Las experiencias de autogobierno Zapatistas:

esbozo de una grilla analítica

Zapatista Self-Government Experiences:

Outline of an Analytical Grid

 

María Cora Paulizzi

 ICSOH-CONICET-UNSa-Argentina

corapaulizzi@yahoo.com.ar

https://orcid.org/0009-0008-7178-2528

 

Juan Alexander Peralta

ICSOH-CONICET-UNSa-Argentina

alexander_peralta96@hotmail.com

https://orcid.org/0009-0009-4903-7465

 

Fecha de recepción:  13 de febrero del 2025

Fecha de aceptación: 23 de junio del 2025

 

Cómo citar:

Cora, Paulizzi María y Peralta Juan Alexander. 2026. Las experiencias de autogobierno Zapatistas: esbozo de una grilla analítica. Revista Reflexiones. 105 (2). DOI 10.15517/rr.v105i2.63982

 

 

Resumen

 

Introducción: El presente artículo aborda el zapatismo a partir de sus experiencias de autogobierno, como correlaciones históricas entre saber, poder y subjetividad (1994-2023). Motiva un ejercicio crítico de pensamiento que permita analizar los procesos de organización colectiva y lucha zapatista desde una perspectiva de gubernamentalidad sugerida por Foucault, entrelazada con las referencias etnológicas de la mano de Clastres, así como las recepciones que de ello realiza Viveiros de Castro, en tanto, permite pensar el poder como tecnología, en un ejercicio colectivo de la crítica.

Objetivo: Enmarcado en la filosofía política contemporánea, el presente artículo pretende esbozar una grilla analítica que, desde una concepción estratégica del poder, permita abordar las experiencias heterogéneas y de autogobierno del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, desde una perspectiva crítica y de gubernamentalidad.

Método: El método entrelaza elementos cualitativos de análisis mediante un rastreo genealógico de la historia efectiva del EZLN. A partir de lo cual es posible identificar las procedencias, las marcas de la historia y los múltiples comienzos que entre continuas discontinuidades configuran la organización colectiva. Para esto, se recuperan archivos históricos y textos prácticos de la organización utilizando como fuentes, ante todo la página web oficial y los documentos escritos en los cuales se reflejan las reflexiones de los llamados voceros zapatistas.

Resultado: Esbozar una grilla analítica que permita ampliar y diversificar la proximidad de análisis en torno del zapatismo, en los trazos de su historia efectiva. Para lo cual se hace hincapié en la red de relaciones –políticas, éticas y estéticas, que configuran las experiencias de autogobierno–situadas, colectivas y en movimiento y de ese modo marcan la singularidad diferencial de dicho proceso.

Conclusión: El zapatismo, en el ejercicio de la libertad que cobra formas heterogéneas de subjetivación colectiva, pone límites a las lógicas universales de gobierno, afirmando, entre una ética y una estética de la existencia, la creación de mundos en los que quepan muchos mundos.

Palabras Claves: Gubernamentalidad, Crítica, Autogobierno, Experiencia, Estado.

 

 

Abstract

 

Introduction: This article addresses zapatismo through its experiences of self-governance, as historical correlations between knowledge, power, and subjectivity (1994-2023). It encourages a critical exercise of thought that allows for the analysis of the processes of collective organization and zapatista struggle from a perspective of governmentality suggested by Foucault, intertwined with the ethnological references of Clastres, as well as the receptions of this by Viveiros de Castro, allowing us to think of power as technology, in a collective exercise of criticism.

Objective: Framed in contemporary political philosophy, this article aims to outline an analytical framework that, from a strategic conception of power, allows for addressing the heterogeneous experiences and self-governance of the Zapatista National Liberation Army from a critical perspective of governmentality.

Method: The method intertwines qualitative elements of analysis through a genealogical tracing of the effective history of the EZLN. From this, it is possible to identify the origins, the marks of history, and the multiple beginnings that configure the collective organization amidst continuous discontinuities. For this, historical archives and practical texts of the organization are retrieved, primarily using the official website and the written documents that reflect the reflections of the so-called Zapatista spokespeople as sources.

Result: Outline an analytical framework that allows for the expansion and diversification of the analysis regarding Zapatismo, in the contours of its effective history. To this end, emphasis is placed on the network of relationships –political, ethical, and aesthetic– that shape the experiences of self-governance –situated, collective, and in motion– and thus mark the differential uniqueness of this process.

Conclusion: Zapatismo, in the exercise of freedom that takes heterogeneous forms of collective subjectivation, places limits on universal logics of governance, affirming, between an ethics and an aesthetics of existence, the creation of worlds in which many worlds can fit.

Keywords: Governmentality, Criticism, Self-government, Experience, State.

           

Introducción

                                  

Esbozo de una grilla analítica: a modo de introducción

El presente artículo se enmarca en la filosofía política contemporánea, teniendo como objetivo esbozar una grilla analítica que permita abordar las experiencias heterogéneas y de autogobierno del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, de ahora en más)[1]. En tanto las nociones de experiencia y de heterogeneidad permiten revisar ciertas dicotomizaciones, desde una analítica estratégica del poder y no dialéctica[2], como uno de nuestros principales aportes[3].

 Así, acorde a la perspectiva crítica y de gubernamentalidad sugerida por Foucault, se entiende por experiencias la correlación histórica entre las formas de un saber, las matrices normativas de comportamiento y los modos de existencia virtuales para sujetos posibles (2008, 2010, 2014). Esto se conjuga, a su vez, con el proceso que gira en torno de las experiencias personales en las que el sujeto se transforma, así como aquellos elementos que, de modo impersonal, permiten captar las condiciones de posibilidad de una experiencia. También el concepto de sociedad contra el Estado instalado por Pierre Clastres (1978, 1987) y las recepciones que de ello realiza Viveiros de Castro (2013) nutren este trabajo, en tanto nos permiten pensar el poder como tecnología, en un ejercicio colectivo de crítica. Pues, el poder como tecnología parte de su impronta procesual, positiva, situada, reflexiva y productiva: «…Se trata siempre de formas locales, regionales de poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica. Todas estas formas de poder son heterogéneas». (Foucault 2014, 52)[4].

