Rev. Ciencias Sociales 172: 193-207 / 2021 (II) ISSN IMPRESO: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601
UNA PROPUESTA DE CRITERIOS DE SELECCIÓN DE
INSTRUMENTOS PARA INTERVENCIONES EN CULTURA CIUDADANA, APROXIMACIÓN AL PROBLEMA ÉTICO 1
A PROPOSAL OF CRITERIA FOR SELECTING INSTRUMENTS FOR INTERVENTIONS IN CITIZEN CULTURE, AN APPROACH TO THE ETHICAL PROBLEM
Carolina A. Cano *
Santiago Silva Jaramillo **
RESUMEN
Este artículo revisa algunos de los instrumentos utilizados desde el enfoque de cultura ciudadana para el diseño y la implementación de políticas públicas. En particular, propone la consideración de cinco criterios de evaluación para la selección de estos instrumentos como alternativas de solución en las políticas de cultura ciudadana, al asumir las discu - siones sobre criterios funcionales y preocupaciones éticas en su utilización. Se enmarca en el esfuerzo colectivo por seguir ampliando la conversación académica sobre el enfoque de cultura ciudadana.
PALABRAS CLAVE: CULTURA * CIUDADANÍ A * POLÍTICA PÚBLICA * GOBIERNO * COMPORTAMIENTO * CAMBIO CULTURAL
ABSTRACT
This article reviews some of the instruments used by the citizen culture approach for the design and implementation of public policies. In particular, it proposes the consideration of five evaluation criteria for the selection of these instruments as alternative solutions in citizen culture policies, assuming discussions on functional criteria and ethical concerns in their use. It is part of the collective effort to continue expanding the academic conversation on the citizen culture approach.
1
Este artículo se hizo en el marco del grupo de investigación: Sociedad, Política e Historias Conectadas de la Universidad eafit .
*
Universidad eafit, Medellín, Colombia. acanoto@eafit.edu.co
** Universidad eafit, Medellín, Colombia. ssilvaja@eafit.edu.co
194 Carolina A. Cano y Santiago Silva Jaramillo
KEYWORDS: CULTURE * NATIONALITY * PUBLIC POLICY * GOVERMENT * BEHAVIOR * CULTURAL CHANGE
INTRODUCCIÓN
La cultura ciudadana se puede enten - der como un enfoque de política pública que busca alinear los sistemas reguladores del comportamiento de la ley, la moral y la cul - tura (Bromberg, 2003). Lo hace por medio de formas y metodologías particulares, al hacer énfasis en asuntos como la comunicación intensiva o la creatividad de las intervenciones y la preocupación por los comportamientos ciudadanos, los símbolos públicos y la respuesta de los públicos receptores (Murraín, 2009). Estas formas y metodologías introducen tam - bién maneras en las que el enfoque entiende la intervención de la realidad y el tipo de ins - trumentos que suele usar. Así, el arte, la cul - tura, la comunicación y, más recientemente , las intervenciones desde la economía del com - portamiento han hecho parte del repertorio de instrumentos a la mano de las políticas de cambio cultural o cultura ciudadana.
En este sentido, se vuelve relevante revi - sar los elementos en consideración al momento de tomar decisiones de escogencia de instru - mentos de intervención, un punto fundamental del proceso de política pública (Ordoñez-Ma - tamoros, 2013). Este artículo tiene como pro - pósito describir los posibles instrumentos que puede tomar la cultura ciudadana para interve - nir en el contexto y los criterios de evaluación en términos de conveniencia.
Para lograr este objetivo, se procederá a: (i) describir la cultura ciudadana, qué es, cuál es su propósito e importancia como enfoque de política pública; (ii) describir los instrumentos, en primer lugar, aquellos que se nombran en este artículo como tradicionales, que se han usado para construir cultura ciudadana, identi - ficados a razón de su uso en los últimos veinte años y las experiencias que se generaron de esa aplicación, arte y cultura y comunicación; y en segundo lugar, los instrumentos que se cree pertinente tomar de las ciencias del comporta - miento con el objetivo de ser utilizados en los
fines de la cultura ciudadana (“nudge”, “boost” y “think”) para luego comparar las caracterís - ticas de todos los instrumentos mencionados y establecer su relación con la pregunta por la pertinencia en términos éticos, por ejemplo, en términos de educar o corregir; (iii) poste - riormente, se presenta la aproximación a un modelo de criterios de selección para instru - mentos de cambio cultural, en la que se tienen en cuenta dos asuntos: la metodología de im - plementación de una intervención de cultura ciudadana y los criterios que pueden facilitar la selección de los instrumentos, y finalmente, se llega a conclusiones útiles con relación a estas intervenciones.
