Las experiencias de autogobierno Zapatistas:
esbozo de una grilla analítica
Zapatista
Self-Government Experiences:
Outline
of an Analytical Grid
María Cora Paulizzi
ICSOH-CONICET-UNSa-Argentina
https://orcid.org/0009-0008-7178-2528
Juan Alexander Peralta
ICSOH-CONICET-UNSa-Argentina
alexander_peralta96@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0009-4903-7465
Fecha
de recepción: 13 de febrero del 2025
Fecha
de aceptación: 23 de junio
del 2025
Cómo citar:
Cora, Paulizzi María y Peralta
Juan Alexander. 2026. Las experiencias de autogobierno Zapatistas: esbozo de una
grilla analítica. Revista Reflexiones. 105 (2). DOI
10.15517/rr.v105i2.63982
Resumen
Introducción:
El presente artículo
aborda el zapatismo a partir de sus experiencias de autogobierno, como
correlaciones históricas entre saber, poder y subjetividad (1994-2023). Motiva
un ejercicio crítico de pensamiento que permita analizar los procesos de
organización colectiva y lucha zapatista desde una perspectiva de gubernamentalidad sugerida por Foucault, entrelazada con
las referencias etnológicas de la mano de Clastres, así como las
recepciones que de ello realiza Viveiros de Castro, en tanto, permite pensar el
poder como tecnología, en un ejercicio colectivo de la crítica.
Objetivo: Enmarcado en la filosofía política
contemporánea, el presente artículo pretende esbozar una grilla analítica que,
desde una concepción estratégica del poder, permita abordar
las experiencias heterogéneas y de autogobierno del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, desde una perspectiva crítica y de gubernamentalidad.
Método:
El método entrelaza elementos cualitativos de análisis mediante un rastreo
genealógico de la historia efectiva del EZLN. A partir de lo cual es posible
identificar las procedencias, las marcas de la historia y los múltiples
comienzos que entre continuas discontinuidades configuran la organización
colectiva. Para esto, se recuperan archivos históricos y textos prácticos de la
organización utilizando como fuentes, ante todo la página web oficial y los
documentos escritos en los cuales se reflejan las reflexiones de los llamados
voceros zapatistas.
Resultado: Esbozar una grilla analítica que
permita ampliar y diversificar la proximidad de análisis en torno del
zapatismo, en los trazos de su historia efectiva. Para lo cual se hace hincapié
en la red de relaciones –políticas, éticas y estéticas, que configuran las
experiencias de autogobierno–situadas, colectivas y en movimiento y de ese modo
marcan la singularidad diferencial de dicho proceso.
Conclusión: El zapatismo, en el ejercicio de la
libertad que cobra formas heterogéneas de subjetivación colectiva, pone límites
a las lógicas universales de gobierno,
afirmando, entre una ética y una estética de la existencia,
la creación de mundos en los que
quepan muchos mundos.
Palabras Claves: Gubernamentalidad,
Crítica, Autogobierno, Experiencia, Estado.
Abstract
Introduction: This
article addresses zapatismo through its experiences
of self-governance, as historical correlations between knowledge, power, and
subjectivity (1994-2023). It encourages a critical exercise of thought that
allows for the analysis of the processes of collective organization and zapatista struggle from a perspective of governmentality
suggested by Foucault, intertwined with the ethnological references of Clastres, as well as the receptions of this by Viveiros de
Castro, allowing us to think of power as technology, in a collective exercise
of criticism.
Objective: Framed in contemporary political philosophy, this
article aims to outline an analytical framework that, from a strategic
conception of power, allows for addressing the heterogeneous experiences and
self-governance of the Zapatista National Liberation Army from a critical
perspective of governmentality.
Method:
The method intertwines qualitative elements of analysis through a genealogical
tracing of the effective history of the EZLN. From this, it is possible to
identify the origins, the marks of history, and the multiple beginnings that
configure the collective organization amidst continuous discontinuities. For
this, historical archives and practical texts of the organization are
retrieved, primarily using the official website and the written documents that
reflect the reflections of the so-called Zapatista spokespeople as sources.
Result: Outline an analytical framework that allows for the expansion and
diversification of the analysis regarding Zapatismo, in the contours of its
effective history. To this end, emphasis is placed on the network of
relationships –political, ethical, and aesthetic– that shape the experiences of
self-governance –situated, collective, and in motion– and thus mark the
differential uniqueness of this process.
Conclusion: Zapatismo,
in the exercise of freedom that takes heterogeneous forms of collective
subjectivation, places limits on universal logics of governance, affirming,
between an ethics and an aesthetics of existence, the creation of worlds in
which many worlds can fit.
Keywords:
Governmentality, Criticism, Self-government, Experience, State.
Introducción
Esbozo de una grilla analítica: a modo de introducción
El presente artículo se enmarca en la filosofía política
contemporánea, teniendo como objetivo esbozar una grilla analítica que permita
abordar las experiencias heterogéneas y de
autogobierno del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, de ahora en
más)[1]. En tanto las nociones de experiencia y de
heterogeneidad permiten revisar ciertas dicotomizaciones,
desde una analítica estratégica del poder y no dialéctica[2], como uno de nuestros principales
aportes[3].
Así, acorde a la perspectiva crítica y de gubernamentalidad sugerida por Foucault,
se entiende por experiencias la correlación histórica entre las formas de un
saber, las matrices normativas de comportamiento y los modos de existencia
virtuales para sujetos posibles (2008, 2010, 2014). Esto se conjuga, a su vez,
con el proceso que gira en torno de las experiencias personales en las que el
sujeto se transforma, así como aquellos elementos que, de modo impersonal,
permiten captar las condiciones de posibilidad de una experiencia. También el
concepto de sociedad contra el Estado instalado por Pierre Clastres (1978, 1987) y las
recepciones que de ello realiza Viveiros de Castro (2013) nutren este trabajo,
en tanto nos permiten pensar el poder como tecnología, en un ejercicio
colectivo de crítica. Pues, el poder como tecnología parte de su impronta
procesual, positiva, situada, reflexiva y productiva: «…Se trata siempre de formas locales, regionales
de poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y
técnica. Todas estas formas de poder son heterogéneas». (Foucault 2014, 52)[4].