Así, para comprender el modo en el que las experiencias se articulas recurrimos a la noción de crítica que Foucault recupera de Kant, en el ejercicio de una ontología del presente, pues se trata de una actitud histórico-crítica que consiste, tanto en un análisis histórico de aquello que somos, o mejor aún que hemos llegado a ser, como en un ejercicio, parafraseando a Foucault (1996), de transgresión de esos límites, así como en relación con la gubernamentalidad, dicha actitud remite a: «…decir que no a ciertos modos de ser gobernados» (Foucault 2018, 49). Comprendemos, que la noción de gobierno en los tramos de la grilla analítica, nos otorga la perspectiva foucaultiana en torno de la gubernamentalidad (Foucault 2007), la cual se despliega como un campo estratégico de relaciones de poder, como: «…acciones sobre acciones posibles» (Foucault 2001, 15) y se dirige a conducir, incitar e inducir la conducta de les otres y de sí misme. El poder como gobierno se ejerce en el trazo de relaciones estratégicas siempre reversibles, abriendo un campo relacional en el que pueden emerger respuestas, reacciones y posibles invenciones que limiten, revuelvan y desarticulen las relaciones de poder. Puesto que, el gobierno se ejerce: «únicamente sobre sujetos libres y sólo en la medida en que son libres» (Foucault 1988, 15).

En tal sentido, la apuesta a la libertad pensada en las relaciones de poder al modo de gobierno tiene como finalidad minimizar el ejercicio de la dominación y tornarlo poroso (Castro Orellana 2008). Por tanto, el ejercicio de la política remite a defender, reafirmar y reinventar el ámbito donde el sujeto ejerce transformaciones sobre sí mismo y sobre el universo relacional, lo cual presenta, parafraseando a Foucault (1987) una ética del cuidado de la libertad. El individuo habita una situación estratégica en la que las relaciones de poder y la rebeldía de la libertad no pueden separarse (Foucault 2001), lo cual permite pensar el ejercicio necesario de la lucha y la desindividuación como acto político. En este juego, entonces, un elemento central es el de las resistencias que, en el ejercicio ético de dar formas a la libertad y bajo su efecto obliga a cambiar a las relaciones de poder (Foucault 1994, 423).

De esta manera, las experiencias criticas resultan un modo de poner en juego una politicidad, que radica en políticas experimentales vinculadas con la creación de formas de vida. A partir de lo cual sostenemos, que las experiencias de autogobierno zapatistas se tejen en una triple relación entre política, ética y estética – de la existencia -, a partir de un ejercicio que implica, simultáneamente, un límite a los modos de ser gobernades y un proceso de afirmación colectiva, creativa y disímil de organización, gobierno y subjetivación[5].

En consecuencia, lo que llamamos autogobierno, remite a procesos de subjetivación autónoma, mediante los cuales los sujetos se constituyen a sí mismos y en cuanto a sí mismos, en relación con otres, afirmando una ética en «tanto arte de la existencia» (Foucault 2020, 13-14). A su vez, dicho ethos presupone la autoinvención estética e implica darle forma creativa a la libertad, estableciendo vínculos disímiles con verdades posibles y transformando de ese modo las relaciones de poder.

Dicha grilla analítica se enriquece con elementos provenientes del pensamiento etnológico de la mano de Pierre Clastres, sus resonancias en Viveiros de Castro, lo que Foucault advierte en el etnólogo es una forma diferente de entender las relaciones de poder, cuestión que tornaba singular su trabajo con las comunidades amazónicas. Así, la expresión sociedad contra el Estado atraviesa las diversas investigaciones de Clastres, resultando muy compleja en su composición. Siguiendo los aportes de Grüner (2007) pensamos esta noción subdividiéndola en tres instancias: en primer lugar, la sociedad contra el Estado no se ancla en una economía de la escasez (como se había señalado hasta ese entonces), sino que goza de una economía de la abundancia. Esto es presentado por Clastres (1978, 72), apoyándose en el antropólogo norteamericano Marshall Sahlins, estableciendo que la misma está en contra de la producción de excedente, ya que únicamente construye lo necesario para vivir, no porque no pueda, sino porque enfáticamente no quiere hacerlo en tanto decisión política, acción que también previene la división del cuerpo social al evitar que un grupo se apropie de este sobrante.

En segundo lugar, estas sociedades detentan la lógica política que impide la emergencia de un poder como el ejercido en y desde el Estado, y esto en torno de preservar la igualdad y su carácter de totalmente indivisas (Clastres 1978, 179). En tercer lugar, la guerra es la estructura de la sociedad contra el Estado, la cual al presentarse en contraste con la aparición de un otro (no-pariente, extranjero o enemigo), define y solidifica la identidad de un nosotros como sociedad autónoma e indivisa. Las guerras en las sociedades amazónicas se dan para que se produzca una autoafirmación a través de una diferenciación inmanente (Clastres 1987, 200), debido a que ésta crea una diversificación que permite afirmar una subjetividad sin producir jerarquías[6].

Consideramos que estos aportes enriquecen nuestra perspectiva, ya que Clastres indica que existen otros devenires en el ejercicio del poder. En tanto, el etnólogo se aleja de cualquier explicación prohibitiva del mismo para atender a las producciones concretas y positivas de su efecto. En tal sentido, más que una aplicación de esta perspectiva a una analítica en torno del EZLN, nos interesa marcar el gesto clastreano que emerge en relación con las lógicas de conducción de conductas en el colectivo que hace al zapatismo, en tanto nos permite tomar distancia de una consideración universalista y homogénea de las sociedades. Pues, las investigaciones de Clastres realizadas en los pueblos amazónicos, evidencian que existen múltiples formas de organizar una comunidad, entre seres humanos y no humanos como indica Viveiros de Castro (2013) desde el perspectivismo, el cual: «…afirma la multiplicidad radical del mundo, su insumisión a cualquier forma de monarquía ontológica, que es lo que el Estado es». (Viveiros de Castro 2013, 174).