CULTURA CIUDADANA: INTERVENIR EN EL CONTEXTO
La Cultura Ciudadana nace como un pro - grama inscrito en el Plan de Desarrollo de la primera alcaldía de Antanas Mockus en Bo - gotá (1996-1997). En principio, se constituyó como un medio para construir convivencia en la ciudad en sentido positivo, es decir, “acatar reglas comunes, contar con mecanismos cultu - ralmente arraigados de autorregulación social, respetar las diferencias y acatar reglas para pro - cesarlas; también es aprender a celebrar, cum - plir y reparar acuerdos” (Mockus, 2002, p. 21). En este orden de ideas, la convivencia implica la regulación en dos sentidos: primero, en un sentido individual, en el que es el ciuda - dano quien debe ponerle límites a sus acciones en relación con los demás, y segundo, en un sentido colectivo, de construcción conjunta con la regulación social, ambos casos enmarcados en la ley, la moral y la cultura. De este modo, mediante la regulación se trató de “construir experiencias de autorregulación moral perso - nal combinada con mutua regulación cultu - ral (auto regulación social)” (Mockus, 2003, p. 107). Para que ello fuese posible, la tarea consistió en armonizar estos tres sistemas al interior de una sociedad a la que le ha costado

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coordinar sus motivaciones, tanto en la vida privada como pública. La separación de estos tres aspectos de la vida social tiene como con - secuencia acciones que no benefician el desa - rrollo de las actividades en el espacio público y la vida privada, pues genera situaciones de conflicto, por ejemplo, la violencia, los delitos, la desconfianza y la ausencia de cooperación. La idea es entender que, si bien el respe -
to es la base de este proceso, no es un asunto de permitir cualquier acción que se ajuste a esas creencias, pues deben estar circunscritas a unas leyes que enmarcan la vida en sociedad. Armonizar estos sistemas “consiste en seguir reglas, en celebrar y cumplir acuerdos, y ge - nerar y reproducir confianza; confiar en los demás y lograr que el cumplimiento de reglas y acuerdos retroalimente esa confianza” (Moc - kus, 2002, p. 30), es decir, crear convivencia a la vez que se generan transformaciones culturales que resuelvan o lleven a niveles manejables las problemáticas sociales (Murraín, 2009, p. 213). En muchos espacios y ocasiones, la cul -
tura ciudadana se ha concebido como un pro - grama pedagógico (Hunt, 2015). Se trata de un universo de alternativas que se diseñan con el propósito de generar espacios de reflexión y aprendizaje, con la intención de que sean repli - cados y aprendidos por la ciudadanía. Sin em - bargo, se han hecho críticas sobre esta manera de proceder, ya que las acciones que intervienen el espacio público y en el comportamiento de las personas pueden llegar a detentar un velo de manipulación para algunos, pues intentan tocar fibras íntimas, como la identificación con el otro o la extensión del círculo de interés primario, es decir, la familia, los amigos, los ve - cinos, el conocido.
No obstante, entendiendo que la cultu -
ra ciudadana se podría ver como un enfoque de política pública2, se sostiene en este estu -
dio la posición sobre los buenos servicios que esta puede prestar para solventar problemas
2 Se puede entender un enfoque de política pública
públicos. Ahora, se decide entender el con - cepto de enfoque como “una perspectiva para analizar algo, donde se señala una problemá - tica que intriga al estudioso; unos conceptos que se privilegian; un conjunto de presuposi - ciones generalmente implícita, a partir de las cuales se inicia la argumentación” (Losada y Cassas, 2010). En términos genéricos, la mira - da con la que se busca describir un fenómeno, bajo unas preguntas que pertenecen a un ám - bito del conocimiento. En este caso, estudio - sos de la cultura ciudadana como Bromberg (2003) y Murraín (2009), delimitan esta posi - bilidad de estudiar este tema como enfoque de
políticas públicas. 3
Se está ante una invitación que se les extiende a los ciudadanos y las ciudadanas, in - vitación que muchas veces ellos mismos consi - deran pertinente: “la mayoría de los individuos de un grupo social concuerdan en que para convivir mejor sería deseable que las perso - nas transformaran una determinada conducta” (Murraín, 2009, p. 213). Es cierto también que “los ciudadanos pueden tener una postura pe - simista sobre las posibilidades de lograr esta transformación y por ende justifica no coope - rar” (Murraín, 2009, p. 213). Razón por la cual está en manos del implementador del programa o la política consolidar un proceso que “se rea - lice de manera sistemática, organizada y foca - lizada, y que las acciones de intervención sean bien logradas desde el punto de vista creativo” (Murraín, 2009, p. 220).
La reflexión sobre los comportamientos ciudadanos y los entramados culturales que delimitan sus decisiones y acciones es funda - mental para las agendas de cambio cultural y política pública. Seguir avanzando sobre la conceptualización del enfoque como una apro - ximación a la resolución de problemas públicos y un enfoque de política pública supone una contribución muy relevante al uso de los méto - dos, preocupaciones e instrumentos que propo - ne la cultura ciudadana. Así, como se sostendrá
como una lente que permite “leer, seleccionar, organizar e interpretar factores, variables, datos y hechos pertinentes de manera coherente para la elaboración de una explicación e interpretación con pretensión científica” (Roth, 2010, p. 17).
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En este artículo no se busca desarrollar la relación entre cultura ciudadana y políticas públicas, sin embargo, se menciona con el fin de dar herramien - tas al lector y lectora para entender el desarrollo del texto.
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en la presente investigación, la definición y el detalle en las implicaciones, fórmulas propues - tas y usadas por la cultura ciudadana pretende ayudar a una toma de decisión pública más informada respecto a las consecuencias de esas decisiones. Lo anterior, con el objetivo de seguir definiendo las características conceptuales y las implicaciones prácticas del enfoque de cultura ciudadana como uno de política pública. Todo esto, con miras a contribuir a lo que Carlo Tog - nato (2017) señaló como la tarea pendiente de ampliar la legitimidad epistémica, es decir, la creación y la consolidación de un marco con - ceptual que se sostiene en el tiempo y permite la circunscripción de actividades relacionadas con la validez conceptual, la exploración empí - rica y la vinculación a agendas académicas de la cultura ciudadana.
INSTRUMENTOS: ¿CÓMO INTERVENIR Y MODIFICAR COMPORTAMIENTOS?
Primeramente, los instrumentos de po - lítica pública se entienden como “el conjunto de técnicas mediante las cuales, las autoridades gubernamentales ejercen su poder al tratar de garantizase el apoyo de las personas, y efectuar o prevenir un cambio social” (Vedung, 2010). Estas técnicas serán expuestas a continuación en dos grupos de instrumentos que tienen el propósito, en este caso, de apuntar a los fines de la cultura ciudadana. Así, las problemáticas o fines sobre los que la administración espera tener resultados se encuentran enmarcados (a) en torno a la convivencia, al divorcio entre los sistemas de regulación y la búsqueda de regu - lación individual y colectiva, (b) en la construc - ción de acuerdos y la validación de estos.