Así, para
comprender el modo en el que las experiencias se articulas recurrimos a la
noción de crítica que Foucault recupera de Kant, en el ejercicio de una
ontología del presente, pues se trata de una actitud histórico-crítica que
consiste, tanto en un análisis histórico de
aquello que somos, o mejor aún que hemos llegado a ser, como en un ejercicio,
parafraseando a Foucault (1996), de transgresión de esos límites, así como en
relación con la gubernamentalidad, dicha actitud
remite a: «…decir
que no a ciertos modos de ser gobernados»
(Foucault 2018, 49). Comprendemos, que la noción de gobierno en los tramos de
la grilla analítica, nos otorga la perspectiva foucaultiana en torno de la gubernamentalidad
(Foucault 2007), la cual se despliega como un campo estratégico de relaciones
de poder, como: «…acciones
sobre acciones posibles» (Foucault 2001, 15) y se dirige a conducir, incitar e
inducir la conducta de les otres y de sí misme. El poder como gobierno se
ejerce en el trazo de relaciones estratégicas siempre reversibles, abriendo un
campo relacional en el que pueden emerger respuestas, reacciones y posibles
invenciones que limiten, revuelvan y desarticulen las relaciones de poder.
Puesto que, el gobierno se ejerce: «únicamente sobre sujetos libres y sólo en la
medida en que son libres» (Foucault 1988, 15).
En tal
sentido, la apuesta a la libertad pensada en las relaciones de poder al modo de
gobierno tiene como finalidad minimizar el ejercicio de la dominación y
tornarlo poroso (Castro Orellana 2008). Por tanto, el ejercicio de la política
remite a defender, reafirmar y reinventar el ámbito donde el sujeto ejerce
transformaciones sobre sí mismo y sobre el universo relacional, lo cual
presenta, parafraseando a Foucault (1987) una ética del cuidado de la libertad.
El individuo habita una situación estratégica en la que las relaciones de poder
y la rebeldía de la libertad no pueden separarse (Foucault 2001), lo cual
permite pensar el ejercicio necesario de la lucha y la desindividuación
como acto político. En este juego, entonces, un elemento central es el de las
resistencias que, en el ejercicio
ético de dar formas a la libertad y bajo su efecto obliga a cambiar a las
relaciones de poder (Foucault 1994, 423).
De esta
manera, las experiencias criticas resultan un modo de poner en juego una politicidad, que radica en políticas experimentales
vinculadas con la creación de formas de vida. A partir de lo cual sostenemos,
que las experiencias de autogobierno zapatistas se tejen en una triple relación
entre política, ética y estética – de la existencia -, a partir de un ejercicio
que implica, simultáneamente, un límite a los modos de ser gobernades y un
proceso de afirmación colectiva, creativa y disímil de organización, gobierno y
subjetivación[5].
En
consecuencia, lo que llamamos autogobierno, remite a procesos de subjetivación
autónoma, mediante los cuales los sujetos se constituyen a sí mismos y en
cuanto
Dicha grilla
analítica se enriquece con elementos provenientes del pensamiento etnológico de
la mano de Pierre Clastres, sus resonancias en Viveiros de
Castro, lo que Foucault advierte en el etnólogo es una forma diferente de
entender las relaciones de poder, cuestión que tornaba singular su trabajo con
las comunidades amazónicas. Así, la expresión sociedad contra el Estado
atraviesa las diversas investigaciones de Clastres,
resultando muy compleja en su composición. Siguiendo los aportes de Grüner (2007) pensamos esta noción subdividiéndola en tres
instancias: en primer lugar, la sociedad contra el Estado no se ancla en una
economía de la escasez (como se había
señalado hasta ese entonces), sino que goza de una economía de la abundancia.
Esto es presentado por Clastres (1978, 72),
apoyándose en el antropólogo norteamericano Marshall Sahlins,
estableciendo que la misma está en contra de la producción de excedente, ya que
únicamente construye lo necesario para vivir, no porque no pueda, sino porque
enfáticamente no quiere hacerlo en tanto decisión política, acción que también
previene la división del cuerpo social al evitar que un grupo se apropie de
este sobrante.
En segundo
lugar, estas sociedades detentan la lógica política que impide la emergencia de
un poder como el ejercido en y desde el Estado, y esto en torno de preservar la
igualdad y su carácter de totalmente indivisas (Clastres 1978, 179). En tercer lugar,
la guerra es la estructura de la sociedad contra el Estado, la cual al
presentarse en contraste con la aparición de un otro (no-pariente, extranjero o
enemigo), define y solidifica la identidad de un nosotros como sociedad
autónoma e indivisa. Las guerras en las sociedades amazónicas se dan para que
se produzca una autoafirmación a través de una diferenciación inmanente (Clastres 1987, 200), debido a que ésta crea una
diversificación que permite afirmar una subjetividad sin producir jerarquías[6].
Consideramos
que estos aportes enriquecen nuestra perspectiva, ya que Clastres
indica que existen otros devenires en el ejercicio del poder. En tanto, el
etnólogo se aleja de cualquier explicación prohibitiva del mismo para atender a
las producciones concretas y positivas de su efecto. En tal sentido, más que
una aplicación de esta perspectiva a una analítica en torno del EZLN, nos interesa marcar el gesto clastreano
que emerge en relación con las lógicas de conducción de conductas en el
colectivo que hace al zapatismo, en tanto nos permite tomar distancia de una
consideración universalista y homogénea de las sociedades. Pues, las
investigaciones de Clastres realizadas en los pueblos
amazónicos, evidencian que existen múltiples formas de organizar una comunidad,
entre seres humanos y no humanos como indica Viveiros de Castro (2013) desde el
perspectivismo, el cual: «…afirma
la multiplicidad radical del mundo, su insumisión a cualquier forma de
monarquía ontológica, que es lo que el Estado es». (Viveiros de Castro 2013, 174).
