Revista Electrónica de las Sedes Regionales de la
Universidad de Costa Rica
La hibridación en la producción de Joaquín Orellana
Gerardo Enrique Meza - Sandoval
InterSedes, N° 39. Vol 19. Enero-Julio (2018). ISSN 2215-2458
URL: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/intersedes
DOI: https://doi.org/10.15517/isucr.v19i39
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LA HIBRIDACIÓN EN LA PRODUCCIÓN DE JOAQUÍN ORELLANA
HYBRIDIZATION IN THE PRODUCTION OF JOAQUÍN ORELLANA
GERARDO ENRIQUE MEZA - SANDOVAL1
Recibido: 12.09.17
Aprobado; 03.03.18
DOI: https://doi.org/10.15517/isucr.v19i39.34066
Resumen
En este acercamiento a la obra del guatemalteco Joaquín Orellana, se trata su metáfora musical como un
espacio convergente de lo local y lo glocal a partir de la propuesta de García Canclini.
Palabras claves: hibridación - música centroamericana - Joaquín Orellana - útiles sonoros
Abstract
This is an approach to the production of the Guatemalan composer Joaquin Orellana, where his musical
metaphor is treated as a convergent space between the local and the glocal, based on García Canclini’s
proposal.
Key Words: Hybridization - Central America Music - Joaquín Orellana - Sound Utensils
Introducción
La construcción de la metáfora musical ocurre en un espacio temporal. Este puede ser lineal como
se piensa en el sistema occidental, circular, concéntrico o de maneras paralelas como puede ser pensado a
partir de la teoría de la relatividad. En todo caso es un espacio convergente al cual se pueden acercar,
yuxtaponer, cruzar o mezclar diferentes combinaciones, sean estas musicales o no. Como se verá esa
convergencia da espacio a la hibridez, en ésta cabe lo otro, en tanto lo otro es el o lo desplazado y el
oprimido que puede ser cruzado, yuxtapuesto con lo hegemónico.
En este artículo nos acercaremos a la producción del guatemalteco Joaquín Orellana en el entendido
de que es un texto cultural, por tanto puede ser abordado, cuestionado e interpretado con las herramientas
que se tengan. El estímulo con el que partimos esta vez, es un trabajo del investigador y diseñador, Henry
Vargas titulado Arte-objeto en las representaciones de dos artistas centroamericanos: entre lo local, lo
1 Costarricence. Docente de la Escuela de Música del CIDEA en la Universidad Nacional Autónoma de Costa Rica
(UNA) y en la Sede Regional de Limón de la Universidad de Costa Rica (UCR.). Email: gemeza@costarricense.cr
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“glocal” y lo global (2008), quien con la utilización de algunas herramientas teóricas acerca de Estudios
Culturales confronta obras de dos artistas plásticos centroamericanos.
Un texto cultural, en tanto texto, se expone a múltiples lecturas interpretativas de estas o de su
entorno generando debate. En el transcurso de una investigación sobre el Ideario Estético de Joaquín
Orellana que he realizado (inédito), similar que en el trabajo sobre la producción de los artistas plásticos
desarrollado por Vargas, se han mantenido dos preguntas latentes:
¿Qué quieren transmitir los textos que produce? ¿Qué funciones sociales cumplen?
La obra de Orellana responde a mecanismos sociales, sean estos de tipo local, nacional, regional o
internacional y a la intencionalidad del compositor de construir sus piezas musicales. Esta intencionalidad
es marcada por lo estético, el compromiso social, la respuesta del público, la ideología y en su caso,
pensamos que en menor medida, el mercado. Se encuentran elementos locales, de su país, de la región
Centroamérica y Latinoamérica, donde entre otras, se pueden ver marcas de la lucha antiimperialista y
antimilitarista. A la vez se han convocado elementos internacionales y transnacionales.
