Trayectorias sociales en la Honduras prehispánica: una visión desde el valle de Jamastrán, sureste de Honduras

 

 

Eva L. Martínez

 

Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Departamento de Antropología, Tegucigalpa, Honduras

emartinez@unah.edu.hn

 

 

 

Resumen: Esta investigación explora la organización social de las comunidades prehispánicas del valle de Jamastrán en el Sureste de Honduras. A su vez, reconstruye el patrón demográfico de una región de 250 km² a través de una prospección sistemática de cobertura total. Nuestra evidencia cerámica indica que el valle de Jamastrám fue ocupado entre los años 600 y 1000 dC. La evidencia derivada de la comparación de diferentes trayectorias sociales en regiones del occidente, centro y oriente de Honduras señala tres factores comunes que sobresalen como elementos clave para entender el desarrollo de jerarquías sociales en dichas regiones; acceso a tierras agrícolas óptimas, producción artesanal e intercambio local, e interacciones interregionales. Cada uno de esos factores puede entenderse como componentes de dos estrategias políticas básicas: las económicas y las basadas en prestigio. La articulación o combinación de estos factores, así como la habilidad de conectar entre si las estrategias económicas y las de prestigio, permitieron la consolidación de formas permanentes de desigualdad social en varias regiones de la Honduras prehispánica. Proponemos que la historia demográfica del valle de Jamastrán está relacionada con procesos políticos y económicos más amplios e identificados en las trayectorias sociales de la mayoría de las áreas arqueológicamente conocidas de Honduras. Nuestra investigación en Jamastrán también indica que los aspirantes a líderes locales en el valle parecen haber fracasado en la articulación complementaria y efectiva de estrategias, tanto en las económicas como en las basadas en prestigio, encaminadas a fortalecer y/o consolidar su posición social, en contraste con otras regiones contemporáneas.

Palabras clave: estudios de patrones de asentamiento; estudios regionales; organización social prehispánica; investigación comparativa; arqueología del oriente de Honduras.

 

Social trajectories in prehispanic Honduras: a view from the valley of Jamastrán, southeast Honduras

Abstract: This research explores the social organization of prehispanic communities in the Jamastrán Valley in Southeastern Honduras. It reconstructed the demographic patterns of a 250 km² region through a full coverage systematic survey. Our ceramic evidence indicates that the Jamastrán Valley was occupied between about 600 and 1000 AD. Evidence derived from the comparison of different social trajectories in regions of western, central, and eastern Honduras, points to three common factors that stand out as crucial elements for understanding the development of social hierarchies in those regions; access to prime agricultural land, craft production and local exchange and interregional interactions. Each of these factors can be understood as components of two basic political strategies: economically or prestige-based ones. The articulation or combination of these factors, and the ability to connect economic and prestige strategies to each other, enabled the consolidation of permanent forms of social inequality in many regions of prehispanic Honduras. We suggest that the demographic history of the Jamastrásn Valley is related to broader political and economic processes identified in the social trajectories of most archaeologically known regions in Honduras. Our research in Jamastrán also indicates that local aspiring leaders in the valley seem to have failed to articulate in a complementary fashion both economic and prestige-based strategies to strengthen their social status, in contrast to other contemporary regions.

Keywords: settlement pattern studies; regional studies; prehispanic social organization; comparative research; archaeology of eastern Honduras.

 

 

 

Introducción: organización social y estrategias políticas

 

Esta investigación busca obtener una mayor comprensión de la organización social en el valle de Jamastrán, departamento de El Paraíso, sureste de Honduras. Comparte la opinión de que el estudio de las sociedades se beneficia enormemente al abordarse en términos de diversos niveles de integración sociopolítica (Parkinson, 2002; Peterson y Drennan, 2005; Steward, 1955). Por lo tanto, para poder caracterizar el proceso de organización social en el valle de Jamastrán, dicha investigación exploró dos dimensiones analíticas interrelacionadas: integración política y naturaleza de la interacción social.

 

Los resultados de una prospección arqueológica fueron utilizados para abordar el grado de integración sociopolítica, o autonomía, identificado en la región durante el período prehispánico, así como para evaluar la presencia y alcance de interacciones sociales jerárquicas. Lo primero fue evaluado al determinar la escala y organización de las unidades constitutivas básicas que conforman el sistema social estudiado. Lo segundo, al explorar estrategias políticas contrastantes que pudieron ser utilizadas por aspirantes a líderes como plataformas de diferenciación social: estrategias con orientación económica, tales como aquellas que implican accesos restringidos a recursos básicos y/o el control de la producción o movilización de objetos de valor (Brumfiel y Earle, 1987; Earle, 1978, 1987, 1997; Ericson y Earle, 1982; Fried, 1967), así como: estrategias con orientación al prestigio, las que emplean mecanismos como acceso restringido al conocimiento, manipulación de símbolos y bienes de prestigio, participación en redes de intercambio interregionales, celebraciones, etc. (Clark y Blake, 1994; Fried, 1967; Helms, 1979, 1994; Sahlins, 1963; Schortman y Urban, 1992; Schortman, Urban, Ashmore y Benyo, 1986; Service, 1968; Spencer, 1994).