Pensamos que
este fragmento de Viveiros de Castro opera como un complemento que enriquece
nuestro análisis, ya que el perspectivismo resulta la forma de percibir el
mundo que tienen las comunidades nativas. Plantean que existe una consideración
horizontal en la vinculación de los diversos seres que habitan dicho mundo. En
tal sentido, es posible esbozar una ontología horizontal (y anarquista), que da
cuenta del modo de vida de ciertas comunidades nativas de América (Viveiros de
Castro 2013). De este modo, el perspectivismo es definido como un contra el
Estado” en resonancia clastreana, ya que el Estado se
presentaría como una monarquía ontológica, lo que quiere decir que todo aquel
proceso organizativo que no se asemeje, subsuma o amolde a él será rechazado.
Acorde a
dicha grilla analítica, entonces, pensar las experiencias de autogobierno
Zapatistas en lo que consideramos un vínculo dinámico entre política, ética y
estética, nos permite adentrarnos en la intensificación de los espacios, las
posibilidades y las alternativas de acción, en una red de experiencia
históricas y de vida, en relación con instancias de normalización y focos de
resistencias[7].
Esta red de
relaciones heterogéneas y estratégicas será abordada, en
torno de un abordaje metodológico cualitativo[8],
anclado ante todo en una investigación histórico-genealógica de las prácticas y
los saberes (Foucault 2000: 144). Esto implica preguntar por las condiciones de
emergencia de experiencias, conceptos, dispositivos y prácticas; esto es, por
el campo de fuerzas en el que ocurre el movimiento de golpe, a partir de lo
cual ellos devienen visibles (Foucault 2004: 47-8).
No interesará, entonces, reconstruir relatos lineales
que nos devuelven la coherencia de un objeto, sino por el contrario dispersar
el espacio de su dispersión (Grondona 2012), a partir de lo cual en nuestro
trabajo agudizamos la mirada que distingue, distribuye y deja actuar el juego
de la heterogeneidad estratégica de lógicas y prácticas. En tal sentido, recuperamos
diferentes textos prácticos (Foucault 2008), que se legitiman como operadores,
permitiendo a los sujetos interrogarse sobre su propia conducta, velar por ella
y darse forma a sí mismos. Nos referimos
tanto a documento históricos, como a diferentes elementos -escritos,
audiovisuales, etc.- cuya fuente es, ante todo, la página web de la
organización, así como a documentos escritos por el EZLN, puntualizando,
principalmente, en la comunicación de los llamados voceros, en respeto de la
breve extensión del presente artículo.
Procedencias y comienzos: mundos disparatados
En la apuesta genealógica por
recorrer, parafraseando a Nietzsche, los hilos disparatados de la historia,
recuperamos a continuación algunos acontecimiento y procesos históricos que han
marcado los comienzos y afirmaciones colectivas y creativas del zapatismo.
El Ejército Zapatista de Liberación
Nacional se constituye como tal el 17 de noviembre de 1983, en las montañas del
Sureste mexicano, 90 km hacia el este, tierra adentro de la Selva Lacandona.
Sin embargo, es en la madrugada del 1 de enero de 1994, cuando realiza su
aparición pública, como ejército y movimiento que se levanta en armas, mediante
una masiva ocupación, ante todo de la ciudad de San Cristóbal de las Casas[9].
Ello lo realiza denunciando la opresión, marginación, saqueo y olvido, que
históricamente sufren, ante todo los pueblos indígenas y campesinos.
Así,
siguiendo Diez (2008) es posible sostener que el
EZLN se instala como una organización político-militar con amplia base popular
cuya estructura resulta, en sus inicios subordinada a la dirigencia del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG). El CCRI-CG
surgió, durante los últimos años de preparación clandestina previos al
alzamiento de 1994 como espacio de enlace entre la dirección de la estructura
militar del EZLN y los espacios comunales[10].
A lo largo de los años, este vínculo entre ejército y movimiento traslada el
tejido de la guerra armada a la palabra, sin dejar de anclar en la disciplina –
militar – el proceso de organización de la lucha y subjetividades, que trazan
la vida en comunidad.
En
tal sentido, acorde a nuestra grilla analítica en la clave sugerida por Clastres, la guerra puede ser considerada como un modo de
autoafirmación de la singularidad y colectividad. Es decir, del nosotros que se
constituye y sostiene en la diferencia como movimiento. Así, el EZLN emerge en
pie de guerra, para afirmar y sostener su diferencia como espacio indígena
colectivo territorial e históricamente vivo, contra la muerte y lo que luego, en
relación con la organización comunitaria, se enuncia el mal gobierno.
Así, se
presenta el EZLN en el comienzo del Primer Encuentro Intercontinental por la
Humanidad y contra el Neoliberalismo (La Primera Intergaláctica):
Durante 10 años
estuvimos viviendo en estas montañas preparándonos para hacer una guerra.
Dentro de estas montañas construimos un ejército.
Abajo en las ciudades y
en las haciendas, nosotros no existíamos.
(…) Entonces, nos
fuimos a la montaña para buscarnos bien y para ver si encontramos alivios para
nuestro dolor de ser piedras y plantas olvidadas (EZLN 1997, 23).
Por su
parte, la emergencia pública del EZLN se realiza en y entre un
conjunto de condiciones políticas, económicas y sociales que tejían un México
anclado en acuerdos con Organismos
He aquí
resonancias del gesto clastreano enmarcado en su
afirmación de “sociedades contra el Estado”, esto es espacios colectivos
organizados de modos disimiles a los dispuestos por la homogeneización y
universalización estatal, cuando el zapatismo se constituye ante la avanzada
neoliberal y lo que llaman la hidra
capitalista[12].
Ante esto, el por entonces Subcomandante Marcos[13]
nos decía:
Que
las diferentes bolsas que han estado aisladas y olvidadas están luchando por
abrirse, (…) para que nosotros podamos construir eso pensamos que había que
replantear el problema del poder, no repetir la fórmula de que para cambiar al
mundo es necesario tomar el poder y, que ya en el poder entonces si lo vamos a
organizar como mejor le conviene al mundo, es decir como mejor me conviene a mí
que estoy en el poder. Hemos pensado que si
concebíamos un cambio de premisa de ver el poder, el problema del poder, planteando
que no queríamos tomarlo, esto iba a producir otra forma de hacer política y
otro tipo de político (EZLN 1997, 67-68).