Esa práctica puesta en marcha en la estética de Orellana busca transformar el mundo, es heredera de
la vanguardia de principios del siglo XX y a la vez de la propuesta nietzschiana. Bernal Herrera (Herrera,
1998,33) nos recuerda que para Habermas desde los textos provocadores y sugerentes de Federico
Nietzsche, surge un espacio en el que el lenguaje y aún más, los lenguajes artísticos, sirven no sólo para
transmitir, sino también para construir el mundo. En este nuevo espacio hay lugar para “lo otro” de la razón
que da lugar en la esfera de lo estético a lo feo, lo desconocido. Entendido en nuestro caso, “lo otro” opuesto
a lo occidental, en lo estético, lo bello es lo occidental. En esta interpretación se advierte que ni los textos ni
la lectura misma son neutras, parten de perspectivas idiosincráticas y valores subjetivos. Por ende, una
lectura, una creación artística son reinterpretación y reapropiación según los intereses y necesidades de
quien la efectúe (Herrera, 1998,33-50).
En este sentido la modelización realizada en la obra de Joaquín Orellana, acerca, transforma,
reconstruye una serie de elementos presentes en su entorno, textos musicales, sociales, etcétera, y con este
acercamiento construye un híbrido artístico. Al ser esto así, nos acercaremos a la propuesta estética de este
compositor utilizando la propuesta de hibridación del argentino Néstor García Canclini. Pero antes veamos
una síntesis biográfica del compositor y algunos elementos de la crítica sobre su obra.
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Joaquín Orellana compositor, violinista y luthier.
Joaquín Orellana compositor, violinista y luthier nació en la Ciudad de Guatemala, Guatemala, en el
año 1930. Sus intereses musicales lo llevaron al Conservatorio Nacional de Guatemala donde entre 1949 y
1959 realizó estudios. En esta institución asistió a las clases de violín impartidas por Carlos Ciudad Real. Su
inquietud por la composición lo acercó a los cursos impartidos por el belga Augusto Ardenois y del vienés
Franz Ippish, así como a los del compositor guatemalteco José Castañeda. En 1959 obtuvo el Diploma de
Bachiller en Arte, especializado en violín.
Más tarde, entre 1967-69 gracias a una beca de la Fundación Rockefeller, realizó estudios en el
Instituto Torcuato Di Tella, de Buenos Aires, Argentina, momento en el que descubre las posibilidades de la
música electrónica y se moderniza con las técnicas de la composición vanguardista de aquel momento.
Alberto Ginastera, Gerardo Gandini, Cristóbal Haffter, Román Haubenstock-Ramati, Franciso Kroepfl y
Vladimir Ussachevsky fueron sus maestros durante este periodo.
El desarrollo de su nueva etapa con investigaciones de su entorno, posiblemente no hubiera sido
posible sin su paso por el Instituto Torcuato di Tella y su Centro de Altos Estudios Musicales. Esta
institución funcionó como un lugar de modernización artística que colaboró con la actualización del arte
latinoamericano. Así, como centro de modernización artística y ente legitimador de experiencias del arte
vanguardista, irradió su efecto en el campo cultural latinoamericano, en especial, en el campo musical de
países centroamericanos a través del Centro de Altos Estudios Musicales.
Su vida profesional inicia como violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala, y se
desarrolló en el período comprendido entre 1956-74. En el año 1970 formó parte del personal del
Conservatorio Nacional de Guatemala donde laboró como profesor hasta 1974. En 1975 fue nombrado en el
Departamento de Música de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes de su país.
La labor emprendida como maestro y compositor lo llevó en la década del 1970 a participar en
Cursos Latinoamericanos de Composición Musical de Cerro del Toro en Uruguay, Ouro Preto en Brasil y en
la Escuela de Minas Gerais, Brasil. Además en el Octavo Curso Latinoamericano de Música
Contemporánea, San Jao del Rei, Estado de Minas Gerais, Brasil, así como otros encuentros en
Centroamérica y el Caribe en las décadas siguientes.
En su quehacer como compositor obtuvo diversos premios nacionales e internacionales como: el
Primer Premio en concurso de la Canción Guatemalteca TGW (1957), también recibió en varias ocasiones
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el Premio del Certamen Centroamericano 15 de septiembre (1958, 1964, 1969, 1972), la Mención
Honorífica del Séptimo Concurso de Música Electroacústica. Su obra Poema Coral Declamatorio. La
Libertad de un mundo Homenaje a Simón Bolívar (1982) forma parte de una colección especial, en
conmemoración del héroe de la independencia.