 

Una de las principales preocupaciones de los académicos interesados en explicar el surgimiento de la inequidad social radica en la identificación de aquello que constituye los cimientos de la diferenciación social en sociedades complejas en desarrollo; en otras palabras, aquello que constituye la base del liderazgo político y subsecuente desigualdad social. Las explicaciones evolucionistas clásicas (Fried, 1967; Sahlins, 1963; Service, 1968) atribuyen el uso de estrategias políticas basadas en el prestigio a sociedades tribales denominadas “Big Man”, “cacicazgos simples” y “sociedades de rango”; y de estrategias políticas con base en el control económico o la riqueza a “sociedades estratificadas” y “estados”, de acuerdo con estadios secuenciales de desarrollo social. Estas posturas contrastan con las propuestas más recientes de estudiosos de la complejidad social que enfatizan el hecho de que el control de recursos básicos es importante incluso en sociedades con jerarquías simples (Earle, 1978, 1991) y que diferentes estrategias políticas pueden coexistir y reforzarse mutuamente (D’Altroy y Earl, 1985; Earl, 1997).

 

Esta investigación se ocupa del estudio de los procesos de organización social en el valle de Jamastrán. Así mismo, trata de evaluar la presencia y la relativa importancia de dos estrategias políticas en el desarrollo de la diferenciación social en la región, a saber: las estrategias económicas, basadas en el control sobre tierras con alto potencial agrícola, control sobre la producción y distribución de bienes; y las estrategias de prestigio; basadas en la participación de las élites nacientes en redes de intercambio de bienes de carácter no económico. No se intenta establecer generalizaciones sobre los procesos de organización social en el este de Honduras, sino proporcionar un estudio de caso particular para efectos comparativos.

 

Nuestra evidencia cerámica indica que el valle de Jamastrán fue ocupado entre los años 600 y 1000 d.C. Por lo tanto, nuestro análisis es fundamentalmente sincrónico, ya que se trata de un período único de ocupación, pues el análisis cerámico no permite, en este momento, establecer subdivisiones o explorar mayores profundidades temporales.

 

Proponemos que la historia demográfica del valle de Jamastrán se relaciona, por un lado, con procesos de centralización política extrema, crecimiento demográfico y expansión de las redes de intercambio interregional en el centro-oeste y oriente del país, las cuales inician alrededor del 500 d.C.; y, por otro lado, con los procesos opuestos (descentralización política, diversificación de redes de intercambio y dispersión de la población existente) evidenciados posteriormente en las trayectorias sociales de las regiones arqueológicamente más conocidas en Honduras. En este sentido, se presenta aquí un análisis comparativo entre diferentes trayectorias sociales regionales con el fin de contextualizar y contrastar nuestros hallazgos en Jamastrán.

 

 

Contextualización geográfica: el valle de Jamastrán, sureste de Honduras

 

El Valle de Jamastrán se encuentra en el sureste de Honduras en el departamento de El Paraíso (Figura 1). Se trata de un valle de morfología cuadrangular limitado al sureste por la sierra de Dipilto, al noreste por la montaña La Batea, al suroeste por el cerro de Ceilán y se abre al noreste a través del sistema de fallas de Guayape, por donde circula el río Guayambre, el cual comunica el valle con otras regiones del oriente de Honduras. La estación lluviosa en la región se localiza entre los meses de mayo a octubre. La precipitación media anual en el valle es superior a los 1000 mm, y la temperatura media cercana a los 24 ºC (SAG, 2003). El valle presenta una relativa diversidad en la composición de sus suelos, clasificándose básicamente en seis tipos: suelo tipo 1 (alto potencial productivo); suelo tipo 2 (bueno-moderado potencial productivo); suelos tipo 3, 4 y 5 (moderado-bajo potencial productivo; suelo tipo 6 (no apto para actividades agrícolas) (SAG, 2003).

 

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Tres factores destacaron para seleccionar al valle de Jamastrán como candidato idóneo para explorar aspectos relacionados al surgimiento de jerarquías sociales; la abundancia de tierras fértiles y aptas para la agricultura; su cercanía a una conocida fuente de obsidiana (Güinope); y su ubicación geográfica que sugería posibles contactos entre este valle y áreas vecinas en Nicaragua (región de Las Segovias) y el oriente de Honduras (valles de Culmí y Telica en el departamento de Olancho). Estos factores fueron a su vez identificados al estudiar diversas trayectorias de cambio sociocultural en otras regiones de Honduras (Baudez y Becquelin, 1973; Benyo y Melchionne, 1987; Dixon, 1989; Hasemann, 1987, 2000; Henderson, Wallace, Wonderley y Urban, 1979; Healy, 1984a; Hirth, 1988; Hirth, Lara y Hasemann, 1989; Schortman y Urban, 1987) y Nicaragua (Espinoza, Fletcher y Salgado, 1996; Salgado, 1996).

