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Visitando el lugar habitado: perspectiva sobre el ritmo del caminar
y el habitar la ciudad
Visiting the inhabited place: perspective on the rhythm of walking and
inhabiting the city
Graciela Madrigal Chaves
1
«Una cosa es haber andado más camino y otra haber caminado más despacio».
Agustín de Hipona
RESUMEN
El presente artículo aborda el tema del caminar. Se profundiza en los elementos del habitar la ciudad y el ritmo en
ella, esto último se dirige en dos vías: el ritmo de la música y el paso que tienen los sujetos al caminar. Para el
desarrollo de la propuesta, se recurrió a la observación in situ de lo que ocurre en la Avenida Central de San José y se
contrastó lo observado con teoría psicoanalítica, acomo con aportes de autores como Le Breton (2022) acerca del
caminar, quienes se consideraron relevantes para realizar este análisis. Se encontró que, en el acto de emprender
caminatas, participan distintas emociones y el deseo de la persona que camina. Resultó evidente que cada sujeto
marcha de forma diferente, ya que posee experiencias diversas que inciden en su paso/ritmo, es decir, en la manera de
transitar y habitar por los lugares.
Palabras clave: habitar, cuerpo, deseo, ritmo del caminar y musical.
ABSTRACT
This article addresses the issue of walking. It delves into the elements of inhabiting the city and the rhythm in it, the
latter is directed in two ways: the rhythm of the music and the pace that the subjects have when walking. For the
development of the proposal, in situ observation of what happens on Avenida Central de San José was used and what
was observed was contrasted with psychoanalytic theory, as well as with contributions from authors such as Le Breton
(2022) about walking, who were considered relevant for this analysis. It was found that, in the act of taking walks,
different emotions and the desire of the person who walks participate. It was evident that each subject walks
differently, since he has different experiences that affect his pace/rhythm, that is, the way he moves and inhabits
places.
Key words: inhabit, body, desire, rhythm of walking and music.
1
Universidad de Costa Rica. Bachiller de Psicología. San José, Costa Rica. Correo electrónico:
graciela.madrigalchaves@ucr.ac.cr o gracielamadrigalchaves@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-
7369-6019
DOI: https://doi.org/10.15517/wl.v18i2.54073
Recepción: 6/02/2023 Aceptación: 13/06/2023
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Introducción
El marchar o la caminata se entiende como un proceso de movilización en el cual el cuerpo
humano, en posición erecta, se mueve. Esta es una de las principales habilidades aprendidas por
nuestra especie. El término marchar implica una actividad o funcionamiento de algo o alguien en
particular, en los que se puede reconocer o identificar a un sujeto por el sonido de sus pasos. En
cuanto a la noción caminar, conlleva realizar un acto racional, personal y sico en el que se
involucra el cuerpo del individuo, quien efectuará el recorrido de un trayecto, de forma recurrente
o no, por diversión, por relajación, por voluntad o por otros elementos involucrados en el proceso,
por ejemplo, factores psicofisiológicos como las emociones
2
.
En esta línea, según Le Breton
3
, el caminar es una apertura al mundo. Este mismo autor
expresa que la especie humana y su facultad para darle sentido al mundo comenzó por los pies, los
cuales están hechos para moverse. En el cual, el cuerpo comprende una vinculación estrecha con
el caminar, por lo que no es una anomalía que haya que eliminar, sino que la corporalidad se
compone de sensorialidades que se nutren al realizar caminatas al aire libre, porque esta acción
invita al pensamiento, el disfrute, la libertad, el encuentro, la conversación, así como a un
reencantamiento del tiempo y el espacio: dar un primer paso es sinónimo de un cambio de la
existencia, por un lapso que puede ser más o menos largo.
Además, en relación con la temática del caminar, diversos autores desarrollan algunas ideas
sobre este tema. Por ejemplo, Maestre hace mención de algunas personas como Tosquelles quien
concibe el caminar como una actividad terapéutica debido a que aporta beneficios para la salud.
También se propone como una acción placentera, un impulso o deseo, una exigencia vital que
puede conducir a la memoria a un recuerdo en particular que, luego, podrá dar paso al olvido.
Asimismo, cuando se camina, se puede experimentar una pulsión epistemofílica, es decir, el deseo
de saber y conocer tanto del mundo externo como interno
4
.
2
Diana Yasmín Perafán-González, Perspectivas de la marcha humana (Cali, Colombia: Editorial Universidad
Santiago de Cali, 2020), pág.40.
3
David Le Breton, Elogio del caminar (Madrid, España: Ediciones Siruela, 2015), pág.7.
4
Juan Maestre, Apuntes para una posible metapsicología del caminar”, Revista del Centro Psicoanalítico de Madrid,
No. 22, (2010): 4-18.
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Teniendo en cuenta lo anterior, se recurrió a la perspectiva de lecturas psicoanalíticas entre
otras de diversa índole, por ejemplo, se recurrió a Fraisse, quien se abordará en siguientes apartados
ya que hace referencia al tema del ritmo, siendo relevantes para esta investigación, en la que, en
su parte práctica, se caminó por la Avenida Central y sus alrededores donde se observó aspectos
de interés para la investigadora de este trabajo, por ejemplo, la musicalidad que hay a nuestro
alrededor, la forma en la que las personas caminamos y quienes habitan ciertos lugares de la
ciudad, debido a que estos espacios se presentan como arterias preponderantes del corazón
josefino. Dicha experiencia es relevante de señalar porque permitió darle sentido al contenido
teórico de este artículo.
Para contextualizar, esta Avenida es el centro comercial más amplio y dinámico del país.
