Voces de la “arqueología de protesta”: Arqueología Social Latinoamericana. Un análisis bibliométrico del Boletín de Antropología Americana (1980-2012)

Yajaira Núñez-Cortés

University at Albany-SUNY, Albany, New York, Estados Unidos

yahanc@gmail.com

Cuadernos de Antropología

Enero-Junio 2020, 30(1)

DOI: 10.15517/cat.v30i1.38326

Recibido: 21-07-2018 / Aceptado: 29-03-2019

Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas

Centro de Investigaciones Antropológicas, Universidad de Costa Rica

ISSN 2215-356X

Resumen: El Boletín de Antropología Americana, publicado entre 1980 y 2012 por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia en México, fue uno de los principales medios de difusión y discusión para el movimiento de la Arqueología Social Latinoamericana (ASL). Los alcances del modelo teórico se analizan a través de análisis bibliométricos básicos que permiten estimar la preponderancia y persistencia del modelo a través del tiempo, sus principales exponentes, la producción a nivel teórico y las aplicaciones a nivel empírico. Los datos indican que el mayor número de artículos de la ASL se centró entre 1980 y 1994, con un énfasis en autores y casos mexicanos, con un desarrollo más teórico que metodológico y con una menor representación de casos de estudio.

Palabras claves: Arqueología Social Latinoamericana; análisis bibliométrico; Boletín de Antropología Americana; América Latina; teoría arqueológica.

Voices of “Protest Archeology”: Latin American Social Archeology. A Bibliometric Analysis of Boletín de Antropología Americana (1980-2012)

Abstract: The Boletín de Antropología Americana, published between 1980 and 2012 by the Instituto Panamericano de Geografía e Historia in Mexico, was the key media to discuss the Latin American Social Archeology (ASL, in Spanish) movement. The scope of this theoretical model is analyzed through basic bibliometric analyses that allow to estimate the preponderance and persistence of the model over time, its main exponents, production at the theoretical level and its applications at the empirical level. The data shows that the greater number of ASL articles were produced between 1980 and 1994, with an emphasis on Mexican authors and cases, with a more theoretical than methodological development and with a lower representation of case studies.

Keywords: Latin American Social Archeology; bibliometric analysis; Boletín de Antropología Americana; Latin America; archaeological theory

Introducción

Desde la década de 1960, América Latina ha sido el escenario del desarrollo del modelo teórico denominado Arqueología Social Latinoamericana (ASL), el cual tiene como referente el materialismo histórico y el materialismo dialéctico. El modelo, encabezado por arqueólogos latinoamericanos que comparten una base teórica y una agenda política común, se caracteriza por su naturaleza revolucionaria antiliberal y antiimperialista, por lo cual se ha etiquetado como “Arqueología de Protesta” (Navarrete, 2012; Oyuela-Caycedo, Anaya, Elera y Valdez, 1997). El surgimiento de la ASL constituye un hito importante para los países latinoamericanos, pues emergió en una región históricamente periférica a los centros de desarrollo económico y académico (Tantaleán y Aguilar, 2012b). Además, es uno de los pocos casos en los que emerge un paradigma teórico en países del tercer mundo (Fuentes y Soto, 2009).

La ASL fue pensada como una alternativa ante la Nueva Arqueología, elaborada principalmente en los Estados Unidos de América en la década de 1960. Surge, además, como una respuesta a la práctica que venían llevando a cabo los arqueólogos de Estados Unidos en los países de América Latina; el movimiento se enmarcó en un entorno político cambiante, cuando algunos países latinoamericanos —o, al menos, ciertos segmentos de sus sociedades— intentaban hallar una opción política y económica diferente frente al creciente capitalismo en el mundo.

Oyuela-Caycedo et al. (1997) mencionan que los arqueólogos fundadores del modelo, como Luis F. Bate, Luis Lumbreras, Mario Sanoja e Iraida Vargas, podrían ser considerados parte de una generación activista, involucrada e influenciada por la ideología política marxista. Ellos reconocen como fuentes de inspiración el trabajo de V. G. Childe, de los peruanos E. Choy y J.C. Mariátegui y de los cubanos E. Tabío y E. Rey (Politis, 2003). Asimismo, los exponentes de la ASL negaron “dialécticamente” algunos términos básicos de la arqueología estadounidense, para su apropiación como categorías históricas. Esto permitió agregar contenido a las perspectivas tradicionales y construir puentes entre la práctica anterior y la nueva visión.

Durante los últimos años, las nuevas generaciones de arqueólogos adscritos a la ASL han generado reflexiones y autocríticas a partir de las cuales invitan a repensar el modelo y la práctica de la disciplina, como se ve en Tantaleán y Aguilar (2012a). Entre las críticas se mencionan escalas de análisis grandes o inconsistentes en el nivel de datos, carencia y desconexión entre la teoría y la práctica y el escaso desarrollo metodológico y de creación de puentes que enlacen la teoría con el dato empírico (Jackson, Troncoso y Salazar, 2012; Tantaleán y Aguilar, 2012b).