Pensamos que este fragmento de Viveiros de Castro opera como un complemento que enriquece nuestro análisis, ya que el perspectivismo resulta la forma de percibir el mundo que tienen las comunidades nativas. Plantean que existe una consideración horizontal en la vinculación de los diversos seres que habitan dicho mundo. En tal sentido, es posible esbozar una ontología horizontal (y anarquista), que da cuenta del modo de vida de ciertas comunidades nativas de América (Viveiros de Castro 2013). De este modo, el perspectivismo es definido como un contra el Estado” en resonancia clastreana, ya que el Estado se presentaría como una monarquía ontológica, lo que quiere decir que todo aquel proceso organizativo que no se asemeje, subsuma o amolde a él será rechazado.

Acorde a dicha grilla analítica, entonces, pensar las experiencias de autogobierno Zapatistas en lo que consideramos un vínculo dinámico entre política, ética y estética, nos permite adentrarnos en la intensificación de los espacios, las posibilidades y las alternativas de acción, en una red de experiencia históricas y de vida, en relación con instancias de normalización y focos de resistencias[7].

Esta red de relaciones heterogéneas y estratégicas será abordada, en torno de un abordaje metodológico cualitativo[8], anclado ante todo en una investigación histórico-genealógica de las prácticas y los saberes (Foucault 2000: 144). Esto implica preguntar por las condiciones de emergencia de experiencias, conceptos, dispositivos y prácticas; esto es, por el campo de fuerzas en el que ocurre el movimiento de golpe, a partir de lo cual ellos devienen visibles (Foucault 2004: 47-8).

No interesará, entonces, reconstruir relatos lineales que nos devuelven la coherencia de un objeto, sino por el contrario dispersar el espacio de su dispersión (Grondona 2012), a partir de lo cual en nuestro trabajo agudizamos la mirada que distingue, distribuye y deja actuar el juego de la heterogeneidad estratégica de lógicas y prácticas. En tal sentido, recuperamos diferentes textos prácticos (Foucault 2008), que se legitiman como operadores, permitiendo a los sujetos interrogarse sobre su propia conducta, velar por ella y darse forma a sí mismos.  Nos referimos tanto a documento históricos, como a diferentes elementos -escritos, audiovisuales, etc.- cuya fuente es, ante todo, la página web de la organización, así como a documentos escritos por el EZLN, puntualizando, principalmente, en la comunicación de los llamados voceros, en respeto de la breve extensión del presente artículo.

 

Procedencias y comienzos: mundos disparatados

En la apuesta genealógica por recorrer, parafraseando a Nietzsche, los hilos disparatados de la historia, recuperamos a continuación algunos acontecimiento y procesos históricos que han marcado los comienzos y afirmaciones colectivas y creativas del zapatismo.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional se constituye como tal el 17 de noviembre de 1983, en las montañas del Sureste mexicano, 90 km hacia el este, tierra adentro de la Selva Lacandona. Sin embargo, es en la madrugada del 1 de enero de 1994, cuando realiza su aparición pública, como ejército y movimiento que se levanta en armas, mediante una masiva ocupación, ante todo de la ciudad de San Cristóbal de las Casas[9]. Ello lo realiza denunciando la opresión, marginación, saqueo y olvido, que históricamente sufren, ante todo los pueblos indígenas y campesinos.

Así, siguiendo Diez (2008) es posible sostener que el EZLN se instala como una organización político-militar con amplia base popular cuya estructura resulta, en sus inicios subordinada a la dirigencia del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG). El CCRI-CG surgió, durante los últimos años de preparación clandestina previos al alzamiento de 1994 como espacio de enlace entre la dirección de la estructura militar del EZLN y los espacios comunales[10]. A lo largo de los años, este vínculo entre ejército y movimiento traslada el tejido de la guerra armada a la palabra, sin dejar de anclar en la disciplina – militar – el proceso de organización de la lucha y subjetividades, que trazan la vida en comunidad.

En tal sentido, acorde a nuestra grilla analítica en la clave sugerida por Clastres, la guerra puede ser considerada como un modo de autoafirmación de la singularidad y colectividad. Es decir, del nosotros que se constituye y sostiene en la diferencia como movimiento. Así, el EZLN emerge en pie de guerra, para afirmar y sostener su diferencia como espacio indígena colectivo territorial e históricamente vivo, contra la muerte y lo que luego, en relación con la organización comunitaria, se enuncia el mal gobierno.

Así, se presenta el EZLN en el comienzo del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (La Primera Intergaláctica):

 

Durante 10 años estuvimos viviendo en estas montañas preparándonos para hacer una guerra. Dentro de estas montañas construimos un ejército.

Abajo en las ciudades y en las haciendas, nosotros no existíamos.

(…) Entonces, nos fuimos a la montaña para buscarnos bien y para ver si encontramos alivios para nuestro dolor de ser piedras y plantas olvidadas (EZLN 1997, 23).

 

Por su parte, la emergencia pública del EZLN se realiza en y entre un conjunto de condiciones políticas, económicas y sociales que tejían un México anclado en acuerdos con Organismos Internacionales de perfil neoliberal, materializados en programas de desarrollo económico y libre mercado. Dichos acuerdos entre otros efectos implicaron la exclusión y la muerte (literal y simbólica) de aquellos sujetos que no resultaban deseados por tales lógicas. En este campo de problematización, el EZLN irrumpe demandando tierra, vivienda, trabajo, alimentación, salud, educación y justicia; pero no de cualquier forma, sino en la afirmación creativa de lógicas disímiles de organización política y comunal, conllevando de este modo la cuestión de la guerra, en articulación con el proceso de organización colectivo-territorial. Esto se evidencia en la afirmación que instala el zapatismo vinculado con la decisión de no tomar el poder[11], sino más bien manifestar que existen múltiples formas de organización política, que se afirman en su diferencia.

He aquí resonancias del gesto clastreano enmarcado en su afirmación de “sociedades contra el Estado”, esto es espacios colectivos organizados de modos disimiles a los dispuestos por la homogeneización y universalización estatal, cuando el zapatismo se constituye ante la avanzada neoliberal y lo que llaman la hidra capitalista[12]. Ante esto, el por entonces Subcomandante Marcos[13] nos decía:

 

Que las diferentes bolsas que han estado aisladas y olvidadas están luchando por abrirse, (…) para que nosotros podamos construir eso pensamos que había que replantear el problema del poder, no repetir la fórmula de que para cambiar al mundo es necesario tomar el poder y, que ya en el poder entonces si lo vamos a organizar como mejor le conviene al mundo, es decir como mejor me conviene a mí que estoy en el poder. Hemos pensado que si concebíamos un cambio de premisa de ver el poder, el problema del poder, planteando que no queríamos tomarlo, esto iba a producir otra forma de hacer política y otro tipo de político (EZLN 1997, 67-68).