 

 

Metodología

 

Se realizó una prospección sistemática completa de un área de 250 km², que corresponde aproximadamente a los límites topográficos naturales del valle de Jamastrán. Dicha prospección se efectuó en una temporada de campo continua de doce meses entre los años 2003-2004, sumadas a temporadas cortas durante el 2005. Se registraron un total de 238 unidades de recolección mediante una prospección sistemática. Para estandarizar los valores de artefacto-densidad, los artefactos fueron recolectados en círculos de 3 m de diámetro (7065 m²) y asignados a lotes (unidades de recolección) de 0,5 hectáreas.

 

Del total de unidades de recolección sistemática se incluyeron en el análisis las 114 unidades que proporcionaron información cronológica. El fechamiento relativo se obtuvo al comparar material cerámico de Jamastrán con tipos cerámicos diagnósticos cuyas cronologías han sido establecidas en otras regiones del país (Beaudry-Corbett, 1995; Beaudry-Corbett y Henderson, 1993; Epstein, 1957; Véliz, 1966, 1978; Viel y Begley, 1992). La evidencia primordial sobre la ocupación prehispánica del valle consiste en restos de artefactos tales como cerámica y lítica.

 

Los patrones demográficos y de asentamiento en Jamastrán son abordados mediante el estudio de la distribución de la evidencia cerámica a través del área prospeccionada, así como por el análisis de las variaciones en la densidad de este material en diferentes puntos del valle. Para realizar los estimados de población y el análisis demográfico, se creó un índice de densidad de área (Density Area Index o DAI por sus siglas en inglés) siguiendo la propuesta desarrollada por Drennan et al. (2003). Este índice utiliza dos categorías de análisis distintas: área ocupada (área de cada unidad de recolección) y cantidad de restos materiales (densidad en superficie de los tiestos recolectados en cada unidad). La combinación de ambas categorías genera un índice demográfico que conforma la base para elaborar mapas de superficie y de contorno utilizados para delinear las agrupaciones de las unidades de recolección; en otras palabras, para delinear los asentamientos o sitios arqueológicos, e investigar la presencia de comunidades locales y/u otras unidades de interacción social significativas en el valle de Jamastrán (ver Drennan y Peterson, 2005; Peterson y Drennan, 2005).

 

El DAI es un índice demográfico relativo; es decir, sus valores bajos indican una población baja y sus valores altos indican una población alta. Aunque este índice no provee por sí mismo estimados de población absolutos, se presta a la conversión de tales estimados al multiplicarse por una cifra que aproxime cuantas personas dejarían una densidad de restos cerámicos que promedien 1 tiesto/m² en un área correspondiente a 1 hectárea (Drennan et al., 2003). Por tal razón, para poder estimar la población regional del valle de Jamastrán, se sumaron los valores del DAI de todas las unidades de recolección y se multiplicó dicho resultado por estimaciones mínimas y máximas del número de personas requerido para producir una densidad cerámica fija en un área de 1 hectárea en un momento particular en el tiempo. Las estimaciones mínimas y máximas, aproximaciones de población absoluta, se calcularon utilizando como referencia un análisis demográfico realizado en el valle de San Ramón de Alajuela en Costa Rica (Murillo, 2009). Dicho caso fue seleccionado debido a similitudes metodológicas entre ese estudio y el del valle de Jamastrán (ver Martínez [2016] para una descripción detallada de la metodología utilizada para calcular la población prehispánica en el valle de Jamastrán durante el 600-1000 d.C.).

 

La ocupación de Jamastrán, relativamente tardía y corta, en comparación con regiones del centro y occidente de Honduras (Ashmore, 1987; Dixon, 1989; Henderson, 1977; Hirth et al., 1989; Joyce, 1991; Schortman y Urban, 1992; Urban y Schortman, 1988) es paralela a la historia de ocupación observada en el valle de Culmí, el Drenaje de Talgua y el valle de Telica en el oriente del país (Begley, 1999; Beaudry-Corbett, 1995; Winemiller y Ochoa- Winemiller, 2009), así como en la región de las Segovias en el norte de Nicaragua (Espinoza et al., 1996). Los estimados de población para el valle de Jamastrán, aplicando el índice de densidad de área, se encuentran entre un mínimo de 1,535 personas y un máximo 3,289, con un promedio de 2,412 personas en cualquier momento dado en la ocupación antigua del valle, entre el 600 y 1000 d.C. Así mismo, la población de cada asentamiento, delimitado a través de los mapas de superficie y contorno (Drennan y Peterson, 2005; Peterson y Drennan, 2005), fue calculada al multiplicar los valores del DAI de cada asentamiento (la suma de todos los valores del DAI de todas las unidades de recolección que conforman cada asentamiento) por las estimaciones poblacionales mínimas y máximas. Cada asentamiento fue caracterizado como una unidad sociopolítica de acuerdo con el tamaño de la población albergada (por ejemplo: viviendas, caseríos, aldeas, comunidades supra-aldeanas). A través del análisis espacial, se identificaron cinco áreas de mayor densidad de población; La Cañera, Santa Rosalía, Calpules, Rancho Rosa y El Zapotillo (en la parte media del valle (Cuadro 1 y Figura 2).