El movimiento fue especialmente efervescente en países como México y Perú y tuvo continuidad significativa en Cuba y Venezuela. Fue desde esos focos de producción que llegó la influencia a otras arqueologías latinoamericanas. Sin embargo, Oyuela-Caycedo et al. (1997) señalan que, en el resto de los países, la ASL no tuvo la misma importancia ni un desarrollo intelectual comparable al de los países mencionados. En este contexto se enmarca el presente trabajo, el cual tiene como propósito aportar a la revisión del modelo mediante un análisis crítico de las publicaciones de la ASL en el Boletín de Antropología Americana.

Como ocurre con muchos otros movimientos intelectuales, hay publicaciones que se establecen como principales medios de difusión de las nuevas ideas y propuestas. En el caso de la ASL, el Boletín de Antropología Americana cumplió este papel durante varias décadas. Al analizar las contribuciones de diferentes arqueólogos en esta revista científica durante su período de publicación (1980-2012), es posible trazar la evolución y los alcances de la producción académica ligada al movimiento. Por esa razón, en este trabajo se utilizan análisis bibliométricos básicos o ejercicios cuantitativos de evaluación de rendimiento académico. Igualmente, se analizan cuestiones generales de la revista, tales como la cantidad de artículos por año y su relación con las cuatro subdisciplinas de la antropología.

Además, se profundiza en temas vinculados con el desarrollo de la ASL, tales como su permanencia y preponderancia a lo largo del tiempo, la producción de artículos en comparación con otras tendencias teóricas, los temas desarrollados por los arqueólogos sociales y el impacto que el movimiento tuvo por región. La publicación de artículos por autor permite analizar la influencia y persistencia del movimiento. Se presta especial atención a los autores con tres o más publicaciones en la revista y se estudian sus propuestas en términos de producción teórica y aplicación de la teoría. Al respecto, se hacen menciones particulares a arqueólogos y arqueólogas pertenecientes al Grupo Oaxtepec que utilizaron el Boletín como uno de los principales medios de difusión de ASL.

La Arqueología Social Latinoamericana (ASL)

Como ya se mencionó, la ASL fue una iniciativa teórica que empezó entre finales de la década de 1960 e inicios de la de 1970, en un contexto político, económico y social muy particular de América Latina. Eventos de gran trascendencia en la región incluyen la Revolución Cubana en la década de 1950, el gobierno de Salvador Allende en Chile entre 1970 y 1973 y los movimientos guerrilleros en Bolivia, Colombia, Guatemala y Perú.

En el caso de Chile, el cambio de gobierno de izquierda a ultraderecha bajo el totalitarismo de Pinochet llevó a los arqueólogos Luis F. Bate y Julio Montané a exiliarse en México (McGuire, 2002; Oyuela-Caycedo et al., 1997). En el resto de la región, la falta de apoyo y de acción política de los movimientos populares y de izquierda terminó en la introducción de gobiernos militares apoyados y financiados por los Estados Unidos de América. Como respuesta, los movimientos intelectuales trataron de desarrollar propuestas teóricas y políticas para América Latina, las cuales estuvieron influenciadas por la ideología política marxista (Aguirre-Morales, 2005; Oyuela-Caycedo et al., 1997).

En esa misma línea, algunos arqueólogos de América Latina empezaron a cuestionar las orientaciones teóricas de la Nueva Arqueología; criticando la aparente neutralidad política de la perspectiva, la orientación epistemológica y la falta de cooperación o disparidad en la gestión de la investigación arqueológica (Aguirre-Morales, 2005; McGuire, 2002). Un ejemplo de este tipo de críticas son dos artículos de Manuel Gándara (1980, 1981) en los volúmenes 2 y 3 del Boletín de Antropología Americana, donde él realiza una revisión extensa de los principios de la Nueva Arqueología.

Varias publicaciones marcaron el inicio de la ASL: en 1974 Luis Lumbreras publicó La Arqueología como ciencia social y Mario Sanoja e Iraida Vargas escribieron Antiguas formaciones y modos de producción venezolanos. Más tarde, en 1978 Luis F. Bate publicó Sociedad, formación económico social y cultura y en 1980 Julio Montané escribió Marxismo y Arqueología.

En 1975, la definición de los aspectos teóricos del nuevo movimiento se discutió en la denominada Reunión de Teotihuacán. José Luis Lorenzo, Luis Lumbreras, Eduardo Matos, Julio Montané y Mario Sanoja fueron algunos de los arqueólogos que asistieron a la reunión, en la cual discutieron el desarrollo de la arqueología en los diferentes países de América Latina, resaltando la necesidad de una arqueología que coincida con los intereses nacionales y populares. También plantearon la necesidad de un trabajo interdisciplinario y una forma de transmitir la producción intelectual (Lorenzo, Lumbreras, Matos, Montané y Sanoja, 1976). Esta iniciativa conllevó a la publicación del Boletín de Antropología Americana en México, la Revista GENS en Venezuela y la Gaceta Arqueológica Andina en Perú.

Otra reunión importante se realizó en Oaxtepec, México, en 1983. Luis F. Bate, Iraida Vargas, Luis Lumbreras, Julio Montané, Manuel Gándara y Mario Sanoja integraron el grupo, el cual no estaba satisfecho con los debates latinoamericanos sobre el marxismo que se dieron de las décadas de 1960 y 1970. Ellos volvieron a Marx y Engels, construyendo una teoría centrada en la oposición base-superestructura y otras categorías como formaciones sociales, ideología, modo de vida, cultura, modos de producción y modos de reproducción (Bate, 1981; McGuire, 2002). El Boletín fue el medio principal para las publicaciones del Grupo Oaxtepec.