Se caracteriza por ser un boulevard peatonal formado por doce cuadras que conectan las avenidas
de la ciudad y posibilitan el surgimiento de encuentros, en donde, los espacios de nuestras ciudades
como la capital costarricense pueden fungir como un hábitat para el desarrollo humano integral
5
.
El gobierno local de San José ha buscado la forma de restaurar los parques y zonas verdes que se
encuentran en este sitio o en sus alrededores, así como de humanizar los espacios urbanos, con el
propósito de que las personas tengan prioridad sobre los automóviles
6
.
Lo referido resulta ser relevante, ya que la modernidad atomiza al individuo en las
relaciones entre el cuerpo e individuación del sujeto, la velocidad y la espacialidad. Por ejemplo,
un automóvil cierra al individuo sobre sí mismo y lo segrega de las demás personas, lo que genera
un cierre corporal y una consolidación cultural del individualismo. Esto se evidencia con mayor
precisión en la siguiente frase: “las derivas que estas formas de socialización corpórea adquieren
en las postrimerías de la Modernidad: el choque y la colisión sustituyen al encuentro, acaso como
formas desesperadas de contacto” (Retana, 2018, p. 67, citado en Mora 2019, p. 245)
7
.
5
Jennifer Molina Serrano y Carlos Ugalde Hernández, “Programa de vivienda y mejoramiento del hábitat humano del
cantón de San José”, Instituto Tecnológico de Costa Rica, 2021.
6
Johnny Araya Monge, San José Vive, (San José: Imprenta Nacional, 2012).
7
Tomás Mora, El cuerpo abierto: un ensayo sobre la construcción y reconstrucción de los límites somáticos. Camilo
Retana (Editorial de la Universidad Nacional, Heredia, 2018, 173 páginas). Revista de Filosofía de la Universidad de
Costa Rica, 58, (2019): 243-248.
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Desde la psicología se menciona que el pertenecer a un grupo o comunidad conlleva que
las personas presenten menos riesgos de padecer enfermedades asociadas a la salud mental, por
consiguiente, es vital fomentar el contacto entre las especies, acomo procurar contar con espacios
que posibiliten el desarrollo de relaciones humanas solidarias que permitan que nuestra estancia
sea mucho más satisfactoria, promoviendo así el bienestar integral y también formas de
autocuidado
8
.
Vinculado al punto previo, es evidente la necesidad de repensar el propósito social de la
arquitectura, por ejemplo, el desarrollar modelos de ciudades más equitativas con la población.
Esto quiere decir que en el hábitat construido se priorice a los seres humanos o que se construyan
espacios accesibles, seguros y sustentables con el medioambiente. Como menciona Gehl
9
, las
planificaciones deben centrarse en crear ciudades vitales, sanas y para las personas.
En ese sentido, un aspecto importante de contemplar para este artículo es el tema de la
corporalidad. Según Foucault
10
, el cuerpo es un pequeño fragmento en el espacio, por lo que puede
ser arrancado de su propio espacio y ser proyectado en otra parte; es decir, se alude a que hay
lugares mucho más profundos que otros y lugares sin lugar. Entonces, puede que existan lugares
que no queramos habitar, como puede ser un cuerpo o una ciudad. En esta misma línea, un
elemento interesante es expuesto por Araya Monge
11
, quien indica que la democratización de la
ciudad permite reforzar los nexos afectivos entre las personas y la capital, incidiendo en la
inclusión social e interacción entre las personas. Conviene recordar que, en el pasado, San José
fue una ciudad de calidades humanas y urbanísticas envidiables, por lo que el desarrollar una
acupuntura urbana es un paso relevante: posibilita darle un nuevo rostro al centro de la ciudad.
Con relación al término de acupuntura urbana, Lerner
12
menciona que es posible generar
propuestas para solventar las necesidades en una ciudad, es decir, los problemas del urbanismo y
8
Eduardo Sandoval-Obando y José Sandoval-Díaz, “Psicología de la emergencia en contexto de pandemia: aportes y
herramientas para la intervención psicológica”, Revista Tesis Psicológica, Vol.15, No.2, (2020), p.259.
9
Jan Gehl, Ciudades para la gente (Buenos Aires, Argentina: Ediciones Infinito, 2014), pág.91.
10
Michel Foucault, El cuerpo, lugar utópico (Buenos Aires, Argentina: Editorial Claves, 1966/2010), pág.11.
11
Johnny Araya Monge, San José Vive (San José: Imprenta Nacional, 2012), pág.14.
12
Jaime Lerner, Acupuntura urbana (Rio de Janeiro, Editora Record, 2003).
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la sociedad en temas ambientales o de discontinuidad de la actividad urbana, entre otros. Por lo
tanto, al igual que un paciente requiere de un médico, la ciudad necesita que se implementen
estrategias de forma rápida como el pinchazo de una aguja, ya que estas permiten curar, mejorar y
propiciar reacciones positivas y en cadena en torno a un lugar en particular, debido a que la ciudad
es la solución y no el problema. Por ejemplo, se pueden introducir obras, costumbres o hábitos
para transformar un lugar. Obsérvese el caso de la generosidad urbana en la que un grupo de
vecinos provenientes de Brasil restauraron la estatua destrozada de una vaca o el llegar a unirse
para preservar el riachuelo de una ciudad. Además, este mismo autor expresa que las ciudades
pueden transformarse y mejorar, pero depende del individuo el conocerlas, sentirlas y ser capaz de
captar momentos que pueden ser especiales en la ciudad en la que se encuentra.