Ahora bien, se parte de la categoriza - ción que hacen Bemelmand-Videc et al. (2010) en Carrots, sticks and Sermons (Zanahorias, garrotes o sermones) donde a grandes rasgos, la zanahoria hace referencia a los incentivos como medio para lograr obtener un resultado de los ciudadanos; el garrote a la amenaza, el uso de la fuerza o el castigo como forma de
cultura ciudadana serían tomados como “ser - mones”, pues en términos estrictos, los autores dicen sobre su contenido que “la información como instrumento de política pública cubre las actividades dirigidas por el gobierno que intentan influir en las personas mediante la transferencia del conocimiento, la comunica - ción de argumentos razonados y la persuasión moral para lograr un resultado político” (Van der Doelen y Vedung, 2010).
Por último, se evidenciará en las siguien -
tes páginas que el arte, la cultura y la comuni - cación (los think, boots y nudge4) forman parte
de este entramado instrumental, que busca en principio a través de diferentes estrategias con - formar y cualificar espacios de reflexión y de toma de decisiones informadas en los ciudada - nos y las ciudadanas, mejorar comportamientos o evitar aquellos que no son beneficiosos para la vida en sociedad, exceptuando algunas in - tervenciones del tipo “nudge” que no es posible circunscribir en la totalidad de su conteni - do a alguna de las categorías establecidas por Bemelmand-Videc, Rist y Vedung (2010). La diferenciación entre instrumentos “tradiciona - les” y “comportamentales”, que a continuación se hace, no tiene más implicaciones que separar los que han hecho históricamente parte del re - pertorio de las intervenciones de cultura ciuda - dana y aquellas que, siendo algo más recientes en ese repertorio, se vinculan más claramente con los estudios del comportamiento.
INSTRUMENTOS TRADICIONALES DE LA CULTURA CIUDADANA
Sobre el método de construir este entra - mado pedagógico que cambiaría las conductas nocivas para la convivencia ciudadana, Antanas Mockus (2002) hizo uso principalmente de tres asuntos en su administración: el arte, la cultura y la comunicación. Son estos medios los que llamaremos “Instrumentos tradicionales de la cultura ciudadana”, tomando como partida las experiencias y resultados que se obtuvieron en
persuasión y los sermones, a la información como conocimiento que puede cualificar y permitir el razonamiento público. Entre estas tres grandes categorías, los instrumentos de la
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Todos estos instrumentos: Arte, cultural, comu - nicación, Think, Boots y Nudge, serán explicados más adelante, razón por la cual aquí simplemente se mencionan.

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las alcaldías del académico. Mockus “ha hecho una carrera política con el objetivo de reducir la brecha entre las posturas normativas y nuestro sistema de creencias (mostrándonos durante años que solo los cambios sustanciales en las costumbres y hábitos producirán un cambio
social significativo)” (Falconi, 2017, p. 725). De esta forma, se trató de un proceso de transfor - mación comportamental que usó a favor la po - tencialidad de estas herramientas y a través de un programa volcado al cambio de percepcio - nes, construyó nuevas interpretaciones tanto de las problemáticas como de los imaginarios que se compartían en la ciudad de Bogotá.
EL ARTE Y LA CULTURA
Definir un concepto tan susceptible a las interpretaciones como el de “arte” se hace casi imposible para el conocimiento contem - poráneo, donde las variables y las posibilidades se multiplican. La Enciclopedia de filosofía de Stanford dice que las definiciones pueden ser clasificadas con respecto a las dimensiones que del arte enfaticen (2018), existiendo definicio - nes convencionales, institucionales, históricas,
funcionales e híbridas6. Razón por la cual se acude a una definición básica y simple: la Real Academia Española (2020) define el arte como la “manifestación de la actividad humana me - diante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísti - cos o sonoros” y como la “capacidad, habilidad para hacer algo”.
Lo anterior se corresponde con la mate - rialización de intervenciones que se realizaron al momento de construir el marco de la cultura ciudadana e, incluso, con la imagen de artista que consolidó Mockus, pues tomó su capacidad para convertirse en personajes alternos a él mismo y conjugándolo con las manifestaciones comúnmente designadas al arte, creó otras interpretaciones alrededor de las imágenes y las actividades humanas históricamente pro - blemáticas en el país, como los líderes políticos
relacionados con la corrupción o los infractores de las leyes de tránsito y convivencia en el espa - cio público.
El académico José Luis Falconi (2017) hace un ensayo visual sobre la labor de Antanas como artista, como promotor y actor principal de la representación en el espacio público. En su primera campaña electoral, a través de un juego llamado “pirinola”, Antanas construyó una metáfora sobre la conexión que existe entre los ciudadanos, pues allí se reflejaba en frases como “todos toman”, “todos pierden” o “todos se benefician”, la importancia de cada individuo en relación con el otro, por ejemplo, en torno a la convivencia del espacio público, formando comunidades entrelazadas que comparten cau - sas y consecuencias. Falconi expresa que:
Lo que podría hacer que Antanas se ase - meje a un artista es su dominio de la construcción oportuna y el despliegue de una serie de artefactos que archivan en su público la expectativa de la disposi - ción temporal fugaz pero importante de sentir ciertas categorías profundamente arraigadas (es decir, problemas) se les puede volver a dar significado y cambiar - lo, y tal vez, podríamos ser capaces de disolver (en lugar de resolver) problemas que anteriormente nos parecían imposi -
bles de abordar. (Falconi, 2017, p. 75). 7
Es una conjunción entre el arte y la cul - tura, en la cual se identifican comportamientos que han sido nocivos por años para la convi - vencia y que podrían modificarse, y consecuen - temente, se diseñan estrategias disruptivas y conmovedoras para lograr solventar o resolver de alguna manera estos problemas.
Ahora bien, si la cultura “se expresa en lo acostumbrado, sobre todo en la medida en que lo acostumbrado tiene autoridad, la costumbre vale como expresión de la cultura, especial - mente cuando “obliga” supra subjetivamente, cuando expresa autoridad generando sentido y sentimiento de obligación” (Mockus, 2002,
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Traducción propia.