 

En tal sentido, y en clave de gubernamentalidad, otro modo de ejercer el poder implica modos diferentes de hacer política e instala modos disímiles de vida. Pues, la política en su tejido comunitario y múltiple se realiza en torno de procesos de subjetivación colectiva, que recrean lo dispuesto en el dinámico ejercicio que implica darle formas creativas a la libertad. De este modo, el zapatismo se configuraba y configura, en constante movimiento y recreación, siendo justamente este elemento dinámico uno de sus sellos distintivos, entre y frente a las lógicas hegemónicas y universales/universalistas dispuestas por el capitalismo (hidra) y su expresión en los espacios instituidos de gobierno.

Ahora bien, la historia efectiva que hace a la emergencia del zapatismo tiene marcas de  comienzos múltiples, pues no se reduce a 1994, en tanto a lo largo de la historia de México se evidencia una colonización territorial, anclada por ejemplo en el proceso de repartición de la tierra en la época de las independencias en Latinoamérica, como también el devenir de la construcción de la República mexicana (Sánchez 1998)[14]. Así, para el EZLN la reivindicación de los pueblos nativos por la tierra/territorio remite a un proceso decolonial que hace a la reinvención autónoma de la subjetividad colectiva (Castro Gómez, 2007).

Así, es posible recuperar las marcas de la revolución mexicana instalada como una lucha por la propiedad de la tierra de las manos, ante todo, de la figura de Emiliano Zapata, campesino que luchó por los derechos (acceso, permanencia y pertenencia) de la tierra del pueblo mexicano, y cuyo legado sería recuperado por diversos movimientos, entre los cuales se encuentra el EZLN[15]. La consecuencia de este conflicto fue la reforma agraria[16] promovida por Lázaro Cárdenas (1934-1940) en los años ‘30, acción que profundizó el problema de la distribución desigual de la tierra en Chiapas.

Ahora bien, ya entrada la década de los 80’[17], el principal promotor de la violencia hacia estos pueblos fue el programa de gobierno bajo la gobernación del Estado de Chiapas promoviendo el despojo de tierras, por parte de la fuerza pública. Ante esta situación emergieron grupos indígenas de autodefensa, a los que se le sumaron organización de carácter socialista y guerrillera, como la Organización Campesina Emiliano Zapata, la Central Independiente de Obreros, Agrícolas y Campesinos, así como miembros del Partido Comunista Mexicano y la organización socialista Frente de Liberación Nacional. El conflicto abierto en Chiapas y el apoyo de organizaciones sociales externas a los pueblos indígenas permitió la creación de una gran base social de apoyo. Así, en este entramado el zapatismo emerge como una combinación singular de luchas indígenas, guerrilleras y movimientos socialistas/comunistas

Por su parte, y como fue enunciado, mientras el zapatismo se instalaba como un espacio de disputa, el gobierno de Estado Mexicano iniciaba el proceso de liberalización de la economía en México. Es así como el 12 de octubre de 1992 (cuando se «celebraban» los 500 años de la colonización), el EZLN realizó una silenciosa aparición desde los confines de la Selva, bajo el emblema «encuentro de dos mundos»: «…en vez de pancartas llevaban arco y flechas, en vez de puños altos y gritos, el silencio fue su consigna «(Sup Galeano 2015)[18]. Pues, el grito silencioso decía el conocido lema: «No a la Guerra, otro Mundo es posible: un mundo donde quepan todos los mundos» (2017), así el EZLN afirma que la guerra es contra la muerte y el mal gobierno, mientras que la lucha es por la vida[19]:

 

Qué el mundo no sea el mundo que nosotros queremos o que el poder quiere, sino que sea un mundo donde quepan todos los mundos, tantos mundos como sea necesario para que cada hombre y mujer tenga una vida digna donde sea y que cada quien esté satisfecho con lo que su concepto de dignidad significa.  (Subcomandante Marcos, 1996).

 

Bajo este lema, un par de años más tarde, como mencionamos anteriormente (1 de enero de 1994), el EZLN se levanta en armas contra las políticas dispuestas por el Estado Mexicano y sus diferentes alianzas en los trazos de la Hidra locales e internacionales. Es el tiempo de Primera Declaración de la selva Lacandona (Comandancia General del EZLN 1994a), basándose en el artículo 39 de la Constitución Mexicana al acusar al presidente Salinas de Gortari de genocidio y corrupción. Durante esas primeras horas, el EZLN tomó el control del Palacio Municipal de San Cristóbal de Las Casas, y en los posteriores 12 días se produjeron enfrentamientos con el ejército mexicano, lo que resultó en medio millar de muertos. Más tarde, se replanteó la táctica y se proclamó la Segunda Declaración de la Selva Lacandona (Comandancia General del EZL 1994b) durante el mes de junio, en donde se le pide a la sociedad de todo México a que se una a su causa[20].

De tal forma, en el año 1995 el Estado comenzó un camino de negociación con el EZLN. Para el mes de marzo de 1995 el congreso mexicano aprobó la Ley para el diálogo, la conciliación y la paz digna en Chiapas, marco legal que desembocó en Los Acuerdos de San Andrés (López Bárcenas 1998)[21] el 16 de febrero de 1996. Acuerdos estos, en los que el gobierno «reconocía» la identidad jurídica de las personas indígenas, sus pueblos y su organización autónoma, además de abordar la pluralidad nativa de México[22].

Ahora bien, aceptar las condiciones del EZLN en torno del territorio y el gobierno autónomo-comunitario, ante todo, implicaba modificar la Constitución Nacional, cuestión que no estaban dispuestos a realizar, por lo que, en noviembre de 1996 las negociaciones fueron canceladas, y el gobierno comenzó a financiar operaciones paramilitares para atacar, de forma clandestina, a las comunidades indígenas. Estos ataques tuvieron su punto crítico el 22 de diciembre de 1997 con la matanza de Acteal[23].

