Resumen
La cuenca caribeña de Costa Rica fue sacudida por un gran terremoto (Ms= 7,5) el 22 de abril de 1991. Las autoridades de protección civil se vieron envueltas en el manejo de un desastre natural mayor, sin poseer un adecuado plan maestro para el manejo de una emergencia de esta envergadura. Tampoco se contaba con un planeamiento ni un sistema de información apropiados. Esta falta de políticas de manejo de emergencias generó duplicidad, desorden, fricción y confusión entre el Gobierno Central, las autoridades de protección civil (Comisión Nacional de Emergencia, CNE.) y otras organizaciones públicas y privadas.
El flujo de información no fue eficiente, además de que su distribución fue inadecuada y el contenido de esta, por ser incompleto e impreciso, causó descontrol y problemas de coordinación. Las tareas de manejo de emergencias fueron ineficientes lo que provocó, entre otras cosas, que decreciera la eficiencia en los procesos de rehabilitación y reconstrucción.
Este terremoto, al igual que otros recientes desastres naturales de consideración, iniciaron el desarrollo, a nivel nacional, de comités locales y regionales de emergencia, campañas de preparación a través de los medios de comunicación y programas educativos para emergencias. Estas iniciativas ya han traído resultados positivos, aunque no hayan tenido el apoyo y continuidad necesarios. Existen actitudes fatalistas y pasivas en la poblacion, en detrimento del comportamiento preventivo. Los medios masivos, aunque han transmitido las campañas preventivas trataron el terremoto de manera sensacionalista acrecentando así estas actitudes negativas.