 

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Estas agrupaciones se consideran unidades sociales delimitadas donde la comunicación y el intercambio entre los pobladores de las aldeas y viviendas eran más cercanos que entre otras áreas de interacción de conformación similar en el valle. Dado que la ocupación en el área investigada era más bien dispersa, suponemos que la interacción social entre toda la población de las comunidades de agricultores de pequeña escala presentes en el valle era de intensidad moderada (Figura 2).

 

La delimitación de estas unidades de población conforma la base del análisis de la evidencia material registrada en el valle de Jamastrán y fundamenta el análisis de los factores políticos, económicos y sociales que nos permiten abordar la organización social en esta región de Honduras y explicar el desarrollo incipiente de jerarquías sociales en Jamastrán.

 

Las comunidades presentes en el valle de Jamastrán interactuaban en diversas escalas sociales y espaciales: las pequeñas comunidades locales, en las cuales la interacción cotidiana se desarrollaba cara a cara, se alojaban dentro de comunidades de mayor tamaño y de escala regional. Las pequeñas comunidades locales identificadas en el área de estudio constituyen los bloques constructivos sobre los cuales se establecen las estructuras sociales de mayor escala. La presencia de estructuras comunales más amplias y por encima del nivel de las pequeñas comunidades locales indica la existencia de por lo menos dos sistemas sociopolíticos autónomos en el valle de Jamastrán (ver Martínez [2016] para una descripción detallada de la organización social en el valle de Jamastrán).

 

 

Discusión de los resultados: Jamastrán y otras trayectorias sociales regionales en la Honduras prehispánica

 

La evidencia derivada del análisis de diferentes trayectorias sociales en las regiones del centro-oeste (Baudez y Becquelin, 1973; Benyo y Melchionne, 1987; Camby, 1949; Dixon, 1989; Hasemann, 1987; Healy, 1984a, 1987; Henderson et al., 1979; Hirth, 1988; Joeskink, Méluzin y Sánchez, 2004; Joyce, 1991; Hasemann y Lara, 1993; Schortman et al., 1986) y noreste de Honduras (Dennet, 2007; Epstein, 1957; Healy, 1978, 1984a, 1984b, 1987), así como de las regiones del centro-norte de Nicaragua (Espinoza et al., 1996; Salgado, 1996) señala factores comunes que destacan como elementos clave que pueden utilizarse para explicar el desarrollo de las jerarquías sociales en esas regiones. Por ejemplo, el acceso a las tierras agrícolas de buena calidad y las fuentes de agua permanentes parecen haber sido factores cruciales en la determinación de la ubicación de poblaciones prehispánicas (Dixon, 1989; Hasemann, 1987, 2000; Locker, 1989); por otra parte, a principio de las secuencias de estas regiones, el sedentarismo es seguido por la creación, o la participación en redes de intercambio interregional ya existentes que movilizaban objetos tanto utilitarias como de lujo, tales como como obsidiana, jade y cerámica (Hirth et al., 1989; Schortman y Urban, 1994).

 

Al parecer, en cada región, intrincadas conexiones entre los factores ambientales, económicos y socio-políticos entraron en juego antes o al mismo tiempo de la aparición de los sistemas sociales jerárquicos. A la luz de esta información y considerando las discusiones académicas en relación con las bases del liderazgo político y la posterior diferenciación social (D’Altroy y Earl, 1985, 1992; Drennan y Quattrin, 1995; Drennan y Uribe, 1987; Earl, 1997; Fried, 1967; Helms, 1979; McAnany, 1992; Sahlins, 1963; Schortman y Urban, 1992, 1994; Service, 1968, por ejemplo), factores como el acceso a las tierras agrícolas fértiles, la especialización artesanal local y el intercambio interregional se consideran informativas para investigar la presencia y el funcionamiento de las estrategias económicas y de prestigio presentes, o no, en el valle de Jamastrán.

 

 

Acceso a tierra agrícolamente productiva

 

Los agricultores modernos y antiguos en diferentes zonas de Honduras han favorecido establecerse a lo largo de ríos debido a la mayor productividad del suelo y la disponibilidad de los recursos silvestres en esos entornos (Dixon, 1989; Hasemann, 1987, 2000; Healy, 1978; Locker, 1989).

 

Esta selección permite maximizar la utilización de los recursos, proporcionando acceso a tierras fértiles para la agricultura, así como el aprovechamiento de la productividad de los árboles frutales (Lentz, 1989; Locker, 1989). Los pobladores prehispánicos de la región de El Cajón ubicaron sus asentamientos en las vegas aluviales o en su cercanía (Hasemann, 1987, 2000) debido a las ventajas asociadas con la proximidad a las mejores tierras agrícolas en la región. Es probable que los agricultores en el valle de Jamastrán también dependieran de esta estrategia con el fin de maximizar el uso de las tierras con alto potencial agrícola y beneficiarse de otros recursos naturales.