A partir de lo expuesto, es claro que la zona de la Avenida Central, y áreas colindantes, son
de gran relevancia para el país porque: acogen una diversidad de culturas y de personas que se
están transformando conforme pasa el tiempo. Se realizó una investigación teórico-práctica, la cual
es la base que posibilitó el desarrollo de este documento; por este motivo, resulta importante
mencionar algunos elementos temáticos que surgieron en el proceso de la investigación, por
ejemplo: el caminar, en el sentido del desplazamiento de una zona a otra; el mudar como un
significante y la mudanza como un proceso de cambio, ya sea al vivir en otro lugar o la percepción
sobre algo; el sentimiento de concebirse como alguien extranjera en su propio país, como en el
caso de que una persona (estudiante foráneo/a) no sienta conexión estando en un lugar en particular
o no tenga el interés de querer formar parte de este a pesar de vivir años allí, por lo que el sitio al
que reside le es ajeno.
Otro aspecto corresponde al tema del habitar en el mundo, en el sentido de pensar si
realmente estamos habitando los espacios en los que nos encontramos. El ritmo, por su parte,
resulta ser diverso. Esto puede ser entendido en cuanto a la música o el trote de las personas, de
ahí que la noción “re-corro” adquiere para la persona que redactó este escrito un nuevo significado
por diferentes motivos que responden a una tónica de carácter personal y por consiguiente no
tendrán lugar más alde esta pequeña acotación: este artículo se encuentra configurado a un
ámbito más academicista por lo cual hay que ajustarse a ciertas normas y también porque dentro
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de lo público se conservan elementos que se sostienen como privados, aunque este comentario no
se puede afirmar con total severidad.
Por otra parte, en el siguiente apartado, se abordan dos ejes teóricos que son importantes
para la elaboración de este artículo. El primero consiste en el habitar, entendiéndose como vivir o
morar, por ejemplo, los espacios en los que nos encontramos
13
. En este primer eje interesa el
proceso de cambio que se puede producir en el sujeto al recorrer ciertos lugares. Tal como
menciona Maestre
14
, a lo largo del texto se desprende la idea de que cuando se camina, existe una
disposición a la variación en al menos uno de los pasos que se repiten, y esto puede ocasionar un
cambio en la percepción que tiene la persona acerca del entorno en el cual le es dado vivir.
El segundo eje teórico es el ritmo, esto es, un orden acompasado en la sucesión de cosas
15
.
De acuerdo con Fraisse, precisar una definición lexicológica del ritmo es un proceso complejo
porque existen diversas interpretaciones. A modo de ejemplo, en el texto Psicología del ritmo, este
se describe como una organización ordenada del movimiento humano a través del tiempo;
asimismo, se señala que en el campo psicológico se han llevado a cabo distintos estudios sobre el
ritmo, en los que se han efectuado análisis de las actividades del ser humano. Personas
profesionales en psicología, tales como Wundt, Meumann y Ruckmick han realizado
investigaciones en torno a esta temática y han abordado aspectos fisiológicos, así como elementos
de carácter más introspectivo
16
. Por último, es importante indicar que, para este trabajo, el ritmo
se dirige en dos vías: en primera instancia, el de la música, como la que se escucha en la ciudad;
en segunda instancia, interesa el ritmo/paso que muestran los sujetos al caminar por estos lugares.
Habitar
Murillo
17
, plantea el advenimiento de lo humano como un cuerpo que nace, ocupa un lugar,
existe, muere y junto a esto, también es un articulador de lo social y de lo subjetivo. En la propuesta
13
"Habitar", Real Academia de la Lengua Española. Acceso el 20 de mayo de 2022. https://dle.rae.es/habitar
14
Juan Maestre, “Apuntes para una posible metapsicología del caminar”, Revista del Centro Psicoanalítico de
Madrid, No. 22, (2010): 4-18.
15
"Ritmo", Real Academia de la Lengua Española. Acceso el 20 de mayo de 2022. https://dle.rae.es/ritmo
16
Paul Fraisse, Psicología del ritmo (España: Ediciones Morata), pág.11, 13.
17
María del Rocío Murillo Valverde, La efectuación del estrago materno en la constitución de la feminidad: de lo
psicosomático a la escritura: una lectura psicoanalítica de la novela Las palabras para decirlo de Marie Cardinal’”
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de dicha autora, se enfatiza el aspecto del lugar, el cual puede concebirse de distintas maneras,
tales como los roles que el sujeto puede ocupar en determinados ámbitos o el/los espacio/os donde
habita. Por su parte, Pallasmaa
18
menciona que el acto de habitar es el medio en el cual una persona
se relaciona con el mundo, lo que produce una serie de intercambios en los que el habitante se sitúa
en el espacio y el espacio se incorpora en la conciencia del habitante; de esta forma, ese lugar, por
ejemplo, el hogar, se convierte en una extensión y exteriorización de su ser, tanto a nivel físico
como mental. En este lugar se desarrollan una serie de escenarios materiales y funcionales, así
como diversos acontecimientos y experiencias.
En esta línea, es necesario señalar que etiológicamente la palabra habitar proviene de
hábito, que en latín tiene el significado de tener que ser o estar de manera reiterada; es decir, si la
persona está en un lugar de forma constante, es, está y vive en el hábitat con el que se relaciona,
el cual le aporta cuidados para preservar su esencia. Por ende, es notorio que el ser humano es un
ser en el mundo y que el acto de construirse se basa en su propósito de habitar
19
.
