Rev. Ciencias Sociales 181 / 2023 (III)
ISSN Impreso: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601

Circo, prestidigitación y nigromancia en Costa Rica (1915-1940)

Circus, prestidigitation and necromancy in Costa Rica (1915-1940)

Chester Urbina Gaitán*
Tipo de documento: artículo académico

Resumen

En este artículo se estudia la presencia de circos y compañías de variedades que presentaban espectáculos de prestidigitación y nigromancia, los cuales llegaron a Costa Rica entre 1915 y 1940, provenientes de Estados Unidos, México, Cuba, Colombia y Panamá. Para ello se realizó un análisis de fuentes periodísticas de la época. Con este estudio se pudo determinar que en las compañías circenses sobresalían artistas y animales que realizaban actos llamativos y arriesgados. Sin embargo, fueron pocas las compañías circenses y de variedades que arribaron al país debido a los impactos económicos a nivel de mundial de las dos guerras mundiales y de la Gran Depresión de 1929. Los actos de prestidigitación se presentaban juntos con otros de ilusionismo, magia y ocultismo. La censura y control social de la Iglesia católica y del Estado hacia la sociabilidad de los sectores populares —capitalinos principalmente— se evidenció en la prohibición hacia la práctica y expectación de la nigromancia y el espiritismo. Esto hizo que Costa Rica no fuera atractiva para presentar exhibiciones de estos espectáculos.

Palabras clave: Costa Rica * Circo * HISTORIA * CATOLICISMO * CENSURA * CONTROL SOCIAL

Abstract

This article studies the presence of circuses and variety companies that presented conjuring and necromancy shows, which arrived in Costa Rica between 1915 and 1940, coming from the United States, Mexico, Cuba, Colombia and Panama. For this, an analysis of journalistic sources of the time was carried out. With this study it was possible to determine that in the circus companies artists and animals that performed striking and risky acts stood out. However, few circus and variety companies arrived in the country due to the worldwide economic impacts of the two world wars and the Great Depression of 1929. Sleight of hand acts were presented alongside illusionism, magic, and the occult. The censorship and social control of the Catholic Church and the State towards the sociability of the popular sectors —mainly capitalists— was evidenced in the prohibition of the practice and expectation of necromancy and spiritualism. This made Costa Rica unattractive to present exhibitions of these shows.

Keywords: Costa Rica * Circus * HISTORY * CATHOLICISM * CENSORSHIP * SOCIAL CONTROL

* Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Estatal a Distancia, San José, Sabanilla, Costa Rica.

https://orcid.org/0000-0001-8351-2594

chesterurbina@yahoo.com

Introducción

Hacia mediados del siglo XX, Costa Rica logró vincularse de forma estable con la economía mundial por medio del cultivo del café. Esta unión comercial permitió que el país comenzara a adquirir las características de una economía capitalista y a modernizar las formas de sociabilidad, de pensamiento y de consumo cultural (Molina y Palmer, 1992; Molina y Palmer, 1994; Molina, 1995 y 2011; Acuña et al, 1996; Fumero, 1996; Enríquez, 1998, Urbina, 2001;2021; 2022).

Los gobernantes liberales costarricenses promovieron principalmente su proyecto de modernización de la sociabilidad en los centros urbanos de las principales ciudades del Valle Central, sobre todo en la capital San José. El crecimiento capitalino no se concentró únicamente en el desarrollo de servicios y comercio, sino que promovió el desarrollo de una cultura urbana. Producto de los avances económicos y culturales en San José, se dio un despliegue de centros de diversión y esparcimiento, donde sobresalieron lugares adecuados para la sociabilidad de la élite y de los sectores populares. Se fundaron clubes de reunión y recreo para los caballeros, así como clubes de extranjeros y asociaciones profesionales e intelectuales (aproximadamente cuarenta y seis entre 1880 y 1905) (Fumero, 2005). Proliferaron asociaciones de beneficencia, organizaciones culturales y compañías lirico-dramáticas de aficionados.

