo res - peto. No identifico al pueblo de ee.uu . con las acciones de la cia en los asuntos internos de mi país”.
Bush: “Señor presidente, la cia es tam - bién el pueblo de ee.uu. ”.
Allende, levantándose del sillón: “Señor embajador, le ruego se retire” .
Bush sonrojado y confuso balbucea : “señor presidente ¿he dicho algo impro - cedente?
Allende: “la entrevista ha terminado. Adiós”.
Y el día del golpe de Estado, hizo gala de ironía. El general del ejército y promotor del golpe, Ernesto Baeza Michelsen, llamó por telé - fono a La Moneda pidiendo su rendición. Oswal - do Puccio, relata la conversación: “le preguntó a Baeza cómo estaba su señora y el general le respondió que bien… A continuación le inqui - rió sobre su estado de salud, ya que había sufri - do un infarto (…) Allende, le aconsejó cuidarse mucho y evitar cualquier inquietud. De alguna manera, el general reunió ánimos para trasmi - tir el mensaje del jefe de los golpistas. Lo que no se sabe es si los tuvo para trasladarle la res - puesta de Allende: “dígale que no sea maricón y que venga a buscarme personalmente”.
Fueron tres años de estrangulamiento económico, mercado negro, atentados, movi - lización de la patronal y conspiraciones. Así lo refleja su testamento político, en su última alocución al pueblo de Chile por las ondas de Radio Magallanes a las 09.05:
Trabajadores de mi patria: quiero agrade - cerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que solo fue interprete de grandes anhe - los de justicia, que empeño su palabra de que aceptaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a
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ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las fuerzas armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y reafir - mara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, recon - quistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Quien fuera General en Jefe de las Fuer - zas Armadas, Carlos Prats, escribe el mismo 11 de septiembre, mientras el golpe se pone en marcha y se produce el bombardeo:
Oigo, parcialmente la alocución pronun - ciada con voz serena, que el presidente Allende dirigiera al país. Luego empiezo a escuchar los bandos de la Junta de las fuerzas armadas y carabineros de Chile. Me siento profundamente consternado ante el súbito y fatal derrumbe de tantos valores y principios, presintiendo con horror, cuanta sangre será derramada entre hermanos. La tenaz lucha sosteni - da para impedir que el ejército se dejara arrastrar a la destrucción de su profesio - nalismo institucional, había sido estéril. Todas las angustias, las tensiones y sacri - ficios soportados, así como el orgullo y la dignidad humillados, no fueron holo - causto a una causa lograda. Pienso en la terrible responsabilidad que han echado sobre sus hombros mis excamaradas de armas, al tener que doblegar por la fuer - za de las armas a un pueblo orgulloso del ejercicio pleno de los derechos humanos y del imperio de la libertad. Medito en los miles de conciudadanos que perde - rán sus propias vidas o la de sus seres queridos. En los sufrimientos de los que serán encarcelado y vejados. En el dolor de tantas víctimas del odio. En la deses - peración de los que perderán su trabajo. En la desolación de los desamparados y perseguidos, y en la tragedia íntima de los que perderán su dignidad. Presiento que mis excamaradas de armas jamás recu - perarán en vida la paz de sus espíritus,
atenazados por el remordimiento de los actos concupiscentes en que se verán fatalmente envueltos y por la angustia ante la sombra de las venganzas, que les perseguirá constantemente. ¿Quiénes fueron los cerebros que los perturbaron hasta el paroxismo? ¿Desentrañará la his - toria la madeja diabólica de esta conspi - ración insensata en Chile cuyos instiga - dores —como siempre— permanecen en la penumbra? ¿Por qué los demócratas sinceros del gobierno y de la oposición no fueron capaces de divisar el abismo al que se precipitaba el país? (Prats, 1987, p. 512-513).
Pero la historia del gobierno de la up y la dictadura supone entrar en otro terreno. Hoy a 50 años del triunfo de la Unidad Popular, res - catamos el pensamiento de Salvador Allende. Su ideario es reivindicado por casi toda la iz - quierda, pero muchos son incapaces de asumir su coherencia y la firmeza de convicciones que le caracterizó. Sus aportes constituyen parte del acervo sobre el cual se construye hoy, la alternativa antiimperialista, socialista y anti - capitalista. El proyecto de la Unidad Popular sigue vigente.
REFERENCIAS
Allende, S. (2008). Presente. Ediciones Sequitur.
Correa, S., Figueroa, C., Jocelyn-Holt, A., Rolle, C. y Vicuña, M. (2001). Documentos del siglo xx chileno. Editorial Sudamericana. Garcés, J. (2013). Allende y la experiencia chi - lena. Las armas de la política. Edición corregida. Editorial siglo xxi .
Martínez, J. M. (2009). Salvador Allende . Ediciones Nobel.
Martner, G. (1992). (Recopilador). Primer Mensaje al Congreso Pleno. La vía chi - lena al socialismo. Salvador 1908-1973: Obras escogidas. Ediciones del Centro de Estudios Políticos latinoamericanos Simón Bolívar. Fundación Presidente Allende.
Power, M. (2008). La mujer de derecha. El poder femenino y la lucha contra

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La vía chilena al socialismo, Salvador Allende a 50 años de la Unidad Popular 71
Salvador Allende 1964-1973. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
Prats, C. (1987). Memorias. Testimonio de un soldado. 3ª edición. Editorial Pehuén. Rocha, J. (2001). Allende Masón. Editorial Sudamericana.
Valdivia, V. (2008). Nacionales y gremialistas. El parto de la nueva derecha política chi - lena, 1964-1973. Editorial lom .
Fecha de ingreso: 01/09/2020 Fecha de aprobación: 04/11/2020
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