Boletín de Antropología Americana

El Boletín de Antropología Americana es considerado una de las revistas antropológicas de mayor difusión en América Latina y fue uno de los medios más importantes para la publicación de teoría, metodología y aplicación de la ASL. La revista comenzó a publicarse en 1980, con Luis F. Bate como editor y el último volumen fue impreso en el 2012.

El Boletín fue publicado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, en México. El Consejo Editorial estuvo integrado por representantes de varios países desde su primer volumen, entre ellos Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos de América, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Muy conocidos exponentes de la ASL como Manuel Gándara, Luis G. Lumbreras y Mario Sanoja fueron miembros del comité editorial.

La revista fue creada para cubrir diferentes subdisciplinas de la antropología: antropología cultural, etnología, arqueología, etnohistoria, lingüística y antropología física. Además, fue estructurada para abarcar tres aspectos: artículos originales, bibliografía y documentación clásica, aunque el formato inicial cambió a través del tiempo. Los artículos originales incluían la discusión y la propuesta de enfoques teóricos, metodología, síntesis interpretativa y temas específicos de la ciencia antropológica. La sección de bibliografía estaba destinada para los comentarios críticos o analíticos sobre títulos, publicaciones e ideas específicas o publicaciones de diferentes autores. La sección de documentación clásica comprendía la reedición de artículos o piezas seleccionadas de publicaciones importantes en antropología, especialmente las de difícil acceso o circulación.

Ese formato cambió con el tiempo y hay algunas ediciones, especialmente en los últimos años, que solo cuentan con artículos originales. Los artículos fueron publicados principalmente en español, pero hay algunas contribuciones en portugués e inglés. La mayoría de los artículos no contiene resúmenes o palabras claves al principio, con algunas excepciones en la última década. Desde 1980 hasta 1994, la revista se publicó dos veces al año. De 1995 a 1997, solo tenía un volumen por año y luego volvió a publicarse dos veces al año hasta 1999. Desde el 2000, la revista se publicó anualmente hasta el 2012. En el número 47 fueron publicados artículos que habían sido presentados en el III Encuentro de Arqueología Social Ameroibérica, el cual se llevó a cabo en el 2011 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México. El Boletín fue sustituido en el 2016 por la revista Antropología Americana con un enfoque más amplio. Sin embargo, aún en esa nueva revista se han publicado dos artículos, uno en el 2016 (Lazcano, 2016) y otro en el 2017 (Hernández y Serrano, 2017), que hacen referencia al concepto de modo de vida tal y como fue definido por la ASL en múltiples artículos del Boletín. La continuidad de pensamiento, además, se evidencia en la cita de trabajos de Iraida Vargas, Marcio Veloz Maggiolo, Luis F. Bate y Luis G. Lumbreras.

La cantidad de artículos por año en el Boletín varió durante todo el período de publicación. El mayor número de contribuciones se presentó en 1993 con un total de veinticuatro artículos y el más bajo fue de seis en 2003, 2004, 2006, 2009 y 2010. Las últimas ediciones solo contaban con un volumen al año y un bajo número de artículos por volumen en comparación con las décadas de 1980 y 1990.

Para este análisis se toman en cuenta todos los artículos publicados por la revista entre 1980 y 2012, que en total abarca cuarenta y siete volúmenes. Períodos de cinco años fueron utilizados para analizar la distribución de los artículos en el tiempo, excepto en el rango del 2005 al 2012, con el propósito de identificar pequeñas variaciones temporales. El número de artículos publicados en esas tres décadas es de cuatrocientos cuarenta y cinco, abarcando cuatro subdisciplinas: antropología cultural, lingüística, bioantropología y arqueología. El pináculo de publicaciones se dio en el período 1990-1994 y a partir de ahí se redujo notablemente en la última década (Figura 1).

Durante 1993 —el año con más publicaciones— la mayoría de los artículos tratan temas de la antropología cultural relacionados con las comunidades indígenas, autonomía e identidad y especialmente de Perú y de Mesoamérica.

Por otro lado, durante 2003, 2004, 2009 y 2010, la distribución de artículos de antropología y arqueología fue muy similar y con temas variados. Es importante resaltar la introducción de nuevas ideas relacionadas con la globalización y la tecnología en la discusión antropológica de la última década. En el período de 1995 a 1999, la producción cae marcadamente, lo que está definitivamente relacionado con la publicación de un solo volumen (31) para 1995 a 1997. Solamente se publicaron diez artículos en este volumen y solo cuatro de ellos corresponden con arqueología.

Las cuatro subdisciplinas

Como se mencionó anteriormente, la revista fue diseñada para abarcar las cuatro subdisciplinas de la antropología. Sin embargo, la cantidad de publicaciones por rama no se distribuye de manera equitativa en ninguno de los volúmenes. La mayoría de los artículos publicados es de antropología cultural, alcanzando el 61,4 % (n=269) de la producción total, seguida por arqueología con un 34,7 % (n=159), bio-antropología con un 2,5 % (n=9) y finalmente lingüística con el 1,9 % (n=8).