Para más información léase: The definition of Art. https://plato.stanford.edu/entries/art-definition/
p. 33). Entonces, la búsqueda por modificar lo
7 Traducción propia.
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acostumbrado a través de la cultura ciudadana tiene sentido cuando se reemplazan acciones dañinas, por comportamientos de coordina - ción y corresponsabilidad social, que al repro - ducirse generen costumbre y autoridad en una dirección más beneficiosa para la construcción de sociedad.
A modo de ejemplo, los problemas que se generan en el espacio público en la relación entre peatones, conductores de automóviles y transporte público. Ocurre con frecuencia que no se respetan las normas formales que rigen la convivencia en ese escenario, donde unos y otros trasgreden los espacios designados para su libre uso y podría decirse incluso que se llega a trasgredir adrede esta designación normativa por creencias morales y culturales, tales como, el egoísmo o la auto-valoración.
Identificada esta problemática, se decidió utilizar intervenciones artísticas para trasmitir un mensaje con relación a la corrección del comportamiento, siempre a manera de invita - ción, de ejemplo, sin recurrir a instrumentos duros o “garrotes”. Por ejemplo, en la actividad de “Mimos y cebras” en la alcaldía de Mockus, se trató de modificar la relación conflictiva entre peatones y conductores de vehículos, enseñándoles a través del juego y el arte cuál era la designación para cada uno en el espacio y el comportamiento que esperaban de ellos los demás individuos.
Luego, en la actividad “Caballeros del paso de peatones”, se hizo un trabajo con un grupo de taxistas comprometidos con la cons - trucción de cultura ciudadana, creando una serie de pasos a seguir en los cuales se trans - formaba la comunicación y el comportamiento de los taxistas con los pasajeros. Al final del “juego”, el resultado fue un ambiente de coo - peración entre los participantes, tanto taxistas como pasajeros. A razón de esta intervención y “a pesar de esto, o tal vez por eso, los taxistas organizaron una huelga en 2002, paralizando la ciudad. La huelga no fue solo relativamente pacífica, sino que también estuvo acompañada de actos de solidaridad y confianza ciudadana” (Falconi, 2017, p. 90). Dando muestra así de un pequeño cambio comportamental, que no modifica por completo los problemas públicos,
pero sí su percepción y la manera en que los actores buscan solucionarlos.
Se trataba entonces de tomar el arte y la cultura con creatividad e ingenio, para denotar y renombrar símbolos que trasmitieran al pú - blico herramientas para sumar a los fines de la cultura ciudadana: “herramientas para generar contextos que ampliaran repertorios entre los ciudadanos” (Mockus, 2003, p. 107), enten - diendo esos repertorios como las capacidades y habilidades para interpretar y generar comuni - caciones con mayor efectividad.
LA COMUNICACIÓN
El último instrumento tradicional de la cultura ciudadana se concibe a la vez como medio y como fin. Puede manifestarse “a través de actos de comunicación que buscan transfor - mar la comunicación misma” (Mockus, 2003, p. 107). Sin embargo, para entenderlo de una forma más comprehensiva, hay que hacer el siguiente comentario.
Después de evaluar las intervenciones de cultura ciudadana en sus administraciones, Antanas Mockus concluyó que existen tres fac - tores importantes para que estas estrategias tengan éxito: (i) la resonancia entre cambios de comportamiento efectivos, (ii) la comunicación efectiva de esos comportamientos modificados y (iii) la necesidad de un debate público (Mu - rraín, 2009), ya que “cuando los ciudadanos deliberan, intercambian opiniones y debaten sus razones en favor de cuestiones políticas (que son) públicas” (Rawls como se citó en Sen, 2011, p. 355), lo cual representa la conmemora - ción de acuerdos y la superación de conflictos relacionados con la convivencia, objetivos tra - zados por la cultura ciudadana.
Así las cosas, la comunicación debe abar - car dos escenarios complejos y complementa - rios. Debe hacerse uso de las herramientas del lenguaje para modificar rasgos de la comunica - ción cotidiana y, a su vez, hacer uso de los me - dios que tiene la administración para difundir la información de manera acertada, tarea que le es asignada y en la que utiliza instrumentos del tipo “sermón” en la categoría de instrumentos de políticas públicas, donde se ubicó anterior - mente las intervenciones de cultura ciudadana.

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LA COMUNICACIÓN COTIDIANA
No está de más recordar que la cultura ciudadana busca “cambiar hábitos relaciona - dos con la convivencia y más específicamente con el cumplimiento de normas urbanas por vía de la autorregulación personal y la mutua regulación interpersonal” (Mockus, 2003, p. 106). Se diseñan entonces intervenciones con el sentido de producir variaciones en los com - portamientos cotidianos, los que se dan entre los ciudadanos y las ciudadanas, que permitan armonizar la manera en que se interactúa y se toman decisiones en términos de la evaluación personal y colectiva de las normas tanto for - males como informales, es decir, la autorregu - lación en sus dos sentidos.
La comunicación interpersonal reforza - da por las estrategias pedagógicas cualifica la forma en que los individuos interpretan y jus - tifican los comportamientos de ellos mismos y del otro:
… para comprender mejor las emocio - nes, identificar con más prudencia y jus - ticia las intervenciones, considerar legíti - mo expresar los sentimientos y entrar al juego colectivo de cualificar la expresión de los mismos. Todo esto ayuda a fortale - cer y a volver fértil la mutua regulación, lo que hemos llamado la regulación cul - tural. (Mockus, 2013, p. 108).
Si ese es el sentido de apostar por la comunicación entre las personas, la ense - ñanza y los procesos de comunicación no solo permiten esa identificación con el otro y sus emociones, también posibilita la valora - ción positiva de sus aportes en el ámbito de la argumentación pública y la construcción de acuerdos, los cuales, a su vez, dan pie a la convivencia ciudadana. Con todo, lo que se busca es un “diálogo abierto entre auto - ridades y ciudadanos y entre los ciudadanos mismos” (Mockus, 2003, p. 109).