La lista de sus composiciones incluye obras para orquesta sinfónica, música de cámara,
electroacústica y con instrumentos especiales fabricados por el compositor, llamados útiles sonoros. La
fabricación de sus útiles sonoros tiene como base, principios acústicos-estructurales de instrumentos de la
tradición popular guatemalteca, especialmente de la marimba. Los instrumentos construidos a partir del
instrumento autóctono incluyen variantes colorísticas y de timbre, en este sentido la marimba se ha
proyectado en múltiples diseños y ordenamientos.
Se debe tener en cuenta que los útiles sonoros han sido concebidos musicalmente en un concepto
que busca sustituir sonoridades electroacústicas y forman parte de la orquesta futurista. Russolo (1913)
armó un cuadro de seis familias de ruidos de la orquesta futurista, estos eran humanos, de la naturaleza,
mecánicos, animales y percutidos. En este último grupo encuentran espacio una buena parte de los
instrumentos especiales construidos por el luthier Joaquín Orellana, porque producen sonidos que se
obtienen al percutir o frotar sobre maderas, metales, bambú y otros.
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La Imbaluna, consiste en teclas de marimba y sus resonadores, dispuestos en forma de media luna. Su
nombre se da de la unión de la partícula imba del instrumento musical marimba y luna por la forma.
(Fotografía anterior).
Elementos críticos.
Sobre Joaquín Orellana se han escrito diversos artículos que resaltan aspectos de su variada
producción. El compositor norteamericano, Gordon Mumma, escribió en 1986 un artículo sobre la música
electroacústica latinoamericana. Al referirse a Joaquín Orellana lo ve como:
compositor que supera las distracciones de la opulencia tecnológica, que hubiese sido inadecuada
para el contexto guatemalteco. Más bien, exploró recursos acústicos indígenas, desarrolló técnicas
preformativas ampliadas con los conjuntos locales y construyó nuevos instrumentos musicales.
Recopiló los sonidos de sus experimentaciones, tanto del archivo urbano como rural. Empleando
estos materiales, durante los años 70 Orellana produce un grupo de sorprendentes composiciones
electroacústicas. (Mumma, 1986)
También en 1991 apareció el libro Historia Crítica de la música en Guatemala de Enrique Anleu
Díaz, en este, se destacó la composición de un grupo de personajes de la música guatemalteca que utilizaron
plenamente las nuevas expresiones puntillistas, seriales, aleatorias y bloques sonoros. Este grupo es
integrado, según lo definió, por Jorge Álvaro Sarmientos, Enrique Anleu Díaz, Rodrigo Asturias y Joaquín
Orellana. De Orellana destacó su trabajo con el paisaje sonoro y que en 1985 había vuelto a la música
melódica con El violín valsante de Huis Armadel, enmarcada dentro del vals criollo (Díaz 1991,171, 172,
173).
Así mismo, el musicólogo guatemalteco Dieter Lehnhoff, en su artículo Tendencias en la creación
musical centroamericana del siglo XX, se refiere a los compositores centroamericanos del Torcuato di Tella
como los compositores nacidos en la década de los treinta. Resaltó como se familiarizaron con la
electroacústica y otras prácticas novedosas de la composición del siglo XX. Subrayó el trabajo de los
guatemaltecos, en este le dedica un apartado titulado La propuesta estética de Joaquín Orellana. De esta
lectura se desprende que el paso por Buenos Aires le amplió el horizonte musical, alterando su orientación
estética desde su fundamento. Luego de tales vivencias, al regresar a su país, ya no era posible continuar con
su antiguo sistema, por eso resolvió el problema inventando y construyendo nuevos instrumentos sonoros
para satisfacer sus necesidades de experimentación. Estos le dieron acceso a una amplia variedad de colores
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y timbres, independientes de otros parámetros sonoros y lo acercan a las particularidades de la realidad
social etnocultural guatemalteca (Lehnhoff, 1994,36 - 37).
En la revisión sobre la propuesta estética de Orellana, Lehnhoff amplía la percepción sobre su paso
por el Instituto:
Descubrió las inusitadas posibilidades de las nuevas sonoridades. El contacto con las nuevas
corrientes de vanguardia que experimentó en ese periodo amplió decididamente la gama de
recursos que emplearía en adelante en su lenguaje musical.
(Lehnhoff, 1997,111).