Al no contar con los recursos económicos que disponía la élite, los artesanos y obreros se unieron alrededor de sociedades de socorro mutuo o en torno de sociedades gremiales. Aquí destacaron la Asociación Española de Beneficencia (1886), la Asociación Alemana de Beneficencia (1889), la Sociedad Filantrópica Italiana (1890) y la Sociedad de Beneficencia Francesa (1905), así como la Sociedad de Artesanos de Cartago (1890). Estas asociaciones impulsaron las sociabilidades formal e informal, ya que se realizaban veladas, bailes y banquetes en puntos de reunión como forma de ayuda para obtener recursos con el fin de ayudar a los necesitados. Otras formas de sociabilidad que se impulsaron fueron las sociedades de música, los paseos por tren y las fiestas cívicas de fin de año (Fumero, 2005).

Para Bailly (2009), la edad de oro del circo clásico abarcó el período que va de finales del siglo XVIII hasta la mitad del siglo XX, en correspondencia a la fase de emergencia y desarrollo del capitalismo industrial y al apogeo de “sociedades disciplinadas”. El circo va aparejado con los cambios que experimentó el estatuto del cuerpo. La economía de tipo industrial exigió de su movilización, su utilización y su explotación. Se ve dotado de un valor mercantil. El circo divulga no solo las capacidades del cuerpo, sino también la potencia de un cuerpo perfectamente disciplinado. Los espectáculos del circo exponen la eficacia del trabajo en equipo o hasta las virtudes de la familia, ya que el circo clásico es ante todo una historia de familia y dinastías circenses.

La diversidad del circo se evidenció en el siglo XIX con la coexistencia de la fiesta feriante especializada en la exhibición de curiosidades diversas, de circos urbanos permanentes abriéndose progresivamente a un público popular, tropas itinerantes que viajaban por Europa o América y grandes compañías que transitaban por el mundo (Jacob, 1992; Bailly, 2009; Mauclair, 2003; Cárdenas, 2005).

Durante el período de 1860 a 1914, las compañías circenses que arribaron a Costa Rica vieron poco llamativo llegar al país, debido a que el Estado les obligaba a dar funciones de beneficencia, aparte de no brindarles ayuda económica alguna (Urbina, 2002; Ho y Johnson, 2015). Con respecto a las exhibiciones de ocultistas, hipnotizadores y médium, existieron algunos que brindaban espectáculos fraudulentos y otros que ofrecían explicaciones científicas sobre sus experimentos, lo que le permitió al costarricense conocer nuevas teorías y corrientes científicas. Esto trajo la oposición de la Iglesia católica al condenar con la excomunión a los que practicaran y presenciaran la adivinación y el contacto con los muertos (Urbina, 2021).

Con el arribo de estas compañías circenses se introdujo la práctica de nigromancia, la cual se define como “Práctica supersticiosa que pretende adivinar el futuro invocando a los muertos” (Real Academia Española, 2001). En el caso de las exhibiciones de ocultistas, hipnotizadores y médium, existieron algunos que brindaban espectáculos fraudulentos y otros que ofrecían explicaciones científicas sobre sus experimentos, lo que permitió al costarricense conocer nuevas teorías y corrientes científicas. Esto trajo la oposición de la Iglesia católica al condenar con la excomunión a los que practicaran y presenciaran la adivinación y el contacto con los muertos (Urbina, 2021).

Según Ricardo Martínez, en 1874 se dio un conflicto que permitió observar el desarrollo de prácticas espiritistas en Costa Rica entre el suspendido sacerdote Francisco Calvo y el vicario capitular Domingo Rivas (Martínez, 2017). A finales del siglo XIX, se encontraban formados círculos espiritistas en el país (Urbina, 2011). Para 1892, se estableció en el país la Sociedad de Estudios Psíquicos (Martínez, 2017). En la Sociedad Teosófica en Costa Rica para los años de 1904-1910, se determinó la participación de masones y teósofos en sesiones espiritistas y nigrománticas (Martínez, 2013, 2017).

Sobre el espiritismo se sabe que es una pseudociencia promovida por el filósofo francés Allan Kardec (1804-1869) a mediados del siglo XIX que alcanzó gran difusión en todo el mundo. Aunque, en teoría, postula el estudio de los espíritus y su relación con el mundo corporal, favorece la creación de sociedades que, a modo de divertimento, o con pretensiones de adivinación, aseveraban que podían comunicarse con personas difuntas, a través de un médium o con procedimientos como la güija o vasos que se desplazan sobre una mesa. Considerado todo ello como un timo en la mayoría de las ocasiones, ha sido condenado por la Iglesia, al igual que todas las prácticas adivinatorias o mágicas (Gracia, 2020).