En tal
sentido, y en clave de gubernamentalidad, otro modo
de ejercer el poder implica modos diferentes de hacer política e instala modos
disímiles de vida. Pues, la política en su tejido comunitario y múltiple se
realiza en torno de procesos de subjetivación colectiva, que recrean lo
dispuesto en el dinámico ejercicio que implica darle formas creativas a la
libertad. De este modo, el zapatismo se configuraba y configura,
en constante movimiento y recreación, siendo justamente este elemento dinámico
uno de sus sellos distintivos, entre y frente a las lógicas hegemónicas y
universales/universalistas dispuestas por el capitalismo (hidra) y su expresión
en los espacios instituidos de gobierno.
Ahora bien,
la historia efectiva que hace a la emergencia del zapatismo tiene marcas de comienzos
múltiples, pues no se reduce a 1994, en tanto a lo largo de la historia de
México se evidencia una colonización territorial, anclada por ejemplo en el
proceso de repartición de la tierra en la época de las independencias en
Latinoamérica, como también el devenir de la construcción de la República
mexicana (Sánchez 1998)[14].
Así, para el EZLN la reivindicación de los pueblos nativos por la
tierra/territorio remite a un proceso decolonial que hace a la reinvención
autónoma de la subjetividad colectiva (Castro Gómez, 2007).
Así, es
posible recuperar las marcas de la revolución mexicana instalada como una lucha
por la propiedad de la tierra de las manos, ante todo, de la figura de Emiliano
Zapata, campesino que luchó por los derechos (acceso, permanencia y
pertenencia) de la tierra del pueblo mexicano, y cuyo legado sería recuperado
por diversos movimientos, entre los cuales se encuentra el EZLN[15].
La consecuencia de este conflicto fue la reforma agraria[16]
promovida por Lázaro Cárdenas (1934-1940) en los años ‘30, acción que
profundizó el problema de la distribución desigual de la tierra en Chiapas.
Ahora bien,
ya entrada la década de los 80’[17],
el principal promotor de la violencia hacia estos pueblos fue el programa de
gobierno bajo la gobernación del Estado de Chiapas promoviendo el despojo de
tierras, por parte de la fuerza pública. Ante esta situación emergieron grupos
indígenas de autodefensa, a los que se le sumaron organización de carácter
socialista y guerrillera, como la Organización Campesina Emiliano Zapata, la
Central Independiente de Obreros, Agrícolas y Campesinos, así como miembros del
Partido Comunista Mexicano y la organización socialista Frente de Liberación
Nacional. El conflicto abierto en Chiapas y el apoyo de organizaciones sociales
externas a los pueblos indígenas permitió la creación de una gran base social
de apoyo. Así, en este entramado el zapatismo emerge como una combinación
singular de luchas indígenas, guerrilleras y movimientos socialistas/comunistas
Por su
parte, y como fue enunciado, mientras el zapatismo se instalaba como un espacio
de disputa, el gobierno de Estado Mexicano iniciaba el proceso de
liberalización de la economía en México. Es así como el 12 de octubre de 1992
(cuando se «celebraban» los 500 años de la colonización), el EZLN realizó una
silenciosa aparición desde los confines de la Selva, bajo el emblema «encuentro de dos mundos»: «…en vez de pancartas llevaban arco y
flechas, en vez de puños altos y gritos, el silencio fue su consigna «(Sup Galeano 2015)[18].
Pues, el grito silencioso decía el conocido lema: «No a la Guerra, otro Mundo es posible: un mundo donde quepan
todos los mundos» (2017), así el EZLN afirma que la guerra es contra la muerte y el mal
gobierno, mientras que la lucha es por la vida[19]:
Qué
el mundo no sea el mundo que nosotros queremos o que el poder quiere, sino que
sea un mundo donde quepan todos los mundos, tantos mundos como sea necesario
para que cada hombre y mujer tenga una vida digna donde sea y que cada quien esté satisfecho con lo que su concepto de
dignidad significa. (Subcomandante
Marcos, 1996).
Bajo este
lema, un par de años más tarde, como mencionamos anteriormente (1 de enero de
1994), el EZLN se levanta en armas contra las políticas dispuestas por el
Estado Mexicano y sus diferentes alianzas en los trazos de la Hidra locales e
internacionales. Es el tiempo de Primera Declaración de la selva Lacandona (Comandancia General del EZLN 1994a), basándose en el
artículo 39 de la Constitución Mexicana al acusar al presidente Salinas de
Gortari de genocidio y corrupción. Durante esas primeras horas, el EZLN tomó el
control del Palacio Municipal de San Cristóbal de Las Casas, y en los
posteriores 12 días se produjeron enfrentamientos con el ejército mexicano, lo
que resultó en medio millar de muertos. Más tarde, se replanteó la táctica y se
proclamó la Segunda Declaración de la Selva Lacandona (Comandancia
General del EZL 1994b) durante el mes de junio, en donde se le pide a la
sociedad de todo México a que se una a su causa[20].
De tal
forma, en el año 1995 el Estado comenzó un camino de negociación con el EZLN.
Para el mes de marzo de 1995 el congreso mexicano aprobó la Ley para el
diálogo, la conciliación y la paz digna en Chiapas, marco legal que desembocó
en Los Acuerdos de San Andrés (López Bárcenas 1998)[21]
el 16 de febrero de 1996. Acuerdos
estos, en los que el gobierno «reconocía» la identidad jurídica de
las personas indígenas, sus pueblos y su organización autónoma, además de
abordar la pluralidad nativa de México[22].
Ahora bien,
aceptar las condiciones del EZLN en torno del territorio y el gobierno
autónomo-comunitario, ante todo, implicaba modificar la Constitución Nacional,
cuestión que no estaban dispuestos a realizar, por lo que, en noviembre de 1996
las negociaciones fueron canceladas, y el gobierno comenzó a financiar
operaciones paramilitares para atacar, de forma clandestina, a las comunidades
indígenas. Estos ataques tuvieron su punto crítico el 22 de diciembre de 1997
con la matanza de Acteal[23].