Destacó la construcción de objetos y esculturas sonoras como materiales lúdicos, imaginativos y
exóticos derivados de las características de instrumentos autóctonos y especialmente de la marimba como
elementos primarios en su proposición estética. La mezcla de estos instrumentos y su propuesta renovadora
han servido de base para que su producción ejerza una decidida influencia en toda una generación de
compositores de Latinoamérica. (Lehnhoff, 1997,12 -113).
Por su parte Lester Godínez, recalca su extraordinaria faceta de creador de sonoridades nuevas
basadas en la identificación e interpretación de los timbres característicos de Guatemala, entre estos
fundamentalmente la marimba lo cual hace a través de curiosos instrumentos musicales derivados de la
marimba y que llama Útiles Sonoros (Godínez, 2002,266).
Así mismo, Graciela Paraskevaídis cita a Orellana entre los compositores latinoamericanos
verdaderamente creativos que se dan a lo largo del siglo XX, lo hace al lado de compositores como
Amadeo Roldán (Cuba), Jacqueline Nova (Colombia), Tato Taborda (Brasil) y Cergio Prudencio (Bolivia)
(Paraskevaídis, 2004).
A lo anterior se puede agregar que su fantástica imaginación no se queda únicamente en lo
puramente experimental, sino que se replantea elementos más tradicionales de forma y contenido, los
resemantiza, aún más, se arriesga a usar otras producciones artísticas como el teatro y la novela.
Procesos de hibridación
Para Néstor García Canclini (1990, 16, 17, 18) la concepción occidental de observar de manera
binaria las producciones socio culturales entró en crisis. De manera que se ha planteado la necesidad de que
al estudiar los fenómenos de producción artística esa concepción que se divide tradicionalmente entre
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tradicional-moderno, culto-popular y lo masivo debe plantearse más bien de manera horizontal. Su
propuesta ve lo híbrido como una manera de disolver oposiciones clásicas de las ciencias sociales, busca
rediseñar los planos y la perspectiva.
La hibridez en la obra de arte se da a través de procesos creativos y recreativos manifestándose en la
obra como un acercamiento no siempre pacífico entre lo hegemónico y lo subalterno. Lo hegemónico
representa lo externo, lo occidental colocado, desde la dimensión social, sobre lo que se denomina, aquella
la otredad, que es calificada como sujetos inferiores, desplazados, ingenuos, subalternos, oprimidos.
Así, según García Canclini, la hibridación cultural, es un fenómeno que se materializa en
escenarios multideterminados donde diversos sistemas se intersecan e interpenetran. (1995,2). Ejemplo de
esto son los materiales expuestos por grupos musicales contemporáneos que mezclan o yuxtaponen
corrientes globales como el pop con ritmos autóctonos o tradicionales, como el caso de la música
manguebeat, una manifestación cultural surgida, en los años 90, en la ciudad de Recife (Pernambuco,
Brasil), en su trabajo se cambió el perfil de la música local al mezclar elementos subalternos de la cultura
popular con contenidos hegemónicos del pop internacional (Markman, 2005). Pero nada impide que
podamos pensar las Bachianas brasileiras de Héctor Vila-Lobos y la Sinfonía india de Carlos Chávez como
tales, en tanto, contienen una síntesis de la música autóctona y la audición moderna, según lo proponía
Alfredo Bosi (Veres, 2007, 1). En las artes visuales el investigador Henry Vargas propone el ejemplo de dos
artistas centroamericanos contemporáneos: Raúl Quintanilla de Nicaragua y Darío Escobar de Guatemala,
quienes con sus obras de arte objetual construyen diversos híbridos (Vargas, 2008).
La hibridez en el caso específico de Orellana tiene las marcas del entramado histórico guatemalteco
donde se advierte tres guatemalas viviendo en una heterogeneidad multitemporal con desarrollos culturales
y económicos desiguales como ya lo planteaba Raúl Antonio Morales Bathen (2004). La situación se
circunscribe a la formación de tres áreas con características propias, un área industrial con índices de alto
desarrollo humano, un área de agricultura de exportación con parámetros de un país en vías de desarrollo
que desmejora su situación de acuerdo a su localización territorial. La tercera es un área de mera
subsistencia, continúa como sociedad tradicional agraria, en su mayoría de origen indígena, sin acceso a
educación, ni a cubrir las necesidades básicas. El problema del desarrollo desigual generó un conflicto
interno que desangró por mucho tiempo la nación, provocando la migración, muerte y destrucción de
poblaciones indígenas. Elementos de ese conflicto son marca indeleble en la producción del compositor
objeto de este trabajo.