Fue hasta el año 2000 que Estado retomó la promesa de reforma constitucional. Sin embargo, el 25 de abril de este año el Senado de la República aprobó la modificación al proyecto de Derecho y Culturas indígenas, lo cual no fue bien recibido ni por los nativos, ni por la sociedad en general. El nuevo plan reformaba la constitución sin apegarse a Los Acuerdos de San Andrés, por lo cual, si bien los pueblos indígenas adquirían reconocimiento legal y derechos individuales, no se atendían las demandas fundamentales sobre independencia, autogobierno, control territorial y vínculo con la naturaleza. Esta situación no permitió el restablecimiento de la conciliación entre el EZLN y el gobierno de Estado, incluso hasta esta segunda década del siglo XXI[24], a partir de lo cual el zapatismo comienza a reafirmar y crear, de modo divergente y movedizo, lo que denomina su autonomía.

En resonancias de la perspectiva sugerida por Clastres, el zapatismo disloca-ba ciertas lógicas dispuestas por la administración del Estado, lo cual se evidencia-ba por entonces, en torno de la distribución, uso y modo de habitar el territorio, mostrándonos que existen múltiples formas de trazar modos de vida y mundos, también en movimiento.

Dicho ejercicio de creación y recreación zapatista, en un salto histórico disparatado, se avista cuando la guerra cobra el poder que hace al uso y la belleza de la palabra, a través de la visita (o invasión) del Escuadrón 421 a territorios europeos, en plena pandemia de la covid-19. La travesía por la vida fue el modo de nombrar dicho viaje y aventura, que en la lucha en, por y desde las tierras latinoamericanas se expande en resonancia con las luchas del mundo. Así lo expresa el difunto Marcos, ahora Sup Galeano:

 

Vamos a agradecer a lo otro su existencia.  A agradecer las enseñanzas que su rebeldía y su resistencia nos han regalado.  A entregar la flor prometida.  A abrazar lo otro y decirle al oído que no está sola, soloa[25], solo.  (Sup Galeano 2021).

 

El Escuadrón 421 no tenia, entonces, una característica mesiánica dirigida a iluminar Europa, sino que se dirigió a escuchar los pareceres, padeceres y las resistencias en sus singularidades. Antes que pensar en una contradicción en la trama – político, ética y discursiva - zapatista, las diversas actividades que se realizan tienen como meta principal la construcción de un mundo que se afirme en la diferencia, en palabras del Sup Galeano: «No queremos que sean como nosotros, queremos que sean ustedes, con su historia (…) con su gobierno propio» (Baschet 2018, 217).

En tal sentido, y acorde a nuestra grilla analítica, podemos observar como la singularidad del EZLN no puede ser abordada, en su heterogeneidad, bajo una perspectiva negativa-prohibitiva del poder cuya forma encontramos, por ejemplo, en la relación oprimidos-opresores. Puesto que, el zapatismo no solo lucha contra el poder y el sistema/la hidra capitalista, sino que va creando mundos, verdades y subjetivaciones colectivas en el ejercicio que la libertad implica. De este modo, se afirman como un movimiento configurado contra ciertos modos de ejercer el poder, de codificar la verdad y de producir subjetividades, reafirmando, así, otros modos de organización colectiva.

En tal sentido, el EZLN marca límites al ejercicio de poder codificado en la pretensión de homogeneidad de los Estados, afirmando una diferencia que disputa los modos y las normas establecidas. Consideramos, entonces, que aquello que emparenta estos acontecimientos es el ejercicio de la crítica en tanto práctica de libertad, la cual se enmaraña con la construcción de mundos, saberes y subjetivaciones heterogéneas, codificando prácticas de vida colectiva, en la fisura – ¿rebasamiento? – del capitalismo y los modos de gobierno y organización- homogénea y – universalizada – codificada en los Estados.

 

Autogobierno: una experiencia política y ético-estética

En relación con lo esbozado, nos detenemos en el ejercicio de construcción de algunos procesos que marcan lo que el zapatismo llama autonomías, señalando que: «no hay un libro donde nos guiemos cómo hacer la autonomía en nuestro gobierno, no hay un libro que nos dirija, vamos aprendiendo con el trabajo» (EZLN 2013a, 7)

 Así, en la consolidación de su proyecto político, el zapatismo especifica algunos ejes que nombran como resistencia autonómica (EZLN, 2013b), los cuales sostienen el ejercicio del gobierno autónomo en los diferentes territorios, cuyas marcas se materializan en ellos. Por ejemplo: justicia autónoma, educación rebelde, economía rebelde y autónoma, salud rebelde, la autonomía de las mujeres, entre otras. Por cuestiones de extensión, nos detendremos en el proceso de organización político-comunitaria y de gobierno, con resonancias de algunos elementos propios de la economía, mientras que identificamos algunos procesos estéticos, en sentido de formas que va cobrando la libertad en su ejercicio autonómico e histórico territorial.

En tal sentido, la cosmovisión orgánica y seminal (Kusch 2000, 483-489) de los pueblos indígenas atraviesa y se conjuga con las lógicas de gobierno y organización. Así, el EZLN se codifica en torno de formas de organización y gobierno comunitarios mediante un tejido de decisiones colectivas y participativas, en un entramado de conocimientos y saberes ancestrales. De este modo, el EZLN instala, a lo largo de su historia, procesos políticos promoviendo el autogobierno, la justicia restaurativa y la resolución de conflictos mediante el diálogo rebelde. Las redes con formas de caracol –espiralado y en un permanente final y recomienzo– entrelazan la heterogeneidad de culturas indígenas que se nuclean en el zapatismo y, con ello, las diferentes cosmovisiones de los pueblos sustentos en el respeto por la multiplicidad de modos de vida, la autonomía cultural y el fortalecimiento de pertenencia a la tierra.

Lo antedicho se manifiesta en una práctica de buen gobierno comunal y rotativo, que, en lugar de proponer un gobierno centralizado y jerárquico, promueve un ejercicio del poder organizado, parafraseando al EZLN, «desde abajo a la izquierda y por sobre la tierra», en el cual son las propias comunidades las que toman las decisiones que afectan sus  vidas.