Fundamentado en todo lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo explicar la importancia de los espectáculos circenses, de prestidigitación y nigrománticos en Costa Rica durante los años de 1915 a 1940, en el tiempo libre y en el proceso de interacción cultural de los grupos sociales nacionales, principalmente capitalinos. Para esto se extraerá la información brindada en artículos y crónicas emitidas en los principales periódicos de la prensa comercial —La Información, El Imparcial, Diario del Comercio, La Prensa, La Tribuna, Diario de Costa Rica, La Hora, La Voz del Atlántico y La Prensa Libre— y de la prensa católica en El Mensajero del Clero y el Eco Católico. El lapso que se estudiará se ubica en el ocaso del período liberal costarricense.

Circo

El 15 de enero de 1915, llegó a San José en tren especial, procedente del puerto de Puntarenas, el Circo Treviño. Esta compañía circense estaba integrada por 100 personas y una infinidad de animales amaestrados (Llegada y debut del Circo Treviño, 16 de enero de 1915). A mediados de febrero del año 1915, la compañía circense citada se encontraba dando funciones en Santo Domingo de Heredia. Su representante era el señor Carlos Sabatini. Entre los artistas de esta corporación artística destacaba don Atilano Ruíz por sus trabajos acrobáticos y ecuestres (Notas domingueñas, 16 de febrero de 1915).

Varios días después, este circo se encontraba trabajando en la ciudad de Heredia y en Alajuela (El Circo Treviño en Heredia, 27 de febrero de 1915). A principios de marzo se encontraba dando funciones en Coronado (De Coronado, 6 de marzo de 1915). Posteriormente, se presentó en la Plaza Iglesias en Cartago. Sus principales números artísticos eran el “Acto de las fieras” con tigres amaestrados y el “Circulo de la muerte” (Los éxitos del Circo Treviño en Cartago, 19 de marzo de 1915).

En el mes de abril, esta corporación circense brindó funciones en la Plaza de la Fábrica Nacional de Licores (actual Parque España) (Gran Circo Treviño, 6 de abril de 1915). A finales de ese mes, se exhibió en Grecia (Corresponsal, 1 de mayo de 1915). Para finalizar, brindó funciones en Puerto Limón y de aquí saldría del país (Macho ruso, 3 de mayo de 1915).

El 18 de febrero del año en mención, a las 8:30 p.m., debutó en la ciudad de Cartago el Circo Lezama. La función comenzó con “Los Vuelos Aéreos” ejecutados por tres trapecistas. El segundo acto fue el de una pequeña niña sobre una alfombra. Luego, el artista “Alfonso” realizó varios saltos mortales sobre la cuerda floja. Siguió el acto del payaso “Turín”. Posteriormente, “Ramón” efectuó varios números sobre el alambre. Después de esta actuación se proyectaron varias películas. El circo en mención anunciaba que en funciones posteriores presentaría el valiente Burro-Toro. Esta compañía circense provenía de México (Gran Circo Lezama en Cartago, 20 de febrero de 1915).

A principios de junio, el Circo Sensational Show —también denominado Circo Lezama-Holguín— dio presentaciones en la calle del tranvía al Pacifico (En el Circo Sensational Show, 8 de junio de 1915). El 10 de junio, esta corporación artística anunció que se presentaría el aborigen yaqui “El rey del fuego”. Este artista hacia sus números artísticos descalzo a la vista del público. Se encargaba de doblar barras candentes y bailaba sobre la lumbre (Sensational Show, 9 de junio de 1915). El circo antes mencionado era mexicano (De Cartago, 16 de febrero de 1915).

El 3 de julio, esta compañía circense dio una función donde lo recaudado sería para el payaso “Turín” (Beneficio de esta noche, 3 de julio de 1915). Varios días después este circo dio varias funciones de beneficencia, las cuales serían dedicadas a la Casa de Refugio y al alimento de los pobres (Notas de caridad, 14 de julio de 1915).

Durante el período de estudio, fueron pocos los circos y compañías de variedades que dieron funciones de beneficencia, a pesar de que estaban obligados a hacerlo (Urbina, 2021). La orden se estableció debido a las crisis económicas por las que atravesaba el país, derivadas de las dos guerras mundiales y de la Gran Depresión de 1929, lo que hacía que no concurriera mucho público a las funciones.