En relación con lo anterior, un elemento por destacar sobre el uso de los espacios es que,
cuando se recorre una ciudad o parte de esta, como puede ser la Avenida Central de San José Costa
Rica, existe una diversidad de individuos, tales como personas indigentes o vendedores
ambulantes, quienes forman parte del paisaje o la arquitectura urbana. Al grupo de vendedores
ambulantes lo pueden caracterizar algunos elementos como el vender ropa o música con el
propósito de obtener ingresos económicos, siendo uno, de los distintos trabajos informales
actuales, debido a que el desempleo afecta nuestro país.
Es importante señalar que muchas personas ponen su mercadería sobre bolsas y están
pendientes de su entorno, ya que deben de desplazarse para evitar inconvenientes con la policía,
debido a que esta labor se considera como una actividad comercial no autorizada
20
. Ante esto, tal
(tesis para optar por el grado de maestría en Psicología, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica, 2010),
pág.380.
18
Juhani Pallasmaa, Habitar (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2016), pág.7.
19
Cynthia Pedrero, “Habitar” EURE (Santiago), Vol. 44, No.132 (2018): 295-298.
20
“Ventas ambulantes en San José representan un mercado informal de 13,200 millones de colones anuales”, mara
de Comercio de Costa Rica, acceso el 15 de mayo de 2023. https://camara-comercio.com/ventas-ambulantes-en-san-
jose-representan-un-mercado-informal-de-13-200-millones-de-colones-anuales/
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como señalan Paniagua Arguedas, Brenes Montoya y Sánchez Lovell
21
, existen luchas por el
espacio urbano, porque los vendedores ambulantes se encuentran ubicados en pleno centro del
boulevard de la Avenida Central, por lo que surgen críticas como la dirigida a que obstruyen el
paso peatonal, especialmente a población adulta mayor y personas con discapacidad visual. En
consecuencia, si bien desde años han habitado y formado parte de San José, algunas personas
pueden percibirlos y representarlos como elementos negativos para la ciudad.
También en un espacio como el de la Avenida Central habitan personas migrantes, para
quienes su folclore, es decir el cuerpo expresivo de las costumbres puede ser distinto, por ejemplo,
a la cultura costarricense. Estas personas podrían llegar a experimentar duelos migratorios que
implican construcciones nuevas del Yo y del objeto, en los que existe la posibilidad de que surjan
luchas entre el campo simbólico, las nuevas identificaciones culturales y las de su lugar natal;
también es posible que lleguen a desarrollarse patologías que se manifiestan a través del cuerpo
22
.
A partir de esto, es importante reflexionar que existen diversas razones e
interseccionalidades por las que las personas emprenden nuevos trayectos y habitan ciertos
espacios. Es probable que muchos individuos hayan tenido que abandonar el hogar que habitaban,
y este puede ser uno de los lugares más preciados para el ser humano debido a que se albergan
memorias, imágenes e instantes determinados; sin embargo, si un lugar no es armonioso, no es
habitable.
Por lo tanto, es vital cuestionarse cuáles cuerpos importan y quiénes pueden habitar ciertos
lugares. Interesa preguntarse por qué a unos cuerpos se les está permitido transitar libremente
mientras que a otros eso se les rechaza. Asimismo, debemos preguntarnos sobre la forma en que
los individuos reaccionamos ante situaciones de este tipo. Según Butler
23
, el cuerpo implica
21
Adriana Sánchez Lovell, Laura Paniagua Arguedas y Mónica Brenes Montoya, San José, una ciudad en perpetua
transformación. Reflexiones sobre el espacio”, Revista de Ciencias Sociales (Cr) Vol. 3, No.137, (2012): 25-39.
22
Carla Estefany Defaz Vásconez, Análisis de las manifestaciones de la elaboración de duelo. Estudio realizado en
estudiantes universitarios migrantes, desde la teoría psicoanalítica en jóvenes de tercer nivel de 19 a 21 años en la
facultad de psicología en el periodo eneromayo 2016, (disertación previa a la obtención del título de Psicóloga
Clínica, Pontificia Universidad Católica Del Ecuador, 2016).
23
Judith Butler, autora, Patricia Soley-Beltrán, trans., Al lado de uno mismo: en los límites de la autonomía sexual”,
en Deshacer el género (Barcelona: Paidós, 2006), pág.35-67.
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vulnerabilidad y está expuesto a las miradas, el contacto y la violencia de las demás personas, ya
que forma parte de la esfera pública, en la que el cuerpo es ese lugar en que el hacer y el ser hechos
son equívocos y, por esa razón, no es del todo nuestro. Además, a partir de esto, es evidente que
puede existir un malestar en la cultura, por lo que llegaría a producirse una arquitectura de nuestro
mal-estar en esta. En otras palabras, la forma en que está construido el malestar conduce a pensar
que las personas son como arquitectos que trabajan, propician y transforman estructuras
24
.
El autor Clavero Lerena retomó elementos de Freud; en particular, para este trabajo se
destaca la obra El malestar en la cultura (1930), debido a que expresa que la cultura puede generar
insatisfacción como sufrimiento, por lo que al desarrollarse se produce mayor malestar. Por otra
parte, un punto que aborda es el complejo edificio del aparato anímico y la idea de que la forma
en la que este se piense definirá nuestra manera de intervención. Participando de este proceso se
encuentran las subjetividades, así como las pulsiones del sujeto, en las que pueden presentarse una
serie de transformaciones
25
. Es decir, a través de la cultura se pueden legitimar ciertas prácticas,
como discursos de odio o acoso; también pueden producirse transformaciones en las que se
cuestione críticamente el lugar que tiene el sujeto en la cultura y la sociedad.