 

El carácter disperso de las comunidades en Jamastrán sugiere que los hogares mantenían milpas o huertos adyacentes a sus viviendas, y a su vez explotaban áreas de captación de recursos más amplias con el fin de diversificar su dieta y obtener otros productos (ver Drennan, 1988; Lentz, 1989). Las prácticas agrícolas intensivas (intercalado y /o policultivos) probablemente tuvieron lugar en el contexto de los huertos familiares y de manera menos intensiva en campos más amplios a mayor distancia de las residencias (Hirth et al., 1989; Lentz, 1989). Un patrón de localización similar se ha observado en el valle de Culmí y a lo largo del río Talgua en el este de Honduras. En esas regiones, los asentamientos prehispánicos a lo largo de los ríos tienden a ubicarse en las terrazas más altas, donde la terraza era estrecha, pero cerca de una zona de mayor amplitud (Begley, 1999). Se ha señalado que en estas áreas del este de Honduras, la ubicación de viviendas en zonas estrechas liberó las terrazas más amplias para las actividades agrícolas, lo que sugiere que al menos algunas parcelas agrícolas se encuentran en las inmediaciones de los hogares (Begley, 1999). Además, este patrón parece estar relacionado con las primeras etapas de la colonización agrícola en la que los asentamientos se ubican inicialmente en tierras agrícolas de buena calidad y entornos biológicamente diversos (Pope, 1987).

 

Nuestros datos del valle de Jamastrán sugieren que la distribución de los asentamientos en la región podría representar la expresión de las primeras etapas de la colonización agrícola, cuando el acceso a la tierra agrícola de primera categoría podría haber sido favorecido por los pobladores, pero el control sobre este recurso no era crítico para una población pequeña como la detectada en Jamastrán (Cuadro 2). Cabe señalar que el 82,7 % de la población del valle de Jamastrán estableció sus asentamientos en las tierras con mayor potencialidad agrícola (suelos tipo 1 y 2). Sin embargo, los estimados de capacidades de carga y análisis de áreas de captación del valle indican que no existen fundamentos para imaginar la competencia o presión demográfica sobre los recursos agrícolas en la región (Cuadro 2).

 

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Los trabajos ya citados ponen de manifiesto que el acceso a las tierras agrícolas y los recursos hídricos permanentes parecen haber sido factores determinantes en la selección de la ubicación de asentamientos en la Honduras prehispánica. De hecho, algunos de los principales centros de prominencia político y social en la época prehispánica (Yarumela, Salitrón Viejo y Los Naranjos, en el centro de Honduras) se ubicaron cerca de esos recursos; sin embargo, aunque tales condiciones favorecieron la selección para los asentamientos no pueden explicar por sí mismas el desarrollo de las jerarquías sociales de esas regiones (Dixon, 1989; Hasemann, 1987, 2000) o en las zonas del noreste y del este Honduras (Begley, 1999; Healy, 1978).

 

 

Producción e intercambio local

 

La evidencia derivada del análisis de la productividad agrícola y de los tamaños de las poblaciones de cada unidad social (diferentes tipos de asentamiento) en Jamastrán sugiere que las comunidades del valle estaban habitadas predominantemente por productores de alimentos. Durante la prospección arqueológica, se registró la presencia de fragmentos de manos y piedras de moler, lo cual puede señalar de manera indirecta el cultivo del maíz. Esta observación se ve reforzada por la escasa evidencia de especialización artesanal que se encuentra en el valle. Nuestra investigación sugiere que algunas comunidades (hogares dentro de ellas) se especializaron, muy probablemente a medio tiempo u ocasionalmente, en la producción de navajas prismáticas.

 

La evidencia analizada indica que todas las comunidades del valle producían sus herramientas líticas básicas, mientras que solo algunas de ellas estaban familiarizadas con las técnicas para la elaboración de navajas prismáticas de obsidiana. Nuestros datos también señalan que los asentamientos más grandes dentro de los grupos regionales de Calpules, Zapotillo, y Santa Rosalía estaban involucrados en todas las etapas de la producción de las navajas prismáticas, mientras que uno o dos asentamientos más pequeños (dentro de estos grupos regionales) parecen haberse concentrado solamente en los pasos finales de la producción, considerando la ausencia de núcleos prismáticos en estos últimos. La única fuente identificada para la elaboración de navajas prismáticas en el valle de Jamastrán es La Esperanza.

 

Debido a la relativa cercanía del valle Jamastrán a la fuente de obsidiana de Güinope, a 40 km al este (Figura 1), habíamos previsto en un principio que la obsidiana de esta fuente sería la materia prima principal para la fabricación de herramientas en la región; Sin embargo, nuestro análisis muestra que la mayor parte de la obsidiana (58 %) procedía de una fuente desconocida, seguida de obsidiana de La Esperanza (32 %), mientras que Güinope solo representa el 10 % de la obsidiana recuperada en la prospección.