Allí, está el segundo sentido de la co - municación, la divulgación o el puente que debe construir la administración pública para entablar relaciones de confianza con los ciu - dadanos. Se debe recordar los factores para el
éxito de la cultura ciudadana: la comunicación efectiva del estado, a razón de los cambios com - portamentales que cree pertinentes y en los que se enfoca, además de su validación a través del debate público con el ciudadano.
Este proceso tiene críticos sobre sus formas y la posible existencia de malas inten - ciones e, incluso, intentos de manipulación al ciudadano para que este tome ciertas decisio - nes o apoye ciertos cambios de comportamien - tos deseados por el Estado. No obstante, se ha tratado siempre de una invitación, de enten - der “lo educativo como proceso comunicativo donde se llega a acuerdos libres sobre la vali - dez de ciertas tesis o ciertos procedimientos que son utilizados en otros contextos para de - batir, para organizar o para realizar acciones” (Mockus, 2003. p.110). Un proceso donde no debe haber lugar para la manipulación, donde se debe argumentar e informar transparente - mente, entendiendo que esta es la responsabi - lidad del gobierno.
Así, al inicio de estas aplicaciones, se buscó enseñar la cultura ciudadana inclu - yendo demostraciones de autoridad estatal que validaran el marco de las normas for - males, sus contenidos y significados, me - diante el uso de la herramienta dialéctica donde se enseña un conocimiento y se espe - ra que el receptor lo adquiera (Hunt, 2015). Se trata de entender que los elementos de esta teoría, que se construyó en el espacio práctico, se entrelazan y sobreponen para construir todo el entramado que tiene por nombre “Cultura Ciudadana”.
Por último, para cerrar este apartado, se debe “recordar que la comunicación que le co - rresponde a la Cultura Ciudadana tiene mucho más de actos que de palabras, es una comunica - ción que busca expresarse en el hacer, aunque claramente la palabra ayuda a hacer visible y entendible el ejemplo” (Mockus, 2003, p. 111). De esta manera, se quiere construir un mensaje claro, siempre acompañado de acciones que lo validen y que generen reflexiones sociales alrededor del contexto en el que los ciudadanos se desenvuelven y, a su vez, de los comporta - mientos que podrían modificarse para obtener mayores beneficios.
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INSTRUMENTOS DESDE LAS CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO
La revisión de los instrumentos de po - lítica pública de cultura ciudadana se conecta con las llamadas ciencias del comportamiento (economía conductual, sicología conductual y cognitiva, sociología, sicología social, cien - cia política conductal —political behaviour—, entre otras) y sus contribuciones al nuevo en - foque de las políticas públicas conductuales, sustentadas en la evidencia presentada por la economía del comportamiento sobre las li - mitaciones en la toma de decisión de las per - sonas y su racionalidad. En los últimos años, ha supuesto el reconocimiento del “potencial valor de los aprendizajes sicológicos y la de la economía del comportamiento para entender la forma como las personas toman decisio - nes” (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 1), en particular, la propuesta alrededor del sistema cognitivo dual de Daniel Kahneman (2011). Esta conversación se ha centrado sobre todo en la propuesta del paternalismo libertario de Cass Sunstein y Richard Thaler alrededor de los ‘nudges’ y el diseño de la ‘arquitectura de la de - cisión’ (Sunstein y Thaler, 2017). De hecho, “el interés actual de los gobiernos en las ciencias del comportamiento le debe mucho al impacto que el enfoque de los ‘nudge’ ofrece para infor - mar e influenciar las políticas públicas” (Hert - wig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 2).
Esto también se explica en el reconoci - miento de las limitaciones que la regulación coercitiva y el incentivo o castigo material tiene al momento de modificar comportamientos (John et al., 2009). Estas son razones simila - res a la popularidad y el reconocimiento aso - ciado al enfoque de cultura ciudadana como alternativa de política pública para abordar problemas públicos complejos. Este novedoso repertorio de intervenciones que presentan las ciencias del comportamiento amplía las alter - nativas, al intruducir las acciones basadas en “nudge”, “boost”, “think”, entre otros (Thaler y Sunstein, 2017; Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017; John et al., 2009). Estos mecanismos funcionan además sobre docenas de marcos de análisis del comportamientos y modelos explicativos que señalan rutas de diseño, implementación
y evaluación (Michie et al., 2014). Estas nuevas perspectivas de intervención pública y privada se sustentan también en que gobiernos y orga - nizaciones han comprendido “que no pueden depender en dar órdenes y crear incentivos; deben tratar y conectarse directamente con los ciudadanos” (John et al., 2009, p. 368). Sunstein y Thaler (2017) proponen un modelo de intervención en el que “pequeños empujones” producen ajustes a los modelos de toma de decisión a los que se enfrentan las personas y que buscan, reconociendo las limi - taciones de la racionalidad humana, una toma de decisiones individual y colectivamente más conveniente. Los nudge “son intervenciones no regulatorias o monetarias que dirigen a las personas en una dirección particular mientras preservan su libertad de decisión” (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 1). Se trata de diseñar in - tervenciones que, si bien, son impuestas sobre los electores por los arquitectos de decisión (pa - ternalismo), tienen costos bajos, inmateriales y, en consecuencia, evitarlos o negarse a seguirlos no es una tarea ardua. Para Sunstein (2012), esto es lo que hace que se trate de un paterna - lismo “libertario”, además de que se ubican en un espectro donde la preocupación se instala en los medios para que los individuos cumplan sus fines y no en el de los fines, donde se modifica - rían los intereses de las personas.