La teoría psicoanalítica puede enriquecer el análisis de lo arquitectónico, dado que el sujeto
se enfrenta a un espacio y se produce una relación del “yo” con dicho espacio, en el cual puede
proyectar su aparato psíquico, así como interactuar con el medio externo e intentar construir o
modificar algo. De esta manera, la interpretación del espacio puede analizarse desde varias
vertientes, como la antropológica, la arqueológica o la sociológica, pues cada recinto
arquitectónico refleja una ideología, sociedad, lugar y época
26
.
A partir de lo referido es notorio que la persona puede producir implicaciones sobre un
lugar e, incluso, buscar la forma de modificarlo. Por ejemplo, habitar responde a un acto simbólico
en el que se organizan nuestras necesidades físicas y corporales, pero también nuestras mentes,
sueños, recuerdos y deseos, por lo que el propio acto de habitar y su conceptualización conlleva a
24
Mauricio Clavero Lerena, Arquitectura de nuestro mal-estar en la cultura. Conversación con Alicia
Leone”, EQUINOCCIO, Vol.1, No.2, (2020): 173.
25
Sigmund Freud, El malestar en la Cultura (Buenos Aires: Amorrortu, 1930), pág.57-140.
26
Kevyn Andrés Mallama Tilmans, En busca del “yo” y la sexualidad en la producción de la Arquitectura (trabajo
de grado en Arquitectura, Universidad Antonio Nariña, Bogotá, Colombia, 2022), pág.15.
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diversos puntos de partida (cuerpo, refugio, ciudad, casa, habitación) que han de formar parte de
nuestra identidad y del ser; asimismo, se busca domesticar y controlar el espacio que habitamos,
así como el tiempo y el transcurso de la duración
27
.
En ese sentido, Pallasmaa indica que los edificios y las ciudades antiguas pueden resultar
tan acogedores como estimulantes, ya que registran el continuum del tiempo. Para ejemplificar,
los museos pueden proyectar épocas pasadas las cuales podrían ser más lentas en sus ritmos diarios,
por lo que se presentan como un elemento contrario a la modernidad, que muchas veces resulta ser
nerviosa y apresurada, tal como indica Bauman
28
, las sociedades actuales se han transformado,
olvidando la esencia de la convivencia humana del pasado, hoy en a, se utiliza el tiempo como
un medio para conquistar el espacio, es decir, las relaciones sociales modernas que se desarrollan
en espacios públicos han perdido el sentido de las relaciones sociales, ya que se percibe al sujeto
como un extraño al cual se teme y se debe de evitar. Esto puede conllevar a que se generen cada
vez menos conductas prosociales y más espacios vacíos que se encuentran carentes de su función
social, a pesar de que las y los ciudadanos transitan por ellos y a su paso, los recorren de una
manera veloz, casi inconsciente.
Por lo tanto, se podría argumentar, tal como lo señaló Heidegger (s.f.), citado en
Pallasmaa
29
, que quizá los seres humanos hemos llegado a perder la capacidad de habitar, lo
anterior en un sentido simbólico profundo; por ejemplo, habríamos perdido la capacidad de habitar
los espacios que son habitables por las personas, acomo el lugar que ocupamos y los lugares que
ocupan las personas en nuestras vidas (es decir, nuestra propia existencia en el planeta).
El ritmo de la ciudad
Respecto a este eje, es importante mencionar que el ritmo es la base de las manifestaciones
vitales y de la expresión individual
30
. En torno al ritmo de la ciudad, en el sentido musical, según
27
Juhani Pallasmaa, Habitar, pág.9, 98.
28
Zygmunt Bauman, Modernidad líquida (Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2000), pág.99-138.
29
Juhani Pallasmaa, Habitar, pág.10.
30
Daicy Peña González, Efectos de la aplicación de un taller de educación musical en el ritmo y en la expresión del
lenguaje en los de 05 años de la IEI 274 de la Ciudad de Puno-2015”, (tesis para optar el título de licenciada en
Educación Inicial, Universidad Alas Peruanas, 2016), pág.13.
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Fajardo Trujillo
31
, la música en vivo (ya sea en un concierto musical o la que está en los espacios
públicos como las calles) puede unir a las personas de distintas partes de la ciudad, país y del
mundo. Por esta razón, la música, como su expresión y la traducción del lenguaje de sus letras (es
decir la interpretación de su significado), nos posibilita estar en un lugar y en otro, el mudar o el
trocar. También facilita la unión y las conductas sociales. Además, mejora el estado de ánimo e,
incluso, al oírla y sentirla, se generan distintos movimientos corporales que nos permiten soportar,
liberar y ser.
En cuanto al ámbito costarricense, se plantea la interrogante ¿a qué suena San José?
Particularmente, esta pregunta se enfoca en los sonidos de la Avenida Central, en la que se puede
observar y escuchar un sinfín de ritmos musicales de la ciudad, como: personas que cantan y
quienes se detienen a escucharlas; el uso de instrumentos como guitarras, bombos y marimbas; el
sonido de los carros y de los animales; la música que se produce en las tiendas y restaurantes; el
sonido de las personas al hablar en distintos idiomas; el reír, caminar, escuchar su propia música;
la voz de quienes la usan para vender sus productos (la cual, de alguna manera en el proceso, se
escucha como si estuvieran cantando). Por consiguiente, este es un espacio que tiene puntos de
encuentro para la diversidad cultural y musical, en el que hay música en todas partes; no obstante,
puede que no todas las personas la escuchen, ya que la forma en la que se transita por un espacio
podría influir en la percepción que se tiene sobre algo o alguien.