Para el 29 de setiembre se sabe que, en Escazú, a las 12 del mediodía en la plaza de deportes se dio una gran función de circo gratis (Alegres fiestas en Escazú, 28 de setiembre de 1915). El 18 de febrero de 1916, llegó a Puerto Limón, procedente de Colón, Panamá, el Circo Shipp y Feltus. Esta compañía artística dio varias funciones en esa zona antes de llegar a la capital (Llego el Circo Shipp, 20 de febrero de 1916). Su última presentación en San José la brindó el 4 de marzo del año en mención (El gran Circo Shipp y Feltus dará hoy su última función, 4 de marzo de 1916). A finales de marzo, el Circo Holguín de México ofrecía funciones en Esparza, de donde partió hacia el Puerto de Puntarenas (Corresponsal, 27 de marzo de 1916). El 8 de julio de 1917, el Circo Wolfson brindó su última actuación en la capital. Esta asociación circense era originaria de Estados Unidos (Teatros, 8 de julio de 1917).

A principios de febrero de 1921, se presentó en San José el Gran Circo Americano. Sus carpas se localizaban frente al edificio de “La Arena” y del parque Morazán (Gran Circo Americano, 2 de febrero de 1921). El día 3 del mes citado, debutó el cerdo “Pepito”, el cual bailaba, hacía equilibrios, saltaba barreras y hacía una multitud de pruebas (Circo Americano, 3 de febrero de 1921). A finales de noviembre de 1922, en San Vicente de Moravia, debutó un circo —cuyo nombre no se sabe— donde sobresalieron los artistas Matilde Elvira, José Reyes y la señorita Aura Sáenz (Notas de San Vicente, 28 de noviembre de 1922). También en el año 1922 arribó al país el Gran Circo Ecuestre procedente del hipódromo de Nueva York. La traída de esta corporación circense le costó a la compañía Sáenz Freres veinte mil colones (Próximo debut, 5 de diciembre de 1922).

A principios de mayo, el Circo Pubillones de Cuba se presentó en varias poblaciones del país. El 6 de mayo de 1926, se presentaría en la Plaza de la Artillería —lugar donde se localiza actualmente el Banco Central de Costa Rica— la cual fue cedida a esta compañía artística por intermediación de doña Esther de Mezerville. El circo ocupó ese lugar comprometiéndose a dar el diez por ciento de lo que obtuviera en sus funciones a beneficio de las Colonias Escolares Veraniegas, de la cual la señora de Mezerville era benefactora (Nueva temporada del Circo Pubillones, 6 de mayo de 1926). El 22 de mayo, el mencionado circo debutaría en Puerto Limón (Redactor corresponsal, 14 de mayo de 1926).

Los circos y compañías de variedades que presentaban espectáculos de prestidigitación y nigromancia provenían de Estados Unidos, Cuba, México, Colombia y Panamá. Estos ingresaban y salían por los puertos de Puntarenas y de Limón. Una vez que dejaban el país partían con destino a El Salvador, Guatemala, América del Sur o a las Antillas. En promedio las compañías circenses se quedaban cuatro meses en el país. Según se evidencia, fueron pocas las compañías circenses y de variedades que arribaron al país durante los años de 1915 a 1940, debido a los impactos económicos a nivel de mundial de las dos guerras mundiales y de la Gran Depresión de 1929. Las compañías antes referidas se presentaron principalmente en San José, las principales urbes del Valle Central y puertos del país, por lo que sus espectáculos no fueron contemplados en gran parte de Costa Rica. Sobre las compañías circenses, de variedades, prestidigitadores y espiritistas que visitaron el país durante los años de estudio véase el anexo 1.

Prestidigitación

En los últimos días de febrero de 1915, se presentó en Coronado el Circo de Variedades Treviño —de origen mexicano— donde sobresalía la actuación del joven de apellido Magnocci, quien daba números de escamoteo, hipnotismo, prestidigitación, etc. (Corresponsal, 6 de marzo de 1915). Algunos espectáculos de prestidigitación al inicio del período de estudio fueron utilizados para fines benéficos. A mediados de julio del año 1915, el periódico La Información daba a conocer que, en Puerto Limón, se organizaría una función de prestidigitación y de variedades con fines caritativos en el salón de la iglesia de San Marcos (Notas de caridad, 14 de julio de 1915).