De esta manera, la intervención en la arquitectura de las decisiones pone en funcio - namiento pequeños empujones que “pueden mejorar en buena medida la vida de los demás diseñando entornos amigables para el usuario” (Sunstein y Thaler, 2017, p. 26). El uso de los ‘nudge’ señala cinco maneras principales de cambiar el comportamiento de las personas. A saber, la modificación de las opciones por de - fecto, la retroalimentación instantánea de los errores, la retroalimentación de información de contexto sobre la decisión, la identificación de los mapas de decisión mentales de las per - sonas y el uso de normas sociales. A pesar de su popularidad, los nudge no son los únicos instrumentos que desde los estudios conduc - tuales se han propuesto para buscar modificar comportamientos. Desde propuestas críticas al paternalismo libertario y su dependencia

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Una propuesta de criterios de selección de instrumentos para intervenciones en Cultura Ciudadana... 201
del sistema cognitivo dual se han señalado las intervenciones tipo boost y desde el enfoque think como alternativas y complementos de los ‘pequeños empujones’ de Thaler y Sunstein. Así, los boost se centran en intervencio -
nes que mejoran la capacidad de las personas para tomar decisiones al promover sus habi - lidades (o instaurar nuevas) para compren - der y decidir sobre sus intereses y acciones (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017). Las interven - ciones de este tipo suelen adelantar procesos educativos alrededor de capacidades como la alfabetización del riesgo, la gestión de la incertidumbre o la motivación para la acción. Se pueden distinguir dos tipos principales de boost, los de largo plazo y los de corto plazo. Los de corto plazo promueven una competen - cia, pero la mejora de desempeño se centra en un contexto particular y agotable. Los de largo plazo logran, idealmente, cambiar permanen - temente el repertorio cognitivo y el repertorio comportamental al añadir una competencia nueva o mejorando una existente. Los boost más comunes, en tanto se diferencian más claramente de los nudge, son los de largo plazo que pueden tipificarse según el objetivo que persiguen y el público al que se dirigen. Ahora bien, aunque la posibilidad de
usar un boost o un nudge se puede entender como la posibilidad complementaria de una alternativa de política, esto no desconoce que puedan buscar un objetivo similar: “las su - posiciones psicológicas sobre el tomador de decisiones subyacentes a las intervenciones respectivas difieren enormemente” (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 5).
Por otro lado, la estrategia think se en - marca en el giro deliberativo que ha dominado
la teoría democrática reciente. Señala que “la legitimidad de las decisiones políticas descan - sa en la deliberación pública entre ciudadanos libres e iguales” (John et al., 2009, p. 364). De esta forma, reconoce que la legitimidad de las decisiones depende del flujo libre de la discu - sión y los intercambios de ideas enmarcados en un ambiente de respeto mutuo y comprensión. Esta confianza en los escenarios y mecanismos deliberativos supone que, bajo las condiciones correctas, las condiciones deliberativas permi - ten a las personas ajustar sus comportamientos hacia expresiones orientadas al civismo “por - que considera las visiones y perspectivas de los otros” (John et al., 2009, p. 364).
Otra de las ventajas que el escenario de - liberativo presenta a las intervenciones desde la estrategia think, se enmarca en que los par - ticipantes de un programa deberán justificar sus perspectivas y preferencias en público, donde habrá fuertes motivaciones para limitar el interés propio y considerar el interés gene - ral, representado casi siempre en las mismas decisiones colectivas de la deliberación. Para estas intervenciones, el diseño institucional es crucial para modificar el comportamiento y suele suponer “reunir ciudadanos de diversas procedencias (muchas veces de poblaciones políticamente marginadas) y ponerlas a opinar sobre diferentes temas en un entorno delibera - tivo” (John et al., 2009, pp. 365-366).
A continuación, se presenta la tabla 1 que resume las características, los modelos y los ejemplos de los diferentes instrumentos que han sido abordados hasta ahora en este texto. La justificación de esta exposición tiene que ver con la idea de la selección entre instrumentos de intervención.
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Tabla 1
Características generales de los tipos de intervención conductual y tradicional, Medellín, 2020
INSTRUMENTO CARACTERÍSTICAS MODELO CONDUCTUAL EJEMPLO
-Baratos. -Sencillos. -Rápidos.
Sistema dual de toma de decisión (rápido/despacio).
-Simplificación de formularios para decisiones financieras complejas.
Nudge
-Alta probabilidad de éxito/ posibles efectos poco duraderos.
-Señales visuales en las vías. -Opciones por default. -Norma social para pagar a tiempos los impuestos.
-Costosos.
-Participativo/ deliberativo.
Deliberación como medio para óptimos decisionales.
-Presupuesto participativo. -Escenarios de co-creación
Think
-Lentos.
-Baja probabilidad de éxito/ posibles efectos duraderos.
ciudadana.
Boost
-Centrado en capacidades. -Educativo/ entrenamiento. -Rápidos/lentos. -Probabilidad media de éxito/ posibles efectos duraderos.
Racionalidad limitada susceptible de superar por las capacidades correctas.
-Entrenamiento financiero básico para toma de decisiones. -Entrega de información de contexto sobre probabilidades de accidentes.
Arte y Cultura
-Simbolismo y representación. -Resignificación de lugares comunes.
-Rápidos.
-Probabilidad media de éxito.
Sistema emotivo o automático, susceptible a reinterpretaciones emocionales del mundo.
-Intervenciones en el espacio público.
-Mimos y cebras. -Representación de personajes.
-Centrado en dar capacidades y en la capacidad de comunicar. -Innovador.
-Sistema deliberativo, para las capacidades y el aprendizaje.
-Estrategias de comunicación pública.
-Creación de pactos entre
Comunicación
-Lento.
-Probabilidad baja de éxito/ posibles efectos en el mediano plazo.
vecinos de un mismo barrio.
Nota: Elaboración propia con base en John et al. (2009), Hertwig, Mockus (2003), Grüne-Yanoff (2017) y Falconi, como se citó en Tognato (2017).