La tendencia también es clara cuando se analiza la distribución porcentual de los artículos por disciplina en los diferentes períodos. El rango relativo mantenido por la antropología cultural va del 48,3 % del 2005 hasta el 2012, al 69,4 % entre 1980 y 1984. En el caso de la arqueología, pasa del 27,6 % de 1980 hasta 1984 al 46,7 % entre el 2005 y el 2012 (Figura 2). Aunque la década de 1980 estuvo fuertemente influenciada por la ASL y se esperaba una mayor producción en esos años, llama la atención que en el período entre 1980 y 1984 la publicación de artículos en arqueología es menor en comparación con los de antropología.

Perspectivas teóricas en las publicaciones

Con el propósito de evaluar la producción de trabajos relacionados con la ASL en el Boletín, se cuantifica la cantidad de artículos de acuerdo con el modelo teórico que los autores utilizan de manera explícita. Los datos se presentan en períodos de cinco años, a excepción del último período, desde 1980 hasta el 2012.

Fue posible diferenciar diez enfoques, incluyendo Arqueología Social Latinoamericana, Histórico Cultural, Procesual, Post-procesual, Marxista, Neoevolucionista y Economía Política. Se mencionan, además, otras tendencias como los orígenes de complejidad social, arqueología del paisaje y arqueología nacionalista. La ASL y el Marxismo se utilizan aquí como categorías diferenciadas, pues el último abarca la utilización del marxismo como modelo por parte de arqueólogos fuera de América Latina y que no necesariamente se adscriben a la teoría o a los métodos propuestos por la ASL. Una categoría adicional de No-Explícito fue generada para los artículos en los cuales el enfoque a seguir no es claro o no se establece de manera directa. Estos corresponden en su mayoría a discusiones acerca de diferentes corrientes teóricas y sobre la práctica arqueológica; otros tienen un énfasis metodológico sin una clara adscripción teórica o son casos de estudio específico en los que no hay referencias teóricas obvias.

Como es de esperar, la mayoría de los artículos (n=96) en los diferentes períodos corresponde a la ASL. El número de artículos por período pasó de veinte entre 1985 y 1989 a dieciséis entre el 2005 y el 2012. El período con el mayor porcentaje de producción fue entre 1985 y 1989, seguido por el quinquenio de 1990 a 1995 (Figura 3). Los artículos estuvieron dedicados a la producción y explicación de la teoría, así como la aplicación de la teoría a casos de estudio específicos. La década de 1980 fue especialmente fructífera para el desarrollo de enfoques conceptuales y metodológicos por parte de teóricos como Bate, Gándara, Sanoja y Vargas. En la segunda mitad de la misma década y en la década de 1990 se empieza a explorar el potencial teórico ya planteado para entender y transformar la sociedad (Navarrete, 2012).

Solamente dos artículos se adscribieron al modelo de la arqueología histórico cultural, fueron escritos en 1980 y estaban dedicados al estudio de la secuencia cronológica y los métodos de datación (Mora, 1980; Núñez, 1980). Los artículos de Arqueología Procesual fueron publicados entre 1988 y 1991. La mayoría corresponde a traducciones de artículos escritos por Michael B. Schiffer en temas como la arqueología del comportamiento y los procesos de formación del registro arqueológico (Schiffer, 1988, 1990, 1991a, 1991b). Otros autores también siguieron la línea de Schiffer, haciendo eco de la arqueología conductual (p.e. Fournier, 1990). El único artículo post-procesual fue publicado en 1990 y es una traducción de un escrito de Ian Hodder sobre los textos de cultura material y cambio social (Hodder, 1990).

Como ya se mencionó, el Marxismo fue seleccionado como categoría diferencial que incluye traducciones de escritos de Bruce Trigger y Thomas Patterson. Trigger llegó al Marxismo a través de los trabajos de V. G. Childe y la dialéctica entre historia y evolución, teoría y datos, mentalismo y materialismo, mientras que Patterson fue influenciado por el pensamiento marxista político en el Perú de la década de 1960 (McGuire, 2002). De manera similar a la ASL, el pensamiento marxista de Trigger estuvo influenciado por Childe y derivó en un marxismo clásico que implicó la reformulación de conceptos de Marx para aplicarlos a la arqueología y que, además, fue crítico del neomarxismo y del marxismo estructural (McGuire, 2006). Los artículos presentados por los dos autores reflexionan sobre la teoría arqueológica en general, con simpatías explícitas por el modelo marxista. De su autoría se publicaron cinco artículos en diferentes años, cubriendo los períodos que van de 1981 a 1997 (Patterson, 1986, 1989, 1990, 1995; Trigger, 1981).