Por otra parte, tal como plantean Tironi y Mora
32
, cuando se camina por la ciudad las
experiencias son variadas según el lugar: puede producirse o experimentarse bullicio, trajines y
afanes que pueden influir en el ritmo de la persona que camina. De acuerdo con estos autores, en
el transcurso de esta acción es importante tener presente algunas interrogantes, por ejemplo: ¿cómo
se camina? (puede que caminemos de forma veloz o, por el contrario, con cierta demora; incluso,
se puede generar una serie de tropiezos); ¿quién es la persona que camina? (puede tratarse de
individuos o colectivos, grupos de familia, población adulta mayor, jóvenes, personas que
trabajan); ¿caminamos con nuestros pies, cuerpos o, quizá, con las miradas? (el ser humano puede
31
Viviana Fajardo Trujillo, Miradas musicales: un ritmo fotográfico, (Universidad Católica de Manizales, 2020),
pág.12.
32
Martín Tironi y Gerardo Mora, Caminando: prácticas, corporalidades y afectos en la ciudad (Chile: Ediciones
Universidad Alberto Hurtado, 2018), pág.59.
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utilizar diferentes partes de su cuerpo en este proceso e, incluso, su imaginación, que le permite
moverse de un sitio a otro); ¿qué narrativas se configuran según el peatón? (las historias que hacen
que cada persona decida caminar, por ejemplo, ver a alguien en particular, el tener que ir a estudiar
o trabajar).
En ese sentido, caminar lleva su tiempo, lo cual resulta ser contrario a los ritmos sociales
acelerados de la actualidad. Al caminar, el sujeto puede sumergirse en una duración interior, por
lo que debe de haber un deseo que movilice. Cada persona tiene su propio ritmo; por ejemplo, hay
quienes se desplazan de forma rápida y quienes lo hacen de manera más pausada para apreciar el
paisaje o para conversar. Por lo tanto, el ritmo de cada individuo es la musicalidad interna que
anima su paso, es una decisión que la persona toma, en la que importa el camino y, eventualmente,
la meta o el destino en particular, si es que se tiene, por lo que caminar es una experiencia de
tiempo y espacio, en la que se viaja con el recurso del cuerpo
33
.
Sin embargo, es importante señalar que el caminar y el ritmo que se tenga son distintos
según el cuerpo de la persona caminante. Calleja Duque
34
menciona que las prácticas cotidianas y
los recurrentes itinerarios que se configuran marcan los ritmos de las ciudades, por lo que puede
llegar a desarrollarse un urbanismo inadaptado a las necesidades de hombres y mujeres. Esta última
población, con el transcurso de los años, se ha incorporado al ámbito productivo y, por
consiguiente, ha necesitado realizar una gran cantidad de desplazamientos de un lugar a otro en
los cuales pueden existir puntos negros en la arquitectura de un espacio, generando a su paso
miedos e inseguridades en la vida de las mujeres.
En relación a esto, como señalan Vallejo y Rivarola
35
, caminar en los espacios públicos,
según el género de la persona, puede conllevar acoso sexual callejero. En muchos casos, la mujer,
específicamente el cuerpo feminizado, debe cambiar de ruta, de ropa o salir en compañía, debido
a que puede ser objeto de un conjunto de prácticas en la cotidianidad por parte de hombres que
33
David Le Breton, Caminar la vida: La interminable geografía del caminante (Madrid, España: Ediciones Siruela,
2022), pág.26.
34
Marta Calleja Duque, Caminando por Valladolid: cartografía emocional en clave de género”, (grado en trabajo
social, Universidad de Valladolid, 2018), pág.6.
35
Elizabeth Vallejo y María Paula Rivarola, La violencia invisible: acoso sexual callejero en Lima metropolitana”,
Cuadernos de Investigación IOP, No. 4, (2013): pág.6.
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muchas veces son desconocidos, por ejemplo: silbidos, gestos o frases soeces, exhibicionismo,
seguimiento en automóvil o a pie, que se han normalizado en las sociedades. En vista de lo anterior,
es evidente que existe una estratificación y segregación de la ciudad, en donde los espacios no son
iguales para las personas que hacen uso de ellos. En esta línea, conviene hacer referencia a la
estatua de La Chola ubicada en la Avenida Central: si se observa su cuerpo, se percibe que las
áreas del busto y las nalgas son las partes más desgastadas.
De esta manera, es notorio que diversos cuerpos transitan por un mismo lugar, pero con
ritmos distintos, debido a que se encuentran influenciados por las razones personales por las cuales
caminan, por los ritmos biológicos/circadianos, por limitaciones de acceso, por la sociedad y los
años de edad del individuo (durante la infancia se puede andar distinto que cuando se es una
persona adulta mayor). Por lo tanto, la forma en la que nos movemos es diferente. Cada sujeto
sigue una cadencia, es decir, una secuencia que le es propia, o puede que se acompasen los
movimientos personales con el ritmo de otro tiempo y del entorno, que es ajeno al de mismo.
Nótense los seforos peatonales, que ocasionan que pausemos nuestro ritmo por unos instantes
y, cuando se activa su sonido, este es una indicación para proseguir nuevamente en la marcha; o
puede que no se hayan respetado en ningún momento). Por otra parte, otro aspecto interesante por
observar es cómo el reloj de la Avenida Central, el cual está posado sobre una fuente de agua se
ha detenido dejando de indicar el tiempo; no obstante, el ritmo de las personas a su alrededor
parece cada vez ir en aumento.
Método
Para este trabajo, se recurrió al método de la observación no participante. Se recorrieron
distintos lugares de la Avenida Central, así como zonas alrededor de esta. Se observaron algunos
aspectos que resultaron de interés para la persona que elaboró este estudio, por ejemplo: las
personas, los sonidos, el caminar, los edificios y las estatuas. Se procuró ir en diversos días de la
semana, lo que incluyó fines de semana, durante el transcurso de la mañana, la tarde y la noche,
tanto en compañía como de forma individual, con la meta de tener distintas experiencias en el
transcurso de la elaboración de esta investigación.