Fue hasta el
año 2000 que Estado retomó la promesa de reforma constitucional. Sin embargo,
el 25 de abril de este año el Senado de la República aprobó la modificación al
proyecto de Derecho y Culturas indígenas, lo cual no fue bien recibido ni por
los nativos, ni por la sociedad en general. El nuevo plan reformaba la
constitución sin apegarse a Los Acuerdos de San Andrés, por lo cual, si bien
los pueblos indígenas adquirían reconocimiento legal y derechos individuales,
no se atendían las demandas fundamentales sobre independencia, autogobierno,
control territorial y vínculo con la naturaleza. Esta situación no permitió el
restablecimiento de la conciliación entre el EZLN y el gobierno de Estado,
incluso hasta esta segunda década del siglo XXI[24],
a partir de lo cual el zapatismo comienza a reafirmar y crear, de modo
divergente y movedizo, lo que denomina su autonomía.
En
resonancias de la perspectiva sugerida por Clastres,
el zapatismo disloca-ba ciertas lógicas dispuestas
por la administración del Estado, lo cual se evidencia-ba
por entonces, en torno de la distribución, uso y modo de habitar el territorio,
mostrándonos que existen múltiples formas de trazar modos de vida y mundos,
también en movimiento.
Dicho ejercicio de creación y
recreación zapatista, en un salto histórico disparatado, se avista cuando la
guerra cobra el poder que hace al uso y la belleza de la palabra, a través de
la visita (o invasión) del Escuadrón 421 a territorios europeos, en plena
pandemia de la covid-19. La travesía por la vida fue el modo de nombrar dicho
viaje y aventura, que en la lucha en, por y desde las tierras latinoamericanas
se expande en resonancia con las luchas del mundo. Así lo expresa el difunto Marcos, ahora Sup
Galeano:
Vamos a agradecer a lo otro su existencia. A agradecer las enseñanzas que su rebeldía y
su resistencia nos han regalado. A
entregar la flor prometida. A abrazar lo
otro y decirle al oído que no está sola, soloa[25], solo. (Sup Galeano 2021).
El Escuadrón
421 no tenia, entonces, una característica mesiánica dirigida a iluminar
Europa, sino que se dirigió a escuchar los pareceres, padeceres
y las resistencias en sus singularidades. Antes que pensar en una contradicción en la trama – político, ética y discursiva -
zapatista, las diversas actividades que se realizan tienen como meta principal
la construcción de un mundo que se afirme en la diferencia, en palabras del Sup Galeano: «No queremos que sean como nosotros, queremos que
sean ustedes, con su historia (…) con su gobierno propio» (Baschet 2018, 217).
En tal
sentido, y acorde a nuestra grilla analítica, podemos observar como la
singularidad del EZLN no puede ser abordada, en su heterogeneidad, bajo una
perspectiva negativa-prohibitiva del poder cuya forma encontramos, por ejemplo,
en la relación oprimidos-opresores. Puesto que, el zapatismo no solo lucha
contra el poder y el sistema/la hidra capitalista, sino que va creando mundos,
verdades y subjetivaciones colectivas en el ejercicio que la libertad implica.
De este modo, se afirman como un movimiento configurado contra ciertos modos de
ejercer el poder, de codificar la verdad y de producir subjetividades,
reafirmando, así, otros modos de organización colectiva.
En tal sentido, el EZLN marca
límites al ejercicio de poder codificado en la pretensión de homogeneidad de
los Estados, afirmando una diferencia que disputa los modos y las normas
establecidas. Consideramos, entonces, que aquello que emparenta estos acontecimientos
es el ejercicio de la crítica en tanto práctica de libertad, la cual se
enmaraña con la construcción de mundos, saberes y subjetivaciones heterogéneas,
codificando prácticas de vida colectiva, en la fisura – ¿rebasamiento? – del
capitalismo y los modos de gobierno y organización- homogénea y –
universalizada – codificada en los Estados.
Autogobierno: una experiencia política y ético-estética
En relación con lo esbozado, nos
detenemos en el ejercicio de construcción de algunos procesos que marcan lo que
el zapatismo llama autonomías, señalando que: «no hay un libro donde nos
guiemos cómo hacer la autonomía en nuestro gobierno, no hay un libro que nos
dirija, vamos aprendiendo con el trabajo» (EZLN 2013a, 7)
Así, en la
consolidación de su proyecto político, el zapatismo especifica algunos ejes que
nombran como resistencia autonómica (EZLN, 2013b), los
cuales sostienen el ejercicio del gobierno autónomo en los diferentes
territorios, cuyas marcas se materializan en ellos. Por ejemplo: justicia
autónoma, educación rebelde, economía rebelde y autónoma, salud rebelde, la
autonomía de las mujeres, entre otras. Por cuestiones de extensión, nos
detendremos en el proceso de organización político-comunitaria y de gobierno,
con resonancias de algunos elementos propios de la economía, mientras que
identificamos algunos procesos estéticos, en sentido de formas que va cobrando
la libertad en su ejercicio autonómico e histórico territorial.
En tal sentido, la
cosmovisión orgánica y seminal (Kusch 2000, 483-489) de los pueblos indígenas
atraviesa y se conjuga con las lógicas de gobierno y organización. Así, el EZLN
se codifica en torno de formas de organización y gobierno comunitarios mediante
un tejido de decisiones colectivas y participativas, en un entramado de
conocimientos y saberes ancestrales. De este modo, el EZLN instala, a lo largo
de su historia, procesos políticos promoviendo el autogobierno, la justicia
restaurativa y la resolución de conflictos mediante el diálogo rebelde. Las
redes con formas de caracol –espiralado y en un permanente final y recomienzo–
entrelazan la heterogeneidad de culturas indígenas que se nuclean en el
zapatismo y, con ello, las diferentes cosmovisiones de los pueblos sustentos en
el respeto por la multiplicidad de modos de vida, la autonomía cultural y el
fortalecimiento de pertenencia a la tierra.
Lo
antedicho se manifiesta en una práctica de buen gobierno comunal y rotativo,
que, en lugar de proponer un gobierno centralizado y jerárquico, promueve un
ejercicio del poder organizado, parafraseando al EZLN, «desde abajo a la
izquierda y por sobre la tierra», en el cual son las propias comunidades
las que toman las decisiones que afectan sus
En este proceso movedizo de
recreación interna, es en noviembre de 2023, cuando el Subcomandante Moisés da a conocer reorganización del gobierno autónomo
zapatista (Subcomandante Insurgente Moisés 2023).