Solamente tres artículos fueron identificados como neoevolucionistas en 1982 y 1983; uno de ellos es una reimpresión de un artículo escrito por Leslie A. White acerca de la sociedad mexicana antigua (White, 1982). Otras tendencias con menos representación están distribuidas en períodos distintos. Dos artículos de la arqueología del paisaje fueron publicados en 1991 y el 2007. Felipe Criado, un reconocido especialista en el tema, escribió sobre la reconstrucción del paisaje arqueológico (Criado, 1991). En 1987 se publica un artículo de C. Lorenzo, relacionado con los sistemas de intercambio en México y enmarcado en la economía política (Lorenzo, 1987). Con respecto al área de los orígenes de la complejidad social, hay un artículo publicado en 1991 por N. Morelos, cuyo propósito es explorar el desarrollo de la urbanización temprana en Mesoamérica, incluyendo casos del área Maya, Teotihuacán y el valle de Oaxaca (Morelos, 1991). En el 2010, Cristóbal Gnecco publicó un artículo sobre la arqueología nacionalista, el cual es una revisión del rol de la arqueología en la construcción de un sentido de nacionalidad en América Latina (Gnecco, 2010).

Teoría y práctica de la Arqueología Social Latinoamericana

Las críticas recientes más fuertes contra la ASL radican en la falta de dialéctica entre la teoría y los métodos, así como la incapacidad de utilizar el registro arqueológico para ajustar y contrastar las corrientes teóricas. La falta de diálogo entre la teoría y la praxis ha generado un modelo monolítico que no se retroalimenta y que impone supuestos y predicciones teóricas a los datos (Jackson, Troncoso y Salazar, 2012).

Una gran cantidad de artículos centrados en la teoría —pero no en la puesta en práctica de los modelos— es otra manera de reflejar la desconexión entre ambas esferas. Con esto en mente, se analizaron los artículos del Boletín que explicitan su enfoque en la ASL en términos de la producción teórica y la aplicación de la teoría a casos de estudio específicos. En total, los artículos tanto de teoría como de aplicación fueron publicados en proporciones similares: 51 % en teoría y 49 % en aplicación. Sin embargo, la distribución de los ensayos a lo largo de los años cambia considerablemente y muestra variaciones de intereses en los arqueólogos adscritos a la ASL.

Al observar las tendencias por períodos de cinco años, es posible determinar que la producción de teoría se da entre 1980 hasta 1994 (Figura 4). El período de 1985 a 1994 fue el más productivo para el enfoque. En el período entre 1995 y 1999, se observa una inversión en la producción, de manera que los casos de estudio abarcan la mayor parte de los artículos del Boletín. Los relacionados con la aplicación en el período del 2000 al 2005 representan tres veces más que los artículos sobre teoría. En el último período, 2005-2012, la aplicación y la teoría se publicaron en proporciones similares.

Los artículos clasificados en la clase de teoría enfatizan el papel de la arqueología como una ciencia social e histórica y, en cierto modo, opuesta al neopositivismo lógico de la Nueva Arqueología (Bate, 1981; Gándara, 1980; Vargas, 1986). También se caracterizan por la discusión y explicación del materialismo dialéctico en arqueología y la construcción de categorías de análisis, tales como el modo de vida, las formaciones socioeconómicas, el modo de producción. (Bate, 1989; Gándara, López y Rodríguez, 1985; Sarmiento, 1986; Vargas, 1985, 1986; Veloz, 1984). Al utilizar esas categorías, los autores tratan de explicar el registro arqueológico en términos de relaciones sociales de producción, jerarquía, división del trabajo, cambio social (Sarmiento, 1986; Terrazas, 2006). Igualmente, se desarrollaron nociones específicas sobre el análisis e interpretación de materiales arqueológicos, especialmente en el caso de la cerámica, pues la función tuvo un lugar central en la construcción de clasificaciones (Vargas, 1995; Zedeño, 1985). Tres de los artículos en la teoría también exploran la relación entre la teoría y la metodología en el enfoque (Bate, 1981; Lumbreras, 1987; Vargas, 1986).

Por otro lado, los artículos relacionados con la aplicación de ASL se refieren a diferentes regiones, períodos de tiempo y preguntas de investigación. Al observar las publicaciones de artículos con aplicaciones por regiones o países específicos (n=27), se observa una preponderancia de áreas que fueron cunas de los más importantes exponentes de la ASL. La distribución indica que México y la zona mesoamericana presentan la mayoría de los estudios publicados —36 %—, en áreas como Xochimilco, Tepetitlán, la región de Otomí y la Ciudad de México. Le sigue en número las publicaciones centradas en Sudamérica —32 %— con Venezuela como el país más representado, seguido por Chile y Perú. También hay estudios acerca de las islas del Caribe —14 %—, con casos particulares de Cuba y las Antillas Menores. Llama especialmente la atención un artículo cuyo propósito principal es revisar la práctica de la arqueología durante la revolución cubana (Torres, 2004). Le siguen ensayos sobre Europa en un porcentaje más bajo —11 %— y América Central tiene la menor cantidad de artículos —7 %—; solo está representada por casos de Guatemala y Costa Rica. Valdría la pena revisar la distribución en la Revista GENS en Venezuela y la Gaceta Arqueológica Andina en Perú para determinar si existe una distribución similar.

Hay una variedad de temas en esta categoría; se puede mencionar un gran interés por las sociedades de cazadores recolectores, la colonización europea de América, la especialización artesanal, las migraciones, las sociedades no jerarquizadas, las sociedades estratificadas, la producción lítica y cerámica, modos de producción y modos de vida en diferentes regiones, identidad y patrones de asentamiento (p.e. Fournier, 1999; Gándara, 1992; Montané, 1981; Nalda, 1981; Tossi, 1989; Zedeño, 1985).