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Es necesario indicar que, según Adler y Adler, citados en Flick, Kardorff y Steinke
36
, la
observación no participante permite seguir el flujo de los acontecimientos sin llegar a ser
interrumpidos por la intromisión de la persona que investiga. Además, en las observaciones no
participantes, se tomaron fotografías y algunos videos, con el propósito de contar con material
audiovisual que sirviera como un insumo de análisis.
Al mismo tiempo, se utilizaron bitácoras que permitieron llevar un registro del proceso
efectuado. En estas, se realizó un proceso reflexivo y crítico sobre la experiencia de la persona
investigadora en torno al tema del caminar por la Avenida Central. Posteriormente, se contrastó lo
recolectado, a partir del uso de teoría de diversas lecturas consultadas, con lo cual se logró dar un
énfasis a la perspectiva psicoanalítica. Por último, durante una clase de la carrera de Psicología,
específicamente en el Módulo de Clínica de lo Psicosomático de la Universidad de Costa Rica, se
efectuó una exposición del presente trabajo titulada “Años habitándote y recorriéndote, si tan solo
nos conociéramos. Demos ese primer paso para otra oportunidad”.
Conclusión
Finalmente, a partir de lo desarrollado, es importante mencionar algunas reflexiones que
se generaron al escribir este artículo. En primer lugar, habitar espacios es un proceso que no es
estático, sino dinámico. Como seres humanos, podemos llegar a construir un hogar en un lugar en
particular o podemos no hacerlo porque estamos momentáneamente allí, debido a que funge como
un sitio de paso. Este puede ser el caso de las ciudades, las cuales son tanto físicas como humanas
y tienen objetos que las estructuran. Por lo que son más que un lugar que hospeda una variedad de
cuerpos: las ciudades albergan y tienen distintos significados para las personas.
Además, cuando se camina, se puede generar en los sujetos una serie de emociones:
angustia, libertad, añoranza, nostalgia, entre otras, por causas tan diversas como el clima que varía
de acuerdo a las estaciones del año o las características físicas del lugar transitado (ya sea el campo
36
Uwe Flick., Ernst Kardorff & Ines Steinke, eds., A Companion to Qualitative Research (London: Sage, 2004),
pág.222.
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o la ciudad). Por ejemplo, el aire de la Avenida Central se caracteriza por ser templado, lo que
puede influir en la motivación y el desarrollo de las actividades personales.
Por otra parte, si bien esto es un texto breve, debido a conversaciones que he mantenido
con algunas personas que se han mudado a la ciudad, quisiera dedicar un espacio para indicar que
puede que quienes somos externas/os del Gran Área Metropolitana (GAM) prefiramos pasar la
estancia en una zona rural tanto por la conexión con la naturaleza como por los sentimientos que
se llegan a generar por el disfrute y la tranquilidad que brinda el vivir en el campo; con todo hay
que admitir que la ciudad también posee su encanto. Es evidente que ambos lugares tienen sus
ventajas; sin embargo, no pretendo comenzar a enumerar las razones ni entrar en conflicto por
elegir un lugar que se considere mejor debido a que no es un tema relevante, no son comparables
ni mi opinión sería objetiva. Pese a ello, desde mi perspectiva, pienso que si se tiene la oportunidad
es posible disfrutar de los contrastes y lo que nos ofrecen los sitios que se habitan.
No obstante, un aspecto fundamental que he comprendido a partir de este trabajo es que
habitar un lugar muchas veces implica tener que dejar de habitar uno anterior, porque, aunque se
quiera estar en ambas partes, no es posible. Por consiguiente, en ocasiones las personas requerimos
ser capaces de prescindir de ciertos sitios y comenzar a movernos hacia otros destinos puesto que
el no decidir nos puede llevar a no pertenecer a nada o a sentirnos fragmentados (aunque puede
que nunca se esté completo).
Continuando con esta idea, un aspecto que me pareció muy interesante y me hizo
reflexionar fue cuando se me preguntó si la palabra marchar que empleé en la parte de la
introducción, tiene la misma connotación que caminar, esto, debido a que una de las personas
revisoras de este texto entre sus comentarios expresó que le hizo pensar que su significado podría
ser distinto (interpretándola como el acto de irse o el de la marcha militar), como han podido notar
decidí conservarla ya que cuando se marcha, independientemente del sentido que se le otorgue,
finalmente lo que se está generando es movimiento. Teniendo en cuenta lo expuesto, me surge la
siguiente duda: ¿para formar parte de un nuevo lugar se necesita el acto de abandonar y también
el de llegar a poseer otro?
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Asimismo, considero que es necesario plantearnos otras interrogantes: ¿cuántos de
nosotros vivimos en el tiempo presente?, es decir ¿realmente habitamos los espacios en los cuales
nos encontramos en la actualidad? ¿Será que por la sociedad de hoy en día pareciera que no
tenemos tiempo? Parece existir una paradoja, debido a que se quiere hacer varias cosas a la vez,
estar en diversos lugares y abarcar mucho en un breve lapso; sin embargo, en realidad muchas
veces puede que no se concluya satisfactoriamente lo planeado.
Aunado a lo anterior, la sociedad señala que los sujetos debemos ser productivos, lo que
equivale a aprovechar al ximo el tiempo. No se nos permite sentarnos y entregarnos a la
contemplación, ni caminar sin ir de prisa ni sin estar pendientes de nuestros deberes; pero quizá
no se desee realizar una actividad laboral: puede que lo que queramos sea algo relacionado
exclusivamente con el ocio y el encuentro, aunque sea por unos breves instantes.