Para el domingo 17 de junio de 1917, a las 8: 30 p.m. se efectuó en el Teatro La Dolorosa, una función de variedades organizada por el artista panameño J. Darío Jaén, a beneficios de los damnificados de El Salvador. El señor Jaén haría la apertura del espectáculo con números de escamoteo y prestidigitación moderna, terminando con su creación titulada: “El gabinete de las brujas” (La función de mañana domingo en el Teatro de la Dolorosa a beneficio de los damnificados salvadoreños, 16 de junio de 1917). El sábado 22 de noviembre de 1919, el artista Martínez hizo nuevos actos de prestidigitación antigua, a petición del público, en el Teatro El Trébol (Mañana en el Trébol, 22 de noviembre de 1919).

Varios días después, en este teatro, durante la noche del 4 de diciembre, los artistas Godín y Bina ofrecieron un espectáculo de prestidigitación e ilusionismo. Entre los números artísticos destacaron: “La campana espirita”, “Los conos mágicos”, “La calavera parlante del Conde Cagliostro”, “La Liga de las naciones”, “El sombrero magnetizado”, etc. Debido a la poca afluencia de público, y para que el espectáculo fuera accesible, se decidió cobrar un colón por luneta y butaca (Las notables sorpresas de esta noche en el Trébol, 4 de diciembre de 1919).

A finales de junio de 1920, en el Teatro Variedades se presentaron con gran éxito Miss Evita Enireb y el “Gran Alberto”. Entre sus trabajos de ilusionismo y de prestidigitación sobresalían: “La mujer suspendida en el aire” y “El tronco parlante” (Una serie de éxitos fenomenales, 27 de junio de 1920). Para el 15 de setiembre de 1920, en el Teatro América, la compañía artística que trabajaba en ese local ofreció actos de prestidigitación a cargo del profesor Joachín y una exhibición de autómatas por el “Gran Julián” (Acontecimiento teatral, 15 de setiembre de 1920).

El martes 29 de noviembre de 1921, el Dr. Saa Waldemar ofreció en su última noche de presentación en el Teatro Trébol, experimentos de magia, ilusionismo y de prestidigitación (Teatro Trébol, 29 de noviembre de 1921). Para el domingo 10 de diciembre de 1922, debutó en el Teatro El Dólar el “Gran Gregorino”, prestidigitador e ilusionista que había alcanzado muchos éxitos en su gira artística por Suramérica (Debut del gran Gregorino, 7 de diciembre de 1922). El viernes 7 de diciembre de 1923, debutaron en el Teatro los artistas Richiardi y Mirko. Solo se tiene información de que el primero se destacaba en los juegos de prestidigitación y en los experimentos de ilusionismo (En el Variedades siguen triunfando Richiardi y Mirko, 11 de diciembre de 1923).

Con motivo de la celebración de la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, en la noche del 25 de agosto de 1924 se realizaron diferentes actos culturales y deportivos en la ciudad de Filadelfia; entre ellos, estuvieron los actos de prestidigitación de Luis Jiménez y José López Vitelli (De Filadelfia, 13 de agosto de 1924).

Posteriormente, el domingo 29 de mayo de 1927 se presentó en el local de la Sociedad Teosófica de Costa Rica un número artístico cuyo fin era el de obtener dinero para el Fondo Internacional de la Orden. La actividad consistió en una sesión de prestidigitación, sugestión, catalepsia, insensibilidad hipnótica, desmaterialización y permutación de sustancias, levitación de objetos, materialización de objetos astrales y de fantasmas de personas muertas a elección del público, etc. Estos actos estuvieron a cargo de un faquir aparecido en el país. El valor de la entrada era de un colón (Mañana habrá una interesante sesión en la Sociedad Teosófica, 28 de mayo de 1927).

El 18 de noviembre de 1927, en el Teatro América se exhibió la Compañía Americana de Vaudeville Beatriz Michelena, la cual mostró actos de prestidigitación e ilusionismo a cargo del Dr. Bauriand, “Concha” Ruíz y Rubí Gasberg (Teatro América. Diario de Costa Rica, 18 de noviembre de 1927). El viernes 10 de mayo de 1929, llegó al país M. Raymond, periodista quien además era ilusionista mago del truco y gran prestidigitador. Brindaría varias representaciones en el Teatro Nacional (Mañana llegara a esta capital el periodista y mago del truco M. Raymond, 9 de mayo de 1929).