Arqueólogos sociales latinoamericanos

Los artículos que se adscriben a la ASL fueron escritos por setenta y siete autores, tomando en cuenta colaboraciones entre varias personas. No obstante, el 71,4 % (n=55) de los autores tiene un solo artículo publicado en la revista, el 18,2 % (n=14) tiene dos artículos, el 1,3 % (n=1) tiene tres artículos, el 2,6 % (n=2) cuatro artículos, 2,6 % (n=2) tiene cinco artículos, 1,3 % (n=1) tiene siete artículos y el 2,6 % (n=2) tiene nueve artículos publicados. La distribución de artículos por autor indica que la permanencia en la revista y en la corriente teórica fue limitada. Valdría la pena explorar si el fenómeno está correlacionado con el cambio de enfoque teórico de los autores, lo cual implica una revisión de los trabajos de cada uno, pero no se explorará en el presente trabajo.

Durante el período de 1995 a 1999, la mayoría de los autores publicaron solo una vez en el Boletín. Quince artículos atribuidos a la ASL se escribieron en ese momento, tres de ellos con dos autores y dos con siete. Algunas personas han publicado varias veces en diferentes años y la mayoría es parte del Grupo Oaxtepec. Del conjunto de artículos de la ASL, se seleccionaron los autores que han publicado tres o más veces en la revista; ese grupo de arqueólogos constituye el núcleo de producción en el Boletín. Una revisión de cada uno y de su producción se presenta a continuación:

• Iraida Vargas: arqueóloga venezolana, parte del Grupo Oaxtepec y del grupo de Vieques (Fonseca, 1988). En el Boletín de Antropología Americana ha publicado nueve artículos relacionados con la ASL: siete sobre teoría y dos son aplicaciones de la teoría en Venezuela. Compartió un artículo con Mario Sanoja y otro con Virginia Vivas (Sanoja y Vargas, 2005; Vargas y Vivas, 2005), ambos de Venezuela. Es una de las exponentes más importantes de esa teoría, pues explica y aplica varias categorías desde el materialismo histórico hasta el registro arqueológico. Su producción en la revista fue de 1985 a 2006.

• Luis Felipe Bate: arqueólogo chileno que se exilió en México durante el gobierno de Pinochet. También es parte del Grupo Oaxtepec y participante de la reunión de Teotihuacán. Tiene nueve artículos publicados en la revista: ocho sobre teoría y uno sobre cazadores recolectores en América del Sur. En todos sus artículos publicados entre 1981 hasta el 2004 él es autor único.

• Manuel Gándara: arqueólogo mexicano parte del Grupo Oaxtepec. Escribió en el Boletín desde 1980 hasta el 2012 y publicó siete artículos de ASL, uno de ellos compartido con los mexicanos Fernando López e Ignacio Rodríguez (Gándara, López y Rodríguez, 1985). Su trabajo es principalmente sobre teoría, en algunos casos contrasta la Nueva Arqueología con la ASL (p.e. Gándara, 1980, 1981); otros de sus artículos explican el valor del marxismo para la arqueología (p.e. Gándara et al., 1985). Gándara junto con Luis F. Bate e Iraida Vargas fueron los arqueólogos más interesados en la producción y elaboración teórica (Figura 5).

• Mario Sanoja: arqueólogo venezolano, parte del Grupo Oaxtepec, del encuentro de Teotihuacán y del grupo de Vieques (Fonseca, 1988). Tiene cinco artículos publicados desde 1982 hasta el 2005, uno es compartido con Iraida Vargas (Sanoja y Vargas, 2005). Tres artículos los dedicó a teoría y dos se enfocan en modos de producción en Venezuela y la práctica de la arqueología en el mismo país.

• Patricia Fournier: arqueóloga mexicana, no es parte del Grupo Oaxtepec, pero tiene una alta producción en ASL. Ella tiene cinco artículos relacionados con el tema; sin embargo, también produjo artículos con una tendencia en Nueva Arqueología. Publicó de 1985 a 1999, uno de los ensayos trata sobre teoría y los otros sobre colonización y conquista del Nuevo Mundo, cerámica otomí y arqueología histórica en la Ciudad de México. El artículo sobre Otomíes es una publicación conjunta con Fernando López y Clara Paz, ambos de México (López, Fournier, Paz, 1988).

• Griselda Sarmiento: arqueóloga mexicana, no es parte del Grupo Oaxtepec. Publicó tres artículos sobre teoría, de 1986 al 2012. Sus primeros ensayos tratan temas específicos como la agricultura y la estratificación social. En el último artículo Sarmiento realiza una reflexión sobre los aportes que la ASL hace a la enseñanza de la historia y, en particular, del capitalismo del siglo XX (Sarmiento, 2012).

• Marcio Veloz Maggiolo: arqueólogo de República Dominicana, no forma parte del Grupo Oaxtepec, pero es un arqueólogo social reconocido en el Caribe y fue parte de denominado grupo de Vieques (Fonseca, 1988). Tiene cuatro artículos en la revista publicados entre 1984 y 1989 y tres artículos conjuntos sobre casos específicos de estudio. Él y Bernardo Vega, de República Dominicana, escribieron un artículo sobre modos de vida en el precerámico antillano (Veloz y Vega, 1987). Otros dos artículos sobre cazadores recolectores en el Caribe fueron publicados con Gus Pantel, de Puerto Rico (Veloz y Pantel, 1988, 1989). Además, tiene un artículo sobre teoría como autor único (Veloz, 1984).