Adicionalmente, algunas interrogantes que me surgen son: ¿resulta posible que la ciudad
en la que vivimos sea una proyección de la sociedad que somos? Quizás los distintos lugares que
habitamos componen quienes somos. Respecto al tema del ritmo, ¿las ciudades pueden tener un
ritmo propio o más bien son las personas las compositoras? Junto a esto, me parece importante
cuestionarnos ¿qué nos motiva a caminar?, es decir, ¿por qué recorremos ciertos lugares y de qué
manera lo hacemos? Puede que nos detenemos porque el sitio nos invita a que nos quedemos más
tiempo, puede ser porque nos parece bello (inclusive aquellos lugares que albergan heridas),
queremos explorarlo y durante el camino quizás poder llegar a trazar nuevas historias. Tal vez hay
motivos externos como las personas o recuerdos que hacen que deseemos seguir un poco más o,
por el contrario, que no deseemos estar allí. Incluso, puede que algunas personas nos sintamos
extranjeras en nuestra propia tierra (el sentir que no se pertenece a ningún lugar en específico), por
lo que comenzamos a cuestionar nuestro lugar, como cuando al inicio de las clases universitarias
se nos pregunta ¿de dónde somos?
El contestar esta pregunta, que puede parecer sencilla, conlleva tener que dar un recuento
de nuestros orígenes y el habitar en la actualidad. O por el contrario, n al ser una persona ajena
al país en el que se vive, puede que se conozca la historia de este y, por consiguiente, que no nos
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sea indiferente; por ende, lo apreciamos mucho más que otros lugares, le tomamos el gusto y nos
sentimos parte de un sitio.
A partir de esto, es importante retomar lo expuesto por Harvey
37
, quien menciona que en
las ciudades se producen discursos como lenguajes (obsérvese el contenido que se deposita en los
grafitis). Es necesario prestar atención a los mensajes que proporcionan los lugares que habitamos,
ya que, actualmente existen múltiples distracciones en la vida urbana que entorpecen la
comunicación dentro de los espacios con los que se interactúan cotidianamente. Esto puede
deberse a que los ritmos espaciales y temporales de la modernidad se caracterizan por la
fragmentación, la aceleración y por lo efímero.
También, caminar es diferente para cada persona. Existen quienes caminan porque piensan
que esa es una mejor opción que detenerse. Puede que haya personas que desde hace tiempo no se
mueven porque se sienten muy extenuadas para tan siquiera dar un paso. Hay quienes solo vagan,
llegando a perderse para encontrase; sujetos que disfrutan de los sonidos que ofrece una ciudad.
Quizá haya individuos que caminan porque es su trabajo, tal como los guías de turismo, quienes
están en la búsqueda de un lugar al cual puedan sentir y pensar que pertenecen y que les aguarda.
Existen personas que transitan acompañadas o de manera solitaria. En la marcha, se adquieren
tanto experiencias individuales como colectivas; por ejemplo, actualmente muchas personas
podemos caminar sobre tiempos de incertidumbre, esto a raíz de la pandemia por COVID-19.
Aunado a lo expuesto, mientras se camina es posible no ser conscientes de los otros
cuerpos que forman parte del ambiente, o tan siquiera del propio. Entonces, un aspecto importante
de contemplar es la relación de la corporalidad y el caminar. Surgen, de esta forma, preguntas
como las siguientes: ¿a cuáles cuerpos se les permite caminar de una forma más libre?, ¿es un tema
de género, clase social, salud?; o ¿quiénes tienen el tiempo y el acceso para caminar? En fin,
pueden ser muchas las razones involucradas que hacen que un sujeto quiera caminar o, inclusive,
37
David Harvey. La condición de la posmodernidad. Buenos Aires: Amorrortu, 1998), pág.228.
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que tenga que hacerlo de cierta manera, ya que la sociedad y las personas que forman parte de esta
así lo han determinado y establecido.
Mediante lo referido, es evidente que cada persona recorre caminos muy distintos a lo
largo del trayecto de su vida y, a su paso, puede que se encuentre con distintos obstáculos, pero
también con momentos de goce. Existen diversas rutas, caminos y ciudades que están esperando
el trote de nuevos cuerpos, los cuales pueden tener una diversidad de deseos y motivaciones. Tal
como se ha enfatizado en este artículo, quizá hay quienes se queden más tiempo y decidan habitar
estos lugares, o puede que haya otros que solo los transiten de una forma más apresurada,
permitiendo al sujeto que camina el explorar y sentir muchas emociones, como apreciar una ciudad
por su estética o poder desprenderse de ciertos lugares: los individuos van y vienen, se movilizan
y habitan diversos sitios. De acuerdo a Simmel
38
, la cultura tiene su propio cuerpo y pueden existir
problemas de la vida moderna, como el conservar la autonomía frente a las transformaciones de la
sociedad o el sostener la existencia corporal, es decir, las relaciones que tiene el sujeto con el
medio del cual forma parte.
Por último, se concluye que el cuerpo de la ciudad, o más bien los cuerpos que la
conforman, la hacen ser lo que es, tanto de forma material/física como simbólica; por lo tanto, es
un espacio urbano en el cual las representaciones propias de las personas se interrelacionan con
otras experiencias compartidas por los seres humanos, quienes nos encontramos aprendiendo a
nuestro propio ritmo el arte de vivir y el tener que habitar en un sitio determinado; es decir,
aprender a pertenecer a un lugar.
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