En dicha reconstrucción se reemplazarían los Municipios Autónomos Rebeldes
Zapatistas (MAREZ) y las Juntas del Buen Gobierno (JBG). Resultando dicha
modificación un proceso que, por conflictos vinculados con procesos de
corrupción, invasión y avance del narcotráfico, se pensó desde hace diez años,
siendo los últimos tres de planificación para la implementación práctica, esto
es en base a los lineamientos éticos y políticos del buen gobierno, en tanto:
Se
ha reorganizado la estructura y disposición del EZLN de modo de aumentar la
defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones,
ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza,
ocupaciones militares parciales o totales, catástrofes naturales y guerras
nucleares. Nos hemos preparado para que sobrevivan nuestros pueblos,
incluso aislados unos de otros.
(Subcomandante Insurgente Moisés 2023).
En tal
sentido, de ahora en más la organización política tiene como base principal el
Gobierno Autónomo Local (GAL), el cual será el núcleo de toda autonomía, y se
encontraría dirigido por la asamblea de la colonia, barrio, paraje, comunidad,
ranchería, pueblo, o el nombre que adopte cada colectivo. Esta estructura base
controla los recursos autónomos que permiten su organización, como así también
la relación con les vecines no-zapatistas. Siguiendo las problemáticas y
necesidades existentes, diversos GAL se reúnen conformando Colectivos de
Gobierno Autónomo Zapatista (CGAZ), quienes se encargarían de tratar las
situaciones vinculadas a la salud, la educación, la agroecología, la justicia,
el comercio, como así también cualquier otro conflicto que necesite de
atención. Los CGAZ están divididos por áreas o regiones, y les coordinadores de
estas se encargan de convocar las asambleas y procurar que se cumpla lo que
solicitan los GAL. Esta modificación ocasiona que: «donde antes habían 12 Juntas de Buen Gobierno, ahora habrá
centenares».
(Subcomandante Insurgente Moisés 2023).
También se introducen las Asambleas
de Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas (ACGAZ), las cuales no tienen
autoridad, sino que convocan y presiden las asambleas de cada zona, siendo que
esto será necesario cuando un GAL o un CGAZ realice peticiones. Si bien las
asambleas tienen su sede en los caracoles, constituyen una reunión móvil,
puesto que son herramientas de la cual disponen las personas. Creemos
interesante destacar que la nueva organización trasladó la conducción de las
JBG y MAREZ a los GAL, mientras que colocó a los CGAZ y las ACGAZ al servicio
de las necesidades y pedidos de estos Gobiernos. Esto quiere decir que la
práctica de organización depende de los GAL, y las demás colectividades
existentes deben atender a las necesidades del pueblo y las comunidades.
Este proceso de recreación zapatista
nos permite comprender la singularidad que inspira el mandar-obedeciendo, como
principio de vinculación con lo que Clastres llama
jefaturas, en este caso rotativas. Mientras que la imagen del Caracol deja ver
en el proceso organizativo zapatista, la apuesta por un permanente recomenzar,
ampliando las bases comunales, en tanto se trata:
(…)
de crear con las comunidades, por las comunidades y para las comunidades,
organizaciones de resistencia que desde ahora formen mallas a la vez
articuladas, coordinadas y autogobernadas que les permitan mejorar su capacidad
de contribuir a que otro mundo sea posible (González Casanova 2003, 17).
De
este modo, la organización política se enreda con lineamientos que hacen a la
ética y a la estética zapatista, manifiestos en los Siete Principios Zapatistas: 1) Servir y no servirse; 2) Representar y no suplantar; 3) Construir y
no destruir; 4) Obedecer y no mandar; 5) Proponer y no imponer; 6) Convencer y
no vencer; 7) Bajar y no subir.
Pues,
dichas técnicas –modos de hacer y estar siendo - de autogobierno configuran los
procesos individuales y colectivos de organización y lucha del EZLN, en tanto
dan forma y transforman la subjetividad territorial y comunal, reunida en el
ejercicio de la política de la vida orientada hacia “construir un mundo en el
que quepan muchos mundos”, bajo el lema: «para
todos la luz, para todos todo» (Comité
Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del EZLN 1996).
En este sentido, el ejercicio del poder se vincula, no con la confección de
órdenes que el pueblo debe seguir, en tanto voluntades racionales capaces de
ceder parte de su libertad a cambio de seguridad y libertades ficticias, sino a
la producción creativa de formas de vida configuradas en la permanente
problematización de los modos de ser gobernades y la recreación de experiencias
de autogobierno disímiles.
Por
su parte, los procesos de organización comunitaria se entrelazan con la
economía rebelde, la misma resulta de mecanismos que permiten el
autoabastecimiento y autofinanciamiento. Tales como: el cobro de impuestos sobre las ventas de las
cooperativas al exterior del territorio zapatista y del país. Siendo los
trabajos colectivos los que financian la mayoría de los servicios públicos
autónomos en las comunidades, a través de estos las familias dan horas de
trabajo para la: mantención de la escuela y sus promotores de educación, la
clínica autónoma con sus promotores de salud, las farmacias de cada Caracol,
etc., y también los hay para financiar al ejército zapatista como tal. Respecto
del trabajo rural comunitario, tienen rebaños colectivos de ganado, que
representan una acumulación colectiva. De igual manera, funciona como un seguro
colectivo para la comunidad, por ejemplo, ante siniestros. A su vez dicha
economía se ve atravesada por discusiones en torno del buen uso del territorio
y el cuidado de la madre tierra, como, por ejemplo, la agroecología (Pinheiro Barbosa y Michael Rosset 2023, 120-122)[26].
Por
último, en este proceso de resistir y re-existir,
consideramos que la interrelación entre el proceso autonómico de la política,
la subjetivación colectiva de la ética y la forma que la libertad cobra en
tanto estética, se materializa en el símbolo del pasamontaña. En sus inicios, no todas las
personas integrantes del EZLN usaban pasamontañas, pero, conforme éstos se
consideraron elementos distintivos, su uso se generalizó. Pues, esconder el rostro permitió su visibilidad en el mundo
también enmascarado, mientras que acuña un rostro comunal en el trazo de la
historia sin rostro de los pueblos: «Detrás de nuestro rostro negro, detrás de
nuestra voz armada, detrás de nuestro innombrable nombre, detrás de los
nosotros que ustedes ven estamos ustedes» (EZLN 1997, 25).