En este proceso movedizo de recreación interna, es en noviembre de 2023, cuando el Subcomandante Moisés da a conocer reorganización del gobierno autónomo zapatista (Subcomandante Insurgente Moisés 2023). En dicha reconstrucción se reemplazarían los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y las Juntas del Buen Gobierno (JBG). Resultando dicha modificación un proceso que, por conflictos vinculados con procesos de corrupción, invasión y avance del narcotráfico, se pensó desde hace diez años, siendo los últimos tres de planificación para la implementación práctica, esto es en base a los lineamientos éticos y políticos del buen gobierno, en tanto:

 

Se ha reorganizado la estructura y disposición del EZLN de modo de aumentar la defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones, ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza, ocupaciones militares parciales o totales, catástrofes naturales y guerras nucleares.  Nos hemos preparado para que sobrevivan nuestros pueblos, incluso aislados unos de otros.  (Subcomandante Insurgente Moisés 2023).

 

En tal sentido, de ahora en más la organización política tiene como base principal el Gobierno Autónomo Local (GAL), el cual será el núcleo de toda autonomía, y se encontraría dirigido por la asamblea de la colonia, barrio, paraje, comunidad, ranchería, pueblo, o el nombre que adopte cada colectivo. Esta estructura base controla los recursos autónomos que permiten su organización, como así también la relación con les vecines no-zapatistas. Siguiendo las problemáticas y necesidades existentes, diversos GAL se reúnen conformando Colectivos de Gobierno Autónomo Zapatista (CGAZ), quienes se encargarían de tratar las situaciones vinculadas a la salud, la educación, la agroecología, la justicia, el comercio, como así también cualquier otro conflicto que necesite de atención. Los CGAZ están divididos por áreas o regiones, y les coordinadores de estas se encargan de convocar las asambleas y procurar que se cumpla lo que solicitan los GAL. Esta modificación ocasiona que: «donde antes habían 12 Juntas de Buen Gobierno, ahora habrá centenares». (Subcomandante Insurgente Moisés 2023).

También se introducen las Asambleas de Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas (ACGAZ), las cuales no tienen autoridad, sino que convocan y presiden las asambleas de cada zona, siendo que esto será necesario cuando un GAL o un CGAZ realice peticiones. Si bien las asambleas tienen su sede en los caracoles, constituyen una reunión móvil, puesto que son herramientas de la cual disponen las personas. Creemos interesante destacar que la nueva organización trasladó la conducción de las JBG y MAREZ a los GAL, mientras que colocó a los CGAZ y las ACGAZ al servicio de las necesidades y pedidos de estos Gobiernos. Esto quiere decir que la práctica de organización depende de los GAL, y las demás colectividades existentes deben atender a las necesidades del pueblo y las comunidades. 

Este proceso de recreación zapatista nos permite comprender la singularidad que inspira el mandar-obedeciendo, como principio de vinculación con lo que Clastres llama jefaturas, en este caso rotativas. Mientras que la imagen del Caracol deja ver en el proceso organizativo zapatista, la apuesta por un permanente recomenzar, ampliando las bases comunales, en tanto se trata:

 

(…) de crear con las comunidades, por las comunidades y para las comunidades, organizaciones de resistencia que desde ahora formen mallas a la vez articuladas, coordinadas y autogobernadas que les permitan mejorar su capacidad de contribuir a que otro mundo sea posible (González Casanova 2003, 17).

 

De este modo, la organización política se enreda con lineamientos que hacen a la ética y a la estética zapatista, manifiestos en los Siete Principios Zapatistas: 1) Servir y no servirse; 2) Representar y no suplantar; 3) Construir y no destruir; 4) Obedecer y no mandar; 5) Proponer y no imponer; 6) Convencer y no vencer; 7) Bajar y no subir.

Pues, dichas técnicas –modos de hacer y estar siendo - de autogobierno configuran los procesos individuales y colectivos de organización y lucha del EZLN, en tanto dan forma y transforman la subjetividad territorial y comunal, reunida en el ejercicio de la política de la vida orientada hacia “construir un mundo en el que quepan muchos mundos”, bajo el lema: «para todos la luz, para todos todo» (Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del EZLN 1996). En este sentido, el ejercicio del poder se vincula, no con la confección de órdenes que el pueblo debe seguir, en tanto voluntades racionales capaces de ceder parte de su libertad a cambio de seguridad y libertades ficticias, sino a la producción creativa de formas de vida configuradas en la permanente problematización de los modos de ser gobernades y la recreación de experiencias de autogobierno disímiles.

Por su parte, los procesos de organización comunitaria se entrelazan con la economía rebelde, la misma resulta de mecanismos que permiten el autoabastecimiento y autofinanciamiento. Tales como:  el cobro de impuestos sobre las ventas de las cooperativas al exterior del territorio zapatista y del país. Siendo los trabajos colectivos los que financian la mayoría de los servicios públicos autónomos en las comunidades, a través de estos las familias dan horas de trabajo para la: mantención de la escuela y sus promotores de educación, la clínica autónoma con sus promotores de salud, las farmacias de cada Caracol, etc., y también los hay para financiar al ejército zapatista como tal. Respecto del trabajo rural comunitario, tienen rebaños colectivos de ganado, que representan una acumulación colectiva. De igual manera, funciona como un seguro colectivo para la comunidad, por ejemplo, ante siniestros. A su vez dicha economía se ve atravesada por discusiones en torno del buen uso del territorio y el cuidado de la madre tierra, como, por ejemplo, la agroecología (Pinheiro Barbosa y Michael Rosset 2023, 120-122)[26].

Por último, en este proceso de resistir y re-existir, consideramos que la interrelación entre el proceso autonómico de la política, la subjetivación colectiva de la ética y la forma que la libertad cobra en tanto estética, se materializa en el símbolo del pasamontaña. En sus inicios, no todas las personas integrantes del EZLN usaban pasamontañas, pero, conforme éstos se consideraron elementos distintivos, su uso se generalizó. Pues, esconder el rostro permitió su visibilidad en el mundo también enmascarado, mientras que acuña un rostro comunal en el trazo de la historia sin rostro de los pueblos: «Detrás de nuestro rostro negro, detrás de nuestra voz armada, detrás de nuestro innombrable nombre, detrás de los nosotros que ustedes ven estamos ustedes» (EZLN 1997, 25).