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El encuentro de elementos acercados en las obras del compositor Joaquín Orellana provoca una
re-símbolización, una rearticulación de textos. En este concepto veremos la música de Orellana que
manifiesta ser construida como una estética de resistencia en varios niveles. Cada una de sus obras es única
respondiendo a mecanismos sociales, estos son del tipo local, nacional y regional. A la vez, revela
características globales y glocales. Lo que implica que hay hibridación al acercar materiales diversos con los
cuales se identifican diversos sectores sociales y sus sistemas simbólicos (García Canclini, 1990,41).
En 1989, en la primera edición de su libro, Culturas híbridas, García Canclini propone una pregunta a la
cual Orellana ya había esbozado una respuesta coincidente: ¿Cuáles serían, entonces, los caminos actuales
para generar un arte latinoamericano? La repuesta de García Canclini era simultánea en tanto proponía:
reelaborar con una mirada geométrica, constructiva, expresionista, multimedia, paródica, nuestros
orígenes y nuestro presente (García Canclini, 1990,125).
Por su parte Orellana respondía en
1977 que la propuesta estética de los compositores
latinoamericanos debía contemplar nuestros valores primitivos y de la telúrica, donde los instrumentos que
había denominado como útiles sonoros ofrecían esa imagen de permanencia, de origen. Además, su
propuesta busca ser contestataria a la era tecnológica en la medida en la que estos útiles sonoros sustituyen
los sonidos electrónicos y de las nuevas tecnologías (Orellana, 1977,25). Por otra parte, la utilización de
elementos del paisaje sonoro de ciudad Guatemala capturados con la grabadora y reelaboradas dentro de sus
textos musicales le permite retomar lo que era en ese momento su presente.
Nos encontramos ante un compositor que en el transcurso de su producción ha parodiado,
elementos del canto gregoriano, del vals tradicional, de la música folklórica, del vocablo indígena, de la
jerga militar y ciudadana. Joaquín Orellana es un artista que en su proceso creativo ha probado múltiples
medios para expresarse, desde el teatro, el cine, el ballet, hasta la música electrónica, el cuarteto de cuerdas,
las artes audiovisuales. La tridimensionalidad de sus útiles sonoros los ha llevado a ser descritos como
objetos esculturales (Lehnhoff, 1997,112 -113). Esta multidimencionalidad de su producción lo hace un
artista polifacético, quien además de las artes y el “perfomance” escribe novela, cuento y poesía. Es un
artista, híbrido, para utilizar el concepto de García Canclini.
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Orellana y el sinusoido. Consta de un grupo de tablillas de madera de hormigo, cordel y una
estructura de hierro. Te, teclas de marimba suspendidas en la curva sinusoidal. Para tocarlo es necesario
desplazar una baqueta rodante de forma continua sobre las teclas, su afinación no es diatónica. (Fotografia
propia)
De lo local a lo glocal
Lo local es determinado por los bienes y servicios que solo se encuentran, producen e identifican en
un sector o espacio específico. Así tenemos el espacio territorial histórico en asociación con hábitos,
valores y saberes acumulados en experiencias localizadas territorial, étnica, regional o nacionalmente. En
este espacio se tienen circuitos e instituciones nacionales, con lo cuales los gobiernos se ocuparon de
construir mono-identidades. Su manifestación se da en lo popular y en el patrimonio cultural.
Para García Canclini la globalización supone una interacción funcional de actividades económicas
y culturales dispersas, bienes y servicios generados por un sistema con muchos centros, en el que importa
más la velocidad para recorrer el mundo que las posiciones geográficas desde las cuales se actúa
(1995,15). Mientras que con las producciones locales se podía saber de dónde procedía lo consumido, por
ser esta localizada territorialmente, con la producción globalizada se da un ensamblado multinacional.
Los empresarios japoneses inventaron el neologismo glocalize para aludir al nuevo esquema del
"empresario-mundo". Este conecta entre sí a las economías de diversas sociedades transnacionalizándola y
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mueve en su cultura tanto información, creencias y rituales procedentes de lo local, lo nacional y lo
internacional (García Canclini, 1995,69).