Para el 25 de junio de 1930, el profesor de Cultura Física del Liceo de Costa Rica organizó una fiesta en el Colegio Superior de Señoritas, a fin de reunir fondos para obtener implementos deportivos que mucha falta le hacía al Liceo. El señor Papes presentó varios números de prestidigitación, siendo muy aplaudido por su destreza e ingenio (Una simpática fiesta en el Colegio de Señoritas, 27 de junio de 1930). A principios de diciembre de 1930, llegó al país el profesor M. Malini, destacado prestidigitador (Llega un notable prestidigitador a esta capital, 14 de diciembre de 1930).

El 7 de mayo de 1932, en el Teatro Adela se presentó el profesor Georges quien ofreció experimentos de ilusionismo, prestidigitación y de telepatía. El profesor Georges se prestaría para ser sujetado con esposas de la policía liberándose fácilmente de ellas (Espectáculos, 4 de mayo de 1932). A principios de setiembre de 1932, en el Teatro Moderno se presentó el “Caballero Albert” y su troupe de muñecos. También ofrecía números de magia y de prestidigitación (Hoy, en el Teatro Moderno, presentación del caballero Albert y su troupe de muñecos, 10 de setiembre de 1932). El 1 de febrero de 1933, se exhibiría en el Teatro Raventós el afamado prestidigitador, mago y ocultista “Richardine” (Teatro Raventos, 31 de enero de 1933).

Para el 20 de agosto de 1936, se exhibió en el Teatro América el renombrado faquir von Wikede, quien procedía de la India (Hoy a las 8.30 América, 20 de agosto de 1936). Este artista también se presentó en el Teatro Palace (Palace, 30 de agosto de 1936).

El 22 de agosto del año mencionado, el faquir Harry exhibió en el Teatro Moderno su número de insensibilidad llamado: “El tanque del diablo”, el cual consistía en permanecer seis minutos en una caldera de agua y petróleo hirviendo (Hoy! Hoy! Hoy! Moderno, 22 de agosto de 1936). El 15 de diciembre debutó en el Teatro Palace el “Mago Divo”, a quien se le consideraba como el más grande profesor de ciencias ocultas que había producido América (Debut hoy del hipnotizador, 15 de diciembre de 1936).

Para el 5 de diciembre de 1937, se daría una gran feria en el antiguo local de “El Siglo Nuevo” a beneficio de la Casa del Obrero Católico donde se realizaron números de prestidigitación (Gran Feria, 5 de diciembre de 1937). El 18 de agosto de 1938, debutó en el Teatro Moderno la gran compañía de ilusionismo, magia y prestidigitación Raymond, quien era asistido por Issis de Mills, gran clarividente (Jueves próximo en el Moderno, 16 de agosto de 1938). El 27 de abril de 1939, se presentó en el Teatro Variedades el mago y prestidigitador William Roland, quien exhibió actos de magnetismo, transmisión de pensamientos y telepatía (Variedades, 27 de abril de 1939). Este artista también se presentó en el Teatro Oratorio Festivo (Teatro Oratorio Festivo, 18 de mayo de 1939).

El 1 de mayo de 1940, en el Teatro Variedades “Chato” Ortín y Enrique Herrera ofrecieron actos de magia, prestidigitación y escamoteo (Variedades, 30 de abril de 1940). Trece días después, el mago, ventrílocuo, transformista y prestidigitador Fuller presentó en el Teatro Moderno su nuevo repertorio de números artísticos (Moderno, 14 de mayo de 1940).

Nigromancia, Iglesia católica y Estado

El control social de la Iglesia católica hacia la sociabilidad de los sectores populares —sobre todo josefinos— se expuso a través de la prohibición hacia la práctica y expectación de la nigromancia y el espiritismo. Es así como se tiene que el Obispo de Costa Rica Mons. Juan Gaspar Stork (1904-1920) en su octava carta pastoral llamada “El Espiritismo” y publicada en 1910, prohibió completamente para todos los fieles católicos la práctica de ella, aún por curiosidad o pasatiempo. También quedaba condenado publicar, leer o conservar los libros de adivinación y del espiritismo. Estaba vedado preguntar a los adivinos. Los adivinos o brujos que procuraran leer en el porvenir y sobre lo que no es dado al hombre conocer naturalmente, no son más que farsantes y charlatanes, que por astucias que se ignoran y palabras ambiguas, encuentran el medio de decir el sí y el no, de contentar a todo el mundo, y no buscan más que sacar el dinero, satisfaciendo una vana curiosidad. Por último, el jerarca señaló que se pecaba interrogando a las mesas giratorias, ya fuera por curiosidad o por pasatiempo (Stork, 1910).