 

Las investigaciones en el sitio arqueológico de Dos Quebradas, en el valle de Telica, Olancho, también han cuestionado el supuesto de que la fuente de Güinope sería más frecuente en las zonas orientales de Honduras (Winemiller y Ochoa-Winemiller, 2009). Las investigaciones arqueológicas en Dos Quebradas, sitio ocupado entre el 600-1000 dC, produjeron artefactos de obsidiana de El Chayal (77 %), Ixtepeque (22 %), La Esperanza (0,1 %), y Pachuca (0,3 %). Mientras que esta colección se caracteriza por ser típica de la Honduras prehispánica (ver Hirth, 1988), los investigadores del sitio señalan que “la notable ausencia de Güinope, la fuente más cercana de Dos Quebradas y Chichicaste, es desconcertante” (Winemiller y Ochoa-Winemiller, 2009, p. 8). La obsidiana de Güinope se ha recuperado en otras áreas en el este de Honduras; sin embargo, la obsidiana, en general, es un bien escaso en el registro arqueológico del este de Honduras (Begley, 1999). En el noreste, la obsidiana se ha reportado en el sitio de Selin Farm (300-1000 d.C.) y Río Claro (1000-1530 d.C.). Dos artefactos de obsidiana de Selin Farm fueron identificados así: uno a la fuente de Güinope y el otro de Ixtepeque. Los tres artefactos recuperados de río Claro se identificaron como provenientes de La Esperanza (Healy, Asaro, Stross y Michel, 1996).

 

Los datos del valle de Jamastrán sugieren que la variabilidad en la proporción de las diferentes fuentes de obsidiana utilizadas para la fabricación de herramientas podría explicarse por la acción de estrategias de adquisición o suministro independientes presentes de manera simultánea. Un control centralizado o monopólico sobre el suministro, adquisición, producción y distribución de la obsidiana se traduciría en una menor variabilidad en la forma en que la esta se trasladó a lo largo de la región (Hirth, 2002). En Jamastrán, llegó en forma de nódulos, macronúcleos y núcleos poliédricos en función de la distancia y la disponibilidad de las fuentes de obsidiana. Con la excepción de la fuente de La Esperanza y su posterior utilización para la producción de navajas, nuestros datos sugieren que la obtención y su distribución, así como la producción de herramientas, era accesible a todas las comunidades del valle de Jamastrán.

 

En regiones del centro y occidente de Honduras, la producción y consumo de navajas prismáticas fue mucho más extendida que en el valle de Jamastrán. En el valle de Naco, el acceso a estos bienes no estaba restringido a pocas comunidades y tampoco estaba sujeto al monopolio de las élites (Schortman y Urban, 1994). Así mismo, en la región de El Cajón, la evidencia de producción de navajas prismáticas se ha discutido para los tres grandes sitios del área (Hirth, 1988) sin ninguna indicación explícita de control de la producción de parte de las élites.

 

La evidencia de la producción de cerámica en el valle de Jamastrán proviene de los mismos tiestos recuperados durante la prospección. No se encontraron evidencias de hornos, tiestos dañados o herramientas de producción de cerámica en la región. En otros sitios de Honduras, la producción de cerámica tuvo un papel económico mucho más sobresaliente (Hirth et al., 1989; Schortman y Urban, 1994). En contraste con la producción de herramientas de obsidiana en el valle de Naco, la producción de cerámica parece haber sido más estrechamente dirigida por las elites de los centros dominantes de ese valle, tales como las del sitio de La Sierra (Schortman y Urban, 1992), durante el Clásico Tardío (600-950 d.C.). Una situación similar se ha reportado para la región de El Cajón, donde la producción de cerámica fue una actividad importante desde los inicios de su ocupación. La cerámica del Grupo Sulaco fue fabricada en asentamientos tales como Salitrón Viejo e incorporada a una amplia red de intercambio con otras comunidades del centro, oeste y el este de Honduras y Nicaragua (Hirth et al., 1989; Salgado, 1996). El vínculo exacto entre la participación de la élite en la producción y/o patrocinio del comercio interregional de esta cerámica, y las implicaciones para el desarrollo de las jerarquías sociales de la región, aún no se ha explicado satisfactoriamente.

 

 

Interacción interregional

 

El uso y la distribución de materias primas y artículos de lujo en la Honduras prehispánica ha estimulado el interés académico en cuanto al estudio de las redes comerciales interregionales y la organización sociopolítica intrarregional. En el centro y occidente de Honduras, la reconstrucción de las redes de intercambio ha sido apoyada por elementos naturales del paisaje (Dixon, 1989; Hasemann, 2000; Hasemann y Lara, 1993; Nakamura, Aoyama, y Uratsuji, 1991). Los corredores naturales han sido interpretados como rutas de incursión o intercambio entre poblaciones y recursos.

