William Vargas (Autor/a)
Los países de América Central son susceptibles a una variedad de fenómenos naturales con gran capacidad destructiva, a causa de las características geológicas, climáticas y ambientales de la región, en donde se combinan la interacción de varias placas tectónicas y la acción de varios fenómenos climáticos. En el pasado, huracanes, terremotos y erupciones volcánicas han provocado la destrucción total de asentamientos humanos e incluso la reubicación completa de poblaciones y de infraestructura. Solamente en los últimos 30 años, la región ha sido afectada por varios huracanes que han tenido un gran impacto socioeconómico: Fifí (1974), Joan (1989), César (1996) y Mitch (1998). En el mismo periodo han ocurrido varios sismos que han causado gran destrucción: Managua, Nicaragua (1972), Guatemala (1976), San Salvador (1986), Región Caribe de Costa Rica y Panamá (1991) y El Salvador (2001). También han sido frecuentes, en la breve historia de nuestros países, los desastres generados por erupciones volcánicas. Otros fenómenos, tales como las inundaciones, deslizamientos de tierra y flujos de lodo generados por lluvias intensas y/o prolongadas, se presentan como eventos de magnitud menor pero sus consecuencias son importantes para el desarrollo social y económico por su mayor frecuencia.