La Iglesia manifestó su rechazo a la nigromancia a través de dos publicaciones emitidas en los periódicos católicos. Para enero de 1923, El Mensajero del Clero destaca que el espiritismo y las llamadas ciencias ocultas y de adivinación seducían a la gente amiga de novedades y sensaciones: “Las entregaba en espíritu a toda clase de supersticiones, hasta dar crédito a la suerte anunciada por la baraja de naipes jugados por cualquier vieja explotadora, que en la sapientísima y amorosa providencia del Creador” (De actualidad palpitante, enero de 1923, p.12). Para finales de noviembre de 1932, el Eco Católico indica que los fieles católicos debían someterse a los consejos y mandatos de la madre iglesia quien reprueba y condena terminantemente las evocaciones de espíritus, porque saben que son medios muy astutos del enemigo para perder a los hombres (Latino, 20 de noviembre de 1932).

La enérgica condena eclesiástica de esas prácticas y creencias ocultistas fue, justificada en varios sentidos, como una reacción a la participación en tales actividades de individuos pertenecientes a las jerarquías sociales, políticas y culturales. Por su preparación y sus posiciones estratégicas en la sociedad y el Estado —sobre todo, en el sistema educativo y en la prensa— tales personas podían influir notablemente en el resto de la población. Este proceso, que sedujo inicialmente a individuos pertenecientes a los sectores medios y acomodados urbanos, pronto se propagó a otros grupos sociales, debido al papel desempeñado por la industria cultural —en especial, los empresarios de espectáculos y la prensa— en un país crecientemente alfabetizado (Molina, 2011).

El beneficio económico obtenido por parte de algunas personas en hacerse pasar por espiritistas y nigrománticos, para ofrecer espectáculos fraudulentos hizo que el Estado les pisara los talones a estos delincuentes. En marzo de 1925, se le prohibía a “Zoraida” ejercer la nigromancia. Esta disposición se sustentaba en el artículo 555 del Código Penal que señalaba: “El que, con objeto de lucrar, interprete sueños, haga pronósticos o adivinanzas o de cualquier otro modo explote la ignorancia o la credulidad de la muchedumbre” (Se prohíbe a “Zoraida” ejercer la nigromancia, 8 de marzo de 1925). El 19 de noviembre de 1935, en la función de las siete de la noche, debutó el mago ilusionista hindú Alí Khazam en el Teatro América: experto en los ramos de quiromancia, cartomancia, nigromancia y espiritismo. Khazam se encontraba de paso por San José (El profesor Alí Khazam debuta esta noche en el América, 19 de noviembre de 1935).

A finales de setiembre de 1936, una nigromante fue acusada por calumnias. Debido a la pérdida de una cadenita de oro de una familia capitalina, esta recurrió a la nigromante, quien celebró una reunión donde se apoyó de un vaso de agua, un cabello humano y un anillo, a los tres toques sobre el vaso, uno de los circunstantes pronunció un nombre, resultando el de una menor, la cual, según la nigromante, era la ladrona. Ante esto, el padre de la menor presentó una acusación ante la Agencia de Policía de Menores por calumnias. La nigromante fue sentenciada a pagar una multa de ciento veinte colones; sin embargo, debido a su edad avanzada, se le cambió la pena a guardar 61 días de arresto descontables en su casa (Sentencia contra una nigromante de esta capital, dicta la Agencia de Policía de Menores, 26 de setiembre de 1936).