A su vez, todas estas estrategias, procedimientos, procesos, técnicas y
tecnologías de autogobierno también se reflejan en las pinturas zapatistas y en
los relatos poéticos del movimiento, haciendo de la política por la vida una
estética de la existencia cuya reflexividad, en los márgenes de la historia
efectiva, la instala como una ética.
Por
tanto, la autonomía no resulta simplemente un
ejercicio de rebeldía contra el Estado, sino contra ciertos modos de ejercer el
poder, que, si bien encuentran su principal estabilización y codificación en
los Estados, se dispersan en los vaivenes monstruosos de la Hidra. Así, este
ejercicio de autogobierno colectivo resulta un proceso de recreación permanente
y disímil de relación y afirmación de cuestiones como: la lengua, la
cultura, la organización, la alimentación y también el modo de mostrarse-dejarse
ver al mundo.
Reflexiones
finales: esbozos
Por tanto, y
a modo de reflexión final, en el presente escrito hemos pretendido apenas
esbozar una grilla analítica que nos permita una proximidad en torno de como el
EZLN problematiza los modos de ser gobernades, ante todo por los programas
dispuestos en los trazos de la hidra capitalista y sus variantes neoliberales.
Pues, dichas prácticas y lógicas de gobierno fundamentan su accionar en la
desigualdad, la explotación y la marginalización de ciertos sectores de la
población a los que denomina como improductivos y, por ende, no deseados. Entre
medio y en los horizontes, el EZLN desarrolla experiencias de conducción - de
conductas y territorios- en la capilaridad micropolítica, que denominan «de abajo, a la izquierda y sobre la
tierra»,
a partir de lo cual consideramos que se configuran, en la resonancia clastreana, como comunidades que se diferencian de las
disposiciones ontológico-políticas dispuestas por los gobiernos codificados,
ante todo, en el Estado. Puesto que, en el ejercicio de la libertad que cobra
formas heterogéneas de subjetivación colectiva, el zapatismo pone límites a las
lógicas universales y homogéneas de gobierno afirmando, entre una ética y una
estética de la existencia la creación de: mundos en los que quepan todas las personas.
En
tal sentido, consideramos que la grilla analítica apenas esbozada realiza
aportes para pensar las relaciones de poder, gobierno y resistencia de un modo
singular, heterogéneo y siempre abierto. Posibilitando un análisis de los
procesos de producción autónoma y territorial de las subjetividades
individuales o colectivas, en tanto los mismos no quedan sujetos a revoluciones
molares (aunque no las excluyen), sino que se configuran en relaciones
estratégicas entre libertades, poniendo límites a ciertos modos de ejercer el
poder y minimizando, de este modo, las diversas prácticas de dominación. En tal
sentido, dicha grilla nos aproxima a las experiencias de autogobierno como
ejercicios de la política que remiten a la transformación y afirmación creativa
-ética y estética- del nosotres comunal y colectivo, abajo, a la izquierda y
sobre la tierra.
Contribución de las personas autoras: María Cora Paulizzi.
Revisión/análisis de bibliografía, edición del borrador del artículo, redacción
del escrito y aprobación de la versión final del trabajo. Juan Alexander
Peralta. Revisión/análisis de bibliografía, corrección de referencias
bibliográficas, redacción del escrito y aprobación de la versión final del
trabajo.
Apoyo
financiero:
Instituto de Investigación en Ciencias
Sociales y Humanidades (ICSOH) || Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) || Universidad Nacional de Salta (UNSa)
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[1] Se
utilizará la referencia al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
como al Zapatismo de modo indistinto.
[2] La
heterogeneidad nunca es un principio de exclusión, en tanto jamás impide la
coexistencia. Es justamente ahí y en ese tipo de análisis donde se hace valer
una lógica que no sea dialéctica, Pues la lógica dialéctica es una lógica que
hace intervenir términos contradictorios en el elemento de lo homogéneo.
Foucault nos propone sustituir esta lógica de la dialéctica por lo que llamará
una lógica de la estrategia, la cual: no hace valer términos contradictorios en
un elemento de lo homogéneo que promete su resolución en una unidad. La función
de esa lógica de la estrategia es establecer las conexiones posibles entre
términos dispares y que siguen dispares, en tanto es la lógica de la conexión
de lo heterogéneo y no la lógica de la homogeneización de lo contradictorio
(Foucault 2007, 62).
[3] Cabe
mencionar el basto corpus de antecedentes sobre el zapatismo, entre los cuales
recuperamos: Le Bot 1997; López Barcenas 1998; Sánchez 1998; Vázquez Montalbán
1999; González Casanova 2003; Diez 2008; Esteva, Gutiérrez, Diana y Ragazzini
2014; Schulz 2014; Baschet 2018; Pinheiro Barbosa y Rosset 2023, entre otros.
[4] Luego de embeberse en los debates que van desde
el positivismo al estructuralismo, Foucault se sumerge en la genealogía
nietzscheana como recurso para escapar a los problemas de la solidaridad social
durkheimiana y a las dificultades que el cambio histórico le presentaba a las
explicaciones de Lévi-Strauss, Foucault señala que su interés no radica en las
divisorias sociales y la integración, en tanto cuenta con las discontinuidades
genealógicas para dar otra clave de inteligibilidad a lo que la etnología consideraba
como el “inconsciente social” que las estructuras buscaban relevar. Pero, sobre
todo, procura romper con la concepción de poder que había sustentado las
investigaciones de ese segmento de las ciencias humanas francesas, y en ese
proceso recupera los trabajos de Clastres, donde ve aparecer, toda una nueva
concepción del poder como tecnología (Foucault 2014, 52-3)
[5] No podemos perder de vista las diversas tramas
de investigación y antecedentes que desandan el surgimiento y desarrollo de los
movimientos sociales desde la acción colectiva, los ciclos de acción y
repertorios de acción (Tarrow 2009), protesta social (Auyero 2002; Schuster,
[6] Es una práctica que se le adjudica al Estado y sus instituciones,
en el proceso de construir la identidad de toda una población, desde un punto
superior-trascendente.