 

La evidencia cerámica de Jamastrán indica que los habitantes del valle estaban involucrados en interacciones con comunidades en el valle de Telica, en Olancho, sugeridas por la presencia de tiestos del Grupo Cerámico Chichicaste, cuyo centro de producción se encuentra en dicho valle (en el sitio arqueológico Chichicaste) (Beaudry-Corbett et al., 1997). La distribución de la cerámica Chichicaste varía en función de las agrupaciones sociales regionales y áreas del valle de Jamastrán. Consideramos que la distribución diferenciada de cerámicas importadas en el valle indica también acceso diferenciado a interacciones e intercambios externos. Al igual que con la movilización de la obsidiana, es probable que la distribución variada de Chichicaste en Jamastrán podría ser el resultado de una combinación de estrategias de adquisición de dicha cerámica, actuando de maneras independientes y simultáneas en la región.

 

Se ha sugerido que en el noreste de Honduras, así como en el Valle de Culmí en Olancho, el intercambio interregional con sociedades del centro y occidente de Honduras no fue un factor determinante en el desarrollo de la complejidad sociopolítica en la región. Para Healy (1984b), el período de mayor complejidad política y social en el noreste se produce alrededor del año 1000 d.C., cuando las sociedades en el noreste de Honduras se habían aislado cada vez más de los cacicazgos del centro y occidente de Honduras e iniciaron o intensificaron contactos con la Baja Centroamérica. Sin embargo, Healy (1987) tampoco atribuye la aparición de formas más complejas de organización social en el noreste de Honduras a la creciente interacción con la Baja Centroamérica, en momentos en que la mayoría de las regiones de Honduras están pasando por procesos de descentralización política y económica (Healy, 1987). Para Begley (1999), son las interacciones de carácter no-económico las que parecen haber jugado un papel importante en la organización sociopolítica en el valle de Culmí, donde las élites nacientes adoptaron la construcción de campos de pelota como parte de su estrategia para reforzar su autoridad local mediante la asociación con elementos lejanos y foráneos.

 

La investigación arqueológica en Dos Quebradas señala un mayor grado de intercambio de mercancías, con el occidente y centro de Honduras, de lo que se ha observado en otras áreas del este del país (Begley, 1999). La investigación en el valle de Telica sugiere que la obsidiana era un producto importante en la región, y que los habitantes de Dos Quebradas tenían acceso a ella de fuentes distantes desde el oeste de Honduras, Guatemala y las tierras altas del centro de México. En el centro de Honduras, el acceso a la obsidiana de Guatemala y México fue aparentemente procurado de manera indirecta a través de contactos comerciales vía Copán (Hirth, 1988). Es probable que los habitantes de Dos Quebradas la hayan obtenido de diversas fuentes a través de redes de intercambio con comunidades de la zona central de Honduras. Las investigaciones en Dos Quebradas no han enfatizado el rol de la interacción interregional como elemento que contribuyera al desarrollo de la complejidad social en la región (Winemiller y Ochoa-Winemiller, 2009).

 

Es de esperar que una mayor investigación en el valle de Telica nos ayudará a entender las estrategias de adquisición de obsidiana en Olancho, e incluso en Jamastrán. Así mismo, también podría contribuir a nuestra comprensión del rol de la producción artesanal y la participación de la élite en su distribución en el oriente de Honduras. ¿Dos Quebradas controlaba la producción y distribución de la cerámica Chichicaste?, ¿la cerámica polícroma Chichicaste constituía un símbolo de la “etiqueta de elite” en algunas regiones del este de Honduras? Solo más investigación en el valle de Telica y otras áreas del este de Honduras, así como en la región de Las Segovias en Nicaragua, podrán ayudarnos a abordar estas respuestas. La evidencia cerámica registrada en el valle de Jamastrán sugiere que la interacción con esa región oriental del país pudo haber sido directa y constante.

 

 

Conclusiones: trayectorias sociales en el oeste, centro y este de Honduras

 

Las comunidades sedentarias se establecieron a lo largo de Honduras occidental y central entre los años 1000 y 800 a.C. Entre el 400 a.C. y 250 d.C., en algunas de estas regiones (valle de Comayagua, valle de Sula, valle de Naco y la zona del lago de Yojoa), las elites nacientes fueron capaces de movilizar mano de obra y los recursos que permitieron la construcción de obras públicas a gran escala. Con la probable excepción de Los Naranjos, la mayoría de los centros regionales en el valle de Comayagua y el valle de Naco fueron abandonados o perdieron su protagonismo político entre el 250 y 600 d.C. Nuevos centros surgieron o consolidaron su posición política; tal es el caso de Salitrón Viejo en el rio Sulaco (El Cajón) que se convertiría en el centro de una extensa unidad política durante el Clásico Tardío (Hirth et al., 1989).