Locación y glocación
La propuesta de Joaquín Orellana la definimos como híbrida porque acerca en sus modelos sistemas
simbólicos diversos, pero a la vez, elementos de los diversos sectores sociales guatemaltecos o de las tres
áreas desiguales de Morales Bathen. En su obra se encuentra una especie de retorno a su habitad, su espacio
territorial, ese espacio histórico con sus propios hábitos y valores, con experiencias muy localizadas dentro
de este. Es un trabajo que recoge manifestaciones populares y del patrimonio cultural. Al juzgar esto así,
inmediatamente surge una pregunta: ¿Qué elementos populares y del patrimonio cultural se pueden
encontrar en su propuesta?
El patrimonio cultural guatemalteco tiene en la marimba uno de los elementos más importantes, por
tanto, no es extraño que se convoca de muchas maneras en los textos producidos por Orellana. Para él,
quizás es el primer elemento que se debía contemplar al valorar lo que denomina como nuestros valores
primitivos (Orellana 1977,25). De este instrumento musical retoma la “unidad acústica fundamental” a
partir de la reelaboración en una proyección de múltiples diseños y ordenamientos concretándose en la
Dispersión de la marimba guatemalteca”. En esta dispersión del instrumento autóctono Orellana lo
renombra y con esto le imprime una revalorización simbólica.
Para Orellana existe un valor sonoro territorial, su trabajo busca construir un modelo que se acerque
al sonido singular de su ciudad, por lo tanto, además de lo mencionado en el párrafo anterior, contiene
elementos del folklor guatemalteco, melodías tradicionales, formas musicales como la guarimba y el son,
así como la reelaboración y utilización de vocablos indígenas.
Si para García Canclini andar por la ciudad, es como ocurre en los videoclips, mezclar músicas y
relatos diversos en la intimidad del auto y con los ruidos externos (García Canclini, 1995,101), la
experiencia de andar con su grabadora captando y luego reelaborando una especie de fotografía que
modelizará ese entorno acústico que estaba Orellana aprehendiendo de su ciudad Guatemala, resultó en una
mezcla que recupera una parte de la memoria histórica de su país.
Una memoria histórica que recupera intimidades de gentes y sus sonidos, de los trastornos sociales
de una multiculturalidad para nada homogénea. La memoria de su locación incluye lo indígena con su voz
lamentosa, dolida, desplazada, perseguida por más de quinientos años, la voz del voceador de autobuses, la
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marimba, del vals, del sonecillo. Verbi gracia, este nuevo relato construido por Orellana acerca y transforma
otros relatos o el relato de los otros.
Modernidad y tradición para García Canclini son parte de la propuesta ideológica de nación.
Podemos advertir que en la propuesta de Orellana en alguna medida se quiebra la oposición modernidad
tradición y arma un nuevo ritual donde estos convergen. Su propuesta estética híbrida busca a través de ese
ritual narrar la multiculturalidad guatemalteca. Lo indígena, monodias del canto gregoriano, elementos del
contrapunto de la música colonial guatemalteca y lo contemporáneo de la música electroacústica son
convocados constantemente en los textos de Orellana.
Como lo recuerda Henry Vargas a través de una cita en su texto, los primeros pintores y escultores
guatemaltecos en la colonia eran indígenas, luego llegan españoles con lo que se produce un mestizaje de
mayores proporciones en las generaciones posteriores (Vargas, 2008,248). De manera similar, entre los
códices de Huehuetenango se evidencia la habilidad musical de los indígenas para la música y su creación
(Lehnhoff 2005,60-62). Por otro lado, desde los inicios de la Villa de Santiago de Guatemala hasta que
terminaron la iglesia en 1534 la música que más se escuchaba eran las entonaciones gregorianas de los
clérigos (Lehnhoff, 2005,23); ya en tiempos de la Iglesia de Santiago de Almolonga en adelante existen
indicios claros que en las grandes solemnidades se cantaban polifonías (Lehnhoff 2005,25). En el siglo XVI
tres compositores de polifonía latina vivieron en Guatemala: Hernando Franco, Pedro Bermúdez y Gaspar
Fernández (Lehnhoff 2005,42).