• Fernando López: arqueólogo mexicano, no es del Grupo Oaxtepec. Publicó tres artículos en el Boletín, de 1984 a 1988. Su primer ensayo está relacionado con la construcción de la teoría arqueológica y la complejidad de los materiales arqueológicos (López, 1984). Él comparte el artículo sobre cerámica de Otomí con Patricia Fournier y Clara Paz (López et al., 1988). Un artículo sobre el marxismo y la arqueología fue escrito por López, Manuel Gándara e Ignacio Rodríguez (Gándara et al., 1985).

Otros autores, como Julio Montané y Luis Lumbreras, considerados parte del Grupo Oaxtepec también publicaron en el Boletín, pero no en la misma medida que los ya mencionados. Montané publicó un artículo en 1981 sobre sociedades no estratificadas y modo de producción; Lumbreras tiene dos ensayos en el Boletín: uno publicado en 1987 sobre métodos y técnicas en arqueología y el otro de 1994 sobre los orígenes del estado. Aunque Lumbreras es considerado uno de los fundadores de la ASL, no publicó mucho en esa revista en particular. Oyuela-Caycedo et al. (1997) mencionan que sus principales publicaciones se dieron de 1968 a 1975.

El análisis de publicaciones en el Boletín deja claro que los autores que forman el núcleo de la producción se interesaron principalmente en la exploración y explicación de la teoría (Figura 5). El mayor número de artículos por período se concentra entre 1980 y 1994 y disminuyó notablemente después. Más de la mitad de los otros artículos —el 68 %— y autores que no forman parte del núcleo de producción publicaron principalmente casos específicos de estudio y aplicación de la teoría desarrollada por el Grupo Oaxtepec y algunos otros.

Los análisis demuestran la falta de aplicación del modelo por parte del núcleo de producción, así como la poca retroalimentación entre la teoría y la praxis en la ASL. El hecho de que las publicaciones centradas en teoría se dieran en la década de 1985 a 1995 y después decayeran fuertemente indica la escaza discusión y revisión de las propuestas teóricas, lo cual siempre es un ejercicio que permite cuestionar, enriquecer y modificar los modelos propuestos. Las mejores aproximaciones al pasado son las que permiten generar un diálogo entre la teoría, la práctica y la evidencia empírica.

Conclusiones

Varios arqueólogos —como se ve en Oyuela-Caycedo et al. (1997), Politis (2003)— han llamado la atención acerca de un desarrollo desigual en la ASL, con diferencias sustanciales en la metodología, el uso de los datos, el análisis de restos culturales y en conceptos básicos como la cultura, el modo de vida y el modo de producción (Politis, 2003).

De acuerdo con Politis (2003), México podría ser considerada la patria de la ASL, aunque Oyuela-Caycedo et al. (1997) sostienen que en México no hubo una escuela activa asociada a la ASL, ni el movimiento tuvo repercusiones significativas en la disciplina. No obstante, en la producción observada en el Boletín de Antropología Americana, resalta la gran mayoría de los artículos dedicados a la aplicación de este movimiento en México, aunque esto indudablemente tiene que ver con el hecho de que sea ahí donde se edita y se imprime la revista. También es alta la cantidad de arqueólogos y arqueólogas de México que publicaron en la revista y se destaca el papel de Manuel Gándara, Patricia Fournier y Griselda Sarmiento. Otro arqueólogo que podría incluirse en la categoría es Luis F. Bate, ya que vive en México desde su exilio.

Los resultados obtenidos del análisis de la producción en el Boletín de Antropología Americana también respaldan el argumento de Oyuela-Caycedo et al. (1997) de que la ASL se desarrolló y se restringió en algunos países específicos, como México, Perú y Venezuela. En estos países también hay una distinción entre los arqueólogos involucrados en la academia y los que trabajaron para el gobierno; los vinculados al Estado habían desarrollado una agenda que no deja espacio para un impacto real de la ASL en la práctica de la disciplina (Oyuela-Caycedo et al., 1997).

En el caso de otros países, el impacto no es tan fuerte. Al observar la distribución de los artículos por países, hay una pequeña cantidad de investigación en esta línea fuera de México y Venezuela. Entre los artículos tomados en cuenta en el presente estudio, se mencionan Guatemala, Chile, Cuba y Costa Rica, pero con poca producción en el Boletín. Oyuela-Caycedo et al. (1997) se refirieron a algunos aspectos que explican la restricción; enumeraron la intolerancia de las ideas marxistas en algunos países y la incompatibilidad de los programas de ASL con la predisposición del Estado, las universidades estatales y las universidades privadas. Está claro que las políticas desarrolladas en países como Argentina, Chile, Uruguay y Colombia resultaron en tortura, asesinato y exilio de intelectuales de izquierda. La instauración de métodos represivos y violentos por parte del Sendero Luminoso en Perú y las respuestas del Estado también tuvieron repercusiones en la desintegración de la ASL en este país (Oyuela-Caycedo et al., 1997). Estas son, por supuesto, razones importantes para la discontinuidad de movimientos como la ASL.