Algunos de estos instrumentos están orientados a corregir de manera intencional algunos asuntos de la vida pública, tal es el caso de los “nudge” o las intervenciones artísticas o culturales. Por ejemplo, la intervención de la vía pública con cebras llamativas o la ubicación de una glorieta virtual son modificaciones pe - queñas que no requieren de una conversación exhaustiva con los ciudadanos, pues sería des - medido decir que afectan en sentido práctico su libertad. Luego, hay intervenciones mucho más
profundas que requieren de la participación activa del individuo, como en iniciativas del tipo think, boots o el sentido interpersonal de la comunicación, donde las estrategias deben pensarse en el mediano e, incluso, largo plazo para que tengan algún efecto. Sin embargo, en ambos casos se trata de un asunto que inclu - ye la voluntad. Igualmente, sucede en la vida práctica que se seleccionan varios instrumentos de manera que puedan complementarse entre sí, generando espacios de reflexión que estén

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intervenidos por cambios contextuales. No se trata de una decisión excluyente.
La respuesta dependerá del contexto, el comportamiento o el asunto cultural que quie - ra ser modificado, pues se asume que el to - mador de decisiones puede ser consciente del impacto e importancia de la decisión, entonces asumirá una posición en cuándo al papel del ciudadano y su respuesta a la intervención, sea esta de educar o de corregir.
En el modelo que es presentado a conti - nuación, se explica la complejidad que incluye un proceso de toma de decisiones, como el diseño y la selección de instrumentos, teniendo claro que se trata de la presentación de criterios normativos, del deber ser, por el que se aboga en el espacio de lo deseado y aquello que se per - sigue en el terreno de la acción.
APROXIMACIÓN A UN MODELO DE CRITERIOS DE SELECCIÓN PARA INSTRUMENTOS DE CAMBIO CULTURAL
Anteriormente, se describieron dos gru - pos de instrumentos que son o pueden ser uti - lizados para los fines que le corresponden a la cultura ciudadana, tradicionales y conduc - tuales. La pregunta sobre su selección queda todavía por responder y con miras a lograrlo se plantea el siguiente modelo que unifica una metodología en la aplicación de alternativas del tipo comportamental y, a su vez, unos criterios para evaluar la selección de los instrumentos que componen la alternativa.
Henrry Murraín (2009) en su texto Cul - tura Ciudadana como Política Pública, describe tres aspectos que podrían acercar las interven - ciones a un escenario de éxito; es decir, que si se siguiesen los pasos, la probabilidad de modi - ficar o influir en el cambio de comportamiento social se incrementa.
Figura 1
Metodología de cultura ciudadana
Medellín, 2020

Nota: Elaboración propia con base en: Murraín (2009) y Hertwig y Grüne-Yanoff (2017).
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Primero, se encuentra con la necesidad de tener cifras, indicadores y sistemas de infor - mación, lo que quiere decir que, antes de que ocurra cualquier intervención, es necesario contar con información completa y cualifica - da sobre las actitudes, las percepciones y los comportamientos de la población a la que se quiere dirigir. Esto tendrá como consecuencia la focalización y la sistematización del proceso. Es aquí donde se diagnostica y se dimensiona la magnitud del problema, caracterizando a profundidad los niveles de intervención que pueden suscitarse en el quehacer de la adminis - tración pública.
Segundo, y tal vez el momento más cru - cial en la selección de instrumentos, está la agencia cultural y pedagógica: focalización y creatividad en la intervención. La informa - ción permite y posibilita la priorización y la focalización sobre las necesidades del cambio comportamental, las prácticas sociales que deberían ser transformadas, la selección del modo, las formas y las estrategias en mayor medida adecuadas.
Sobre la pregunta ¿cuál instrumento ele - gir en una situación particular? Se debe con - siderar que aunque las comparaciones entre los instrumentos de las ciencias del compor - tamiento y los tradicionales pueden llevar a pensar en una situación de “economía com - portamental versus democracia deliberativa”, o entre impulso de las capacidades sobre in - tervención en el comportamiento —y efec - tivamente cada una de las aproximaciones entienden de manera diferente a las personas y sus procesos de toma de decisión y acción—. ningún gobierno debería deshacerse de ningu - na de las alternativas por completo.
Las perspectivas pueden atraer “diferen - tes tipos de tomadores de decisión” (John et al., 2009, p. 369) y servir en diferentes contextos, problemas y políticas públicas. Lo anterior, supone verlas como alternativas de una caja común de herramientas, pero también como posibilidades complementarias de un mismo es - fuerzo de cambio comportamental enmarcado en la forma de intervenciones no monetarias y tampoco regulatorias. Asimismo, plantea “una pregunta importante que es probable que reciba
más atención en el futuro: bajo qué circuns - tancias escoger una intervención particular” (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 7).
Estas herramientas no solo representan alternativas en el repertorio institucional de instrumentos de intervención pública, sino conceptuaciones sustanciales sobre el com - portamiento de las personas y la forma como el gobierno debe abordarlo. La decisión sobre cuál utilizar se centra entonces en los criterios asociados a la necesidad de la intervención, pero también a las implicaciones ideales sobre el papel del Estado.
Es el tomador de decisiones quien se - lecciona los respectivos instrumentos de intervención y una vez elegidos debería pre - guntarse por los criterios normativos que, en este caso, responderían a la preocupación extendida sobre la manipulación por parte del Estado cuando se utilizan los mismos, al problema ético que representan las interven - ciones comportamentales. Esta decisión debe entonces evaluar los instrumentos a la luz de lo siguiente: Hertwig y Grüne-Yanoff (2017) proponen cinco elementos para la revisión de las intervenciones nudge y boost, pero estos criterios pueden extenderse fácilmente para incluir el análisis de intervenciones de estra - tegias think, arte y cultura, y comunicación. Así, señalan que es fundamental considerar la “eficiencia”, la “efectividad” y el “bienestar” al momento de escoger entre estas alternativas comportamentales de política, a la vez que se revisan sus implicaciones normativas respecto a la “transparencia” y la “autonomía”.
Los tres primeros criterios son comunes a las discusiones de alternativas de políticas públicas, las últimas dos se enmarcan en la pre - ocupación de los promotores de las intervencio - nes comportamentales nudge, think y boost por proteger la libertad de agencia de las personas y la consideración que tienen de su comporta - miento. La transparencia se refiere a la facilidad y oportunidad de que los sujetos de la interven - ción sean conscientes de que participan de un programa o que están viendo sus condiciones de toma de decisión modificada con el objetivo de obtener un comportamiento específico.