[7] Es en función de dichos lineamientos señalados
que nos valemos de ciertas recepciones y estudios, y no de otros. Consideramos,
por tanto, que la ausencia de alguna noción, concepto o recorrido teórico no
remiten a su devaluación analítica. Por el contrario, amplían y despliegan
miradas posibles y caminos bifurcados para enriquecernos, en los avatares de
nuestro pensar y sus reinventivas.
[8] Como precaución de método nos guían las palabras de El Capitán (2023), respecto a no hacer «el ridículo pretendiendo explicar el zapatismo»,
tras lo cual nos aproximamos al zapatismo desde perspectivas nativas y no
hegemónicas.
[9]
También fueron ocupados
los municipios, como Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, entre otros.
[10]Se trata de
las comunidades indígenas tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles, zoques y
mames, ubicadas en la zona de Los Altos, Las Cañadas y el norte de Chiapas, que
son la base social del EZLN, pero no forman parte de su estructura militar. Con
respecto a la formación del EZLN, el Subcomandante Marcos señala tres
vertientes: «un grupo político-militar, un
grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y el movimiento to
indígena de la Selva» (Le Bot,
1997, p. 52).
[11] Resaltados
nuestros
[12] El resaltado es nuestro. Pues, en la mitología
griega, la Hidra de Lerna era un monstruo del inframundo con forma de
serpiente de múltiples cabezas. El EZLN sostiene que “la Hidra capitalista
todos los días, a todas horas, en todos los rincones del planeta, se yergue de
nuevo, rejuvenecida y hambrienta. Muerde, deglute y vomita”. Y vuelve a repetir
el ciclo, pero con un nuevo rostro.
[13] El
[14] En aquel momento gran parte de la tierra estaba
en manos de los terratenientes españoles y de la Iglesia Católica.
[15] El EZLN lleva la marca de Emiliano Zapata, ante
todo en su nombre (zapatistas), también lo hace en el gesto que conlleva el
pañuelo rojo atado en el cuello (el “paliacate” zapatista). En tanto, Zapata
utilizaba en su ropa de charro mexicano un pañuelo rojo, que se manifestó e
instaló como el símbolo de diferenciación e identificación del ejército por él comandado en épocas de la
Revolución. El pañuelo es símbolo de lucha, de libertad y de diferenciación.
[16]
Revolución Interrumpida
(Guilly 1971), en tanto varias de sus propuestas fueron incumplidas, entre
ellas una reforma agraria integral en favor de las poblaciones campesinas e
indígenas, tanto en el norte como el sur del país y, con una mayor presencia, en
el centro de México.
[17] Durante los años 60’ y 70’, los pueblos nativos comenzaron a
ser desplazados de sus tierras por el llamado desarrollo agrícola, cuestión que generó numerosas disputas.
[18] Las citas
textuales recuperadas de la página web oficial de EZLN: Enlace zapatista, son
citadas con el nombre de autoría del relato/escrito, volcando las referencias
detalladas en la bibliografía final.
[19] A esta
marcha le siguen muchas otras, en tanto resultan varias loas momentos en que el
EZLN ha respondido a declaraciones (o acciones) varias, con silencio. Pues, el
silencio es recuperado por la resistencia y reexistencia zapatista en sus
varios usos y modos, así como lo es la palabra. En tanto, entre varias otras
cuestiones, el silencio señala que hay varias cuestiones que no tienen
respuesta y merecen la afirmación singular del tejido comunal.
[20]
Cabe
aclarar que las declaraciones de la selva Lacandona son las herramientas que el
EZLN produce para dar difusión a su palabra y planteamientos. Hasta el momento
existen seis Declaraciones (1994a, 199b, 1995, 1996, 1998, 2005), y en líneas
generales abordan la defensa de derechos colectivos e individuales de los
pueblos nativos, la construcción de una nueva organización política basada en
la democracia, la libertad y la justicia, como así también la realización de
llamados para tejer redes de resistencia a nivel territorial y global.
[21] Los acuerdos de San Andrés Larráinzar son un
conjunto de convenios firmados en el año 1996 entre el gobierno de Estado de
México y el EZLN con el objetivo de buscar la resolución al conflicto armado en
Chiapas y abordar las demandas del movimiento en relación con las necesidades
de los pueblos originarios, la justicia, la autonomía y la participación
política.
[22] Estos convenios no fueron cumplidos, por lo que
las demandas y promesas de respuestas solamente quedaron en la letra escrita,
incrementando las tensiones entre el EZLN y el gobierno de Estado Mexicano.
[23] La matanza de Acteal fue un ataque paramilitar
en contra de una comunidad nativa que buscaba su independencia y que tuvo un
resultado de 45 personas muertas y 26 indígenas, en donde no hubo detenidos ni
investigaciones por parte de las autoridades mexicanas.
[24] En la actualidad, el EZLN, y diferentes
comunidades y pueblos indígenas del sureste mexicano, sufren un asedio
constante desde diferentes frentes.
[25] El EZLN
utiliza el lenguaje no sexista e inclusivo incorporando la finalización “oa”,
en los pronombres o palabras, por ejemplo: elloas, soloas, nosotroas, etc.
[26] Otro de
los más relevantes procesos autonómicos de resonancia mundial está siendo el
lugar y afirmación de las mujeres en el movimiento, en tanto sus cuerpos como
campos de disputa y también de guerra, así como su lugar en los espacios de
mando y organización, han sido cuestiones, recreados y transformados al largo
de la historia. De hecho, durante el I Encuentro Intercontinental por la
Humanidad y contra el Neoliberalismo, se reconoció al patriarcado como
fundamento del neoliberalismo y de la expropiación territorial impulsada por el
capital transnacional en la ofensiva contra sus territorios. Las zapatistas
enfatizaron la urgencia de comprender las raíces históricas de la opresión
patriarcal y de situar el género como una categoría central a ser incorporar en
la lucha anticapitalista (EZLN, 1996). Es menester apenas nombrar la Ley
Revolucionaria de Mujeres fue la primera ley del Sistema de Justicia Autónoma
Zapatista (Pinheiro Barbosa y Michael Rosset 2023, 52-53).