La ASL tiene un menor impacto fuera de América Latina. Thomas Patterson y Bruce Trigger son dos arqueólogos angloparlantes cuyos trabajos se han traducido y publicado en el Boletín de Antropología América. Su propia tendencia a las ideas marxistas ha llevado al reconocimiento del enfoque en la academia canadiense y estadounidense. Sin embargo, los arqueólogos sociales latinoamericanos tienen pocos o ningún artículo publicado fuera de Iberoamérica, aunque algunos de ellos fueron formados en la tradición norteamericana.

Como se mencionó anteriormente — evidente en los datos presentados— el movimiento ha disminuido, pero no ha desaparecido. Por ejemplo, en Costa Rica durante las últimas décadas, la mayoría de las tesis de graduación se ha realizado bajo este marco teórico. Sin detallar si el contenido de la tesis corresponde con los planteamos teóricos, más estudiantes lo eligen incluso si no hay un contacto cercano con los arqueólogos latinoamericanos que promovieron el enfoque (Corrales, 2008). Algunas de las razones por las que el modelo persiste pueden estar relacionadas con la poca exploración de nuevos enfoques, por no mencionar la disponibilidad de la literatura en español y la posición política de muchos de los estudiantes latinoamericanos. Valdría la pena investigar si los estudiantes que escribieron sus tesis con este enfoque continuaron utilizándolo en el resto de sus carreras profesionales o si, por el contrario, ha sido un movimiento atractivo únicamente en los círculos académicos universitarios.

Los resultados de los análisis mencionados en el apartado anterior indican que la falta de trabajo de campo, aplicaciones de la teoría y desarrollo de metodologías que liguen los datos con la corriente teórica parece ser una tendencia no solamente en el Boletín, sino que refleja un síntoma general en la ASL. Los resultados han llevado a interpretaciones basadas en preconcepciones teóricas y no a una retroalimentación entre el dato empírico y la teoría (Jackson et al., 2012). La desconexión entre la teoría y la práctica ha sido la responsable del decaimiento de la ASL en muchos países latinoamericanos (Oyuela-Caycedo et al., 1997).

Otro aspecto que se desprende de los análisis es que no existe una clara generación de reemplazo de ASL en cuanto a las publicaciones del Boletín. Sin embargo, sí se está discutiendo sobre la producción, modificación, cuestionamiento o mejora del enfoque teórico y sus ramificaciones a nivel metodológico —como lo presentan Tantaleán y Aguilar (2012a).

La última década marca la aparición de pocos pero nuevos autores escribiendo en una línea similar de pensamiento. En los últimos años se han celebrado tres reuniones de Arqueología Social Iberoamericana en México y España y se han encontrado arqueólogos de los Estados Unidos, Europa y América Latina. Un importante grupo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona es parte de la nueva iniciativa, con Vicente Lull como figura destacada (Tantaleán y Aguilar, 2012a), quién también publicó en el Boletín de Antropología Americana. Además, arqueólogos de los Estados Unidos han contribuido a estas reuniones, con figuras como McGuire, Marquart y Crumley, quienes adoptan la dialéctica hegeliana y la influencia de la escuela de pensamiento de Frankfurt (Bate, Fournier, Acosta y Terrazas, 2006).

La nueva tendencia podría marcar el espacio de discusión y renovación del movimiento. También es una forma de ampliar las ideas desarrolladas desde 1980 y discutirlas en paneles internacionales. La ASL tuvo un impacto importante en el desarrollo de la arqueología en América Latina; abrió la posibilidad de la formulación de nuevas teorías y el compromiso con la práctica de la arqueología y la conservación del patrimonio cultural en los países de América Latina.

Al revisar los artículos del Boletín de Antropología Americana, es posible trazar las tendencias y preocupaciones de los arqueólogos sociales latinoamericanos; empezaron a pensar en la producción de conocimiento, la relación con la metodología y los aspectos epistemológicos en la construcción de la teoría arqueológica. También se considera uno de los enfoques arqueológicos que participan en la discusión de los intereses sociales y políticos involucrados en la práctica de la arqueología.

Incluso cuando el impacto de la ASL es desigual en el continente, los principales artículos de los arqueólogos más destacados del movimiento aún se leen en las universidades de América Latina (Fuentes y Soto, 2009; Oyuela-Caycedo et al., 1997) y sin duda el Boletín de Antropología Americana tuvo una amplia distribución en esta región. Las nuevas generaciones de arqueólogos simpatizantes con el modelo buscan reconfigurarlo y expandirlo, sin dejar de ser críticos y de cuestionar los abordajes que se han mantenido en el pasado y las necesidades a las que se enfrenta la ASL en cuanto a la creación de puentes entre teoría, método y el dato empírico.

Agradecimientos

A Robert Rosenswig por enseñarme el valor de los análisis bibliométricos y por apreciar y compartir el pensamiento marxista. Agradezco los comentarios de dos revisores anónimos, así como la lectura y los comentarios de Francisco Corrales y a Benjamín Acevedo por la edición del trabajo.

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