A su vez, todas estas estrategias, procedimientos, procesos, técnicas y tecnologías de autogobierno también se reflejan en las pinturas zapatistas y en los relatos poéticos del movimiento, haciendo de la política por la vida una estética de la existencia cuya reflexividad, en los márgenes de la historia efectiva, la instala como una ética.

Por tanto, la autonomía no resulta simplemente un ejercicio de rebeldía contra el Estado, sino contra ciertos modos de ejercer el poder, que, si bien encuentran su principal estabilización y codificación en los Estados, se dispersan en los vaivenes monstruosos de la Hidra. Así, este ejercicio de autogobierno colectivo resulta un proceso de recreación permanente y disímil de relación y afirmación de cuestiones como: la lengua, la cultura, la organización, la alimentación y también el modo de mostrarse-dejarse ver al mundo.

 

Reflexiones finales: esbozos

Por tanto, y a modo de reflexión final, en el presente escrito hemos pretendido apenas esbozar una grilla analítica que nos permita una proximidad en torno de como el EZLN problematiza los modos de ser gobernades, ante todo por los programas dispuestos en los trazos de la hidra capitalista y sus variantes neoliberales. Pues, dichas prácticas y lógicas de gobierno fundamentan su accionar en la desigualdad, la explotación y la marginalización de ciertos sectores de la población a los que denomina como improductivos y, por ende, no deseados. Entre medio y en los horizontes, el EZLN desarrolla experiencias de conducción - de conductas y territorios- en la capilaridad micropolítica, que denominan «de abajo, a la izquierda y sobre la tierra», a partir de lo cual consideramos que se configuran, en la resonancia clastreana, como comunidades que se diferencian de las disposiciones ontológico-políticas dispuestas por los gobiernos codificados, ante todo, en el Estado. Puesto que, en el ejercicio de la libertad que cobra formas heterogéneas de subjetivación colectiva, el zapatismo pone límites a las lógicas universales y homogéneas de gobierno afirmando, entre una ética y una estética de la existencia la creación de: mundos en los que quepan todas las personas.

En tal sentido, consideramos que la grilla analítica apenas esbozada realiza aportes para pensar las relaciones de poder, gobierno y resistencia de un modo singular, heterogéneo y siempre abierto. Posibilitando un análisis de los procesos de producción autónoma y territorial de las subjetividades individuales o colectivas, en tanto los mismos no quedan sujetos a revoluciones molares (aunque no las excluyen), sino que se configuran en relaciones estratégicas entre libertades, poniendo límites a ciertos modos de ejercer el poder y minimizando, de este modo, las diversas prácticas de dominación. En tal sentido, dicha grilla nos aproxima a las experiencias de autogobierno como ejercicios de la política que remiten a la transformación y afirmación creativa -ética y estética- del nosotres comunal y colectivo, abajo, a la izquierda y sobre la tierra.

 

Contribución de las personas autoras: María Cora Paulizzi. Revisión/análisis de bibliografía, edición del borrador del artículo, redacción del escrito y aprobación de la versión final del trabajo. Juan Alexander Peralta. Revisión/análisis de bibliografía, corrección de referencias bibliográficas, redacción del escrito y aprobación de la versión final del trabajo.

Apoyo financiero: Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH) || Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) || Universidad Nacional de Salta (UNSa)

 

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[1] Se utilizará la referencia al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) como al Zapatismo de modo indistinto.

[2] La heterogeneidad nunca es un principio de exclusión, en tanto jamás impide la coexistencia. Es justamente ahí y en ese tipo de análisis donde se hace valer una lógica que no sea dialéctica, Pues la lógica dialéctica es una lógica que hace intervenir términos contradictorios en el elemento de lo homogéneo. Foucault nos propone sustituir esta lógica de la dialéctica por lo que llamará una lógica de la estrategia, la cual: no hace valer términos contradictorios en un elemento de lo homogéneo que promete su resolución en una unidad. La función de esa lógica de la estrategia es establecer las conexiones posibles entre términos dispares y que siguen dispares, en tanto es la lógica de la conexión de lo heterogéneo y no la lógica de la homogeneización de lo contradictorio (Foucault 2007, 62).

[3] Cabe mencionar el basto corpus de antecedentes sobre el zapatismo, entre los cuales recuperamos: Le Bot 1997; López Barcenas 1998; Sánchez 1998; Vázquez Montalbán 1999; González Casanova 2003; Diez 2008; Esteva, Gutiérrez, Diana y Ragazzini 2014; Schulz 2014; Baschet 2018; Pinheiro Barbosa y Rosset 2023, entre otros.

[4] Luego de embeberse en los debates que van desde el positivismo al estructuralismo, Foucault se sumerge en la genealogía nietzscheana como recurso para escapar a los problemas de la solidaridad social durkheimiana y a las dificultades que el cambio histórico le presentaba a las explicaciones de Lévi-Strauss, Foucault señala que su interés no radica en las divisorias sociales y la integración, en tanto cuenta con las discontinuidades genealógicas para dar otra clave de inteligibilidad a lo que la etnología consideraba como el “inconsciente social” que las estructuras buscaban relevar. Pero, sobre todo, procura romper con la concepción de poder que había sustentado las investigaciones de ese segmento de las ciencias humanas francesas, y en ese proceso recupera los trabajos de Clastres, donde ve aparecer, toda una nueva concepción del poder como tecnología (Foucault 2014, 52-3)

[5] No podemos perder de vista las diversas tramas de investigación y antecedentes que desandan el surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales desde la acción colectiva, los ciclos de acción y repertorios de acción (Tarrow 2009), protesta social (Auyero 2002; Schuster, Naishtat, Nardacchione, Pereyra 2005); analíticas en torno de los movimientos sociales a partir de una reconfiguración de la clase trabajadora (Svampa 2010; Bonifacio 2011; Murillo y Seoane 2012; Giarracca 2001; Wahren 2011). También recuperamos algunos debates de perfil sociológico, referidos a las experiencias para la emancipación social, el autogobierno, la autonomía, el EZLN, (Makaran, López y Wahren 2019; Zibechi 2003).