Para inicios de marzo de 1937, se señalaba que los nigrománticos ofrecían servicios fraudulentos, que eran grandes aliados de la prostitución y el robo. Como la capital se había llenado de ellos, el padre Rosendo de Jesús Valenciano indicaba que debía emprenderse una campaña que le abriera los ojos a las gentes crédulas de tales aberraciones (Una espesa ola de hechiceros y adivinos ha inundado la capital, 7 de marzo de 1937). Cabe destacar que, aunque el Estado y la Iglesia católica consideraban que los adivinos o brujos que pretendían leer el futuro no eran más que impostores y charlatanes, no se pueden generalizar que todos los que se dedicaban en el campo de lo paranormal lo fueran (Urbina, 2021).

Con respecto a los espiritistas y a los nigromantes que visitaron el país entre 1915 y 1940, se tiene que algunos provenían de la India, China, Japón, Italia, Francia y Chile. Su estadía se limitaba como máximo a cuatro meses. Daban sus funciones en los principales teatros capitalinos y los precios a sus espectáculos eran módicos. El 8 de febrero de 1928, a las 7 de la noche en el Teatro América se presentó el ilusionista y mago chino Li Ho Chang. El precio de la luneta, palco y butaca era de dos colones. La preferencia un colón y la entrada a galería setenta y cinco céntimos (Las últimas funciones de Li Ho Chang, 8 de febrero de 1928). Pese a esto, el país no fue muy atractivo para este tipo de artistas debido a las crisis económicas provocadas por las dos guerras mundiales y la Gran Depresión de 1929. Aparte del fuerte control y censura de las autoridades policiales y eclesiásticas. Esto demuestra la colaboración que tuvo la Iglesia católica con el Estado en el control del espacio geográfico-poblacional de Costa Rica, principalmente de la Diócesis de San José (Sandí, 2009).

Conclusión

Con este estudio se pudo determinar que las corporaciones circenses y las compañías de variedades que presentaron espectáculos de prestidigitación y de nigromancia en el país provenían de Estados Unidos, México y Panamá. Ingresaban y salían por los puertos de Puntarenas y de Limón. Por medio de los actos circenses la población del Valle Central —principalmente capitalinos— entró en contacto con artistas extranjeros que efectuaban números arriesgados y sorprendentes. Algunos de ellos demostraban las capacidades físicas de sus cuerpos. Asimismo, sobresalieron animales que efectuaban actos llamativos que ponían en evidencia el adiestramiento a que eran sometidos.

Estas compañías no duraban mucho en el país. A un nivel general, ofrecían pocas presentaciones. Las más grandes duraban como máximo hasta cuatro meses para luego partir a El Salvador, Guatemala, América del Sur o a las Antillas. Esto se debía a los impactos económicos a nivel de mundial de las dos guerras mundiales y de la Gran Depresión de 1929.

A Costa Rica llegaron diferentes espiritistas y nigromantes que también ofrecían espectáculos de ventriloquia, hipnotismo, telepatía, clarividencia, magnetismo, sugestión, prestidigitación, magia e ilusionismo. Algunos formaban parte de compañías circenses y de variedades. Siete de ellos eran mujeres. No se puede saber su número exacto debido a que la prensa en algunos años no consigna con precisión estos datos. Sobre sus nacionalidades se tiene que algunos provenían de la India, China, Japón, Italia, Francia y Chile. A lo sumo se quedaban en el país de uno a cuatro meses.

La jerarquía de la Iglesia católica condenó la práctica de la nigromancia, debido principalmente a que la expectación y práctica que la elite hacía de este tipo de espectáculos se podía propagar hacia los sectores subalternos, lo cual ocurrió efectivamente. Esto le limitaba su influencia a nivel ideológico-espiritual, debido a que los costarricenses podían entrar en contacto con el mundo sobrenatural a través del espiritismo y de la nigromancia, y no por medio de la doctrina cristiana católica. Algunas personas concurrían a les espectáculos espiritistas por mera curiosidad, por entretenimiento, para saber cómo se encontraban las almas de seres queridos ya fallecidos o para valorar la calidad del acto que se ejecutaba.

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Fecha de ingreso: 02/05/2023
Fecha de aprobación: 18/07/2023

ANEXO 1

Cuadro 1. Compañías circenses, de variedades, prestidigitadores, nigrománticos y espiritistas que visitaron Costa Rica, 1915-1940

Fuentes: La Prensa Libre (1915-1940), La República (1899-1916), La Información (1915-1919), Diario de Costa Rica (1919-1940), La Tribuna (1920-1940), El Tiempo (1929-1930), ABC (1929-1931), La Voz del Atlántico (1934-1940).