En el mestizaje musical existen ejemplos valiosos a través del villancico y la copla en los cuales
ingresan las lenguas autóctonas mayas. De tal manera que en esa fusión, similar a lo que pasaba en la
plástica, se encuentran marcas de una primera globalización renacentista dada a lo largo de América Latina
con repercusiones en Europa (Vargas 2008,248). Entonces, se puede afirmar que Orellana sigue una
tradición al incorporar elementos hegemónicos y entrecruzarlos con materiales subalternos.
Así tenemos que en el cuarteto de cuerdas Frater Ignotus (1967) integra una serie de variaciones a
partir de un tema escogido, un canto gregoriano, con tratamientos polifónicos, para él, este es un elemento
interno cargado en su equipaje. Esta vez asistimos a la rearticulación de elementos globalizados a través de
la intervención de un mestizaje transnacionalizado. El Canto Gregoriano es el canto litúrgico de la Iglesia
Católica, es especialmente monofónico procede de diversos lugares Francia, Milán, Roma, otros son de
origen Galicano y Mozarábico, se le designó el nombre en honor al Papa Gregorio Magno en cuyo papado
entre 590 y 604 D. C. estos materiales fueron ordenados y oficializados. Antes anotamos como la polifonía
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tuvo tres importantes representantes en la historia musical guatemalteca. El dodecafonismo surgió como una
propuesta que rompe con el sistema piramidal de la tonalidad, se originó en Viena con la propuesta de
Arnold Schöenberg en sus op. 23-24-25 de 1920 al 1923. Entonces, Frater Ignotus convoca elementos de
una globalización primaria, con elementos de un mestizaje transnacionalizado, recién iniciada la segunda
mitad del siglo XX en un sitio de convergencia como lo fue la ciudad de Buenos Aires, un lugar
culturalmente periférico, donde hizo esta obra.
El ensamblado de la obra de Joaquín Orellana reúne otros elementos globales de los códigos
musicales como el tonal especialmente en su primera época, se retoma en otros momentos, también lo
atonal, lo serial, el ruido y la música electrónica, elementos con los que se encuentra cuando viaja a Buenos
Aires, para modernizarse con la nueva globalización. Estas nuevas herramientas lo llevan a descubrir el
paisaje sonoro y a tener una nueva manera de escuchar.
La nueva etapa de su composición con investigaciones de su entorno posiblemente no hubieran sido
posibles sin su paso por el Instituto Torcuato di Tella y su Centro de Altos Estudios Musicales, institución
que funcionó como un lugar de modernización artística y colaboró con la glocación del arte
latinoamericano. Precisamente Henry Vargas al hacer una reinterpretación de Jesús Martín Barbero
recuerda que por medio del aparato escolar y el desarrollo de las industrias culturales se visibiliza a partir la
década de 1950 tanto con los productores culturales como con los consumidores una nueva experiencia
colectiva. Es una nueva experiencia que conlleva nuevos significados, nueva sensibilidad, apropiación y
deleite. Por lo tanto, este elemento no se debe perder de vista al observar obras de artistas centroamericanos
(Vargas, 2008,247-248).
Lo hegemónico generado por la era industrial y sus máquinas revela marcas recogidas desde sus
inicios en el siglo XVII y retomado en los primeros manifiestos del futurismo (1909 1913) y que filtrado a
través del Ideario Estético de Orellana nos revela la posibilidad de retomar una raíz primigenia. Pero al ser
convocados a este texto, la marimba, el vals, el canto gregoriano, el sonecillo, experimentarán una
dispersión, una trasformación.
Una manera de glocalizar con la música electroacústica se da en la obra de Orellana cuando son
convocados elementos de la tradición agraria indígena, con elementos sonoros de la industria electrónica a
través de la cinta magnetofónica y retomar la raíz básica de sonido de la marimba.
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Acercamiento a algunas hibridaciones a la Orellana
El Ballet Contrastes tema y variante (1963) es una obra escénico musical pionera en el ámbito de la
composición musical centroamericana porque utilizó material pregrabado para mezclar con la orquesta
sinfónica. La orquestación se presenta de manera completa con las cuerdas, vientos, percusión y piano, con
la integración de la cinta magnetofónica mezclándose durante el episodio llamado “Alucinaciones”. Es un
hibrido entre lo electrónico y lo orquestal, en este se encuentran marcas de la orquesta de los siglos XVIII y
XIX con lo contemporáneo de la era electrónica.