[6] Es una práctica que se le adjudica al Estado y sus instituciones, en el proceso de construir la identidad de toda una población, desde un punto superior-trascendente.

[7]  Es en función de dichos lineamientos señalados que nos valemos de ciertas recepciones y estudios, y no de otros. Consideramos, por tanto, que la ausencia de alguna noción, concepto o recorrido teórico no remiten a su devaluación analítica. Por el contrario, amplían y despliegan miradas posibles y caminos bifurcados para enriquecernos, en los avatares de nuestro pensar y sus reinventivas.

[8] Como precaución de método nos guían las palabras de El Capitán (2023), respecto a no hacer «el ridículo pretendiendo explicar el zapatismo», tras lo cual nos aproximamos al zapatismo desde perspectivas nativas y no hegemónicas.

[9] También fueron ocupados los municipios, como Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, entre otros.

[10]Se trata de las comunidades indígenas tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles, zoques y mames, ubicadas en la zona de Los Altos, Las Cañadas y el norte de Chiapas, que son la base social del EZLN, pero no forman parte de su estructura militar. Con respecto a la formación del EZLN, el Subcomandante Marcos señala tres vertientes: «un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y el movimiento to indígena de la Selva» (Le Bot, 1997, p. 52).

[11] Resaltados nuestros

[12] El resaltado es nuestro. Pues, en la mitología griega, la Hidra de Lerna era un monstruo del inframundo con forma de serpiente de múltiples cabezas. El EZLN sostiene que “la Hidra capitalista todos los días, a todas horas, en todos los rincones del planeta, se yergue de nuevo, rejuvenecida y hambrienta. Muerde, deglute y vomita”. Y vuelve a repetir el ciclo, pero con un nuevo rostro.

[13] El Subcomandante Marcos deja de ser Marcos para ser Galeano, la muerte manifiesta el proceso de recreación constante de las jefaturas colectivas.

[14] En aquel momento gran parte de la tierra estaba en manos de los terratenientes españoles y de la Iglesia Católica.

[15] El EZLN lleva la marca de Emiliano Zapata, ante todo en su nombre (zapatistas), también lo hace en el gesto que conlleva el pañuelo rojo atado en el cuello (el “paliacate” zapatista). En tanto, Zapata utilizaba en su ropa de charro mexicano un pañuelo rojo, que se manifestó e instaló como el símbolo de diferenciación e identificación del ejército por él comandado en épocas de la Revolución. El pañuelo es símbolo de lucha, de libertad y de diferenciación.

[16] Revolución Interrumpida (Guilly 1971), en tanto varias de sus propuestas fueron incumplidas, entre ellas una reforma agraria integral en favor de las poblaciones campesinas e indígenas, tanto en el norte como el sur del país y, con una mayor presencia, en el centro de México.

[17] Durante los años 60’ y 70’, los pueblos nativos comenzaron a ser desplazados de sus tierras por el llamado desarrollo agrícola, cuestión que generó numerosas disputas.

[18] Las citas textuales recuperadas de la página web oficial de EZLN: Enlace zapatista, son citadas con el nombre de autoría del relato/escrito, volcando las referencias detalladas en la bibliografía final.

[19] A esta marcha le siguen muchas otras, en tanto resultan varias loas momentos en que el EZLN ha respondido a declaraciones (o acciones) varias, con silencio. Pues, el silencio es recuperado por la resistencia y reexistencia zapatista en sus varios usos y modos, así como lo es la palabra. En tanto, entre varias otras cuestiones, el silencio señala que hay varias cuestiones que no tienen respuesta y merecen la afirmación singular del tejido comunal.

[20] Cabe aclarar que las declaraciones de la selva Lacandona son las herramientas que el EZLN produce para dar difusión a su palabra y planteamientos. Hasta el momento existen seis Declaraciones (1994a, 199b, 1995, 1996, 1998, 2005), y en líneas generales abordan la defensa de derechos colectivos e individuales de los pueblos nativos, la construcción de una nueva organización política basada en la democracia, la libertad y la justicia, como así también la realización de llamados para tejer redes de resistencia a nivel territorial y global.

[21] Los acuerdos de San Andrés Larráinzar son un conjunto de convenios firmados en el año 1996 entre el gobierno de Estado de México y el EZLN con el objetivo de buscar la resolución al conflicto armado en Chiapas y abordar las demandas del movimiento en relación con las necesidades de los pueblos originarios, la justicia, la autonomía y la participación política.

[22] Estos convenios no fueron cumplidos, por lo que las demandas y promesas de respuestas solamente quedaron en la letra escrita, incrementando las tensiones entre el EZLN y el gobierno de Estado Mexicano.

[23] La matanza de Acteal fue un ataque paramilitar en contra de una comunidad nativa que buscaba su independencia y que tuvo un resultado de 45 personas muertas y 26 indígenas, en donde no hubo detenidos ni investigaciones por parte de las autoridades mexicanas.

[24] En la actualidad, el EZLN, y diferentes comunidades y pueblos indígenas del sureste mexicano, sufren un asedio constante desde diferentes frentes.

[25] El EZLN utiliza el lenguaje no sexista e inclusivo incorporando la finalización “oa”, en los pronombres o palabras, por ejemplo: elloas, soloas, nosotroas, etc.

[26] Otro de los más relevantes procesos autonómicos de resonancia mundial está siendo el lugar y afirmación de las mujeres en el movimiento, en tanto sus cuerpos como campos de disputa y también de guerra, así como su lugar en los espacios de mando y organización, han sido cuestiones, recreados y transformados al largo de la historia. De hecho, durante el I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, se reconoció al patriarcado como fundamento del neoliberalismo y de la expropiación territorial impulsada por el capital transnacional en la ofensiva contra sus territorios. Las zapatistas enfatizaron la urgencia de comprender las raíces históricas de la opresión patriarcal y de situar el género como una categoría central a ser incorporar en la lucha anticapitalista (EZLN, 1996). Es menester apenas nombrar la Ley Revolucionaria de Mujeres fue la primera ley del Sistema de Justicia Autónoma Zapatista (Pinheiro Barbosa y Michael Rosset 2023, 52-53).