 

Schortman y Urban (2004) han señalado que durante el Clásico Temprano (250-600 d.C.), los intercambios entre sociedades del centro y occidente de Honduras se caracterizan por la aparición de dos redes de interacción: una que comprende una amplia gama de personas (que incluía el intercambio de cerámica fina y otras mercancías) y otra red restringida a los “magnates”, la cual se ocupó de expresiones materiales explícitas de jerarquía (como decoraciones de estuco y jade). La evidencia de Copán y Salitrón Viejo sugiere que los objetos importados de alto valor fueron expresiones de los contactos externos de la élite y del prestigio derivado de dichas interacciones en lugar de apoyo económico para las pretensiones de esas élites (Schortman y Urban, 2004).

 

Después del 500 d.C., las sociedades del occidente y centro de Honduras experimentaron un marcado aumento poblacional, expansión política y consolidación de redes de intercambio intrincadas. Estas sociedades, aunque con diferentes grados de centralización política e influencia suprarregional, fueron capaces de establecer relaciones jerárquicas muy estables hasta alrededor del 800-900 d.C., después de lo cual se produjo la descentralización política y la reorganización de los ámbitos sociales, económicos y políticos de la región. Las investigación futuras o adicionales tendrían que explorar el impacto del debilitamiento y la eventual desaparición de la entidad política maya de Copán, así como su posterior efecto sobre las redes económicas, políticas y sociales en las regiones vecinas en vista de que el registro arqueológico del centro y occidente de Honduras indica el abandono o la decadencia de los centros importantes durante los siglos noveno y décimo, en asociación con la crisis política en Copán (Schortman y Urban, 2004).

 

En contraste con el pronto establecimiento de comunidades agrícolas en la Honduras occidental y central, la ocupación sedentaria en el este del país se identifica en el registro arqueológico en torno al 300-600 d.C. Mientras que los lugares centrales nacientes en el noreste de Honduras y el valle Culmí participaron de una manera más bien marginal en las redes de intercambio de bienes, mejor establecidas en otras áreas de Honduras, los centros emergentes en el valle de Telica (Chichicaste y Dos Quebradas) parecen haber estado más directamente involucrados en estas. Sin embargo, los datos actuales no apoyan la idea de que las interacciones interregionales entre las comunidades jerárquicas nacientes en el valle de Telica y los cacicazgos bien establecidos en el occidente y centro de Honduras sirvieron de base para la formación de la complejidad social en esa zona del oriente del país.

 

No obstante, la interrupción y modificación de las redes de intercambio en el occidente y centro de Honduras, debido a los cambios políticos en dichas regiones (rio Sulaco, drenaje medio del Ulúa, valle de Naco, por ejemplo), pudo haber tenido un impacto en las dinámicas sociales locales del valle de Telica y otras áreas en el este, incluyendo el valle de Jamastrán. Es probable que los procesos de descentralización político-social observados en áreas centro-occidentales alrededor del 800-1000 d.C. afectaran el panorama económico y político de las zonas en el este de Honduras, donde el contacto interregional con esas regiones fue más constante y directo. El abandono de los centros en el valle de Telica y el valle de Jamastrán podría estar relacionado con un proceso más generalizado de segmentación económica y dispersión de la población vinculada a reordenamientos sociopolíticas pan-regionales. De igual forma, la crisis política del occidente y centro de Honduras, al parecer, tuvo un impacto mínimo en el noreste de Honduras, donde las comunidades habían mantenido hasta ese período una interacción interregional marginal (Healy, 1987).

 

Por una parte, es imposible señalar un único factor determinante y responsable del establecimiento de las diferencias sociales institucionalizadas para cada región de Honduras. Por otra parte, es la articulación o la combinación de diferentes factores (tales como acceso a tierra agrícola, producción artesanal e intercambio local, relaciones interregionales entre otros) y la capacidad de conectar las estrategias económicas y de prestigio entre sí, lo que al parecer permite la consolidación de formas permanentes de desigualdad social en muchas regiones de la Honduras prehispánica, incluidos los valles de Culmí, Telica y el noreste de Honduras, pese a diferentes grados de centralización política.

 

La naturaleza sincrónica de nuestros datos, desde el valle de Jamastrán, no nos permite captar los matices de cambio social que se han observado en otras trayectorias sociales del país. Por lo que, visto dentro de una región más extensa, las diferencias sociales incipientes observadas entre las comunidades en el valle de Jamastrán parecen tener más sentido si se entienden como parte de un sistema político más amplio, que podría haber tenido su centro en el valle de Telica.

 

 

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Cuadernos de Antropología

Julio-Diciembre 2018, 28(2)

DOI: 10.15517/cat.v28i2.33923

Recibido: 19-09-2017 / Aceptado: 15/02/2018

 

Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas

Centro de Investigaciones Antropológicas, Escuela de Antropología, Universidad de Costa Rica

ISSN 2215-356X

 

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Este artículo se deriva de la ponencia presentada en el simposio “El desarrollo de las sociedades jerarquizadas en el Istmo Centroamericano: condiciones del cambio social precolombino”, organizado por Gerardo Alarcón y Silvia Salgado en la 79 Reunión Anual de la Society for American Archaeology, celebrado en abril de 2014 en Austin, Texas.