Orellana se plantea un tratamiento musical alejado de la ortodoxia de la composición musical, al
mezclar materiales electro-acústicos con la instrumentación de la orquesta sinfónica. La obra tiene una
mezcla del opuesto, música instrumental - música electrónica. Con esto da unidad a la trama propuesta por
el coreógrafo entre lo clásico y lo moderno. En otras palabras, lo clásico aquí funciona como hegemónico
cruzado con lo alterno, lo nuevo.
La utilización de fonemas indígenas como en Imposible a la X, (1980) así como la voz suplicante y
lamentosa del “canto” de los pregoneros de ciudad Guatemala tiene una nueva connotación y es parte de la
recuperación de imaginarios mencionados anteriormente. Como Luigi Nono, la palabra es trabajada,
recompuesta y transformada en una estructura musical en la cual se ha neutralizado su connotación
referencial, surgiendo una reconstrucción discursiva en un nuevo texto (Noller, 1994, 42). Pero Orellana va
más lejos, como ocurre con la poesía de Tana ju na rin (1996) donde utiliza una serie de palabras rituales
inexistentes, pero de un efecto especial al ordenarlas en su texto. Estas se conectan con la idea de un nuevo
lenguaje este a la vez se une al hombre nuevo, transformado, un ser social consiente, liberado a través de la
estética del oprimido.
En el caso específico de Canto del Asedio, (AÑO) la cual presenta elementos burlescos y satíricos,
parece ser parte de una idea antimilitarista, que está latente en varias obras suyas, como Maleboy (AÑO),
ésta última a su vez contiene sonidos de ahogo y de tortura frente a cantos religiosos. Se observa
nuevamente la convocatoria de elementos locales y regionales amalgamados con otros que la
transnacionalización pone a disposición de uso.
Ante la obra El violín valsante de Huis Armadel, (1984-2007) afirmamos que es un híbrido con las
marcas del Concertante del siglo XVIII y de la novela contemporánea. Se balancea entre dos géneros
creativos y narrativos, uno de la composición musical y otro de la literatura, la novela. Su base es tonal y
evoca el vals criollo; la primera parte presenta un programa literario a través de la serie de valses, la obra
musical incluye coro mixto, vibráfono, piano, timbales, gong, platos y cirlum (instrumento construido por
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Orellana) además de la orquesta de cuerdas que acompaña al violín solista. La segunda parte utiliza recursos
aleatorios, cromatismo total, cinta magnetofónica con material pregrabado, elementos escénicos como
efectos de luz y proyección de diapositivas.
Cirlum. El nombre hace referencia a su elaboración, esta consiste en tubos de aluminio suspendidos sobre
una armazón de madera circular. (Fotografía propia)
El violín valsante de Huisderio Armadel, es una enorme pieza que contiene la construcción,
transformación, destrucción y reconstrucción del vals. Destacamos su hibridez, al encontrar un elemento
significativo en la región, el vals, cuya trasformación pasa por elementos de aleatoria y al considerar la
novela paralela escrita por el mismo Joaquín Orellana. La novela homónima del mismo compositor y
escritor, describe el campo musical de una aldea, donde se libra una lucha entre lo hegemónico y lo
subalterno, entre lo nuevo y la tradición, entre elementos transnacionales y lo propio. De lo local la
percepción aldeana de su ciudad, la marginalidad social de ciertos sectores, la identidad guatemalteca a
través de elementos sonoro-sociales, el vals uno de ellos, los cuales han sido representados a través de la
poética del compositor durante su extensa carrera.
Conclusión
Hemos visto como el trabajo de Joaquín Orellana es un espacio convergente al cual acerca,
yuxtapone, cruza o mezcla diferentes combinaciones culturales, sean estas musicales o no. En esa
convergencia se construye una estética en cuya hibridación se convocan diferentes elementos sean estos
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locales, globales e incluso glocales. Estos elementos son citados para generar una reflexión que busca
provocar una transformación.
Así mismo vimos que glocaliza cuando convoca elementos de la tradición agraria indígena,
elementos sonoros de la industria electrónica y retoma la raíz básica de sonido de la marimba. Localiza con
las lenguas autóctonas mayas, la marimba y el paisaje sonoro de ciudad Guatemala.
Finalmente diremos que en su producción musical son convocados la realidad tridimensional de la
multicultural Guatemala con elementos transnacionalizados.
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