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Por otra parte, la autonomía, firmemente relacionada con la transparencia, revisa la posi - bilidad explícita o implícita de las personas para resistirse a la intervención y tomar decisiones contrarias a las que se esperan de acuerdo con esta. En este sentido, resulta fundamental reco - nocer la importancia de la claridad conceptual por parte de los diseñadores de políticas o in - tervenciones de cambio, que permita la toma de decisión informada sobre las implicaciones de cada una de las alternativas posibles (Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017). Esto se corresponde con lo dicho anteriormente sobre los costos generados al ciudadano, los cuales según Sunstein (2012) deben corresponderse con costos inmateriales, considerados bajos para el individuo, pues no genera cargos excesivos en la toma de decisio - nes. Adicionalmente, estos costos deben incluir - se en los medios para conseguir los fines de los individuos y no al revés.
En este segundo paso, Murraín (2009) en este segundo paso, subraya la importancia de la creatividad, la imaginación para lograr la reflexión y la cooperación, si es lo que se quiere. Aspectos que se pueden designar de manera metodológica en el diseño de la intervención, según sea el instrumento seleccionado. Lo que se quiere entonces es que en este segundo mo - mento el tomador de decisiones considere los criterios previamente mencionados, de forma adicional a lo que el autor ya propuso en otra sección. De esta manera, se solventa parcial - mente el temor y las críticas con respecto al velo manipulativo que para algunos puede de - tentar toda intervención comportamental. Finalmente, seleccionados y aplicados
los instrumentos de la intervención, hay que tener en cuenta que a razón de que no existe un proceso infalible debe hacerse un seguimiento y retroalimentación, al informar a los ciudadanos sobre la evolución o modificación del proceso, pues es el camino para la construcción siste - mática del conocimiento, permitiendo recoger experiencias, sugerencias y expectativas en los procesos relacionados con las intervenciones comportamentales.
Ahora bien, con todos estos criterios y recomendaciones se hace más difícil pensar en la arbitrariedad de la intervención. Por este
motivo, es menester recordar que siempre se ha hablado de una invitación al ciudadano, de un instrumento que deje cabida a la libertad y la toma particular de decisiones. Si bien, unos instrumentos pueden estar más dirigidos a la deliberación y la comunicación abierta que otros, aquellos como el nudge o la comunica - ción pública deberán circunscribirse a criterios de transparencia y autonomía, seguir las reco - mendaciones y buscar el bienestar colectivo. Así, su selección dependerá de la información, el problema social particular, la medida en que afecta su cotidianidad y todas las consideracio - nes mencionadas.
CONCLUSIONES
La revisión de los diferentes instrumen - tos posibles en las intervenciones de cultura ciudadana supone también la posibilidad y la realidad de la complementariedad. La literatura y las experiencias de implementación recono - cen el potencial de usar diferentes alternativas combinadas como parte de apuestas de política pública que enfrentan problemas públicos de corte comportamental o cultural. Esa posibi - lidad de complementariedad parte del reco - nocimiento de la complejidad de los retos del cambio comportamental y la manera como se pueden potenciar diferentes instrumentos entre sí. De esta forma, el llamado a la ampliación de criterios generales y la revisión de los contex - tos específicos de implementación no señala una escogencia de instrumentos únicos, sino a reconocer las posibilidades presentadas por las propias ventajas, su diseño y las oportunidades de hibridación en su uso.
Teniendo esto claro, al momento de selección se puede recurrir, si las especifi - caciones contextuales lo permiten, simple - mente a corregir pequeños cambios que no requieran de la deliberación exhaustiva para su utilización. Luego, si el problema involucra complejidades notorias y suficientes, es posible detentarse por la educación como alternativa. Esta decisión dependerá siempre del análisis de los datos, de la información sobre percepciones y comportamientos, del contexto, los partici - pantes y de si el problema identificado necesita,
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por ejemplo, de la corrección, la educación o un poco de ambas.
La evaluación de los criterios generales y el contexto específico al momento de ade - lantar los procesos de decisión de alternati - vas de intervención es un punto fundamental en cualquier política o acción pública. Este texto propone algunos criterios y mecanis - mos generales que buscan sobre todo que exista una mayor preocupación por las im - plicaciones de la decisión y las relaciones que se establecen entre ellas al momento de la implementación de la política, programa o acción pública.
Este artículo también se enmarca en un creciente, pero siempre necesitado, esfuer - zo por aumentar y organizar las reflexiones y el entramado teórico y conceptual sobre el enfoque de cultura ciudadana (la legitimidad epistemológica que reclama Tognato (2017)). En particular, al recoger ideas sobre el enfo - que asociadas a la implementación de acciones y políticas públicas, así como en las considera - ciones evaluativas y éticas de la escogencia de diferentes instrumentos de política en sus fun - ciones de intervención. Esto supone avanzar sobre una “forma” en la que se hace cultura ciudadana y en la que el enfoque encuentra sus instrumentos para modificar la realidad y conseguir transformaciones culturales y com - portamentales.
De igual manera, este estudio resulta pertinente para las discusiones de política pública y el reconocimiento del enfoque de cultura ciudadana como uno de política pú - blica. Broomberg (2003) y Murraín (2009) han señalado la comprensión de la cultu - ra ciudadana como un enfoque teórico de política pública, con implicaciones para el análisis y el diseño de instrumentos de in - tervención de la realidad y resolución de problemas públicos. Estas aproximaciones señalan la necesidad de seguir avanzando en la definición de los límites conceptuales del enfoque de cultura ciudadana y las reglas de juego metodológicas de su implementación. La aplicación de los criterios señalados en este texto se ha pensado como una contribu - ción en ese camino.
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Fecha de ingreso: 04/09/2020 Fecha de aprobación: 14/10/2021
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